Desafíos de salud mental entre trabajadoras sexuales biológicamente femeninas

Abdulla, F., Huq, M.N. & Hossain, M.M. Mental health challenges among biologically female sex workers. npj Womens Health 2, 9 (2024). https://doi.org/10.1038/s44294-024-00013-3

https://www.nature.com/articles/s44294-024-00013-3

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Definir a las trabajadoras sexuales femeninas (TSF) no es fácil porque muchas son objeto de trata o son obligadas a ingresar a la industria del sexo. Las personas menores de la edad de consentimiento sexual legal no pueden ser denominadas TSF porque son niñas vulnerables que están siendo explotadas y abusadas sexualmente. Se hace referencia a las trabajadoras sexuales como mujeres que intercambian consensualmente servicios sexuales por dinero u otros bienes, como una actividad de sustento1, aunque dentro de un entorno de alto riesgo2 caracterizado por la criminalización, la pobreza, la falta de vivienda, la dependencia de drogas, el suministro de ingresos a los familiares y la falta de educación, donde sus opciones para ganarse la vida pueden ser bastante limitadas dentro del entorno. Según la Oficina Internacional del Trabajo, las TSF corren un mayor riesgo de sufrir violencia cometida por clientes, propietarios de burdeles, personal encargado de hacer cumplir la ley, policía, parejas íntimas o que no pagan, familias, vecinos y pares3,4,5,6. Los continuos esfuerzos de políticos, policías y grupos de residentes para eliminar la prostitución callejera en las zonas residenciales contribuyeron a un aumento sustancial de los asesinatos de prostitutas callejeras en Columbia Británica7. La violencia de género entre las trabajadoras sexuales de la calle se vio significativamente afectada por la edad, la educación, los ingresos mensuales, la negociación de tarifas, la cantidad de clientes y el uso constante de condones8. La violencia puede tener graves implicaciones para la salud mental de las TSF6,9. Las experiencias traumáticas pueden provocar trastorno de estrés postraumático (TEPT), ansiedad, depresión y otros trastornos de salud mental10. Además, la necesidad constante de negociar límites, manejar clientes difíciles y afrontar situaciones potencialmente peligrosas puede crear estrés crónico y exacerbar los problemas de salud mental. En términos de estigma, refiriéndose específicamente al “estigma de puta” o estigma del trabajo sexual11, se puede hacer referencia a estudios mundiales en este campo12 en lo que respecta al argumento a favor de la despenalización, así como a la salud y la criminalización13. El juicio social, los estereotipos negativos y la criminalización del trabajo sexual pueden generar sentimientos de vergüenza, culpa y dudas sobre una misma. Este estigma puede contribuir al aislamiento social, a un acceso reducido a redes de apoyo y a oportunidades limitadas para buscar ayuda14. Como resultado, las TSF tienen una propensión muy alta a tener pensamientos suicidas, intentos de suicidio y otros trastornos mentales1,10,15.

Además, el consumo de sustancias es un mecanismo de afrontamiento común entre algunas trabajadoras sexuales, ya que puede aliviar temporalmente el dolor emocional, reducir las inhibiciones o ayudar a gestionar los desafíos de su trabajo2,15,16. Sin embargo, el abuso de sustancias puede conducir a la adicción y comprometer aún más la salud mental, exacerbando condiciones preexistentes o desencadenando otras nuevas15,17. Las TSF a menudo enfrentan un acceso limitado a la atención médica, incluidos los servicios de salud mental. Debido a la naturaleza ilegal de su trabajo en muchas jurisdicciones, pueden mostrarse reacias a buscar apoyo o temer la discriminación por parte de los proveedores de atención médica18. Esta falta de recursos adecuados puede obstaculizar su capacidad para abordar los problemas de salud mental y contribuir a un ciclo de vulnerabilidad y aislamiento.

A pesar de los numerosos desafíos, es crucial reconocer la resiliencia y la agencia de las trabajadoras sexuales. Muchas personas desarrollan estrategias de afrontamiento, redes de apoyo y fortalezas personales que les ayudan a afrontar las complejidades de sus vidas19,20. Es esencial considerar sus voces y perspectivas al discutir políticas, programas e intervenciones destinadas a apoyar su salud mental y su bienestar. Abordar las necesidades de salud mental de las trabajadoras sexuales requiere un enfoque integral que implique la desestigmatización, la despenalización y un mejor acceso a la atención médica y al apoyo social. La creación de espacios seguros, entornos sin prejuicios y servicios personalizados puede desempeñar un papel crucial en la promoción del bienestar y la salud mental de esta población. Es vital respetar su autonomía, sus derechos humanos y sus experiencias individuales mientras trabajamos por políticas que prioricen su seguridad y bienestar general.

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