Graves violaciones de derechos humanos sufridas por trabajadoras y trabajadores sexuales en el mundo (Amnistía Internacional)

 

  Foto por Spencer Platt/Getty Images


Foto por Spencer Platt/Getty Images

 

 

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“Si un cliente se porta mal contigo, al final tienes que solucionarlo tú misma. Sólo llamas a la policía en caso de peligro de muerte. Si llamas a la policía, lo pierdes todo.» Trabajadora sexual de Noruega

 

26 de mayo de 2016

 

Amnistía Internacional publica hoy cuatro informes de investigación sobre las violaciones de derechos humanos que sufren las trabajadoras y los trabajadores sexuales en Noruega, Argentina, Hong Kong y Papúa Nueva Guinea.

Las personas que se dedican al trabajo sexual están especialmente expuestas a sufrir toda una serie de abusos contra los derechos humanos, como violación, violencia, extorsión y discriminación. Con demasiada frecuencia la protección de la ley y las medidas de reparación con que cuentan son escasas o inexistentes», ha explicado Tawanda Mutasah, director general del Programa de Derecho Internacional y Política de Amnistía Internacional.

“Los gobiernos deben tomar aún más medidas para proteger de los abusos y violaciones de derechos humanos a quienes se dedican al trabajo sexual, en su mayoría mujeres que se enfrentan a múltiples formas de discriminación y desigualdades de género. Nuestra investigación pone de relieve los testimonios de estas personas y los problemas a los que se enfrentan a diario.»

Amnistía Internacional exige una serie de responsabilidades a los gobiernos para que, entre otras recomendaciones, garanticen la protección contra la violencia, la explotación y la coerción de manera que nadie se vea obligado a entrar en el trabajo sexual por falta de oportunidades. Además, pide la participación de las trabajadoras y los trabajadores sexuales en la elaboración de las leyes que afectan a su vida y a su seguridad, el fin de la discriminación y el acceso a la educación y a oportunidades de empleo para todas las personas.

Entre otras medidas de protección y prevención se recomienda la despenalización del trabajo sexual consentido, incluida la anulación de las disposiciones legales que prohíben las actividades conexas, como la prohibición de la compra y el ofrecimiento de servicios sexuales y de la organización general de trabajo sexual. Esta recomendación está basada en la evidencia de que tales disposiciones hacen a menudo que las personas que se dedican al trabajo sexual estén menos seguras y que se abuse de ellas con impunidad, pues es frecuente que tengan demasiado miedo a que las sancionen para presentar una denuncia ante la policía. Las leyes sobre el trabajo sexual deben estar centradas en la protección contra la explotación y los abusos, no en intentar prohibirlo por completo y sancionar a quienes se dedican a él.

Amnistía Internacional refuerza de esta manera su postura de que el trabajo forzoso, la explotación sexual infantil y la trata de seres humanos son abusos atroces contra los derechos humanos
, que hacen necesaria una acción concertada y que, con arreglo al derecho internacional, han de estar penalizados en todos los países.

“Queremos que se modifiquen las leyes para centrarlas en conseguir que la vida de las personas que se dedican al trabajo sexual sea más segura y que mejore su relación con la policía, a la vez que se aborda el problema absolutamente real de la explotación. Queremos que los gobiernos se aseguren de que ninguna persona es coaccionada para vender servicios sexuales o no puede dejar el trabajo sexual si decide hacerlo», ha añadido Tawanda Mutasah.

La investigación
Un extenso trabajo de investigación -con cuatro informes específicos que ofrecen una cobertura global desde el punto de vista geográfico- muestra que las trabajadoras y los trabajadores sexuales sufren a menudo terribles abusos contra los derechos humanos. Es así debido en parte a la criminalización, que agrava su situación de peligro y marginación y les impide buscar protección contra la violencia y solicitar servicios jurídicos y sociales.

“Algunas trabajadoras sexuales nos contaron que la criminalización permite a la policía acosarlas y no dar prioridad a sus denuncias y a su seguridad», ha explicado Tawanda Mutasah.

En vez de centrarse en proteger a las trabajadoras y los trabajadores sexuales de la violencia y el crimen, las autoridades encargadas de hacer cumplir la ley de muchos países se centran en prohibir el trabajo sexual por medio de la vigilancia, el acoso y las redadas.

La investigación de Amnistía Internacional revela que las personas que realizan trabajo sexual suelen tener muy poca o ninguna protección frente a los abusos y carecer de reparación por medios judiciales incluso en los países donde la venta de servicios sexuales es legal.

Noruega
En Noruega, comprar servicios sexuales es ilegal, pero el acto directo de venderlos, no. Otras actividades relacionadas con el sexo están penalizadas, entre ellas la «promoción de la prostitución» y alquilar establecimientos para vender servicios sexuales.

A pesar del alto índice de violaciones y violencia de clientes y bandas organizadas, el grado de resistencia de las personas dedicadas al trabajo sexual a denunciar la violencia ante la policía es muy alto.

“Fui a casa de un hombre. Me dio dos puñetazos en la cara. No lo denuncié a la policía. No quiero que figure en mi historial”, dijo a Amnistía Internacional una trabajadora sexual.

Amnistía Internacional escuchó el testimonio de varias personas dedicadas al trabajo sexual en Noruega que habían denunciado violencia a la policía y habían sido desalojadas de sus hogares o expulsadas por haber hablado con la policía.

En virtud de la legislación noruega, las trabajadoras y los trabajadores sexuales corren riesgo de desalojo forzoso, pues sus caseros pueden ser procesados por alquilarles la casa si venden servicios sexuales en ella.

Una persona que representaba a una organización noruega de defensa de los derechos de las trabajadoras y los trabajadores sexuales explicó: «Si los caseros no proceden al desalojo, la policía interpone una querella criminal contra ellos […] La policía anima a los caseros a tomarse la justicia por su mano y aplicarla ellos mismos.”

Las personas dedicadas al trabajo sexual no pueden tampoco agruparse para trabajar por motivos de seguridad ni contratar servicios de terceros en funciones de seguridad, pues probablemente se calificaría de «promoción de la prostitución» según la ley.

Buenos Aires, Argentina
En teoría, la venta o compra de servicios sexuales no es ilegal en Buenos Aires, pero en la práctica a las personas dedicadas al trabajo sexual se las criminaliza por medio de diversas leyes que sancionan actividades conexas y que no distinguen entre trabajo sexual con consentimiento y trata de seres humanos.

En la investigación de Amnistía Internacional se determinó que entre las personas dedicadas al trabajo sexual en Buenos Aires el grado de resistencia a denunciar violencia a la policía era muy alto.

“[El cliente] me pagó y estaba a punto de bajarme del auto cuando me agarró del cuello y me cortó con un cuchillo. Le di todo el dinero que tenía y mi teléfono celular, y me dejó ir,” dijo a Amnistía Internacional Laura, trabajadora sexual que se desempeña en la calle.

Explicó que no había denunciado la violencia ni el robo a la policía porque le parecía que iba a ser una pérdida de tiempo: “No me van a escuchar, porque soy trabajadora de la calle.”

La policía suele abordar arbitrariamente en la calle a las personas que se dedican al trabajo sexual, que en ocasiones tienen que pagar reiteradas multas y son sometidas a libertad vigilada. Es ilegal que la policía o los fiscales de Buenos Aires tengan en cuenta la apariencia, la vestimenta o los modales de una persona al hacer cumplir una ley que penaliza la comunicación relacionada con el trabajo sexual en público. Sin embargo, la aplicación de estos criterios es un hecho, y en sus operaciones la policía se dirige específicamente contra las personas trans que se dedican al trabajo sexual.

En Buenos Aires, aunque desarrollen su actividad en domicilios particulares, las trabajadoras y los trabajadores sexuales suelen sufrir largas y violentas inspecciones y allanamientos de la policía, así como extorsiones y chantajes.

Las personas que se dedican al trabajo sexual en Buenos Aires informaron también de restricciones para acceder a los servicios de salud, entre ellos una enorme estigmatización y discriminación.

«Realmente no teníamos acceso a los servicios de salud, porque siempre que íbamos a un hospital los médicos se burlaban o nos atendían en último lugar», dijo a Amnistía Internacional una persona trans que se había dedicado al trabajo sexual.

Amnistía Internacional comprobó que estos obstáculos habían hecho que algunas personas que realizaban trabajo sexual prescindieran por completo de estos servicios.

Hong Kong
En Hong Kong, vender servicios sexuales no es ilegal si se trata de una persona que lo hace en un domicilio particular. Sin embargo, trabajar en lugares aislados deja a las trabajadoras y los trabajadores sexuales en situación vulnerable, expuestos a sufrir robos, agresiones físicas y violaciones.

En su calidad de trabajadora sexual, Queen contó a Amnistía Internacional: “No he denunciado nunca ningún delito, como violación, porque temo que me acusen de ofrecer servicios sexuales.”

Las personas dedicadas al trabajo sexual en Hong Kong no sólo reciben poca protección de la policía, sino que a veces son sometidas deliberadamente a acoso por ella.

La investigación de Amnistía Internacional revela que los agentes de policía ejercen a menudo sus atribuciones de manera indebida para atrapar y sancionar a estas personas tendiéndoles trampas, extorsionándolas y coaccionándolas. Se permite que agentes de policía de incógnito reciban en el curso de su trabajo determinados servicios sexuales de personas dedicadas al trabajo sexual para conseguir pruebas. Amnistía Internacional ha registrado también casos de policías o individuos que afirmaban serlo que dijeron a trabajadoras o trabajadores sexuales que podían librarse de sanciones legales si les daban dinero o sexo «gratis».

Las personas trans dedicadas al trabajo sexual suelen ser objeto de prácticas policiales especialmente abusivas, como humillantes e invasivos cacheos integrales, practicados por agentes varones a mujeres trans.

“Hay mucho manoseo y mucha mofa”, explicó un abogado que defiende a personas trans dedicadas al trabajo sexual en Hong Kong.

Tras su detención, las trabajadoras sexuales trans pueden ser enviadas a centros de detención para hombres y a unidades especiales para personas con enfermedades mentales.

Papúa Nueva Guinea
En Papúa Nueva Guinea es ilegal vivir del trabajo sexual y organizar actividades de comercio sexual. La homosexualidad también está penalizada y es la principal causa de procesamiento de trabajadores sexuales.

La investigación de Amnistía Internacional ha determinado que esta legislación penal permite a la policía amenazar, extorsionar y detener arbitrariamente a las personas dedicadas al trabajo sexual.

Las trabajadoras y los trabajadores sexuales de Papúa Nueva Guinea sufren en grado extremo estigmatización, discriminación y violencia, incluidos la violación y el asesinato. Según una encuesta de investigación académica de 2010, en un periodo de seis meses el 50% de las personas dedicadas al trabajo sexual en la capital del país, Port Moresby, habían sido violadas por clientes o por la policía.

Amnistía Internacional escuchó testimonios terribles de personas que habían sido sometidas a violación y abusos sexuales por agentes de policía, clientes y otros agresores, pero tenían demasiado miedo para denunciarlo porque incluso ellas mismas se consideraban «ilegales».

