Amnistía Internacional: Grecia debe detener la criminalización y estigmatización de las presuntas trabajadoras sexuales que resulten ser VIH positivas.

18 de Mayo de 2012

 http://www.amnesty.org.au/news/comments/28670/

Amnistía Internacional está seriamente preocupada por la decisión de las autoridades griegas de detener, hacer prueba de VIH forzada y presentar cargos criminales contra 31 presuntas trabajadoras sexuales.

Esas mujeres han sido acusadas por las autoridades griegas de causar intencionadamente serios daños físicos bajo el Código Penal Griego y también por infracciones de la legislación nacional relativa a las trabajadoras sexuales (Ley 2734/1999). Amnistía Internacional está también preocupada por la orden del fiscal de publicar los datos personales y fotografías de 29 de estas presuntas trabajadoras sexuales en la página web de la policía griega.

Amnistía Internacional cree que las medidas adoptadas por las autoridades griegas son completamente equivocadas e inefectivas en términos de los objetivos políticos establecidos, y que ocasionarán mayor estigmatización de las personas que se dedican al trabajo sexual y de las personas que viven con VIH. El enfoque punitivo a la regulación del trabajo sexual se ha demostrado inefectivo para reducir la transmisión de VIH entre personas que proporcionan servicios sexuales y sus clientes.

Además, la publicación de nombres, fotografías y estado VIH positivo es una infracción fundamental de la confidencialidad y expone a las trabajadoras sexuales al estigma y la violencia. Tales medidas probablemente ocasionarán mayor discriminación y podrían llevar a un menor acceso a los servicios sanitarios que necesitan.

Amnistía Internacional llama a las autoridades griegas a tomar las medidas apropiadas y proporcionar a aquellas personas que resulten VIH positivas consejo e información y fomentar la solicitación voluntaria de consejo y prueba analítica de aquellos que no conocen su estado VIH. Amnistía Internacional pide además a las autoridades griegas que detengan la criminalización y estigmatización de las trabajadoras sexuales, incluídas, en particular, aquellas que resulten VIH positivas.

http://www.change.org/petitions/to-the-prime-minister-of-greece-stop-the-forced-testing-and-outing-of-sex-workers

¿Tierra de libertad? La auténtica guerra contra las mujeres

por  Matt Patterson, el 18 de mayo de 2012 

 

 

“¿Cómo puede ser ilegal vender algo que es perfectamente legal regalar?”

George Carlin 

 

Las recientes hazañas extracurriculares de los agentes del Servicio Secreto USA en Colombia han traido una vez más la Profesión Más Vieja del Mundo a las noticias. Y, una vez más, opositores y defensores de la legalización de la prostitución están defendiendo sus posturas en diversos foros públicos.

Los argumentos contrarios a la legalización de la prostitución son muchos, pero esencialmente pueden desglosarse en dos tipos. 1) Moral: Prestar servicios sexuales es una actividad inherentemente degradada y degradante que los gobiernos deberían prohibir a fin de proteger la reputación de la sociedad, y 2) Práctica: La prostitución alimenta una serie de patologías —enfermedad, violencia, etc.— contra las que el estado tiene el deber de defendernos.

Desafortunadamente, como ocurre con las leyes contra las drogas, las leyes que prohiben la prostitución tienen a menudo un efecto contrario al pretendido. En la práctica, las leyes antiprostitución terminan dañando justo a las personas a las que se pretendía proteger, a la vez que comprometen la integridad moral del gobierno al enredarlo en una desesperante ciénaga  de lógica incoherente,  aplicación incoherente de la ley y, en consecuencia, gobernanza injusta.

Comencemos con un sencillo hecho. Un hecho lamentable, quizás, pero un hecho, sin embargo. Siempre hay un mercado para el sexo. Y digo mercado en sentido literal: un mercado económico. De hecho, es el único mercado del que podemos estar seguros que existirá siempre —la prostitución, en una forma u otra, se encuentra en prácticamente todas las sociedades humanas conocidas, pasadas y presentes. Esto tiene que ver, en última instancia, con la naturaleza del deseo sexual masculino, que ha sido establecida por millones de años de evolución y cuya desaparición no puede ser legislada, y con la relativa reticencia con la que las hembras humanas eligen a sus parejas.

