“La prostitución es un trabajo igual de explotado que cualquier otro” // Paula Ezquerra

 

Por Ariadna Trillas

16 de diciembre de 2019

https://alternativaseconomicas.coop/la-prostitucion-es-un-trabajo-igual-de-explotado-que-cualquier-otro

 

Entrevista

Paula Ezquerra

Activista feminista y trabajadora sexual

 

“La prostitución es un trabajo igual de explotado que cualquier otro”

De pequeña, en su Buenos Aires natal, soñaba con ser cantante. Le gustaba estudiar y hoy se queda con el modo en que la definió una buena amiga: “Soy una intelectual de la calle”. Paula Ezquerra, la primera trabajadora sexual que dio el salto a la política municipal, de la mano de la CUP, es una de las voces más destacadas de entre las que batallan para que la prestación de servicios sexuales sea reconocida como trabajo. A su larga trayectoria como activista feminista y en movimientos sociales se le añade su lucha como sindicalista anticapitalista, a través de la Intersindical Alternativa de Catalunya (IAC). El año pasado, la IAC constituyó la primera sección sindical de España en defensa de los derechos laborales de las mujeres que ejercen la prostitución. Ezquerra ve en el combate conjunto contra la trata el punto de encuentro entre las feministas partidarias de regular los servicios sexuales y las que exigen su abolición.

FOTO: A.T.

Tras su paso por la política, ¿ve más margen para defender su causa o lo ve más difícil?

En la política institucional hay limitaciones a la hora de hacer cambios. Pero a la vez el apoyo institucional confiere poder de acción, de decisión y de respeto. Es necesario que haya representantes del trabajo sexual en la política institucional. Es la forma de ir avanzando en derechos. Otra cosa es si yo repetiría. Para mí fue duro. Representaba al distrito de Ciutat Vella, y tuve que aprender de todo. Por suerte tuve buenos compañeros, de la CUP, de Barcelona en Comú, y algunos compañeros de ERC. Se tejieron complicidades muy bonitas. Pero quizá  me mostraban respeto y apoyo por mi supuesta valentía, más que por la causa.

¿Ve más factible la acción desde el sindicalismo?

La verdad es que como sindicalista también te tienes que limitar, a veces incluso más, porque como soy anticapitalista además de feminista, mi idea de la economía me lleva a imaginar un futuro más equitativo y con más derechos. Yo entiendo que vivimos en una sociedad donde todos estamos explotados. Es en ese contexto en el que quiero neutralizar a los empresarios que se lucran con el trabajo sexual. En lugar de querer eliminar el trabajo para terceros, hay que blindar los derechos cuando se trabaja para terceros. Ha sido un proceso doloroso entender, porque la mayor parte del tiempo fui autónoma, independiente.


«Si eres prostituta es porque te falta dinero. Mayoritariamente somos pobres»

«Propongo trabajar conjuntamente contra la persecución de la prostitución y contra la trata»

«Me di cuenta de que el problema no es que yo fuera prostituta, sino que era mujer»


¿Cuáles son sus principales reivindicaciones?

El principal punto es la no discriminación de las trabajadoras sexuales. Ni directa ni indirecta. El estigma de la puta nos afecta a todas las mujeres. Para mí, puta significa mujer libre.  La criminalización limita la libertad de negociación de los servicios que prestamos a nuestros clientes. Si se les persigue, se nos persigue, y entonces es más fácil acceder a relaciones de mayor riesgo. Vas rápido, necesitas dinero, tienes que comer. No estamos solo contra medidas como la ordenanza cívica de 2006 en Barcelona, sino contra la ley mordaza. Con el afán de proteger supuestamente a las mujeres dice que  se penalizará a quienes quieran pagar por sexo, y que cesen su actividad quienes presten servicios sexuales. En una tarde te pueden llegar a caer hasta 11.000 euros de multa. Es el resultado de la persecución del cuerpo de la mujer en una sociedad que no da de sí en la producción de trabajos bien pagados y de calidad. ¿De qué va esto? ¿De mantener la riqueza en el 1% y los conflictos entre personas pobres? Si quitas la dimensión moral, la prostitución es un trabajo igual de explotado que cualquier otro. Defendemos  que se reconozca como un trabajo más y conseguir convenios laborales como los demás. Y que se despenalice. Estoy en contra del sistema capitalista por su componente de explotación a las personas. Hay que hablar de explotación laboral, no de explotación sexual. Las compañeras de los clubes no están explotadas sexualmente, sino laboralmente.

¿Cómo es esa explotación laboral?

Pues en los clubes se suelen hacer jornadas larguísimas. Pueden hacerse hasta dobles turnos, lo que significa disponibilidad durante 24 horas por si aparece un cliente a la hora que sea. Llevas un uniforme y tienes un horario, luego eres una trabajadora por cuenta ajena. Pagas la habitación en el mismo edificio del club, el empresario te considera “una huésped”, para liberarse de la etiqueta de proxeneta. Además, tienes que pagar por toallas, preservativos, protectores higiénicos, que resultan más caros. Piensa que las mujeres están aisladas en clubes de carretera. Queremos que se reconozca que eso es trabajo por cuenta ajena. Y que las compañeras no tengan que dormir en la misma cama que donde se prestan servicios sexuales. Y que no se obligue a realizar prácticas sexuales contra su voluntad.

¿Esto no lo considera explotación sexual?

Vamos a ver. Es explotación en la medida en la que aquí todo vale si tú aceptas. Pero es como si estás muerta de hambre y te dicen que trabajes de sol a sol sin agua por cuatro euros. Te mueres de hambre y hay cien candidatos. El explotador sabe que necesitas el dinero. Las reglas las pone el empresario. Pero en realidad, solo un 1% de la sociedad tiene posibilidades de decidir sobre su vida. El resto es fantasía.

FOTO: A.T.

En la medida en la que se explota la necesidad de ganarse la vida, ¿qué opina de quienes afirman que la prostitución se ejerce libremente?

Somos clase trabajadora. Si eres prostituta es porque te falta dinero. Pocas veces lo serás porque ganas 15.000 euros al mes. Mayoritariamente somos pobres. No estoy de acuerdo con el discurso de que soy puta porque me gusta. Es un análisis poco comprometido con realidad social, es banal. Yo reivindico que no me gusta el trabajo, pero que tengo derecho a reivindicar mis derechos, trabaje de esto o de otra cosa. Yo misma era abolicionista al inicio. Creo que todas las trabajadoras sexuales empiezan creyendo que la prostitución es una explotación machista. Eso no lo niego. Yo, aunque tuve educación de clase media y fui a una escuela privada y católica y era romántica, a los 18 años no tenía otra opción, empecé por necesidad. Fue duro: te cuestionas a ti misma, y te cuestiona gente a la que quieres. Reflexionas todo el tiempo contra tus propias ideas, y contra las leyes.

¿En qué momento dejó de ser abolicionista?

Cambias de opinión trabajando, y también reivindico las herramientas adquiridas. Para mí fue clave cuando en 2005 nos reunimos como 2.500 trabajadoras sexuales procedentes de Europa, y Canadá, y Australia, y de Estados Unidos… ansiosas por compartir experiencias y capaces de analizar y de confrontarse a la realidad. En ese momento, cuando vi las capacidades de todas juntas, fue emocionante. Me di cuenta de que el problema no es que yo fuera prostituta, sino que era mujer. Me hice responsable de lo que hacía. Me pareció impresionante. Y también me ayudó descubrir al colectivo Putas Indignadas. Con el tiempo acepto que el problema no es que no me guste lo que hago, sino que no me gusta  mucho trabajar. De nada. Puedo ser un poco vaga, pero sigo luchando para ganarme la vida. Me levanto y trabajo. Yo creo que habría que trabajar menos y vivir más, darle más tiempo a lo importante.

¿Distingue con claridad la explotación laboral de la trata?

Claro.  Nosotras lo detectamos. Se nota. No solo porque tengamos cierta agudeza sobre el trabajo, sino porque estamos en el entorno, porque somos parte de la actividad. Si una compañera en situación de trata no te lo cuenta ella te lo cuenta otra compañera a la que se lo ha contado. Se nota en la actitud, en la forma de trabajar, en el miedo. Hace falta mucho dinero para poder actuar. Pero cuando falta el dinero nos ayudamos entre nosotras. Existe mucha solidaridad. Tenemos compañeras en situación de trata que han muerto. Eso afecta. Recuerdo el caso de la mujer que murió hace unos años tras múltiples palizas. No lo denunciaba. Tenía a sus hijos en su país de origen. Las instituciones lo sabían, la policía lo sabía. Es un fracaso de la sociedad. Por supuesto queremos que se respeten y se agudicen las leyes contra la trata y también contra el tráfico de personas. Queremos alternativas para las personas que están en situación de esclavitud. Deben poder desvincularse de situaciones de horror, pero no solo en el trabajo sexual, sino en todos los trabajos. Por eso me interesó este proyecto sindical, la IAC. Tenían experiencia en quitar la capa de moralidad sobre la prostitución. La trata y la esclavitud son terribles en cualquier caso.

¿Y los estudios según los cuales más del 90% de las mujeres que ejercen la prostitución lo hacen contra su voluntad?

Son fake news. Según la asociación Genera, no más del 30% de las mujeres que con las que contactó estaban en trata, aunque acumulaban más de un 60% de las multas. Y según un estudio de Naciones Unidas sobre la situación en Europa, es víctima de trata cerca de un 15%. Es terrible, pero no es un 90%.

¿Qué impacto tiene la división entre partidarias de regular y reconocer el trabajo sexual y las abolicionistas sobre el movimiento feminista?

