«Prostitución en tiempos de Covid. Feminismos, prostitución, estigma y pandemia»

Abrir Brecha y Anticapitalistas Galiza presentamos un imprescindible ciclo de charlas titulado «Prostitución en tiempos de Covid. Feminismos, Prostitución, Estigma y Pandemia», que dará voz a las mujeres que conforman el gran revulsivo que supone para el movimiento el «Feminismo Puta».

Como resultado de las medidas tomadas desde algunas CCAA, (y animadas, sin consenso previo, por el gobierno central), y de la Ley de libertades sexuales, que penaliza el entorno de las trabajadoras; la causa del desamparo institucional que sí las deja atrás, entendemos que es más importante que nunca socializar y poner el foco en la defensa de sus derechos.

En la primera de las dos jornadas que a este complejo debate dedicaremos, la compañera Sara Outeiral Cameán presentará y moderará la intervención de Saisei, Trabajadora sexual y activista, que nos hablará sobre ‘Trabajo sexual y migración’; más tarde, Sofia Perez Riesco dará paso a Miel Guernica, Trabajadora sexual y Feminista, que nos presentará su ponencia, ‘Desputismo ilustrado: Arquitectura jurídica que ni atiende ni protege’.

Alternativas feministas reales, no hegemónicas y enriquecedoras.

 

 

 


 

 

Fuego amigo contra la ministra de Podemos, feministas estallan por “haber dejado tiradas en la calle a las prostitutas”

noviembre 13, 2020

admin

https://noticiasderonda.com.es/fuego-amigo-contra-la-ministra-de-podemos-feministas-estallan-por-haber-dejado-tiradas-en-la-calle-a-las-prostitutas

 

Irene Montero acaba de encontrar un inesperado enemigo. Colectivos feministas se han organizado para poner el grito en el cielo por la gestión de la ministra en el tema de la prostitución. Critican que, en contra de lo que prometía, se está olvidando de las mujeres que ejercen esta actividad y está optando por enfoques punitivistas que ella misma rechazaba. Lamentan que durante el estado de alarma la única medida que tomó fue el cierre de los clubs de alterne que, en muchas ocasiones son el único techo con el que cuentan estas personas.

El grupo Abrir Brecha, muy vinculado a la órbita de Unidas Podemos y en particular de los Anticapitalista que lideran Teresa Rodríguez y Miguel Urbán, han celebrado esta semana un evento titulado «Prostitución en tiempos de Covid. Feminismos, prostitución, estigma y pandemia».

En dicho encuentro telemático, la moderadora, la activista Sara Outeira denunció que el cierre de los clubs ha denunciado «las implicaciones directas que tiene en el cierre de los 1.600 clubs que existen en todo el Estado». «Son unas 60.000 mujeres, muchas de ellas sin alternativas económicas, muchas de ellas con hijos e hijas y otros familiares a su cargo. Todas ellas sufren un desamparo institucional que las deja atrás», lamenta.

«Desamparo institucional»

Por su parte, una prostituta llamada Saisei, nacida en Barcelona y con estudios superiores, ha alzado la voz también para denunciar esta situación. Considera que ella es una privilegiada pero que muchas otras lo tienen más difícil. Expone que lleva seis años como «trabajadora sexual» y acepta que su perfil es minoritario. Muchas prostitutas son mujeres inmigrantes que por su situación irregular no pueden permitirse dar la cara.

«Tras un proceso de migración que fue muy duro, muy difícil, no encuentran la ayuda de las instituciones para poder conseguir un trabajo formal. Con todo este panorama, ¿qué es lo que decidió la señora Irene Montero? Pues cerrar todos los clubs, que en muchas ocasiones son la única vivienda posible de estas personas que no pueden acceder a una propiedad por su situación legal», ha relatado.

Saisei comenta que estas mujeres «no tienen una red aquí» que les de ayuda. «Durante el confinamiento muchos clubs cerraron por la orden de Irene Montero a las comunidades autónomas. Entonces estas mujeres se quedaron en la calle, otras encerradas, algunas sin comida, sin luz y sin agua. En las noticias vimos a mujeres bebiendo agua de un pozo de agua estancada, totalmente insalubre», agrega. En este sentido, denuncia que «la señora Irene Montero era completamente conocedora de que esto iba a pasar pero no se le ocurrió otra cosa».

Irene Montero en la sala de prensa del Palacio de La Moncloa. (Foto: Moncloa)

Por otra parte, lamenta que el Ministerio de Igualdad está trabajando en una Ley que perjudicará sobremanera a estas mujeres. «Va a sacar una ley llamada de libertades sexuales, que tendríamos que discutir mucho ese término, que lo que va a conseguir es que se persiga a estas mujeres», lamenta esta prostituta.

«Persecución»

Considera que Irene Montero pondrá trabas a «las personas que nos alquilan un hogar donde hacer nuestro trabajo porque van a ser perseguidos por considerarles proxenetas».»Ya lo tenemos difícil para tener una vida digna, todo el colectivo en general, por no ser reconocidas como trabajadoras, más si somos migrantes, y ahora llega esto», apunta.

«¿Qué va a conllevar todo esto? ¿Va a conllevar que el Ministerio de Igualdad estará vigilando a todos los propietarios de todas las inmobiliarias para que no alquilen un piso a una trabajadora sexual?, ¿el Ministerio de Igualdad va a estar vigilando todos los hombres para que no consuman servicios sexuales?», se pregunta esta prostituta con escepticismo.

A continuación, lamenta que cree que «la Policía va a estar vigilando a las trabajadoras sexuales». En esta línea, dice que a las mujeres inmigrantes sin papeles será especialmente dura esta persecución. «A mí como trabajadora sexual blanca ya me parece muy molesto y me enfada bastante. Pero será aún peor para trabajadoras extracomunitarias en situación irregular. Más que molesto les será terrorírico», valora Saisei. «Esa vigilancia puede conllevar muchas repercusiones, que te quiten a tus hijos, que tu entorno te descubra y te ataque. En ningún momento el punitivismo y la vigilancia policial van a resolver este tema», concluye.

 

Saisei-chan: “Ser recoñecidas como traballadoras cambiaría a situación sobre todo das miñas compañeiras máis vulneradas”

 

Falamos con Saise-Chan, feminista e prostituta, sobre a cancelación das xornadas sobre traballo sexual na Universidade da Coruña

 

Por Ana Viqueira

19 Setembro, 2019

Saisei-chan: “Ser recoñecidas como traballadoras cambiaría a situación sobre todo das miñas compañeiras máis vulneradas”

 

Saisei-chan é feminista, traballadora sexual e activista que participará das xornadas sobre traballo sexual que se celebrarán o día 19 e 20 deste mes na cidade da Coruña. As charlas, finalmente, non terán lugar na Universidade da Coruña (UDC) como se tiña programado xa que o reitorado decidíu cancelalas ante a ondada de críticas.

 

 

 

Por que era importante a celebración das xornadas sobre traballo sexual na UDC?

As traballadoras sexuais fomos e somos obxecto de estudo en diversas disciplinas académicas: antropoloxía, socioloxía, psicoloxía clínica, criminología… Pero poucas veces se nos toma en consideración como suxeitas, autoras do discurso que nos concierne. A sociedade considera que non estamos capacitadas para falar da nosa propia realidade: cren que, “se non nos damos conta de que somos vítimas” é porque a nosa conciencia debe de estar afectada dalgún modo, ou ben padecemos unha psicopatoloxía que nos impide ver a realidade ou ben carecemos de información ou ben somos unhas alienadas sen conciencia de clase nin solidariedade co feminismo e por iso non nos damos conta de como afecta a nosa decisión ao resto de mulleres.

“A nosa voz sempre está deslexitimada”

A nosa voz sempre está deslexitimada. O abolicionismo aproveitou este status quo, así como a culpa e a vergoña inherentes ao estigma que desembocaron no silencio das putas. Por iso ocupou o lugar de fala sobre prostitución. E por este motivo, ser os suxeitos do discurso sobre prostitución e facelo nunha universidade era un paso na dirección oposta: a que nos humaniza, a que nos lexitima, a que nos considera capaces de falar sobre nosa propia realidade.

Con todo, hai outras razóns, máis aló do simbólico, relacionadas co momento político que estamos a vivir. Trátase dun momento no que o debate sobre prostitución está en boga, pero nas institucións predomina a voz abolicionista. Non deixamos de ver xornadas que mesturan o traballo sexual coa trata e o tráfico de persoas ou coa violación ou a violencia de xénero. Son discursos que, ao tratar o tema dunha forma tan groseira, xeran moito sensacionalismo, pero poucas solucións prácticas. Así mesmo, están a influír na opinión pública, nun sentido que vai prexudicar a todo o colectivo de traballadoras sexuais, que é moito máis amplo que as poucas que estamos visibilizadas e facendo activismo. Por iso é importante que a opinión pública coñeza a nosa voz e as consecuencias de apoiar o abolicionismo.

“Se nunha institución que debería velar polo pensamento non se trata de protexer a pluralidade, unha xa imaxina o futuro que se presenta na academia”

Cando falo de momento político tamén me refiro ao auxe da extrema dereita e á tendencia que ten o fascismo de unificar os discursos, suprimir o distinto e a disidencia… Se nunha institución que debería velar polo pensamento non se trata de protexer a pluralidade, unha xa imaxina o futuro que se presenta na academia. Pero, que podemos esperar, cando a mesma Luisa Pousada Kubissa cuestiona a nosa presenza nun acto sobre prostitución –a presenza das persoas que a experimentamos a diario-, na facultade de socioloxía e chama a isto “unha suposta “ cientificidad” ”? Se se cuestiona a metodoloxía cualitativa en socioloxía chamándoa “supostamente científica” e prefírese que prime un discurso rexido pola ideoloxía, por mal camiño vai a academia, sumida aos intereses políticos.

“Que as miñas compañeiras non sexan recoñecidas como traballadoras non significa que non deban cumprir coa obrigacións que lles impón o empresariado”

Defendedes a adquisición de dereitos laborais e recoñecemento como clase obreira. Por que? De que serviría para mellorar a situación?

Ser recoñecidas como traballadoras cambiaría a situación sobre todo das miñas compañeiras máis vulneradas. Para empezar, as mulleres que traballan para terceiros terían dereitos. Hoxe en día, dado que se considera ilegal percibir parte dun servizo de prostitución, as mulleres que traballan para terceiros non son recoñecidas como traballadoras. Isto non quere dicir que esa porcentaxe non se perciba: ou ben llo levan directamente ou ben indirectamente, mediante o aluguer da habitación, as sabas, as toallas, os preservativos, etcétera.

Con todo, que as miñas compañeiras non sexan recoñecidas como traballadoras non significa que non deban cumprir coa obrigacións que lles impón o empresariado. Obrigacións que serían impensables se houbese un contrato de traballo polo medio: prácticas que atentan contra a saúde, horarios maratonianos, obrigación de atender un cliente que a traballadora rexeita… Se lemos a lexislación de Nova Zelandia, vemos que isto está contemplado.

Así mesmo, se as nosas compañeiras da rúa pasan a ser consideradas traballadoras, sairán dese ar de delincuencia no que as enmarcan diferentes ordenanzas municipais deste Estado, polas cales reciben multas cuantiosas. Multas que –non o esquezamos- forzarán a estas mulleres para traballar máis para poderlles facer fronte. Así, coa escusa teórica de estar en contra da prostitución, está a incrementarse. Se todo o colectivo fose recoñecido como un colectivo de traballadoras –e fixésese cunha lexislación como a de Nova Zelandia e non a de Alemaña-, as nosas compañeiras non estarían tan asfixiadas.

