Deshumanización de las trabajadoras sexuales: ¿qué tiene que ver con ello el término “prostituta”?

 amsterdam

Monumento a una trabajadora sexual en Amsterdam. ¿Ha llegado el momento de que cambie el discurso de los medios acerca de las trabajadoras sexuales en la sociedad?

http://bit.ly/18Ouj3Z

 

La trabajadora sexual de Melbourne Tracy Connelly fue brutalmente asesinada en su furgoneta la pasada semana. En lo que es una triste ironía, Connelly fue asesinada a pocos metros del lugar donde las trabajadoras sexuales y sus aliadxs se manifestaron en apoyo de una campaña global organizada para llamar la atención sobre la violencia contra las trabajadoras sexuales tan sólo un día antes.

En comparación con la cobertura que dieron los medios  al asesinato de la compañera mujer de Melbourne Jill Meagher el año pasado, el silencio que los medios dedicaron a Tracy Connelly fue ensordecedor para aquellos interesados no sólo en la violencia contra las mujeres, sino también en la violencia contra las trabajadoras sexuales.

Tracy Connelly, la mujer que está tras los titulares, tenia el amor y el apoyo de su comunidad y de su compañero de hacía muchos años. Esto ha sido elocuentemente analizado y comparado con la cobertura que se dio a Jill Meagher por Jane Gilmore en The King’s Tribune. Otra cuestión necesita, sin embargo, ser respondida: ¿cuáles son los efectos y las razones de que una mujer sea descrita como “prostituta” cuando se informa del horrible fin de su vida?

El sexo, y por extensión el sexo por dinero, se fusiona con la noción de la propia identidad. Nuestra identidad sexual se convierte para los demás en un significante de quiénes somos, y en en el caso de Tracy Connelly, quién fue en su muerte. Los dos periódicos principales de Victoria, The Age y el Herald Sun, identificaron a Connelly como una prostituta en sus titulares. Ambos artículos hablaban del peligro inherente a su trabajo, incluyendo su comprensión de este peligro, y también la posición de ambos periódicos en contra del trabajo sexual.

Identificar a las víctimas de crímenes violentos como “prostitutas” tiene un efecto distanciador: hace que las mujeres “normales” se sientan seguras. Este binario chica buena/chica mala interactúa con el binario hombre normal/cliente para crear circunstancias “extraordinarias” en cuyo seno puede ocurrir esta violencia. Podría decirse que cuando las mujeres “buenas” son asesinadas por hombres se crea una amenaza contra todas las mujeres y ya no son relevantes el lugar donde trabaje una mujer o las actividades sexuales fuera de la norma que realice.

Referirse en los medios a las trabajadoras sexuales como “prostitutas” no es nuevo, pero es un aleccionador recordatorio de cuán generalizadas están las visiones negativas del trabajo sexual y de las trabajadoras sexuales. Estas visiones se originan en varias áreas “expertas” de conocimiento, incluyendo la psicología, la medicina, la sexología, las doctrinas religiosas y diversos puntos de vista feministas, a través de las cuales las trabajadoras sexuales son catalogadas como sucias, enfermas, pecadoras, descarriadas y víctimas.

El término “prostituta” no significa sólo una persona que vende su trabajo sexual (aunque raramente se usa para denominar a los hombres que hacen trabajo sexual), sino que lleva con él capas de “información” acerca del valor de esa persona, su relación con las drogas, su infancia, su integridad, su higiene personal y su salud sexual. Cuando los medios se refieren a una mujer como una prostituta, o cuando una historia tal permanece en el ciclo de noticias por tan sólo un día, no se trata de algo aislado, sino que está en el contexto de esta compleja historia.

Este estigma es de largo alcance y podría decirse que hace más daño a las mujeres que hacen trabajo sexual que el trabajo mismo. Este estigma se alimenta de las opiniones de mujeres que están apoyando la violencia y que, al referirse a las víctimas de la violencia como “prostitutas”,  siguen considerándolas como “otras” mujeres que, de alguna forma, se lo merecían: conocían el peligro. Más aún, se alimenta de actitudes de apoyo a la violencia contra todas las mujeres.

Aunque el cambio de tan arraigadas ideas acerca del género  y el trabajo sexual es lento, algo se está moviendo en ese campo. Muchos activistas y grupos de presión están trabajando en contra de que las trabajadoras sexuales sean presentadas de forma tan negativa y a favor de que sus derechos sean considerados derechos humanos, así como creando iniciativas saludables que buscan cambiar los estereotipos negativos acerca de mujeres y hombres en general, estereotipos que promueven la violencia.

Las formas en las que las trabajadoras sexuales son retratadas en los medios también están cambiando. Sin embargo, la reducción de la humanidad de Tracy Connelly a la de solamente una “prostituta” nos recuerda que todavía hay mucho camino por andar.

 

 

¿Por qué las trabajadoras sexuales son apartadas del debate sobre la violencia contra las mujeres?

