Justicia para Jasmine

Nosotros no planeamos las cosas, no en un sentido editorial, sino que ambos escribimos sobre lo que nos llama la atención o hace que ardan los fuegos de la rabia. De forma que no es sino una extraña coincidencia que nuestros primeros posts traten de escuchar a las víctimas.

Una de las cosas bellas de Twitter es que encuentras a gente a la que nunca habrías conocido en ninguna otra circunstancia;  @jasminepetite fue una de tales personas. Una trabajadora sexual sueca que luchó hasta el último aliento de su cuerpo contra las leyes que penalizaban su trabajo y contra el estigma que negaba la palabra a las trabajadoras sexuales.  Ella había sufrido mucho por ese estigma; víctima de la violencia doméstica, no sólo no había sido creída,  sino que le habían dicho a la cara que su auténtico problema era ser trabajadora sexual. Ahora está muerta,  yacente en una morgue en alguna parte, asesinada por la pareja a la que denunció, la pareja a la que se le dio la custodia de sus hijos, porque las trabajadoras sexuales no pueden comprender sus propias vidas, no pueden ser agentes activas, no pueden elegir el trabajo sexual en la putofóbica Suecia.

Declaración de Rose Alliance sobre la muerte de Jasmine:

Nuestra compañera y miembro de la directiva, fiera activista y amiga, Petite Jasmine, fue brutalmente asesinada ayer (11 de julio de 2013). Hace varios años, perdió las custodia de sus hijos al considerarse que no reunía las condiciones para ser una buena madre por ser trabajadora sexual. La custodia de los hijos fue adjudicada a su padre, a pesar de que había cometido abusos contra Jasmine. A ella le dijeron que no sabía lo que era bueno para ella misma y que estaba «romantizando» la prostitución, que no tenía comprensión de las cosas y no se daba cuenta de que el trabajo sexual era una forma de autolesionarse. Él la amenazó y la acosó en numerosas ocasiones, sin que nunca se le ofreciera a ella ningún tipo de protección. Ella combatió contra el sistema  a lo largo de cuatro procesos judiciales y por fin había comenzado a volver a ver a sus hijos. Ayer, el padre de sus hijos la mató. Ella siempre dijo: «Incluso aunque no consiga recuperar a mis hijos, me aseguraré de que no le vuelva a ocurrir lo mismo a ninguna otra trabajadora sexual». Nosotras continuaremos con su lucha. ¡Justicia para Jasmine!

Tenemos que escuchar a las víctimas, incluso a aquéllas que puede que no nos gusten. Suecia no sólo rehusó escuchar, sino que decidió cuál era la verdad de aquella historia. Decidió que puesto que el trabajo sexual es una elección laboral que desaprueban moralmente tiene que ser autonocivo; que una trabajadora sexual que no se convierte a la línea anti está engañada; me pregunto si el término falsa conciencia se sacó también a relucir.

Y aquí es donde las lágrimas se vuelven rabia, porque desde luego Jasmine podría haber sido escuchada también, podría haber tenido la custodia de sus hijos, podría haber estado volando a conferencias internacionales y haber hecho programas de televisión, en lugar de ser preparada para el entierro: todo lo que habría tenido que hacer habría sido mentir. Hay toda una industria montada alrededor de las supervivientes,  las que son la clase de víctimas que quiere la gente, las que se tragan el sapo de decir que no eligieron realmente el trabajo sexual y cuentan unas pocas historias de malos clientes y rezan con el fervor de un converso ante el altar del fin de la demanda y reciben todo el apoyo que quieren, en sus términos.

Aquellxs opuestxs al trabajo sexual han contruído una narrativa que sólo permite a las trabajadoras sexuales recitar como un loro la teoría, ser buenas muñequitas que acatan la línea del partido como acusados en una farsa judicial rusa en la época de Stalin, y ver después cómo se les abren de par en par las puertas de los centros de acogida a víctimas de abuso y de violencia doméstica y de los centros de  conferencias. Atrévete a decir que no, que soy libre de elegir y he elegido el trabajo sexual, pero que esa cosa mala me ocurrió porque las cosas malas le pueden ocurrir a cualquiera, y te dirán que estás “romantizando el trabajo sexual”.

Son las feministas radicales las que dicen que todos los hombres son violadores en potencia, es el feminismo en su conjunto el que dice que una mujer no invita al abuso por su vestido o su conducta, excepto, al parecer, cuando elige el trabajo sexual; en este caso es sencillamente una persona sin rostro, sin mente, una cifra cuya propia historia no merece ser escuchada. Escuchar a las víctimas significa echar a un lado tus creencias y prejuicios acerca de quién puede ser una víctima y cómo debería comportarse una víctima, no pedirlas que se adapten a tu marco de aceptabilidad.

Una mujer, Eve Marie, yace muerta hoy porque Suecia es un país feminista. Sí, su ex fue quien asestó el golpe fatal, pero la mano que le guió fue el Estado sueco, un Estado que quiere hacer el trabajo sexual tan insoportable que ninguna mujer “en sus cabales” lo elija. Un Estado que no ve a una víctima de la violencia doméstica, sino a una sucia puta que puede ser ignorada, un Estado que prefiere a las trabajadoras sexuales muertas antes que vivas y luchadoras. Un Estado que ve la muerte de una mujer como un precio que vale la pena pagar.

Las últimas palabras van para esa mujer, esa madre, esa trabajadora sexual que se negó a ser una víctima, que se negó a rendirse y en cuyo nombre la lucha continuará. En su blog, Jasmine escribió a propósito de ver a sus hijos:

Tras un año y tres meses, la veo finalmente delante de mi. El sentimiento me llena cuando corre  a mis brazos y me abraza, cuando huelo su pelo que enseguida se humedece con mis lágrimas, cuando paso mis dedos por su naricita y su mentón, acaricio su manita y abrazo con fuerza su cuerpecito y la beso en la frente once mil veces. Para terminar mirándola a los ojos y decirle diecisiete mil veces cómo la he echado de menos y cuánto la quiero. Y nunca quiero dejarla ir otra vez, pero no me queda más remedio. Creada por mi cuerpo cuando hemos sido una, somos por siempre parte la una de la otra. El amor por mis hijos es indescriptible. (Y el sistema judicial dijo que custodia compartida y a igualdad de tiempo; ¿dónde estabas tú cuando todo esto estaba pasando?)

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2 comentarios en “Justicia para Jasmine

  1. DESDE ASMUBULI COLOMBIA REPUDIAMOS LA MUERTE DE NUESTRA COMPAÑERA JASMINE
    SU MUERTE MUESTRA LA FALTA DE RESPONSABILIDAD Y DE VALENTIA POR PARTE DE LOS ESTADOS EN NO QUERERNOS RECONOCER COMO SERES HUMANOS QUE
    EJERCEMOS EL TRABAJO SEXUAL SE HABLA DE DERECHOS HUMANOS
    «NOSOTRAS COMO MUJERES TRABAJADORAS SEXUALES ACASO NO SOMOS HUMANAS»

  2. Pingback: “Allí donde no existen las putas”: el documental de Ovidie sobre la caza de brujas de prostitutas en Suecia | El estante de la Citi

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