Por último, ser recoñecidas como traballadoras cambiaría a nosa condición a nivel simbólico; é dicir, reduciría o estigma. Achegaríanos a un status de lexitimidade que nos libraría de moitas situacións de opresión, como cando a algunhas compañeiras quitáronlles a custodia das súas hijxs. Afastaríanos desa condición contraditoria e absurda de vítimas-delincuentes na que nos pon a sociedade actualmente e achegaríanos á condición de cidadás con dereitos.

Este é un tema que vén de vello no feminismo e moitas académicas levan investigado e debatido sobre ou tema. Adoitades ser convidadas aos debates?

Non, case nunca se nos convida aos debates. Algunhas veces convidáronnos á televisión, e a parte abolicionista adoita ser bastante violenta, aproveitando o amarelismo do que gosta o medio de comunicación. Lembro algunha aparición de Conxa Borrell, na que a chegaron a chamarlle “parva”. Foi Elisa Beni. E esta é só unha anécdota de tantas como temos que vivir nos cara a cara. Pero que se pode esperar de quen nos acusa de proxenetismo sen ter probas? Tamén temos o caso de abolicionistas que chegan, soltan o seu discurso e despois non teñen tempo de quedar a debater, como Beatriz Gimeno.

“Nin se molestan en informarse do que demandamos. Séguennos chamando regulacionistas”

Eu creo que as que aínda aceptan o debate son aquelas que só leron os argumentos do seu bando e que, como sosteñen un prexuízo forte contra nós –de que somos proxenetas, antifeministas, alienadas, etc- nin sequera se molestan en informarse do que demandamos. Por iso, por exemplo, séguennos chamando “ regulacionistas”. Adoitan suceder dúas cousas coas persoas que se informan sobre as nosas demandas reais: ou ben se dan conta de que o que demandamos non é tan disparatado e apóiannos, ou ben se dan conta de que non é tan fácil rebaternos. Non é casualidade que as académicas –que están máis que informadas sobre o que realmente propón a postura prol-dereitos- fuxan do debate. Saben que non teñen argumentos.

“As putas cada vez estamos a gañar máis escoita social”

Organizáronse unhas xornadas nas que iades ter voz e expresar ou voso plantexamento, pero choveron as presións e mesmo ameazas. Por que credes que se xerou esta violencia para pedir a súa cancelación?

As putas cada vez estamos a gañar máis escoita social. Temos unha ferramenta que antes non se tiña: as redes sociais. Son un altofalante polo que transmitir non só a nosa experiencia, senón tamén lecturas, informes, noticias, reflexións… Ademais, cada vez somos máis traballadorxs do sexo xs que nos atrevemos a facer activismo, dando lugar a un grupo heteroxéneo. Todo isto estanos facendo gañar moita credibilidade. A xente vai desmentindo mitos, como que estamos obrigadas a prostituírnos.

E claro, a quen ocupou o lugar de enunciación sobre prostitución todo isto dálles moito medo, porque ven perigar ese lugar e os beneficios que lles deu. Desde o lugar de expertas ata traballos ou remuneración. Por iso tentan, custe o que custe, conservar ese lugar e que non sexa ocupado por quen o merezo lexitimamente: as que vivimos a prostitución en primeira persoa, reflexionamos sobre ela, formámonos e esforzámonos por ter unha opinión ben fundamentada. Por iso nos arrebataron un lugar que nos dá lexitimidade social e autoridade como suxeitos de enunciación: o espazo universitario.

“Responsabilizar ás prostitutas dos abusos (de que fomentamos a cultura da violación) é moi cómodo, impide ver como fracasou o feminismo como movemento”

Creo que hai outro motivo, é innegable que os abusos proseguen e que cada vez son máis visibles, sobre todo desde o caso da manda. Responsabilizar ás prostitutas dos abusos (de que fomentamos a cultura da violación) é moi cómodo. Impide ver como fracasou o feminismo como movemento e a responsabilidade que poidan ter estas señoras con poder. Por tanto, xa lles vén ben a elas tacharnos de responsables para non recoñecer o seu parte de responsabilidade.

“Esta maneira despreciativa de falar de mulleres con menos privilexios que os teus fai que moitas mulleres se afasten do feminismo, por medo a ser xulgadas ou revictimizadas”

Se queren un consello, diríalles que deixen de xerarquizar ás mulleres. Que deixen de ter esa actitude de arrogancia e superioridade coas que foron abusadas ou vivimos situacións que a elas lles parecen abusos. E non esaxero nin invento nada: Teresa Lozano, de Towanda Rebels di, nun vídeo no que fala de Teoría King Kong (de Despentes), que os homes saben que poden abusar das mulleres que foron violadas. Esta maneira despreciativa de falar de mulleres con menos privilexios que os teus fai que moitas mulleres se afasten do feminismo, por medo a ser xulgadas ou revictimizadas. Se non cambiamos isto, o feminismo está destinado a fracasar. Pero, para cambialo, teriamos que acabar cos lugares de poder. E estas señoras viven deles. É a pescadaque se morde a cola e que, ao mesmo tempo, necesita dun chibo expiatorio: as putas

Que consecuencias sociais ten a cancelación dás xornadas dá UDC?

Creo que vai ter dúas consecuencias opostas: para as persoas contaxiadas de pánico moral, o abolicionismo vai presentar como o gardián da orde, o que impide que a epidemia da nosa voz esténdase, co perigo de que “captemos ás súas fillas”, como andan dicindo ultimamente, nunha conspiranoia ridícula. Esta xente vai sentir resgardada polo poder político e institucional que manexan estas señoras.

Polo outro, recibimos moitísimas mostras de apoio de xente que mesmo nos ofreceu espazos alternativos. Nunha época de auxe da extrema dereita, creo que esta xogada foi moi pouco estratéxica e moi pouco intelixente por parte das abolicionistas, porque fixeron gala do seu afán pola censura. E, por suposto, á xente de esquerdas isto rénxelle moitísimo. Xa estean a favor ou en contra, silenciar unhas voces é un método que aborrece a xente que defende a democracia. A proba é que mesmo xente abolicionista apóianos.

En definitiva, aínda tensaron máis a corda, forzando ao posicionamento de persoas que, aínda que estaban a dubidar, agora viron con maior claridade quen son as violentas

 

Entrevista a Saisei-chan, traballadora sexual

  

Publicado el 28 nov. 2018

 

A polémica mediática sobre o sindicato OTRAS volveu intensificar o vello debate arredor da prostitución dentro dos feminismos. Pensamos interesante coñecer de primeira man unha das voces que defende o recoñecemento das prostitutas como suxeito político, con lexitimidade por tanto para (auto)organizarse e ter voz propia. Por iso nos achegamos ás xornadas-debate sobre traballo sexual que tiveron lugar hai uns días na cidade da Coruña, no Ateneo Xosé Tarrío e no Centro Social A Comuna. Conversamos con Saisei-chan, geisha catalá e feminista, conferenciante nestas xornadas. Leva catro anos exercendo a prostitución e declárase orgullosa de pertencer á loita polos dereitos das traballadoras do sexo.

 

Putas, feminismo y un parásito abolicionista

 

Por Cecilia González / Antropóloga y activista por los derechos de lxs trabajadorxs sexualxs

@AntroPOPloga

4 de septiembre de 2018

http://www.atlanticaxxii.com/putas-feminismo-y-un-parasito-abolicionista/

 

 

Asistimos a un debate de las posturas feministas en torno al sexo, el trabajo y los derechos, pero nos encontramos en un escenario de puritanismo que consume en campañas abolicionistas los presupuestos de ayuda a las víctimas de la trata de personas con fines de explotación sexual. Prostitución y trata de personas son dos realidades diferentes que, en España, comparten sólo la falta de derecho a decidir de las personas que ejercen el trabajo sexual. Dos sindicatos de prostitutas en el presente año, el apoyo colectivo a lxs trabajadorxs sexuales de organizaciones pro derechos y de académicos de diversos ámbitos, y un auge de las cuestiones feministas desde la diversidad, han sembrado un debate en torno al trabajo sexual y el feminismo que deja clara una idea: para combatir la trata de personas con fines de explotación sexual, las putas no son el problema, son parte de la solución.

En todas partes hay sexo y en todas partes hay putas. Pero seamos francos: el puritanismo está donde están el miedo y la ignorancia, y ha invadido con una doctrina prohibicionista que censura a las personas y las clasifica en la dicotomía “santas o putas”, según un comportamiento constantemente vigilado para que sea “normal” (y, en buena medida, casto). Es el que se hace llamar feminismo abolicionista, que de alguna forma necesita algo que abolir, y sus adeptos suelen coincidir, aunque no siempre, en prohibir la prostitución, perseguir la gestación subrogada y condenar el uso de drogas.

Frente a él se sitúa el feminismo prosex, que solo comparte con el que quiere ser su alter ego abolicionista la que fuera “palabra del año en 2017”. Feminismo pro sex y feminismo abolicionista parecen corrientes irreconciliables, aunque ambas dicen defender, entre otras cosas, “los derechos de las mujeres”.

 

FEMINISMO Y TRABAJO SEXUAL

Cuando entran en el debate los usos del cuerpo de esas mujeres aparecen las disidencias filosóficas, y de su mano las disputas: aborto, gestación, consumo de drogas, prostitución… No hace tanto tiempo, en esa lista estaban también las orientaciones sexuales no heteronormativas y la transexualidad, que no eran aceptadas por el feminismo de primera, segunda y comienzos de la tercera ola, por no corresponder la categoría de “Mujer” (blanca, clase media, cis heterosexual) recogida por la corriente.

 

Una manifestación prosex

 

Las trabajadoras sexuales son más realistas en cuanto las cuestiones que atraviesan sus cuerpos, y el feminismo al que se acogen; pansexuales, transexuales, hombres, racializadas, precarias, inmigrantes,escorts, de la calle… Todas tienen cabida en el discurso feminista prosex, porque es transversal. Y porque al fin y al cabo se trata –también– de una cuestión de sexo y deseo, que son diversos y no atienden a límites heteronormativos.

Pero sobre todo, las putas están organizadas. No confían en dogmas que dictaminan qué usos de sus cuerpos son apropiados. Eligen una actividad y la desempeñan a cambio de dinero. No hay ningún producto, hay un servicio. Los sindicatos recientemente formados en Barcelona, OTRAS y USTS, cuentan con el apoyo de otras organizaciones de carácter sindical que recogen la tipología de trabajo a la que se adscriben las putas.

No son víctimas, tienen una identidad política y reclaman unos derechos concretos. En algunos casos reclaman medidas de ayuda, protección y comunicación porque ya poseen los derechos, pero se vulneran constantemente. Llegados a este punto debemos recordar que los derechos de las trabajadoras sexuales son derechos humanos, y que el debate, si se quiere ser pragmático y ético, no está en la dicotomía “Prostitución Sí vs. Prostitución No”, sino en “Derechos laborales vs. Explotación y Clandestinidad”.