Claro, lo debilita y lo divide. El punto de encuentro es el combate de la trata y el tráfico de personas. Cuando acabemos con la persecución, vayamos contra la trata Yo apuesto por trabajar conjuntamente en ello. Yo no digo que ser puta sea guay. Digo que claro que queremos que se erradique la explotación, pero en todos los trabajos.


«Cuando falta el dinero nos ayudamos entre nosotras, existe mucha solidaridad»

«Yo no digo que ser puta sea guay. Quiero que se erradique la explotación, pero en todos los trabajos»

«Tenemos la esperanza de que haya coherencia en la supuesta izquierda y no se persiga la prostitución»


En el hecho de comprar sexo ¿ve dominación?

Si hay un espacio donde encuentras al hombre con las defensas bajas es la sexualidad. El único momento en que los hombres son débiles es cuando quieren comprar un servicio sexual. Puede haber violadores, por cierto en todas partes. Pero en general quienes controlamos somos nosotras. Ellos quieren pasarlo bien. Si te tratan mal no lo van a pasar bien. Y cuanto mejor te tratan, mejor los tratas.

La prostitución está vetada pero hay espacios sí reconocidos por el Estado.

Sï, dentro del trabajo sexual es cierto que hay espacios que están reconocidos por el Estado, como los servicios vía webcam, el alterne, la pornografía… Pero no hubo hasta ahora un sindicato para reconocer los derechos. Queremos que todo sea más equitativo. Ciudadanos, por ejemplo, lleva en su programa el reconocimiento del trabajo sexual pero protegiendo a los empresarios. Se permite el trabajo en clubes, pero no en la calle. Siempre blanqueando el mercado o la industria del sexo.

¿Hay muchos mitos sobre la prostitución?

Sí. Por ejemplo, que la mayoría de trabajadoras sexuales no tienen papeles en regla. La mayoría están con papeles. Es cierto que algunas aprovechan el visado de turismo para trabajar. De entrada, para ser autónoma, tienes que ser europea.

Economía sumergida.

Sí. Se trabaja a menudo en negro. No acumulas cotizaciones, nada de jubilación. Ningún derecho para el futuro.

¿Qué piensa de la implantación de una renta básica?

Lo primero es el reconocimiento trabajo de la mujer en general, que no está reconocido ni valorado. Y no hablo solo de la prostitución. Las mujeres que educan a sus hijos o cuidan a los mayores, y digo mujeres porque son la mayoría, deberían tener un sueldo del Estado. Son trabajos feminizados. ¿Por qué desprestigiamos trabajos tan importantes como la educación de los hijos?  Por otra parte, hemos creado una sociedad tan desigual que debe existir una renta que equilibre la situación, por la concentración excesiva de riqueza.

Si se acaba formando un gobierno de PSOE y Unidas Podemos, ¿qué espera?

Tenemos la esperanza de lograr que no se criminalice la prostitución. Que haya coherencia con la supuesta izquierda y no se persiga, ni de forma activa ni pasiva. Mientras, seguimos luchando. Igual que en Cataluña se ha creado la sección sindical, IAC pertenece a una federación con otras organizaciones sindicales hermanadas con la misma ideología en Aragón, Galicia o Andalucía. Intentamos abrir paso a la corriente anticapitalista. Somos anticapitalistas, no puede haber racismo, aceptamos cualquier identidad de género, tenga o no papeles. Pero debe tener conciencia de clase y ser feminista.

La ministra en funciones de Empleo dijo que reconocer a Otras como sindicatos había sido un gol que le habían colado.

No sabemos bien en qué línea quiere trabajar Otras. Es una asociación que intentó ser un sindicato y no pudo. Quería ser un sindicato corporativista, específico de trabajo sexual. Nosotras ya entramos en un sindicato que ya tenía sus estatutos aprobados. Nosotras somos putas anticapitalistas feministas. Somos más bien aliadas de la izquierda. Saben que pueden contar con nosotras.

Entiendo que la problemática de la prostitución masculina es distinta.

Totalmente distinta. Si follas y cobras, qué bien. Tienen otros problemas. El machismo llega también a la prostitución. Un hombre que atienda a una mujer por 150 euros y que sea maravilloso no los hay. Digo que atiendan a mujeres. Mujeres, sí. Pero ellos están con nosotras y son estupendos.

¿Es imaginable una huelga de putas?

Con las nuevas tecnologías, sí es imaginable, pero siempre teniendo en cuenta la realidad económica de la que he hablado. Se podrá acoger a ella quien tenga sus necesidades cubiertas si no trabaja. Como en todos los trabajos. Eso pasa en todos los trabajos.

 

SERIE FEMINISMOS

Esta entrevista forma parte de una serie de entregas sobre feminismos que ha contado con la colaboración del Ayuntamiento de Barcelona. La entrevista  se  ha realizado a partir de los criterios periodísticos de Alternativas Económicas.

 

Paula Ezquerra: «Hablar de esclavitud solo en el trabajo sexual es un tema moral»

 

 

Por NEREA GOTI

BILBO

22 de septiembre de 2018

https://www.naiz.eus/es/hemeroteca/gara/editions/2018-09-22/hemeroteca_articles/hablar-de-esclavitud-solo-en-el-trabajo-sexual-es-un-tema-moral

 

 

PAULA EZKERRA

TRABAJADORA SEXUAL

Paula Ezkerra es trabajadora sexual, activista feminista pro derechos de las trabajadoras sexuales e integrante de la Unión Sindical de Trabajo Sexual, de la que fue una de las fundadoras, dentro de la Intersindical Alternativa de Catalunya.

 


SISTEMA

«Si dentro del capitalismo ya no existen derechos reales para las personas, si hay una esclavitud encubierta, imagínate para las que no estamos reconocidas»

 

MODELO


«Nosotras vamos a trabajar con mujeres que trabajan para terceros, este tema lo tenemos en la agenda, pero sobre todo vamos a apostar por construir una economía colaborativa, cooperativista, con conciencia feminista y de clase»

 

 

¿Acceder a los servicios de una trabajadora sexual es un ejercicio de dominación, de violencia, o es posible una relación de igual a igual mediante una transacción económica?

En todos los aspectos sociales donde las mujeres nos relacionamos con los hombres está el sistema patriarcal, en la relación que tenemos hombres y mujeres, aunque vayamos cambiando, aunque vayamos avanzando, aunque las mujeres nos vayamos empoderando, y lo mismo los hombres; los hombres se resisten más porque es una cuestión de renuncia de poder. Diría, incluso, que detenta mucho más poder una trabajadora sexual consciente, con experiencia en su trabajo, porque la que detenta el poder, por decirlo de alguna manera, a la hora de la relación pactada por dinero es la trabajadora, porque no es quien tiene la necesidad de pagar, que es en sí mismo un símbolo de debilidad; no hay una conquista per se, sino que ha tenido que pagar. En ese sentido, nosotras somos las que tenemos el poder, las que pactamos y contratamos de palabra lo que vamos o no vamos a hacer. Ahora bien, justamente por el análisis que hacía antes, algunas personas consideran que por ser hombres tienen algunos derechos, o porque nosotras somos trabajadores sexuales o porque llevamos un estigma, ahí sí alguna vez te puedes encontrar algún conflicto. Pero son ellos los que nos llegan tímidamente a coger un servicio, algunos no tan tímidamente, pero en general son ellos quienes saben que están en situación de desventaja.

 

¿Es la realidad más salvaje (explotación, esclavitud, trata…) lo que está en el centro del debate o lo que lo enturbia?

Hay un malentendido o, al menos, un desacuerdo. Tanto el movimiento abolicionista como el movimiento pro derechos tenemos una ruta común de trabajo en contra de la trata y de la esclavitud de las personas, pero querer solo hablar de la esclavitud en el trabajo sexual es absolutamente una cuestión moral, porque esclavitud hay en muchos otros trabajos; también entre las mujeres trabajadoras en la industria textil o en lo que pasa con las recogedoras de fresas en Huelva… Eso es esclavitud, explotación laboral o como quieras llamarlo, sumado a violencia sexual.

En el caso de las mujeres, la cuestión del poder sexual también está en la pareja. Querer achacarnos esa realidad solo a la trabajadoras sexuales es un ejercicio imprudente para poder avanzar conjuntamente. No soy de las que cree que las abolicionistas son nuestras enemigas. Creo realmente que tenemos que sentarnos, hablarnos, que nos tienen que escuchar, no castigarnos ni directa ni indirectamente; es decir, no perseguir a nuestros clientes porque son nuestra fuente económica de supervivencia. Si persiguen a nuestros clientes persiguen a nuestra economía y aumenta nuestro estigma, porque les están dando un mensaje de que nosotras somos víctimas, somos débiles, somos vulnerables. Nada más lejos de la realidad: lo que nosotras estamos es vulneradas, lo que a nosotras nos pasa es que nos ponen en situaciones de vulnerabilidad, porque no reconocen nuestra voz como una voz autónoma, una voz de poder, de decisión, sino que nos toman como niñas. Es una manera de infantilizarnos, de decirnos lo que está bien y lo que está mal y no entiendo por qué, porque solo las trabajadoras sexuales entendemos nuestro oficio; estamos dentro y rompemos con la atadura moral esa de que la sexualidad tiene que venir acompañada de cariño, de cuidados… Cuando nosotras rompemos todo eso dentro del trabajo y nos damos cuenta del poder que detentamos, se le da la vuelta a la tortilla.

