«El estigma social es el principal problema de la prostitución»

Por Mikel Muez

Pamplona – 19 de octubre de 2003

https://elpais.com/diario/2003/10/20/paisvasco/1066678810_850215.html
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Dolores Juliano, antropóloga, acaba de jubilarse como profesora de la Universidad de Barcelona. Nacida en Argentina y residente en España desde 1977, se especializó en la investigación de minorías étnicas y temas de género, y acaba de publicar el libro La prostitución, el espejo oscuro. Ha participado en Pamplona en un seminario sobre prostitución.

Pregunta. ¿Por qué dice que el estigma es más dañino para las prostitutas que su actividad?

Respuesta. El estigma es una marca externa a partir de la cual se determina una conducta social respecto a una persona o grupo. Es lo que ocurre con las personas que se dedican al trabajo sexual. Por el hecho de dedicarse a ello la sociedad considera normal privarles de determinados derechos, se les desvaloriza como personas y ese prejuicio las estigmatiza. Tiene una función represiva.

P. ¿Hasta el punto de constituir su principal problema?

R. Sí. La prostitución, desde el punto de vista laboral, no es peor que otras actividades que pueden ejercer personas con escasa formación o posibilidades laborales. La prohibición no es ninguna solución. Recordemos que más del 80% del paro registrado es paro femenino. Otros trabajos tradicionalmente femeninos, la limpieza, el cuidado de los niños, enfermos, ancianos, siguen estando mal pagados y carecen de contratación. La prostitución es uno más entre los muchos trabajos pesados y mal pagados. Se diferencia de ellos en que está un poco mejor pagado y mucho peor visto porque están estigmatizadas.

P. ¿Se puede superar ese estigma?

R. Hay que tender puentes que permitan expresarse a las personas que se dedican a ello, que recuperen el derecho a hablar y que se les interrogue con la misma seriedad y respeto que a personas de otras profesiones.

P. ¿La legalización de la prostitución aportaría ventajas?

R. Sí, porque la ilegalidad genera indefensión. La prostitución existe. Si no se reconoce su existencia se genera un margen de arbitrariedad en términos policiales y sociales y se impide a las mujeres defenderse.

P. ¿El término reinserción es aplicable a las prostitutas?

R. No nos gusta ese término. No son delincuentes.

(…)

El Territorio del Norte (Australia) se convierte en el primer lugar del mundo en proteger explícitamente a las trabajadoras sexuales de la discriminación

25 de noviembre de 2022

Northern Territory becomes first place in the world to explicitly protect sex workers from discrimination

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Hoy, 22 de noviembre de 2022, las trabajadoras sexuales del Territorio del Norte y de toda Australia celebran la aprobación del proyecto de ley de enmienda contra la discriminación de 2022 en el Parlamento de NT. Esto coloca a NT como el primer lugar en el mundo en brindar protecciones explícitas contra la discriminación para el «trabajo sexual» y la «trabajadora sexual», e incluye a nuestras familias y asociados y trabajadoras sexuales actuales y pasadas. Nombrar explícitamente estos atributos reconoce el estigma único que experimentamos como trabajadoras sexuales, y que nosotras y nuestro trabajo a menudo somos tratados de manera diferente a otros tipos de trabajo, incluso cuando nuestro trabajo está despenalizado.

Al proteger a las trabajadoras sexuales y nuestro trabajo dentro de la Ley Antidiscriminación de NT de 2022, el gobierno laborista ha garantizado la realización de la Ley de Objetos de la Industria del Sexo de 2019 al reconocer el trabajo sexual como una forma legítima de trabajo que debe regularse a través de la normativa estándar para las empresas, las normas de salud y seguridad en el trabajo, y otras protecciones laborales para salvaguardar la seguridad y los derechos de las trabajadoras sexuales. Scarlet Alliance Australian Sex Workers Association, Sex Worker Outreach Program (SWOP NT) y Sex Worker Reference Group (SWRG) proporcionaron pruebas exhaustivas y estudios de casos que demostraron discriminación sistémica contra las trabajadoras sexuales y nuestro trabajo, a lo largo de los extensos procesos de consulta del Gobierno del Territorio del Norte.

“Nos gustaría agradecer al Gobierno Laborista del NT, y en particular, a lo largo de toda nuestra intervención, a los Ministros que han ocupado el cargo de Fiscal General, Ministro en jefe Honorable Natasha Fyles, Honorable Selina Uibo, y a la actual Fiscal General Honorable Chansey Paech por escucharnos y escuchar nuestros problemas e inquietudes a lo largo del proceso de lograr protecciones para las trabajadoras sexuales que trabajan en el NT”, dice Leanne Melling, coordinadora de SWOP NT. .

La CEO de Scarlet Alliance, Jules Kim, afirma: “Este es un día trascendental para todas las trabajadoras sexuales y establece un ejemplo positivo de que las trabajadoras sexuales son miembros valiosos de la comunidad, que merecen derechos y protecciones contra el vilipendio y la discriminación y mecanismos de reparación. Estas reformas críticas continuarán demostrando la importancia de las asociaciones de mejores prácticas entre las trabajadoras sexuales y el gobierno y, con suerte, inspirarán campañas similares para protecciones sólidas contra la discriminación para las trabajadoras sexuales y nuestro trabajo y para la despenalización total del trabajo sexual en otros estados y territorios de Australia. .”

