En la calle del olvido: trabajadoras sexuales sin garantías laborales

Mujeres dedicadas a este oficio, un sindicato que las agremia, Caribe Afirmativo y el Distrito hablan de las problemáticas a las que se enfrentan.

 

Por Camila Uribe

2 de noviembre de 2020

https://www.elheraldo.co/mujer-e-igualdad/en-la-calle-del-olvido-trabajadoras-sexuales-sin-garantias-laborales-770510

 

“A mí me vendieron”. Con voz firme recuerda sus inicios en aquel mundo frívolo al que fue obligada a pertenecer tras escapar de los maltratos que sufría en su hogar. Tatiana Herrera conoció a los 16 años la crueldad de la calle, hoy tiene 56.

Entre falsas promesas fue vendida como si de un producto se tratara. “Conocí a unos señores, me dijeron que me iban a llevar a una parte donde iba a estar bien, tendría mi casa, mi carro y lo que quisiera. Me convencieron rápido y me fui con ellos. Luego de un tiempo me empezaron a prostituir”, detalla la mujer.

Tatiana es trabajadora sexual hace 40 años, y su madre se desentendió de ella a muy corta edad. Era difícil para aquella adolescente entender que debía salir adelante sola y por sus propios medios para sobrevivir. “Es un trabajo normal para mí, pero a nosotras no nos tratan como seres humanos, sino que nos juzgan por lo que hacemos, creen que uno no vale nada… las personas nos miran por debajo del hombro, así lo sentimos”, manifiesta.

Tatiana, madre de tres hijas, expresa su preocupación por las generaciones venideras.  Dice que “nunca le aconsejaría a una joven meterse en esto”. “A mis hijas las amo mucho y son lo más sagrado para mí, no me gustaría que ellas pasaran por lo que yo viví. En ese mundo se conoce hasta la droga, es como un vacío”.

Reitera que la prostitución es su única fuente de ingresos y no tiene seguridad social. “Mi trabajo es en la calle, tengo mis clientes, no estoy en un bar ni en ningún lugar fijo, nunca recibiré pensión”.

La pandemia trajo escasez para ellas y la mayoría de trabajadoras sexuales en Barranquilla y el país. “No había clientes, sin embargo la Alcaldía colaboró con mercados para algunas compañeras que también la pasaron muy mal durante la cuarentena”, expresa.

Tatiana también ha participado en brigadas de salud y en algunas de las entregas de ayudas comunitarias.

Una “transición” de vida

Sentía que estaba en el cuerpo que no le correspondía, su inclinación sexual parecía un delito. “La vida cambia cuando eres un niño, pero por dentro no te sientes así”, cuenta Shadya Ariza.

Dice que siempre tuvo vocación de lideresa y el trabajo social, por eso en su juventud emprendió un viaje a Bogotá y desde ese momento se comenzó a consolidar su vida laboral.

“Empecé a trabajar en oficinas y sitios donde la heteronormatividad era constante. No podía esconderme más, cansada de eso decidí ser trans”.

Para Shadya, en ese entonces vestirse en las noches de mujer era su “momento feliz”. Luego entendió que esa debía ser su cotidianidad, su decisión.

Poco le importó lo que dijeran en su trabajo o en las calles. Estaba dispuesta a cambiar sus documentos y comenzar con los tratamientos para estar en el cuerpo de mujer que tanto anheló. “En Colombia y muchas de sus empresas los derechos de las mujeres transexuales son vulnerados, así que empecé a trabajar mediante las prácticas sexuales pagas, videochats y otros medios porque tenía que sobrevivir”, relata.

Shadya es lideresa de las mujeres trans trabajadoras sexuales. Afirma que desde hace mucho tiempo se ha aliado a fundaciones y entidades que apoyan a la comunidad LGBT. En el camino se instruyó, hizo diplomados y estudió acerca del género y la diversidad.

La barranquillera asegura que desde su trabajo con ENTerritorio (Empresa Nacional Promotora del Desarrollo Territorial) ha estado realizando pruebas de VIH a mujeres trans que ejercen el trabajo sexual.

“Dentro de este marco, me he dado cuenta que una de las grandes falencias que tiene este grupo, es que la mayoría no tiene seguridad social, muchas ni cédula tienen porque la han perdido y no la han sacado de nuevo ya que ante el Estado no son reconocidas como mujeres trans”, apunta.

La lideresa destaca que “el Estado no las protege. “Se ha luchado en pro de ciertas cosas, pero queda mucha tela por cortar”. Agrega que el acceso a la salud, por ejemplo, es uno de los derechos que más se les vulnera, y “en la atención prioritaria por enfermedades sexuales no se brinda el servicio oportuno”.

Orely Bolaños, de la Oficina de la Mujer, en una jornada de entrega de elementos de autocuidado a trabajadoras sexuales en Barranquilla. Cortesía

Policía, ¿protege o persigue?

Con preocupación la activista y trabajadora sexual trans señala que en Barranquilla muchas de sus compañeras tienen hijos y una gran cantidad son provenientes de otros países y mantienen a su familia gracias a este ingreso. Por otra parte, enfatiza en la falta de espacios libres donde ellas puedan ejercer su trabajo de manera segura, porque “por lo general, a las mujeres trans no las dejan ni ingresar a los moteles”.

“La Policía es la que más vulnera estos lugares porque, según ellos, deben echarlas de esos sitios ya que supuestamente los dueños se lo piden, pero es mentira”.

Ante el señalamiento, la Policía Metropolitana de Barranquilla, a través de su comandante operativo, el coronel Oleskyenio Flórez, dice: “Como institución pública de seguridad todos los ciudadanos del territorio nacional merecen nuestro máximo respeto. La Policía Nacional no tiene una política discriminatoria, por el contrario, siempre ha atendido la temática de las mujeres desde la activación de la ruta y desde la protección y atención de la mujer en situación de vulnerabilidad. La Policía no tiene una política en contra del ejercicio de las trabajadoras sexuales y menos patrocinamos los malos tratos”.

Aclara que la labor de los uniformados “es ejercer un control territorial para evitar que tanto las trabajadoras sexuales como las personas que acceden a sus servicios no vayan a ser víctimas de delitos o de situaciones en la calle”.

Explica el coronel Flórez que dentro de las infracciones más frecuentes que esta población comete están asociadas a riñas en la vía pública y lesiones personales. También resalta que la institución ha realizado actividades de prevención ciudadana para instruirlas en temas como seguridad personal y territorial.

Comunidad Lgbt

En Colombia, la violencia en el trabajo sexual es más repetitivo en las mujeres trans, según Wilson Castañeda, director de Caribe Afirmativo, corporación que trabaja por la garantía y el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBT.

“A las mujeres que se dedican al trabajo sexual, sean cisgénero o transexual, el Estado tiene la responsabilidad de protegerlas, pero somos conscientes de que en el trabajo sexual hay una especie de categorías y las que están más vulnerables suelen ser las mujeres trans. Estas muchas veces son utilizadas por personas que hacen uso del trabajo sexual para prácticas delictivas y que las ponen en alto riesgo”, especificó  Castañeda.

Como organización, afirma, están comprometidos con la dignificación de esta población bajo tres principios: si es una decisión voluntaria, si el Estado ofrece otros caminos para que el trabajo sexual no sea la única opción, y si no raya en ninguna práctica delictiva.

Hay varios tipos de violencias, entre ellas la más recurrente es la física. “Muchas veces los clientes buscan a las mujeres trans para trabajo sexual y cuando ellas les prestan el servicio deciden no pagarles o violentarlas por su condición, finalmente como una especie de cosificación. Son agredidas con golpizas, armas blancas o armas de fuego”, puntualiza.


Mujeres de Sintrasexco celebraron el aniversario número 23 de su sindicato. Cortesía

“Nos usan y nos juzgan”

Hace más de 30 años el trabajo sexual ha sido el único sustento de Fidelia Suárez. La mujer oriunda de Corozal, Sucre, ha vivido en carne propia el desprecio y los prejuicios por su oficio.

“La doble moral de la sociedad es un hecho porque nos usa y nos juzga a la vez”, dice.

Cansada de la discriminación y la vulneración de sus derechos constitucionales y laborales, Fidelia encontró una vía para alzar su voz y la de sus compañeras frente a estas “injusticias”. En 2008 la Red Internacional de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe la invitó para que representara a las mujeres que se dedican a este oficio en una mesa de trabajo.

“La fuerza pública se ha convertido en el mayor enemigo de la población que ejerce trabajo sexual, eso nos lleva a que nos conformemos como una organización sin ánimo de lucro de mujeres trabajadoras sexuales para trabajadoras sexuales. De ahí analizamos nuestro posicionamiento para formarnos sindicalmente”, cuenta Fidelia, fundadora y presidenta del sindicato Sintrasexco.

“Nosotras nos protegemos entre todas, nos protegen aquellos actores que tienen un poco de humanidad, que apoyan nuestra lucha y nos consideran seres humanos que ejercemos un trabajo más”, destaca .

De esta manera, confirma que muchas de las mujeres pertenecientes a este sindicato “no tienen seguridad social” y pareciera no importarle a nadie. Sin titubeos advierte que los gobiernos que tienen recursos destinados para estas poblaciones terminan “desviándolos”.

En Barranquilla

La Oficina de la Mujer, Equidad y Género del Distrito, liderada por la psicóloga Helda Marino, brinda apoyo a las mujeres en Barranquilla en estado de vulneración a través de orientación psicosocial y jurídica, jornadas de sensibilización y la lucha contra la violencia de género.

De acuerdo con Marino, en el plan de desarrollo ‘Soy Barranquilla’ se generan retos de ciudad de los cuales se derivan programas y proyectos que “contemplan la asesoría, orientación, y atención a mujeres en toda su diversidad para garantizar los derechos y desarrollar estrategias dirigidas a la promoción de su cumplimiento”, manifiesta a EL HERALDO.

“Con las diferentes secretarías estamos trabajando para brindar todo el apoyo. Esta es una población con la que en este cuatrienio empezamos a hacer un trabajo; sin embargo, la pandemia limitó los proyectos trazados con ellas”, explica Marino.

Recuerda que durante el confinamiento, a través de un sindicato nacional, la Oficina de la Mujer extendió la mano a algunas mujeres pertenecientes a esta población con casos específicos. Tuvieron contacto con un grupo de ellas e hicieron entrega de ayudas humanitarias mientras ofrecían servicios de orientación psicológica, jurídica y de acceso a derechos.

“La idea es capacitarlas generando transversalidad para identificar qué opciones de trabajo tienen y seguir potencializando esto, y aunque hay unas que trabajan independientes y otras que están agremiadas, el plan es seguir aproximándonos a ellas”.

La funcionaria recalca que ante la llegada de inmigrantes a la ciudad, el porcentaje de mujeres que se dedican al trabajo sexual aumenta considerablemente. Genera preocupación también el hecho de que la mayoría de ellas están indocumentadas.

En una jornada de sensibilización Tatiana Herrera participó en la entrega de preservativos en la ciudad. Cortesía

Sintrasexco | Fidelia Suárez

A temprana edad emigró de su tierra natal y llegó a Bogotá donde empezó a laborar como trabajadora sexual. Hace 20 años lidera la lucha por intentar sensibilizar a la sociedad sobre este oficio. Ella y sus compañeras piden el reconocimiento de sus derechos fundamentales como la protección y la salud.

Trabajo protegido por la ley colombiana

EL HERALDO consultó al abogado José Luis Moreno, quien indica que dentro del marco legal sobre la protección de los derechos a la mujer y garantías que se les debe brindar, está la Ley 1257 de 2008 que en el artículo 7 especifica lo siguiente: Además de otros derechos reconocidos en la ley o en tratados y convenios internacionales debidamente ratificados, las mujeres tienen derecho a una vida digna, a la integridad física, sexual y psicológica, a la intimidad, a no ser sometidas a tortura o a tratos crueles y degradantes, a la igualdad real y efectiva, a no ser sometidas a forma alguna de discriminación, a la libertad y autonomía, al libre desarrollo de la personalidad, a la salud, a la salud sexual y reproductiva y a la seguridad personal.