Las abolicionistas, normalmente, cuando trabajan con trabajadoras sexuales lo hacen desde la base del estigma, de forma que tú para beneficiarte de alguna ayuda o de algún servicio del Estado o de papeleo tienes que aceptar esta situación de víctima para poder avanzar y tienes que mentir: no puedes decir que estás orgullosa de ser trabajadora sexual. Creo que tenemos que hacer un ejercicio de sinceridad, sentarnos a hablar, ver qué podemos hacer al margen de la pérdida de tiempo de este debate de la abolición, de «no te percibo a ti, percibo a tu cliente»… No salimos de esto, no ayudamos a las mujeres en situación de trata y no apoyamos a las mujeres que se dedican al trabajo sexual con plena conciencia y por decisión propia.

 

«Nosotras necesitamos derechos, cada experiencia es respetable y única», dicen ustedes. ¿Es en esos parámetros en los que debe entenderse la libertad de las mujeres de trabajar en la prostitución y la necesidad de que se protejan sus derechos?

Claro, porque es el derecho del reconocimiento de trabajadora, frente a ese imaginario que hay de que las mujeres no trabajamos: de que cuando cuidamos no trabajamos, cuando amamos no trabajamos, en el matrimonio no trabajamos, sino que es parte per se del amor que viene en la pareja. Ese es el engaño del capitalismo, nos ha situado como personas no productivas para la sociedad y, sin embargo, toda la sociedad se basa en la producción y el trabajo básico de las mujeres. ¿Y en el trabajo sexual? Necesitamos ese reconocimiento. La sociedad va avanzando, las mujeres son más autónomas, independientes, algunas ya nos planteamos no tener pareja, o no al menos en la manera tradicional. Las trabajadoras sexuales ya asumimos de hecho que somos autónomas, independientes, pero esa independencia nos cuesta la parte legal, el no acceder a la salud, porque necesitas cotizar, necesitas de alguna manera ser reconocidas como trabajadoras, no podemos alquilar porque no tenemos nóminas… Hay que entender que tenemos que tener los mismos derechos o, como digo yo, pringar de la misma manera. Si dentro del capitalismo ya no existen derechos reales para las personas, si hay una esclavitud encubierta, si esta sociedad ya niega derechos a quienes están reconocidas laboralmente, imagínate para las que no estamos reconocidas legalmente y además estamos estigmatizadas por él.

El paso lógico es el reconocimiento. No hablamos de la regulación como en Alemania u Holanda, sino de aprovechar que en el Estado español tenemos un lienzo en blanco para construir algo que no solo beneficie a las trabajadoras sexuales, sino que rompa con el estigma puta y que haga una norma visible de lo que es el trabajo y el derecho laboral. Nosotras vamos a trabajar con mujeres que trabajan para terceros, este tema lo tenemos en la agenda, pero sobre todo vamos a apostar por construir una economía colaborativa, cooperativista, con conciencia feminista y de clase. Esa es la apuesta de la Intersindical de Catalunya.

 

En este debate, una de las cuestiones que está sobre la mesa es precisamente la cuestión del control sobre el medio de producción y cómo articular relaciones laborales.

En ese caso estamos hablando de trabajo para terceros. Lo que no queremos es que se repitan esos modelos europeos donde solo se beneficia el empresario. Queremos blindar al máximo a las trabajadoras sexuales que decidan trabajar para terceros. Somos novatas en esto, estamos aprendiendo, pero en todo caso vamos a trabajar para intentar blindar al máximo los derechos: las condiciones lógicas para cualquier trabajadora, como el derecho al paro, a la maternidad, a tomarse días, al descanso cada ciertas horas, a no ser obligada a trabajar en algo que te genere un conflicto personal o la obligación de un servicio que a ti no te apetezca… La cuestión es blindar todo eso al máximo pensando en colaborar con una sociedad y con una reflexión diferente dentro del sistema capitalista, pero asegurando los derechos de las trabajadoras sexuales. Va a ser una lucha dantesca, porque entendemos que los empresarios no van a permitir que lleguemos y empecemos a reclamar. Ahí sí que necesitaremos toda la tracción de las feministas abolicionistas, que estén con nosotras, porque ellas tienen el poder hegemónico y político. Ahí es donde les invitamos a trabajar conjuntamente contra la trata y a favor de nuestros derechos.

 

¿Qué opina sobre el papel de los sindicatos, que también se ha colado en este debate sobre todo tras la creación de Otras? ¿Son mecanismos de protección de las mujeres o hay organizaciones que actúan en favor de los empresarios?

Nosotras lo hicimos antes y nadie dijo nada. Hay diferentes sindicatos, yo puedo hablar del mío. Creo que es verdad que hay sindicatos que favorecen a los empresarios, no sé si es el caso de Otras ni me interesa. Me va a interesar un determinado sindicato en el momento que tengamos que trabajar conjuntamente sobre derechos laborales de las trabajadoras sexuales. No sé si este sindicato está en la misma corriente que nosotras, no he hablado con ellas, pero si está en la misma corriente va a encontrar en nosotras un sindicato fuerte que va a trabajar para blindar los derechos de las trabajadoras, va a encontrar en nosotras aliadas. Nuestra acción sindical lo que jamás hará es beneficiar a los empresarios. Ahí están, si quieren leerse, los estatutos y puede verse a lo que me refiero. Nosotras somos un sindicato de izquierdas, clase obrera, anticapitalista y con conciencia feminista, y quienes quieran afiliarse en este sindicato tendrán que cumplir con esta corriente política. Llevamos 15 años trabajando, 15 años de trabajo duro, limpio, mano a mano, codo a codo con activistas feministas, anarquistas, gente de barrio, con los políticos…

 

¿Cuáles son los pasos que deberían darse? ¿Hay algún modelo en el que se fijen?

El único modelo que creemos parecido a lo que queremos crear en el Estado español es el de Nueva Zelanda, un modelo emergente de los movimientos de trabajadoras sexuales que no tiene que ver con los tres antiguos modelos políticos existentes: prohibicionista, abolicionista y regulacionista. Nosotras no encajamos en ninguno de estos tres modelos. De hecho, el movimiento internacional de trabajadoras sexuales ya plantea en 2006, en el Encuentro Internacional del Trabajo Sexual, avanzar en un modelo que se llama pro derecho al trabajo sexual, que es un modelo donde se habla sobre el reconocimiento del trabajo sexual pensando en las necesidades específicas de este colectivo en cada ciudad; es decir, cada ciudad debería tener en cuenta las necesidades y las recomendaciones de sus trabajadoras sexuales para desarrollar un modelo de derechos, de reconocimiento del trabajo. Sería lo lógico. Digamos que, si estamos en Barcelona, las compañeras de allí seamos las que tengamos que decir cómo queremos interactuar con la comunidad para que blinden nuestros derechos. Por ejemplo, en el caso del espacio público, hablar con los vecinos, ver qué les molesta, avanzar en eso, en cosas que pasan. Eso, en la calle. En los pisos, ver la manera de tener un acceso, ver cómo hacemos si tenemos una situación de violencia, poder llamar sin tener miedo a que nos denuncien… De este tipo de cosas y más cuestiones de derechos laborales hablamos, no de los de los empresarios.

 

¿Cómo ve el debate dentro del movimiento feminista? ¿Cuáles cree que son los puntos de encuentro y cuáles los elementos enfrentados?

A nivel mediático, quien tiene el poder ahora es el feminismo hegemónico, del que no solamente las trabajadoras sexuales sino otras muchas rompimos hace ya muchos años. Nada tiene que ver el movimiento feminista hegemónico con el surgimiento del 8M. Es verdad que se escucha en los medios «soy abolicionista y esto no se va a permitir», como a la ministra, pero esto es una falta de respeto hacia las mujeres: primero, niega la capacidad de unas personas a ejercer el trabajo sexual y, luego, transmite que es más importante tapar la boca a unas señoras que luchan por sus derechos que reconocer que en el Estado español estamos sufriendo unas violencias terribles, como el caso de “La Manada”, el de Juana Rivas y tantos otros. Decir que unas putas se hayan organizado es más lo más terrible, más que una violación de una niña de 18 años entre cinco hombres, un caso por el que todo un país se divide, es para dimitir ayer.

Hay muchísimos puntos de encuentro desde los que avanzar. El primero, la propia autonomía de mi cuerpo es mío y hago lo que quiero con este cuerpo. Lo tenemos todo para trabajar conjuntamente. No es verdad que haya un movimiento enorme de abolicionistas, aunque lo cierto es que dentro del movimiento abolicionista tienen más poder político y mediático. En el día a día, en las charlas y en los debates, me siento acompañada y siento que hay un cambio en todo el mundo en pos de quitar el estigma existente sobre la prostitución y de dotar de derechos y reconocer derechos a las personas que no tienen derechos.

 

Trabajadoras sexuales de diversos puntos del Estado crean en Cataluña su primera sección sindical

 

 

 

El primer objetivo, ya en marcha, es abrir las puertas de más sindicatos a las trabajadoras sexuales, a fin de actuar desde los diversos territorios y, al mismo tiempo, articularse a nivel estatal, el nivel de gobierno del que depende incluir el epígrafe «trabajo sexual»

 

Meritxell Rigol | @TxellRigol

24 de julio de 2018

https://directa.cat/treballadores-sexuals-de-diversos-punts-de-lestat-creen-a-catalunya-la-seva-primera-seccio-sindical/

 

 

La reivindicación de que el trabajo sexual es trabajo salta de las calles al terreno sindical. La Intersindical Alternativa de Cataluña (IAC) acoge la primera sección sindical del ámbito, un paso que traspasa de largo el plano simbólico y supone, para las trabajadoras sexuales que ejercen por decisión propia, una mejora de posición en la interlocución con los gobiernos y una grieta significativa en el estigma. Así lo remarca su impulsora, Paula Ezquerra, que, por encima de todo, ve en la sección sindical «una herramienta política legal desde donde presionar al Estado para lograr el reconocimiento como trabajadoras».