Proposición de ley para los derechos de las personas que ejercen el trabajo sexual y otras enmiendas a la proposición de Ley Orgánica para prohibir el proxenetismo

Congreso de los Diputados, Carlos Gutiérrez Vicén.

ENMIENDA NÚM. 1

Mireia Vehí Cantenys
(Grupo Parlamentario Mixto)

A la Mesa de la Comisión de Justicia

El Grupo Parlamentario Mixto al amparo de lo dispuesto en el artículo 110 y siguientes del Reglamento de la Cámara, presenta la siguiente enmienda a la Proposición de Ley Orgánica por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, para prohibir el proxenetismo en todas sus formas.

Palacio del Congreso de los Diputados, 5 de septiembre de 2022.—Mireia Vehí Cantenys, Diputada del Grupo Parlamentario Mixto (CUP-PR) y Portavoz adjunto del Grupo  Parlamentario Mixto.

Enmienda a la totalidad de texto alternativo

Texto que se propone:

Proposición de ley para los derechos de las personas que ejercen el trabajo sexual.

Esta proposición de ley parte de una perspectiva pro derechos en relación con la prostitución, y  persigue un objetivo fundamental: la garantía de derechos fundamentales de todas las personas que ejercen el trabajo sexual.

El derecho internacional es…

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Haz clic para acceder a BOCG-14-B-250-4.PDF

Carol Leigh, who sought greater rights for sex workers, dies at 71

By Brian Murphy

November 18, 2022

https://www.washingtonpost.com/obituaries/2022/11/18/carol-leigh-sex-work-dies/

Carol Leigh

Carol Leigh in 1996. (Frederic Larson/AP)

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When Carol Leigh attended an anti-pornography conference in 1982, she was troubled by the way participants described their opposition to the “sex-use industry.”

For Ms. Leigh, the term bothered her personal sense of feminism and empowerment — shaped by a turbulent stretch of years that led her from creative writing studies in Boston to a job at the Hong Kong Massage Parlor on San Francisco’s O’Farrell Street.

“I said, ‘No, we should call it ‘sex work’ because that’s what the women do,” Ms. Leigh recalled in a 2017 oral history. “We’re supposed to be feminists. Why are we calling it ‘sex use?’”

Her off-the-cuff phrase took hold. Within years, “sex work” entered the global lexicon of academics, researchers and writers to describe activities from high-end brothel services to streetside pickups. The term also came to represent the movement, championed by Ms. Leigh, for greater labor rights, health protections and public representation for sex workers.

“I knew we needed a word that was different than prostitute,” wrote Ms. Leigh, who died Nov. 16 at her home in San Francisco at 71.

Over more than four decades, Ms. Leigh established herself — sometimes in the guise of her bawdy stage persona, Scarlot Harlot — as one of the leading advocates for sex workers in the Bay Area and as an important ally for groups around the world on issues such as human trafficking and transgender rights.

Ms. Leigh, with red hair and a firebrand personality, cut a colorful swath. She brought a mix of performance art, civil disobedience and political networking with outreach to the homeless, transgender communities and others. Her style was influenced by San Francisco’s brand of audacious activism such as the Sisters of Perpetual Indulgence, a street ministry and outreach group known for its nun-meets-harlequin costumes.

Ms. Leigh debuted her boa-draped, bustier-plumped character in the one-woman show “The Adventures of Scarlot Harlot.” First performed in 1983, it explored her experiences in sex work and revealed the profession to be one that, at its core, was one like any other, with workers focused on safety and security on the job. Ms. Leigh, as Scarlot, shouted: “Sex workers unite!”

“I’d wander into the audience and ask them what they did for a living and sneer, saying they were whores, too,” Ms. Leigh wrote in an autobiographic sketch.

As “Mom,” wearing a headscarf and leopard-print fur, Ms. Leigh appeared on a local-access channel in Arizona amid the AIDS crisis in the mid-1980s to remind sex workers about the importance of using condoms. In 2005, Ms. Leigh (again as Scarlot) set up a booth at a San Francisco Christmas bazaar selling sex toys and other X-rated gifts to help the Exotic Dancers Education Project, a program to help with issues such as filing taxes and «avoiding sex worker burnout.»

With the Bay Area Sex Worker Advocacy Network, a group co-founded by Ms. Leigh, she worked with another former sex-worker, Margo St. James, on initiatives to decriminalize prostitution and protect sex workers from abuse.

There were successes. In 2013, California said that sex workers who were attacked or raped would qualify for help under the state’s worker compensation fund. Gov. Gavin Newsom (D) signed a law in 2019 that gives sex workers the ability to report crimes without risk of arrest for prostitution.

Ms. Leigh helped dancers at a San Francisco club, Lusty Lady, bargain for their first labor contract in 1997.