“Desde una óptica específica de la norma, en la actualidad no se encuentra una ley que regule de manera detallada los derechos de las trabajadoras sexuales”, asegura el jurista, quien añade que “no hay una regulación frente a los derechos de las trabajadoras sexuales y las reclamaciones siempre han sido vía tutela”.

Por otra parte, con respecto a la Seguridad Social y con base en la Corte Constitucional, el abogado sostiene que “quien ejerce la actividad como trabajadora sexual, cumpliendo con los elementos esenciales de todo contrato de trabajo, el empleador está en la obligación de cumplir con sus deberes, entre ellos hacer el aporte a la seguridad social de la trabajadora”.

Hay que recordar, como lo registra el portal especializado Legis, que el 13 de agosto de 2010, mediante la Sentencia T- 629, la Corte Constitucional concedió el amparo de los derechos fundamentales: a la igualdad de trato ante la ley, a la no discriminación, al trabajo, la seguridad social, la dignidad, la protección de la mujer en estado de embarazo, el derecho del que está por nacer, el fuero materno y el mínimo vital, a una mujer que ingresó a laborar como prostituta en un bar. Este fallo fue un hito, ya que “difícilmente hay pronunciamientos sobre situaciones que se salgan del contexto empresarial clásico, ya que el trabajo de una persona que se dedica a la prostitución suele estar rodeado por condiciones de marginalidad social y desprotección estatal, en la mayoría de los casos. La innovación de la sentencia y el enfoque del magistrado son fundamentales, porque se rescata del olvido, en que normalmente tienen los fallos y la ley, a este grupo de trabajadores y muestra una realidad incómoda ante la opinión pública”.

 

María Galindo: “Indias, putas y lesbianas, juntas, revueltas y hermanadas”

María Galindo

 

La Cofundadora del colectivo Mujeres Creando habla con ‘Público’ sobre el panorama actual del feminismo.

 

  • Planteamos la prostitución autogestionaria y tenemos una organización de locales de prostitución autogestionarios.
  • Lo que queremos es prostitución sin proxenetas y sin alcohol. Estamos en esto años.

 

Por CRISTINA FALLARÁS 

1 de julio de 2018 

http://www.publico.es/sociedad/maria-galindo-maria-galindo-indias-putas-lesbianas-juntas-revueltas-hermanadas.html

 

 Defiende la política concreta y la primera persona. Pelea el feminismo desde medios de comunicación paralelos, actuaciones “legales” paralelas, y una acción directa basada en la despatriarcalización y la descolonialización. Cofundadora del colectivo Mujeres Creando, defiende los “prostíbulos autogestionados”.

Tal y como la describió su colega Gabriela Wiener, María Galindo (La Paz, Bolivia, 1964) es “lesbiana, gorda, terca, escritora, agitadora, terror de la policía y grafitera”. La desobediencia es su sello, pero también la penetración de cualquier espacio de difusión. La voz. Galindo se ha convertido, desde la Bolivia de Evo Morales, en un referente en la lucha feminista y el azote contra la simplificación.

¿Qué es el “feminismo urgente”? 

Es el feminismo que debe responder con prácticas políticas concretas y no tan sólo con ideología a la gran efervescencia social que tiene escala internacional, regional o planetaria de explosión de formas de rebeldía personales y colectivas de las mujeres. Solo un feminismo urgente nos permitirá profundizar los horizontes de esta movilización que acaba de empezar.

¿Es posible cambiar la Justicia patriarcal? ¿Cómo?

Nosotras no hemos delegado en la justicia patriarcal, que no se puede cambiar la gestión de la defensa de las mujeres ante la violencia machista. Esta gestión es urgente, pues la violencia machista es hoy uno de los problemas centrales de las mujeres de una multiplicidad muy importante de sectores. Nosotras hacemos lo que yo llamo política concreta, que consiste en ofrecer un servicio feminista con una visión diferente.

¿Cuál?

No es asesoría jurídica. Es creer en la palabra de las mujeres, no despojar a la “victima” de dignidad, tomar en serio lo que ella quiere, no partir del hecho de que porque sufre violencia machista no sabe lo que quiere, y responder a eso que ella está buscando. Nosotras celebramos audiencias paralelas que luego las hacemos homologar por el sistema jurídico formal. Eso es muy interesante porque, en nuestro contexto, si bien lo hacemos en el marco de la ley que existe, las audiencias tienen un carácter diferente. Lo podemos hacer únicamente cuando ambas partes están de acuerdo en celebrar en nuestra casa las audiencias, y eso es muy interesante. Pero también trabajamos en un terreno que lo hemos llamado “alegal”, que es un espacio entre la legalidad y la ilegalidad.

¿Por ejemplo?

Por ejemplo, tenemos en la radio una lista de padres irresponsables que sale 5 veces al día, que es gratuita y ofrece el nombre, la edad y el lugar de trabajo del padre que no paga la asistencia familiar. Eso es muy útil, pero no es legal, puesto que, si bien los casos están previamente verificados, en la mayoría no hay una sentencia. La justicia patriarcal protege al victimador impidiéndote dar su nombre, por ejemplo. Nosotras lo hacemos y funciona. El año pasado hemos sacado el nombre del ministro de Economía plural Eugenio Rojas, ex presidente del Senado del Gobierno de Evo Morales, por no pagar una deuda de dos años de la asistencia familiar de un hijo suyo.

¿Y qué sucedió?

El ministro pudo habernos hecho un juicio por revelar el caso, pero en 10 días estaba pagando lo que en dos años no había pagado.

¿Con qué otras armas cuenta el feminismo para enfrentarse y la acción legal contra las mujeres?

La creatividad, la osadía, la acción directa, la solidaridad entre mujeres. Y la fuerza del hecho de que la historia está de nuestro lado.

¿Qué es la genealogía del feminismo? 

Esto es algo muy importante. Aún ahora se reconoce en la mayor parte de los textos una única genealogía eurocéntrica del feminismo, la idea del feminismo como atado al proceso de construcción del estado moderno europeo. Yo parto del hecho de que el feminismo es un fenómeno hoy planetario. Está presente en todas las sociedades, culturas y sistemas políticos y económicos, pero no como una expansión “tardía” del feminismo de matriz europea en los países mal llamados periféricos. Se piensa que la función de estos otros feminismos es simplemente repetir las consignas y el ideario europeo, esa es la visión eurocéntrica.

¿Qué significa la pluralidad de genealogías que usted reclama?

Planteo que el feminismo puede ser comprendido como un fenómeno planetario si partimos de entender una multiplicidad de genealogías de muchos feminismos paralelos que tienen su propia historia. Es una historia fundada en las rebeliones de las mujeres de todas partes del mundo, rebeliones que además tienen un carácter paralelo y simultáneo. No es, como muchas veces he escuchado por estas tierras, decir: “Ah, es que nosotras estábamos en eso en los ochenta o cosas así”. Las luchas antiesclavistas, anticoloniales o antirracistas han sido y son luchas en las que encuentras esas otras genealogías de las que hablo. 

¿La lucha feminista está indefectiblemente ligada a la lucha contra la discriminación racial? 

Creo que de antemano no se puede cometer el error de cerrarle la puerta del feminismo a nadie. Eso es autoritario y yo no estoy de acuerdo. Tampoco me gusta la idea de la mistificación de ningún sujeto, mistificar al indígena por el hecho de serlo o a las mujeres ha llevado a construir guetos y, peor aún, fundamentalismos. Lo que no se puede hacer es desconectar racismo de clasismo, o clasismo de sexismo, o colonialismo de machismo. Hay que construir luchas que nos exijan y al mismo tiempo nos permitan hacer esas conexiones fundamentales. Si no, nuestras luchas no serán transformadoras y serán muy fácilmente funcionalizadas. En ese contexto, no puede haber una lucha feminista que no sea al mismo tiempo, y con la misma profundidad, antirracista y anticolonial.

“Conexiones fundamentales”, dice

No se trata de lograr enunciar correctamente una frase, sino de articular experiencias políticas donde construyamos realmente alianzas complejas, donde confluyamos unas y otres. Tampoco los espacios de personas denominadas “racializadas” pueden ser homogéneos en edad, oficio, ingresos económicos etc. Volveríamos a caer exactamente en lo mismo, volveríamos a uniformizar, simplificar y homogenizar.

Nosotras trabajamos esta cuestión bajo el concepto de alianzas insólitas que se resume en una metáfora: “indias, putas y lesbianas, juntas, revueltas y hermanadas”. No se trata de que los grupos de mujeres blancas de clase media tengan su subgrupo de migrantes para lavarse la cara y sentirse muy abiertas a la diversidad porque les “ceden” un espacio en su sede una vez a la semana. No se trata de eso.

¿Conoce usted a alguna mujer que no haya sido agredida?

No

¿Qué dolor combatimos y cuál aceptamos?

No deberíamos aceptar ninguno, pero debemos salir del lugar de víctimas. Eso es simplemente urgente, y esa es nuestra responsabilidad.

El relato del dolor infligido a las mujeres, ¿es un camino sanador?

Puede ser catártico, puede derivar en un acto muy repetitivo y puede caerse en la idea de que el testimonio de dolor es lo que te construye como sujeto y eso a mí me parece muy peligroso.

¿Es lo que se llama victimización?

La victimización es un arma del victimador. Una mujer en Bolivia no es asesinada una vez, sino tres veces: la primera vez por su asesino, la segunda vez en el relato victimista de los medios de comunicación y la tercera vez, ante jueces policías y fiscales. Lo mismo pasa con la violación o el acoso sexual.

¿Hasta qué punto ayuda lo testimonial para crear mecanismos de identificación? 

Nosotras trabajamos sobre el concepto de “la palabra en primera persona”, el “yo hablo por mí misma, tengo voz”, que es muy diferente que el testimonio. Yo entiendo el testimonio como un guión invisible preescrito por los medios de comunicación, por la institucionalidad social, al que yo me adscribo inconscientemente y que repito. Ese testimonio es nefasto y destructivo, y además enmudece. La palabra en primera persona potencia y conecta, emociona y es lo mas agitador que una pueda escuchar.

Usted participa en el uso de los medios de comunicación de manera transformadora ¿Se trata de cambios en el lenguaje o en la idea de propiedad relacionada con la comunicación?

Definitivamente, la propiedad sobre los medios es el contenido del medio, así que por ahí no hay donde perderse. Nosotras tenemos una radio desde hace 10 años, tenemos una programación de 12 horas diarias y una producción de programas con cerca de 40 personas. Hemos llegado inclusive a tener un programa producido por personas con autismo. Todo está construido sobre el principio de la palabra en primera persona. Es la única radio feminista del país y probablemente es tan original que resulta única a escala regional.

¿Medios de comunicación alternativos?

Los medios de comunicación son definitivamente en su mayor parte extensiones de ramas de poder. Viven no de lo que revelan sino de lo que ocultan. Pero son un mundo muy complejo y en ese contexto nosotras hemos decidido fundar una radio, pero también vamos a todos los medios de comunicación que nos convoquen, desde los programas de cocina y cotilleo, como le llaman ustedes, hasta los más serios. Yo soy columnista en un periódico tradicional boliviano. Creo que hay que tomar todas las palestras. Hemos tomado también palestras como Facebook Youtube, aunque no estamos de acuerdo con sus imposiciones.

María Galindo

¿Por qué no están de acuerdo?

Se han convertido en transmisoras de formas de violencia machista, racista y fascista. Pero creo que el mayor riesgo es callarse, y nosotras necesitamos hablar tanto como respirar.

El feminismo debe ser antiimperialista, y entiendo que anticapitalista. Sin embargo, ¿no nace en el seno del capital? Si es así ¿cómo desligarse?