En otras palabras, la demanda de sexo gratuito excede con mucho la oferta disponible. Y la solución ha sido idéntica a cualquier otro problema similar en la historia humana —un intercambio de bienes o servicios por algún tipo de pago. Algunas mujeres, hace tiempo, decidieron que valoraban más el dinero que su castidad, y siempre ha habido hombres deseosos de ayudarlas a hacer ese trato.

Cuando se ve de esta manera, como una pura transacción económica entre adultos que consienten, no se ve dónde está el problema. Pero, desde luego, muchas personas creen que vender el cuerpo para el placer de otro es de alguna manera diferente a otras transacciones económicas. Citando al Sabio de Dagobah: “¡No! ¡No es diferente! ¡Sólo es diferente en tu mente!”

De hecho, la gente siempre está vendiendo sus cuerpos para el placer de otros. Considerad: un hombre puede tratar brutalmente a otros hombres, y ser maltratado a su vez, en un estadio de fútbol o en un ring de boxeo, sacrificando su salud y bienestar mientras millones de personas les miran y aplauden. Algunos de estos hombres hacen grandes fortunas vendiendo sus cuerpos de esta manera, y se convierten en modelos a imitar y estrellas mediáticas.

Pero si una mujer recibe dinero a cambio de un orgasmo, es una criminal. ¿Dónde está aquí la lógica? Es la misma lógica que permite al cine y a la televisión mostrar a diario la violencia más horrible a los niños, mientras que las más nimias escenas sexuales o de desnudos granjean a un espectáculo la temida clasificación de “no apto para menores”. Docenas de hombres pueden hacer a otros violentas entradas una y otra vez en el Super Bowl Sunday  mientras millones de espectadores ensalivan y hacen apuestas, pero si aparece el pezón de Janet Jackson, ¡glub!: gran escándalo.

Nuestra sociedad ama la violencia. Se glorifica en ella. Y como la violencia es considerada cosa de hombres, los hombres pueden conseguir grandes recompensas comerciando con la brutalidad. Pero la sensualidad está verboten, y como las mujeres todavían son consideradas las portadoras de tal lascivia, deben ser frenadas en su intento de envenenar a la sociedad con sus tentaciones. Sería divertido si no fuera tan terriblemente retorcido.

Y las mujeres son las que, en última instancia e irónicamente, pagan por este victorianismo residual. Las leyes antiprostitución cierran toda ruta viable que lleve al avance económico de las mujeres. Obligan a las mujeres que, de todas formas, escogen esta vida (al fin y al cabo, las leyes pueden proscribir la práctica pero no pueden proscribir la demanda) a actuar clandestinamente, bajo el control de criminales y matones, aumentando así la probabilidad de que sean objeto de malos tratos: una prostituta que es violada o golpeada por su chulo no acudirá a la policía por miedo a las sanciones.

Todo eso es cierto, podéis decir, pero la prostitución disemina enfermedades, y es por tanto una amenaza vital para la sociedad. Es cierto que algunas enfermedades se transmiten por vía sexual. Pero si éste fuera de verdad el argumento para ilegalizar el trabajo sexual, deberíamos ilegalizar entonces todo tipo de promiscuidad, no sólo la prostitución. Todavía nadie (excepto los talibanes, quizá) está pidiendo que sea un crimen tener múltiples compañeros sexuales, incluso si no hay dinero cambiando de manos.

Lo que nos lleva a George Carlin que, como solía ocurrir, llegó al meollo del asunto más sucintamente y con más elegancia que mil expertos en política o mil funcionarios públicos. “¿Cómo puede ser ilegal vender algo que es perfectamente legal regalar?”  se preguntó Carlin en uno de sus memorables monólogos especiales.

Ciertamente.

 

Leer la parte 1 de Land of the Free?  aquí.