 

PROSTITUCIÓN, ABOLICIÓN Y METAFÍSICA

La prostitución, a diferencia de lo que se suele decir, no es “el trabajo más antiguo del mundo” (primero se dieron la agricultura y la ganadería y luego el canje de productos y servicios). Pero el intercambio de sexo por otros bienes y recursos no es nuevo, y sucede entre humanos y algunas especies de primates.

Paul B. Preciado describe en su charla “El burdel del Estado” los orígenes del burdel moderno en el S. XVIII como una institución pública definida por el Estado francés cuyas mujeres funcionaban cual  “contenedoras de la sífilis”. Esta herencia continúa hoy siendo parte del estigma impuesto a las trabajadoras sexuales, y su profesión es vista como un foco de prácticas sexuales nocivas y de degeneración.

Sí que es un trabajo antiguo, y está presente de forma transversal: en todas las sociedades, en casi todos los estratos y a lo largo de la historia ha existido alguna institución, oficial o no, relativa a la gestión de las sexualidades y el conocimiento de las artes amatorias.

Extraigamos de esto una obviedad en términos de mercado: las prostitutas existen porque hay demanda de sus servicios, aún cuando hay medidas políticas en su contra. Bravo. Entonces, el abolicionismo existe porque… ¡vaya! Va a resultar que el abolicionismo sólo existe porque hay putas, una fuerza reaccionaria a una realidad social, es decir: las putas pueden vivir sin abolicionismo, pero el abolicionismo no puede vivir sin las putas. Fuck!

El feminismo de mujeres de clase media, blanco y pseudoacadémico, pretende producir saberes emancipadores con libros amarillistas y argumentos plagados de falacias y significantes vacíos. Asumimos así el debate feminista entorno a campañas de desprestigio como #HolaPutero, o charlas de abolicionistas que aseguran una disociación del cuerpo femenino en el ejercicio del sexo por dinero, creando categorías que se pretenden universales pero son etno e incluso egocéntricas, hablando en nombre de un feminismo único, que no es sino el feminismo de la diferencia interpretado al gusto. El abolicionismo ha decidido hablar de las putas sin tener en cuenta sus voces ni considerarlas sujetos de pleno derecho, ganar dinero con ello y alzarse como salvador de las “mujeres prostituidas”, como ellas denominan de forma arrojadiza a las prostitutas, aún cuando éstas les piden que las citen por su profesión.

El abolicionismo es un buenismo peligroso por su simplismo. Está lleno de buenas intenciones teóricas y de ceguera práctica. Esta ceguera se llama PRIVILEGIOS. Pero también es el discurso populista gracias al que una minoría hace negocio y gana posiciones de poder institucional

 

Saisei-chan@Saisei_chan

 

Los argumentos del abolicionismo vienen a responder a tres patrones conductuales identificables (y fácilmente rebatibles):

  1. Suposicionespoco rigurosas sobre la actividad laboral y sobre los clientes.
  2. Injuriashacia las asociaciones pro-sex o de trabajadorxs sexuales, y
  3. Ataques difamatoriosen redes sociales contra las trabajadoras sexuales y los grupos sindicados. Los más comunes son: “Los clientes son violadores”, “Sois capitalistas privilegiadas” y “Esta asociación está formada por proxenetas”.

Esta putofobia tiene su festín en el estigma puta, basado en prejuicios fruto de la ignorancia y del miedo horrible a la otredad: confundir, a veces de forma deliberada, prostitución voluntaria con trata de personas para fines de explotación sexual, mezclar falacias con porcentajes para asegurar que “la mayor parte de personas que ejercen la prostitución son explotadas”, psicopatologizar a las trabajadoras sexuales, convertirlas en víctimas para salvarlas o en delincuentes porque están en el mercado negro, o silenciar su identidad en nombre de la moral, olvidando del todo la ética, son sólo algunos ejemplos de la –pobre pero popular– discursiva abolicionista.

Rara vez vemos al abolicionismo perseguir a las mafias y redes de trata, o discutir los presupuestos dedicados a campañas difamatorias que, citando alguno de los peores casos documentados de la comunidad de Madrid, violaron la intimidad de las trabajadoras exponiéndolas deliberadamente con fotografías en las que se las reconocía y provocando consecuencias en la convivencia vecinal de las trabajadoras y de sus familias. No se discute sobre la existencia de ANELA, la asociación nacional de empresarios de locales de alterne que existe desde 2004 con impunidad en el asunto del sexo de pago, o sobre la relación de los clubes con los ayuntamientos, ni se visibilizan las violencias contra trabajadoras sexuales de la misma forma que se hace cuando el machismo golpea o viola a una “mujer normal”; sólo necesitamos remitirnos al caso de “la manada de Murcia”, en donde la víctima era puta, y la justicia no tuvo inconveniente en permitir el argumento de su profesión para justificar a los agresores.

Tampoco se les da la misma relevancia a casos como el del sheriff Ginés, que, si no participó en una trama de trata de mujeres, ha sido señalado por “aprovecharse de las prostitutas”, o la brutalidad policial contra las putas durante las detenciones. ¿Dónde queda la sororidad cuando el sujeto de estos abusos son las prostitutas? La ideología de las hermanas queda al margen cuando es necesario ejercer como lobby feminista, aún a costa de otras mujeres.

 

POLÍTICAS DE LA PROSTITUCIÓN

En la provincia de Sevilla, por ejemplo, hay algo más de 100 asociaciones de mujeres / feministas. Los planes de erradicación de la prostitución están basados en estudios encargados por el ayuntamiento a las mismas académicas feministas de la diferencia que investigan superficialmente el fenómeno de la prostitución sin contar con las voces de las putas, y consiguen, en resumen, que aumente la vulnerabilidad de las trabajadoras de la calle con medidas punitivas (multas a ellas y/o a sus clientes) que las derivan obligatoriamente al trabajo clandestino en clubes, bajo las condiciones impuestas por sus dueños, dejando los beneficios de la actividad laboral a disposición de estos, así como una impunidad implícita para cotizar y declarar sobre las trabajadoras, pues no existe relación contractual demostrable entre la trabajadora y los clientes, o entre la trabajadora y un superior u hospedero.

 

Un cartel en apoyo a la víctima de “La manada”

 

Prohibicionismoregulacionismo o abolicionismo son políticas desaconsejadas por los colectivos de trabajdorxs sexuales y pro-sex por sus efectos en contra de los Derechos Humanos y por su fomento de la clandestinidad, de modo que las organizaciones pro-derechos y de trabajadorxs sexuales tienen clara la única que funciona: una legislación Pro-derechos o pro-sex, en la que la prostituta es considerada una trabajadora, y que, si se quieren buscar resultados, ha dado frutos positivos en Nueva Zelanda.

Multitud de organismos y ONG desaconsejan la penalización de la prostitución por sus efectos en contra de los derechos humanos: la Strada International, Medecins du Monde, Anti Slavery International, Open Society, ONU Mujeres, OIT…

También existen organismos por la despenalización del trabajo sexual: Alianza Global contra la Trata de Mujeres (GAATW), la Comisión Global sobre VIH y Derecho, Human Rights Watch, ONU SIDA, el relator especial de la ONU sobre el derecho a la salud, la OMS y Amnistía Internacional.

Las conclusiones son claras: para combatir la trata de personas con fines de explotación sexual, las putas no son el problema, son parte de la solución. Conciliadas o no las posturas sobre lo que es la prostitución, el sexo y los usos lícitos del cuerpo de la mujer, el debate metafísico debe quedar al margen, y deben adoptarse medidas políticas reales que garanticen los derechos de todxs lxs trabajadorxs, sin excepciones moralistas impuestas. El sector político-social de trabajadorxs sexuales no puede ver vulnerados sus derechos diariamente, con una legislación que beneficia la trata y la explotación al proteger a los dueños de clubes de alterne, del mismo modo que las políticas prohibicionistas con las drogas fomentan el mercado negro, o la ley seca supuso el auge de las mafias. En ninguno de esos casos disminuyó el consumo de las sustancias, y con el abolicionismo no disminuye el consumo de servicios sexuales; solo se abaratan y clandestinizan, perpetuando la precarización femenina, el estigma y la exclusión social.

Una participación política y mediática en auge por parte del feminismo prosex, la acogida en  asociaciones pro derechos humanos, la presencia en las reivindicaciones masivas del 8M, y el primer sindicato catalán de trabajadoras sexuales, parece molestar cada vez más al abolicionismo, asentado en los puestos de poder de forma hegemónica, pero dibujan un panorama favorable para los derechos.

La lucha (feminista) no estará ganada mientras el feminismo de la diferencia sea mainstream, la formación feminista se reduzca a los discursos de un grupo de actrices aspirantes a teóricas del movimiento, disfrazadas de divulgadoras feministas, y se señale como no-feminismo posiciones prosex, racializadas, queer, trans y, en resumen, todas aquellas que no sean “la mía”. Ni mientras se hable a la ligera de “la mercantilización del cuerpo”, pero no de la del movimiento, ni del dinero que se gana en sectores privilegiados a costa de las putas, sin conocer su trabajo ni sus discursos.

El pensamiento crítico debe ser la base para guiarnos todas las feministas, una deconstrucción constante en la que la categoría de mujer, si es que existe, sea lo más inclusiva posible. Recordemos que hemos sufrido ya varias batallas internas desde los orígenes del feminismo negro, cuando en 1871 Sojourner Truth  dijo: “Ain’t I a woman?” Y vaya si lo era. Como lo son las lesbianas, las pobres, las gitanas, y las transexuales, aunque no siempre hayan sido consideradas miembros de pleno derecho del movimiento.

No caigamos en errores que tradicionalmente ha cometido el heteropatriarcado excluyendo a una parte de la población porque no corresponde con un estándar deseable.

El feminismo lleva demasiado tiempo peleando contra “el patriarcado” en nombre de “la mujer”, pero también contra todo lo que sale del esquema de  “una buena mujer”. Ya basta.

 

 

 

Vanesa Campos o la condición puta

 

 

Por Saisei-chan

26 de agosto de 2018

https://cartas-desde-shimabara.webnode.es/l/vanesa-campos-o-la-condicion-puta/

 

 

La semana pasada, en la noche del 16 al 17 de agosto, fue asesinada Vanesa Campos, trabajadora sexual, trans y migrante, en el Bois de Boulogne (Paris), a manos de un grupo de ladrones. Su muerte es otro grito que se nos impone, la evidencia, una vez más de que, para esta sociedad, las prostitutas no somos seres humanos. Por eso es mejor arrojarnos a la oscuridad, a las cuchilladas de la desprotección legal. Cualquier cosa antes que reconocernos como sus iguales, como ciudadanas que merecemos derechos. Como trabajadoras y no como criminales.

Que el abolicionismo no ataca a la prostituta, sino al cliente, porque es distinto del prohibicionismo, es una simplificación hipócrita que sólo pretende tranquilizar las conciencias con una dosis de buenismo. A nosotras no nos sirve de nada que multéis a nuestros clientes para que «no nos paguen por violarnos». Porque, si no conseguimos hacer ese servicio en un lugar seguro, iremos a buscarlo a un lugar inseguro, allí donde quedemos alejadas de cualquier servicio de atención y donde peligren nuestras vidas. Y lo sabéis. Sabéis perfectamente que esto es lo que sucede con el modelo sueco. Nuestras muertas son la evidencia que no queréis reconocer. Y esto es grave. Muy grave. El abolicionismo se limpia la conciencia con sus buenas intenciones, las teleologías que construye desde sus lugares acomodados. Desde el confortable activismo de sofá. Desde el privilegiado feminismo de despacho, que despacha toda su putofobia con discursos cada vez más discriminatorios. Discursos que nos convierten en la extraña, la otra, la lejana. Lo abyecto. Para que la mujer «común» no se reconozca jamás en nosotras. Para que justifique estas políticas que nos matan. El abolicionismo cubre los cadáveres de nuestras muertas con sus discursos perversos. Para que nadie los llore. Para que no se despierte una verdadera conciencia feminista que vele por nuestra integridad física y psíquica. Al abolicionismo le interesa mantener el estigma. Vive de ello, tanto material como simbólicamente: el verdadero nombre del abolicionismo es «industria del rescate». Y, como a toda industria, le importa su beneficio, aunque tenga que llevarse vidas humanas por delante.