“Leigh argued that until sex workers are included in the conversations about feminism, sexuality and legality — conversations from which they have historically been excluded — sex workers will remain fragmented rather than collective, and stigmatization will abound,” said a statement from the Britain-based Sex Worker Advocacy and Resistance Movement.

At times, Ms. Leigh noted she would still see some of her “old clients” for a paid tryst.

“I’m aiming to be the oldest woman in the oldest profession,” she once said.

«Desperate»

Carol Leigh was born on Jan. 11, 1951, in Manhattan and was raised in Jackson Heights in Queens. She recounted feeling insecure about her body image as a child, seeing beautiful women on television and sneaking peeks at her father’s pornographic magazines, stashed under the stairs.

“Then I noticed injustice, classism and the patriarchy,” she wrote.

She graduated in 1974 from Empire State College, part of New York’s state university system, with a degree in creative writing. She enrolled in further writing classes at Boston University with professors including Pulitzer Prize-winning poet Anne Sexton, who took her own life in October 1974 shortly after the semester began.

In 1978, Ms. Leigh moved to San Francisco, first finding work at a restaurant and then noticing options for sex work.

“I saw ads for sex massage girls,” she wrote. “I thought I was desperate, so why don’t I just go there and do it? I went to the sleaziest parlor, to make sure I picked one that wasn’t selling anything else, like glamour.”

A year later, Ms. Leigh was raped by two men, but did not report the attack because she feared the massage parlor would be closed, she recounted.

“The fact that I couldn’t go to the police to report the rape meant that I was not going to be able to protect other women from these rapists,” she told the San Francisco Chronicle in a 1996 interview. “And I vowed to do something to change that.”

She joined St. James’s group, COYOTE (Call Off Your Old Tired Ethics), and soon began establishing her own activist identity. At a meeting of the National Organization for Women, Ms. Leigh arrived with a bag over her head with the message: “This paper bag symbolizes the anonymity prostitutes are forced to adopt.” She carried an oversize purse with the slogan “Be Nice to Sex Workers!” and openly discussed her bisexuality.

In the mid-1980s, Ms. Leigh decided to give Texas a try. “I’d sing about safe sex and educate people who weren’t thinking enough about AIDS,” she wrote. She got as far as Tucson, where her car broke down. She scanned the personal ads and met an artist, who introduced her to the staff at Tucson Western International Telethon, a local-access cable show known by its acronym “Twit.”

Ms. Leigh — or rather her characters Scarlot Harlot, Mom and others — joined the show’s weekly two-hour comedy and variety lineup. Along the way, she picked up video skills used in later work, including a short film on sexual abuse “Yes Means Yes, No Means No” (1990). In 1999, she founded the San Francisco Sex Worker Film & Arts Festival.

Among her literary work was “Unrepentant Whore: The Collected Writings of Scarlot Harlot” (2004) and “Inventing Sex Work,” (2010).

“I’d studied Hemingway, and Hemingway went to war to write about it,” Ms. Leigh wrote. “I decided to do the same with prostitution.”

Ms. Leigh’s papers will be archived at Harvard University’s Schlesinger Library on the History of Women in America, said Kate Marquez, the executor of her estate. Ms. Leigh was battling cancer, said Marquez, who confirmed her death. She is survived by a brother.

“People have spoken about coining a term,” Ms. Leigh said in the 2017 oral history with the AIDS-HIV activist group ACT UP. “I also feel like I helped launch an identity.

“There’s always been that identity of sex worker libertine really, or a sex worker who’s not ashamed and that’s part of it,” she continued. “But to launch it as a contemporary identity rooted in labor is something that hadn’t happened before.”

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By Brian Murphy

Brian Murphy joined The Washington Post after more than 20 years as a foreign correspondent and bureau chief for the Associated Press in Europe and the Middle East. Murphy has reported from more than 50 countries and has written four books.

Carol Leigh, que buscó una nueva visión de la prostitución, muere a los 71 años

Se tomaba en serio los temas relacionados con el sexo por dinero. Pero también habló a través de un personaje divertido al que llamó Scarlot Harlot.

Por Neil Genzlinger

18 de noviembre de 2022

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Carol Leigh, quien buscó cambiar la imagen y el trato recibido de las trabajadoras sexuales -un término que generalmente se le atribuye haber acuñado- tanto a través del activismo en general como de sus coloridas actuaciones y escritos bajo el nombre de Scarlot Harlot, murió el miércoles en su casa en San Francisco. Tenía 71 años.

Kate Márquez, su albacea, dijo que la causa fue el cáncer.

La Sra. Leigh (pronunciado «li») comenzó a trabajar como prostituta después de mudarse a San Francisco desde la costa este en 1978. En una entrevista de 1996 con The San Francisco Examiner, dijo que se sintió impulsada al activismo en 1979 después de que dos hombres la violaran en el estudio de sexo donde trabajaba, lo que la llevó a darse cuenta de que si denunciaba el crimen, el establecimiento sería cerrado, dejándola a ella y a otras mujeres sin empleo.