El único sentido transformador de un feminismo es si se lo vive y construye como propuesta antisistema. Si no, es inservible. Hay que ser capaces de construir propuestas desde una visión anticapitalista y antineoliberal. Nosotras, en ese contexto, nos venimos dedicando a la lucha contra la usura bancaria a través del microcrédito para las mujeres como parte de lo que llamamos política concreta. Apoyamos las pocas fábricas recuperadas por las trabajadoras que hay en nuestro país, planteamos la prostitución autogestionaria y tenemos una organización de locales de prostitución autogestionarios. En Bolivia, el 70 por ciento de la economía es la llamada “informal”. Se trata de redes gigantes de subsistencia donde las mujeres somos las protagonistas, nosotras trabajamos con y desde esas amplias redes que son redes populares.

Vivimos las fiestas del Orgullo: ¿hasta qué punto representan una gran feria de consumo?

Definitivamente, sí lo es. Yo creo que hay que celebrar la extinción política del 28J, inventar nuevas utopías y abrir otros nuevos espacios. ¡Esto se acabó!

Habla de burdeles autogestionados ¿Puede explicarlo un poco más? 

Voy al detalle. Se trata de prostitución sin proxenetas. Nosotras trabajamos con y desde cumpas en prostitución hace mas de 15 años, y hemos llegado juntas a la propuesta de locales de prostitución sin proxenetas. Tenemos una organización de la que ellas no son las representantes públicas porque quieren y han decidido mantener su clandestinidad, por eso Mujeres Creando es la cara pública de esa organización. Son mujeres que han decidido ejercer prostitución diurna, llaman a sus locales oficinas, trabajan a puerta cerrada y se han organizado bajo premisas muy concretas: cero menores, siempre condón, cero alcohol o drogas, trabajo diurno y con elección de horarios. Son locales pequeñísimos, muy precarios, donde ellas misma se organizan para sus gastos. Hemos sufrido largamente intervenciones policiales abusivas de estos locales, porque la persecución más intensa que vivimos es la de los proxenetas que en redes de corrupción nos mandan a la policía encima. Ahora estamos a punto de lograr las licencias de funcionamiento para nuestros locales, de manera que la policía no tenga el pretexto de que somos locales clandestinos. Lo que queremos es prostitución sin proxenetas y sin alcohol. Estamos en esto años.

Todos los relatos que históricamente nos han construido y nos construyen son patriarcales, machistas, violentos y culpabilizadores ¿En qué medida los somos también nosotras?

Lo somos. Somos el producto de la sociedad en la que vivimos, no somos una isla y estamos llenas de contradicciones. Por eso me parece importante entender los espacios de practicas políticas como espacios cotidianos que involucren no únicamente reuniones, sino gestión colectiva y comunitaria de todo. Nosotras gestionamos dos casas. El trabajo manual, el trabajo intelectual y el trabajo creativo son para nosotras tres partes de una misma unidad y son tres partes de nuestras prácticas políticas. Al mismo tiempo gestionamos colectivamente nuestros problemas de salud o vivienda. Me parece importante no tener solo reuniones, sino conocernos realmente y construir un tejido sólido de solidaridad y afecto. Y me parece que ayuda muchísimo a discutir permanentemente estos problemas como parte de nuestra propia política.

Últimamente, en España, el feminismo está más ligado que nunca a la lucha contra la violencia no en términos abstractos o simbólicos, sino tan evidentes como la violación, la agresión sexual, el dolor físico…

Hay que recuperar los espacios de gestión de la lucha contra la violencia machista. Yo personalmente creo que es un error que los movimientos hayan abandonado esa gestión y deleguen en la policía y el estado patriarcal esos servicios y que nuestra lucha consista o tenga el único limite de la manifestación de una gran frustración frente a un poder judicial patriarcal. Hay que disputarle al estado la gestión de esos servicios porque la plata que usan es nuestra y los servicios contra las violencias machistas deben ser feministas. Y debemos ser las mujeres que generemos nuestras metodologías de trabajo.

 

Triángulos Rosas Españoles, Opresión Durante El Franquismo

 

 

Por  Redacción MagLes

25 de junio de 2018

Triángulos rosas españoles, opresión durante el franquismo

 

El franquismo fue un periodo de especial opresión y clandestinidad para las personas LGBT, así como para la clase obrera, las mujeres o el resto de sectores oprimidos que querían organizarse y luchar contra el régimen. A las decenas de miles de presos políticos de izquierda fusilados tras la guerra o encarcelados y torturados se unían también personas LGBT asesinadas o encerradas por el hecho de serlo.

(Este es un proyecto en el que se retrata a personas del colectivo LGBTQ que vivieron sobre su piel la represión franquista por ser homosexual, transexual o lesbiana. Los  triángulos rosas españoles quiere, después de 40 años, dar una cara a las personas que fueron encarceladas, aisladas y reprimidas en España hasta 1978. Es un regalo para nuestro colectivo, una pieza de memoria histórica para recordar cómo llegamos al presente pero, sobre todo, gracias a quién. Es un tributo a todas aquellas personas que han luchado por nuestra libertad.)

 

1978-2018 han pasado 40 años desde que quitaron la ley de peligrosidad social.

“Serán declarados en estado peligroso,y se les aplicarán las correspondientes medidas de seguridad y rehabilitación los que realicen actos de homosexualidad”. Así se pronunciaba en 1970, la ley sobre Peligrosidad y Rehabilitación Social. 

La norma inicia su andadura con más rigor punitivo que la ley de Vagos y Maleantes impulsada por consenso durante la II República (para “el control de mendigos, rufianes sin oficio conocido y proxenetas” y modificada el 15 de julio de 1954 para perseguir y castigar cualquier práctica homosexual) y junto a la de «escándalo público» fue usada de forma sistemática para la represión de la homosexualidad y la transexualidad en la última etapa de la dictadura franquista y establecía penas que iban desde multas hasta penas de cinco años de internamiento en cárceles o centros psiquiátricos para la «rehabilitación» de los individuos. Tras la muerte del dictador ni siquiera el indulto de 1975 o la amnistía de 1976 incluyeron a ninguno de los considerados «peligrosos sociales».

Esas “Colonias Agrícolas” eran auténticos campos de concentración para homosexuales, y se hallaban en Badajoz, Huelva y Fuerteventura. Por ellas pasaron cientos de personas en condiciones de hambre, trabajo esclavo y tortura, siendo en el caso de Fuerteventura, dirigida por sacerdotes.

También las cárceles albergaron a personas LGBT catalogadas como “presos sociales” , estando en módulos donde los funcionarios de prisiones habitualmente los prostituían, como en el caso de la Cárcel Modelo de Barcelona o la de Carabanchel en Madrid.

Las cifras de estas condenas están en torno a las 5.000, siendo en su mayor parte a hombres homosexuales y transexuales, ya que la posición ideológica del régimen no concebía el lesbianismo y existen pocos casos de condenas por tal razón, la mayoría ligadas también a la militancia política de esas mujeres en los movimientos de liberación LGBT en los últimos años del franquismo.

 

 

 

Los testigos

 

Antonio Roig Roselló – Ibiza 1939

El carmelita Antonio Roig Roselló, hoy con 78 años, no utilizó una entrevista para proclamar su opción sexual, sino que escribió varios libros. El primero, la novelaTodos los parques no son un paraíso. Memorias de un sacerdote fue finalista del premio Planeta 1976, y se publicó en 1977. Relataba Roig en primera persona sus experiencias sexuales con otros hombres en los parques de Londres. Allí conoció al que fue su primer amor, Ronald.

A finales de diciembre de 1977 Roig, sacerdote desde 1963, fue suspendido a divinis por el arzobispo de Valencia, El 3 de enero de 1978 lo expulsaron de la orden de los carmelitas descalzos.

Roig no se arredró. Convencido de que la homosexualidad se podía vivir de manera ‘compatible’ con el Evangelio, al día siguiente de su expulsión inició una huelga de hambre ante la parroquia de la que le echaban.  ‘Eran tiempos muy duros’, afirma Antonio ‘La gente que pasaba por la calle me insultaba’, recuerda. ‘La Iglesia es en gran medida responsable de la marginación que sufren los homosexuales’.

 

Antonio Ruiz  – Valencia 1958

Por el chivatazo de una monja, Antoni Ruiz pasó tres meses en la cárcel de Badajoz. Su delito: ser homosexual y declararse como tal en 1976. Ya había muerto Franco pero no el franquismo ni la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social (1970) -que sustituyó a la anterior Ley de Vagos y Maleantes (1954), que a su vez modificó la de 1933 para incluir la homosexualidad-, por la que Antoni y alrededor de 5.000 homosexuales fueron encarcelados.

“Yo me declaré homosexual a los 17 años en el comedor de mi casa. Como era la época en la que se pensaba que era una enfermedad, en la que se intentaba curar con electrochoque y terapias aversivas, mi madre pidió ayuda.Se lo contó a una monja y ésta me denunció.Llegaron cuatro policías secretas por la noche para llevarse a un chiquillo. Estuve tres días en los calabozos y me pasearon por la calle para demostrar lo que podía pasarle a otros como yo. Luego decretaron mi ingreso en prisión. Primero estuve en la cárcel Modelo de Valencia, pero pronto me trasladaron a la de Badajoz, a la que iban los travestis, que era como llamaban a todos los gays. Allí pasé tres meses y luego un año de destierro”, pasó tres meses en prisión, y llegó a  conocer tres cárceles distintas. “De Valencia a Carabanchel donde día sí y día no corría peligro mi vida. Luego fui a parar a la de Badajoz que estaba destinada a acoger homosexuales aunque convivíamos con presos comunes. En el calabozo fui violado por un preso, pero él fue incitado por el policía. Es homosexual, puedes hacer con él lo que quieras, le dijo”

 

Silvia Reyes  – Las Palmas  1953

“Estuve detenida más de cincuenta veces”. Silvia Reyes llegó a Barcelona en 1973, con 20 años. “Hacía cuatro meses que había terminado el servicio militar y ya me había empezado a hormonar con productos que compraba en una farmacia”, recuerda. “Lo primero que hice fue buscar trabajo en hoteles, que era en lo que había trabajado en Las Palmas durante siete años. Pero cuando me veían tan femenina y tan guapa con mi nombre de hombre en el carné no me daban trabajo, ni siquiera de friegaplatos. Entonces no se sabía lo que era un transexual”, afirma.

Durante el primer mes la detuvieron tres veces. Para una transexual, estar en la calle no era seguro, pero los bares de ambiente [gay] o los cines, tampoco. “Había muchas redadas. Nosotras lo teníamos peor que los homosexuales, que podían disimular más. A veces nos tenían hasta tres días sin comer, de pie, incomunicadas”, explica.

A finales de 1974 Silvia cayó en otra redada. “Me metieron en la cárcel Modelo de Barcelona por travesti. Allí lo pasé fatal. Luego fui a Carabanchel en Madrid. Éramos hasta 38 transexuales, y durante los traslados nos ponían en celdas aisladas, para evitar líos. Había presos que saltaban tapias de cinco metros para estar con nosotras”, relata. Dos décadas de detenciones hacen que a Silvia le cueste ordenar los recuerdos. “En Badajoz estuve seis meses. Ahí estábamos todas juntas con los hombres y también con los ladrones. En Madrid me detuvieron otras dos veces”, apunta. “Pero en aquella época –1975, según recuerda– a los transexuales que vestíamos de mujer, con pechos y tacones, nos aplicaban la Ley de Peligrosidad. Los palos y los insultos de maricones y degenerados empezaban ya en Jefatura. Nos tenían tres días sin comer y sin apenas agua; en esto, los ‘secretas’ eran peores que los nacionales”. Silvia fue detenida en Barcelona la noche del 3 de mayo de 1975 –“cuando se hallaba en el ‘drugstore’ del Paseo de Gracia en espera de captar algún otro homosexual”, según su ficha– y condenada a las tres medidas que marcaba la Ley de Peligrosidad: internamiento para reeducación (entre cuatro meses y tres años), destierro y vigilancia. En su caso, de seis a ocho meses de prisión y de uno a dos años fuera de Barcelona.