Pero, obviamente, nada de esto se dice de manera explícita: al abolicionismo le interesa vendernos su fachada de corrección política para poder tener cabida dentro de una democracia. Así dibuja una situación simplista de un hombre psicópata que impone su necesidad sexual a una mujer sin recursos, la cual tendrá que aceptar que la violen a cambio de un plato de comida. El maniqueísmo vende: nos hace identificarnos con el Bien y lo heroico. Soterrar la complejidad que encierra la prostitución, simplificarla, caricaturizarla. Sustraerle su humanidad. Para que la sociedad no nos reconozca como seres humanos y que la penalización a los clientes le parezca un acto de sentido común, dejando entre bambalinas que eso hace peligrar nuestra integridad física.

Pero, ¿estoy siendo parcial? ¿Estoy estableciendo a la ligera una relación causal entre las leyes de penalización a los clientes y las muertes de mis compañeras?

Veamos qué sucede en Suecia, el ejemplo más paradigmático de país abolicionista.

La ley de penalización a los clientes hace que las trabajadoras sexuales que captan su clientela en la calle (generalmente, las que tienen menos recursos) tengan que aceptar prácticas que atentan contra su salud. Esto es contribuir a la muerte de las putas.

Las que se han desplazado de la calle a los espacios cerrados (porque recuerdo que la prostitución en Suecia no ha desaparecido: sólo se ha desplazado) han quedado aisladas de agentes como los prestadores de servicios sociales, de la atención sanitaria y de las autoridades. Esto también es contribuir a la muerte de las putas.

Para evitar la multa al cliente, las trabajadoras sexuales que captan a su clientela en la calle no tienen el tiempo suficiente para valorar el riesgo potencial que puede representar una persona determinada. Esto también es contribuir a la muerte de las putas.

Los clientes que acuden a las trabajadoras sexuales que trabajan en espacios cerrados, por miedo a la policía, llaman con teléfono oculto. Nuestras compañeras ya no pueden identificar si se trata de alguien peligroso a quien atendieron en un pasado y que ya no quieren volver a recibir o si se trata de alguien con estas características que ha sido denunciado por alguna compañera en una lista de clientes peligrosos. Con lo cual, puede que esté recibiendo a alguien que ponga en riesgo su integridad física. Esto también es contribuir a la muerte de las putas.

Las políticas de reducción de daños consisten en reducir las consecuencias negativas que puedan derivarse del ejercicio de la prostitución. Se materializan, por ejemplo, en suministrar preservativos y lubricantes a las trabajadoras del sexo, el acceso a información para vender sexo de la forma más segura, la prestación de servicios médicos y, específicamente, de medicina genitourinaria. Estas medidas son básicas, ya que salvan, literalmente, la vida de seres humanos. No obstante, el abolicionismo sueco se opone a que se ejecuten acciones dirigidas a reducir los daños, ya el objetivo de éstas no es reducir la incidencia del trabajo sexual. Arguyen argumentos como que la prostitución ya es dañina en sí misma y que las políticas de reducción de daños son poco realistas.

Pero los métodos profilácticos no han sido los únicos en ser atacados por el abolicionismo: sucedió lo mismo con un paquete de reducción de daños ofertado por la unidad da Malmö, que incluía una guía sobre cómo realizar trabajo sexual de forma segura. La coordinadora nacional contra la trata y a prostitución consideró que esta guía alentaba a otras personas a entrar en la prostitución; especialmente chicas jóvenes, que pensarían que la prostitución era algo seguro.

Estas ayudas a las trabajadoras sexuales (al ser la compra de servicios ilegal) son concebidas como ayudas a la consecución de un delito. Con esta persecución ciega de la desaparición de la prostitución, el abolicionismo está poniendo en riesgo la vida de las personas. Quiere llegar a su propósito de sociedad ideal, aún a costa de vidas humanas: vidas poco valiosas por haberse desviado del modelo de ciudadano ejemplar.

En Suecia también se ha rechazado la ayuda a las personas que ejercen el trabajo sexual y que ni se encuentran mal en él ni manifiestan querer dejarlo. Por ejemplo, se niegan a facilitarle a una trabajadora sexual un informe médico, a no ser que deje su trabajo durante un tiempo. Sólo tienen derecho a la prestación de servicios quienes, al ejercer el trabajo sexual, se consideren víctimas.

La evaluación gubernamental de la ley de penalización a los clientes considera que, si bien la vida de las prostitutas se ha vuelto mucho más difícil, esto debe ser leído de una manera positiva, como una medida disuasoria para que dejen de ejercer la prostitución. La dureza de la actual vida de las trabajadoras sexuales suecas se interpreta como un éxito de la ley, aunque ninguna evidencia apunte a que haya disminuido la compra de sexo.

En pocas palabras, es mentira que el abolicionismo pretenda acabar con el sexo de pago atacando a la demanda: el abolicionismo ataca a la parte ofertante, es decir, a las mujeres. Nos hace la vida cada vez más difícil, poniéndonos incluso en peligro, para ver si así cambiamos de idea y dejamos de ejercer la prostitución. En pos de su idea de igualdad, no le importa el precio que tenga que pagar para lograrla: incluso si se trata de vidas humanas. Porque, como bien sabemos, en este mundo no todas las vidas tienen el mismo valor. Y aquella mujer que sabe (o puede) comportarse de un modo que la diferencie de las putas, tiene como recompensa que su vida sea tomada en cuenta; que su vida tenga valor. Podrá entrar en al condición de ciudadana. Las leyes la protegerán, en lugar de escupirla a la periferia y a sus peligros.

Por eso no entendemos que las mujeres que son consideradas ciudadanas con derechos y que se llaman a sí mismas «feministas» presionen políticamente para que se ejecuten leyes que ponen en peligro la integridad física e incluso la vida de las prostitutas; en especial, las de la calle.

Así lo denuncian, desde hace años, nuestras compañeras de Afemtras, la Asociación Feminista de Trabajadoras Sexuales del polígono de Villaverde (Madrid).

Antes de la entrada en vigor de la ley, la delegada del gobierno tuvo una reunión con Hetaira, en la que les aseguró que los expedientes de las multas a las mujeres no se iban a tramitar. No se cumplió esta palabra. En una segunda reunión, la delegada del gobierno modifica su discurso y explica que las multas por el artículo 36.6 que tipifican la desobediencia a la autoridad sí se van a tramitar. Este artículo penaliza libertades clásicas a través de la arbitrariedad policial. Casi todas las mujeres en el polígono de Villaverde están siendo multadas por este artículo. En realidad, es una forma encubierta de penalizar la prostitución y de expulsarnos del espacio público, sin ofrecer alternativas ni preocuparse de las consecuencias negativas para las trabajadoras del sexo.

Asimismo, se están dando abusos de poder y de vulneración de derechos por parte de algunos miembros del grupo 11 de la UCRIF, la unidad que se encarga de aplicar la ley de extranjería y de los asuntos de trata. Recordamos que el jefe de esta unidad, José Nieto, es el principal informante de Mabel Lozano, autora del libro El proxeneta o el documental Chicas nuevas 24 horas. No obstante, teniendo en cuenta que esos abusos de poder consisten en insultos machistas, homófobos, tránsfobos, xenófobos, vejaciones, amenazas y agresiones físicas, ¿qué víctima de trata va a acercarse a la unidad 11 de la UCRIF a denunciar su situación? ¿O qué compañera se acercará diciendo que sospecha que otra mujer está en situación de trata? ¿Podemos confiar en la labor contra la trata de una unidad de policía que no inspira ninguna confianza a las mujeres?

Estos hechos se han puesto en conocimiento de Delegación del Gobierno, de la policía, el Área de Seguridad Ciudadana y representantes del Ayuntamiento de Madrid: Ahora Madrid y PSOE. Estos organismos no han dado ninguna respuesta, permitiendo que estos agentes de policía sigan patruyando el polígono.

Ésta es la rueda de prensa en que tanto Afemtras como Hetaira denuncian esta situación.

 

 

En el tercer vídeo de la rueda de prensa aparece Marcela, que nos explica en primera persona cuáles son las diferentes vejaciones a las que la policía somete a las trabajadoras sexuales del polígono de Villaverde. Aquí está la transcripción de su intervención:

https://cartas-desde-shimabara.webnode.es/discurso-de-marcela-de-afemtras-en-la-rueda-de-prensa/

Mis compañeras de Villaverde tienen aún otra dificultad más: el ayuntamiento quiere cerrar el acceso a la zona del gato de 23h a 7h. Para que el lector comprenda, adjunto este mapa que me pasó una compañera de Villaverde: la zona rodeada por una línea roja es el polígono de Villaverde; la zona rodeada por una línea azul es la comunidad de vecinos Marconi y la zona rodeada por una línea amarilla es la zona del Gato. Las viviendas vecinas al polígono eran chabolas en las que vivían sus trabajadores, hasta que el boominmobiliario de principios de 2001 las convirtió en bloques de viviendas. Es el mismo proceso que sucedió en el Raval (Barcelona) cuando se gentrificó y se empezó a echar a las prostitutas mediante ordenanzas.

 

 

La medida que quiere tomar el ayuntamiento es la de multar a todo coche que circule en la zona y que no justifique que trabaja o reside allí. Esto expulsará a las mujeres que capten su clientela en esas zonas a lugares aún peores.

Mis compañeras se reunieron con Zapata, concejal de Ahora Madrid del distrito de Villaverde. Pese que, al principio, la actitud de Zapata era de escucha, no ha llevado a cabo ningún arbitraje, ninguna negociación entre los empresarios, los vecinos y las trabajadoras del sexo. Actualmente, Zapata afirma que esta medida es un sondeo para ver si funciona. Entiéndase «funcionar» como «disuadir la prostitución». Aunque, como bien estamos viendo, «disuadir la prostitución» signifique poner en riesgo la vida de otras mujeres, arriesgarnos a que haya más feminicidios, a que haya más muertes como la de Vanesa Campos. Y todo como medida feminista. Mueran ustedes, sacrifíquense en pro de la igualdad entre hombres y mujeres. Mueran ustedes, putas, ciudadanas de segunda.

Y, cuando hayan muerto todas las putas, quizás encontraréis otro factor a quien culpar de la existencia del patriarcado.

Señor Zapata: apelo a su responsabilidad política, pues poner en peligro la vida de las mujeres nunca puede ser una medida de igualdad. Mis compañeras de Afemtras ya le han lanzado varias propuestas. Debería usted pensar en los Derechos Humanos antes que en el electorado.