“Me volví muy, muy dedicada a cambiar las condiciones para que otras mujeres no tuvieran que lidiar con lo que yo enfrenté”, dijo.

En ese momento, la prostitución rara vez se consideraba como algo más que un delito, y los hombres y mujeres que vendían sexo eran vistos como delincuentes, aunque a menudo habían sido forzados a trabajar por los traficantes o las circunstancias.

La Sra. Leigh se encontraba entre un grupo de activistas que propusieron un punto de vista diferente, un punto de vista capturado en el eslogan que adoptó el movimiento: “El trabajo sexual es trabajo”. Argumentó que algunas personas se dedicaban a la prostitución por elección y que muchas transacciones de sexo por dinero (el negocio de las escorts, por ejemplo) no eran los tratos callejeros que imaginaba el público en general.

Su punto, expresado a veces con humor, era alentar un replanteamiento de las posibles relaciones entre el sexo y el comercio.

“Hay tantas mujeres que se ganan la vida en el negocio del sexo y que no lo admiten”, le dijo a The Arizona Daily Star en 1985. “Las bailarinas en topless son trabajadoras sexuales, por ejemplo. Y todos hemos escuchado la historia de la esposa que tiene relaciones sexuales con su esposo para conseguir un refrigerador nuevo”.

La Sra. Leigh se atribuyó el mérito de introducir el término “trabajo sexual” como una forma alternativa de describir el negocio de las prostitutas y otros. En «Inventing Sex Work», un ensayo que contribuyó a la colección «Whores and Other Feminists» (1997, editado por Jill Nagle), la Sra. Leigh recordó una conferencia organizada por «Mujeres contra la violencia en la pornografía y los medios» a la que asistió en San Francisco a finales de los 70 o principios de los 80. El título de un taller relacionado con la prostitución, dijo, usaba el término “industria del uso del sexo”.

“Las palabras sobresalían y me avergonzaban”, escribió. “¿Cómo podía sentarme entre otras mujeres como una igual política cuando estaba siendo cosificada de esa manera, descrita solo como algo usado, oscureciendo mi papel como actora y agente en esta transacción?

“Al comienzo del taller”, continuó, “sugerí que el título del taller debería ser ‘Industria del trabajo sexual’, porque describía lo que hacían las mujeres”.

Ahora la frase es de uso común y se le atribuye haber ayudado a replantear los continuos debates sobre el tema.

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“Me volví muy, muy dedicada”, dijo Leigh una vez, “a cambiar las condiciones para que otras mujeres no tuvieran que lidiar con lo que yo enfrenté”. Crédito… Annie M. Sprinkle

“Carol Leigh fue -y siempre será- un elemento básico en el movimiento por los derechos de las trabajadoras sexuales”, dijo por correo electrónico Jenny Heineman, profesora de sociología y antropología en la Universidad de Nebraska Omaha y que ha escrito sobre el trabajo sexual y el feminismo. «Sin rehuir las conversaciones difíciles, acuñó el término ‘trabajo sexual’ para encapsular los desafíos cruzados que enfrentan las trabajadores estigmatizadas y criminalizadas en todo el mundo».

Carol Leigh (un nombre que adoptó cuando se mudó a San Francisco; mantuvo su nombre de nacimiento en privado) nació el 11 de enero de 1951 en Queens. Describió a sus padres como “exsocialistas desencantados”.

“Me crié con historias desalentadoras sobre el fracaso de las luchas políticas”, escribió en “Inventing Sex Work”.

A principios de la década de 1970, descubrió autoras feministas como Betty Friedan y Kate Millet. Según el perfil de 1996 en The Examiner, obtuvo una licenciatura en Empire State College en 1974. Luego estudió escritura creativa en la Universidad de Boston y fundó un grupo de escritura de mujeres en el que se discutían y debatían ideas feministas.

“Para 1978 ya estaba harta de la atmósfera mezquina y represiva de Boston”, escribió. Se mudó a San Francisco, donde esperaba explorar una vida en las artes.

“Mis amigos que eran artistas trabajaban en restaurantes”, dijo Leigh a The Examiner. “Los miré y pensé, no quiero trabajar en restaurantes. Soy una artista, quiero explorar la vida. Entonces, para mí, inicialmente, la prostitución fue una investigación. También era pobre y me sentía desesperada en ese momento”.

Cuanto más se adentraba en la vida de la prostitución, más sentía una desconexión entre sus experiencias y las doctrinas feministas que había defendido.

“El análisis feminista de la prostitución como el estado supremo de la opresión de la mujer no encajaba con la fuerza y las actitudes expresadas por las diversas mujeres que conocí”, escribió.

“Muchas lesbianas habían ‘salido del armario’ como lesbianas”, agregó, “pero ¿dónde estaba la prostituta en esta nueva mujer que habíamos estado inventando? Fue degradada y cosificada nuevamente por la retórica feminista”.