Mona, trabajadora sexual sin hogar, contó a Amnistía Internacional: “La policía comenzó a golpear a mi amigo [un cliente] y a mí […] Seis agentes tuvieron sexo conmigo uno tras otro. Estaban armados, así que tuve que hacerlo. No tengo ningún apoyo para denunciarlos ante los tribunales. Fue muy doloroso, pero lo he dejado estar. Si recurro a la ley, no podrán ayudarme, porque el trabajo sexual es ilegal en Papúa Nueva Guinea.»

La policía de Papúa Nueva Guinea ha utilizado preservativos como prueba contra personas dedicadas al trabajo sexual, a quienes a menudo se estigmatiza y se acusa de ser «propagadoras» de enfermedades. Esta práctica hace que muchas se abstengan de buscar información y servicios de salud sexual y reproductiva, incluso para el VIH/sida.

Mary, trabajadora sexual, explicó: “Cuando nos atrapa o nos retiene la policía, si nos encuentran condones nos golpean y dicen que promovemos el sexo o que somos las que propagamos enfermedades de esas como el VIH. La policía pide dinero; nos amenaza o nos dice que le demos tanto. Nosotras se lo damos, porque tenemos miedo de que nos golpeen si no.”

La posición de Amnistía Internacional

La posición de Amnistía Internacional ante la situación que sufren trabajadoras y trabajadores sexuales de todo el mundo es la culminación de extensas consultas de ámbito mundial, un minucioso examen de datos sustanciales y normas internacionales de derechos humanos e investigación directa, llevados a cabo a lo largo de más de dos años.

Su aprobación formal y su publicación son el resultado de una decisión democrática, tomada por Amnistía Internacional en agosto de 2015 y de la que se informó ampliamente entonces.

En ella se insta a los gobiernos a:

 

  • Garantizar que todas las personas tienen acceso a sus derechos económicos, sociales y culturales, a la educación y a oportunidades de empleo

 

  • Eliminar los estereotipos de género perjudiciales y todas las formas de discriminación y las desigualdades estructurales que puedan llevar a grupos marginados a vender servicios sexuales en cantidad desproporcionada

 

  • Reformular las leyes relativas al trabajo sexual para eliminar los delitos de carácter muy general que criminalizan la mayoría de los aspectos –si no todos– del trabajo sexual y convertirlas en leyes que brinden protección frente a la coacción (incluida la trata de personas) y los actos de explotación y abuso y prevengan la participación de niños y niñas en el comercio sexual.

 

  • Eliminar la regulación penal y cualquier otra regulación punitiva del trabajo sexual con consentimiento entre personas adultas, ya que refuerzan la marginación, el estigma y la discriminación y pueden negar a las personas que se dedican al trabajo sexual el acceso a la justicia bajo el amparo de la ley.

 

  • Garantizar la participación de las trabajadoras y los trabajadores sexuales en la elaboración de las leyes y políticas que afectan directamente a su vida y su seguridad.

 

  • Garantizar marcos efectivos que permitan a las personas abandonar el trabajo sexual cuando así lo decidan.

 

  • Garantizar que las trabajadoras y los trabajadores sexuales gozan de igualdad de acceso a la justicia, la atención médica y otros servicios públicos, e igualdad de protección ante la ley.

 

El proceso de consulta sobre esta posición se complementó con investigaciones existentes de Amnistía Internacional sobre derechos humanos que ponen de relieve los abusos y violaciones de derechos humanos contra trabajadoras y trabajadores sexuales, en concreto con:

  • Un informe de 2010 sobre la violencia contra las mujeres en Uganda, en el que la organización denunció casos de mujeres a quienes dijeron que, como vendían sexo «lo estaban pidiendo», y que «una prostituta no puede ser violada».

 

  • Una declaración pública de 2012 en la que se pedía a Grecia que pusiera fin a la criminalización y el estigma de unas presuntas trabajadoras sexuales que habían resultado ser seropositivas.

 

  • Un informe de 2014 sobre el uso de la tortura en Nigeria y el modo en que la policía acosaba en particular a las personas dedicadas al trabajo sexual para extorsionarlas y violarlas.

 

  • Una Acción Urgente de 2014 sobre los ataques y homicidios de trabajadoras sexuales en Honduras

 

  • Una Acción Urgente de 2014 sobre el desalojo y los abusos de la policía contra personas dedicadas al trabajo sexual en Brasil

 

  • Un informe de 2015 sobre Túnez, donde se explicaba que las personas dedicadas al trabajo sexual están expuestas a sufrir explotación sexual, chantaje y extorsión, fundamentalmente de la policía.

 

Amnistía Internacional se ha sumado a un gran grupo de organizaciones de una amplia gama de disciplinas y áreas de conocimiento que apoyan o piden la despenalización del trabajo sexual con consentimiento. Entre ellas figuran la Alianza Global contra la Trata de Mujeres, la Comisión Global sobre VIH y Derecho, Human Rights Watch, ONUSIDA, el relator especial de la ONU sobre el derecho a la salud y la Organización Mundial de la Salud.

 

Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, se pronuncia sobre la prostitución

 

 

«Sobre la prostitución, el secretario general de Podemos quiere que, ante todo, el protagonismo primero sea de las mujeres, de los colectivos y de quienes trabajan con ellas. Iglesias busca, en primer lugar, acabar con la trata y que los mal llamados «empresarios», que hacen negocio con la explotación, no puedan recurrir a ésta. Ayudar a salir a las mujeres víctimas de la trata o que, simplemente, se prostituyen por obligación y dar todas las garantías a quienes la ejercen voluntariamente, si así se comprueba.»

 
http://www.publico.es/politica/iglesias-confluencia-iu-sera.html

 

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, durante su participación en los diálogos de la revista 'Mongolia', este martes en Madrid. EFE/Kiko Huesca

El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, durante su participación en los diálogos de la revista ‘Mongolia’, este martes en Madrid. EFE/Kiko Huesca

 

 

“Mirá que soy puta también, no sé si sabías”

Esta es la segunda parte de la entrevista a la actriz porno, Maria Riot. Ella tiene 24 años y vive, consume y utiliza dos de las profesiones más estigmatizadas de la historia. Ahora hablamos de cómo es ser prostituta. Tranqui el tema.

De la Redacción de Diario Registrado / Viernes 20 de mayo de 2016

 

http://www.diarioregistrado.com/erotismo-registrado/-mira-que-soy-puta-tambien–no-se-si-sabias–_a573fa270fba962cb34c2dd94

María Riot

Hola. Estás leyendo la segunda parte de la entrevista que le hicimos a Maria Riot, la actriz porno que trabaja la mayor parte del tiempo en Europa con grandes directoras como Erika Lust. Ella tiene 24 años y es, además de actriz de películas xxx, prostituta. La primera parte está acá, la segunda, bueno, es esta, quedate (?)

Nota relacionada: Sabemos que te morías de ganas de conocer a la actriz porno Maria Riot, entonces le hicimos una nota

 
“Mirá que soy puta también, no sé si sabías”, me señaló cuando charlábamos. No solo no lo sabía sino que, de la manera en la que lo dijo, sentí y supe que algo más tenía que decir al respecto. Hay dos grandes bandos en cuestiones de este estilo, quienes creen que la prostitución debe abolirse y quienes creen que debe regularse.

 
En un seminario sobre género y comunicación en el que participé, se dio este debate complejísimo y todxs lxs que estábamos cursándolo, terminamos más indecisxs que antes de tratar el tema. Lo cierto es que acá iba una explicación larguísima sobre por qué, este suplemento, está a favor de la regulación y no de la prohibición, pero no lo haremos porque es un tema tan complejo y con tantas aristas que era meterse en un baile larguísimo al cual no llegamos ya que del otro lado está Maria, que quiere contarnos su historia y su verdad.

 

¿Hace cuánto que sos prostituta?


Empecé en marzo del 2014. Desde adolescente había fantaseado con la idea pero las cosas que escuchaba sobre prostitución estaban relacionadas a mafia, drogas, inmigración y sufrimiento, entonces me daba miedo hasta contar que me interesaba. Cuando empecé a trabajar en webcams, comencé a investigar sobre trabajo sexual en general. Descubrí que habían miles de personas que elegían la prostitución como su salida laboral, que estaban organizadas y que luchaban por sus derechos. Encontré páginas con proyectos de Ley, consejos, testimonios de mujeres con sus experiencias: vi que la información que yo había tenido era confusa y parcial. Que los medios tocaban el tema con mucho amarillismo y que englobaban a cualquier tipo de comercio sexual con trata de personas. Luego de tres meses de informarme, decidí empezar y tuve mis primeros encuentros. Siempre viví en un barrio de Zona Oeste muy alejado, tenía que viajar 4 horas para ir a la Universidad y cuando averiguaba para mudarme a Capital Federal, se me hacía imposible por todos los requisitos y la plata que pedían. Estaba frustrada, así que mi mejor amigo me dijo de irme a probar suerte a España; vi que tocaba Pixies en el Primavera Sound y como excusa decidí ir e irme a vivir con él un tiempo. En un mes y medio junté para el pasaje y estadía, algo que con otro trabajo no hubiera podido. En ese entonces me lo planteé como algo temporal pero al poco tiempo me di cuenta que el trabajo sexual era lo que mejor se adecuaba a la vida que yo quería llevar y que ningún otro trabajo me daba la libertad y autonomía que la prostitución me daba. 

 

¿Tuviste alguna mala experiencia? ¿Y una buena?


La peor experiencia que tuve por ser prostituta es que algunas personas que consideraba amigos no respetaran mi desición, el tener que aguantar que personas te digan cosas horribles cuando decís que sos trabajadora sexual, el tener que llevar una doble vida, sentirme culpable por algo que quiero hacer. Esa es mi peor experiencia. Con los clientes, nunca sufrí violencia. Sí tuve personas con los que no coincidí en pensamientos o comentarios que dijeron o alguno que quiso hacer algo que yo había pautado que no, pero que al poner el límite, quedó ahí. También hubieron algunas personas que no me gustó su trato por algún motivo, pero que luego pude elegir no verlos más. Sé que cómo vivo yo la prostitución es distinta a la forma en que puedan vivirla otras trabajadoras sexuales, pero al menos con mis colegas coincidimos que hay una estigmatización también hacia el cliente en general. Se visibiliza al cliente como alguien violento que quiere hacer uso y abuso de una mujer, cuando en realidad la mayoría son hombres que tienen ganas de ahorrarse la seducción, el tener que invitar a salir a alguien y que prefieren pagar o son muy tímidos y no saben cómo relacionarse con una mujer en su vida cotidiana y ven en el servicio que ofrecen las prostitutas, una manera de tener sexo, aprender y ganar un poco más de confianza. Muchos quieren pasar un buen momento, hablar, tener conexión íntima con otra persona, contar cosas que les pasan, más allá del sexo. 

Un cliente puede ser cualquier persona que va caminando por la calle: padre, hermano, amigos, conocidos, novios. ¿Hay clientes imbéciles o que han ejercido violencia frente a compañeras? Claro que las hay, pero no es algo inherente a la prostitución. Recordemos que la mayor violencia pasa en los hogares y en los entornos familiares, no en los hoteles. 