Por Kate Zen

http://www.policymic.com/articles/30812/why-are-sex-workers-left-out-of-the-violence-against-women-conversation

“Maté a tantas mujeres que me cuesta llevar la cuenta… Mi plan era matar a tantas mujeres que creyera que eran prostitutas como fuera posible… Escogía a prostitutas como mis víctimas porque eran fáciles de atrapar sin que nadie se diera cuenta.” 

—    Gary Ridgewood, el “Asesino de Green River,” 15 de noviembre de 2003, Seattle, Washington

En Noviembre de 2001, el asesino en serie Gary Ridgewood fue detenido al salir de la Fábrica de camiones Kenworth en Renton, Washington, donde había trabajado en silencio durante más de treinta años. Llevando una vida por lo demás normal, con su horario de trabajo de nueve a cinco, consiguió asesinar en su tiempo libre, sin que nadie se enterara, a más de 49 mujeres, casi todas prostitutas, y enterró sus cuerpos en las zonas boscosas que rodean Kings County, cerca de de donde vivía y trabajaba.

“Escogía a prostitutas como mis víctimas porque son lo que más odio y no quería pagarlas a cambio de sexo”, dijo Ridgewood a los periodistas del Seattle Post Intelligence. El hecho de que muchos de estos asesinatos pasaran sin ser descubiertos durante más de veinte años revela que Ridgewood no era el único sospechoso de estar cometiendo estos atroces asesinatos. La cruel actitud de la policía y los jueces hacia las trabajadoras sexuales y el odioso estigma que la mayoría de la sociedad lanza sobre este grupo marginalizado de personas, son la causa de cientos y cientos de muertes que pasan impunes y ocultos durante absurdos e inhumanos períodos de tiempo.

Aunque la prostitución es a menudo estereotipada como la “profesión más vieja” del mundo, las entre cuarenta y cuarenta y dos millones de personas que se estima que trabajan en esta profesión en todo el mundo siguen sin ser reconocidas como trabajadoras y carecen de los derechos laborales básicos. Según un estudio de enero de 2012 de la Fundación Scelles, tres cuartas partes de estos 40-42 millones tienen entre 13 y 25 años de edad, y el 80% de ellos son mujeres. La tasa de homicidios para mujeres prostitutas se estima que es de 204 por 100.000, según un estudio longitudinal publicado en 2004. Esto constituye una tasa de mortalidad ocupacional superior a la de cualquier otro grupo de mujeres que se haya estudiado.

Pero, a pesar de todo esto, no existe casi ninguna mención de la violencia contra las trabajadoras sexuales en ningún debate de derechos humanos en las Naciones Unidas acerca de la violencia contra las mujeres. La semana pasada, al cierre de la 57ª sesión de la Comisión sobre la Situación de las Mujeres en las Naciones Unidas, el Secretario General Ban-Ki Moon reafirmó el compromiso de hace siete años de la ONU de centrarse en combatir la violencia contra las mujeres hasta 2015:

“La violencia contra las mujeres es una odiosa violación de los derechos humanos, una amenaza global, un atentado contra la salud pública y un ultraje moral”, declaró Ban-Ki Moon, “Independientemente de dónde viva, cuál sea su cultura, cual sea su sociedad, todas las mujeres y niñas tienen derecho a vivir sin miedo”.

Pero, en palabras de la sufragista negra Sojourner Truth: “¿No soy yo una mujer?”

¿Por qué las trabajadoras sexuales no son parte del debate sobre la violencia contra las mujeres? Las trabajadoras sexuales son hijas, hermanas, madres y miembros de la comunidad que viven en tu ciudad, viajan en tus autobuses, comen en tus restaurantes, y leen en tus bibliotecas. Aunque una mayoría de trabajadoras sexuales son mujeres o se identifican como mujeres, muchos son también hijos, hermanos, padres y amantes. Gays, heteros, negras, blancas, altas, bajas, ricas y pobres, las trabajadorxs sexuales vienen de una variedad de diferentes extracciones, y se dedican al trabajo sexual por una variedad de razones diferentes. Algunas de ellas migran a través del mundo en busca de mejores oportunidades y algunas otras son víctimas de trata contra su voluntad. Algunas son adictas a las drogas y otras tienen títulos universitarios; estos dos grupos no son mutuamente excluyentes. Tú, o alguien a quien tú quieres, conocéis probablemente a un/a trabajador/a sexual; quizás has amado incluso a un/a trabajador/a sexual.

El estigma mantiene a este sector masivo en la clandestinidad, y también somete a las trabajadoras sexuales a violencia física impune por parte de clientes, empleadores y policía; así como a la violencia del aislamiento social y la vergüenza asumida. El estigma está en la raíz de las odiosas actitudes que perdonan el abuso y la impunidad, las leyes discriminatorias que mantienen en la clandestinidad al sector y las nocivas condiciones de trabajo que resultan de ocultarse en las sombras de la sociedad. De acuerdo con la socióloga Elizabeth Bernstein, la prostitución de nuestros días es un fenómeno muy diferente de lo que fue en el pasado. La tecnología de Internet, la globalización, la creciente disparidad de riqueza, la crisis económica, la deuda de los estudiantes y los cambios en las costumbres y representaciones sexuales, han jugado todos un papel en la cambiante naturaleza de este sector. La red ha hecho a la prostitución de calle menos visible en ciudades como San Francisco, a la vez que anunciarse online es cada vez más prevalente entre las trabajadoras sexuales de todo el espectro económico.