A principios de la década de 1980, la Sra. Leigh desarrolló un espectáculo de una sola mujer, «Las aventuras de Scarlot Harlot», que presentó en San Francisco y en otros lugares. En él contó historias de su vida laboral, abogó por un lugar en la mesa feminista y sugirió que el sexo por dinero quizás no era tan diferente de lo que la audiencia hacía por dinero.

También vendió su propia marca de perfume, Whore Magic, y otras novedades. Cuando hablaba en eventos, a veces repartía pegatinas de colores que decían «Poder puta» o «Sé amable con las prostitutas».

Pero se tomó en serio la despenalización, la atención médica, los intercambios de jeringas, la reducción de la población carcelaria, cómo se debe tratar el SIDA y otros temas relacionados con el trabajo sexual, y la tomaron en serio. A mediados de la década de 1990, sirvió en una comisión sobre prostitución creada por la Junta de Supervisores de San Francisco, y en 2008 fue una de las defensoras más activas de la Proposición K en San Francisco, una medida electoral que habría tenido el efecto de despenalizar la prostitución en la ciudad. Fracasó. Sus oponentes incluían a la fiscal de distrito de la ciudad en ese momento, Kamala Harris.

A la Sra. Leigh le sobrevive un hermano, Phillip.

La Sra. Leigh hizo videos, organizó exhibiciones de arte de trabajadoras sexuales y en 2003 publicó «Unrepentant Whore: The Collected Work of Scarlot Harlot». Annie Sprinkle, ex actriz de películas con clasificación X que ahora es artista de performance y educadora sexual, resumió el impacto de la Sra. Leigh.

“Inspiró y empoderó a legiones de trabajadoras sexuales en todo el mundo que continúan llevando su antorcha”, dijo por correo electrónico. “Sin duda, Carol Leigh continuará su trabajo desde ese gran burdel en el cielo, donde las prostitutas están seguras y son veneradas y felices”.

En España, la trata fue abolida en el siglo XIX

 

 

30.- ¿Qué es la «trata de personas»? 

Trata es la compraventa de mercancías.

No puede existir “trata de personas” (o “trata de seres humanos”) si esas personas no han sido reducidas previamente a la condición de esclavos (y, por tanto, de mercancías) en virtud de leyes de esclavitud vigentes en un momento y en un Estado concretos. Esas leyes respaldan el derecho de propiedad de unas personas sobre otras y garantizan con los tres poderes del Estado el derecho de las primeras a comprar y vender a las segundas: si un esclavo se escapa, la policía se encarga de detenerlo y devolverlo a su propietario.

En España, la esclavitud fue abolida en el siglo XIX: hoy, no hay ni esclavitud ni trata.

Aunque la propaganda institucional abolicionista intenta hacer creer que las víctimas de lo que el actual Código Penal llama «trata de seres humanos» son mujeres secuestradas y violadas, como si esta llamada «trata» fuera una auténtica trata, la realidad es que la condición indispensable para que una mujer pueda llegar a ser considerada víctima de «trata» es que haya existido libre consentimiento, ya que, si no hubiera existido el libre consentimiento, los delitos serían de secuestro y violación, claramente tipificados en el Código Penal.

Los vicios del consentimiento que pueden invalidar éste ya están contemplados en nuestro sistema jurídico: no es lo mismo un consentimiento invalidado por iniciativa de la persona titular del bien jurídico protegido —la libertad sexual, la libertad de empresa, el derecho al trabajo— que consigue demostrar que su consentimiento fue viciado que un consentimiento despreciado por la ley como “irrelevante” violando la dignidad de la persona que lo dio libremente.

La expresión “explotación sexual”  que menciona el Código Penal como finalidad de la «trata» no ha sido definida ni en la legislación internacional ni en la nacional. Eso viola el principio de legalidad, creando una situación de inseguridad jurídica incompatible con el Estado de Derecho.

Por eso, una de las reivindicaciones en que se concreta nuestra lucha por la total despenalización del trabajo sexual es la supresión del párrafo b) del artículo 177 bis del Código Penal (De la trata de seres humanos) que dice “La explotación sexual, incluyendo la pornografía.”

Basta con las leyes generales que nos protegen contra el secuestro, la violación y los vicios del consentimiento en defensa de nuestra plena y responsable libertad personal.

Del Putecismo

 

Karina Núñez después de los ataques sufridos dijo que seguirá «luchando con las mismas fuerzas de siempre»

10 de noviembre de 2022

https://www.pitcnt.uy/novedades/noticias/item/5169-karina-nunez-despues-de-los-ataques-sufridos-dijo-que-seguira-luchando-con-las-mismas-fuerzas-de-siempre

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La activista por los derechos de las trabajadoras sexuales y dirigente de sindicato OTRAS, Karina Núñez, fue víctima de violencia física y verbal por parte de un grupo autodenominado como “feministas abolicionistas”, en el transcurso de su participación en el XV Foro Feminista, un evento internacional desarrollado en la ciudad de Buenos Aires.

Desde el sindicato OTRAS, se manifestó el “repudio absoluto a este tipo de prácticas que van contra la mirada histórica de los feminismos, por nuestro derecho a vidas libres de violencias y por lo cual, entre nosotras, lo fundamental debería ser el respeto, aún en las diferencias”.