Ella es una de las diez primeras afiliadas, por ahora, todas mujeres y con marcado perfil activista. Varias son de Barcelona y otras de fuera de Cataluña. De hecho, el primer objetivo fijado —y ya en marcha— es abrir las puertas de la acción sindical a las trabajadoras sexuales en otros territorios, al tiempo que articular una «unión sindical del trabajo sexual». «Además de trabajar desde la sección sindical de cada territorio sobre la realidad de cada comunidad, desde la IAC proponemos crear una unión sindical, a modo de enlace, para trabajar a escala estatal, que es nuestra finalidad», detalla Ezquerra.

 

El SAT ha sido el primero en mover ficha y ya ha creado sección sindical de trabajadoras sexuales, según ha explicado, durante la presentación de la sección sindical catalana, Mireia Herrera, coordinadora de la Federación de Otras Actividades de la IAC

 

El Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) ha sido el primero en mover ficha y ya ha creado sección sindical de trabajadoras sexuales, según ha explicado, durante la presentación de la sección sindical catalana, Mireia Herrera, coordinadora de la Federación de Otras Actividades de la IAC. Este espacio de la IAC reúne los sectores privados más precarizados, como es el telemarketing y el de los riders de empresas de reparto de comida a domicilio, crecientemente movilizados en los últimos meses, así como diversos ámbitos de la hostelería. Ahora, se añaden las trabajadoras sexuales.

«Llegamos a crear la sección de trabajo sexual porque hay una necesidad y damos respuesta sindicalmente; la creamos para generar ámbito de acción desde las trabajadoras sexuales, para poder hacer acción sindical desde ellas mismas «, explica Herrera. «La herramienta de la sección sindical —añade— les permite estar reconocidas por una organización sindical y que las trabajadoras de muchos otros ámbitos las consideren compañeras de organización».

Ezquerra, ex consejera de la CUP en el distrito de Ciutat Vella, dejó el cargo antes de acabar la legislatura para centrar esfuerzos en poner las bases de una organización sindical de las trabajadoras sexuales / Meritxell Rigol

 

Valencia, el País Vasco, Madrid y Galicia, además de Andalucía, son otros territorios en el que aseguran que han encontrado complicidades, y sindicatos cercanos a la IAC comienzan a hacer movimientos para dar respuesta a las trabajadoras sexuales, articularse y exigir derechos laborales y sociales vinculados al ejercicio de esta actividad.

Hace poco más de seis meses que tuvieron lugar los primeros contactos que han llevado a la IAC a ser el primer sindicato catalán y del Estado en acoger una sección de trabajo sexual. Ahora bien, crear una estructura en la que las trabajadoras sexuales puedan afiliarse para alcanzar derechos laborales hace años que era una meta política de Paula Ezquerra. De hecho, Ezquerra, ex consejera de la CUP en el distrito de Ciutat Vella, dejó el cargo antes de acabar la legislatura, en el año 2016, para —explicaba en el momento— centrar esfuerzos en el activismo, que debía permitir poner las bases de una organización sindical de las trabajadoras sexuales.

 

«Cuando tengamos una sociedad justa, con conciencia de género, entonces hablaremos las putas sobre si queremos dejar de ser putas. Porque las hay que les gusta serlo. Pero las hay que lo hacen por dinero. Para sobrevivir. Como cualquier otra trabajadora «, remacha Ezquerra

 

Entre las ventajas inmediatas de contar con una estructura sindical, Herrera destaca el trabajo jurídico que se llevará a cabo en torno a las demandas laborales de las trabajadoras sexuales; un trabajo central a la hora de defenderlas en el plano de la política institucional. Concretamente, ante el gobierno español, del que depende incluir, o continuar negando, el epígrafe «trabajo sexual» y los derechos que, como ocupación reconocida, se desprenderían.

«Mientras haya pobreza, las formas de sobrevivir deben estar reconocidas por el Estado para que las trabajadoras, dentro de la explotación capitalista, tengamos un mínimo de derechos», reclama Ezquerra. «Cuando tengamos una sociedad justa, con conciencia de género, entonces hablaremos las putas sobre si queremos dejar de ser putas. Porque las hay que les gusta serlo. Pero las hay que lo hacen por dinero. Para sobrevivir. Como cualquier otra trabajadora «, añade.

Trabajadoras sexuales se unen a un sindicato para reclamar derechos laborales

 

23 de julio de 2018

 

https://www.lavanguardia.com/vida/20180723/451060985165/trabajadoras-sexuales-se-unen-a-un-sindicato-para-reclamar-derechos-laborales.html

 

Barcelona, 23 jul (EFE).- La Intersindical Alternativa de Catalunya (IAC) ha creado la primera sección sindical de España que agrupa a trabajadoras sexuales para reclamar sus derechos laborales.

En el acto de presentación, la coordinadora de la Federación de Otras Actividades del IAC, Mireia Herrera, ha explicado que el objetivo final es conseguir que el trabajo sexual sea reconocido como trabajo.

Por ahora se han afiliado una decena de trabajadoras sexuales, algunas de las cuales proceden de otras comunidades autónomas, según ha detallado Herrera, que ha subrayado que el primer paso es conseguir que «se abran más secciones en otros sindicatos» del país.

Según sus promotoras, la sección sindical está abierta a «todos los trabajadores y trabajadoras de servicios sexuales», desde prostitutas que ejerzan en la calle hasta actores y actrices de pornografía.

En una segunda fase, la sección quiere crear «una unión sindical del trabajo sexual para actuar conjuntamente».

«Tenemos un proyecto enorme, empezamos en Barcelona pero no vamos a parar hasta que todas las trabajadoras sexuales del Estado estemos sindicadas, porque una puta sindicada es una puta empoderada», ha afirmado Paula Ezquerra, una de las componentes de la sección sindical.

Otra miembro del grupo, Janet -que ha preferido no facilitar su apellido- ha destacado que el objetivo del sindicato es «visibilizar que el estigma y la criminalización no va con el trabajo sexual» y que «la industria de la prostitución da trabajo, directa o indirectamente».

«El reconocimiento del trabajo sexual como trabajo nos saca de una condición de criminales y de víctimas y nos introduce en la situación de ciudadanas», ha opinado Saisei-Chan, también miembro del sindicato, que cree que «cuanto más se persigue el trabajo sexual, más se clandestiniza y queda en manos de explotadores y de tratantes». EFE

 

“Las trabajadoras sexuales hemos tomado primeras posiciones en dar las voces sobre nuestra realidad”

 

Suelta la olla

| Uzt 20, 2018

20 de julio de 2018

https://halabedi.eus/2018/07/20/las-trabajadoras-sexuales-hemos-tomado-primeras-posiciones-en-dar-las-voces-sobre-nuestra-realidad/

 

 

El próximo 23 de Julio en Barcelona, bajo el lema Trabajo Sexual es Trabajo, se presentará la primera sección sindical de trabajadoras sexuales en Catalunya. “Mucho por decir, tenemos mucho por hacer, ven a compartirlo con nosotras”.  Sección sindical de Trabajo Sexual- IAC FAA,  desde la Intersindical Alternativa de Catalunya y en concreto desde la Federació d’Altres Activitats.

 

Tania Siriany, entrevista a Paula Ezquerra, Activista y Puta Feminista del colectivo Putas y Alianzas y fundadora de la Sección sindical de Trabajo Sexual- IAC FAA.

Oír podcast aquí:

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“Las putas no piden permiso, piden paso’’

 

Por Aurora Revólver Paula Álvarez

9 de julio de 2018

“Las putas no piden permiso, piden paso’’

 

El pasado 2 de junio se celebraron en Sevilla las jornadas ‘Desmontando la prostitución: las Putas no piden permiso, piden paso’, organizadas por el Colectivo de Prostitutas de Sevilla (CPS) coincidiendo con el día internacional de la Trabajadora Sexual. Prostitutas y aliadas debatieron sobre la situación del colectivo en el Palacio de los Marqueses de la Algaba y en el centro social autogestionado Lanónima. 

 

Foto de familia de trabajadorxs sexuales./ Aurora Revólver

 

Justo a las espaldas de la Alameda, el sitio de moda para visitar la ciudad de Sevilla según la Lonely Planet, ellas siguen allí, en el mismo sitio. Las putas de la plaza de la Mata llevan la historia silenciada del barrio, como la de la humanidad, mientras las parejas de alemanes pasan a su lado incómodas, avergonzadas, pálidas, al igual que la mayoría del vecindario que a pesar de los años que lleva cruzándoselas por las calles, aún no sabe siquiera cómo saludarlas.

El 2 de junio de 1975 se escribía un capítulo de la historia del que poco o nada se habla porque no salía del puño de los vencedores, y no ha interesado mediatizarlo a pesar de que conecta más con nuestro presente que muchos de los grandes episodios que aparecen en los libros de texto. Un grupo de más de 100 trabajadoras sexuales ocupaban la Iglesia de Saint Nizier en Lyon como protesta ante la negativa del gobierno francés de reunirse con ellas, ante la persecución y el acoso policial, ante la negativa de unos conciudadanos a querer incluirlas como parte de la sociedad. ‘’Hace 43 años en un lugar del mundo decían basta, ahora nosotras seguimos diciendo basta también’’. El 2 de junio de 2018, Ariadna Riley, prostituta y miembro del Colectivo de Prostitutas de Sevilla (CPS), nos recuerda que, a pesar del paso de los años, la situación de las trabajadoras sexuales no ha cambiado. Que las mismas demandas suenan hoy en el Palacio de los Marqueses de la Algaba que ayer en la Iglesia de Saint Nizier.