 

La virgen y la puta

Extraído de Sexual Secrets: The Alchemy of Ecstasy, por Nik Douglas y Penny Slinger

Vista previa en Google books: http://bit.ly/Ku9xfo

(…)

Afrodita, la diosa griega del amor, está vinculada directamente con Inanna, la diosa de la fertilidad de los sumerios; con Astarté, la diosa del amor fenicia; con Ishtar, la diosa del amor babilonia, y con Isis, la suma sacerdotisa y diosa madre egipcia.

El culto a Afrodita se hizo famoso en Chipre e influenció considerablemente el misticismo occidental. Los devotos acudían a su isla por miles de todos los rincones del mundo antiguo. A las mujeres se las instaba a prostituirse dentro del recinto del templo de Afrodita de Pafos, en Chipre, a cualquier extranjero que se lo pidiera, por una vez, antes de ser candidata al matrimonio. El dinero recibido en esta transacción era apreciado como un talismán, y ninguna cantidad era considerada demasiado pequeña. Los niños nacidos de tales uniones eran criados en el santuario de Afrodita. Es significativo que una mujer siguiera siendo considerada virgen después de tal prostitución ritual, y de los niños nacidos de este acto ritual se decía que eran “nacidos de una virgen.”

Podemos ver que el concepto de nacer de una virgen, un dogma central del cristianismo, no se originó con éste,sino que ya estaba presente en Grecia, Egipto, India y otras civilizaciones antiguas. Los roles gemelos de virgen y puta ejercieron influencia en las expresiones sexuales de las mujeres del mundo antiguo, y han dejado su marca en el inconsciente de las mujeres. Pocas mujeres modernas no han tenido, en un momento u otro, fantasías de sí mismas como prostitutas; otras se han visto seducidas por la virginidad. La división en la psique occidental entre los arquetipos de la mujer “casta” y la mujer “fácil” es una causa frecuente de neurosis sexual en ambos sexos. La virgen es “pura, inalcanzable, intocable fuera del matrimonio convencional, y prístinamente espiritual”, mientras que la puta es “ordinaria, degradante, disoluta y no merecedora de respeto”. Tales ideas simplistas todavía impregnan nuestra cultura, a pesar de los pasos dados hacia la liberación sexual.

Desde los primeros tiempos, la mujer ha sido asociada con la luna, a causa de su ciclo mensual, y con el elemento agua.El hombre ha sido asociado con el sol y con el elemento fuego. Afrodita, encarnación de la belleza erótica, nacida de las aguas y casada con el dios del fuego, ejemplifica la universalidad de este simbolismo psico-cósmico. La relación lunar-solar está plenamente elaborada y refinada en la práctica sexual yóguica de las tradiciones tántrica y taoísta. El arte del período medieval occidental a menudo representa a la Virgen María entronizada en la luna.

Los griegos tenían una trinidad de diosas vírgenes conocidas como Artemisa, Hestia y Atenea; la primera tenía la luna como su símbolo especial y estaba directamente asociada con Selene, la diosa lunar. Las diosas vírgenes o vírgenes vestales de la tradición romana eran invocadas al principio y al final de todos los sacrificios rituales. Se creía que eran la encarnación de la sabiduría (gnosis) y tenían asignada la tarea de cuidar el fuego sagrado. Una de las tres, Hestia, era siempre representada llevando un velo y apoyando su mano derecha en la cadera. Esta es, tradicionalmente, la actitud característica de la prostituta sagrada e incluso hoy se ve como una actitud erótica.

Ishtar, la diosa del amor o suma sacerdotisa babilonia, es representada generalmente llevando un velo, destinado, se dice, a “ocultar sus secretos a los ojos de los no iniciados”. El velo era, en tiempos antiguos, la marca tradicional tanto de vírgenes como de prostitutas. Ishtar, aunque también era una diosa madre con hijos, era invocada ritual y litúrgicamente como “La Prostituta”. Conceptos similares se encuentran en la India, en China y en otras partes del mundo, siempre asociadas con la madre luna que, aunque virgen, parió hijos.

