http://scarletalliance.org.au/events/1011/internationalwhoresday2010/
Hola, mi nombre es Nicolette. Soy una trabajadora sexual que se inyecta drogas y he trabajado en una variedad de entornos de la industria del sexo en distintos países durante los últimos 14 años.
Personalmente, considero un gran privilegio tener la oportunidad de hablar aquí hoy. Manifestándonos juntas aquí para celebrar el Día Internacional de las Putas, estamos honrando y reconociendo a las trabajadoras sexuales de Lyon, Francia, que el 2 de junio de 1975 fueron las primeras trabajadoras sexuales que emprendieron una acción directa de desobediencia civil para llamar la atención sobre el acoso policial y la violencia sancionados por el Estado perpetrados contra la comunidad de trabajadoras sexuales de Lyon, y sobre la vergonzosa negativa del gobierno a entablar diálogo con las trabajadoras sexuales francesas. Las acciones de las visionarias y revolucionarias trabajadoras sexuales de Lyon son reconocidas como el nacimiento del movimiento internacional de lucha por los derechos de lxs trabajadorxs sexuales, que ahora se extiende por todo el mundo y está integrado por cientos de miles de trabajadorxs sexuales activistas.
Al hablar aquí hoy, quiero expresar mi reconocimiento a los habitantes indígenas y legítimos propietarios de la tierra en la que estamos hoy. Quiero también mencionar que la Australia colonial (como cualquier otro país del mundo), tiene una rica historia de trabajo sexual. Sin embargo, como muchas otras cosas que han sido omitidas en las percepciones populares de la historia colonial de Australia, el hecho de que muchas de las mujeres que bajaron de los primeros barcos de colonos fueron trabajadoras sexuales, raramente es reconocido o mencionado. Sin embargo, en lugar de los mitos coloniales que impregnan la historia populista de Australia, es casi exacto decir que los primeros colonos que pusieron pie en tierra australiana fueron trabajadoras sexuales.
En todo el mundo, el Día internacional de las Putas es celebrado por lxs trabajadorxs sexuales mediante diferentes actos. Algunas de nosotras hacemos protestas, otras organizamos foros o celebramos fiestas; en todos los casos, celebramos esta ocasión en que estamos unidas para pedir el fin de la discriminación, del acoso y la criminalización a los que nos vemos sometidas por una plétora de agentes, incluyendo políticos, líderes religiosos, la comunidad en su más amplio sentido y los diversos tentáculos del Estado.
El Día Internacional de las Putas conmemora a las 150 trabajadoras sexuales de calle que ocuparon durante una semana la histórica iglesia St. Nizier, de Lyon (un edificio gótico dedicado a varios santos, martirizados por sus creencias) hasta que fueron violentamente expulsadas por la policía antidisturbios. Cuando la noticia de la ocupación, el 2 de junio de 1975, de la iglesia de St. Nizier por las trabajadoras sexuales se extendió por Francia, las trabajadoras sexuales de otras provincias emprendieron acciones similares. Las trabajadoras sexuales de París enviaron una delegación de solidaridad a Lyon para apoyar la ocupación de las trabajadoras sexuales de Lyon, trabajadoras sexuales de otras provincias francesas emprendieron semejantes ocupaciones de iglesias y una espontánea “huelga de trabajadoras sexuales” se organizó en una serie de provincias francesas.
Así, es en memoria de las trabajadoras sexuales de Lyon que fueron las primeras en atreverse a desafiar las políticas del Estado y el tratamiento dado a las trabajadoras sexuales que, mediante la celebración y reconocimiento del Día Internacional de las Putas, continuamos la lucha por el reconocimiento de que el trabajo sexual es trabajo, y de que lxs trabajadorxs sexuales piden el mismo nivel de respeto y las mismas condiciones de trabajo seguras, equitativas y justas a los que tienen acceso los trabajadores de otras industrias.
Como trabajadorxs sexuales, la discriminación a la que hacemos frente tiene muchas formas:
Desde la discriminación que deriva de la aversión moral al trabajo sexual y que despierta en nuestros detractores desinterés deliberado, pena, vergüenza, horror y lástima, hasta las políticas y leyes estatales que no reconocen el trabajo sexual como una ocupación legítima y a lxs trabajadorxs sexuales como legítimxs trabajadorxs, aunque reclaman que paguemos impuestos por nuestros imaginarios ingresos millonarios, sin proporcionarnos ninguno de los derechos a los que los trabajadores de otras industrias tienen acceso como un mínimo de derechos laborales establecidos, tales como baja de enfermedad, paro, jubilación, etc.