El sindicato exhortó a “poner énfasis en la necesidad de construir espacios seguros y encontrarnos más unidas que nunca porque el enemigo no son nuestras hermanas de lucha”.

En tanto Karina Núñez, en diálogo con el Portal, notoriamente afectada por lo vivido en Buenos Aires, señaló su profundo dolor por los episodios de violencia que tuvo que vivir y porque en especial, “no me dejaron ni siquiera hablar, no me escucharon, no tuve la oportunidad de defenderme y explicar nuestra posición”.

Cabe recordar que Núñez es una reconocida activista compatriota que desde hace décadas viene construyendo un camino en defensa de los derechos de las trabajadoras sexuales, y esto le ha llevado a tener que enfrentar distintos tipos de amenazas y episodios de violencia por parte de algunos proxenetas de la trata de personas. “Me tuve que enfrentar con proxenetas, fiolos y milicos y nunca sentí tanta rabia e impotencia como ayer en Buenos Aires”, indicó.

Núñez dijo al Portal que la violencia que ejercieron las militantes autodenominadas como “feministas abolicionistas” dolió “mucho más que una trompada”.

La activista consideró que el linchamiento que sufrió cuando se disponía a hablar en el VX Foro Internacional Feminista, fue un acto de cobardía “por parte de un grupito ínfimo de descerebradas que no tuvieron la valentía de escuchar lo que yo tenía para decir”.

Núñez recordó a quien la quiera escuchar, que Uruguay “es el único país regulacionista del trabajo sexual (Ley 17.515) y desconocer una norma legislativa a los gritos es violencia”.

Reiteró que

“no estamos a favor de la prostitución, pero tampoco de que nos silencien y anulen en un evento que se supone recoge todas las voces de América”.

No obstante, los episodios de violencia no se limitaron a las agresiones que padeció la dirigente de OTRAS, sino que otras representantes de diversas organizaciones también fueron abucheadas y también fueron víctimas de violencia por parte de este grupo de “feministas abolicionistas”.

Núñez contó al Portal sindical que “compañeras que trabajan desde hace años junto a víctimas de trata (de personas), ante la mínima referencia al trabajo sexual, fueron interrumpidas por gritos, insultos y agravios”.

Por último, Núñez reafirmó su compromiso de “seguir luchando con las mismas fuerzas porque estoy convencida que el camino que estamos desarrollando en Uruguay es el correcto. Si hay compañeras que no quieren escuchar razones de quienes trabajamos en contra de la trata desde hace años y nos enfrentamos una y mil veces a los proxenetas cara a cara, allá ellas”.

Georgina Orellano: «Puta es nuestra identidad política»

La presidenta de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina presentó ayer su novela «Puta Feminista. Historias de una trabajadora sexual» en el Ateneo «Néstor Kirchner». Habló del libro, de su vida y de su lucha.

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Crédito: Marcelo Kehler

Daniel Lovano – dlovano@elpopular.com.ar

12 de noviembre de 2022

https://www.elpopular.com.ar/nota/14598/2022/11/georgina-orellano–puta-es-nuestra-identidad-politica
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Antes, y no hace demasiado de esto, sus voces no eran escuchadas, sus vidas no contaban y sus muertes a manos de las mafias o de la violencia institucional mucho menos.

Georgina Orellano es hoy la voz más fuerte en la Argentina de las que no tenían voz.

Esta parte de su historia, como trabajadora sexual, empezó a los 19 años cuando se sintió atraída por el misterio de Silvana, la mamá de los niños que cuidaba.

«Decidí ejercer el trabajo sexual cuando se me presentó una posibilidad de conocer como niñera una realidad que desconocía. Tenía una mirada muy prejuiciosa y con mucho miedo de la prostitución y parte de la labor para despojarme de esos prejuicios fue empezar a escuchar las experiencias que me transmitía la mamá de los chicos que yo cuidaba» recordó.

Reportó de esos encuentros que su jefa le «contaba su día a día, sus preocupaciones, sus proyectos, el trato con el cliente, con la policía. Y empecé ahí a entender que parte de la construcción y de mi mirada tenían que ver con el desconocimiento».

Vivía por entonces con su mamá y sus 5 hermanos en un barrio popular de Presidente Derqui, se había quedado sin padre a los 7 años y la primera propuesta laboral que abordó, en una metalúrgica, le pareció poco menos que esclavista.

Tres lustros después Georgina es secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR).

Ayer, pasó por Olavarría para presentar su novela «Puta Feminista. Historias de una trabajadora sexual» y ofrecer una charla en el Ateneo «Néstor Kirchner».

«¿Por qué el libro? Porque hay muchos libros escritos sobre nosotras, porque forman parte de la cuestión narrativa estereotipos e imaginarios sociales y porque en el campo de la literatura siempre fuimos escritas desde una mirada victimizante y desde un lugar muy secundario» rechazó.