Esta paradoja nos lleva al misterio de la Virgen y la Puta tal como se ejemplifica en la tradición tántrica. El poder iniciático de la mujer proporciona un fundamento para entender estos roles sexuales gemelos. La clave de esta dicotomía reside en los aspectos luminoso y sombrío de las fases lunares que gobiernan del ciclo mensual de la mujer. En el hinduísmo, la diosa Parvati encarna las fases luminosas de la luna, y la diosa Kali, las sombrías. En la tradición griega, Afrodita y Hécate equivalen a Parvati y Kali, pero sin una distinción tan clara en sus atributos místicos.

 

 

Parvati y Afrodita simbolizan la luna llena blanca y el principio de preservación y abundancia; Kalí y Hécate son las formas místicas de la luna menguante oscura y los principios de disolución y transcendencia. Afrodita/Parvati representa la energía sexual sin refinar en su papel mundano y productivo, mientras que Hécate/Kalí significa esta misma energía sexual en su papel místico y transformador. Los papeles de Virgen y Puta pueden ser mejor comprendidos en el contexto de las diosas Afrodita/Parvati y Hécate/Kalí.

 

 

Como Virgen, la mujer representa el papel sumiso y el hombre actúa como iniciador. Es la “pizarra limpia” en la que él escribe el mensaje kármico, mientras ella confiere y comparte su “pura esencia” intocable sólo con él. En este papel, ella encarna el amor convencional en su más potente nivel. Es la “flor pura” cuya fragancia sólo él debe oler.

Como Puta, una mujer desempeña el papel activo; es ella la que actúa como iniciadora en los misterios del amor. Sin ninguna vergüenza ni restricción, es libre de entregarse entera a él sin ninguna limitación. En este papel, la mujer encarna el amor no convencional. Segura de su sexualidad, se ofrece a sí misma en servicio sin reserva, culpa o inseguridad. Debe recurrir a sus propias cualidades especiales y conferirlas a su amante. Es pura Shakti, la energía primordial de la iniciación, la Suma Sacerdotisa.

Las mujeres que se prostituían en el templo de Afrodita estaban representando ritualmente lo que es una verdad fundamental del Tantra: la gran potencia inherente al acto sexual espontáneo. Recibían su primera iniciación en el eros mediante el contacto con un hombre de aquella manera, y así se preparaban para representar el papel de Puta con sus eventuales maridos. Pero todavía seguían siendo consideradas Vírgenes. Hay, ciertamente, una importante verdad psicológica a aprender de esta antigua costumbre. Lo no convencional tiene la capacidad de renovar lo convencional.

Cuando se ve en relación con el ciclo lunar de luz y sombra de la mujer y en relación con las cualidades y aspectos de Parvati y Kalí, los papeles de Virgen y Puta adquieren un profundo y místico significado.Los antiguos ritos amorosos no estaban diseñados para promover la promiscuidad, sino para dar sentido a la sexualidad femenina. La virgen, la musa, la puta y la diosa pueden ser todas ellas encarnadas en una sola mujer, igual que el joven, el héroe, el amante y el dios pueden ser encontrados en un solo hombre. Existe hoy una tendencia a separar los roles sexuales y a identificar con uno excluyendo a los otros. Esto lleva a la represión de la sexualidad y a su conversión en fantasía. La gente entonces se vuelve deshonesta con sus sentimientos sexuales y, en su lugar, finge y crea complejos problemas psicológicos. La fantasía toma el mando, los sentimientos se atrofian, y ello lleva inevitablemente a la separación.

Aunque la representación de un rol sexual inspirado en la fantasía no es en sí mismo nocivo, raramente produce experiencias de éxtasis, a no ser que se realice con un compromiso claro y compartido con una finalidad transcendental. La concentración frecuente en escenarios fantásticos durante el contacto sexual lleva corrientemente al aburrimiento y la frustración. La unión sexual nunca puede ser totalmente satisfactoria y, consecuentemente, unificadora, a no ser que se base en una relación real. Las cualidades de Virgen y Puta deberían ser incorporadas en una relación por su valor de elevación y transcendencia.