Y también eran críticos los informes, como el que envió la Junta de Tratamiento de Barcelona al juez de Peligrosidad: “Se mueve en ambientes de homosexuales y de prostituidos. Nos ha manifestado su condición de homosexual pasivo. Su conducta en prisión es buena. Pensamos que pese a su condición de invertido, no lleva una vida delictiva que nos haga pensar que sea peligroso”. Para el forense Domingo Saumench, además, Silvia era de “temperamento esquizotímico y carácter inmaduro”, y tenía patologías: “Psicomotricidad feminoide, labilidad afectiva, histriónico, egocéntrico, necesitado de estimación. Homosexualidad por condicionamiento en la infancia. Plena identificación con su anomalía”.

 

Rampova – Valencia 1957

La Rampova, fue una de aquel centenar de jóvenes salvajemente sometidas a esta prostitución. Nunca ha podido superar aquellas palizas y violaciones que soportó durante meses tras ser acusada por la Ley de Peligrosidad Social y acabar como presa en la Modelo a principios de los 70. La primera vez fue detenida con tan solo catorce años de edad,despues a quince y diecisiete. Una vez en la Modelo fue a parar al pabellón de invertidos para menores. Explica que dentro de la celda los delincuentes comunes pagaban a los vigilantes para colarse y violar a los jóvenes recluidos.

La Rampova habla con mucha dificultad de aquel episodio. “He tenido más violaciones que relaciones consentidas por los traumas que viví allí”. Otro de los peores castigos dentro de la Modelo fue cuando decidió contar en confesión las condiciones en las que se encontraba. Le costaría muy caro hablar. Fue sometida a fuertes castigos y a una celda de aislamiento. A presos como la Rampona la llegaron a violar ocho veces al día en las celdas.

 

Miryam Amaya – Logroño  1959

Miryam naciô en Zaragoza en una familia gitana,padres,abuelos y bisabuelos gitanos. Se considera afortunada por el apoyo que siempre ha tenido de su familia,desde que era niño se vistiô como  una niña con la ropa de sus hermanas mayores. Una vida en el espectaculo,el caberet y la television,dice que su madre era su mejor fan. También la llevaron a la estacion de policia cientos de veces pero nunca trasladada a la prisión. Después de las redadas policiales,los jovenes transexuales fueron metidos en pequeñas celdas y alli comenzaban los insultos,los golpes y las humillaciones. Fue una de las organizadoras del primer orgullo gay que se hizo en Barcelona en el 1977,cuando la ley de peligrosidad social todavia estaba en vigor. A pesar de la muerte de Franco, esta ley permaneciô vigente  hasta el 1978y, a pesar de las amnistias que hicieron en el 1976 y 1977 por liberar los presos politicos, las personas del colectivo LGBT permanecieron en las carceles y continuaron siendo arrestadas durante redadas policiales.

Foto reportaje de Luca Pira.

 

Cómo es ser una trabajador sexual de género fluido

 

Jane Way nos cuenta sobre el hecho de haber sido elegido para los roles cis femeninos en pornografía, cómo lidia con el malentendido de género de los clientes y la frustración de la fluidez (1).

 

Por Jane Wayas. dicho a Allison Tierney

5 de octubre de 2017

https://www.vice.com/en_ca/article/mgyax8/what-its-like-to-be-a-genderfluid-sex-worker?utm_campaign=global&utm_source=vicecanadafbca

 

Siempre ha sido algo así como una idea tardía porque siempre me he sentido así. M identidad siempre ha sido cuestión de si tenía el lenguaje adecuado para describirla o no. Antes de salir del armario, no era necesariamente consciente de la opresión que estaba experimentando. Me forzaban a un género binario con el que no me identificaba, pero no sabía que no tenía por qué ser del género que decidieron mis padres. Crecí en una casa bastante conservadora y católica. Debido a la correlación entre el sexo y el género, y cómo se relaciona con el porno y el trabajo sexual, definitivamente es algo que ha estado más en primera línea para mí. Ha sido algo que me da comunidad y eso me motiva y me guía en mi carrera en este viaje en el que estoy.

Acabo de cumplir 22 años. Salí a la luz cuando tenía 17 años. Fue cuando estaba en la universidad la primera vez: he estudiado ciencias mortuorias y farmacología. Toco el banjo, y estaba haciendo un espectáculo, mi mamá estaba en la audiencia. Estaba tocando una canción original y dije: «Ah, por cierto, soy una de esas personas ellos/ ellas (they/them)». Así que salí a la luz ante mi madre y una multitud de personas.

Llevo de tres a cuatro años haciendo trabajo sexual. He sido escort durante unos dos, y empecé a hacer porno antes de eso. He recibido mucha atención por parte de otras escorts y de clientes para ser abierto acerca de mi identidad de género en mi carrera, especialmente como escort. Durante mucho tiempo, para ganarme la vida, he tenido que representar un género con el que no me identifico. En la pornografía, he sido seleccionado para muchos roles femeninos cis. Como escort, mucha gente me llama «ella». Algunas escorts en escena odian mis agallas por corregirlas en mis pronombres. Mucha gente tiene algo que decir sobre mi identidad de género y no necesariamente entienden lo que pierdo al dar la cara como género fluido. Definitivamente pierdo mucha clientela; hay mucha confusión. Especialmente en el trabajo de escort específicamente, y en el trabajo sexual en general, cuando dices «trans», se supone que eres una mujer trans. Muchos clientes —generación antigua, ignorantes, personas que simplemente no son PC o una mezcla de los tres— asumen que cuando dices que eres trans, tienes tetas y polla. Trans tampoco es binario. Especialmente en el porno, sin embargo, todo es muy binario.

Acabo de hacer un rodaje este fin de semana en Montreal con TSNaturals.xxx, que es uno de los primeros sitios pornográficos trans que conozco que muestra artistas no binarios como porno trans, abarcándome a mí, cuyo cuerpo es naturalmente como se desarrolló (no me he hecho ninguna cirugía plástica hasta la fecha). Así que ser filmado y exhibido, especialmente en escenas solistas, como un cuerpo trans es realmente revolucionario. Estoy tratando de hacer más trabajo así. Incluso si he trabajado a veces como cis para salir adelante, o si he sido seleccionado en roles cis, es importante poder mostrar que mi cuerpo es un cuerpo de género fluido, aunque soy femenina en mi presentación. Yo masturbándome en un video en solitario sigue siendo pornografía trans porque soy una persona trans. No importa que no sea una persona trans binaria porque hay una gran cantidad de borrado no binario, especialmente en el trabajo sexual. Quiero encabezar el cambio de eso.

La industria del porno tiene un largo camino por recorrer. Quiero encabezar algunos cambios en ese aspecto. A veces rechazo mucho trabajo si el papel que me asignan es súper-cis: si el diálogo dice «soy una chica mala».   Empecé a hacer un video personalizado como ese recientemente, y comencé a sentirme disfórico y así como, “en realidad, no puedo hacer esto. No soy yo”. Ahora estoy en una posición privilegiada en la que puedo rechazar el trabajo, mientras que no he podido hacerlo anteriormente. He hecho tomas porno en otro tiempo que he estado odiando continuamente, pero el trabajo sexual es trabajo. Al igual que a mi compañero no siempre le gusta hacer un turno de 12 horas en su trabajo, a mi tampoco me entusiasma ir a filmar una escena. Amo mi trabajo, pero todos tienen días malos en el trabajo.

Foto de NW Studios

Tengo mis pronombres en mi sitio web. No corrijo a las personas cuando estoy contratado por un cliente o si estamos haciendo una escena específica. Todavía soy yo, pero un cliente que me paga $ 350 por hora no está pagando para recibir un curso intensivo sobre identidades no binarias. Están pagando mi tiempo, nuestra química y nuestra conexión. Si esa es una conversación que quieren tener, me alegra tenerla con ellos. Pero no voy a presionarlos. Especialmente en una sesión privada y discreta, ese no es el mejor lugar para dialogar. Pero aprovecharé la oportunidad de educar a cualquiera cuando pueda. Mis mejores clientes, cuando me escriben reseñas, me preguntan qué pronombres me gustaría usar y son realmente respetuosos y quieren hablar sobre ello. Si quiero educar a un cliente, lo haría en mi tiempo en lugar de en su tiempo. Esa es la forma en que funciona el negocio. Quieres pagarle a alguien para pasar un rato salvaje, loco y apasionado. Especialmente porque muchos de mis clientes son mayores y anuncio mi edad real, no quieren sentarse en el sofá y sentir que reciben una conferencia de alguien que es 30 años más joven que tú.

El porno es diferente porque hay líneas, hay guión gráfico; la pornografía es un acto. Es un trabajo duro, y lo disfruto. Pero las sesiones en persona son muy diferentes para mí. Me gusta ser tan real como puedo con la gente. Definitivamente a algunas personas se les quitan las ganas por lo personal que soy en las redes sociales y lo personal que soy con las personas cuando me reúno con ellas para las sesiones. Mucha gente tiene una personalidad de quita y pon … Pero a mí me gusta ser mi auténtico yo con la gente en la medida en que puedo. Las personas que aprecian esa autenticidad seguirán volviendo; las personas que no lo hacen… hay un millón de otras escorts por ahí en el criterio que están buscando.

En este momento, estoy con jeans rotos y realmente nunca uso ropa interior. Incluso en muchas de mis sesiones, tiendo a no usar mucha lencería. Soy muy femme, pero aprecio mi masculinidad. Algunos días, practico BDSM con mi pareja, por lo que él me dice: «Quiero que lleves un vestido sin bragas para la cena», y tengo que decirle que no puedo y si me pongo un vestido, simplemente no me sentiré como yo. Al tener autismo, también soy muy sensible a la textura de las telas, así que al verse afectadas mi identidad y expresión de género por la ropa que llevo, más los problemas sensoriales que tengo por estar en el espectro, soy muy particular acerca de las cosas que uso . Hay momentos en los que hago una sesión de fotos y no me siento como yo; a veces uso máscara, pero no soy una gran persona de maquillaje. Tengo una manicura en este momento, y si estoy teniendo un día súper masculino o me siento muy masculino ese día, me arranco las uñas. No puedo tener mis uñas largas, y otros días disfruto con ellas. La fluidez es tan frustrante porque siempre está cambiando y fluctuando en el espectro, no necesariamente todos los días, sino semana tras semana.

En las expectativas de ser asignada hembra al nacer, personas que no son binarias, la expectativa es que, si tenemos cirugías, es para parecer más masculino o andrógino. Quiero luchar contra ese concepto erróneo. Me voy a hacer un aumento de senos en noviembre: estoy recibiendo implantes de solución salina y voy a tener el triple Ds, pero esa es mi cirugía de arriba. La gente espera que si me voy a hacer cirugía de arriba como alguien que tiene senos se supone que es que voy a cortármelos. Voy a ir más grande, y no creo que sea menos válido que quitarme los senos. Es igual de validante para mi género. No importa si me veo súper femenina y tengo mis grandes tetas y estoy metido en un vestido ceñido. Sigo sin ser mujer porque así es como me siento.

 

Sigue a Jane Way en Twitter.

 


1.- Género fluido” en la Wikipedia:

“Se entiende que un individuo es de género fluido cuando no se identifica con una sola identidad de género, sino que circula entre varias. Comúnmente se manifiesta como transición entre masculino y femenino o como neutralidad, sin embargo puede comprender otros géneros, e incluso puede que se identifique con más de un género a la vez.

“Las personas que se identifican como de género fluido pueden sentir el cambio de identidad a largo o a corto plazo; entre años, meses, días, etc. También puede ser asociado o confundido con el genderqueer.”