La mejor, el conocer gente muy distinta a mí, escuchar historias de vida de personas que tal vez en otro ámbito no hubiera conocido, aprender, despojarme yo misma de prejuicios ya que al principio pensaba que quienes pagaban por sexo eran personas que querían hacer uso de poder y disponer de una mujer para hacer ellos lo que quisieran: todo eso que dice la postura abolicionista de la prostitución, pero que está muy alejado de la realidad. He tenido muchos clientes maravillosos, que me han tratado mejor que mis ex novios, personas bondadosas, solidarias, divertidas y con las que he pasado momentos geniales.

 

Perfecto. Hablemos de los prejuicios un poco, ¿me dijiste que amigos te estigmatizaron, ¿cómo fue?

 
Algunas personas me dijeron cosas hirientes al enterarse lo que hacía y más aún porque lo hacía público. Dos amigos me dijeron que estaba arruinando mi vida, que mi imagen se vería afectada y que podía dar mucho más de mí, que no era una decisión inteligente y que la gente me respetaría menos por expresar que tengo sexo por dinero. Al principio les creí pero después me di cuenta de que estaba siendo hipócrita conmigo misma porque realmente tenía ganas de ser parte de ese cambio que creo que la sociedad necesita. Más allá de eso, mi entorno me apoya: mis amigos y mi familia están orgullosos de mí porque hago lo que quiero más allá de todo. A mi mamá le encantan mis entrevistas y mis mejores amigos son quienes saben donde estoy, cuándo y con quién como medida de seguridad.

 

La trata de personas está ligada a la prostitución, ¿cómo ves eso y qué harías vos para combatirla si es que fueras presidenta de un país(?)?


Yo no veo que esté ligada a la prostitución porque entiendo que prostitución es una cosa, y trata de personas, otra. La prostitución es el intercambio voluntario del servicio sexual a cambio de dinero (donde, como en todo trabajo, habrá personas que lo disfrutan más que otras) y la trata de personas es la obligación, el abuso de poder y la privación del elegir o no qué hacer con nuestras propias vidas. Todos los trabajadores sexuales repudiamos la trata de personas y queremos que termine. Creo que una forma de que la trata de personas desaparezca, es que el trabajo sexual deje de ser precarizado, que se reconozca como un trabajo como cualquier otro y que quienes tienen secuestradas y privadas a personas para que cumplan con la esclavitud sexual o vulnerabilidad que ellos les impusieron, dejen de ser cubiertas por el gobierno y la policía. Mucha gente no sabe, pero la Polícia -en Argentina al menos- amenaza y exige plata a las chicas que trabajan en la calle y les hacen pagar cierta cantidad de dinero por mes, entre otras cosas, para que puedan seguir ejerciendo. Se hacen allanamientos múltiples en casas donde trabajan personas por libre voluntad y luego sale en los medios y estadísticas como víctimas de trata. 

Nunca sería presidenta ni me veo en un cargo político, pero sí la votaría a mi amiga y compañera Georgina Orellano, presidenta de Ammar, el Sindicato de Prostitutas de Argentina al cual estoy afiliada, para que pudiera poner en vigencia leyes como la que propone Ammar, que ayudarían no solo a quienes elegimos ser trabajadoras sexuales sino también a quienes no quieren serlo y a las víctimas de trata.

 

¿Y qué pensás de las mujeres que dicen que nadie puede disfrutar de ser prostituta?


Se equivocan porque yo misma disfruto siendo prostituta. Y tengo muchas amigas prostitutas que pueden afirmar lo mismo que yo. ¿Se disfruta todo el tiempo, todos los días? Y no, como en cualquier trabajo, tenés los pro y los contras, cosas que te gustan más o menos, días en los que no tenés ni ganas de salir de tu casa, clientes más o menos copados. 

Alguien puede decir también que no entiende como existen peluqueros, que trabajan cortando pelos y lavando cabezas ajenas porque ellos jamás lo harían, ¿pero por eso voy a decirle a quienes lo hacen que dejen de hacerlo? ¿por eso voy a hacer «activismo» por los peluqueros, solo porque a mí se me ocurre que nadie puede disfrutarlo o porque creo que es denigrante el lavar cabezas de gente desconocida? ¿quién soy yo para afirmarlo? Solo veo gente quejándose o queriendo salvar a quienes trabajamos con sexo, pero no a aquellos que se enfrentan día a día a trabajos que pueden ser más difíciles como limpiar baños o recolectar basura en un camión. Yo me preocuparía más porque todos pudieran trabajar de lo que más quieran y no a apuntar con el dedo a quienes eligen dentro de sus posibilidades, lo que quieren llevar a cabo como su trabajo. 

Ser prostituta es un trabajo que, te guste o no, merece tener mejores condiciones para quienes lo ejercen. Cuando te opones a que esto ocurra, no solo no estás respetando la decisión de miles de personas en todo el mundo de hacer con su cuerpo lo que quieren, sino que además seguís poniéndolas en un lugar de vulnerabilidad, precarización y criminazalición. 

El discurso anti-prostitución esconde algo de moralismo, eso de no poder aceptar que cobremos por algo que deberíamos dar gratis. Tenemos que ser buenas mujeres, madres, amantes, hay que coger porque sí y con quien queramos, pero si hay un billete de por medio es criticable y algo indigno. Muchos ven en las trabajadoras sexuales una especie de perversión tal vez porque ellos no lo harían. Como no pueden ponerse en el lugar de una puta porque jamás estarían con desconocidos, eso nos convierte en algo que marginalizar. Solo tienen que entender que vivimos nuestra sexualidad de otra manera y simplemente respetar nuestra decisión. No somos tontas o inútiles, como muchas quieren hacernos sentir por hacer de la prostitución nuestro trabajo. El elegir ser trabajadora sexual no me imposibilita el llevar a cabo cientos de cosas que tenga ganas de hacer. Yo quiero hacer y lograr todo lo que me proponga y quisiera lo mismo para todos.  

 

Como verán, trabajadoras sexuales como María quieren hacer lo que hacen y tienen reglas, cuidados y exigencias. Sabemos que muchas no, pero también muchas sí. Sabemos también que hay feministas de cepa más dura que son abolicionistas respecto a esto, pero también las hay antisex, porque durxs e innegociables, en todos lados.

Hay que pensar que si no cambiamos la sociedad machista desde la educación y concientización, todas las cuestiones por las cuales le decimos que «No» a la prostitución, persistirán, porque problema no es el sexo, el problema es cómo los hombres aprehenden y conceptualizan el estigmatizado rol de la mujer.

P.d: Debés estar pensando que qué barbaridad, cómo esta periodista se va a olvidar de hablar de los hombres prostitutos, que los hay y son muchísimos. Pues no, esta periodista no se olvidó pero simplemente lo omitió por ser casi casi un tema aparte que también podremos bailar en el próximo encuentro. Este boliche está abierto todos los días.

 

Fotos: Michele Gentile // Intervención: por Leonor Silvestri y Maria Riot – Foto de Mai Staunsager.

 

Paula Ezkerra: «Combatir el estigma de puta es el próximo paso en la lucha feminista»

    

Joana García Grenzner
Jueves, 5 de mayo 2016

 

http://www.elcritic.cat/entrevistes/paula-ezquerra-combatre-estigma-de-puta-es-la-propera-passa-en-la-lluita-feminista-9326

 

Paula Ezquerra

Foto: Ivan G. Costa

 

Paula Ezkerra es consejera de la CUP en el Distrito de Ciutat Vella de Barcelona, y la primera trabajadora sexual que llega a la política municipal desde su activismo como prostituta feminista, que esgrime con orgullo. Miembro de la Asamblea pro Derechos de las Trabajadoras Sexuales de Cataluña, Ezkerra trabaja por la derogación de la Ordenanza de civismo de 2006, que persigue la oferta y demanda de servicios sexuales en las calles de la ciudad, y participa en redes europeas para la despenalización de la prostitución en la calle. Además, traza vínculos con los «nuevos feminismos» para superar la «visión política asistencialista» y el «estigma social» hacia la prostitución, que conlleva «criminalización y malos tratos para las trabajadoras sexuales».

Llegaste a Barcelona hace 16 años. ¿Podías imaginarte que serías consejera de Ciutat Vella por la CUP?

Está claro que no [risas] … No tenía ninguna expectativa ni buscaba una meta económica, como piensa tanta gente, sino otra cultura, cosas diferentes. Quería conocer el movimiento ‘okupa’. Venía con una base de movimiento feminista. En Argentina iba a todas las manifestaciones de las Madres de Plaza de Mayo y había tenido programas de radio sobre la violencia institucional y la exclusión de los movimientos sociales, porque allí era mucho más duro. Hasta que fui mayor de edad, estuve bastante veces a la cárcel y ni siquiera mis padres me podían sacar.

Y aquí pasaste a encarnar la identidad política de trabajadora sexual.
No es una identidad política: es la lucha por el reconocimiento y la descriminalización de mi profesión. Sentirme orgullosa de ser trabajadora sexual ha sido un proceso muy largo, porque no estaba contenta conmigo misma. No había hecho una reflexión, me había creído el mensaje de que ser puta estaba mal, me autoboicoteaba y castigaba. Barcelona me cambió la vida porque casi inmediatamente hice muchas amistades, hubo muchas oportunidades. Trabajé en otras cosas, pero sentía que no me hacían feliz y me planteé qué es la dignidad en el trabajo. Veía que era muy estresante trabajar fuera de la prostitución, que se ganaba muy poco dinero para lo que yo ganaba en aquella época. Ser puta empezaba a no molestarme. Cuando hacía de camarera, eran muchas horas, mucho estrés, en un bar moderno donde a la gente le encantaba ir y el dueño era muy guapo, pero me sentía explotada. Todo el mundo me decía: «¡Qué suerte, que trabajas aquí!» Y yo no lo entendía. Vivía en el Centro Social Okupado La Lokeria, en Hospitalet de Llobregat. En el metro, cuando volvía a casa, miraba a la gente y empecé a entender el mal humor que genera la explotación laboral.

Y ¿cómo das el paso?

En 2005 me invitaron a un encuentro de trabajadoras sexuales en Bruselas y en principio dije que no me interesaba: «No quiero reivindicar nada de la prostitución, no sé si esto es patriarcal y machista…». Sinceramente, fui a conocer Bruselas. Pero conocí mujeres maravillosas y escuché discursos poderosos que encajaban en el análisis de la explotación laboral, que tenían que ver con el empoderamiento sobre tu cuerpo; con el hecho de dejar de sentirte culpable toda la vida, porque al final, si estás trabajando, ni siquiera lo pasas mal. Y ganas dinero, y lo haces como tú quieres. Mi cerebro comenzó a hacer fuegos artificiales. Poco a poco cambié mi perspectiva sobre el trabajo sexual, a defenderlo y hablar con compañeras del movimiento.