En mucha de la literatura erótica, son los “goces robados” los que saben más dulces; y raramente son compartidos con la pareja comprometida. Sin embargo, el vínculo de auténtica intimidad debería añadirse a la capacidad de goce sexual, en lugar de restringirlo. La clave de esta aparente contradicción es llevar lo no convencional a la experiencia amorosa compartida.

 

Las falacias lógicas corrientemente utilizadas por los activistas anti trabajadoras sexuales

por Furry Girl

 

28.11. 11

 

http://www.feminisnt.com/2011/the-common-logical-fallacies-deployed-by-anti-sex-worker-activists/

Si hay algo que el movimiento Occupy nos ha enseñado, es que hay un montón de gente con muy poca comprensión de la lógica. Por ejemplo, la respuesta más frecuente a mi desacuerdo con Occupy es algo como “Oh, entonces ¿te gustan los estados policiales fascistas?” o “¿Por qué odias a los pobres?”. Esto se llama falsa dicotomía : crear dos falsas “orillas” y hacer como que el oponente sólo tiene dos opciones. (Otro ejemplo: la gente que proclama que o eres feminista o eres misógina, y que no hay otra opción).

Para ayudar a mis lectores a comprender mejor las falacias lógicas más frecuentes, de forma que sean mejores polemistas y pensadores, he pensado que podría ilustrarlas usando los argumentos con los que solemos tener que lidiar como trabajadoras sexuales. Mi reconocimiento a las siguientes fuentes: The Skeptic’s Guide to the Universe y Michael C. Labossiere at Nizkor.

Argumento de la ignorancia : afirmar que algo tiene que ser cierto porque no se puede probar que sea falso.

“No hay buenos estudios acerca de cuántos niños esclavos sexuales son torturados por chulos y tratantes en nuestra ciudad, así que tenemos que suponer que deben ser decenas de miles.”

Apelación a la popularidad: argumentar que si una creencia es general, tiene que ser cierta.

“Todo el mundo sabe que mirar porno convierte a los hombres en violadores y maltratadores.”

Relacionada: Apelación a la práctica común.

“De acuerdo, quizá nuestras estimaciones de cuántos hombres violan a sus mujeres después de ver pornografía no son perfectas, pero la sociología no es una ciencia exacta.”

Argumento de incredulidad personal: si alguien no puede entender una cuestión, nadie puede entenderla.

“Para mí sería extremadamente degradante y opresivo mostrar mi cuerpo a un extraño por dinero;  por tanto, es imposible que tú no te sientas degradada y oprimida por tu trabajo.”

Pregunta cargada: hacer una pregunta con trampa que sólo admite respuestas que harán que tu oponente parezca malo.

“¿Siempre has creído que violar a la gente por dinero es algo aceptable?”

Argumento de autoridad: una supuesta autoridad cree algo, así que tiene que ser cierto.

“Muchas profesionales feministas con doctorado creen que todo trabajo sexual es esclavitud sexual, así que esa tiene que ser la posición correcta.”

Confundir intencionadamente correlación y causa: que dos factores ocurran simultáneamente no significa que uno sea la causa del otro.

» Ted Bundy admitió que le gustaba la pornografía; por tanto, la pornografía fue la causa de que asesinara personas.”

Culpa por asociación: despreciar una opinión porque tiene algo en común con las creencias de gente “mala”.

“Los predadores sexuales y los proxenetas desean que haya menos leyes que regulen la industria del sexo; ¿por qué estás tú de su parte?”

Pista falsa: introducción de un tema irrelevante para distraer del tema del que se está tratando.

“Claro, tú dices que estás a favor de que los adultos tengan el derecho a realizar porno si quieren, pero qué pasa con los niños indefensos que son violados y víctimas de abusos en la producción de pornografía infantil?”

Falso continuum: alegar incapacidad para ver ninguna diferencia entre dos conceptos, tales como consentir y no consentir.

“Cuando hay dinero por medio no existe el auténtico consentimiento, así que nadie consiente de hecho en el trabajo sexual y todo él es violación.”

Sobregeneralización: defender una postura basada en una información muy escasa o muy escogida.

“Las únicas prostitutas que he conocido en mi ciudad son drogadictas que trapichean en los barrios bajos, así que todas las trabajadoras sexuales deben ser drogadictas vagabundas.”