«Este texto es un campo de disputa donde las trabajadoras sexuales podamos tener un espacio propio, aportando desde nuestras experiencias, nuestra escritura y dar cuenta de que no queremos ser más objeto de estudio» reclamó.

«Somos sujetas políticas que queremos transmitir nuestro propio marco teórico, que construimos en el territorio, en el Sindicato y con estrategias» advirtió.

De esta sindicalización emergieron pros y contras: «Fue casi todo para mejor y hoy no nos pensamos por fuera del movimiento sindical. Si hubiésemos pensado en la lógica de una ONG no estaríamos donde estamos».

«Se parte de un sindicato nos dio una conciencia social, pensarnos dentro de una clase trabajadora, articular con otros sindicatos, aprender de las herramientas sindicales a las que apelaron otras organizaciones, compartir experiencias con trabajadores que tienen reconocidos sus trabajos» puntualizó Georgina.

Del otro lado, «para peor, creo que una de las cosas que seguimos padeciendo es el estigma de ser trabajadoras sexuales por ciertos sectores del sindicalismo y que nos siguen haciendo mucha mala prensa a los que nos reconocemos como sindicalistas y defendemos la herramienta sindical».

La portada del libro que la trajo a Olavarría tiene con letras de molde las palabras «Puta» y «Feminismo», sin que esto implique una contradicción, apreció.

«Creo que no hay un único feminismo. Eso lo hemos aprendido a lo largo de todos estos años de lucha. Hay muchas maneras de pensarse feminista, hay muchas corrientes dentro del propio feminismo; quienes acuerdan con nuestras reivindicaciones y quienes se oponen» expresó.

En tal sentido, Georgina opinó que «tenemos que pensar en un feminismo que dé respuestas a todas las compañeras y que haya alternativas laborales para todas, inclusive para quienes decidimos ejercer el trabajo sexual» consideró.

El título de su libro buscó dar un mensaje, reconoció: «Es parte del significado de nuestra identidad. ‘Puta’ lamentablemente es una palabra utilizada en nuestra sociedad como un insulto, pero a su vez es nuestra identidad política».

«Hay que dar una batalla cultural en ese sentido desde el lenguaje. No se utiliza en ningún otro trabajo para aleccionar a una mujer lesbiana, travesti y trans que no sea el trabajo sexual. Tiene que ver con el estigma que tiene nuestro trabajo y de allí que se emplee como un insulto» sostuvo Georgina.

El término feminista, contó, aparece en la portada «porque ha sido un recorrido que hemos transitado en la organización, de reconciliarnos con el feminismo, ser parte de él, de sus disputas en su espacio y considerarnos que lo que ya hacíamos era practicar el feminismo desde en lugar de trabajo y en el Sindicato».

Como resumen de lo que aparece en esas páginas, Georgina narró que «el libro cuenta historias tanto individuales como colectivas de las personas que ejercemos el trabajo sexual y estamos organizadas dentro de AMMAR».

«Trata de ser una herramienta para humanizarnos y para poder acercar nuestra realidad» relató en la charla previa al comienzo de su disertación.

«En primer término, nos consideramos trabajadoras sexuales, parte de una clase trabajadora que no elige libremente qué tareas realizar, que trabaja en malas condiciones, que se organiza para mejorar esas condiciones, para exigir derechos, para salir de la clandestinidad, que denuncia las principales violencias que padecemos, en este caso por ejercer un trabajo sin derechos, sin marco legal y sin presencia del Estado» sintetizó.

Sobre la publicación dio cuenta de muy buenas repercusiones y que no sólo se publicó en la Argentina, sino que fue traducido al portugués, al italiano y al croata, donde la editorial vendió los derechos, más presentaciones como la de ayer se suceden sin solución de continuidad.

Incluidas provincias andinas, del norte argentino, donde hay una historia negra de la cuestión, como La Rioja y Catamarca.

«Son sociedades muy pacatas y también muy hipócritas. Provincias en las que siempre han sabido de la historia de los cabarets, se hacía de noche y aparecían las lucecitas rojas. Después se prohibieron, las compañeras dejaron de trabajar dentro de esos establecimientos y les quedó la calle» describó.

«En la calle la respuesta de la policía fue violencia institucional, y muchas veces los municipios no han sabido abordar de manera integral esa situación tan compleja de las compañeras; se clandestinizó mucho más y se vulneraron más aún los derechos humanos» cuestionó.

Georgina y su gremio impulsan el reconocimiento de la actividad, el derecho a la obra social y a los aportes jubilatorios y -por encima de cualquier reivindicación- dejar de padecer la violencia sistemática por parte de la policía.

«El estado tiene una deuda con nosotras; nos debe derechos y nos debe políticas públicas cada vez que se acerca al Sindicato alguna compañera que sufre violencia institucional, que fue desalojada, que no tiene para comer, con procesos judiciales para quitarles sus hijos o hijas» marcó.

«Porque parece ser que como trabajadoras sexuales estamos inhabilitadas de desarrollar una maternidad plena y tenemos que rendir cuentas de si somos buenas o malas mamás. Incluso procedimientos, razzias, persecución, mucha violencia de parte de la policía, que siguen siendo parte de nuestra realidad» enfatizó.