“Una de las principales problemáticas para fijar una historia del género fluido es el uso ambiguo o erróneo que se le ha dado al término. Comúnmente es confundido o utilizado como sinónimo de genderqueer, transgénero o poligénero, quizás por su crítica al binarismo de género y la idea del género como un espectro.

“A continuación se ofrecen algunos antecedentes de grupos no-binarios que, si bien no se pueden considerar propiamente géneros fluidos, sí han dejado huella en la construcción de identidades fluidas.”

(…)

 

 

De homosexuales exagerados a enfermos mentales: cómo ha cambiado la visión sobre las personas trans

 

  • La OMS ha decidido dejar de considerar la transexualidad un trastorno mental, un paso en el camino de la despatologización que exigen los colectivos trans 
  • Las mujeres trans eran confundidas con homosexuales «extremos» y denominadas travestis en los últimos años del franquismo y primeros de la democracia
  • Actualmente la mirada médica que concibe la transexualidad como una enfermedad convive con nuevos relatos que piden la autodeterminación del género como derecho fundamental

 

Por Marta Borraz

19 de junio de 2018

https://www.eldiario.es/sociedad/homosexuales-exagerados-enfermos-radiografia-historica_0_783922369.html

 

Concentración en Madrid el pasado 25/03/2017 en el que las familias pedían una Ley estatal CHRYSALLIS

 

«Su presencia y actitud causaba repulsa, guasa e indignación entre los transeúntes de Las Ramblas». La revista Diez Minutos se refería así al desprecio que generó en 1977 la presencia de personas trans en la primera manifestación del entonces llamado Orgullo Gay, celebrada en Barcelona. La noticia ocupó  un pequeño espacio en el periódico La Vanguardia de 28 de junio, que detallaba cómo la marcha había sido disuelta con balas de goma por parte de «las fuerzas del orden público». «Cuatro mil homosexuales se manifestaron por las Ramblas», titulaba la pequeña nota.

Nadie es demasiado mayor para ser transexual

Desde entonces, la forma de concebir socialmente la transexualidad ha experimentado variaciones. Después de que en 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) sacara la homosexualidad de su manual de enfermedades,  el organismo publicó este lunes su nueva edición (CIE-11), que entrará en vigor en 2022 y que elimina la transexualidad del capitulo referido a los trastornos mentales para pasar a formar parte del de «condiciones relativas a la salud sexual» pasando a denominarla «incongruencia de género».

Al margen de los matices, se trata de un hito histórico para el colectivo trans que da un paso más en el camino de la despatologización. El recorrido parte de la época oscura de la dictadura, en la que todas lasformas de diversidad sexual o de género eran perseguidas duramente. La muerte de Franco no acabó con la homofobia y la transfobia y a partir de 1970 comenzó a regir la Ley de Peligrosidad Social, que sustituía a Ley de Vagos y Maleantes y pasó a ser usada sistemáticamente para reprimir a las personas homosexuales y transexuales. Ello aunque para éstas últimas no hubiera un artículo específico.

Los transexuales ni siquiera figuraban en la ley porque en aquella época la realidad trans era, en el caso de los hombres invisible, y en el caso de las mujeres rechazada y confundida. De hecho, se nombraba públicamente con el término travesti y para el imaginario colectivo las mujeres trans eran homosexuales exagerados. «Definía a los travestis como formas extremas de homosexualidad en la que ciertos varones afeminados intentan aproximarse a las formas estereotipadas de ser mujer», explican los investigadores Óscar Guasch y Jordi Mas en el estudio  La construcción médico-social de la transexualidad en España.

La mirada médica 

De la persecución activa y la marginación a los ámbitos de la prostitución y del mundo del espectáculo y el cabaret, la realidad trans pasó de los años 80 en adelante a ser a ser considerada algo grotesco y estigmatizada –el insulto más frecuente era travelo–. No ayudó entonces la agenda impuesta por los colectivos fundamentalmente gays que habían comenzado a aflorar y que consideraban un ‘flaco favor’ a la causa la presencia trans en sus demandas porque «distorsionaba» la imagen correcta que el colectivo gay quería trasladar a la sociedad.

Ello sin perjuicio del activismo de base y las redes de apoyo entre gays, lesbianas y trans que siempre estuvieron ahí pero eran mucho menos visibles. Las mujeres trans se movían entre la precariedad y la clandestinidad, el rechazo social y la propia autogestión de su identidad. No es hasta principios de los 80 cuando se despenaliza la cirugía de reasignación genital, aunque según explican Guasch y Mas algunos médicos desafiaban la prohibición y algunas mujeres trans se autohormonaban sin control sanitario.

Esta época da lugar a una etapa en la que se potencia y refuerza la mirada médica sobre la transexualidad, lo que da lugar a que la atención sanitaria empiece a fijarse y a atender a estas personas. Comienzan a inaugurarse las Unidades de Identidad de Género (UIG) –antes llamadas Unidades de Trastornos de Identidad de Género– de los hospitales, pero lejos de enfocar el tema desde la expresión de la diversidad, el relato médico lo hace por el camino de la patologización, es decir,  la concepción de que son personas enfermas. 

Los datos de las encuestas de opinión pública en España disponibles, sin embargo, se alejan de esta realidad. Según el estudio publicado a principios de año por IPSOS sobre las «Actitudes hacia las personas transgénero» en 16 países, en España solo un 9% de la población considera a las personas trans enfermos mentales. Acabar con esta idea, que ha dado a luz a las principales legislaciones y tratamientos sanitarios de todo el mundo, sigue siendo una de las reivindicaciones fundamentales del colectivo trans, que encuentra en la decisión de la OMS uno de los hitos en este camino.

Otro fue la salida de la transexualidad en 2012 del manual de enfermedades mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM), considerada la biblia de los psiquiatras. La demanda de la despatologización de la transexualidad se deja oír especialmente cada mes de octubre, en el que países de todo el mundo celebran manifestaciones para exigir lo que varias leyes españolas ya reconocen. Y es que en algunas comunidades autónomas se han aprobado normas LGTBI que, al menos sobre el papel, inciden en la despatologización de la transexualidad.

Leyes en marcha

En los últimos años, esta idea ha tomado fuerza y se ha visto reflejada en declaraciones de organismos internacionales como el Consejo de Europa, que en abril de 2015 adoptó una resolución en la que insta a los Estados a «garantizar que las personas transexuales, incluidas los menores, no sean considerados enfermos mentales». Por su parte,  Amnistía Internacional también ha solicitado que «el reconocimiento de la identidad de género no debe hacerse depender de diagnósticos psiquiátricos».

Esto es lo que actualmente se pide en España para poder acceder a la modificación legal del sexo y nombre en los documentos oficiales. Que una persona cambie estos datos en el Registro Civil es posible gracias a la Ley de Identidad de Género de 2007, una norma considerada un avance a medias porque impide este reconocimiento a los menores de edad y migrantes en situación irregular y condiciona la posibilidad a pasar por un diagnóstico psiquiátrico. Un requisito que ya estudia el Congreso eliminar  a través de una proposición de ley en periodo de tramitación aprobada a finales del año pasado con la abstención del PP.

A la cámara también ha entrado en los últimos meses una Ley Trans, elaborada por la Plataforma por los Derechos Trans, y una ley LGTBI, redactada por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB), que ha calificado la actualización realizada por la OMS como una forma de «saldar una deuda histórica con las personas trans». Eso sí, lamenta que pase a emplear el término «disforia de género» para definir esta realidad. Un concepto que «sigue incidiendo en que existe algo erróneo en las personas trans».

El enfoque de la despatologización en el contexto español y europeo toma cada vez más fuerza en medio de los elevados niveles de transfobia que todavía viven las personas trans en todos los ámbitos. Un escenario que se entrelaza con el relato cada vez más plural sobre la realidad trans, que escapa del binarismo y las nociones tradicionales de hombre-mujer para englobar un abanico amplio y diverso. En él, la autodeterminación del género pretende ser un derecho fundamental.

 

Salir a la luz como trabajadora sexual, salir a la luz como persona

Por Liara Roux

25 de mayo de 2018

https://motherboard.vice.com/en_us/article/mbkv7a/coming-out-as-a-sex-worker-liara-roux-personal-essay

 

Liara Roux escribe acerca de cómo salir a la luz de miles de maneras ante su comunidad, su familia e incluso sus clientes.

 

FOTO: LIARA ROUX / SHIRT DISEÑADO POR PAUL GLOVER

 

Mi hermana estaba comiendo algo en mi cocina. Me paré frente a ella, el mostrador entre nosotras. Ella estaba de espaldas a mí. Di vueltas a las palabras en mi mente, tratando de construir una oración que la tranquilizara, que no evocara los estereotipos perturbadores existentes sobre personas como yo. Había estado hablando de mi acosador, ese tipo que estaba convencido de que yo estaba enamorada de él y que se enfureció cuando se dio cuenta de que yo tenía pareja.

«Soy una escort», le dije, «y él era un cliente».

Honestamente, no recuerdo si esas fueron las palabras exactas que dije, pero recuerdo cómo todo mi cuerpo se puso tenso. Casi empiezo a llorar. Me preocupaba tanto que pudiera perder a mi hermana, a quien quería tanto. Me sorprendió cuando me dijo: «¡Me alegra que seas feliz! ¡Me alegra que hayas encontrado un trabajo que funcione para ti!».


Esta tensión siempre ha estado entre nosotras, todas estas cosas no dichas.


Hizo un par de preguntas sobre mi trabajo. Yo las respondí, aún desconcertada por su respuesta. Esperaba algo de preocupación. Me preguntaba si ella estaba sintiendo preocupación o si me estaría juzgando, pero no quería cargarme con eso. Mi hermana siempre ha sido increíblemente así de considerada. Recuerdo cuando le dije que era queer y lo emocionada y feliz que se mostró también con eso. Estoy llorando ahora, escribiendo esto, tan agradecida como estoy de haber pasado gran parte de mi vida conociendo a alguien tan amable y dulce como ella.

Le dije que no se lo dijera a mamá.

Mi madre ha hecho siempre todo lo posible por amarme y cuidarme, y lo sé. Pero vengo de una casa familiar extremadamente religiosa y conservadora, llena de niños y fuego y azufre. Siempre he vivido mi vida de maneras extremas e inusuales y eso la asusta. Ella quiere que esté a salvo. Hay tantas cosas que no le he contado porque, cada vez que lo intento, me quedo paralizada. Cuando vivía con ella, me preocupaba que, si se lo contaba, ella y mi padre me enviaran al campamento de reeducación para gays o que me echaran de casa y me quedase sin hogar, como le había sucedido a algunos de mis amigos. Me gusta pensar que ella me habría aceptado, pero no sé.

He revoloteado sobre el tema con mi madre y ella ha revoloteado sobre el tema conmigo. Hace algunos años vio algunas cosas «sospechosas» en mi calendario, cuando acaba de empezar a trabajar, y me llamó para pedirme explicaciones al respecto. Había tanta ansiedad en su voz: «¿No corres peligro?». Maquillé la verdad un poco, para que pareciera que todavía estaba trabajando en tecnología, un campo que abandoné en busca de condiciones de trabajo menos misóginas, más autocontrol, y la posibilidad de evitar mi enfermedad mental y mis discapacidades físicas.

Cuando lo pienso ahora, creo que ya tenía que saberlo. Mi cara está en internet. Seguramente alguien en nuestra iglesia que mira pornografía o ve escorts ya se lo ha contado, bajo la apariencia de preocupación. Odio que no se lo haya contado yo misma; supongo que lo estoy haciendo ahora y espero que entienda que decir esto por escrito, de alguna manera, es más fácil. Lo he intentado varias veces, pero cada vez que lo intento me quedo paralizada. Recuerdo la última vez que pasamos juntas; comimos pastel. Me prometí a mí misma que se lo diría mientras comíamos. Con cada bocado que tomé, traté de decirlo. Y todas las veces me quedé paralizada.