¿La CUP ha hecho una apuesta real por la defensa del trabajo sexual?
La CUP ha hecho una apuesta bastante coherente de apoyo a luchas populares como las de las trabajadoras sexuales de Putas Indignades o la Asamblea pro Derechos de las Trabajadoras Sexuales. Hace casi un año que participo. Se necesitan unas políticas más profundas. El trabajo sexual, la palabra ‘puta’, lo que representamos, es muy transformador para la sociedad, no sólo para conseguir un reconocimiento laboral. Cambiar el imaginario de las mujeres, romper el estigma de la sociedad patriarcal y machista de que ser puta es lo peor que le puede pasar a una mujer sería una transformación absoluta. Es el momento de tomárselo más en serio. Presionamos por ello continuamente, yo a mi manera, porque no soy una política experimentada. Eso sí, todo con afecto. Las relaciones políticas a las que estoy acostumbrada y sigo tejiendo son las del afecto y del cuidado, sea con hombres o con mujeres. Mayormente es con mujeres, claro.

Compañeras de Prostitutas Indignadas trabajaban para mantenerte mientras hacías campaña para la CUP. Hay una solidaridad muy fuerte entre las trabajadoras sexuales. Preciosa. Tengo la maravillosa oportunidad de ser parte de esta familia de luchadoras y luchadores, de crecer y sentirme acompañada en todo momento.

¿El trabajo sexual es una realidad derivada de las desigualdades de clase, o interaccionan otras desigualdades?

El estigma de puta atraviesa a todas las mujeres. A nosotros nos une, y nuestra necesidad de luchar juntas nos ha hecho crecer. La mayoría de las trabajadoras sexuales que yo conozco vienen de la clase obrera pobre. Pero también hay gente que, sin ser ricas, nunca han sido pobres y han tenido educación formal. Yo vengo de una clase media baja, pero no pobre. No pasé hambre, fui a una escuela privada, y otros también. Una ha sido profesora de catequesis; la otra tiene formación universitaria; yo he vivido en los barrios más caros del mundo. Viajamos por todo el planeta; la mayoría hablamos más de una lengua … Es otro nivel de clase. En todo caso, la pobreza ahora va creciendo.

Eres migrante y trabajadora sexual, y has presenciado situaciones de trata. ¿Cómo se puede luchar efectivamente?

Soy migrante argentina, pero bastante privilegiada. He viajado muchos años sin pasaporte europeo y nunca jamás me han pedido los papeles. Entraba por Suiza, que es uno de los países más estrictos, y nunca me detuvieron. Entonces tampoco sentía la presión añadida que siente mucha gente que migra. Cuando decidí tener papeles, fue complejo y duro, pero los conseguí. He trabajado con compañeras en situación de trata desde pequeña, aquí y en Argentina, y me he dado cuenta de que confiamos en nosotras mismas, en otra que está trabajando igual que tú. Se puede ayudar desde dentro. De hecho, para no alejarme de ellas, quiero volver a la prostitución porque entiendo que estando continuamente generas un referente real, no uno acomodado en el que te pueden decir que «tú no estás aquí mamándola». Las chicas creen más en ti, se sienten más seguras, se genera una red de contención y las puedes ayudar. Que no las obligues a decir quién las llevó, porque detrás de esto hay una mafia, familias, hijos y gente amenazada, cosas terribles. No se puede ser tan superficial de creer que haces algo cuando en realidad arruina la vida de toda una familia. Nadie acepta trabajar para otros porque sí; hay algo muy grande detrás. Y tiene que ver con la corrupción, que hay mucha, y la voluntad política real de erradicarla porque no es verdad que no se sepa quiénes son los ‘chulos’ o que no haya herramientas. La policía no hace avances porque las mafias tienen unos contactos muy poderosos. Si es tan difícil entrar sin papeles aquí, ¿por qué entran? Porque hay una puerta trasera para los mafiosos que trafican con mujeres, entre ellos los clubes, que tienen muchos propietarios de partidos políticos.

Algunas trabajadoras sexuales reivindicáis el capital erótico. ¿Qué llamáis capital erótico?
Tiene que ver con cómo se construye el erotismo femenino. Las trabajadoras sexuales somos muy transmisoras de un juego de sensualidad. El capital erótico no es la belleza 90-60-90, rubia con el pelo largo. Tiene que ver con el uso de la feminidad, con la seguridad que una tiene y se da cuenta cómo transmite energía. Cómo juegas con las palabras cuando te mueves, cuando te sientas, con la ropa, los gestos, las exposiciones del cuerpo … Los hombres tienen capital erótico, pero más los gays que los heterosexuales. Pero, al menos culturalmente e históricamente, se valora mucho más el cuerpo de una mujer (y se castiga también, vestida o desnuda) que el de un hombre, que no tiene una carga moral tan grande. Utilizar el capital erótico, aprovecharse de él, también es romper con el patriarcado. El capital erótico da incluso miedo a los hombres. No soy ninguna diosa, y, aún así, cuando voy a la cama con uno, lo veo: «¡Uau, con quién follas!». Pues follaràs con una puta.

En el libro ‘La prostitución’, Beatriz Gimeno dice que los hombres que están con trabajadoras sexuales extraen «plusvalía de género», un concepto de Donna Haraway, y de esta forma refuerzan la masculinidad tradicional que históricamente ha tenido más poder.

Las mujeres tenemos más poder; por ello esta construcción en la que ejercemos más la prostitución que los hombres, aunque hay algunos países donde la prostitución masculina está creciendo porque tienen otros parámetros económicos y otros niveles de relación entre hombres, diferentes de la relación hombre-mujer que nosotros tenemos históricamente . Como trabajadora sexual, lo que siento es que los hombres te piden permiso para todo. En esta sociedad, un hombre que te conquista sin dinero siente que es el triunfador. El hombre que no tiene conquistas, no. Y no es que él pague y yo sea débil. «Tú me estás pagando porque me necesitas, me deseas, quieres mi cuerpo. Yo te lo doy, de acuerdo, pero bajo mis condiciones «. Es una situación comercial, pero también de poder, tiene que ver con el capital erótico, y con cómo el hombre da valor al cuerpo de una mujer, esta necesidad no sé si hormonal o cultural, o un poco de ambas cosas. Yo también estoy caliente a veces y, en cambio, no voy a pagarle a nadie … pero no es verdad que los hombres tengan más necesidades sexuales que las mujeres.

Alguna vez has dicho que el abolicionismo criminaliza la sexualidad masculina.
En cierto modo, el abolicionismo criminaliza el hombre y la libre decisión de una mujer sobre su cuerpo. Somos mujeres empoderadas, estamos atravesadas por el feminismo y utilizamos estas herramientas para cambiar una situación que nos ha castigado durante muchos años. En vez de ser objeto de los hombres, nos apropiamos el sujeto que es nuestro propio cuerpo y decimos: «No te beneficiarás de mí. Me beneficiaré yo de mi cuerpo «. Aunque entre todas pusiéramos fin al patriarcado y al machismo, y existiera un mundo perfecto donde hubiera trabajos económicamente iguales para todas las mujeres, seríamos sólo las trabajadoras sexuales las que podríamos decidir si queremos seguir ejerciendo o no. Porque, una vez más, somos nosotras quienes debemos decidir sobre nuestras vidas. Nos hace hervir la sangre que digan que no tenemos capacidad de decisión. O que nos presenten como débiles y violadas. El sexo no sólo es decisión o patrimonio de los hombres; también nos pertenece y lo vivimos y disfrutamos. Cuando hablan de ‘prostituidas’, nos describen como muñecas hinchables sin capacidad de reacción y con miedo a los hombres. Esto es contradictorio con el discurso del feminismo; aún más: es absolutamente infantilizador y patriarcal.

Uno de los servicios que haces es la asistencia a personas con diversidad funcional.
Los chicos y las chicas que tienen diversidad funcional dicen que la asistencia es como la extensión de su propio cuerpo para masturbarse, y hablan de asistencia sexual. Por supuesto, me parece superválido que haya personas que sean la continuidad del cuerpo de otra, y dar afecto y todo lo demás. Es maravilloso. He estado con clientes con diversidad funcional que no sienten absolutamente nada en todo el cuerpo, y simplemente lo que quieren es afecto y que los toquen, como lo queremos todas las personas. Nada extraño ni de otro planeta. En este caso, sí es una asistencia; sin embargo, cuando te tocan o te dan un beso, no. Más allá de esto, también hay trabajo sexual. Hay mucha gente que no liga que no tiene una diversidad funcional. Hay mucha vulnerabilidad en la sexualidad. Cuando tú estás con una persona, debe sentirse muy cuidada y respetada, hay que ser muy profesional y muy fuerte y transmitir afecto, seducción, hacerla sentir deseada y amada. Yo he aprendido mucho de la fragilidad de los hombres. Y creo que se han de animar a ser más frágiles, no sólo en la sexualidad, sino en la humanidad. Si aprendieran y rompieran con el miedo que tienen a decir que son frágiles y se permitieran sentir el afecto y el tacto, todo sería más fácil.

¿Cómo se desmonta el estigma de puta?
Compartiéndolo entre todas las mujeres. Asumiendo la carga que significa que te digan puta para todo: si miras a alguien, si llevas minifalda, si te gusta mucho el sexo, si te corres demasiado, si tienes muchos fluidos, si tienes pocos… Una campaña muy potente que diga «Bueno, soy puta, y qué?». ¿Qué quiere decir? Ser puta significa romper con las imposiciones patriarcales que hemos tenido todas, incluyendo las feministas: «Me tapo los pechos, el acceso a mi coño está cerradp, y el culito ni hablar». Combatir el estigma de puta es el siguiente paso en la lucha del feminismo. Y apoderarnos desde la libertad que significa disfrutar de nuestro cuerpo. Llevarlo con el coño por delante, con fuerza, ganas, seducción, alegría, afecto y respeto, claro. Y no permitir que nadie nos diga qué hacer o no con nuestra vagina, y menos el Estado. El Estado tiene que acompañar, no castigar. Las instituciones son imprescindibles, porque los cambios cruciales a veces hay que forzarlos. No vienen solos. Las mujeres que estamos en política no podemos dejar pasar oportunidades. Los movimientos no se hacen de un día para otro: el de trabajadoras sexuales tan poderoso que se está creando en Cataluña y del que se habla en todo el mundo, cuando en otros países también están organizadas, no es casual. Si la sociedad se hace eco, significa que hay una necesidad de que el colectivo sea respetado y cuidado, que está preparada para el cambio. Pero hay que darle un empujón. Y esto es una campaña mediática poderosa, clara, sin miedo. Los niños entienden perfectamente qué es el cuerpo. Son los grandes los que inculcan miedos y prejuicios. Una chica de 10 años no sabe qué es una chica con minifalda plantada aquí a las diez de la mañana. En el imaginario no existe el trabajo sexual como transmisión cultural; los padres no tienen la herramienta para transmitir cultura con naturalidad. Pues esta chica necesita sobrevivir y se fue con un hombre falto de afecto a cambio de dinero. Por eso está trabajando.