“Estamos aquí como ciudadanas, tenemos derecho a estar en este espacio’’, señala María José Barrera, exprostituta y presidenta del CPS. Es la primera vez en la ciudad que en un edificio institucional hablan las trabajadoras sexuales, a pesar de que el Ayuntamiento de Sevilla ha hecho público su rechazo a jornadas de este tipo. A dos días de la celebración del encuentro la concejala de Igualdad organizaba una rueda de prensa para desvincularse de las jornadas y reafirmar su compromiso con la erradicación de la prostitución. Uno de los estandartes políticos del gobierno socialista ha sido la abolición y la identificación de la prostitución con violencia de género y trata. Este blindaje político, que roza el repudio a una parte de la sociedad, no es más que el miedo a lo que el nacimiento de este nuevo sujeto político puede suponer, el miedo a escuchar lo que las putas tienen que decir.

‘’No estamos representadas, pero en todos los espacios se habla de nosotras. Si se habla de nosotras, las putas tenemos que estar. Queremos hablar desde nuestras vivencias, desde nuestros tacones. Que se cuestione si para conseguir la abolición hay que pisotear a tantas mujeres’’. María José Barrera, cierra la presentación de las jornadas haciendo hincapié en uno de los puntos esenciales de las reivindicaciones de las trabajadoras sexuales; que se les escuche, que se cuente con ellas en los debates que les conciernen y que históricamente han sido debatidos y consensuados por todos los actores políticos menos por las propias prostitutas.

Talía Ardana, coordinadora del área de prostitución de la Asociación pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) presentó la primera mesa de la mañana recordando la importancia que tiene ‘’abrir un espacio seguro para las trabajadoras sexuales en una ciudad donde el ayuntamiento está cometiendo una auténtica caza de brujas contra las prostitutas’’, en referencia a la aplicación de la Ley Mordaza y a las ordenanzas municipales “antiprostitutas”, una fórmula que se está repitiendo en otras ciudades del estado y que está suponiendo la persecución y represión continua de las trabajadoras sexuales que prestan sus servicios en la calle.

 

Los orígenes históricos del debate sobre el trabajo sexual

Estefanía Acién, profesora del departamento de Antropología social de la Universidad de Almería y miembro de Acción en Red, abrió la mesa con su ponencia Feminismo, sexualidad y prostitución: debates teóricos, consecuencias reales, afirmando que ‘’la lucha por la consecución de los derechos para las putas es importante no solo para el colectivo sino para todas las mujeres’’. La antropóloga reflexionó acerca de los orígenes históricos del debate sobre el trabajo sexual dentro del feminismo. Una contextualización histórica necesaria para no caer en ni reproducir los discursos vacíos que a veces copan las discusiones: ‘’El debate sobre el trabajo sexual no es un debate nuevo, viene de finales del siglo XIX. Estamos en el mismo debate y nos quieren convencer de que es algo nuevo’’.

 

Las falacias del debate abolicionista desde una perspectiva filosófica

En la camiseta de Paula Sánchez, miembro del Colectivo Hetaira, referente en la lucha por los derechos de las trabajadoras sexuales desde hace 23 años, se puede leer ‘’give me rights” [dame derechos]. Es la camiseta de AFEMTRAS (Agrupación Feminista de Trabajadoras del Sexo), un colectivo feminista de trabajadoras sexuales del distrito madrileño de Villaverde que, a pesar de estar invitado a las jornadas, sus integrantes ‘’no han podido venir por la precariedad a la que les ha sometido la ley Mordaza’’. Paula Sánchez es filósofa e investiga el estigma social de la prostitución desde esta disciplina. Su investigación se centra, entre otras cuestiones, en desmontar lo que en filosofía se conoce como “falacias”, aplicado en su caso, al discurso del abolicionismo. “Para que hablemos de debate tiene que haber posiciones de poder simétricas”, planteó, y evidenció cómo en la cuestión de la prostitución el monopolio del poder, tanto económico, como cultural, social y simbólico está del lado de los posicionamientos abolicionistas.

Partiendo de una visión bourdieuana del poder, expuso que la socialización del estigma de la prostitución es una forma de control social y que la sanción social, que está extremadamente interiorizada en todos los ámbitos de la sociedad, es la violencia sexual. Una de las falacias que analizó Sánchez fue la idea de que “la causa de la trata es la prostitución”. Y en este caso explicó que con estas afirmaciones se está confundiendo correlación con causa. La causa de la trata, sentenció, es la pobreza y el capitalismo, pero sobre todo “el cierre de fronteras, el hecho de que en Europa migrar no sea un derecho humano.”

 

El marco jurídico

Ana Castaño, abogada especializada en derechos humanos, centró su exposición en las normativas jurídicas que rigen el trabajo sexual. A nivel teórico, el Código Penal español no penaliza el ejercicio de la prostitución a quien la ejerce pero sí la explotación derivada de este ejercicio, haciendo que en la práctica se legitime la persecución y el acoso policial a las trabajadoras del sexo. Esta situación de vacío legal, afirmó, es el origen de la ambigüedad legal en la que se encuentra el colectivo.

 

Una aproximación al cliente

El antropólogo Francisco Majuelos compartió sus conclusiones sobre las investigaciones que ha realizado con los clientes del sexo de pago, un campo que no resulta nada fácil de abordar desde una perspectiva feminista y que puede resultar algo hostil y conflictivo para muchas de las que tenemos una postura pro-derechos. Desde una perspectiva etnográfica, Majuelos trazó un perfil del cliente concluyendo que no existen realmente unas características unitarias, y que la creación de un perfil único está relacionada con ‘’la imposición, por quienes pueden crear imaginarios, de un único modelo de sexualidad dominante’’. Apuntó también que desde los años 90 se responsabiliza directamente al cliente con la trata y que en el caso de las trabajadoras sexuales que ejercen libremente la prostitución estamos ante lo que, desde el derecho penal, se conoce como “delitos sin víctimas”, que supone una configuración penal de la moral del delincuente, construyendo de esta forma, la moral pública.

Las putas organizadas

Tras cada ponencia el público, numeroso y atento, debate sobre las cuestiones planteadas a lo largo de la mañana. Las trabajadoras sexuales sevillanas, argentinas, catalanas, se suben a la mesa para cerrar esta primera parte de las jornadas recordando que las putas se están organizando en muchas partes del Estado español y del planeta. Son las dos de la tarde y los empleados de seguridad del Palacio de los Marqueses de la Algaba nos instan a abandonar el edificio, aunque el ambiente de la sala se resiste a cerrar el debate. “Vamos a seguir reivindicando nuestros derechos desde los espacios públicos, porque los pagamos”, sentencia Mª José Barrera. “Quiero reivindicar la participación activa, política, del movimiento social de las trabajadoras sexuales”, manifiesta Paula Ezkerra, trabajadora sexual que participó en el movimiento de las Putas Indignadas en Barcelona. “Porque la participación activa va a deconstruir esta sociedad y la va a transformar en una sociedad diferente, rompiendo con el patriarcado y con el capitalismo.”

El debate entre las trabajadoras sexuales

Es sábado. Hora de la siesta. El sol que se cuela por las rendijas y la atmósfera volátil invita a dormir. Sin embargo el público espera en Lanónima expectante. La ocasión lo merece, no todos los días puede una escuchar con libertad a las protagonistas de una de las cuestiones más polémicas de la sociedad. Hoy no se trata de posicionarse a un lado u otro del debate, de buscar convencer y crear rivalidades. Se trata de acercar posturas, ver dónde se puede confluir, conocer la parte más orgánica y urgente de la cuestión, la que afecta a las personas y no encerrarse en la utopía desde una postura u otra.

La exprostituta y miembro del CPS Carmen de Córdoba modera la mesa de las trabajadoras sexuales. Carmen trabajó más de 30 años en el ayuntamiento de Córdoba después de ejercer la prostitución durante los años 70. “Cobro menos pensión porque me he jubilado anticipadamente, precisamente porque ese tiempo que estuve trabajando de prostituta no cuenta para la vida laboral”. Sus palabras evidencian una de las múltiples consecuencias, reales y encarnadas, de la ausencia de derechos laborales de las trabajadoras sexuales.

Linda Porn, miembro de Aprosex y artista transfeminista, ha vivido su experiencia como trabajadora sexual marcada transversalmente por su condición de migrante. ‘’La ley de extranjería es la verdadera proxeneta, lleva a la mujer migrante a no tener otra salida que la prostitución’’, dura sentencia vivida en la piel, a la que también hacía referencia Ana Castaño en su exposición de las normativas vigentes. Porn señaló la feminización de la pobreza como una de las causas del trabajo sexual. ‘’La mayoría de mujeres somos pobres y es una solución para salir de la precariedad’’. No lo entiende como única opción, sino como la opción que ella ha elegido para ser una superviviente en esta sociedad en la que la precarización laboral femenina es doce veces mayor que la masculina. Una realidad difícil de aceptar en una sociedad en la que los ecos de un modelo único de moralidad aún siguen sonando. 

Camisetas, pegatinas y mermeladas del CPS./ Aurora Revólver

Paula Ezkerra, trabajadora sexual y activista, comenzó su charla reivindicando el trabajo de las Putas Indignadas de Barcelonamovimiento referente en la lucha por los derechos del colectivo que acaba de crear la primera célula sindical de trabajadoras sexuales dentro del Estado español. ‘’No podemos olvidar en nuestra lucha, la lucha de clases y la conciencia de género’’, reivindicó para visibilizar la importancia de la sindicalización del trabajo sexual.

Leo Thunder, fundador del Colectivo Caye, prostituto y actor porno, insistió en su exposición en lo invisible que se encuentra la prostitución masculina. El trabajo sexual masculino no cuenta con estudios, datos, ni un protocolo médico y es un problema que debería atajarse.

