33 razones por las que los clientes de las trabajadoras sexuales no deberían ser penalizados

 

      Harriet Harman, Ministra de Estado, Ministra de Justicia en el Departamento de Asuntos Constitucionales y Miembro del Parlamento por Caberwell y Peckham, está promoviendo (2007) una ley al estilo de Suecia contra la compra de sexo, diciendo que eso detendrá la demanda de trabajadoras del sexo víctimas de trata en Inglaterra. Esta norma ha sido incorporada a la Criminal Justice and Immigration Bill 2008, que está siendo tramitada actualmente (2007) (1) en la Cámara de los Lores. 

La Sexual Freedom Coalition y Ariana Chevalier han consultado a trabajadorxs sexuales, clientes y académicos, reuniendo entre todos muchas opiniones, todas en desacuerdo con esta monstruosa propuesta de ley. Aquí está la lista de sus razones. 

  1. Prohibir la compra de sexo en base a que la prostitución es violencia contra las mujeres, es inválido: esto es propaganda feminista fundamentalista y es falso. 
  2. Prohibir la compra de sexo hace que las actividades se vuelvan clandestinas, lo que resulta más peligroso para lxs trabajadorxs sexuales y sus clientes. Se hace más difícil que los auténticos crímenes sean denunciados a la policía y las iniciativas de protección de la salud se vuelven impracticables. 
  3. La despenalización de la prostitución es una solución mucho más popular y sensible que es apoyada por el Colegio Real de Enfermeras, el Consejo Médico Británico, el Instituto de la Mujer y todos los grupos de apoyo al trabajo sexual. 
  4. Las pruebas de lo que ha ocurrido en otros países (incluída Suecia) sugiere que una política de supresión, ya esté enfocada a los clientes o a las trabajadoras sexuales, puede tener consecuencias muy negativas para aquellos que comercian con sexo.  
  5. La noción es simplista, ya que no todos los clientes son hombres y no todos los trabajadores sexuales son mujeres. Parejas, mujeres discapacitadas, mujeres mayores y mujeres ricas, contratan a trabajadores sexuales de ambos sexos y muchos hombres casados contratan a trabajadores sexuales masculinos. 
  6. Es infantil opinar que todos las trabajadorxs sexuales son pobres víctimas desamparadas y todos los clientes son proverbiales viejos sucios/violentos con gabardina. ¿No es ya hora de pensar en esto como adultos? 
  7. El trabajo sexual parece estar ganando más aceptación: por ejemplo, ha habido recientemente un programa de BBC TV acerca de algunas personas discapacitadas que fueron a España a visitar un burdel, razonando que las personas no discapacitadas no les veían a ellos como parejas viables, etc. y ha habido ninguna reacción de rechazo. 
  8. No es verdad que una vez que la demanda de algo traspasa cierto límite ya no lo puedas controlar, pero esto le gusta a una sociedad chismosa. 
  9. Una dómina de Londres siempre vota por los defensores de valores familiares conservadores, porque entre ellos tiene a sus mejores clientes. 
  10. Ni siquiera la Texas evangélica y otros estados de USA donde la religión tiene mucho más peso han tomado una medida de este tipo.  
  11. Este es el equivalente laborista al rechazo de los tories a la campaña de necesidades básicas.
  12.  La preocupación del gobierno por la trata sexual parece haber ayudado mucho a la oficina de inmigración a cumplir con los objetivos de deportaciones. 
  13. La afirmación de Harriet Harman de que una ley al estilo sueco contra la compra de sexo es necesaria para detener la demanda de trabajadoras sexuales víctimas de trata en Inglaterra fue apoyada por el antiguo ministro de relaciones con Europa Denis MacShane, que insistió en que había 25.000 esclavas sexuales en Reino Unido, lo que se ha demostrado que era falso. 