Pero Zapata no es el único que, a la hora de la verdad, deja a las prostitutas desprotegidas legalmente. Lo mismo hizo Manuela Carmena. Carmena, en su programa electoral, presentaba un proyecto piloto para el reconocimiento de los derechos de las trabajadoras sexuales y «buscar algún tipo de estructura de apoyo muy grande para el sector que está en contra de la legalización y otra de ensayo de una cierta legalización y sobre todo de reconocimiento de derechos laborales de protección».

Señora Carmena: parte de los votos por los que usted fue nombrada alcaldesa procedieron de las putas y de las personas de su entorno, que confiaron en usted y en su voluntad de velar por sus derechos. Entre ellos, el derecho a la integridad física y el derecho a la vida. También el derecho al trabajo. Pero usted se ha limitado a mantener el plan de Ana Botella para «erradicar la demanda de prostitución y prestar atención a las mujeres que la ejercen ofreciéndoles recursos y alternativas viables para el abandono de la prostitución». Un plan que se ha demostrado que no funciona, que ha sido criticado por asociaciones que trabajan con víctimas de trata y que lo único que ha hecho ha sido incrementar los abusos policiales contra las trabajadoras del sexo, tal y como hemos visto.

Señora Carmena: usted traicionó a las Putas. Así lo explica otra componente de Afemtras: Ninfa.

 

Y aquí la transcripción de su discurso:

https://cartas-desde-shimabara.webnode.es/l/discurso-de-ninfa-de-afemtras-el-17-de-diciembre-de-2016/

Pero el programa electoral de Ahora Madrid no fue el único lugar donde Carmena se posicionó a favor de los derechos de las putas. También fue una de las firmantes de este documento: la Propuesta de regulación del ejercicio voluntario de la prostitución entre adultos, redactado por el Grupo de Estudios de Política Criminal, a finales del 2006. Este documento defendía cosas como las que siguen:

-La despenalización de la prostitución voluntaria entre adultos y la orientación del sistema penal a la tutela efectiva de la libertad sexual.

-No se trata de defender intereses ajenos a quien presta servicios sexuales, sino de asegurar los derechos inherentes a la dignidad personal de quien se decanta, por razones sobre las que no cabe inquirir, por una determinada opción laboral.

-Se trata, en resumen, no sólo de despenalizar, sino también de regular. Lo que, como demuestran experiencias ajenas, no incrementa el tráfico o la explotación: ni siquiera favorece la expansión de la industria del sexo.

-El Manifiesto reivindica no sólo la despenalización de la prostitución entre adultos, sino, sobre todo, la implementación de políticas sociales dirigidas a garantizar el respeto a los derechos esenciales -incluidos los laborales- de quienes deciden dedicarse a la prestación de servicios sexuales, en el marco general de la industria del ocio.

-De acuerdo con el modus operandi del Grupo de Estudios de Política Criminal, se publica ahora, junto a aquel Manifiesto, la Propuesta de regulación del trabajo sexual: un conjunto de alternativas jurídicas para conciliar la salvaguardia de los derechos de los trabajadores del sexo con la persecución penal de cualquier forma de prostitución forzada.

-La represión de todas las actividades relacionadas con la prostitución ha arrojado un balance histórico que sólo puede ser calificado de lamentable, y, además, en lugar de erradicar el fenómeno -como pretendía- lo ha ocultado provocando una serie de efectos perniciosos tales como la estigmatización, la vulnerabilidad y la explotación de las personas que la ejercen.

-Es una realidad constatada en nuestro país que miles de adultos voluntariamente prestan servicios sexuales remunerados. Es preciso que las autoridades no desprecien este hecho, para cuya comprobación ha de propiciarse un método de conocimiento razonable huyendo de las aproximaciones morales que intentan simplificar un fenómeno complejo y diverso. Tampoco puede desconocerse que, aun siendo dichas personas mayoritariamente mujeres, hay muchos hombres y transgéneros que se dedican a la prestación de servicios de carácter sexual. El debate, por tanto, no puede ser monopolizado por un discurso en clave de género.

-La situación de alegalidad favorece la explotación de la prostitución por parte de empresarios que en la actualidad no están obligados a reconocer a dichos trabajadores los derechos sociales y laborales básicos, así como la proliferación de organizaciones delictivas dedicadas a la trata de personas, en la medida en que fomenta el carácter clandestino de estas actividades y desmotiva la denuncia de la víctima. La privación a estos trabajadores del estatuto jurídico del ciudadano les impone la condición de infrasujetos. Circunstancia que se ha visto agravada por la desafortunada reforma penal de 2003, que, al castigar la obtención de lucro de la explotación de la prostitución ajena, ha venido a intensificar la tendencia al ocultamiento de las condiciones de contratación y prestación de servicios de los trabajadores del sexo.

-Dicha reflexión deberá estar presidida por la ineludible distinción entre moral y derecho. El reconocimiento de la dignidad humana como valor supremo recogido en nuestra Constitución exige el respeto a la voluntad de la persona mayor de edad que libremente decide prestar servicios remunerados de carácter sexual. Negar de plano la posibilidad de que esa opción sea válida constituye un tratamiento paternalista de la mujer (y del hombre) como personas incapaces de tomar decisiones adultas. Están de más los discursos morales basados en el carácter degradante de la prostitución.

-Resulta criticable el contenido del art. 188.1 del Código Penal, procedente de la reforma de 2003, que sanciona la obtención de lucro por la explotación de otra persona aun con su consentimiento. La ambigüedad del término explotación permite, tanto una interpretación restrictiva reducida a situaciones de abuso, como su interpretación en clave represiva y contraria al proceso de legalización de la prostitución. Por ello, en aras de la seguridad jurídica, resulta aconsejable su supresión. Y si lo que se pretende prevenir es la obtención de un lucro excesivo o la imposición de condiciones abusivas de trabajo, para ello están ya los tipos penales de protección de los derechos de los trabajadores. Así mismo, deben eliminarse de otros sectores del ordenamiento todos aquellos preceptos que imponen sanciones o privaciones de derechos a las personas que ejercen la prostitución.

-Dada la naturaleza de la actividad a regular, deben fomentarse las formas de auto-organización, como el régimen de autónomos o las cooperativas, sin que ello suponga el desconocimiento de otras formas de prestación de servicios sexuales, como el trabajo por cuenta ajena, que habrá de ordenarse según un régimen especial. Dicho régimen no podrá conllevar en ningún caso medidas que supongan un etiquetamiento o una discriminación injustificada de las personas que prestan servicios de carácter sexual

Señora Manuela Carmena: usted firmó este documento, en que se pedía el cese de la penalización y en que, incluso, se exigía el reconocimiento del empresario del sexo como tal, a fin de evitar abusos contra las trabajadoras. No obstante, más adelante olvidó por completo su firma en este documento e imprimió una guía para periodistas donde indicaba que a nuestros clientes se les llamase con nombres estigmatizantes y, a nosotras, con el denigrante y pasivo «prostituidas». Denigrante porque, así, no reconoce usted nuestra agencia como sujetos políticos y puede, simplemente, actuar como si las demandas de las trabajadoras de Villaverde no existieran.

Pero yo apelo, señora Carmena, a su responsabilidad política. Impida usted que se siga multando a mis compañeras, que sólo tratan de ganarse el pan. Impida que tengan que irse a lugares alejados donde sus vidas corren peligro.

Tome usted ejemplo de Ada Colau: ella misma se ha opuesto, en diversas ocasiones, a que se aplique la ordenanza contra las trabajadoras sexuales de la calle. Es una alcaldesa que se preocupa por los Derechos Humanos de todas las vecinas de la ciudad y no por mantenerse en el poder gracias al apoyo de la izquierda bienpensante. Lo hace con convencimiento, pese a que no falten voces, últimamente, que pretenden desprestigiarla, tachando a su ayuntamiento de colaborar con un inventado lobby proxeneta. Porque hay feministas a las que les preocupa más un taller de felaciones que la muerte de una puta. En el fondo, sin embargo, sabemos que sólo se trata de una estrategia electoral que utiliza a las putas como moneda de cambio.

Le ruego, señora Carmena, no se escude en simples teorías de que la multa al cliente acabará con la trata. Usted sabe tan bien como yo que eso son puras elucubraciones que no se sostienen a nivel práctico y que, más bien, llevan a las consecuencias opuestas. Usted sabe que es una justificación con la que el abolicionismo trata de limpiarse la conciencia. Pero ya no se lo vamos a permitir: la tiene demasiado manchada con la sangre de nuestras muertas.

Tome usted ejemplo de Ada Colau, señora Carmena, y preocúpese, como una feminista de verdad, de la integridad y los derechos de TODAS las mujeres. Impida, por favor, que continúen vejando, humillando y asesinando a más prostitutas.

Para que no haya ni una puta menos.

 

FUENTES:

Grupo de Estudios de Política Criminal (2006) Propuesta de regulación del ejercicio voluntario de la prostitución entre adultos.https://www.gepc.es/web/sites/default/files/ficheros/DOCUMENTO10.pdf

Mallo, C. (2015). Manuela Carmena, el Papa Francisco y la prostitución. La izquierda diario. https://www.izquierdadiario.es/spip.php?page=movil-nota-3510&id_article=21121

NSWP. (2016) Kit de Herramientas de Abogacía: El Impacto Real del Modelo Sueco sobre las Personas que Ejercen el Trabajo Sexualhttps://www.nswp.org/es/resource/kit-de-herramientas-de-abogac-el-impacto-real-del-modelo-sueco-sobre-las-personas-que


Saisei-chan es Trabajadora Sexual, licenciada en Filología Francesa, maestra de Reiki Tradicional Japonés y estudiante de Psicología.

Encuéntrala en Twitter: https://twitter.com/Saisei_chan

Cartas desde Shimabara

 

Ha nacido un nuevo blog, escrito por una trabajadora sexual para defender los derechos de las trabajadoras sexuales.

Su autora, Saisei-chan, geisha catalana.

¡Bienvenida!

 

https://cartas-desde-shimabara.webnode.es/

 

INICIO

 

 

En 1589 se abrió en Kyoto, por orden de Toyotomi Hideyoshi, el primer barrio del placer de Japón: Nishishin-yashiki, inspirado en sus análogos chinos de la dinastía Ming. Una de las principales finalidades de la creación de este barrio fue concentrar a las prostitutas, cosa que permitía controlarlas mejor. En 1602 se trasladó el barrio a Misuji-cho, en el centro de la ciudad y en 1641, por encontrarse demasiado cerca del palacio imperial, se volvió a trasladar, esta vez a Suyakuno, para que no atentase contra las buenas costumbres de los ciudadanos que lo visitaban. Tras este último traslado, el barrio empezó a llamarse Shimabara, pues la polémica que causó este recordaba a la revuelta de campesinos de la ciudad que lleva este nombre. Sin embargo, el permiso y el terreno para construir esta nueva versión del barrio rojo fueron concedidos a cambio de una serie de condiciones. La primera fue no construir burdeles ni permitir a las prostitutas trabajar fuera de él; es decir, zonificación. La segunda fue no permitir a las prostitutas vestirse lujosamente, sino únicamente con ropas sencillas, cosa que las distinguía de las «mujeres decentes». La tercera fue la austeridad con la que tendrían que construirse los edificios o, en otras palabras, una serie de condiciones para la construcción de los burdeles.

Los casi cuatro siglos de vida de Shimabara no sólo fueron testigos del negocio del placer, sino también de acontecimientos artísticos y políticos: en el seno del barrio se abrió el salón literario de los poetas del haiku. También fue un lugar donde se cerraron tratos de naturaleza política y económica, como sucedía en la ageya Sumiya.