Me preguntaba si ella podría leer la tensión en mi cuerpo. Podía sentir su tensión irradiando de ella también. Esta tensión siempre ha estado entre nosotras, todas estas cosas no dichas. Siempre ha habido tantas cosas que sentí que no podía decirle. Quiero profundamente ser amada y aceptada por ella. Quiero que sepa que finalmente soy feliz, después de años de luchar contra la depresión y la ansiedad y el dolor físico causado por el síndrome de Ehlers-Danlos —un trastorno que afecta mi tejido conjuntivo y mis articulaciones— y por dolores de cabeza en racimo; que sepa que finalmente recibí el tratamiento médico que necesito, que he podido dedicar tiempo a sanarme porque mi trabajo me brinda seguridad monetaria y, lo más importante, tiempo.


Cuando en el pasado pensé que tenía estabilidad, me retiraron el apoyo como a tantos otros


Hay un segundo “armario” del que no hablamos tanto. Como trabajadora sexual, con una marca personal que mantener para asegurar mis ingresos y bajo la amenaza de violencia estatal, estoy encerrada en ambos sentidos.

No tengo los mismos temores de la vergüenza o el abandono familiar, pero tengo serias preocupaciones de que descubrir mi vida personal ante mis seguidores y el público conllevaría el riesgo de perder ingresos y poner en peligro mi seguridad. Ser trabajadora sexual hace que sea difícil discutir ciertos temas; algunos de mis seguidores se quejan si en mi cuenta de Twitter hay algo que no sean fotos sexy. A medida que me convierto cada vez más en una figura pública, sin embargo, usar mi visibilidad para hacer activismo a favor de otras personas como yo me parece importante.

¿Debería estar actuando en solidaridad con otras personas trans revelando mi género? Soy genderqueer. Hasta ahora he usado el pronombre “ella” al anunciarme como Liara Roux, pero uso “él” en mi vida personal y cambié mi nombre a uno estereotípicamente masculino hace unos años. ¿Debo hablar públicamente sobre mis parejas —incluida una esposa con la que tengo una casa— para demostrar que las trabajadoras sexuales pueden encontrar el amor, la aceptación y el bienestar emocional y financiero? Cuando en el pasado pensé que tenía estabilidad, me retiraron de repente el apoyo, como a muchos otros: cerraron mis cuentas bancarias y me cerraron sitios web, solo porque esas compañías descubrieron quién era yo.

Al igual que el acosador del que tanto me costó hablarle a mi hermana, algunos clientes pueden volverse tóxicos y posesivos. Algunos seguidores que han sido fuentes confiables de ingresos pueden resultar ser tránsfobos. Y a los trolls siempre les hace felices convertir cualquier cosa que a una trabajadora sexual le haga feliz en una excusa para acosarla.

No se trata solo de seguidores potencialmente dañinos de los que haya que preocuparse. Hablar de tener un cónyuge también me expone a la violencia estatal. La policía a menudo trata de detener y procesar a los miembros de la familia de las trabajadoras sexuales, llamándolos proxenetas y chulos, y los políticos han intentado promover leyes que hagan la definición de proxenetismo aún más amplia. Se puede aplicar un cargo de proxenetismo si una pareja me lleva un día en coche a trabajar, o incluso solo por el hecho de compartir bienes en mi matrimonio. Nuestra vida podría verse desgarrada por las leyes de proxenetismo a pesar de que mi pareja también hace trabajo sexual y no es más que otra queer luchadora y persona discapacitada como yo. Personas como nosotras todavía son detenidas y procesadas de forma habitual.

He tenido más éxito de lo que podría haber imaginado con esta carrera, pero en lugar de proporcionar seguridad a mi familia, mi cónyuge aún experimenta un ataque de pánico por estrés postraumático cada vez que llaman a la puerta. Todo podría derrumbarse, nuestra casa podría ser confiscada, podríamos ser desalojadas de nuevo o algo peor. Estos no son miedos fantásticos: hay personas que conozco que han perdido todo lo que construyeron con tanta lucha. Si me descubro ante el público como casada, mostrándome orgullosa de la estabilidad por la que he luchado y que he encontrado, nos arriesgamos a perder esa estabilidad. Como dice Amnistía Internacional, bajo la penalización no tenemos la «tranquilidad de saber que [nuestra] familia no será procesada por ‘vivir de las ganancias’ del trabajo sexual”. Pero ¿qué sentido tiene ganar dinero para ti si no puedes apoyar también a los que amas?

El estigma y la penalización del trabajo sexual cortan de los dos modos, y cortan en profundidad. Como ocurre en cualquier trabajo, tengo días malos, pero si digo algo negativo al respecto, la gente usa mis palabras para sugerir que se debería eliminar la profesión entera. Es tan difícil ser simplemente una persona cuando todo en tu vida puede ser retorcido y usado en tu contra de alguna manera.


Lo que más necesitamos es ser tratadas como personas, respetadas, que se nos permita sobrevivir, ser vistas, no cazadas como delincuentes o despreciadas como víctimas demasiado dañadas para hablar por nosotras mismas.


Tengo la suerte de haber crecido en una época en la que hay más aceptación de mi identidad como queer, mi existencia como trans, incluso más comprensión para las discapacidades a las que me enfrento, pero esas aceptación y comprensión aún no se traducen en una existencia tolerable en el lugar de trabajo tradicional. Al menos, hasta que encontré el trabajo sexual: un trabajo en el que puedo trabajar en mi propio cronograma sobre el dolor crónico, un trabajo en el que ser queer es beneficioso porque significa que hay más gente con la que puedo trabajar, un trabajo en el que estoy rodeada por otras personas trans y queer que me entienden. Un trabajo donde podría tener mi propio lugar de trabajo.

Hay personas que están tratando de quitar esa opción a mi comunidad, usando leyes anti trabajadoras sexuales como FOSTA / SESTA para destruir la independencia que hemos ganado como trabajadoras sexuales mediante el uso de internet para construir nuestros propios espacios, herramientas de seguridad, y negocios . Niegan la existencia del trabajo sexual consensuado. Obligarnos a la clandestinidad hace que sea más fácil para los prohibicionistas inventar historias sobre nuestras vidas. A diferencia de mis otras identidades, las trabajadoras sexuales no estamos protegidas de ninguna manera. Todo lo contrario, somos igualmente vilipendiadas desde todos los puntos del espectro político. Lo que más necesitamos es ser tratadas como personas, respetadas, que se nos permita sobrevivir, ser vistas, no cazadas como delincuentes o despreciadas como víctimas demasiado dañadas para hablar por nosotras mismas.

Aunque siempre he anhelado amor y aceptación, especialmente de mi madre, estoy completamente entregada a vivir mi vida de la manera que quiero. No puedo evitar querer vivir con sinceridad. Siento que es mi deber hablar claro, incluso si eso me puede convertir en un objetivo, porque hay muchas compañeras no tienen el privilegio de elegir ser política y pública. Nada puede impedirme hacer activismo por mí y por mi comunidad, hacer todo lo posible para asegurarme de que los que amo estén a salvo. Mi miedo al rechazo siempre saldrá perdiendo ante mi orgullo y mi coraje.

Salir a la luz y que te saquen a la luz, por Lola Davina

 

 

Por Lola Davina

@Lola_Davina

De su libro Thriving in Sex Work: heartfelt advice for staying sane in the sex industry (1)

 

https://www.amazon.com/Thriving-Sex-Work-Heartfelt-Industry-ebook/dp/B071SKH43M

 

Hay poco apoyo cultural para ayudarnos a las trabajadoras sexuales a desacreditar los mitos sobre nuestras vidas: nuestros amigos y familiares casi no pueden evitar tragárselos. 

Carol Queen, de «Querida mamá: Una carta sobre ser puta»

 

N era encantadora y delgada con un cuerpo de hot yoga. Inteligente y con clase, tenía todo a su favor como escort, y ganó un excelente dinero. Solo había un problema: vivía con el temor constante de que algún día tomara su teléfono de trabajo y escuchara la voz de su padre al otro lado de la línea. Todo el mundo sabía que esto la mantenía despierta por la noche porque hablaba de eso constantemente: no solo con otras escorts, sino que incluso lo discutía con sus clientes. Pero ninguna de nosotras podía imaginarse por qué. Sus padres vivían en el sur de California; ella trabajaba al norte de San Francisco en el condado de Marin: ¿cómo podrían llegar a descubrirla? Con el tiempo, sus ansiedades se hicieron con el control. Se volvió paranoica, reacia a enfrentarse a nuevos clientes, a actualizar sus anuncios o incluso a responder a su teléfono. Salió cojeando del negocio, sin hacer nunca frente a sus temores. La «peor cosa en el mundo» se apoderó de su mente y, finalmente, de su forma de ganarse la vida.

Los temores de N fueron extremos. Pero supongo que si haces una encuesta, el mayor temor que hay en el negocio, justo por detrás de los asesinos en serie, es ser descubiertas. Ser expuestas a la vista de todos. Perder estatus y respeto. En la raíz de ello está el miedo más profundo de todos, el miedo a perder el amor. No se puede culpar a las personas ajenas al negocio por tener impresiones negativas sobre el trabajo sexual cuando la única información que recibe el mundo es el sensacionalismo de Hollywood y las estadísticas delictivas de las noticias. Así que muchas de nosotras guardamos secretos para mantener el amor en nuestras vidas. Nuestros amigos LGBTQ pueden decirnos cómo vivir dentro del armario puede engendrar vergüenza, odio hacia uno mismo, desconfianza, aislamiento y bajas expectativas.

Todo eso puede ser cierto, pero estoy aquí para decir que no tienes necesidad de castigarte a ti misma si no le cuentas a todo el mundo lo que haces. Eso no significa que estés agazapada como un troll viviendo bajo un puente de vergüenza. Si su instinto te dice que no es seguro contárselo a alguien determinado, fíate de tu instinto. No salgas a la luz sólo para demostrar hasta qué punto eres un espíritu libre: en esta vida, nadie nos califica por nuestra transparencia. Sin embargo, voy a volver atrás y hacer un llamamiento para que seas lo más abierta posible con las personas con las que te sientes segura. La fortuna favorece por igual a las valientes en el amor y a las valientes en el trabajo sexual. Permitir que que haya personas que lo sepan todo de ti es un regalo. Valora ante todo tu seguridad y tu privacidad, pero estate abierta a salir a la luz.

Cuando actuamos sin pensar, las cosas buenas en nuestras vidas no parecen nada más que suerte, y las cosas malas se sienten como castigo. Cuando tomamos decisiones conscientes, los buenos resultados son recompensas totalmente ganadas, y cuando se presentan los desafíos, sentimos que están delimitados y son tolerables.

 


1.- “Prosperar en el trabajo sexual: consejos sinceros para mantener la sensatez en la industria del sexo”

 

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Remasculinización del Estado y precariedad feminizada

Por Sabrina Sánchez

1 de abril de 2018

Remasculinización del Estado y precariedad feminizada

 

La directora de cine francesa Virgine Despentes comentó recientemente que estamos en guerra, en una guerra que los ricos iniciaron en el año 2000 contra los pobres y la están ganando, es una guerra incomprensible, como si todo lo que tuvieran no fuera suficiente, como si lo quisieran todo.

Con los atentados del 11-S comenzó, so pretexto de la seguridad y la lucha contra el terrorismo, el control aún más férreo de las fronteras del llamado primer mundo y el hecho de tener a un ultraconservador en la Casa Blanca ayudó a matar dos pájaros o más pájaros de una pedrada, acentuar la brecha entre ricos y pobres, supervigilar a la población y acabar con todo tipo de comercio sexual bajo el pretexto de combatir la trata de personas.