«Todo esto cambiaría si nuestro trabajo estuviera reconocido, o por lo menos tendríamos una herramienta para defendernos» proyectó Georgina.

De madre a hijo

Fue más sencillo contarle su elección de vida a su hijo que a su madre: «Mi hijo ya tiene 15 años, va a la escuela secundaria y desde muy chico ha sabido de mi militancia y de mi trabajo».

«Primero por una decisión personal de no ocultar a qué me dedico y hablarle siempre con la verdad. Parte de esa verdad era reconocer que se trata de una actividad que no todos los entornos y espacios que transitábamos con él lo iban a aceptar» señaló Georgina.

En ese diálogo sincero había dos lugares vedados a la verdad: la casa de su madre y la escuela.

«Eso fue lo más difícil, entonces con las personas con las que se relacionaba compartía conmigo el estigma y la clandestinidad de mi trabajo, de ser hijo de una trabajadora sexual» evocó.

«Pero se ha criado en un espacio donde siempre ha estado rodeado de trabajadoras sexuales -en el Sindicato, en asambleas- y ahí tomó herramientas para defenderse ante cualquier situación discriminatoria, que por suerte no han sido muchas. Y las veces que sucedieron he tenido mucho acompañamiento en la escuela por parte de los docentes» valoró.

«Ahora que es adolescente trato de acompañarlo desde otro lugar para que tenga su autonomía y tenga la opción de contar o no el trabajo de su mamá. Pero siempre ha decidido contarlo; sus amigos y amigas que vienen a mi casa saben que yo soy trabajadora sexual y para mí eso es gratificante» asumió Georgina.

«Vivo la maternidad sin culpa» proclamó.

«Trato de acompañarlo lo más que puedo, entendiendo que tengo que trabajar y que entendí la militancia como una decisión que es parte de mi vida cotidiana y de su vida» sumó.

Esa misma relación, en el sentido contrario, fue mucho más traumática: «Fue muy difícil contarle a mi mamá que yo era trabajadora sexual».

«Ella vino a Buenos Aires desde Santiago del Estero con 14 años, a trabajar de lo que sea porque había que ayudar a la familia» reportó Georgina.

Con expresiones de admiración, reseñó que «ella fue empleada de casa particulares, se pudo jubilar hace muy pocos años, quedó viuda muy joven, con muchos hijos, apenas pudo terminar la primaria y todo eso hacía que yo tuviera miedo de que no tomara mi trabajo como lo que es, sino que antepusiera los prejuicios, el temor y el desconocimiento».

«Tuve la suerte de que me escuchó primero, me acompañó después y el resto de los años ha respetado mi militancia» consignó.

ÁNGELA VILLÓN SOBRE ASESINATOS DE TRABAJADORAS SEXUALES: “NOS ESTÁN MATANDO Y A NADIE LE IMPORTA”

La extrabajadora sexual y excandidata al Congreso fue tajante para analizar la situación que afrontan a diario.
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10 de noviembre de 2022

https://panamericana.pe/buenosdiasperu/locales/364537-angela-villon-asesinatos-trabajadoras-sexuales-matando-nadie-importa

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La prostitución no es mencionada en la Constitución ni está tipificada como delito por el Código Penal, por lo que se constituye en una actividad lícita, que puede ser calificada como trabajo, merecedora de protección constitucional y legal.

Pero en la práctica las trabajadoras sexuales sufren constantes maltratos y no encuentran respuesta muchas veces por parte de las autoridades, por lo que se sienten abandonadas.

A esto se suma el incremento de las mafias de proxenetas que no solo las explotan y extorsionan, muchas veces dejando un rastro de asesinatos en las calles de Lima.

NOS ESTÁN MATANDO

En los estudios de Buenos Días Perú, la extrabajadora sexual y excandidata al Congreso, Ángela Villón, fue tajante al señalar que: “Nos están matando y a nadie le importa”

“Le preguntamos al Gobierno cuántos cadáveres necesita para atender sus derechos (…) Sabemos que la policía está metida en esto (…) no atienden nuestras denuncias y hasta las desaparecen” agregó sobre el negocio de la prostitución en nuestra capital.

“Este abuso contra las trabajadoras sexuales no es algo resiente que llegó con la venida de mafias del extranjero, siempre ha pasado” manifestó, “El trabajo sexual en el Perú no es delito (..) somos seres humanos y hace un servicio a la comunidad”.

Ángela Villón, desde los 17 años se enroló en el comercio del sexo por lo que conoce desde adentro su problemática y considera a la prostitución como cualquier otra labor digna con la que ha podido educar a sus cuatro hijos, todos profesionales.

En otro momento la excandidata al Congreso considera que la solución inmediata es que se forme una comisión especializada para entender sus denuncias (…) ya que a la fecha hay más de 70 trabajadoras sexuales asesinadas y muchas desaparecidas”.

“Exigimos al ministro del Interior tome cartas en el asunto, somos seres humanos y nos están matando” enfatizó.