Pero, pese a la importancia de Shimabara para la vida de Kyoto, en 1957, con la implantación de la ley anti-prostitución, se cerró este barrio rojo, que hoy en día tan sólo es un lugar de interés cultural.

Han pasado más de cuatrocientos años desde la creación de Shimabara y más de trescientos desde su último traslado, aquél que se llevó a cabo porque, tan cerca del palacio imperial, molestaba a la rectitud confuciana. Han pasado varios siglos y estamos en un contexto cultural que nada tiene que ver con el japonés. Y, sin embargo, todo se repite como un mantra inagotable que dificulta el ejercicio del Trabajo Sexual. Zonificación, buenos ciudadanos que necesitan que exista el barrio rojo, pero alejado de su identidad de hombres decentes, control de las prostitutas, de los lugares y condiciones donde ejercen su actividad, reglas para el establecimiento de burdeles, intelectuales que se sumergen en el mundo de las cortesanas buscando un lugar en el que existir y, por último, los defensores de esa moral que, pretendiendo prohibir y erradicar, sólo clandestiniza lo que no quiere afrontar e integrar. Han pasado más de cuatro siglos y las prostitutas seguimos siendo ciudadanas de segundas, siempre bajo la espada de Damocles. Moneda de cambio de intereses políticos, objeto de estudio de transgresores y conservadores, castigo ejemplarizante para las buenas mujeres… Tantas y tantas maneras de concebirnos, para no reconocer lo que realmente somos: trabajadoras. Trabajadoras estigmatizadas tanto por la derecha como por una izquierda sin conciencia de clase, que pretende marginarnos con sus buenas intenciones.

Pero yo pienso en ti, Shimabara. Tu nombre de rebelión y sus cuatro sílabas, que suenan como timbales de guerra. Pienso en cómo evocas esa vida a los márgenes, el mundo flotante y el placer prohibido en el que nadie quiere reconocerse públicamente. Pienso en la angustia y la culpa con la que aún se trata el tema de la sexualidad, garras del orden social que nos excluye.

En esta rueda de la fortuna que siempre pretende zarandearnos, las Trabajadoras Sexuales nos hemos alzado y luchamos para que se nos deje de ver como objetos y se nos reconozca como sujetos. Nosotras, las Putas Feministas, nos hemos constituido como sujetos políticos y estamos dispuestas a vencer a nuestras grandes enemigas: la mentira y la desinformación, que son los pilares en los que se sustenta nuestro estigma y la consecuente marginación política y social.

Por eso, desde mi okiya, escribo cartas, con la esperanza de que vayan más allá de Shimabara. Para ser otra más de las voces informantes, denunciantes. Para acabar con la anomia que, internacionalmente, nos niega el estatuto de ciudadanas.

Para que nos mires, lectore, y te des cuenta de que trabajar con la sexualidad no rebaja nuestra condición humana.

 

Trabajadoras sexuales se unen a un sindicato para reclamar derechos laborales

 

23 de julio de 2018

 

https://www.lavanguardia.com/vida/20180723/451060985165/trabajadoras-sexuales-se-unen-a-un-sindicato-para-reclamar-derechos-laborales.html

 

Barcelona, 23 jul (EFE).- La Intersindical Alternativa de Catalunya (IAC) ha creado la primera sección sindical de España que agrupa a trabajadoras sexuales para reclamar sus derechos laborales.

En el acto de presentación, la coordinadora de la Federación de Otras Actividades del IAC, Mireia Herrera, ha explicado que el objetivo final es conseguir que el trabajo sexual sea reconocido como trabajo.

Por ahora se han afiliado una decena de trabajadoras sexuales, algunas de las cuales proceden de otras comunidades autónomas, según ha detallado Herrera, que ha subrayado que el primer paso es conseguir que «se abran más secciones en otros sindicatos» del país.

Según sus promotoras, la sección sindical está abierta a «todos los trabajadores y trabajadoras de servicios sexuales», desde prostitutas que ejerzan en la calle hasta actores y actrices de pornografía.

En una segunda fase, la sección quiere crear «una unión sindical del trabajo sexual para actuar conjuntamente».

«Tenemos un proyecto enorme, empezamos en Barcelona pero no vamos a parar hasta que todas las trabajadoras sexuales del Estado estemos sindicadas, porque una puta sindicada es una puta empoderada», ha afirmado Paula Ezquerra, una de las componentes de la sección sindical.

Otra miembro del grupo, Janet -que ha preferido no facilitar su apellido- ha destacado que el objetivo del sindicato es «visibilizar que el estigma y la criminalización no va con el trabajo sexual» y que «la industria de la prostitución da trabajo, directa o indirectamente».

«El reconocimiento del trabajo sexual como trabajo nos saca de una condición de criminales y de víctimas y nos introduce en la situación de ciudadanas», ha opinado Saisei-Chan, también miembro del sindicato, que cree que «cuanto más se persigue el trabajo sexual, más se clandestiniza y queda en manos de explotadores y de tratantes». EFE

 

“Las putas no piden permiso, piden paso’’

 

Por Aurora Revólver Paula Álvarez

9 de julio de 2018

“Las putas no piden permiso, piden paso’’

 

El pasado 2 de junio se celebraron en Sevilla las jornadas ‘Desmontando la prostitución: las Putas no piden permiso, piden paso’, organizadas por el Colectivo de Prostitutas de Sevilla (CPS) coincidiendo con el día internacional de la Trabajadora Sexual. Prostitutas y aliadas debatieron sobre la situación del colectivo en el Palacio de los Marqueses de la Algaba y en el centro social autogestionado Lanónima. 

 

Foto de familia de trabajadorxs sexuales./ Aurora Revólver

 

Justo a las espaldas de la Alameda, el sitio de moda para visitar la ciudad de Sevilla según la Lonely Planet, ellas siguen allí, en el mismo sitio. Las putas de la plaza de la Mata llevan la historia silenciada del barrio, como la de la humanidad, mientras las parejas de alemanes pasan a su lado incómodas, avergonzadas, pálidas, al igual que la mayoría del vecindario que a pesar de los años que lleva cruzándoselas por las calles, aún no sabe siquiera cómo saludarlas.

El 2 de junio de 1975 se escribía un capítulo de la historia del que poco o nada se habla porque no salía del puño de los vencedores, y no ha interesado mediatizarlo a pesar de que conecta más con nuestro presente que muchos de los grandes episodios que aparecen en los libros de texto. Un grupo de más de 100 trabajadoras sexuales ocupaban la Iglesia de Saint Nizier en Lyon como protesta ante la negativa del gobierno francés de reunirse con ellas, ante la persecución y el acoso policial, ante la negativa de unos conciudadanos a querer incluirlas como parte de la sociedad. ‘’Hace 43 años en un lugar del mundo decían basta, ahora nosotras seguimos diciendo basta también’’. El 2 de junio de 2018, Ariadna Riley, prostituta y miembro del Colectivo de Prostitutas de Sevilla (CPS), nos recuerda que, a pesar del paso de los años, la situación de las trabajadoras sexuales no ha cambiado. Que las mismas demandas suenan hoy en el Palacio de los Marqueses de la Algaba que ayer en la Iglesia de Saint Nizier.

“Estamos aquí como ciudadanas, tenemos derecho a estar en este espacio’’, señala María José Barrera, exprostituta y presidenta del CPS. Es la primera vez en la ciudad que en un edificio institucional hablan las trabajadoras sexuales, a pesar de que el Ayuntamiento de Sevilla ha hecho público su rechazo a jornadas de este tipo. A dos días de la celebración del encuentro la concejala de Igualdad organizaba una rueda de prensa para desvincularse de las jornadas y reafirmar su compromiso con la erradicación de la prostitución. Uno de los estandartes políticos del gobierno socialista ha sido la abolición y la identificación de la prostitución con violencia de género y trata. Este blindaje político, que roza el repudio a una parte de la sociedad, no es más que el miedo a lo que el nacimiento de este nuevo sujeto político puede suponer, el miedo a escuchar lo que las putas tienen que decir.

‘’No estamos representadas, pero en todos los espacios se habla de nosotras. Si se habla de nosotras, las putas tenemos que estar. Queremos hablar desde nuestras vivencias, desde nuestros tacones. Que se cuestione si para conseguir la abolición hay que pisotear a tantas mujeres’’. María José Barrera, cierra la presentación de las jornadas haciendo hincapié en uno de los puntos esenciales de las reivindicaciones de las trabajadoras sexuales; que se les escuche, que se cuente con ellas en los debates que les conciernen y que históricamente han sido debatidos y consensuados por todos los actores políticos menos por las propias prostitutas.

Talía Ardana, coordinadora del área de prostitución de la Asociación pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) presentó la primera mesa de la mañana recordando la importancia que tiene ‘’abrir un espacio seguro para las trabajadoras sexuales en una ciudad donde el ayuntamiento está cometiendo una auténtica caza de brujas contra las prostitutas’’, en referencia a la aplicación de la Ley Mordaza y a las ordenanzas municipales “antiprostitutas”, una fórmula que se está repitiendo en otras ciudades del estado y que está suponiendo la persecución y represión continua de las trabajadoras sexuales que prestan sus servicios en la calle.

 

Los orígenes históricos del debate sobre el trabajo sexual

Estefanía Acién, profesora del departamento de Antropología social de la Universidad de Almería y miembro de Acción en Red, abrió la mesa con su ponencia Feminismo, sexualidad y prostitución: debates teóricos, consecuencias reales, afirmando que ‘’la lucha por la consecución de los derechos para las putas es importante no solo para el colectivo sino para todas las mujeres’’. La antropóloga reflexionó acerca de los orígenes históricos del debate sobre el trabajo sexual dentro del feminismo. Una contextualización histórica necesaria para no caer en ni reproducir los discursos vacíos que a veces copan las discusiones: ‘’El debate sobre el trabajo sexual no es un debate nuevo, viene de finales del siglo XIX. Estamos en el mismo debate y nos quieren convencer de que es algo nuevo’’.

 

Las falacias del debate abolicionista desde una perspectiva filosófica

En la camiseta de Paula Sánchez, miembro del Colectivo Hetaira, referente en la lucha por los derechos de las trabajadoras sexuales desde hace 23 años, se puede leer ‘’give me rights” [dame derechos]. Es la camiseta de AFEMTRAS (Agrupación Feminista de Trabajadoras del Sexo), un colectivo feminista de trabajadoras sexuales del distrito madrileño de Villaverde que, a pesar de estar invitado a las jornadas, sus integrantes ‘’no han podido venir por la precariedad a la que les ha sometido la ley Mordaza’’. Paula Sánchez es filósofa e investiga el estigma social de la prostitución desde esta disciplina. Su investigación se centra, entre otras cuestiones, en desmontar lo que en filosofía se conoce como “falacias”, aplicado en su caso, al discurso del abolicionismo. “Para que hablemos de debate tiene que haber posiciones de poder simétricas”, planteó, y evidenció cómo en la cuestión de la prostitución el monopolio del poder, tanto económico, como cultural, social y simbólico está del lado de los posicionamientos abolicionistas.