El papel que ha desempeñado el gobierno estadounidense en la cruzada abolicionista es determinante: ha logrado extender su postura convirtiéndolo en proyecto de los gobiernos de varios países, sabemos que Estados Unidos está prohibido el comercio sexual en sus dos vertientes (venta y compra) excepto en Nevada. La postura conservadora del gobierno estadounidense fortaleció la participación de las feministas neoabolicionistas dentro de la ONU, que lograron imponer su rechazo al trabajo sexual en el Protocolo de Palermo. Mediante USAID, el gobierno estadounidense obligaba a los grupos de activistas contra el sida a firmar una declaración de que no trabajarían con prostitutas (anti prostitution pledge). En ese entonces algunas feministas empezaron a hablar de todas las mujeres (sólo cis) en el comercio sexual como esclavas sexuales y dejaron de reivindicar sus derechos laborales.

En este contexto de guerra contra los pobres, la gente de los países del sur, como era de esperarse, emigran masivamente hacia el norte buscando un mejor horizonte, para lxs latinoamericanxs el destino habitual para migrar eran los Estados Unidos, pero al endurecerse la política migratoria, se convirtió en una empresa más peligrosa y económicamente más costosa, así que se comenzó a mirar hacia la antigua metrópoli, que en esos años gozaba de una gran expansión económica gracias a la lluvia de millones proveniente desde la UE, así como la política interna de recalificación del suelo para urbanizar todo lo urbanizable y que buscaba desesperadamente mano de obra muy barata para la construcción, evidentemente ante este boom, las mujeres también comenzamos a migrar a Europa.

En este sentido, la visión de género también impregna la experiencia de migrar, mientras los hombres que deciden hacerlo – abandonar su tierra y buscar oportunidades- son vistos como “aventureros” o que hacen lo que tienen que hacer para “mantener a su familia”, cuando una mujer (cisgénero) decide hacerlo, nunca se le ve de la misma manera, el discurso colonialista vuelve a victimizar a las mujeres, como si nosotras no pudiéramos tomar la determinación de abandonar nuestro país de origen para mantener a nuestras familias, sino que la narrativa es que “somos sustraídas de nuestros hogares” (nuestro lugar “natural”) por terribles mafias que nos obligan a prostituirnos, cuando muchas veces ya se hacía ese trabajo en el lugar de origen o ya lo tuviéramos contemplado como una opción viable en nuestro plan de migración.

Hay situaciones desgarradoras que viven las migrantes centroamericanas. Mujeres que van caminando desde Honduras o El Salvador, y al llegar a territorio mexicano, ofrecen sus servicios sexuales para sobrevivir y poder continuar su viaje hacia Estados Unidos. Los operativos que las “rescatan” las deportan a sus países, justo de donde vienen huyendo, lo mismo se repite en la fortificada Europa.

Es sorprendente que la preocupación neoabolicionista que utiliza el discurso de las víctimas y la explotación, no dé cuenta en su denuncia de los elementos del sistema capitalista que afectan a toda la población. Al igual que en cualquier otro oficio o profesión, el trabajo sexual genera plusvalía. Sólo que esta actividad, que se encuentra al margen de la regulación laboral, se manifiesta sin derechos laborales y con formas que generan exclusión y violencia. Ahora bien, en el discurso de los neoabolicionistas es frecuente escuchar la expresión “explotación sexual”, sin que se reflexione que justamente por la falta de regulación muchas de las trabajadoras sexuales son explotadas por empresarios particulares, el crimen organizado y por las autoridades.

El término explotación sexual, parte fundamental del léxico neoabolicionista, tiene una connotación negativa que no se aplica a los demás trabajos asalariados, donde también existe explotación. Que se insista en denunciar la explotación sexual en lugar de la explotación laboral en todas sus formas pone en evidencia que lo que importa y escandaliza es lo relativo a la sexualidad, dado que las voces más feroces de este neoabolicionismo se han beneficiado también del sistema capitalista y pretenden seguir viviendo de él por medio de la industria del rescate, como la denominó la antropóloga argentina, Laura Agustín.

Para esa “socialdemocracia” rancia cuya moral es igual a la derechona, queda muy feo y políticamente incorrecto imponer su propia visión de la sexualidad a esa sociedad que dicen defender. De las derechas ya sabemos que funcionan así, pero la trampa de esa “izquierda” es disfrazar algo que nunca les ha gustado tampoco como es el comercio sexual, de lucha contra la trata de “mujeres y niñas” (solamente). Lamentablemente, los medios de comunicación saben que vende más un reportaje sobre esclavas sexuales o victimas explotadas sexualmente que uno sobre empleadas explotadas laboralmente, ya que los grandes conglomerados de medios que tenemos hoy en día consistentemente explotan a sus trabajadorxs y evidentemente no les interesa quedar retratados también como explotadores ante su audiencia. El pánico moral alimentado por los medios producen confusión entre la población en general que se queda en la superficie de algo tan complejo y heterogéneo como es el trabajo sexual, incluyendo a lxs políticos que están encargados de legislar al respecto.

En este sentido el MDM (no la droga, sino el Movimiento Democrático de Mujeres, brazo abolicionista del PSOE) viene haciendo una “labor de hormiga” en diferentes municipios implementando iniciativas para agregar a dichas entidades a la “red de municipios contra la trata de mujeres y niñas”, como el título es muy alarmante, lxs políticos se quedan sólo en eso y piensan: ¿quién en su sano juicio va a estar a favor de la trata? Sin dar oportunidad a un debate más profundo e intenso, involucrando a quienes ejercen esta actividad a dar su punto de vista sobre el trabajo que proporciona los recursos necesarios para la subsistencia.

Este tipo de iniciativas son utilizadas para impedir el pleno reconocimiento del trabajo sexual, entendido como actividad remunerada, voluntaria y entre adultos, estas leyes están redactadas desde una perspectiva neoabolicionista para eliminar toda forma de comercio sexual.

La precariedad laboral no es un fenómeno transitorio, más bien es una condición que se perfila como el elemento que cohesiona el nuevo capitalismo como modo de producción no sólo eficiente sino coherente. El fortalecimiento del neoabolicionismo ocurre en un momento en que las políticas neoliberales económicas han permitido la expansión del comercio sexual como nunca antes, con una proliferación de nuevos productos y servicios, y la transformación de las costumbres sexuales. En un contexto de desigualdad entre mujeres y hombres, con efectos materiales y simbólicos, la policía neoliberal está provocando lo que LoïcWacquant llama una remasculinicación del Estado, que consiste en un fortalecimiento del sistema patriarcal que enfatiza la desigualdad entre hombres y mujeres, considerando a estas últimas víctimas que deben ser protegidas, y no como trabajadoras con salarios miserables o desempleadas.

La preocupación escandalizada ante la explotación sexual contrasta con la indiferencia hacia la explotación de otras tantas trabajadoras que también son vulneradas. No se escuchan propuestas políticas para abatir este tipo de abusos, y al parecer no hay reacciones indignadas ni incomoda que las personas vendan su fuerza de trabajo en condiciones deleznables. El escándalo respecto a la explotación sexual tiene que ver más con la sexualidad que con el trabajo. Lo que más inquieta de la prostitución voluntaria es que subvierte el modelo tradicional de feminidad. Muchas personas consideran que “degrada” la dignidad de la mujer. El relajamiento de la moral sexual tradicional, en combinación con la disponibilidad sin precedentes de una variedad cada vez más grande de servicios sexuales, es lo que ha provocado la resistencia por parte de los neoabolicionistas, cuya cruzada moral intenta impulsar leyes que proscriban el trabajo sexual.

En suma, el neoabolicionismo es una estrategia tramposa que invisibiliza los derechos laborales y alimenta al puritanismo al imponer una concepción sexual conservadora de unas cuantas señoras blancas europeas de clase media que a toda costa quieren mantener el statu quo bajo el pretexto de luchar contra un crimen como es la trata de personas.

 


Sabrina Sánchez es activista trans* mexicana. Egresada de Periodismo por la UNAM, trabajadora sexual y Secretaria de Aprosex (Asociación de Profesionales de Sexo). Forma parte del colectivo t.i.c.t.a.c. – Taller de Intervenciones Críticas Transfeministas Antirracistas Combativas.

 

Manifiesto feminista en apoyo a los derechos de las trabajadoras sexuales

 

6 de marzo de 2018

https://feministsforsexworkers.com/

 

Por favor firme el manifiesto aquí.

 

Como firmantes de este manifiesto, nosotras —organizaciones y colectivos por los derechos de las mujeres, feministas y por los derechos de las trabajadoras sexuales— expresamos nuestro apoyo a la autodeterminación de las trabajadoras sexuales y al reconocimiento del trabajo sexual como trabajo. En toda Europa y Asia central, los derechos de las mujeres, los derechos reproductivos y la igualdad de género se ven amenazados; es en este marco, que nos solidarizamos con las trabajadoras sexuales, que se enfrentan a múltiples formas de violencia: desde la estructural e institucional a la física e interpersonal. Con el objetivo de abordar la opresión sistemática a la que se enfrentan las trabajadoras sexuales, pedimos a todas las feministas que concentren sus esfuerzos en incluir y amplificar las voces de las trabajadoras sexuales dentro del movimiento, así como a combatir aquellos marcos legales que han demostrado ser perjudiciales para el ejercicio de sus derechos.

Hacemos un llamamiento al movimiento feminista para que sitúe la injusticia de género en relación con el patriarcado, el capitalismo, y la supremacía blanca de la sociedad, y que sea inclusivo con las personas trans y las trabajadoras sexuales. Nuestros sistemas penales son opresivos y, por ello, no creemos que el aumento de la vigilancia policial, la persecución o el encarcelamiento sean la única solución para la violencia contra las mujeres, las personas trans o la desigualdad de género. Creemos en la intervención comunitaria, en la organización a largo plazo y en la movilización contra la complejidad de las violencias hacia las mujeres y las personas trans, teniendo en cuenta las desigualdades económicas y la escasez de redes y servicios de protección social.

