La cruzada moral contra putas y puteros o la Constitución española es papel mojado

El odio contra la libertad sexual, como manifestación del odio a la libertad personal, campa a sus anchas en España. Desde antes de la abolición de la Constitución en marzo de 2020 y con más razón después.

Ciudadanas y ciudadanos en el pleno ejercicio de sus derechos son vilipendiados y deshumanizados desde el viejo poder reaccionario plenamente vivo en partidos políticos y medios de comunicación «democráticos».

Mujeres y hombres en el pleno ejercicio de sus derechos se ven atacados como lo fueron homosexuales, lesbianas y transexuales hasta ayer.

El calificativo de puta para señalar a la mujer más despreciable ha sido sustituído por el «compasivo» «mujer prostituída», que la despoja de su dignidad como ser humano. Y toda la degradación de ese calificativo ha sido desplazada al «putero», el peor de los violadores que nunca ha sido procesado ni condenado judicialmente porque su conducta está amparada por la Constitución.

Esa secta criminal hermana de aquellas otras que perseguían a las «razas subhumanas» ha desarrollado su campaña de odio con total impunidad, con el silencio cómplice de la mayoría. ¿En que se diferencia la actual demonización del «putero» de la pasada demonización del «invertido» o de la «bollera»?

Preparado el terreno con la propaganda, acalladas las voces discrepantes con el acoso institucional, ha llegado la hora de la ley violadora de una Constitución que ya es papel mojado.

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