Partiendo de una visión bourdieuana del poder, expuso que la socialización del estigma de la prostitución es una forma de control social y que la sanción social, que está extremadamente interiorizada en todos los ámbitos de la sociedad, es la violencia sexual. Una de las falacias que analizó Sánchez fue la idea de que “la causa de la trata es la prostitución”. Y en este caso explicó que con estas afirmaciones se está confundiendo correlación con causa. La causa de la trata, sentenció, es la pobreza y el capitalismo, pero sobre todo “el cierre de fronteras, el hecho de que en Europa migrar no sea un derecho humano.”

 

El marco jurídico

Ana Castaño, abogada especializada en derechos humanos, centró su exposición en las normativas jurídicas que rigen el trabajo sexual. A nivel teórico, el Código Penal español no penaliza el ejercicio de la prostitución a quien la ejerce pero sí la explotación derivada de este ejercicio, haciendo que en la práctica se legitime la persecución y el acoso policial a las trabajadoras del sexo. Esta situación de vacío legal, afirmó, es el origen de la ambigüedad legal en la que se encuentra el colectivo.

 

Una aproximación al cliente

El antropólogo Francisco Majuelos compartió sus conclusiones sobre las investigaciones que ha realizado con los clientes del sexo de pago, un campo que no resulta nada fácil de abordar desde una perspectiva feminista y que puede resultar algo hostil y conflictivo para muchas de las que tenemos una postura pro-derechos. Desde una perspectiva etnográfica, Majuelos trazó un perfil del cliente concluyendo que no existen realmente unas características unitarias, y que la creación de un perfil único está relacionada con ‘’la imposición, por quienes pueden crear imaginarios, de un único modelo de sexualidad dominante’’. Apuntó también que desde los años 90 se responsabiliza directamente al cliente con la trata y que en el caso de las trabajadoras sexuales que ejercen libremente la prostitución estamos ante lo que, desde el derecho penal, se conoce como “delitos sin víctimas”, que supone una configuración penal de la moral del delincuente, construyendo de esta forma, la moral pública.

Las putas organizadas

Tras cada ponencia el público, numeroso y atento, debate sobre las cuestiones planteadas a lo largo de la mañana. Las trabajadoras sexuales sevillanas, argentinas, catalanas, se suben a la mesa para cerrar esta primera parte de las jornadas recordando que las putas se están organizando en muchas partes del Estado español y del planeta. Son las dos de la tarde y los empleados de seguridad del Palacio de los Marqueses de la Algaba nos instan a abandonar el edificio, aunque el ambiente de la sala se resiste a cerrar el debate. “Vamos a seguir reivindicando nuestros derechos desde los espacios públicos, porque los pagamos”, sentencia Mª José Barrera. “Quiero reivindicar la participación activa, política, del movimiento social de las trabajadoras sexuales”, manifiesta Paula Ezkerra, trabajadora sexual que participó en el movimiento de las Putas Indignadas en Barcelona. “Porque la participación activa va a deconstruir esta sociedad y la va a transformar en una sociedad diferente, rompiendo con el patriarcado y con el capitalismo.”

El debate entre las trabajadoras sexuales

Es sábado. Hora de la siesta. El sol que se cuela por las rendijas y la atmósfera volátil invita a dormir. Sin embargo el público espera en Lanónima expectante. La ocasión lo merece, no todos los días puede una escuchar con libertad a las protagonistas de una de las cuestiones más polémicas de la sociedad. Hoy no se trata de posicionarse a un lado u otro del debate, de buscar convencer y crear rivalidades. Se trata de acercar posturas, ver dónde se puede confluir, conocer la parte más orgánica y urgente de la cuestión, la que afecta a las personas y no encerrarse en la utopía desde una postura u otra.

La exprostituta y miembro del CPS Carmen de Córdoba modera la mesa de las trabajadoras sexuales. Carmen trabajó más de 30 años en el ayuntamiento de Córdoba después de ejercer la prostitución durante los años 70. “Cobro menos pensión porque me he jubilado anticipadamente, precisamente porque ese tiempo que estuve trabajando de prostituta no cuenta para la vida laboral”. Sus palabras evidencian una de las múltiples consecuencias, reales y encarnadas, de la ausencia de derechos laborales de las trabajadoras sexuales.

Linda Porn, miembro de Aprosex y artista transfeminista, ha vivido su experiencia como trabajadora sexual marcada transversalmente por su condición de migrante. ‘’La ley de extranjería es la verdadera proxeneta, lleva a la mujer migrante a no tener otra salida que la prostitución’’, dura sentencia vivida en la piel, a la que también hacía referencia Ana Castaño en su exposición de las normativas vigentes. Porn señaló la feminización de la pobreza como una de las causas del trabajo sexual. ‘’La mayoría de mujeres somos pobres y es una solución para salir de la precariedad’’. No lo entiende como única opción, sino como la opción que ella ha elegido para ser una superviviente en esta sociedad en la que la precarización laboral femenina es doce veces mayor que la masculina. Una realidad difícil de aceptar en una sociedad en la que los ecos de un modelo único de moralidad aún siguen sonando. 

Camisetas, pegatinas y mermeladas del CPS./ Aurora Revólver

Paula Ezkerra, trabajadora sexual y activista, comenzó su charla reivindicando el trabajo de las Putas Indignadas de Barcelonamovimiento referente en la lucha por los derechos del colectivo que acaba de crear la primera célula sindical de trabajadoras sexuales dentro del Estado español. ‘’No podemos olvidar en nuestra lucha, la lucha de clases y la conciencia de género’’, reivindicó para visibilizar la importancia de la sindicalización del trabajo sexual.

Leo Thunder, fundador del Colectivo Caye, prostituto y actor porno, insistió en su exposición en lo invisible que se encuentra la prostitución masculina. El trabajo sexual masculino no cuenta con estudios, datos, ni un protocolo médico y es un problema que debería atajarse.

Uno de los temas en el que más se profundizó en la mesa fue el del estigma social que supone ejercer la prostitución. “Tú eres siempre puta, aunque hayas ejercido una vez, una semana, un día, eres toda tu vida puta”, apuntó Carmen de Córdoba. También las “prostitutas privilegiadas”, como señaló Ariadna Riley, padecen el estigma en su vida cotidiana. En los centros médicos, donde les exigen continuas pruebas de Enfermedades de Transmisión Sexual; y en todos los ámbitos de la vida, como en el de la maternidad, ya que parece que a las putas se les niega también ese espacio social, el de madres o parejas, porque, como afirma Riley, “o él es tu chulo, o los hijos son fruto de una violación”.

Pero las putas, dice Paula Ezkerra, le dan la vuelta al estigma, que es una forma de controlar los cuerpos de las mujeres –los de todas las mujeres, no sólo los de las putas- y lo utilizan como herramienta de empoderamiento. ” Yo como puta veo la debilidad en la sexualidad del hombre y me aprovecho de esto económicamente, y eso se llama capital erótico”. Es aquí donde entra en el debate un discurso feminista que para muchas es difícil de asimilar: el feminismo puta. Para Porn esta concepción del feminismo tiene que ver, entre otras cosas, con el uso que la sociedad hace de la palabra puta para insultar a las mujeres. A las que se acuestan con muchos hombres, a las que visten con falda corta o a las que utilizan libremente su sexualidad, la sociedad las tacha de “putas”. Por eso, afirma, “las putas son todas las tías que transgreden las leyes patriarcales”.

Saisei-chan, otra de las trabajadoras sexuales que ha acudido a este encuentro, tiene una visión muy clara sobre lo que significa encarnar la identidad de puta feminista. Explica, desde un análisis profundo y meditado, cómo para ella, el feminismo puta parte de la pérdida del miedo a la cultura de la violación, al castigo que suponen las conductas sexuales disidentes de las mujeres. “Hay mujeres a las que es lícito violar, y otras que son víctimas. Y esa es la gran herramienta de control. Es la culpa y es el miedo”. Asumir la identidad de puta feminista “hace que tengas una relación más sólida con tu cuerpo y con tu sexualidad”. Reconocer públicamente que eres puta, es decir, que eres una mujer que se acuesta con muchos hombres, implica para Saisei-chan que el otro ya no te reconozca como sujeto y que dejes de esperar su aprobación, “y entonces empiezas a ser aún menos controlable”.

El público disfruta del debate, comenta, pregunta y escucha con atención las reflexiones y los relatos en primera persona de las trabajadoras sexuales de la sala. Es hora de cerrar, antes de hacerlo, María José Barrera agradece la participación de sus compañeras y vuelve a incidir en los puntos más urgentes: la formación y el acompañamiento a ‘’las compañeras que aún no están empoderadas”; la consecución de derechos sanitarios, sociales y laborales a las que quieran seguir ejerciendo la prostitución y alternativas reales a la prostitución para aquellas que quieran dejar de hacerlo. Un punto que desde un lado u otro del debate no debería siquiera ser discutido.

Hoy se alzaban las voces de putas y aliadas al grito de zorroridad. Exigen ser escuchadas, ser reconocidas como sujetos políticos activos con capacidad de decisión sobre sus propias vidas. Están hartas de repetir que la defensa del trabajo sexual no es una cuestión de libre elección. Que la mayoría de la gente no tiene libertad plena para elegir, y menos aún las mujeres pobres, las migrantes y las trans, a las que la sociedad condena a una precariedad extrema y depredadora. Que escogemos entre las posibilidades que tenemos a nuestro alcance según nuestro contexto social y cultural. Y que para ellas, la prostitución es una de esas opciones. Que la sociedad, sumida en un debate moral, mira para otro lado cuando las putas son asesinadas y violadas. Cuando se les deniegan los derechos más básicos como trabajadoras y como ciudadanas. Y que por eso, lo que urge, no es posicionarse éticamente a favor o en contra de la prostitución sino hacerlo a favor de las personas que la ejercen, para que no sigan siendo agredidas física, simbólica e institucionalmente. Para que puedan llegar a ser ciudadanas y trabajadoras de pleno derecho.

Aurora Revolver

Periodista Andergraund. Potra desbocá que no sabe donde va. Documentalista neonata. Escribo sobre lo que me escuece, poemas también, ‘De Contrabando’ editorial versátiles.

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Paula Alvarez

Periodista audiovisual y feminista. Escribo con la cámara y el papel sobre derechos humanos y feminismo. Trabajo en comunicación participativa en @laluciernagacc

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Putas y otras feministas

 

Cada vez más trabajadoras sexuales intentan distinguir la prostitución de la trata y reafirman su oficio como un trabajo libre del dominio del hombre

 

ALBA CAMBEIRO

 

http://ctxt.es/es/20180314/Politica/18396/prostitucion-abolicionismo-feminismo-trata-alba-cambeiro.htm

 

Pepita es la única geisha de Barcelona, prostituta y masajista erótica, se ha formado en el reiki japonés y ha reinventado su servicio aplicando esta disciplina a sus encuentros con los clientes.
Alba Cambeiro

 

BARCELONA | 14 DE MARZO DE 2018

 

Puta. Hija de puta. Tu puta madre. La palabra puta se ha utilizado históricamente con el propósito de insultar y deshonrar. En el imaginario colectivo, este concepto alude al comportamiento sexual de la mujer, y por extensión, a su dignidad y castidad. Putas son aquellas que viven su sexualidad de una manera liberal, prestándose con facilidad al sexo y al placer, en contra de la moral masculina. Putas son aquellas que rechazan el sexo tradicional heterosexual romántico, las que amenazan la sexualidad masculina dominante. El estigma de la puta no solo se aplica a las trabajadoras del sexo, sino que ha servido como estructura de dominación y herramienta de control para mantener la oposición binaria tradicional de mujer buena/mujer mala, mujer pura/mujer impura. La mujer buena es inocente y comprometida, la mujer mala es la femme fatale, mujer independiente cuya sexualidad es una amenaza para el sistema patriarcal.