  1. Reconocemos a las trabajadoras sexuales como expertas en sus propias vidas y necesidades. El feminismo, como ha hecho históricamente, debe apoyar la agencia y la autonomía de las mujeres sobre su trabajo y su propio cuerpo. Las trabajadoras sexuales no deberían ser una excepción.
  1. Respetamos la decisión de las trabajadoras sexuales de dedicarse al trabajo del sexo. Como feministas, rechazamos las sentencias machistas según las cuales las trabajadoras sexuales ‘venden sus cuerpos’ o ‘se venden a sí mismas’. Sugerir que la sexualidad implica deshacerse o perder una parte de una misma es profundamente antifeminista.  La sexualidad no empequeñece a las mujeres. Además, rechazamos cualquier análisis que sostenga que las trabajadoras sexuales contribuyen a la cosificación de las mujeres, del sexo o de la intimidad. No consideramos a las trabajadoras sexuales como culpables del mal hacia otras mujeres, sino en cambio es al patriarcado y a otros sistemas de opresión a los que consideramos culpables.
  1. Afirmamos la capacidad de las trabajadoras sexuales para dar su consentimiento. Afirmar que  no es posible consentir en el marco del trabajo sexual implica negar a las trabajadoras sexuales la capacidad para determinar sus propios límites y para denunciar la violencia. Difundir la idea de que los clientes ‘compran’ los cuerpos de las trabajadoras sexuales o su consentimiento —y que en consecuencia pueden hacer lo que quieran con una trabajadora sexual— tiene consecuencias peligrosas en la vida real de las trabajadoras sexuales. Además, caracterizar toda forma de trabajo sexual como violencia, puede conllevar a atacar el trabajo sexual como una forma de hacer frente a la violencia, aún cuando atacar el trabajo sexual signifique en realidad incrementar la vulnerabilidad de las trabajadoras sexuales a la violencia.
  1. Defendemos la aplicación de medidas que generen una ayuda y un apoyo reales a las víctimas de trata, con pleno respeto a la protección de sus derechos humanos y laborales. En consecuencia, denunciamos la equiparación de la migración, el trabajo sexual y la trata. Como resultado de esta equiparación, las trabajadoras sexuales migrantes se convierten en uno de los principales objetivos del acoso policial, las redadas, las detenciones y las deportaciones, y son empujadas a entornos de trabajo clandestinos donde son más vulnerables a violencia y explotación.
  1. Luchamos para eliminar todas las formas de violencia en contra de las trabajadoras sexuales. El trabajo sexual no es una forma de violencia sexual, sin embargo, las trabajadoras sexuales son especialmente vulnerables a la violencia sexual y a la violencia en el contexto afectivo debido a la penalización y a las opresiones que a menudo interseccionan, tales como el sexismo, la putofobia, la homofobia, la transfobia, el racismo y el clasismo. La opresión y criminalización hacia las trabajadoras sexuales las vuelven vulnerables a la violencia por parte de personas, servicios sociales, cuerpos policiales, funcionarios de migraciones y operadores jurídicos. Referirse al trabajo sexual como inherentemente violento y negar la validez del consentimiento por parte de las trabajadoras sexuales colabora a normalizar la violencia en su contra.
  1. Trabajamos diariamente para acabar con la misoginia en todas las esferas de la vida. La misoginia no es la causa del trabajo sexual, pero surge como respuesta a los actos de las mujeres y sus decisiones, ya sea la decisión de llevar maquillaje, interrumpir un embarazo o vender sexo. Situamos la misoginia como el problema, y rechazamos las voces que piden cambiar o eliminar aquellos comportamientos que ‘provocan’ reacciones misóginas. Defender la eliminación del trabajo sexual con el argumento de que éste impulsa la misoginia comporta estar de acuerdo con aquéllos que afirman que algunas actuaciones de las mujeres —como la venta de sexo— merecen intrínsecamente una reacción misógina.
  1. Respetamos los derechos de las personas inmigrantes. Las mujeres inmigrantes se enfrentan a  acceso limitado al trabajo y frecuentemente a  un escaso o nulo acceso a la seguridad social. En ocasiones, las solicitantes de asilo apuestan por la venta de servicios sexuales como una de sus limitadas opciones para subsistir económicamente. La penalización de los clientes, así como otras formas de penalización del trabajo sexual, ponen a las trabajadoras sexuales inmigrantes bajo la constante amenaza de violencia policial, de sufrir detenciones y/o ser deportadas, negando su derecho de acceso a la justicia y a la reparación. La penalización de los clientes impide que obtengan ingresos, a la vez que no ofrece alternativas para sobrevivir.
  1. Apoyamos los derechos LGTB. El rechazo de las personas LGTB por parte de sus familias, los obstáculos para la educación y el empleo en las estructuras sociales cisexistas y heteronormativas, frecuentemente generan que el trabajo sexual acabe siendo una de las pocas oportunidades económicas y de ocupación laboral para las personas LGTB, especialmente para las mujeres trans. Las leyes contra el trabajo sexual no benefician a las personas LGB y trans, ya que no responden a la complejidad de facetas de la marginación social. Es, particularmente, el caso de las mujeres trans, ya que las leyes que penalizan el trabajo sexual son utilizadas para categorizar y perseguir a este colectivo, independientemente de si la persona es o no trabajadora sexual.
  1. Reivindicamos la completa despenalización del trabajo sexual. Hay evidencias contundentes de que el modelo sueco y todas las formas de penalización del trabajo sexual perjudican al colectivo de trabajadoras sexuales. El modelo sueco las empuja a la pobreza, reduce su poder de negociación con los clientes, las penaliza por trabajar juntas buscando mayor seguridad, las desaloja, y las deporta. Al permitir a las trabajadoras sexuales que se organicen como trabajadoras, la despenalización reduce su vulnerabilidad frente a la explotación laboral y a la violencia.
  1. Denunciamos el aumento de la precarización del ámbito laboral. Históricamente, en las sociedades occidentales, bajo el régimen capitalista y patriarcal, el trabajo de las mujeres (trabajo doméstico, trabajo de cuidados, el trabajo sexual y el trabajo emocional) considerado ‘femenino’ ha sido infravalorado, infrapagado o completamente invisibilizado y no remunerado. Las mujeres en todo el mundo, incluyendo a las trabajadoras sexuales, tienen empleos peor pagados y más inseguros; trabajan bajo condiciones de explotación: desde profesiones penalizadas, estacionales y temporales hasta el trabajo del hogar, trabajo flexible y temporal, trabajo subcontratado, trabajo  como freelance o trabajo en condiciones de autoempleo. El trabajo sexual tiene similitudes con otros trabajos de cuidados, en el hecho de que principalmente se asocia a las mujeres, frecuentemente a mujeres inmigrantes o a mujeres de color. Las trabajadoras de cuidados, como las trabajadoras sexuales, no suelen disfrutar de los mismos derechos laborales que las trabajadoras que ocupan empleos asociados a los hombres. Por ello, en la defensa de los derechos de las trabajadoras sexuales se debe enfatizar sobre sus derechos laborales, para afrontar la precariedad de sus condiciones de trabajo y la explotación en la industria del sexo, y defender marcos legales que den poder a las trabajadoras sexuales en tanto que trabajadoras.
  1. Pedimos la inclusión de las trabajadoras sexuales en el movimiento feminista. Su incorporación conlleva incuantificables puntos de vista, energías, diversidades y experiencias reivindicativas a nuestro movimiento y cuestiona nuestras conjeturas en relación al género, la clase y la raza. Las trabajadoras sexuales fueron algunas de las primeras feministas del mundo; es una gran pérdida para nuestra comunidad no contar con ellas.

 

Litigio en los tribunales para conseguir los derechos constitucionales de las trabajadoras sexuales en California (EE.UU.)

 

 

Louis Sirkin, preeminente abogado especializado en la Primera Enmienda de la Constitución de los EE.UU., presentará las alegaciones

Nota de Prensa: Louis Sirkin prepara alegaciones orales históricas PDF

10 de octubre de 2017

https://esplerp.org/louis-sirkin-preeminent-first-amendment-lawyer-will-argue/

PARA PUBLICACIÓN INMEDIATA 10 de octubre de 2017
Contacto: Maxine Doogan (41Five) 265-3302
info (AT) esplerp (DOT) org

Louis Sirkin, preeminente abogado especializado en la Primera Enmienda, será el defensor de la novena apelación del circuito que defiende la privacidad sexual contra la penalización del trabajo sexual.
El caso pionero planteado por activistas del trabajo sexual está programado para vista oral en el noveno circuito de apelación el 19 de octubre

El 19 de octubre a las 9 am, Louis Sirkin se pondrá de pie ante un panel de jueces en el Noveno Circuito de Apelaciones en San Francisco, en la última etapa de un largo proceso judicial que aboga por la intimidad sexual y contra la prohibición a través de la criminalización del trabajo sexual.

En marzo de 2015, el Proyecto de Investigación en Educación Jurídica de Proveedores de Servicios Eróticos (ESPLERP) lanzó un caso histórico en el Tribunal Federal de Distrito de Oakland, en el Tribunal Federal de Distrito de Oakland, en el que se impugna el Código Penal 647 (b) de la ley contra la prostitución de California argumentando que es inconstitucional y buscando descriminalizar el trabajo sexual. Ese caso ha llegado a la Corte de Apelaciones de los Estados Unidos para el Noveno Circuito de Apelación, donde es apoyado por escritos presentados por más de treinta organizaciones de derechos civiles y LGBTQ. Y el 19 de octubre a las 9 de la mañana, el Noveno Circuito tiene previsto escuchar los Argumentos Orales.

El abogado principal de ESPLERP es Louis Sirkin, uno de los principales abogados de la Primera Enmienda y de defensa criminal del país. Durante más de 50 años de práctica, Sirkin ha defendido consistentemente la libertad de expresión y los derechos constitucionales de innumerables personas y empresas.

● Alcanzó la prominencia nacional en 1990 cuando defendió con éxito a Dennis Barrie, director del Centro de Arte Contemporáneo de Cincinnati, en contra de los cargos de obscenidad por mostrar la obra desnuda de Robert Mapplethorpe.
● En 2002 argumentó con éxito ante el Tribunal Supremo en Ashcroft v. Free Speech Coalition que la Ley de Prevención de Pornografía Infantil era inconstitucional.
● En 2005, en el caso Estados Unidos vs. Extreme Associates, argumentó con éxito que el derecho a la privacidad, recientemente confirmado y reforzado en el caso Lawrence vs. Texas, otorgaba a las personas el derecho constitucional de ver los materiales ofensivos en privado, un derecho que no puede ejercerse de manera significativa sin un derecho correspondiente de las empresas a distribuir dichos materiales.
● Y en 2008, fue el abogado principal en el caso Reliable Consultants vs. Abbott, donde el Tribunal de Apelaciones del 5º Circuito consideró inconstitucional la ley de Texas que prohibía la venta y distribución de juguetes sexuales. En resumen, el tribunal, citando la sentencia del caso Lawrence vs. Texas, declaró: «El caso no es sobre sexo público. No se trata de controlar el comercio del sexo. Se trata de controlar lo que la gente hace en la intimidad de sus propios hogares porque el Estado se opone moralmente a cierto tipo de conducta íntima privada consensual. Esta es una justificación insuficiente para el estatuto después del caso Lawrence».

«Toda mi carrera legal se ha centrado en la libertad de expresión y la privacidad», dijo Louis Sirkin. «Y este caso es una extensión natural de ese trabajo. En el caso Lawrence vs. Texas, la Corte Suprema dejó en claro que el gobierno no podía usar la moralidad como base para regular la actividad sexual consensual privada «.

Los acusados ​​en el caso son varios abogados de California y luego el fiscal general de California, Kamala Harris, quien desde entonces ha sido reemplazado por Xavier Becerra. Sus argumentos orales probables, basados ​​en sus argumentos legales en sus escritos al Noveno Circuito, y en el reciente testimonio de Xavier Becerra ante el Congreso, parecen estar totalmente basados ​​en desaprobación moral, junto con una mezcolanza de afirmaciones espeluznantes sin fundamento sobre factores que no tienen nada que ver con el comportamiento privado entre adultos que consienten.

«Una larga lista de organizaciones internacionales, incluida Amnistía Internacional, la Organización Mundial de la Salud, la revista médica Lancet, Human Rights Watch y la Comisión Global de las Naciones Unidas sobre el VIH y el Derecho, han pedido la despenalización del trabajo sexual», dijo Maxine Doogan, Presidente de ESPLERP. «Les gusta que reconozcamos que las leyes contra la prostitución criminalizan la vida privada de adultos que consienten, atacan los derechos humanos de las trabajadoras sexuales y sus clientes y tienen efectos muy adversos sobre la salud y la seguridad públicas. Tenemos el abogado adecuado para discutir nuestro caso «.

«Ha hecho falta mucho tiempo llegar aquí – y estamos muy agradecidos a todos nuestros partidarios y aliados que lo hicieron posible», dijo Claire Alwyne, de ESPLERP. «Esperamos que llegue nuestro día en el tribunal, y ava zar otro paso hacia el final de la guerra represiva contra el sexo».

ESPLERP v Gascon es mayormente financiado por individuos que hacen pequeñas contribuciones, pero nuestros oponentes tienen bolsillos profundos – esencialmente usando nuestros dólares de contribuyentes para negarnos nuestros derechos. Las contribuciones para apoyar el caso judicial pueden ser presentadas a través del enlace de crowfunding – Liberate To Emancipate

Proveedores de Servicios Eróticos Proyectos de Derecho, Educación e Investigación (ESPLERP) es una coalición diversa basada en la comunidad que promueve los derechos de privacidad sexual a través de litigios, educación e investigación. Proveedores de Servicios Eróticos Proyecto Legal, Educación e Investigación (ESPLERP) 2261 Market St. # 548 San Francisco, CA 94114esplerp.org, decriminalizesexwork .com ###