Apelación a las consecuencias de una creencia: algo tiene que ser cierto porque a alguien no le gustan las consecuencias de que no lo sea.

“Despenalizar la prostitución tiene que ser malo para la sociedad, porque yo odiaría vivir en un mundo en el que la sexualidad fuera aceptada como una mercancía.”

Falsa dicotomía: reducir una cuestión compleja a sólo dos opciones de blanco o negro.

“Dices que estás en contra de prohibir los anuncios de contactos. ¿Cómo puedes pensar que sea aceptable que los proxenetas trafiquen con niños esclavos sexuales?”

Falacia del verdadero escocés: desestimar las pruebas que no son de tu agrado diciendo que no son auténticas.

“Las trabajadoras sexuales son oprimidas y golpeadas por sus chulos en la calle, así que tú no debes ser una auténtica trabajadora sexual. Tú no eres representativa.”

Apelación a la emoción: argumentar basándose en los sentimientos.

“¿Te gustaría que tu hija fuera vendida a un proxeneta en internet? ¡A menos que detengamos la trata, tu familia podría ser la próxima!”

Falacia de la conclusión equivocada:.un argumento carente de todo sentido.

“Este club de strip debe ser cerrado porque hay una escuela unas manzanas más allá.”

Nitidez engañosa: recurrir a un ejemplo especialmente dramático.

“Una niña de 13 años fue rescatada por la policía tras haber sido secuestrada y forzada a punta de pistola a prestar servicios sexuales a cientos de hombres para ganar dinero para su secuestrador, que la violaba y la golpeaba con regularidad. Por tanto, cualquier situación que conlleve venta de sexo es inherentemente una situación de explotación”.

Pendiente resbaladiza: pretender que si aceptas la idea A, tienes que aceptar también la idea  B.

“Si despenalizamos el trabajo sexual y aceptamos su práctica como normal, después tendremos que hacer lo mismo con otras formas de desviación sexual, como la pedofilia y el bestialismo.”

Falacia del hombre de paja : rebatir una postura imaginaria que es más fácil de rebatir que el tema real.

“Estos activistas pro-trata piensan que la esclavitud sexual es una opción, pero nosotros creemos en los derechos humanos y la dignidad de las personas.”

Punto medio : la creencia de que la verdad está en el medio.

“Algunas personas dicen que mirar pornografía de adultos hace que los hombres violen a los niños, y otras dicen que eso no es cierto en absoluto, así que la verdad es, obviamente, que mirar pornografía sólo hace que los hombres violen niños la mitad de las veces.”

Tautología: reformular la premisa como su propia evidencia.

“El trabajo sexual es degradante y malo porque cobrar por sexo es inmoral.”

 Ad hominem : ataque a la persona, no al argumento.

“Y tú, ¿qué sabes de nada? No eres más que una estúpida puta.”

Poste de la portería en movimiento:  cambiar continuamente el modo en el que defines la evidencia o la correción según el oponente va desmontando tus argumentos.

“De acuerdo, puede que no haya 300.000 niños esclavos sexuales en Estados Unidos como hemos estado diciendo en todos nuestros medios subvencionados, pero incluso si sólo hubiera tres, sigue siendo un problema masivo que justifica tantas donaciones y subsidios.”

[Actualización: Si eres un friki de las falacias mira  esta preciosa infografía en  «Information is Beautiful».]

Lo que el Servicio Secreto podría aprender de los marineros borrachos

 http://www.washingtonpost.com/opinions/what-the-secret-service-could-learn-from-drunken-sailors/2012/04/26/gIQAz0kzjT_story.html
Por  Roberto Loiederman,

Roberto Loiederman, marino mercante de 1966 a 1974, es un escritor de California. Es co-autor de “The Eagle Mutiny,” un relato de un motín en 1970 en un navío de Estados Unidos.

Lo que ocurrió en Cartagena, Colombia, con el Servicio Secreto me parece desagradable, pero no por las razones que podríais pensar.