Lxs trabajadoras sexuales difieren mucho entre diferentes clases, razas y localizaciones —no existe una narrativa común a todas ellas. La suposición difundida por el bienintencionado movimiento antitrata es que la mayor parte de las personas que comercian con sexo son víctimas de trata, y están siendo forzadas a trabajar en contra de su voluntad y sus castas intenciones. Sin embargo, las  estadísticas usadas para probar esto no han sido todo lo consistentes o fiables que es necesario.

Para muchas personas, el trabajo sexual es un acto de autodeterminación y resistencia para luchar contra desigualdades más opresivas. A la vez que las trabajadoras inmigrantes se encargan cada vez más del trabajo emocional de cuidados a dependientes en las industrias de servicios de las ciudades globales, hay algunas que deciden dedicarse al trabajo sexual como una alternativa más lucrativa dentro de mercados laborales discriminatorios por razones de clase y género. El trabajo sexual es uno de los pocos sectores laborales en los que las mujeres son pagadas más que los hombres, y las madres pueden negociar a veces un horario flexible para cuidar a los hijos. Para una persona con una discapacidad o sin acceso a la educación superior, puede ser también el modo más pragmático de ganar dinero, con unas barreras de entrada relativamente bajas.

Para los clientes con una discapacidad, el trabajo sexual puede ser un medio asistido de explorar su sexualidad, como ha demostrado la trabajadora sexual australiana Rachel Wotton, que dirige una ONG de trabajo sexual con clientes discapacitados. A la vez que hay muchos trabajadores inmigrantes explotados, forzados a aceptar un trabajo mal pagado en malas condiciones para pagar los costes de la inmigración, también hay muchos estudiantes de ingresos medios, luchando por arreglárselas con sus deudas de estudiantes, su escasez de tiempo y el mal ambiente económico.  Lxs estudiantes universitarixs son una parte cada vez mayor de la población de trabajadoras sexuales en Inglaterra y Gales.

El rápido crecimiento del comercio sexual en las pasadas dos décadas está compuesto principalmente por personas de nuestra generación, incluyendo estudiantes de nuestras propias escuelas. Si este es tu caso: sal, Aspasia, sal. Juntos, podríamos hacer esto más seguro a los demás. Todas las personas implicadas en el comercio sexual se beneficiarían de una mayor comprensión y un menor estigma. Como sociedad, sólo podemos hacer frente a la violencia si estamos dispuestos a permitir que la realidad salga a la luz. La generación del milenio tiene la oportunidad de redefinir la manera como se percibe el trabajo sexual en el siglo veintiuno. Mientras hace furor entre bienintencionadas feministas y activistas antitrata el debate acerca de si la prostitución debería o no, idealmente, existir, yo no entraré aquí en el mismo. Se crea que la prostitución deberia eliminarse por completo o que a las trabajadorxs sexuales debería, por el contrario, dárseles derechos y protecciones laborales, no debemos empantanarnos en este momento en desacuerdos acerca de cómo pensamos que debería detenerse la violencia de género en el trabajo sexual.

Empecemos por tomarnos un momento para reconocer sencillamente que la violencia generalizada y estructural a través de la historia contra este silenciado grupo de personas es un asunto de derechos humanos. El trabajo forzado de todos los hombres y mujeres, desde los trabajadores del campo a los trabajadores de industrias clandestinas y esclavos sexuales, es injusto. Todos podemos estar de acuerdo en esto. Defender los derechos de las trabajadorxs sexuales no está reñido con luchar contra la trata; de hecho, según ha demostrado DMSC, el sindicato de trabajadoras sexuales de la India, con 60.000 mujeres afiliadas, las trabajadoras sexuales pueden ser los agentes más eficaces sobre el terreno en la lucha contra la trata sexual y la implicación de menores en la prostitución.

A la luz de los recientes acontecimientos que están aumentando la atención prestada a la violencia de género, desde las Naciones Unidas al One Billion Rising de Eve Ensler y a las manifestaciones del Día Internacional de las Mujeres, me gustaría ver a feministas y activistas de derechos humanos unidos en torno a unos pocos puntos con los que podemos estar todos de acuerdo:

Las mujeres todavía sufren de discriminación y desigualdad. Las que eligen el trabajo sexual son a menudo las que experimentan esta desigualdad más intensamente.

La desigualdad económica, la persistente diferencia salarial entre hombres y mujeres,  la diferencia por géneros en el acceso a la escolarización en muchas partes del mundo, el exorbitante coste de la formación y un sistema quebrado de deuda educacional, la todavía abrumadora responsabilidad femenina del cuidado de los hijos… estos son los temas en los que están trabajando las feministas.