Pero esto, junto con la mendicidad y otras prácticas, está multado en Barcelona desde hace diez años por la Ordenanza de civismo.
Debemos derogarla. Por un lado, no podemos permitir que unos cuantos que se han comprado casas a bajo precio en un proceso de gentrificación, que han especulado con la pobreza y la amargura de echar a mucha gente sin prestar atención a lo que pasaba con ella, después quieran que se regulen los espacios públicos para dormir tranquilamente. Esta mujer debe luchar por un plato de comida y tú quieres dormir tranquilo. No digo que no, pero deja también que ella lleve comida a casa. Por otra parte, el espacio público no se puede privatizar de ninguna de las maneras. Por supuesto, en la calle no se puede matar a nadie, pero sobrevivir si no hay otra alternativa o por propia elección… Se dice que la ordenanza castiga a los clientes, pero nos persiguen a nosotras. Algunos partidos dicen que despenalizar la prostitución en la vía pública produciría un efecto llamada. No se plantean que las que nos prostituimos para sobrevivir recibimos multas enormes. Para ello generamos espacios de enlace y acompañamiento desde las instituciones para la despenalización. Europa es un referente primermundista; si lo conseguimos aquí, será un efecto dominó. Pero sin copiar ningún modelo de otras partes del mundo, porque las realidades son diferentes.

En cuanto a la mendicidad, he reciclado comida en la calle y en la basura; comprendo esta realidad. No se puede castigar a un ser humano que ocupa un espacio para pedir para comer, aunque a mí me moleste. Para que tenga casa y comida y esté tranquila no puedo olvidar el dolor de la gente. Está claro que hay cosas que no me gustan, pero eso no quiere decir que creemos leyes para que sean perseguidas. Debemos derogar la Ordenanza cívica. Y luego crear una renta básica mínima. No digo una paga de 100 o 200 euros, sino de 600. Hay quien dice que esto es una falta de respeto, que es alimentar a los vagos que no quieren trabajar. No es verdad, porque no hay tantos trabajos bien pagados. Todo el sistema económico de productividad está mal estructurado. Por más que creemos miles de puestos de trabajo, siempre habrá gente que se quede fuera de las oportunidades, porque no encaja en los imaginarios de una economía blanca y europea, y no tiene por qué ser castigada ni excluida. Si vamos a hacer el mundo perfecto, pero con el imaginario capitalista, entonces saca dinero de la población mucho más rica que paga menos impuestos y da al resto una renta mínima y digna, para que todos podamos tener techo y comida, que nuestros hijos puedan ir a la escuela, que las escuelas tengan comedores gratuitos, que la salud y la educación sean gratuitas… porque, si no, es imposible sobrevivir.

El anterior alcalde, Xavier Trias, se negó a cederos un edificio de propiedad municipal para crear una cooperativa de trabajadoras sexuales. Y ahora, ¿cómo está la propuesta?
El cooperativismo es una fórmula bastante buena y bonita de llevar adelante proyectos económicos para la supervivencia y para pensar una sociedad más colaborativa, aunque complicada. Lo estamos estudiando; es una idea muy a largo plazo, compleja y difícil. Pensábamos que podíamos hacer una cooperativa de servicios, un centro en el que las compañeras puedan estar, con un bar donde puedan comer, y un espacio donde descansar si no tienen donde ir o si trabajan por la noche, e incluso si quieren dejar a sus hijos. Esto generaría trabajo para otras compañeras que no se quieren prostituir más.

¿Cómo os planteáis construir una red de sostenimiento y de apoyo en los momentos de vejez y de enfermedad?
Bueno, si llevas toda una vida sin cotizar, te puedes poner a trabajar en la prostitución a saco durante cuatro o cinco años para ahorrar, pero esto significa un esfuerzo y desconexión absoluta del resto de las actividades. Lo ideal sería un reconocimiento, como una jubilación para las amas de casa. A nosotras no se nos reconoce nuestra profesión. La prostitución está vinculada al trabajo de cuidados que hacemos las mujeres en la sociedad a nuestros padres y madres, a nuestros hijos, que no se paga, ni se valora. Si eres una mujer moderna, pagas a alguien para que te cuide tu hijo o tu hija. Pero el Estado no te paga para que te quedes en casa a darle educación y afecto, y el capitalismo no reconoce esta tarea imprescindible en la que descansa toda una humanidad y sin la cual no podemos sobrevivir. Por lo tanto, debemos reconocer que, aunque sean por amor, son trabajos y se deben respetar y pagar como tales, y nos debemos replantear cómo remunerarlos.

Abolicionistas incitan al odio en Alemania

 

Luca Stevenson

Hola a todos,

Los abolicionistas en Alemania han creado un mapa de google maps con direcciones de las trabajadoras del sexo, los prostíbulos etc de todo el país que está siendo constantemente actualizada y ampliada.

Incluso se enorgullecen de anunciar que el mapa contiene direcciones privadas de las trabajadoras del sexo, que solo son dados por teléfono.
¡Esto es muy peligroso para nosotros!

Así que por favor ayúdenos a hacer desaparecer este mapa haciendo lo siguiente:

1. Abra el mapa en google,

2. Haga clic en el signo de interrogación en la esquina inferior derecha

3. Informe el mapa como » contenido inapropiado » seleccionando » este mapa contiene información privada » o » este mapa contiene contenido que promueve el odio »

Gracias a todos por leer y ayudar.

Enlace al mapa:

https://www.google.com/maps/d/viewer?mid=105Uz9VLB…………….

Alemania

 

Nota: el mapa ha sido retirado de Google a las pocas horas de difundirse este mensaje.

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Comunicado de APROSEX

Os habéis pasado

Publicado 17 mayo, 2016 | Por Secretaria

http://www.aprosex.org/os-habeis-pasado/

Estos días nos llegó la noticia del último despropósito del sector abolicionista alemán que consistía en publicar en la web las direcciones privadas de cientos de trabajadoras sexuales de ese país sin su consentimiento.

¿De verdad piensan que con estas acciones van a proteger a las mujeres como tanto proclaman? ¿Cómo coño se entiende eso?

Nosotras NO le damos nuestra dirección privada a todo el mundo, lo hacemos cuando el cliente ya ha pasado ciertos filtros que nosotras mismas establecemos, pero vosotras, lo habéis hecho sin nuestro permiso y saltándose todos los filtros que nosotras establecemos. Entre ellos no comparten nuestras direcciones privadas, porque, al contrario de lo que ustedes han hecho, nos suelen cuidar mucho, pésele a quien le pese.

Habéis puesto a cientos de trabajadoras sexuales en peligro real, irónicamente en ese peligro del que “queréis salvarnos” ¿En qué cabeza cabe? No puedo concebir que una mujer ponga en peligro a posta a otra y se diga feminista.

Decís que respetais las leyes, pero con tal de mantener vuestro statu quo, las habéis quebrantado, para vosotras todo vale, nos habéis llamado proxenetas, nos habéis llamado depósitos de semen y nos habéis puesto en grave peligro y no lo vamos a tolerar más.

Las caretas se han caído, espero que el movimiento feminista tome nota de esta acción y se den cuenta de la clase de gentuza que sois, que en mi opinión no sois mas que aliadas del patriarcado.

 

Andrea Flores: «Una zona roja debería articularse con otras políticas sociales»

 

13-05-2016

 

http://www.eltribuno.info/andrea-flores-una-zona-roja-deberia-articularse-otras-politicas-sociales-n712082

 

Franco Hessling

Franco Hessling

 

La antropóloga, egresada de la UNSa, Andrea Flores es autora de la tesis «Del ocio al trabajo sexual. Genealogía de cuerpos abyectos», que aborda la prostitución en Salta con una mirada histórica que recorre tres concepciones con las que se abordó a las trabajadoras sexuales en su carácter de excluidas y anormales. En un primer momento fueron acusadas de inmorales, en un segundo momento de enfermas y en un tercero, de criminales, tal como sucede en el Código Contravencional actual.

 

En la investigación se hace un recorrido por las normas que regularon la prostitución en la ciudad, que se iniciaron con un decreto de marzo de 1889.

 

El Concejo Deliberante de Salta capital rechazó la creación de una zona roja hace dos semanas y el tema sigue generando debate, ya que hay sectores que continúan reclamando un espacio público donde se pueda realizar la oferta de prostitución.

 

En diálogo con El Tribuno, Flores opinó que una zona de convivencia puede ser una solución inmediata pero que también es una manera, tanto simbólica como real, de acentuar la exclusión.

 

¿A qué te referís con «cuerpos abyectos»?

 

La noción de cuerpos abyectos es un término usado por una filosofa feminista, Judith Butler, y refiere a todos aquellos cuerpos que están en un terreno de la anormalidad pero que son necesarios para definir lo que es un cuerpo normal. En este caso, hablando de la sexualidad, lo normal serían los cuerpos cuya sexualidad está destinada a la reproducción y a la sexualidad heterosexual. Los cuerpos de la prostitución, que son mujeres y personas trans, en el imaginario sexual entran en el terreno de lo anormal y lo excluido socialmente.

 

Entonces, ¿el trabajo sexual es anormal en el imaginario social pero sirve para definir qué es lo «normal» en términos de sexualidad?

 

Claro, el trabajo sexual también determina qué debe ser una sexualidad normal, que básicamente es una sexualidad heterosexual y destinada a la reproducción.

 

¿Qué opinión te merece la prostitución? Teniendo en cuenta que hay debates sobre si es un trabajo o una forma contemporánea de esclavitud.

 

Ese es un punto álgido para toda la sociedad y también dentro de las discusiones que emprende el feminismo. Se debate si se puede considerarse como un trabajo la prostitución. Creo que, más allá de la postura que uno puede tomar, no se debe desconocer que las personas que se ocupan de la prostitución en un momento histórico dado, comienzan a organizarse alrededor de una identidad política que es la de «trabajadoras sexuales». Si uno desconoce eso, lo que hace es volver a instalarlas en el terreno de la exclusión y no tomarlas en cuenta como sujetos políticos activos que tienen demandas.

 

El surgimiento de estas organizaciones se da, en el mundo, a fines de los 80 y en Argentina, en el 94. Ese año surge la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (Ammar). Luego emergen otras que no consideran que lo más apropiado es hablar de trabajadoras sexuales sino de «mujeres en situación de prostitución».

 

Las primeras demandas comunes giran alrededor del repudio a la represión policial. Ese rechazo al hostigamiento policial sigue y está presente en todos los debates de las organizaciones de trabajadoras sexuales o mujeres en situación de prostitución.

 

Sobre ese punto, las prostitutas que rechazan la zona roja, entre otras cosas, aducen que sería muy inseguro y estarían más expuestas a acciones criminales. ¿Estás de acuerdo con la creación de zonas de convivencia o rojas?

 

No tengo una posición clara sobre eso, porque la zona roja puede considerarse como una forma de exclusión social, pero también dentro de las demandas de las trabajadores está la de crear una zona que las proteja a ellas de la persecución policial, porque siendo una contravención los policías están facultados a perseguirlas.

 

Al pensar en una zona roja, ¿no se estaría liberando una zona? Con todos los peligros que eso conllevaría…

 

Sí, porque socialmente es como crear un gueto, es separarlas de la sociedad. Es una forma de actualizar esa abyección.

 

La verdad es que como solución inmediata la zona roja puede resolver algunas cosas, como la persecución policial, pero por otro lado también crea estos mecanismos de exclusión que no solamente son simbólicos sino también reales. Es crear una zona liberada con personas que no le importan demasiado a la sociedad.