Las trabajadoras sexuales, por esta razón, han sido tradicionalmente demonizadas y marginadas, presentadas como víctimas y a la vez, merecedoras de la dominación masculina. En este sentido, los textos culturales y la industria del mainstream han contribuido a construir el estereotipo de la prostituta como mujer sucia, inmoral, irresponsable, siempre relacionada con el mundo de la noche y las drogas. La prostitución se piensa como un problema social, como institución patriarcal que afecta a las mujeres y que sirve para mantener el rol de la puta como mercancía sexual, como una cosa que da satisfacción sexual al hombre, perpetuando la idea de hombre sujeto y mujer objeto.

Maggie O´Neill, socióloga inglesa y autora del libro Feminism and Prostitution, Towards a Politic of Feeling, sostiene que la prostitución y la industria del sexo son instituciones profundamente integradas en las estructuras políticas, sociales, culturales, y por supuesto, enraizadas en el capitalismo. Pero la presunción de que toda prostitución es una manera de explotación por aquellos que controlan el negocio (hombres) no siempre se cumple. El significado cultural de la prostitución se relaciona con la trata y el sexo coercitivo, y si bien es cierto que esto existe, no es la norma.

El grupo de expertos contra el tráfico de personas en el Consejo de Europa (GRETA) presentó un informe en 2013 sobre España, en el que se destaca la imperante necesidad de distinguir trata con fines de explotación sexual por un lado, y prostitución por el otro. En este documento también se critica la aplicación del Convenio en España, ya que el Estado centra su lucha contra la trata de mujeres con fines de explotación sexual, pero deja de lado la trata con otros fines de explotación laboral. Por último, afirma que es erróneo sostener que un 90% de prostitutas sean víctimas de trata, ya que no existen estudios que avalen esta cifra.

Hoy en día, cada vez más trabajadoras sexuales intentan combatir el significado tradicional de prostitución como sinónimo de trata y lo reafirman como trabajo libre del dominio del hombre. La prostitución independiente es resultado de la iniciativa de muchas mujeres que, siendo conscientes de que su sexualidad puede ser rentable, han hecho uso del orden establecido y le han dado la vuelta a los términos capitalismo patriarcado. Las trabajadoras sexuales se benefician del voyerismo y el capitalismo mainstream de la sexualidad femenina, vendiéndole al hombre el acceso a su cuerpo. Es un trabajo elegido libremente como respuesta a una necesidad económica en el contexto de una sociedad consumista y un marco social heteropatriarcal. El trabajo sexual, abordado desde un punto de vista feminista, deja espacio para el empoderamiento, ya que las mujeres adquieren un sentido de estar en control de sus propios cuerpos y estar en control del encuentro con el cliente. Estas mujeres rechazan el sexo tradicional como dominación masculina y lo utilizan como táctica para desestabilizar el patriarcado. Ellas son una amenaza en tanto que, por el hecho de tener vagina, pueden ganar dinero y ser independientes.

Las prostitutas, desde el activismo, reafirman la necesidad de descriminalización y regulación de la profesión, y luchan para que el debate sobre prostitución se aleje de los discursos de delito y pecado y se centre en el debate de trabajo y derechos laborales. De hecho, el Estatuto de Trabajadores Autónomos permite que las trabajadoras sexuales se puedan dar de alta como autónomas y acceder a algunas prestaciones. Gloria Poyatos, abogada laboralista y jueza, en el año 2008 se dio de alta como prostituta en la Seguridad Social para demostrar que era legal. En su libro La prostitución como trabajo autónomo, argumenta: “Si el ejercicio libre de la prostitución pertenece al ámbito de la libertad individual de la persona y a su libertad sexual, no existen argumentos racionales, al menos de carácter laico, para omitir su regulación jurídica, dentro de las coordenadas de un Estado Social y democrático de Derecho, donde el trabajo es un derecho y un deber que viene acompañado por la libre elección de profesión u oficio, así como a la promoción a través del trabajo y de una remuneración suficiente para satisfacer las necesidades de los trabajadores y las de su familia, tal y como se enuncia en el artículo 3 de nuestro texto constitucional”.

En España, muchas trabajadoras sexuales ya han optado por esta opción y manifiestan que cotizar por su trabajo es el comienzo para acabar con el estigma en la profesión. Joana y Pepita son sólo dos ejemplos.

Joana

Joana empezó en la prostitución porque, debido a sus estudios, solo tenía acceso a trabajos precarios. Trabajó como escort durante 10 años y posteriormente hizo un curso de quiromasaje. Ahora, trabaja en un piso que tiene dado de alta como local comercial, donde realiza sus servicios de masajista erótica. Joana cuenta que se crió en la Mina, barrio gitano y culturalmente muy machista “ahí una puta era lo peor, ya no solo una prostituta, una chica que no se casara virgen ya era una puta. Yo me crié de esa manera, y para llevar el estigma te tienes que reeducar en ese sentido. Lidiar con el estigma es un proceso, de hecho, al principio lo combinaba con trabajos precarios, me prostituía solo cuando no tenía trabajo. Me llegué a sacar un curso de Marketing y Publicidad y encontré un trabajo de administrativa comercial. El problema era que allí las chicas me hicieron bullying, fue un sinvivir. A partir de ahí, dije que prefería el mundo de la prostitución, esto no lo había vivido en ningún piso o en ningún club, allí había mucho más compañerismo”. Afirma que el trabajo sexual la ha empoderado como mujer, y desmiente que las prostitutas se limiten a hacer lo que el hombre dispone. “El filtro que utilizo para escoger a mis clientes es que sean educados, respetuosos, y que no me pidan nada que no me guste hacer, o que simplemente no realice. Eso también es profesionalizarse, yo hago esto y punto”.

Joana, aparte de su profesión como masajista erótica, es patinadora y participa como stopper en las rutas que organiza la Asociación de Patinadores de Barcelona. También es activista política. Su inquietud se manifiesta asimismo en su defensa por los derechos laborales de las prostitutas “a estas alturas no merece la pena pagar autónomos, pero no cotizar tampoco es una solución, la solución es una cooperativa”. Joana habla de la cooperativa como remedio al problema de los altísimos precios que las prostitutas tienen que pagar para anunciarse en foros, además del precio de la habitación donde trabajar. “Dentro de la cooperativa, mi idea es que haya un fondo para crear un directorio donde nos podamos anunciar todas, así como para alquilar pisos para trabajar. Si nos juntásemos por lo menos unas cincuenta, podríamos crear un fondo a base de unas cuotas bastante asumibles. Lo tendríamos todo cubierto, y no sería un precio abusivo”.

Pepita

Pepita es la única geisha de Barcelona, prostituta y masajista erótica, se ha formado en el reiki japonés y ha reinventado su servicio aplicando esta disciplina a sus encuentros con los clientes. “Antes de inventar este servicio yo intentaba hacer un servicio de trabajo sexual y amoldarme a lo que se suponía que tenía que ser una masajista erótica. Desde la estética, el comportamiento, el tipo de servicio… todo estaba muy centrado en el cliente, dejándome a mí de lado por completo. Yo no estaba a gusto, teniendo que olvidarme de mí, y despersonalizándome por encarnar algo que yo no era. El reiki me ayudó a reinventar todo mi servicio. Una de las cosas en las que yo estaba en desacuerdo era que estaba todo muy centrado en la genitalidad, la gente venía a descargar sus emociones a través del sexo, entonces vi que con el reiki se podía enfocar de otra manera, en vez de canalizarlo todo a través del sexo, equilibrar el cuerpo y llegar a la sexualidad de otra manera”.

Saisei-chan (así es como se hace llamar en japonés) participa en mesas redondas y debates sobre la prostitución, y es muy crítica con el feminismo abolicionista que intenta minar a las prostitutas con la culpa. “Para mí es muy extraño un feminismo que engrosa el discurso que permite que las instituciones heteropatriarcales actúen en la vida de las mujeres. Resulta que el feminismo que defiende los derechos de las trabajadoras de Zara a mí me acusa de estar fomentando la trata. Es una cuestión de putofobia de la que se sirve el abolicionismo, esto y que la sexualidad de las mujeres sigue siendo tabú, no se nos ha enseñado a adueñarnos de nuestra sexualidad”. Apunta que la prostitución le ha enseñado dónde estaban las fallas de su educación como mujer, por donde el patriarcado podía manejarla a través de la relación con su cuerpo, en la relación con los hombres y en la relación con ella misma, “precisamente por pasar por una situación de estigma que me llevaba al límite, he tenido que detectar qué era lo que me hacía llegar al límite, y si tenía sentido que yo fuera manipulable. Esto me ha fortalecido muchísimo”.

Saisei-chan es autónoma desde hace casi dos años, paga una cuota fija más un 20% de IRPF y un 21% de IVA, “yo doy un 41% al estado, un estado que no deja de hacer leyes contra de mi colectivo. Invierto en lo público para que las personas que me discriminan y estigmatizan puedan tener sanidad y educación públicas, y esto es algo que se olvida”. Pepita es además licenciada en Filología Francesa y actualmente está estudiando Psicología a distancia. “Para mí, ejercer como psicóloga de trabajadoras sexuales sería lo que le daría sentido a mi vida. El problema es que me tengo que amoldar al código deontológico y el reiki es una práctica que no está reconocida por la Escuela Oficial de Psicólogos, y a mí me resulta mucho más efectivo hacerle un tratamiento reiki a una persona que hablar durante no sé cuánto tiempo. Quizás el título me sirve para tener una autoridad, poder decir que sé de lo que estoy hablando cuando hablo de la psicopatologización de las prostitutas”.

El ejercicio voluntario de la prostitución no es ilegal en España, y en el art.187 del Código Penal solo se tipifican los delitos de proxenetismo y trata con fines de explotación sexual. Pero el trabajo sexual sigue siendo una profesión estigmatizada, las putas sufren discriminación, son marginalizadas y victimizadas.

Cristina Garaizábal, psicóloga especialista en terapias de género y cofundadora del colectivo Hetaira, en el libro La prostitución a debate menciona que socialmente se sigue esperando que las mujeres tengamos una sexualidad menos explícita que la de los hombres, por lo que las prostitutas violan dos reglas sagradas: tomar el espacio público para sus negocios y visibilizar su carácter sexual sacando la sexualidad del terreno de lo privado.

La prostitución en España aún no está considerada como profesión y el estigma influye negativamente en la igualdad de oportunidades. Muchas trabajadoras sexuales continúan en el anonimato o utilizan nombres artísticos porque ejercer la prostitución puede tener repercusiones muy duras, como no ser contratada en otros trabajos o que sea un agravante para que te quiten a una hija. El estigma y los prejuicios sociales impiden comprender qué instrumentos son necesarios para la regularización de la profesión. Por eso, en ciudades como Barcelona las asociaciones de trabajadoras sexuales hacen el trabajo que se debería de realizar desde las administraciones, asesoran a aquellas que se quieren iniciar en la profesión y, actualmente, varias trabajadoras sexuales españolas se reúnen para construir un sindicato a nivel estatal.

 

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Alba Cambeiro es periodista. @caaambeiro