Uno de los temas en el que más se profundizó en la mesa fue el del estigma social que supone ejercer la prostitución. “Tú eres siempre puta, aunque hayas ejercido una vez, una semana, un día, eres toda tu vida puta”, apuntó Carmen de Córdoba. También las “prostitutas privilegiadas”, como señaló Ariadna Riley, padecen el estigma en su vida cotidiana. En los centros médicos, donde les exigen continuas pruebas de Enfermedades de Transmisión Sexual; y en todos los ámbitos de la vida, como en el de la maternidad, ya que parece que a las putas se les niega también ese espacio social, el de madres o parejas, porque, como afirma Riley, “o él es tu chulo, o los hijos son fruto de una violación”.

Pero las putas, dice Paula Ezkerra, le dan la vuelta al estigma, que es una forma de controlar los cuerpos de las mujeres –los de todas las mujeres, no sólo los de las putas- y lo utilizan como herramienta de empoderamiento. ” Yo como puta veo la debilidad en la sexualidad del hombre y me aprovecho de esto económicamente, y eso se llama capital erótico”. Es aquí donde entra en el debate un discurso feminista que para muchas es difícil de asimilar: el feminismo puta. Para Porn esta concepción del feminismo tiene que ver, entre otras cosas, con el uso que la sociedad hace de la palabra puta para insultar a las mujeres. A las que se acuestan con muchos hombres, a las que visten con falda corta o a las que utilizan libremente su sexualidad, la sociedad las tacha de “putas”. Por eso, afirma, “las putas son todas las tías que transgreden las leyes patriarcales”.

Saisei-chan, otra de las trabajadoras sexuales que ha acudido a este encuentro, tiene una visión muy clara sobre lo que significa encarnar la identidad de puta feminista. Explica, desde un análisis profundo y meditado, cómo para ella, el feminismo puta parte de la pérdida del miedo a la cultura de la violación, al castigo que suponen las conductas sexuales disidentes de las mujeres. “Hay mujeres a las que es lícito violar, y otras que son víctimas. Y esa es la gran herramienta de control. Es la culpa y es el miedo”. Asumir la identidad de puta feminista “hace que tengas una relación más sólida con tu cuerpo y con tu sexualidad”. Reconocer públicamente que eres puta, es decir, que eres una mujer que se acuesta con muchos hombres, implica para Saisei-chan que el otro ya no te reconozca como sujeto y que dejes de esperar su aprobación, “y entonces empiezas a ser aún menos controlable”.

El público disfruta del debate, comenta, pregunta y escucha con atención las reflexiones y los relatos en primera persona de las trabajadoras sexuales de la sala. Es hora de cerrar, antes de hacerlo, María José Barrera agradece la participación de sus compañeras y vuelve a incidir en los puntos más urgentes: la formación y el acompañamiento a ‘’las compañeras que aún no están empoderadas”; la consecución de derechos sanitarios, sociales y laborales a las que quieran seguir ejerciendo la prostitución y alternativas reales a la prostitución para aquellas que quieran dejar de hacerlo. Un punto que desde un lado u otro del debate no debería siquiera ser discutido.

Hoy se alzaban las voces de putas y aliadas al grito de zorroridad. Exigen ser escuchadas, ser reconocidas como sujetos políticos activos con capacidad de decisión sobre sus propias vidas. Están hartas de repetir que la defensa del trabajo sexual no es una cuestión de libre elección. Que la mayoría de la gente no tiene libertad plena para elegir, y menos aún las mujeres pobres, las migrantes y las trans, a las que la sociedad condena a una precariedad extrema y depredadora. Que escogemos entre las posibilidades que tenemos a nuestro alcance según nuestro contexto social y cultural. Y que para ellas, la prostitución es una de esas opciones. Que la sociedad, sumida en un debate moral, mira para otro lado cuando las putas son asesinadas y violadas. Cuando se les deniegan los derechos más básicos como trabajadoras y como ciudadanas. Y que por eso, lo que urge, no es posicionarse éticamente a favor o en contra de la prostitución sino hacerlo a favor de las personas que la ejercen, para que no sigan siendo agredidas física, simbólica e institucionalmente. Para que puedan llegar a ser ciudadanas y trabajadoras de pleno derecho.

Aurora Revolver

Periodista Andergraund. Potra desbocá que no sabe donde va. Documentalista neonata. Escribo sobre lo que me escuece, poemas también, ‘De Contrabando’ editorial versátiles.

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Paula Alvarez

Periodista audiovisual y feminista. Escribo con la cámara y el papel sobre derechos humanos y feminismo. Trabajo en comunicación participativa en @laluciernagacc

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Feminismos Puta. Trabajo sexual, derechos y otros debates

 

http://labonne.org/blog/2018/04/04/vis-a-bis-treball-sexual-drets-i-altres-debats/?platform=hootsuite

 

25 de abril de 2018

 

Paula Ezkerra, Cristina Garaizabal y María Jesús Izquierdo. Tres voces en relación en el marco de los Vis a Bis de La Bonne reflexionando alrededor los llamados feminismos puta.

¿Qué son los feminismos puta?

¿Dónde estamos las trabajadoras sexuales dentro de los feminismos?

¿Cómo podemos reflexionar juntas sobre cómo afectan a las trabajadoras sexuales los discursos que se reducen a querer abolir la prostitución?

¿Cómo pensar el trabajo sexual desde una perspectiva de economía feminista? ¿Cómo el abordaje del trabajo sexual como trabajo es una oportunidad para repensar las relaciones y los derechos laborales del mercado de trabajo?

¿Combatimos el estigma de puta desde la lucha feminista? Si el estigma puta nos afecta a todas, ¿como lo podemos desactivar juntas?

En este Vis a Bis queremos poner sobre la mesa uno de los grandes debates históricos de los feminismos poniendo de relieve la fuerza política de la complicidad entre mujeres.

25 de abril a las 19: 00h en La Sala

Volvemos con los VIS A BIS, un ciclo de conversaciones, para poner en escena diferentes feminismos, donde dialogar, confrontar, transferir y encontrarnos en torno a temas diversos. Un espacio generador de debate y reflexión desde diferentes prácticas y pensamientos feministas.

#VISaBIS #LaBonne # 25A #FeminismesPuta

Ya puedes ver la sesión en nuestro canal de Youtube:

«No es fácil decir soy puta, hay muchas barreras que tienes que saltar»

 

Desde 2012, el colectivo Putas Indignadas, en Barcelona, se ha organizado para luchar por los derechos de las trabajadoras del sexo. Hablamos con Janet, una de las trabajadoras que forman el colectivo.

Por Dení Freie

Barcelona

15/12/15

https://www.diagonalperiodico.net/libertades/28697-no-es-facil-decir-soy-puta-hay-muchas-barreras-tienes-saltar.html

Protesta de Prostittutas Indignadas en Barcelona en abril de 2012. / BÁRBARA BOYERO

 

En el barrio del Raval hay un grupo de mujeres que ejerce la prostitución en la calle. Durante largo tiempo, además de ser mal vistas y estigmatizadas por la opinión pública, han sido objeto de discriminación y persecución policial. Pero un día dijeron que ya basta, que ya no iban a permitir que las siguieran pisoteando. Así fue como dieron vida al colectivo Putas Indignadas, para defender sus derechos y exigir respeto. Hemos quedado con Janet, una de las chicas que forman Putas Indignadas, para que nos explique un poco la historia de su colectivo, y qué han logrado con su organización.

Janet lleva más de 30 años en el trabajo del sexo. Es una mujer pequeña y de voz suave, que impresiona por la valentía que transmite con sus palabras, pero sobre todo por la naturalidad con la que habla sobre su profesión. Aunque dice, «no es fácil decir soy puta, porque hay muchas barreras que tienes que saltar». Una de esas barreras es elestigma.

En la moral imperante, las mujeres que se ganan la vida a través del sexo, no son trabajadoras, son putas: seres malignos y despreciables, dicen las «buenas conciencias». Ese prejuicio, ese estigma, nos lo meten en la cabeza y es una barrera que muchas trabajadoras del sexo han decidido saltar para decirnos: sí, soy puta, a eso me dedico, pero también tengo derechos como tú, y debes respetarlos.

«Nuestro colectivo surgió cuando comenzamos a argumentar por nosotras mismas –explica Janet–. Antes acudíamos a otros colectivos y asociaciones que hablaban por nosotras. Pero eso cambio porque empezamos a defendernos con nuestras propias palabras, sin intermediarios. Otro factor importante para organizarnos fue que se endureció muchísimo el acoso policial por parte del gobierno de Xavier Trias«.

«Fue un hostigamiento a nuestros derechos. Los policías nos insultaban, nos decían gordas, viejas, nos contaban como ganado; uno, dos, tres, cuatro, y así elegían a quien le tocaba la multa. A varias compañeras africanas les echaban encima la moto para alejarlas de la calle. Frente a esto, nosotras sacamos fotos, hicimos vídeos y comenzamos denunciar. Y así fue como nos fuimos organizando para defender nuestro derechos».

«Entonces decidimos exigir un diálogo con Xavier Trias para que parara el acoso policial. Luego de varias reuniones previas con otras autoridades, por fin Trias nos recibió en abril de 2013. Su principal argumento era que nosotras somos víctimas del crimen y la trata de blancas, y que por eso es necesario un programa de bienestar social. Pero nosotras le dijimos, un momento caballero, nosotras tenemos trabajo, no venimos por eso, venimos para que nos deje trabajar. Con el acoso policial, excusándose en la ordenanza cívica que criminaliza nuestra labor, están violando nuestros derechos».

«Luego de esa reunión bajó la presión policial pero no cambiaron las cosas. De tal modo que en octubre de 2013, hubo un gran operativo policial y mediático con el que nos cerraron siete edificios donde trabajábamos y nos trataron como banda organizada. Por esos días murió Juan Andrés Benitez en manos de la policía y había muchas redadas racista en el Raval».