  14. Si los hombres pillados comprando sexo son puestos en el Registro de Agresores Sexuales, habrá más millones de hombres en paro, necesitando albergues del estado, etc, lo que costará al gobierno tropecientos  millones de libras. La adición de tantas nuevas categorías al Registro de Agresores Sexuales aumentará de forma insoportable la presión sobre los ya sobrecargados funcionarios responsables de vigilar a los que están fichados en el Registro, y, en consecuencia, los auténticos agresores sexuales no serán suficientemente vigilados para proteger de forma efectiva a aquellos para los que son una amenaza. La adición de categorías «espúreas» lo diluirá de tal manera que será un registro «bobo» que nadie se tomará en serio. 
  15. Aunque es dudoso que las mujeres puedan encontrar si su pareja está en el Registro de Agresores Sexuales, puede ser que las buenas relaciones de amor se destruyan porque el hombre haya tenido la mala suerte de ser arrestado mientras visitaba a una trabajadora sexual, independientemente de cuántos años antes de la relación fuera esa visita.
  16.  Más aún, la falta de oportunidad para tener un desahogo sexual sin complicaciones puede estimular un aumento de «líos» que, debido a su compleja estructura emocional, puede llevar a similares problemas de pareja. 
  17. Si lo que queremos realmente es proteger a las trabajadoras sexuales de los abusos, lo que necesitamos es promover una actitud menos crítica y más abierta hacia lo que , al fin y al cabo, no es más que otra industria de servicios. En este momento la mayor parte de las trabajadoras sexuales sienten que no tienen dónde acudir si son maltratadas, ya sea por un cliente, por un empleador o por un «novio». Sienten que serán ninguneadas, avergonzadas y posiblemente perseguidas si ponen una denuncia en la policía. Las propuestas de la Sra. Harman sólo servirán para exacerbar la actual situación. Así que, en vez de convertirse en la salvadora de las mujeres a las que dice querer proteger con estas propuestas, lo que hará será crear un ambiente en el que la explotación y el maltrato hacia las trabajadoras sexuales aumentará de hecho. 
  18. Con relación al tema de la relación entre trabajadoras sexuales y trata de seres humanos, debemos tener claro que la trata de seres humanos es exactamente eso, cualquiera que sea el trabajo en el que se produzca la explotación. No hay diferencia si las personas son obligadas a pescar gambas en la Bahía de Morecambe, trabajar en las traperías clandestinas o hacer trabajo sexual, el problema que hay que enfrentar es la trata de seres humanos, no la persecución de las trabajadoras sexuales o sus clientes. Es la causa del problema de la trata lo que hay que atacar, en lugar de malgastar recursos persiguiendo a ciudadanos respetuosos con la ley. 
  19. Prohibir la compra de sexo es una importante violación de las libertades civiles. También es innecesario, ya que los principales problemas relacionados con la prostitución (trata, drogadicción) están centrados en la prostitución de calle y en los burdeles, y pueden ser tratados con leyes que se refieran específicamente a estas partes de la industria del sexo. 
  20. Es completamente ofensivo que en la Inglaterra del siglo 21 alguien pueda terminar ante un tribunal, o incluso en la cárcel, por tener sexo con otro adulto que consiente, sobre todo si esto tuvo lugar en su propia casa. 
  21. La clase de problemas de la que está hablando el gobierno, como la trata y el abuso de drogas, puede ser tratada con leyes referidas a esos problemas específicos, después de haberlo investigado a fondo. No hay ninguna justificación para una total prohibición de la compra de servicios sexuales. 
  22. No hay nada intrínsecamente malo en que alguien pague por servicios sexuales. Es perfectamente posible, y normal, que alguien pague a una persona por servicios sexuales y tratar a la vez a esa persona con respeto. En cualquier caso, es cada trabajadora sexual  la que debe decidir si ser pagada por sexo es explotación y si le interesa o no hacer trabajo sexual. No es tarea del gobierno decidir esto por las trabajadoras sexuales.