Y estas son también las causas por las que las personas entran en el trabajo sexual, sea voluntaria o involuntariamente.

No las castiguemos más por las injustas condiciones que ellas no han creado.

El feminismo es para todas las mujeres, y los derechos humanos son para todas las personas. Nadie merece ser sometido a violencia.

Las personas que se dedican al comercio sexual hacen resaltar algunas de las más profundas contradicciones de la sociedad, las fracturas en los marcos de referencia que más apreciamos. Es una prueba importante de la fuerza y consistencia de nuestros marcos ideológicos: la prueba de si podemos o no hacerlos extensivos a los miembros más marginados de nuestra sociedad.

A la hora de unirse en la lucha contra la violencia de género, hagamos de 2013 el año en el que la violencia contra las trabajadoras sexuales llega por fin a la conciencia colectiva como un asunto de derechos humanos.

Kate Zen es feminista y activista de derechos humanos en primer lugar y, en segundo, antigua dominatrix y estudiante de ciencias sociales.

Incluir a todas las mujeres es una campaña para hacer visible la violencia contra las trabajadoras sexuales en el marco de la lucha contra la violencia de género dentro de la defensa de los derechos humanos de las Naciones Unidas.

IAwoman.org. “¿No soy yo una mujer?” está actualmente buscando activistas en los medios, investigadores y artistas para montar una campaña para incluir el tema de la  violencia contra las trabajadoras sexuales en la Comisión de la ONU sobre el Estado de las Mujeres que tendrá lugar en 2015.

La violencia contra las trabajadoras del sexo debe cesar. Justicia. Colectivo Hetaira

https://www.facebook.com/notes/colectivo-hetaira/la-violencia-contra-las-trabajadoras-del-sexo-debe-cesar-justicia-colectivo-heta/10152038908122802

18 de Julio de 2013 a la(s) 14:45

“Incluso aunque no consiga recuperar a mis hijos, me aseguraré de que no le vuelva a ocurrir lo mismo a ninguna otra trabajadora sexual”  (Jasmine,Rose Alliance)

 

LA VIOLENCIA CONTRA LAS TRABAJADORAS DEL SEXO DEBE CESAR

 

Turquía y Suecia fueron escenario la semana pasada de los asesinatos de dos trabajadoras sexuales; en junio también vivimos en España las muertes de Ada Ortuya y Jenny Sofía Rebollo; solo en Italia tres trabajadoras sexuales fueron asesinadas desde comienzos de año. En Francia, Kassandra fue asesinada y Karima se suicidó. En Turquía, los ataques transfóbicos son constantes: Dora, trabajadora sexual trans, fue asesinada esta semana; Ela, otra trabajadora sexual trans de Turquía fue disparada.

 

Por esto, desde Hetaira queremos denunciar la estigmatización institucional extrema del Estado sueco hacia Jasmine, que le retiró la custodia de sus hijos para concedérsela a un ex-marido de quien recibía maltrato y que finalmente la asesinó. Un sistema que obliga a las mujeres que ejercen la prostitución a trabajar en la clandestinidad y en mayor grado de desprotección. Los servicios sociales del Estado sueco se negaron a escuchar a Jasmine. ¿Por qué escuchar a una trabajadora del sexo que no sabe lo que es bueno para ella? Los Estados europeos deben comprometerse a que este tipo de situaciones no se vuelvan a repetir. Mientras las instituciones y los Gobiernos sigan estigmatizando y negando a lasprostitutas sus plenos derechos como ciudadanas, habrá individuos que se sientan legitimados para cometer todo tipo de agresiones contra ellas, incluso el asesinato.

 

El Estado español no se queda atrás, ya que invisibiliza a las mujeres que ejercen la prostitución por decisión propia y en muchas ciudades se las criminaliza mediante ordenanzas. Según el portal feminista Feminicidio.net, en el Estado español fueron asesinadas al menos 20 mujeres que ejercían la prostitución entre los años 2010-2012 (14 perdieron la vida mientras ejercían la prostitución y 2 a manos de sus parejas sentimentales). Sólo 1de estos asesinatos fue contabilizado como violencia de género en las cifras oficiales del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

 

Una vez más queremos decir NO a cualquier tipo de violencia contra las trabajadoras del sexo y, por ello, el viernes 19 de julio, tendrán lugar protestas en muchos países de Europa. Desde Hetaira nos solidarizamos con estas protestas y las apoyamos.

 

Colectivo Hetaira. (18/07/2013)

 

Hetaira forma parte de ICRSE, Comité Internacional para los Derechos de lxs Trabajadorxs Sexuales en Europa, que realiza un llamamiento a todas sus organizaciones y personas integrantes,trabajadorxs sexuales y aliadxs, a realizar actos simbólicos de protesta por los recientes asesinatos de Jasmine (Suecia) y Dora (Turquía), la agresión contra Ela (Turquía) y contra todxs lxs trabajadorxs del sexo en Europa y en todo el mundo.