 

Es una situación difícil. Los vecinos cuentan que se levantan y tienen excremento y orín humano en sus puertas, que a veces usan sus zaguanes para actos sexuales…

 

Yo viví cerca de zonas adonde hay mercado sexual, y por ejemplo cuando caminás por la calle siendo mujer siempre piensan que sos una prostituta, los autos paran, te preguntan cosas, te gritan otras. Igualmente, en cualquier solución que se busque siempre hay que tener en cuenta que las mujeres y personas trans que se dedican a la prostitución son sujetos, hay que tenerlas en cuenta y no ponerlas en peligro. Hay que buscar una manera de convivencia más armoniosa.

La zona roja es una solución más inmediata pero después hay que articular con políticas sociales que le permitan a las mujeres, y especialmente a las mujeres trans, contar con otras alternativas. En muchos casos las mujeres trans no tienen otra posibilidad porque son excluidas de sus hogares a una edad muy temprana, entonces algunas ni siquiera completan sus estudios escolares.

 

Entiendo también que hay otras mujeres que lo eligen, considerando que no es una explotación tan distinta que la que podrían tener en muchos de los trabajos que se dan en el contexto del sistema capitalista. La explotación que viven las prostitutas no dista tanto, desde el punto de vista de las mujeres que lo «eligen», de las opresiones que sufren otros trabajadores.

 

¿Qué te llevó a estudiar el mundo de la prostitución en Salta?

 

A través de las temáticas de género, me interesé en aquellas que tenían que ver con la cuestión del cuerpo y la sexualidad. Hice un trabajo para la facultad sobre prostitución y me generó inquietud, y empecé a indagar. Me atraía abordar la cuestión con una mirada histórica, que permita ver que todo aquello que parece tan obvio es, en realidad, producto de diferentes discursos e instituciones -la Municipalidad, la Policía, el Estado provincial- que van constituyendo a la prostitución como un problema social, como los cuerpos abyectos.

 

En un primer momento, a fines del siglo XIX, se los consideró cuerpos inmorales, luego como cuerpos enfermos -sífilis, gonorrea y sida- y después como cuerpos criminales, tal el caso del actual Código Contravencional. La construcción de lo criminal vincula a las trabajadoras sexuales con la droga, el robo y el delito.

 

¿Qué particularidades ves en el universo social de la prostitución de Salta? A diferencia de los procesos que se han dado en otras sociedades y en otros lugares…

 

A nivel de regulación, en muchas provincias argentinas a fines de 1800 se empieza con la legislación, después de conformado el Estado-Nación argentino. Necesitaban asegurar el lugar de las mujeres en la función de reproducción, tanto a nivel biológico como también cultural, esa era la moral normal.

 

En Salta tiene un rol protagónico la Rusa María, que posicionó a Salta como un lugar donde se desarrollaba la prostitución. Actualmente y a diferencia de lo que sucede en otras provincias, Ammar acá no tiene tanto peso.

 

¿Quién fue la Rusa María?

 

Fue un personaje emblemático en la historia de la prostitución en Salta. Según los relatos recopilados en el mundo urbano de Salta, es una mujer que marca un período clave porque es una madama que regenteaba mujeres de Europa que estaban asociadas a los sectores altos del poder provincial.

 

La ruina del trabajo sexual en Holanda

Por Marijke Vonk

http://marijkevonk.com/the-dutch-downfall/

 

El trabajo sexual en Holanda está estrictamente regulado. Aunque las propias trabajadoras sexuales quieren la plena despenalización, exactamente igual que todas las demás trabajadoras sexuales del mundo, la realidad es que la prostitución aquí está legalizada. Está sometida a muchas leyes específicas para la prostitución, restringida por todo tipo de reglamentaciones y en absoluto está totalmente despenalizada. El líder de nuestro Partido Cristiano está ahora impulsando nuevas leyes que criminalizarían aún más el trabajo sexual: quiere hacer que sea ilegal pagar por los servicios de una trabajadora sexual en los casos en los que el cliente debería haber sido capaz de saber que es una víctima de explotación. “Por ejemplo, cuando trabaja en algún sótano perdido, está magullada y hay dos mocetones búlgaros en la puerta”, dice un miembro del partido “Izquierda Verde”.

A primera vista, esto podría tener sentido. Los políticos suelen hacer esta descripción de la víctima perfecta: de un país de la Europa del Este, muy joven, no habla mucho holandés o inglés, pensaba que estaba yendo a Holanda a trabajar de modelo o camarera solo para encontrarse en algún cuartucho oscuro y sucio, violada por hasta cuarenta hombres al día. Algunos políticos se mantienen algo civilizados, pero muchos caen en un estilo semipornográfico cuando describen sus fantasías.

Pero la Relatora Nacional sobre la Trata de Personas, Corinne Dettmeijer, qie está a favor de esta nueva ley, dio de hecho el argumento perfecto contra la misma: espera que los clientes vayan a prostitutas que trabajen legalmente en lugar de a mujeres que trabajen en sótanos.

En el último par de años, más de la mitad de los lugares de trabajo legal para las prostitutas han sido cerrados. Se clausuran burdeles, se cierran escaparates, y no se concede a nadie nuevas licencias para trabajar, y desde luego no a las mismas trabajadoras sexuales. Las que todavía trabajan en un lugar con licencia se ven acosadas por la policía, ven allanados sus lugares de trabajo, destrozadas sus viviendas y robadas sus pertenencias. Se ven sometidas a semidetenciones aleatorias, durante las que son introducidas en furgonetas de la policía y llevadas a comisaría para someterlas a interrogatorio porque sospechan que puedan tratarse de víctimas. Eventualmente, la polícía encontrará algo, tal vez drogas en el armario de alguien, o un cardenal que no pueda ser explicado, y la licencia es revocada y otro lugar de trabajo es clausurado.

Los hoteles son presionados para que informen de cualquier actividad “sospechosa”, y aunque no es ilegal trabajar de escort, la policía acecha y acosa a las trabajadoras sexuales escorts. Muchos hoteles ya no aceptan escorts e intentan alejarlas. Alquilar un apartamento para trabajar es absolutamente imposible, y trabajar en casa significa que tu casero te puede echar.

Así que las trabajadoras voluntarias son empujadas a los sótanos, los cobertizos y las caravanas.

Las empresas de seguridad normales no trabajarán con prostitutas. Exactamente igual que los bancos y otras organizaciones, se mantienen muy alejadas del trabajo sexual. Así que si estás trabajando en algún cobertizo por ahí y quieres que te protejan algunos tipos duros, te ves forzada a trabajar con personas que lo harán, ya sabes, “off the record”. Dos muchachotes búlgaros, tal vez.

Y ahí lo tienes: la chica que trabaja en un cobertizo con dos muchachotes a la puerta.

Como dice  Corinne Dettmeijer: los clientes necesitan poder ir a prostitutas que trabajen legalmente. Los únicos que se benefician de esta creciente criminalización son los tratantes, basta con mirar todo el trabajo que esto les proporciona: acuerdos de seguridad, localización de lugares de trabajo ocultos, y —¡oh!— la posición vulnerable en la que el gobierno ha colocado a esas prostitutas. Estoy convencida de que los tratantes están profundamente agradecidos.

 

Yo propongo un nuevo enfoque radical.

 

  • Hacer ilegal que las ciudades no proporcionen abundantes lugares de trabajo legal para las prostitutas. Si hay aunque solo sea una trabajadora sexual que desea trabajar pero no puede encontrar un lugar legal, la ciudad tendrá que pagar una abultada multa a la trabajadora sexual. Tolerancia cero para cualquier ciudad que obligue a sus prostitutas a trabajar en la sombra. Cero.

 

  • Recompensar a las organizaciones que trabajen con trabajadoras sexuales. Ya sea un banco o una empresa de seguridad, necesitamos hacer exactamente lo contrario de lo que están haciendo ahora. En lugar de ser suspicaces y disuadir a las empresas de trabajar con prostitutas, necesitamos recompensarlas. Todavía no sé cómo. ¿Tal vez dando a las empresas que se porten bien con las prostitutas ventaja a la hora de repartir los empleos relacionados con el gobierno?

 

  • Derogar todas las leyes que sean específicas para la prostitución. No debería importar si pagas: si estás teniendo sexo con alguien y sabes realmente que ella no quiere, eso es violación. Como ya ocurre, por cierto: la ley no dice “la violación es mala a no ser que se trate de una puta, en ese caso está bien”. La explotación es siempre mala, la violación es siempre mala, la trata es siempre mala, independientemente de qué profesión sea.

 

 

Cuando se hagan todas estas cosas y las trabajadoras sexuales estén trabajando felizmente y sin estigma o discriminación, y los tratantes se queden sin trabajo porque el mercado esté ya lleno de trabajadoras voluntarias y no necesiten tratantes para protección o alojamiento o cualquier otra cosa, y todavía tengas esta fantasía de mujeres que son violadas en sótanos con dos mocetones búlgaros a la puerta, tal vez vengas a mí para que podamos trabajar en que aceptes que esa perversión es cosa tuya y no tienes por qué imponérsela a otras personas, ¿vale? Existen modos consensuados mediante los que puedes explorar estas cosas sin implicar a la fuerza a prostitutas a las que solo consigues hacer daño con tu fetichismo de héroe.

 


FavoFetishFoto_n811040108_kl-624x932Marijke Vonk es una psicóloga sexopositiva holandesa especializada en trabajar con minorías sexuales. Además de trabajar como terapeuta, escribe y diserta sobre diversos temas referidos a la sexualidad. Los principales tópicos de su blog incluyen las perversiones. la igualdad de género, los derechos de las trabajadoras sexuales, la no monogamia y la psicología.

 

Mar Gallego: «La mayor parte del discurso periodístico sobre prostitución revictimiza e infantiliza a las mujeres»

La periodista y especialista en perspectiva de género aborda el tema en una entrevista con APDHA (Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía)

 

10/05/2016

 

http://www.eldiario.es/andalucia/APDHA/Mar-Gallego-periodistico-prostitucion-infantiliza_6_514508581.html

 

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Desde nuestro trabajo en la APDHA con el colectivo que trabaja en la prostitución, nos hemos ido haciendo conscientes del conflicto existente en la relación entre feminismo y prostitución. La idea de la prostituta como víctima o la censura hacia la actividad que ejerce viene siendo uno de los más habituales problemas que encontramos a la hora de buscar alianzas con y desde el feminismo para  la reivindicación de los derechos del colectivo.

Por otro lado, el desconocimiento de la realidad de las personas que ejercen el trabajo sexual y la tendencia a hablar de ellas haciendo falsas generalizaciones y sin escucharlas ni tampoco darles voz, acentúa aún más la distancia ya existente entre la lucha feminista y las trabajadoras sexuales (que por su parte, evitan el contacto con el ámbito feminista al sentirse juzgadas). En este sentido, creemos que los medios de comunicación tienen un papel de vital importancia ante el reto apasionante que la prostitución plantea al feminismo, en tanto pueden y deben acercar la realidad de las personas que ejercen el trabajo sexual en toda su complejidad y desde el compromiso con la defensa de sus derechos.