«En todo este contexto, iniciamos una campaña que hoy en día sigue y que se llamaProstitutas Indignadas: voces contra la prohibición de los derechos de las mujeres en la calle. En esta campaña no sólo participa nuestro colectivo de prostitutas, también colaboran diversas entidades, asociaciones de vecinos y diversos activistas».

Janet toma un trago de su refresco y continúa: «Mira, todo este trabajo no ha sido fácil porque no fueron los vecinos quienes se acercaron a nosotras, sino que fuimos nosotras las que empezamos a hacer pedagogía con los diferentes barrios, apoyando a diferentes luchas, y a medida que nos iban conociendo y encontrando alianzas fuimos ocupando un espacio entre la gente. Hoy somos como un buque de insignia, nos reconocen como una lucha de la clase obrera de aquí del Raval«.

Sonríe orgullosa y añade: «Hoy, nuestro gran triunfo fue conseguir que una compañera de nuestro colectivo [Paula Ezquerra] de Putas Indignadas está como representante político de la CUP, es consejera del distrito y me parece que eso muy pocos colectivos lo pueden decir, y mucho más en el trabajo sexual, y eso lo logramos en dos años».

«Dos años de trabajo constante visibilizando nuestra lucha y lo que somos –enfatiza Janet– porque no es fácil decir soy puta, hay muchas barreras que tienes que saltar, y cuando te preguntan que por qué trabajas de puta, bueno, vivo en una ciudad capitalista, en donde se me impone que tengo que trabajar, y dentro de mis capacidades, yo decido con qué parte de mi cuerpo tendré más rentabilidad, si lo hago con la cabeza soy intelectual, si lo hago con el cuerpo soy obrero, pero si lo hago con mi sexualidad me convierto en criminal».

Janet nos mira para saber si comprendemos sus palabras. Se lo confirmamos con un movimiento de cabeza y dice: «Hay mucha leyenda urbana, se piensa que somos máquinas de enfermedades, que somos malas madres, mujeres de poca ética, o mujeres drogadictas, alcohólicas; se nos estigmatiza. Eso debe cambiar. El trabajo sexual no se puede enfocar como el trabajo de una fábrica, de una mina o de una oficina porque el contexto es diferente, tú no eres criminalizado en un sitio ‘normal’, pero sí si lo haces con tu sexualidad».

Putas Indignadas, un ejemplo de lucha que ha nacido desde abajo, en la calle, a contracorriente. Janet se despide y se aleja con un caminar que paso a paso hace estallar las cadenas del sistema, la moral imperante y la injusticia.

 

“Fui abolicionista, pero siempre volvía al trabajo sexual por la autonomía que me da”  

13 enero, 2018

Paula Ezkerra, prostituta y activista
La exconcejal de distrito de Barcelona visita Vitoria en la presentación del documental ‘No sigo el guion…’, protagonizado por usuarias de Nahikari

 

 Judith Romero

*entrevista publicada en El Correo el 13 de enero de 2018 

http://judithromero.com/2018/01/13/fui-abolicionista-pero-siempre-volvia-al-trabajo-sexual-por-la-autonomia-que-me-da/

 

Cuidó niños, acompañó a ancianos, fue mediadora cultural, limpiadora y camarera, pero se introdujo en la prostitución como una opción laboral. Paula Ezkerra (Buenos Aires, 1971) llegó a Barcelona en 1999 atraída por el feminismo y el movimiento okupa, fue consellera de distrito de Ciutat Vella con la CUP y sigue inmersa en la lucha por garantizar los derechos laborales y humanos de las trabajadoras sexuales. La activista ha visitado Vitoria para asistir a la presentación de ‘No sigo el guion…’, documental que da voz a las prostitutas del territorio en el marco del programa Nahikari de Sidálava.

– Dar la cara en público, ser activista o aparecer en un documental sigue siendo difícil para las prostitutas. ¿Sigue presente el estigma?
– Estos trabajos siguen siendo transgresores en España, pero lo más significativo es que este cuente con el apoyo de las instituciones a través de Sidálava y la Escuela de Empoderamiento de la Mujer. Para las compañeras es difícil hablar y dar la cara sin miedo en una sociedad que amenaza con quitarte la custodia de tus hijos si ejerces, en la que puedes perder a tu pareja si te descubre… Por no hablar del bullying que sufren los hijos de estas mujeres y la persecución policial. Es una situación tremendamente cruel.

– ¿Cómo afecta a las trabajadoras la persecución de estos servicios?
– El abolicionismo que persigue a los clientes nos obliga a escondernos y a trabajar de forma clandestina poniéndonos en peligro. Se alega que protege a las mujeres, pero lo cierto es que persigue nuestra economía. Los empresarios de la industria del sexo buscan los estereotipos de las revistas y se lucran más que nosotras por cedernos camas y locales cuando somos nosotras quienes ofrecemos el servicio y muchas son cabezas de familia que ejercen por elección.

– ¿Pasa la solución por legalizar la prostitución? ¿Emitirían ustedes facturas?
– Hemos analizado este tipo de cuestiones con sindicatos como LAB y no habría problema en emitir un ticket. Pero realmente, en ‘Putas y Alianzas’ cuestionamos el modelo laboral en general. Rechazamos el modelo de autónomos porque no tienen ningún tipo de derecho, necesitamos cooperativas de trabajadoras sexuales o empresarios que nos den de alta en la Seguridad Social, respeten los clientes que aceptamos e instauren horarios lógicos.

– Aún no han legalizado su situación, pero siguen estudiando la forma de constituir un sindicato.
–Estamos empezando del revés para conseguir cambios en las leyes y hacernos escuchar, buscando la fórmula de asociarnos. Hablamos con políticos, organizamos charlas y promovemosdebates. El 25 de enero celebraremos la primera reunión de lo que podría ser el primer sindicato estatal de la prostitución en Barcelona.

– ¿Qué la llevó a ejercer la prostitución?
– Hay quien la vive como una liberación sexual, pero para mí es un tra- bajo y un servicio que tiene que ver con la precariedad y las pocas posibilidades de la mujer. Fui abolicionista, pero siempre volvía al trabajo sexual por la autonomía y la libertad que me confiere. Llevo un nivel de vida normal pero tengo tiempo para viajar y hacer lo que me gusta. Se habla de la trata, pero la esclavitud existe en muchos sectores.

Feminismo

– Vive su profesión desde el feminismo, pero otro de sus sectores rechaza la prostitución. ¿Cómo es esta convivencia?
– Sólo se reconoce como legítimas a las feministas que rechazan la prostitución, pero vídeos como ‘Hola putero’, muy comentados en las redes sociales, hacen apología de la violación hacia nosotras y nos muestran débiles. Las acciones políticas son paternalistas y, aunque se regula todo alrededor del trabajo sexual, nosotras seguimos en un estado alegal. El estigma de puta nos atraviesa a todas, no existe un solo tipo de deseo y ejercer la prostitución puede ser una elección, y eso es algo que deben respetar.

– Fue concejala de distrito en Barcelona de la mano de la CUP, pero dejó el puesto poco después. ¿No encontró soluciones en la política?
– Formaba parte de ‘Putas Indignadas’, una plataforma de mujeres que ejercen en el Raval, y la CUP nos propuso que una entrara en la lista. Hacía tiempo que ejercía como activista, otras tenían hijos y no querían exponerse, y me eligieron. Lo dejé por el dinero. Trabajaba mucho, ganaba poco, mi tiempo se dividía en otras cuestiones y estoy volcada en defender los derechos de las prostitutas.

 

«Soy puta por elección. No quería trabajar 12 horas por 600 euros»

 

Valérie May forma parte de un movimiento en España que defiende el trabajo sexual por voluntad propia. «No quiero seguir en este sistema laboral», añade. Natalia Ferrari soportó sólo tres días trabajar en un McDonald’s. «Debería haber empezado a prostituirme mucho antes», se lamenta.

 

María G. San Narciso @mariagsn

4 de diciembre de 2016

http://www.elespanol.com/reportajes/grandes-historias/20161201/174983263_0.html

 

La vida de Valérie May puede leerse a través de su cuerpo. Su brazo izquierdo lo ocupa, casi por completo, un enorme tatuaje con diferentes dibujos: un cerdo, tomates, una flor de loto… Representan todos ellos el vegetarianismo, régimen alimentario que sigue desde hace tiempo. La gran composición desemboca en un triángulo que se hizo cuando trabajaba como integradora social. Tiene otro tatuaje en las costillas que se hizo con su hermana con la palabra sisters.

En el escote lleva en tinta un cuadro del pintor Alfons Mucha que simboliza el feminismo. Su perro está en la pierna izquierda. En la barriga reposa una estrella japonesa que se hizo a los 17 años y que significa ‘esperanza’. El próximo que se hará será el de una pin-up con la palabra ‘empoderada’ en inglés. Lo hará en honor a su profesión: la de puta.

Valérie May es una de tantas mujeres que hay en España ejerciendo el trabajo sexual por voluntad propia. Putas y feministas que, como si fuese una alfombra, le han dado una sacudida a la palabra hasta hacer caer todos los estigmas que, igual que motas de polvo, viven aferradas a ella. Son mujeres que entienden que el feminismo implica tomar el control de sus propios cuerpos y que sea respetable. Que no glorifican su trabajo, pero que lo defienden por ser la mejor opción para ellas. Por ser su elección.

“La sociedad prefiere que seas camarera trabajando doce horas al día por 600 euros a trabajar en esto”, afirma Valérie May. Se define en su página web como una escort alternativa. Tiene el pelo verde y lleva los labios de color carmín. Se reparte el trabajo entre Tarragona y lo que le sale en Barcelona. Tiene 28 años y lleva algo más de seis meses prostituyéndose.