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El maldito Estado le dio a él el poder: asesinato de una trabajadora sexual sueca

 por  CATY SIMON, 16 de julio de 2013

http://titsandsass.com/the-bloody-state-gave-him-the-power-a-swedish-sex-workers-murder/

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Petite Jasmine (Foto via su página de Facebook, cortesía de Rose Alliance)

El viernes pasado, la organización de defensa de los derechos de lxs trabajadorxs sexuales Rose Alliance lanzó el siguiente comunicado en Facebook: 

Nuestra compañera y miembro de la directiva, fiera activista y amiga, Petite Jasmine, fue brutalmente asesinada ayer (11 de julio de 2013). Hace varios años, perdió las custodia de sus hijos al considerarse que no reunía las condiciones para ser una buena madre por ser trabajadora sexual. La custodia de los hijos fue adjudicada a su padre, a pesar de que había cometido abusos contra Jasmine. A ella le dijeron que no sabía lo que era bueno para ella misma y que estaba “romantizando” la prostitución, que no tenía comprensión de las cosas y no se daba cuenta de que el trabajo sexual era una forma de autolesionarse. Él la amenazó y la acosó en numerosas ocasiones, sin que nunca se le ofreciera a ella ningún tipo de protección. Ella combatió contra el sistema  a lo largo de cuatro procesos judiciales y por fin había comenzado a volver a ver a sus hijos. Ayer, el padre de sus hijos la mató. Ella siempre dijo: “Incluso aunque no consiga recuperar a mis hijos, me aseguraré de que no le vuelva a ocurrir lo mismo a ninguna otra trabajadora sexual”. Nosotras continuaremos con su lucha. ¡Justicia para Jasmine! 

La coordinadora de Rose Alliance, Pye Jakobsson, ha tenido la amabilidad de responder a Tits and Sass algunas preguntas acerca de la lucha de Jasmine con el Estado y su asesinato.

Caty Simon: Para empezar, ¿puedes decirnos algo acerca de cómo conociste a Jasmine Petite y qué trabajo hacía para Rose Alliance?

Pye Jakobsson: Jasmine contactó conmigo hace unos tres años, inmediatamente después de que el consejo local se hiciera cargo de la custodia de sus chicos. Buscaba ayuda y le habían aconsejado que contactara con nosotras. Su activismo se centraba sobre todo en su propia situación y otras como la suya, además de un montón de cosas acerca del Modelo Sueco.

Caty: El Modelo Sueco penaliza a los clientes de las trabajadoras sexuales en Suecia. ¿Cómo afecta eso a las trabajadoras sexuales de allí?

Pye: El principal resultado general es el aumento del estigma. Los resultados prácticos tienen que ver con la persecución de los clientes por parte de la policía. Las trabajadoras sexuales de calle han perdido el valioso tiempo de valoración que necesitan antes de montarse en el coche de un cliente [porque los clientes están demasiado nerviosos por la posibilidad de ser detenidos para detenerse y hablar.—ed.]   Además, los clientes tienen mayor control y pueden decir, “No vayamos a tal lugar, yo sé de uno mejor que la policía no conoce”. La policía busca también a las trabajadoras de pisos, intentando pillar a sus clientes. Esto significa que de lo que se trata ahora es de hacer que los clientes se sientan lo suficientemente seguros para venir a vernos, en lugar de preocuparnos de nuestra propia seguridad. Además, las leyes contra el proxenetismo nos obligan a trabajar solas. También es ilegal alquilarnos locales. Muchas trabajan en su casa, y si el casero se entera está obligado a echarte. De forma que quieren salvarnos, pero nos castigan hasta que deseemos ser salvadas. Y si decimos que queremos ser “salvadas”, todo lo que ofrecen es terapia [en lugar de alternativas económicas—ed.]

Caty: ¿Puedes decirnos algo más de la batalla de Jasmine por la custodia de sus hijos? En la declaración de Rose Alliance en Facebook escribís que la habían dicho que estaba enferma por no admitir que su trabajo era una forma de autolesionarse y que dieron la custodia de los chicos a su ex por ser ella trabajadora sexual, a pesar de que había denunciado que él abusaba de ella.

Pye: Ella tenía hijos con el mismo hombre que abusaba de ella, sobre todo de forma verbal, aunque había sido sentenciado por violencia física hacía doce años. Ya se habían separado cuando nació el segundo hijo (los niños tienen ahora uno cuatro y otro cinco años). Así que habían compartido la custodia del mayor y luego ella tuvo en exclusiva la custodia del menor. Ella hacía trabajo sexual para poder estar en casa con sus hijos, pero sólo unos meses después de empezar a trabajar, un familiar suyo llamó a los servicios sociales para hacerles saber que estaba vendiendo sexo. El familiar llamó también al padre de los chicos, que llamó también a los servicios sociales, diciendo que llevaba clientes a casa, etc. La verdad es que sólo trabajó en Estocolmo, a una hora de la ciudad en la que vivía.