Nosotras (como miembros del área de prostitución de la APDHA) vivimos con malestar y preocupación que los medios de comunicación únicamente le den voz a un feminismo que tiene una única visión de la prostitución. ¿Está de acuerdo?

Es así. Los medios de comunicación y concretamente las y los profesionales que ejercemos esta profesión hemos dado históricamente una visión sesgada de la prostitución y del trabajo sexual en un sentido más amplio. De hecho, las prostitutas apenas son una fuente de información en estas piezas informativas. Existen, por supuesto, excepciones y en su mayoría vienen de medios que ofrecen informaciones más analíticas. Todavía quedan medios que consideran que el periodismo no puede dejar de hacerse preguntas.

¿Considera que el periodismo tiene cierta obligación de dar visibilidad a las minorías y posicionarse ideológicamente?

La segunda parte de esta pregunta es difícil. Tengo clara la respuesta pero es complicado verbalizarla. Quienes nos dedicamos a esta profesión no somos más que personas intermediarias que están ahí para garantizar un derecho: el derecho a la información sobre el que descansa todo sistema que pretende ser libre y esté basado en la justicia social. Cuando tu herramienta de trabajo ha sido pensada para garantizar un derecho, tu profesión pasa a ser un servicio público. Por tanto, la responsabilidad es abismal y lo que necesitamos para poder garantizar ese derecho es independencia informativa para poder plantear las cuestiones que van en contra de éstos; incluso, pasa por cuestionar el propio derecho si lo que hay detrás de él responde a intereses privados y no públicos. En cuanto a la ideología, la tienen todos los medios y está reflejada a la perfección en sus libros de estilo. Lo primero que aprendemos en nuestra formación es que la objetividad no existe: somos personas subjetivas atravesadas por el discurso, nuestras propias vivencias, etc. Sin embargo, hay medios que siguen jugando con ese concepto de verdad absoluta de una manera mezquina sin sentar sus bases ideológicas. Decir, por ejemplo, que un periodismo feminista es especializado y no “periodismo” sin más, es negar la mirada hetero patriarcal y androcéntrica de todos los medios generalistas. Es sólo un ejemplo; las miradas están ahí y debemos tener honestidad al reconocerlo. En cuanto a las visiones que se consideran minoritarias, es tremendamente importante que el periodismo les de voz ya que, además, de informar, generamos realidades y referentes. Somos también responsables de esto: lo que no se nombre no existe.

Y en este sentido que señalas, de la importancia del periodismo para dar voz a las minorías, ¿Cómo le afecta, como periodista y como feminista, el papel hegemónico que el discurso  abolicionista referente a la prostitución tiene en la mayor parte de la prensa?

Me preocupa. Con la prostitución está ocurriendo algo parecido que con la violencia de género: las informaciones nos revictimizan a las mujeres y nos infantilizan: se nos vuelve a considerar eternas menores de edad. Las compañeras de la Asamblea Pro Derechos Trabajo Sexual de Cataluña, compuesta –entre otras- por mujeres que ejercen la prostitución, tienen un mensaje que, desde mi entender, es el más rotundo: «Lo que tenemos que tener claro es que el argumento persistente de que cualquier estrategia que implique reconocimiento de los y las trabajadoras sexuales es una forma de normalizar la trata, es inaceptable, es aberrante y es un ataque a la elección personal de cada cual y a la mirada particular que cada persona puede tener sobre el sexto, su cuerpo y el concepto del trabajo». Si, como decía antes, la función del periodismo es garantizar los derechos de todas las personas y aquí estamos revictimizando, es que no lo estamos haciendo bien.

¿Cómo lo gestiona personal y profesionalmente desde su activismo?

Personalmente, he crecido rodeada de mujeres que ejercían trabajos gratuitos reproductivos y de cuidados muy duros que acabaron con su salud y que les impidieron desarrollarse plenamente como personas creativas. Mi madre, con una esclerodermia sistémica, tuvo que cuidar durante muchos años a mi abuela: persona gran dependiente. El sistema nunca consideró que fuera trabajadora. Creo que las feministas deberíamos manifestarnos en masa para cambiar las condiciones deplorables en las que se encuentra cada trabajadora y luchar por su reconocimiento mientras se fomenta, a la par, una educación en valores basada en la equidad. Vivimos en un sistema capitalista que nos ha enseñado que la palabra “trabajadora” es sinónimo de dignidad. Aunque esto sea un cuento del propio sistema, es en el que vivimos: no podemos negarle la dignidad a nadie. No se puede construir un futuro desde una base en la que el trabajo de la mitad de la población no se reconoce en igual medida y de manera histórica. Debería estar en cada libro de texto.

La prostitución, por un lado, está invisibilizada y, además, hay muchos prejuicios morales. Al mismo tiempo se le suma un discurso potente en torno a la prostitución que siempre es presentada desde un discurso dual «mujer mala-mujer víctima», si quiere hablar de prostitución, ¿qué recursos utiliza para evitar estos condicionantes?

Empezaría abandonado la búsqueda de sensacionalismo y de titulares que sólo persiguen el morbo. Luego, tiene que haber un intento de desmontar los mitos y los prejuicios propios y las informaciones no contrastadas. Hay fuentes  de primera mano ahí fuera: úsenlas. Existen asociaciones de trabajadoras que se dedican a la prostitución y que saben mejor que nadie cómo es su experiencia. El periodismo no puede hablar más sin ellas. No puede hacernos creer más que están escondidas y que es difícil localizarlas. Tienen su propia voz: sólo tenemos que considerarla valiosa.

Mar Gallego. Periodista y especialista en perspectiva de género. Articulista en Pikara Magazine en la sección «Transgresoras». Fundadora de la ONG Equiláteras. XIX Premio nacional de divulgación periodística feminista Carmen de Burgos en 2012. XIV Premio nacional de ensayo Carmen de Burgos en 2013. Finalista en el Premio internacional de periodismo Colombine con uno de los “artículos transgresores” en 2014. Más sobre su currículum

 

Nueva Ley de Prostitución en Alemania: una ley especial impracticable y discriminatoria.

 

14 de abril de 2016

 

https://researchprojectgermany.wordpress.com/2016/04/14/prostschg-an-impractical-and-discriminatory-special-law-statement-by-voice4sexworkers/

 

 

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Foto: Parodia del registro de prostitutas en una protesta de trabajadoras sexuales en Berlín © 2016 Friederike Strack. All Rights Reserved.

 

 

En el día de hoy, la ministra de Salud de Rhin Norte-Westfalia, Barbara Steffens, y la presidenta de la Mesa Redonda sobre la Prostitución de Rhin Norte-Westfalia, Claudia Zimmermann-Schwartz, dieron una conferencia de prensa acerca de la planeada Ley de Protección de Prostitutas, de la que dijeron que llevará aún más a las trabajadoras sexuales a la ilegalidad, en lugar de protegerlas. Como parte del comunicado de prensa, se presentaron las declaraciones de dos trabajadoras sexuales que participaron en la Mesa Redonda. Lo que sigue es la declaración ampliada de una de ellas, traducida del original en alemán publicado por Voice4Sexworkers. Hacer clic, por favor, aquí para ver el comunicado de prensa emitido por el Ministerio de Salud, Igualdad, Servicios Sociales y Personas Mayores en Rhin Norte-Westfalia. Este recurso está en alemán.

 

Declaración de Melanie, participante en la Mesa Redonda sobre Prostitución

Soy madre soltera de dos hijos y he estado trabajando como trabajadora sexual durante los pasados diez años. Nunca he conseguido ganarme totalmente la vida con el trabajo sexual, pero no quise volver a recibir ayuda social o vivienda protegida. Por esta razón, los ingresos adicionales provenientes del trabajo sexual han sido siempre bien recibidos y me han permitido proporcionar a mis niños vidas normales libres de exclusiòn social.

El principio más importante —y esto es exactamente en lo que no se basa el proyecto de ley sobre nosotras— es que la prostitución tiene que ser despenalizada antes de ponerse a regularla. Esto significa que el trabajo sexual no debe ser regido por el código penal. El año pasado, Amnistía Internacional llegó a la misma conclusión tras llevar a cabo durante dos años un amplio estudio en el que entrevistaron a trabajadoras sexuales, en particular en los países en los que el trabajo sexual está intensamente regulado o incluso prohibido. Un informe de la ONU de 2012, basado en la investigación llevada a cabo en 48 países, encontró también que los sistemas de licencias o registros demostraban ser ineficaces o beneficiaban solo a un pequeño número de trabajadoras sexuales. En las jurisdicciones que han introducido estos sistemas, la vasta mayoría de las trabajadoras sexuales operaba fuera de ellos. Comparaciones con países como Alemania revelaron que las situaciones de trabajo y de vida de las trabajadoras sexuales mejoran cuando el trabajo sexual es legalizado. Pero los resultados más positivos se han conseguido en Nueva Zelanda, donde el paso final hacia la despenalización se dio hace casi 13 años.

Los autores de esta Ley de Protección de Prostitutas no han tenido el mismo valor. Bajo guisa de querer protegernos, han redactado una ley que está totalmente “orientada a la salida” pero no menciona nada acerca de cómo ganarse la vida o recibir prestaciones para subsistir. Las prestaciones de bienestar social Hartz IV son insuficientes incluso ahora, y es precisamente por esta razón por lo que muchas de nosotras decidimos dedicarnos al trabajo sexual. Si se estuviera realmente interesado en ayudarnos, se requerirían otras alternativas y formas de asistencia práctica en vez de engatusarnos con una cobertura básica mínima. Sobre todo, en áreas urbanas en las que la tasa de desempleo es elevada, esta cobertura básica mínima no permite unas perspectivas de futuro sostenibles.

En lugar del presente plan de dilapidar una cifra inicial de 76,2 millones de euros seguidos por 85 millones de euros anuales en este monstruo burocrático, estos fondos podrían ser usados para proyectos con más sentido, tales como centros de orientación, organizaciones de autoayuda, pagos temporales, y apoyo a medidas de cualificación que permitan una reorientación ocupacional. Un fondo de ayuda social para trabajadoras sexuales sería también una bendición, ya que un porcentaje considerable de nosotras no puede ni siquiera permitirse la mínima contribución que nos proporcione aseguramiento sanitario.

En lugar de ofrecernos la asistencia que hemos sugerido una y otra vez, la nueva ley nos impondría obstáculos insuperables. Nuestra encuesta entre trabajadoras sexuales de diciembre de 2015 ha mostrado también lo que de verdad desean y necesitan: protección eficaz frente a la discriminación, protección contra el despido de un trabajo principal por practicar trabajo sexual de forma accesoria, protección contra los alquileres extorsionadores, más centros de orientación (particularmente del tipo de los que no se limitan a ofrecer ayuda sobre cómo salir, sino también sobre cómo entrar de forma segura en el trabajo sexual), y mejor protección de su anonimato, en especial cuando tratan con las autoridades. La nueva ley no proporciona nada de esto y en cambio sí mucho de exactamente lo contrario, ya que incluso llega tan lejos como cancelar la Ley Fundamental. Si esta nueva ley llega a aplicarse, la policía estaría autorizada a entrar en cualquier domicilio particular sin orden judicial. Una simple alegación de que se estaba practicando prostitución en un apartamento determinado bastaría como justificación.