No entro a juzgar que los hombres pasaran la noche con escorts. Por lo que a mí respecta, los que adoptan una actitud farisaica acerca de esto son como el Inspector Renault en “Casablanca”, cuando dice que está “sorprendido, sorprendido”  al descubrir que se practica juego en el Café de Rick… justo antes de que uno le pase sus ganancias.

No, lo que los agentes del Servicio Secreto hicieron, al parecer, me resulta desagradable por mis propias experiencias.

Hace más de 40 años, yo era un marino mercante. Siempre que nuestro barco llegaba a un puerto —a cualquier puerto— corríamos a una zona próxima a los muelles repleta de bares y mujeres. Valparaíso o Santos, Pusan o Saigón, Djibouti o Cartagena —lo único que cambiaba, de puerto a puerto, eran la etnia y el idioma de las mujeres del lugar.

Como hombre de mar, ¿qué otras opciones tenías? Estás en una ciudad extraña por unos pocos días. Estás con otros hombres acostumbrados al trabajo duro, al juego duro. Y tienes dinero en el bolsillo. Asi que vas a un bar, bebes más de la cuenta, sonríes a las mujeres que zumban alrededor, tal vez bailas con alguna y luego —por un precio acordado de antemano— te la llevas a la habitación del hotel.

                        

Me imagino que los agentes del Servicio Secreto implicados en el “escándalo del día” siguieron los mismos pasos. Desde luego, la situación actual es diferente de la que yo recuerdo. Las mujeres implicadas en el escándalo del Servicio Secreto son “escorts”, no el tipo de damas que pasan el rato con marineros, como una de las mujeres colombianas dejó claro al New York Times. El bar donde el personal USA se juntó con esas mujeres es una exclusiva discoteca, no un antro lleno de mosquitos. Como nosotros, los hombres del Servicio Secreto bebieron demasiado, pero vodka del caro, no whisky barato.

Hay otra diferencia fundamental: uno de los agentes del Servicio Secreto hizo algo que ningún marino que se respetara a sí mismo habría hecho.

Cuando yo trabajaba en los barcos, los marineros eran muy supersticiosos. Cuando había una mala tormenta, mientras el barco cabeceaba y se balanceaba, la tripulación, sin poder comer ni dormir, se juntaba en el comedor y refunfuñaba. Cualquiera que recuerde a un antiguo navegante de Coleridge sabe que los hombres de mar no maldicen al viento y a las olas por el mal tiempo y el mar embravecido. En su lugar, maldicen a un compañero de la tripulación —alguien que haya, digamos, matado un albatros. Durante las tormentas, farfullaban sombríamente que un miembro de la tripulación había “gafado” el barco —hecho algo malo, estando en tierra, lo que era la causa de que los mares se alzaran y se vengaran.

Inevitablemente, alguien apuntaba siempre que la posible causa del mal tiempo era que alguno de nuestros tripulantes había cometido el peor de los pecados: no pagar a una puta. Todos asentían con la cabeza seriamente. En mis tiempos, los hombres de mar estaban convencidos de que eso era una seria infracción que podía amenazar la supervivencia de un barco. Más de una vez vi a compañeros de la tripulación, que habían vuelto al barco tan borrachos que no podían recordar dónde habían estado, hacer esfuerzos sobrehumanos para enviar dinero a una mujer en tierra, en un intento desesperado de evitar la maldición de la prostituta no pagada.

En esto pensaba yo mientras leía lo del escándalo en Cartagena. Parece que emborracharse y volver al hotel con las mujeres no fue, en sí mismo, lo que metió al personal del Servicio Secreto en el lío. Lo que les llevó al descalabro fue que alguno del grupo se negó a pagar a una escort el precio acordado. Una de las escorts quería $800. Dijo que un agente del Servicio Secreto le ofreció $30. (Para ver esta cifra en perspectiva, eso es más o menos lo que los marineros solían pagar en Cartagena hace 45 años por una compañía de noche completa).