Los servicios sociales hicieron una recuperación de emergencia de los chicos, arrancándoselos de los brazos unas pocas horas después de la llamada telefónica, y después comenzaron una investigación. Se los entregaron al padre de inmediato. Durante la investigación de sus habilidades como progenitora, le dijeron que le faltaba comprensión del daño que causaba su trabajo sexual, etc., etc. Para que una investigación tal sea válida tiene que ser finalizada, y después puede ser recurrida. Nunca se finalizó, porque el padre solicitó la custodia durante el curso de la investigación. Hubo cuatro juicios para decidir la custodia, de los que los tres primeros fueron en gran parte una repetición uno de otro. Jasmine nunca fue considerada como madre no apta. Consiguió la custodia compartida, pero su ex se negó a dejarla ver a sus hijos. En el tercer juicio el juez le dio a ella la custodia compartida, pero señaló que era un problema que ella no se diera cuenta de que el trabajo sexual es “una forma de autolesión”.

Caty: O sea, que el juez la acusó básicamente de “falsa conciencia”, la forma como las feministas radicales invalidan continuamente las experiencias de las trabajadoras sexuales.

 

Pye: Sí. En cualquier caso, esto ocurrió hace dos años, y se suponía que ella comenzaría a ver a sus hijos poco a poco, cada dos semanas. Al comienzo, había una persona de contacto para supervisar. Sólo los vio unas pocas veces. Después, el padre se quejó de la persona de contacto. Y eso fue lo que siguió haciendo. Amenazó y escupió en la cara a un trabajador social y agarró a otro por el cuello y siguió negándose a dejarla ver a los niños. En una situación normal, si un padre no coopera de forma persistente con el acuerdo de custodia, el otro padre consigue la custodia plena.

El cuarto juicio fue en febrero. De nuevo fue considerada una buena progenitora, pero el tribunal decidió que ella había perdido el contacto con los niños y le concedió a él la plena custodia.Tras este juicio, la única opción que quedaba era el recurso al tribunal supremo. El juzgado de apelación, Hovrätten, sólo admite casos que podrían cambiar la ley, que podrían cambiar la práctica legal, y raramente admite casos de custodia. Pero la dieron cita para un juicio este otoño.Durante los dos últimos años, los servicios sociales se dieron cuenta de su error y trataron de enmendarlo, así que también ayudaron. Lo que permitió que tuviera reuniones con sus hijos. Era su idea que en la primera reunión estuviera presente un profesional para ayudarla a reconectar con ellos, ya que en aquel momento hacía un año y medio que no les veía. Primero tuvo algunas reuniones con su hija, y el martes pasado había tenido la primera con su hijo. En la reunión con su hijo él la mató y apuñaló al trabajador social que estaba presente. Se juntaron en el autobús que les llevaba a la reunión, y allí comenzó la lucha. Se suponía que los servicios sociales la llevarían a ella para evitar que estuvieran juntos en el mismo autobús, pero fallaron ese día.

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Petite Jasmine (foto via su página de Facebook, cortesía de Rose Alliance)

Caty: Durante todo este tiempo, a pesar de que Jasmine había informado de que su ex abusaba de ella y a pesar de que éste había asaltado físicamente a un trabajador del caso ¿nunca fue el ex sancionado por su violencia?

Pye: La policía dice que no había amenaza previa contra ella. Sin embargo, él fue condenado por algunas de sus conductas. Ella informó a los servicios sociales (no a la policía, y sabemos por qué) de lo que le estaba ocurriendo (acoso y amenazas). Es la razón por la que en el último juicio los servicios sociales testificaron a favor de ella. Es una locura. Si ella no hubiera sido trabajadora sexual de ninguna forma habría podido él seguir adelante con todo lo que hizo, y además conseguir la custodia exclusiva.

Y el trabajo sexual estuvo presente en los juicios también. En su blog, ella contestó a la pregunta estándar (¿querrías que tu hija fuera trabajadora sexual?) escribiendo lo siguiente: “Mis hijos pueden ser de mayores lo que gusten y yo les apoyaré a rajatabla. Si eligen el trabajo sexual, les advertiré del estigma…” Etc. Esto fue luego usado ante el tribunal para decir “Está animando a sus hijos a convertirse en trabajadores sexuales”.

Caty: Así que Jasmine no informó a la policía de las amenazas y acoso de su ex a causa de la actitud putofóbica de ésta, aunque eventualmente los servicios sociales se convirtieron en sus aliados.

Pye:  Los servicios sociales se convirtieron en aliados sólo al final. Fueron horribles durante años y fueron los que empezaron esta mierda. Sólo se convirtieron en aliados después de que se dieran cuenta de lo incorrectamente que se habían portado. Además, ella presentó una queja contra ellos ante el Consejo de Salud y Bienestar, lo que también influyó en su conducta. Y debo enfatizar que los servicios sociales son MUCHO peores que la policía en Suecia. Realmente no confiamos en ellos. El Estado de servicio social es un Estado que funciona “salvando” trabajadoras sexuales.