Las políticas estatales institucionalizadas criminalizan cómo trabajamos, dónde trabajamos y cómo elegimos este trabajo. A pesar de que el trabajo sexual está despenalizado, legalizado y tolerado en todos los Estados y Territorios de Australia, somos rutinariamente detenidas, acosadas y asaltadas por la policía por escoger trabajar en la calle; nuestros lugares de trabajo son objeto de redadas por la policía, agentes de inmigración y otros funcionarios; nuestrxs amigxs trabajadorxs sexuales internacionales ven que se les niega el visado para trabajar en Australia si meramente se sospecha que son trabajadorxs sexuales; se nos vilipendia como no idóneos para ser padres o madres por departamentos del gobierno tales como DOCS; y, en algunas partes de Australia, se nos obliga a registrarnos en la policía si queremos trabajar legalmente como trabajadorxs sexuales. Esta política se justifica diciendo que es necesaria para la “protección del cliente”.
Las actitudes discriminatorias de la sociedad en general hacia lxs trabajadorxs sexuales son igual de flagrantes, aunque más insidiosas, en la medida en que las actitudes putofóbicas permean la cultura popular y son raramente cuestionadas por alguien distinto a las propias trabajadoras sexuales. Podría dar infinitos ejemplos de las actitudes putofóbicas que infectan nuestra cultura; sin embargo, sólo pondré un ejemplo “cotidiano” de una actitud anti-trabajo sexual que a mí, particularmente, me produce ira y rabia. Recientemente leí una novela de misterio y asesinatos de una popular autora de actualidad que contenía una anécdota supuestamente divertida en las primeras páginas de la novela. La autora había dedicado la novela a su querida hermana, que era su gran apoyo. El tributo a la hermana de la autora contenía detalles de una conversación entre las hermanas previa al momento de comenzar a escribir la novela. La hermana había autorizado a la autora a usar su nombre real para uno de los personajes de la novela, pero con la condición de que no se aplicara a un personaje que fuera “un asesino en serie o una puta”.
Este puede parecer un asunto sin importancia; sin embargo, es indicativo del modo como lxs trabajadorxs sexuales son vistas por la sociedad. Las trabajadoras sexuales no somos sólo objeto de ridículo, sino que somos, al parecer, igualmente vilipendiadas como asesinas en serie. A pesar de la aparente fascinación sin límites de la cultura popular hacia el trabajo sexual, si examinamos las actitudes dominantes de la sociedad hacia nosotras, veremos que se nos retrata en papeles extremadamente limitados. Las trabajadoras sexuales somos retratadas como víctimas que necesitan ser rescatadas; como personas malas o inmorales (en particular, las trabajadoras sexuales que se atreven a desafiar los roles de género dominantes a los que se supone que hay que ajustarse); emocionalmente inestables; con odio a los hombres; ocultadoras de oro y hambrientas de dinero; oprimidas hasta el punto de pasividad en que permitimos al cliente estereotipado (siempre imaginado como un hombre gordo, sórdido e hirsuto) hacer cosas degradantes sobre nuestro cuerpo tumbado; o el estereotipo exactamente opuesto: la trabajadora sexual como una ninfómana hambrienta de pollas.
Estas percepciones de las trabajadoras sexuales, junto a otros estereotipos corrientes, igualmente ofensivos, indican una flagrante falta de comprensión de lo que es el trabajo sexual y lxs trabajadorxs sexuales.
Que no seamos admitidas casi nunca en foros influyentes en los que podríamos oponernos a estos estereotipos impide que podamos cambiar la comprensión y las percepciones de la sociedad hacia nosotras. Sin embargo, al estar hoy aquí, lxs trabajadoxs sexuales estamos demostrando que estamos trabajando activamente para cambiar esas concepciones erróneas y mentiras acerca de nosotrxs que impregnan todos los niveles de la sociedad. Lxs trabajadorxs sexuales continuaremos haciendo lo que podamos para terminar con la discriminación que sufrimos: continuaremos sensibilizando y educando a los medios de comunicación y al público en general acerca del lenguaje que queremos que se use para describirnos; continuaremos pidiendo la derogación de las leyes que tienen un efecto negativo sobre nuestra capacidad de trabajar del modo que elijamos; continuaremos reuniéndonos con los líderes de la comunidad/policía/instituciones religiosas/departamentos gubernamentales/políticos, etc. Continuaremos incansables con nuestros esfuerzos activistas para pedir que nuestras voces sean oídas y escuchadas, y que seamos tratadas con el respeto y la dignidad que merecemos y se nos concedan plenos y equitativos derechos legales y laborales.
Pero no depende sólo de nosotrxs como trabajadorxs sexuales cuestionar las actitudes, leyes y percepciones de la sociedad hacia nosotrxs. En último extremo, sois vosotros —no trabajadorxs sexuales— quienes tenéis que empezar a escucharnos, y a examinar y cuestionar vuestras actitudes hacia nosotras.
Para terminar, parece adecuado citar a una de las trabajadoras sexuales de Lyon que ocuparon la iglesia de St. Nizier e inspiraron el Día Internacional de las Putas. “Todos vosotros estáis hablando de nosotras: queremos cambiar el modo en que habláis de nosotras”.
Gracias.
Nicolette