 

Registro

En nuestra encuesta, alrededor de una tercera parte de las que respondieron dijeron que ya habían tenido experiencias negativas con las autoridades. Una proporción similar dijeron que nunca se habían revelado ante las autoridades por miedo o vergüenza. Juntas, representan más de la mitad de las que respondieron. Tener que explicarse y proporcionar detalles íntimos a un extraño, solo lograría exacerbar esta tendencia.

Además, es incomprensible por qué debería ser necesario proporcionar todos nuestros lugares de trabajo o tener que registrarse de nuevo para trabajar en otras ciudades u otros estados. Estas medidas están pensadas solo para permitir a las autoridades crear perfiles de movimiento que darían mucha información pero no contribuirían en nada a nuestra protección.

Licencia

En lugar de ayudar a las personas que practican trabajo sexual a autoorganizarse y crear lugares de trabajo individual, la situación de empleo de las proveedoras independientes de servicios sexuales empeoraría. No es solo que la ley en su forma actual daría efectivamente a los grandes operadores poderes de supervisión sobre las trabajadoras sexuales, ya que los operadores tendrían que recoger sus detalles de registro, duración de la estancia y otras especificaciones para presentarlos a las autoridades, sino que la ley reforzaría también la posición general de esos operadores haciendo virtualmente imposible para las trabajadoras sexuales trabajar solas o con colegas en pisos. Como resultado de ello, se verían empujadas en manos de los mismos operadores que son como granos en el culo de tantos políticos municipales: solo por su vista, desde luego, no por sus impuestos. Esta ley pretende protegernos de la heteronomía (1) pero ocasionaría exactamente lo contrario: privaría a la mayoría de nosotras de la oportunidad de trabajar de forma autodeterminada e independiente.

Los autores de la ley también promueven el “cuento del laissez faire” de los negocios de prostitución no sometidos a estrictas regulaciones y de la pobre polícia no teniendo forma de controlar nada. Nada se aparta más de la realidad. Por el contrario, es un intento de ganar la aprobación del público para el proyecto de ley en lugar de explicarle por qué habría que ahorcar 85 millones de euros anuales en medidas que no ayudarán a las trabajadoras sexuales o a aquellos ayuntamientos que ya están cortos de fondos.

 

Estigma

El proyecto de ley carece de forma consistente del principio de imparcialidad. Es descaradamente evidente que los autores fueron incapaces de descartar el estigma unido al trabajo sexual, contra el que (dicho sea de paso) nunca se ha dado ningún paso desde que la actual ley de prostitución entró en vigor.

En cambio, las medidas planeadas bajo la Ley de Protección de Prostitutas agravan e intensifican el auténtico estigma que las trabajadoras sexuales de todo el mundo citan consitentemente como el principal obstáculo en su vida diaria. La redacción del proyecto de ley y las afirmaciones hechas en la fundamentación de la ley exacerban los prejuicios y clichés preexistentes. Si el trabajo sexual es mencionado al mismo nivel que las actividades criminales o las explotaciones sexuales, se está inculcando esa imagen en la cabeza de la gente.

Los que desprecian a las pocas trabajadoras sexuales que se atreven a ponerse en pie en defensa de sus derechos llamándolas “privilegiadas” deberían más bien ser conscientes de su propia complicidad con la estigmatización del trabajo sexual. En vez de proyectar leyes que recortarán las opciones a todas las trabajadoras sexuales, el objetivo debería ser aumentar las opciones que tengan a su disposición. Las que se verían más afectadas por esta ley son las mismas personas que ya tienen demasiadas pocas opciones de entrada, es decir, inmigrantes y personas trans, y que a menudo se ven sometidas a múltiples discriminaciones en el día a día.

 

Conclusión

Mi participación en la “Mesa Redonda sobre prostitución de Rhin Norte-Westfalia” ha sido la primera vez que he tenido la experiencia de que la gente hable conmigo. Habitualmente, la gente solo habla de mí, incuso en mi presencia. La Mesa Redonda ha probado que es enteramente posible sentarse con las expertas de hecho —nosotras(¡)— y encontrar soluciones. Si no se habla con las trabajadoras sexuales, se termina con el mismo resultado que representa la Ley de Protección de Prostitutas: una ley especial impracticable y discriminatoria, que nos excluye de la participación en términos de igualdad en la vida económica y nos vuelve socialmente vulnerables.

 

 

(1) heteronomía.

  1. f. Fil. Condición de la voluntad que se rige por imperativos que están fuera de ella misma.

 

Prostitutas de Europa del Este desafían la política de inmigración de Reino Unido

 

 

  • Las mujeres señaladas por la Operación Nexus, que tiene por objetivo expulsar delincuentes extranjeros, aseguran que son trabajadoras autónomas legales
  • Miles de personas han sido deportadas de Reino Unido en el marco de la Operación Nexus desde 2012, aunque el Ministerio de Interior se ha negado a dar un número concreto

 

 

The Guardian – Owen Bowcott

 

02/05/2016

 

http://www.eldiario.es/theguardian/Trabajadoras-Europa-inmigracion-Reino-Unido_0_511649120.html

 

Una política enfocada a deportar a criminales de «alto riesgo» procedentes de la Unión Europea y a aquellos que no tienen derecho a permanecer en Gran Bretaña será recurrida por trabajadoras sexuales que sostienen que son trabajadoras autónomas legales.

Aunque la libertad de circulación está garantizada en la Unión Europea, el derecho a permanecer en otro país –después de los tres primeros meses– depende de los recién llegados «que ejercen sus derechos previstos en los tratados», por ejemplo, trabajando o estudiando.

La Operación Nexus, una iniciativa de la policía combinada con los servicios de inmigración, ha puesto en el punto de mira a delincuentes extranjeros y a aquellos sospechosos de violar la ley desde el año 2012. Entre los detenidos y los que han recibido papeles de deportación ha incrementado el número de mujeres de Europa del Este que han trabajado en la calle y el los locales de alterne de Londres y Manchester. Muchas de ellas sin antecedentes.

La prostitución es legal en Reino Unido, aunque algunas de las actividades que se le asocian como el kerb-crawling (conducir lentamente en busca de prostitutas), el proxenetismo o poseer un burdel sí que son crímenes. Algunas de las mujeres detenidas por los agentes fueron sorprendidas durante operaciones contra las redes de trata.

Las mujeres, sobre todo procedentes de Rumanía, han recibido cartas de deportación de los oficiales de la Operación Nexus avisando de que durante un mes son susceptibles de ser detenidas o deportadas de vuelta a Bucarest.

Para conseguir impugnar esta sanción administrativa sobre el incumplimiento de los derechos de ciudadanía de la Unión Europea, pueden alegar que están estudiando, trabajando, buscando trabajo, decir que son autónomas o que son autosuficientes económicamente para permanecer en Reino Unido. Si son deportados, los ciudadanos de la Unión Europea no pueden volver a entrar en Reino Unido en 12 meses.

Varias mujeres luchan ahora contra la deportación y lo están haciendo junto al Colectivo Inglés de Prostitutas (ECP): «Hubo una redada en la que se suponía que se iban a liberar a víctimas de trata», explica una mujer joven que prefiere permanecer en el anonimato.

«La policía se llevó dinero y documentación. Les pedí algún tipo de comprobante y me dijeron que estaba siendo impertinente. Querían saber si había sido víctima de trata y le preguntaron a un cliente si yo estaba tomando drogas. Él contestó que no», explica. «No me detuvieron pero dijeron que debería ser deportada y me pidieron que fuera a la comisaría. Fui con un abogado y presenté un certificado que muestra que estaba estudiando inglés». El riesgo de ser deportada ha desaparecido.

A María (no es su nombre real) la detuvieron en la calle y la llevaron a una comisaría de policía. «Me retuvieron durante 24 horas», explica esta chica de 25 años. «Una semana después recibí la carta diciendo que podía ser deportada». Victoria (es también un seudónimo) fue detenida en su apartamento e interrogada sobre el funcionamiento de un burdel. «Nunca fui acusada –asegura la chica de 24 años– pero me enviaron una carta. Se llevaron mi pasaporte y me dijeron que si mi apelación salía mal sería deportada». «Aquí puedes ganar dinero más fácil que en Rumanía. Puedes tener un futuro. Yo no he podido encontrar un trabajo normal», confiesa.

Algunas de las mujeres a las que enviaron la carta de deportación están planeado recurrirlas alegando que están ejerciendo los derechos previstos en los tratados como autónomas en la industria del sexo. En la Unión Europea existen precedentes de derecho en los que se ha establecido que la prostitución se considera empleo por cuenta propia.

«Esta política deliberada de deportaciones y miseria se dirige a las mujeres migrantes, las que por culpa de la criminalización y del estigma asociado al trabajo sexual, se encontrarán con muchas dificultados a la hora de defenderse», lamenta Niki Adams, portavoz de ECP. «Todas las mujeres que son madres terminaron en la prostitución porque los salarios en otros trabajos era demasiado bajos para alimentar y vestir a sus hijos o porque se tuvieron que enfrentar al racismo de los empresarios», sostiene Adams.

Emma Louhg, abogada especialista en derecho europeo en el Centro Aire de Londres, explica que «a menudo, la gente recibe las actas de deportación del Ministerio de Interior después de las informaciones elaboradas por los agentes de policía de la Operación Nexus que, según se ha demostrado, tienen un un impacto desproporcionado sobre ciertos grupos y las trabajadoras sexuales es uno de ellos».

También dice que «la legislación de la Unión Europea reconoce a los trabajadores sexuales como ‘trabajadores’ pero es muy difícil tener una evidencia de ello para demostrar que estás ejerciendo tus derechos. Es difícil mostrar registros de empleo».

«El proceso de esta ordenanza administrativa muestra que no se están ejerciendo los derechos del tratado. Vemos a muchas chicas de 19 o 20 años que han vivido en Reino Unido la mayor parte de sus vidas, que quedan atrapadas en el mundo de las drogas y de los delitos menores, y ahora tienen que hacer frente a una deportación a un país en el que no hablan siquiera el idioma», explica la especialista.

Según Louhg, «el Ministerio de Interior tiene que demostrar que algunas personas pueden suponer un riesgo para la sociedad para justificar la deportación». «Sin embargo, hemos visto decisiones basadas que se basan en muy bajos niveles de riesgo y que no consideran adecuadamente los posibles daños», apunta.

El Centro Aire también está preparando un recurso separado sobre la legitimidad de la Operación Nexus basada en otros casos, no relacionados con la prostitución. La Operación Nexus se articula con la incorporación de oficiales de inmigración dentro de las comisarías. Sus objetivos son tanto los delincuentes extranjeros como aquellos que incumplen las leyes de inmigración.

Miles de personas –muchas de ellas con antecedentes penales– han sido deportadas de Reino Unido en el marco de la Operación Nexus desde 2012 aunque el Ministerio de Interior se ha negado a dar un número concreto. La cooperación entre la policía y los servicios de inteligencia de inmigración se ha expendido a fuerzas de seguridad más allá de Londres.

Traducido por Cristina Armunia Berges