Caty: Para resumir, ¿cómo piensas que el modelo sueco y las actitudes que genera en el gobierno sueco hacia las trabajadoras sexuales contribuyeron a su asesinato?

Pye: Estoy SEGURA de que el estigma y el prejuicio adicionales fabricados por el modelo sueco jugaron un papel principal en toda esta historia. Él la mató, pero el maldito Estado le dio a él el poder para pensar que podría hacerlo.

Caty: Para empezar, él nunca habría tenido la custodia de sus hijos de no haber sido ella trabajadora sexual.

Pye: En efecto. El Estado le quitó a ella sus hijos y se los dio a su asesino. Este es el resumen de todo.

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Una protesta contra la violencia transfóbica y homofóbica en Kusadasi, Turquía, este viernes, en memoria de Dora Oezer, una trabajadora sexual trans de 24 años asesinada a comienzos de la semana pasada. (Foto por AP Photo/Vadim Ghirda) 

Caty: Lo que yo entiendo es que el modelo sueco anima al Estado a ver a las trabajadoras sexuales como víctimas, y cualquier trabajadora sexual que no se perciba a sí misma de esa manera es porque debe estar ofuscada. Así, que el Estado vio a Jasmine como psicológicamente enferma porque ésta no estuvo de acuerdo con el punto de vista de aquél acerca de su trabajo —y, en consecuencia, decidieron que no era una madre apta. ¿Es correcto este análisis?

Pye: Tú lo has dicho. Ellos nos llaman, básicamente, inestables mentales, desde el momento en que el trabajo sexual se reconoce como una forma de autolesión.

Caty: ¿Qué les pasará ahora a los niños de Jasmine? ¿Ha sido detenido el padre y acudirá a su juicio Rose Alliance?

Pye: Los niños están en el sistema de protección de menores. La madre de Jasmine está pidiendo su custodia, pero nunca se sabe. El padre fue detenido y nosotras asistiremos al juicio si podemos, pero dudo que nos lo permitan. Normalmente hacen estas mierdas a puerta cerrada.

Caty: Muchas gracias por dedicarnos este tiempo en unos días en los que tienes que estar horriblemente ocupada y apenada. Sólo una última pregunta: ¿qué pueden hacer lxs trabajadorxs sexuales en todo el mundo para honrar la memoria de Jasmine?

Pye: Yo pienso que lxs trabajadorxs sexuales de todo el mundo están haciendo ya lo que hay que hacer. En Europa, hubo manifestaciones en muchas ciudades esta semana. También hemos perdido una trabajadora sexual turca el martes. Creo que el caso de Jasmine dice mucho. Un loco que mate al azar es difícil que haga algo parecido (aparte de cosas a largo plazo). Pero el caso de Jasmine tiene poco que ver con un lunático y mucho que ver con la discriminación y el estigma estructurales, y todas nosotras podemos hablar de esto ya que todas y cada una de nosotras lo ha sufrido.

 

Dora Oezer, una mujer trans trabajadora sexual de 24 años, fue asesinada el martes. El viernes hubo en su ciudad una protesta de más de cien personas contra la violencia transfóbica. El Comité Internacional por los Derechos de lxs Trabajadorxs Sexuales en Europa esta llamando a todas las organizaciones de derechos de lxs trabajadorxs sociales que lo integran a planificar protestas para pedir justicia para Jasmine y para Dora el día 19 a las 3 de la tarde. Una acción particularmente grande está siendo organizada en Londres.

 

Justicia para Jasmine

Nosotros no planeamos las cosas, no en un sentido editorial, sino que ambos escribimos sobre lo que nos llama la atención o hace que ardan los fuegos de la rabia. De forma que no es sino una extraña coincidencia que nuestros primeros posts traten de escuchar a las víctimas.

Una de las cosas bellas de Twitter es que encuentras a gente a la que nunca habrías conocido en ninguna otra circunstancia;  @jasminepetite fue una de tales personas. Una trabajadora sexual sueca que luchó hasta el último aliento de su cuerpo contra las leyes que penalizaban su trabajo y contra el estigma que negaba la palabra a las trabajadoras sexuales.  Ella había sufrido mucho por ese estigma; víctima de la violencia doméstica, no sólo no había sido creída,  sino que le habían dicho a la cara que su auténtico problema era ser trabajadora sexual. Ahora está muerta,  yacente en una morgue en alguna parte, asesinada por la pareja a la que denunció, la pareja a la que se le dio la custodia de sus hijos, porque las trabajadoras sexuales no pueden comprender sus propias vidas, no pueden ser agentes activas, no pueden elegir el trabajo sexual en la putofóbica Suecia.