El estereotipo de “gastar como un marinero borracho” es cierto. Nos orgullecíamos de gastarnos el dinero alegremente. Trabajar en un barco con rumbo a Latinoamérica se conocía como un “viaje romántico” porque a menudo terminaba costándonos más que lo que habiamos ganado. Pero no nos importaba. Daríamos a una mujer lo que nos pidiera. Si el precio solicitado era muy elevado —como, por ejemplo, $800— reservaríamos lo suficiente para el taxi de vuelta al barco y le daríamos todo lo que tuviéramos.

No quiero idealizar la sórdida vida de los marinos mercantes, pero si el personal del Servicio Secreto implicado en este escándalo hubiera jugado con las mismas reglas y hubiera respetado los mismos estándares éticos que los marineros borrachos con los que trabajé, no habría habido confrontación, y podrían haber conservado sus puestos de trabajo.

Carta al Primer Ministro de Grecia: Alto a las pruebas serológicas forzadas y a la exclusión de lxs trabajadorxs sexuales.

 
Firmas aqui:
http://www.change.org/petitions/to-mr-lucas-papademos-prime-minister-of-greece-stop-the-forced-testing-and-outing-of-sex-workers 

A la atención del Señor Lucas Papadenos, Primer Ministro de Grecia, 

Señor, 

Desde finales de abril de 2012, lxs trabajadorxs del sexo en Grecia son obligados a hacerse pruebas en el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (KEEL).

Según el periódico Kathimerini, la policía ha subido a internet las fotos de 12 trabajadoras del sexo en su sitio web.  Las que han resultado positivas se ven sometidas a la acusación de un procurador por “causar intencionalmente daños corporales graves”: un crimen.

Estas prácticas son una violación de los derechos humanos de lxs trabajadorxs del sexo, de su derecho a la libertad, a la vida privada y a la confidencialidad de su estado de salud. Son discriminatorias y están en total contradicción con todos los tratados internacionales y de la UE que Grecia ha ratificado. Son arcaicas, pues no son más que una nueva versión de las Contagious Diseases Acts puestas en práctica en la Inglaterra victoriana.

Son también totalmente contraproducentes en términos de prevención del VIH y opuestas a todas las recomendaciones formuladas en la lucha contra el VIH.

Hacer de lxs trabajadorxs del sexo un chivo expiatorio no va a impedir nuevos contagios, sino tan sólo agravar el estigma y las discriminaciones contra lxs trabajadorxs del sexo y las personas que viven con VIH. El despistaje obligatorio y la marginación de lxs trabajadorxs del sexo que viven con VIH van tan sólo a contribuir a una mayor desconfianza hacia las instituciones médicas, y lxs trabajadorxs del sexo corren el riesgo de evitar el acceso a las atenciones médicas, cuando deberían, más bien, ser animados a ello y respetados. Si lxs trabajadorxs del sexo ignoran su estado serológico y evitan los servicios médicos, no estarán en condiciones de acceder a tratamientos que pueden mejorar su salud y reducir el riesgo de una nueva infección.

El nuevo clima de paranoia y de miedo no puede más que disuadir a las personas de hacerse las pruebas y revelar así su estado serológico. Esto va a forzar a lxs trabajadorxs del sexo que viven con VIH a esconderse y a aceptar relaciones sexuales sin protección para evitar las sospechas, y esto va a incitar a los clientes a solicitar relaciones sexuales sin protección, pensando que a lxs trabajadorxs sexuales se les hace la prueba por su seguridad (la de los clientes). 

Exigimos:

–              El cese inmediato del despistaje obligatorio y de las pruebas serológicas forzadas.

–              La no criminalización y la no discriminación de lxs trabajadorxs del sexo y de las personas que viven con VIH.

–              El respeto al derecho a la vida privada.  

–              El acceso al despistaje gratuito, anónimo y voluntario.

–              Campañas públicas para la prevención del VIH, que informen de sus modos de transmisión, y que combatan el estigma de lxs trabajadorxs del sexo y de las personas que viven con VIH.       

–              El fin de los recortes presupuestarios gubernamentales a la atención y prestaciones de salud, en particular a los que conciernen a la prevención del VIH, el acceso a la atención y a los tratamientos. 

Lxs trabajadorxs del sexo no son el problema, sino parte de la solución.