 

CASTING PARA ELEGIR CLIENTE

Su madre fue la primera persona en saberlo. Sabe que decidió ejercer esta labor sin esconderse. Sin dobles vidas. Pero muchos conocidos se extrañan. ¿Cómo decidió eso teniendo estudios y experiencia laboral? La respuesta para ella es fácil: “No quiero seguir formando parte de este sistema laboral”, explica.

Y porque tiene dos dedos de frente, dice. “Una de las cosas que la gente piensa cuando te metes en esto es que te va a dar por el alcohol, las drogas, y que te vas a acostar con cualquiera. Y todo lo contrario. No he fumado en mi vida y escojo a mis clientes. Un masajista ofrece sus manos a cambio de una experiencia concreta. Pues lo mío es lo mismo. No vendo mi cuerpo porque eso es hacerte propiedad de algo. Y yo no me hago propiedad de nadie. Llego a casa con todas mis partes”, dice riéndose.

Valérie May hace una valoración previa antes de tener un encuentro con uno de sus clientes. Si no cree que vaya a conseguir una conexión desde el principio no queda con ellos. Por ejemplo, no acepta a hombres machistas ni a personas que se crean que están en una situación superior porque ella sea puta. Reconoce que tampoco estaría con un cazador.

Cuenta que con el primer cliente rompió el estigma. Era un chico más joven que ella. “Los clientes son personas completamente normales”, afirma.

La asociación Aprosex ayuda a mujeres que, como Valérie, están iniciándose en la profesión. Una de esas mujeres es Shirley McLaren. Su nombre artístico recuerda al de Shirley MacLaine, la actriz de Irma la dulce. Pero ella recalca que no lo escogió por eso. Lo de Shirley es porque es fan de la cantante escocesa del grupo Garbage. El apellido es porque le apasiona el automovilismo. Y Ferraris ya había unas cuantas.

“Lo que ha pasado con la crisis es que muchas mujeres, al perder su trabajo y no tener problemas con tener sexo con desconocidos se han lanzado a esto. Pero, claro, sin guía. Y como cualquier faena, te tienes que estar reinventando, actualizando. Aprendiendo. El problema es que aquí, como todos follamos, la gente se cree que lo puede hacer bien. Hay gente que puede cocinar muy bien en su casa pero luego no puedes ser jefe de cocina. Aquí pasa lo mismo. Tienes que profesionalizarte, estás atenta a muchas cuestiones”, dice.

Shirley es una mujer transexual que lleva varios años viviendo en España. Nació en México. Allí estudió periodismo. Hace más de una década que ejerce la prostitución. Responde a los abolicionistas con determinación: “Nosotras somos las que tenemos la sartén por el mango. El discursito del abolicionista es que paga por nuestro cuerpo, así que el cliente puede hacer con nosotras lo que quiere. Eso es mentira. Y además es súper peligroso. Al repetirse esa conducta, acaba calando en todos los imaginarios: en las chicas que están empezando, que se acaban creyendo que pueden hacer con ellas lo que quieran; y con los clientes. ¿Las abolicionistas, entonces, nos protegen a nosotras o están protegiendo su modus vivendi?”, se pregunta.

“Yo no podría trabajar en un matadero porque se me revolverían las tripas, como a otras mujeres se les pueden revolver al comerse la polla de un señor”, explica.

Shirley define a las prostitutas como “artistas del sexo”. “Cada relación no sale igual, es independiente. Es como si tuvieras un huipil (una prenda artesana mexicana). Cada una es diferente porque se hace a mano y es individual. Y eso tiene que tener un coste. No vendemos un producto de necesidad. Vendemos un producto de lujo”, dice. Y eso es algo que no todas las novatas tienen en cuenta a la hora de fijar los precios.

Sobre los clientes tampoco tiene nada malo que decir. Si son educados, limpios y no la regatean, todo está bien. Y si encima tienen buena conversación y le traen regalos, pues mejor.

 

La lucha política de las ‘Putas Indignadas’

Su lucha también va por la rama política. Ha intentado hablar y reunirse con diferentes políticos. Pero todavía no ha obtenido una respuesta clara. “Ciudadanos pide que seamos autónomas. ¿Pero por qué no podemos trabajar para terceros que paguen nuestra seguridad social como cualquier otra empresa? Simplemente porque trabajamos con los genitales”.

Explica que no consigue hablar con Alberto Garzón y que una vez charló cinco minutos con Íñigo Errejón, ambos de Unidos Podemos. Pero ninguno acaba por determinarse a su favor. “Los derechos humanos no se pueden debatir. Sabemos que hay cosas muy feas en nuestro trabajo, eso no lo vamos a negar. Pero igual que en otros sectores. Para hacer un móvil sabemos cómo se consigue el coltán. Pero nadie dice que hay que acabar con la minería o que hay que abolir la industria tecnológica. No. La única industria que dicen que hay que abolir porque hay trata y hay violación de los derechos humanos es la de la prostitución”, asegura.

Además de Aprosex, sólo en Barcelona hay otras tres organizaciones más que velan por los derechos de las trabajadoras sexuales: Putas Indignadas, Putas y Alianzas y la asociación Genera. Durante un tiempo, la portavoz de la primera fue Paula Ezquerra, para dar la cara –“que ellas dan la cara por sí solas, no me necesitan a mí, pero sobre todo ante medios de comunicación por la cuestión del estigma y de la familia”, dice-.

Ahora es portavoz de la asamblea general. Ha hablado con políticos, con organizaciones internacionales. También ha sido consejera de la CUP en el distrito de Ciutat Vella de Barcelona hasta finales de octubre de este año. “Llegué a un acuerdo porque me interesa más concentrar mi lucha en los derechos de las trabajadoras del sexo”, dice. En ese distrito está el barrio del Raval y su calle Robadors, donde se concentran numerosas trabajadoras sexuales.

Así que Paula Ezquerra es “puta activista”. “O activista puta”. El tema es que lleva desde los 18 años ejerciendo. Ahora tiene 45. Nació en Buenos Aires, tiene doble nacionalidad y ha trabajado en muchas partes del mundo. Y para ella, lo mejor que le ha dado su trabajo es tener tiempo libre. Un beneficio que no habría conseguido con ningún otro empleo, según dice.

“Yo tengo una frase que es: el estigma puta atraviesa a todas las mujeres”, sostiene. “Nosotras nos reapropiamos de la palabra puta, pero creo que todas las mujeres nos la debemos apropiar porque es una manera en la que los hombres nos controlan”. Porque Ezquerra estira el discurso a todas las mujeres, no sólo a las trabajadoras sexuales. “Si tenemos un mayor control sobre nuestro cuerpo y no permitimos que nadie nos diga cómo hacer, o cómo ser o disponer de nuestro cuerpo, de nuestra sexualidad, sensualidad, del erotismo, sin esa mirada acusatoria del patriarcado y del machismo, la sociedad hará un avance impresionante”, dice.

Paula Ezquerra lamenta lo que llaman la “santificación de sus vaginas” y la moralidad impuesta. También que sean expuestas siempre como víctimas, cuando no son vulnerables, sino “vulneradas”.

«Debería haber empezado a prostituirme antes»

Otra de las mujeres que más ha defendido su trabajo como puta en medios de comunicación durante este último año ha sido Natalia Ferrari. Ella, al contrario que otras muchas mujeres, no sólo ha hecho pública su cara. También su nombre.

Cuando comenzó a tomar decisiones sobre cómo iba a trabajar, tenía asumido que debía ponerse un nombre artístico al ver que era lo que todas hacían. “Pero según construía mi discurso y tenía claro que quería trabajar contra el estigma, me di cuenta de que no tenía coherencia para mí ocultarme o separar mi identidad de mi trabajo. Creo que hacerlo es una opción legítima y, teniendo en cuenta que las prostitutas vivimos una discriminación similar a los homosexuales hace 50 o 60 años, en muchos casos el anonimato es más que necesario para nuestra seguridad”, dice.

Y añade: “Muchas compañeras viven con miedo de que en su otro trabajo se enteren y las echen, o sus familias dejen de hablarles, o ya no quieran contratarlas o se nieguen a alquilarles pisos. Sentí que usar mi nombre real y enseñar mi cara no iba a afectarme tanto, pero sí podía marcar una diferencia en otras. Para que se nos vea como personas que hemos decidido este trabajo, que no queremos vivir marginadas y que nos merecemos respeto”.

Natalia Ferrari se define como una mujer “bastante peculiar”. Es vegana, bisexual, atea, antinatalista y sólo practica relaciones abiertas. Dejó el instituto a los 13 años.

Antes de trabajar como meretriz había probado con otros trabajos. “Soportó” estar en un McDonald’s durante tres días y no aguantó más. Lo siguiente fueron otros dos días trabajando como teleoperadora. También estuvo un par de años como vigilante de seguridad y en el servicio de atención al público en un museo. Alguna temporada la pasaba a tiempo completo de voluntaria en una ONG en defensa de los derechos de los animales.

Cuenta que estaba muy cansada de su trabajo, que se veía a sí misma estancada con 30 o 40 años en un empleo precario que no le aportaba nada en el desarrollo personal. Así que entró en pánico. Decidió dejarlo y buscar alternativas. Encontró en la prostitución condiciones que le resultaron muy atractivas.

“La primera vez tenía miedo, por un momento me creí el cuento de que los hombres que pagan son monstruos y que el papel de la puta es el de ser una mujer sumisa. Pero la realidad es que la cita fue incluso más agradable que otras en las que no ha habido dinero de por medio. Tuve la sensación de que debería haber empezado a prostituirme mucho antes”.