Declaración de Rose Alliance sobre la muerte de Jasmine:

Nuestra compañera y miembro de la directiva, fiera activista y amiga, Petite Jasmine, fue brutalmente asesinada ayer (11 de julio de 2013). Hace varios años, perdió las custodia de sus hijos al considerarse que no reunía las condiciones para ser una buena madre por ser trabajadora sexual. La custodia de los hijos fue adjudicada a su padre, a pesar de que había cometido abusos contra Jasmine. A ella le dijeron que no sabía lo que era bueno para ella misma y que estaba «romantizando» la prostitución, que no tenía comprensión de las cosas y no se daba cuenta de que el trabajo sexual era una forma de autolesionarse. Él la amenazó y la acosó en numerosas ocasiones, sin que nunca se le ofreciera a ella ningún tipo de protección. Ella combatió contra el sistema  a lo largo de cuatro procesos judiciales y por fin había comenzado a volver a ver a sus hijos. Ayer, el padre de sus hijos la mató. Ella siempre dijo: «Incluso aunque no consiga recuperar a mis hijos, me aseguraré de que no le vuelva a ocurrir lo mismo a ninguna otra trabajadora sexual». Nosotras continuaremos con su lucha. ¡Justicia para Jasmine!

Tenemos que escuchar a las víctimas, incluso a aquéllas que puede que no nos gusten. Suecia no sólo rehusó escuchar, sino que decidió cuál era la verdad de aquella historia. Decidió que puesto que el trabajo sexual es una elección laboral que desaprueban moralmente tiene que ser autonocivo; que una trabajadora sexual que no se convierte a la línea anti está engañada; me pregunto si el término falsa conciencia se sacó también a relucir.

Y aquí es donde las lágrimas se vuelven rabia, porque desde luego Jasmine podría haber sido escuchada también, podría haber tenido la custodia de sus hijos, podría haber estado volando a conferencias internacionales y haber hecho programas de televisión, en lugar de ser preparada para el entierro: todo lo que habría tenido que hacer habría sido mentir. Hay toda una industria montada alrededor de las supervivientes,  las que son la clase de víctimas que quiere la gente, las que se tragan el sapo de decir que no eligieron realmente el trabajo sexual y cuentan unas pocas historias de malos clientes y rezan con el fervor de un converso ante el altar del fin de la demanda y reciben todo el apoyo que quieren, en sus términos.

Aquellxs opuestxs al trabajo sexual han contruído una narrativa que sólo permite a las trabajadoras sexuales recitar como un loro la teoría, ser buenas muñequitas que acatan la línea del partido como acusados en una farsa judicial rusa en la época de Stalin, y ver después cómo se les abren de par en par las puertas de los centros de acogida a víctimas de abuso y de violencia doméstica y de los centros de  conferencias. Atrévete a decir que no, que soy libre de elegir y he elegido el trabajo sexual, pero que esa cosa mala me ocurrió porque las cosas malas le pueden ocurrir a cualquiera, y te dirán que estás “romantizando el trabajo sexual”.

Son las feministas radicales las que dicen que todos los hombres son violadores en potencia, es el feminismo en su conjunto el que dice que una mujer no invita al abuso por su vestido o su conducta, excepto, al parecer, cuando elige el trabajo sexual; en este caso es sencillamente una persona sin rostro, sin mente, una cifra cuya propia historia no merece ser escuchada. Escuchar a las víctimas significa echar a un lado tus creencias y prejuicios acerca de quién puede ser una víctima y cómo debería comportarse una víctima, no pedirlas que se adapten a tu marco de aceptabilidad.

Una mujer, Eve Marie, yace muerta hoy porque Suecia es un país feminista. Sí, su ex fue quien asestó el golpe fatal, pero la mano que le guió fue el Estado sueco, un Estado que quiere hacer el trabajo sexual tan insoportable que ninguna mujer “en sus cabales” lo elija. Un Estado que no ve a una víctima de la violencia doméstica, sino a una sucia puta que puede ser ignorada, un Estado que prefiere a las trabajadoras sexuales muertas antes que vivas y luchadoras. Un Estado que ve la muerte de una mujer como un precio que vale la pena pagar.

Las últimas palabras van para esa mujer, esa madre, esa trabajadora sexual que se negó a ser una víctima, que se negó a rendirse y en cuyo nombre la lucha continuará. En su blog, Jasmine escribió a propósito de ver a sus hijos:

Tras un año y tres meses, la veo finalmente delante de mi. El sentimiento me llena cuando corre  a mis brazos y me abraza, cuando huelo su pelo que enseguida se humedece con mis lágrimas, cuando paso mis dedos por su naricita y su mentón, acaricio su manita y abrazo con fuerza su cuerpecito y la beso en la frente once mil veces. Para terminar mirándola a los ojos y decirle diecisiete mil veces cómo la he echado de menos y cuánto la quiero. Y nunca quiero dejarla ir otra vez, pero no me queda más remedio. Creada por mi cuerpo cuando hemos sido una, somos por siempre parte la una de la otra. El amor por mis hijos es indescriptible. (Y el sistema judicial dijo que custodia compartida y a igualdad de tiempo; ¿dónde estabas tú cuando todo esto estaba pasando?)

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