  23.  Cada trabajadora sexual es capaz de decidir por si misma los peligros que implica hacer trabajo sexual y si eso es lo que la conviene. No es tarea del gobierno decidir por ella. Dar por implícito que casi todas las trabajadoras sexuales están coaccionadas es sencillamente falso. Por otra parte, si lo que se quiere decir cuando se afirma que las mujeres no eligen ser prostitutas es,  quizás, que las mujeres se ven obligadas a hacer trabajo sexual por su pobreza, hay que reconocer entonces que la razón por la que la mayor parte de la gente hace la mayoría de los trabajos es para evitar la pobreza. 
  24. Algunas mujeres están dejando prósperas profesiones en otros países para entrar en el trabajo sexual como una mejora profesional. 
  25. La ley no tiene en cuenta los diferentes tipos de hombres que visitan a las trabajadoras sexuales, ni las diversas razones por las que lo hacen, y tampoco diferencia entre los distintos tipos de trabajadora sexual y sus razones para hacer ese trabajo. Demuestra que el gobierno no comprende la naturaleza de la industria del sexo y el amplio espectro que existe tanto entre trabajadoras sexuales como entre clientes. Es una ley «de talla única» que, por su naturaleza, demuestra una falta de investigación por parte del gobierno. Da por supuesto que todos los hombres que visitan escorts intentan dañarlas o abusar de ellas y que esa relación comercial nunca puede ser mutuamente satisfactoria o gratificante -contrariamente al estudio hecho por Teela Sanders, Lectora Senior Lecturer en Sociología del Crimen y la Desviación , de la Universidad de Leeds. Su estudio, titulado «Guiones sexuales masculinos: intimidad, sexualidad y placer en la compra de sexo comercial» (Sociology 2008 42(1), encontró que las ideas sobre trabajo sexual y prostitución están basadas en falsas dicotomías que diferencian entre sí las relaciones sexuales comerciales y las no comerciales como contradictorias. Lo que demostró su estudio fue que había mutuo respeto y comprensión entre trabajadoras sexuales y clientes habituales, disipando el mito de que todas las relaciones entre trabajadoras sexuales y clientes son explotadoras. Este estudio va mucho más allá y demuestra que, aparte de las finanzas, las trabajadoras sexuales también expresaron que obtenían otro tipo de ganancias más humanas de la relación sexual comercial, de una forma que se asemejaba a la relación no comercial. 
  26. La ley propuesta trata a todas las mujeres implicadas como víctimas sin cerebro, lo que es un insulto a aquellas que disfrutan con su trabajo y obtienen de él una gran satisfacción. Se debería permitir a las mujeres el derecho humano a usar su cuerpo como quieran. Esta propuesta de ley infantiliza a las mujeres y las trata como idiotas que no pueden hacer elecciones racionales por sí mismas. 
  27. Si la ley es aprobada de tal manera que no tiene en cuenta las necesidades de ciertos grupos, tales como las personas discapacitadas (a las que se prohibe, por ejemplo, que una cuidadora les «eche una mano» en lo sexual), se podrá argumentar que el gobierno está actuando de manera abusiva (negligente) hacia las necesidades de salud sexual (y, por tanto, las necesidades de salud) de las personas discapacitadas. 
  28. La Organización Mundial de la Salud define la salud sexual como: «La integración de los aspectos físicos, emocionales, intelectuales y sociales de la sexualidad, de forma que sean positivamente enriquecedores y refuercen la personalidad, la comunicación y el amor». Tener acceso a un(a) trabajador(a) sexual puede ser la única manera en que algunas personas pueden conseguir esta integración. Negar esto a una persona, o peor, considerarla un delincuente, es un abuso de sus derechos humanos. 
  29. La industria sexual continuará funcionando si la ley propuesta es aprobada, pero de una manera más peligrosa. Estará orientada al cliente en vez de a la trabajadora sexual y operará de un modo más parecido al estilo americano. Será imposible para la mujer iniciar la relación, así que será el cliente el que lo hará. Esto sólo puede ser más peligroso para las mujeres. También hará más difícil para una mujer decir qué es lo que está dispuesta a hacer y qué no. En la actualidad, los hombres pueden saber fácilmente que es lo que una mujer está dispuesta a hacer y así escoger la que se adapte a sus deseos. La ley propuesta hará más difícil a una mujer decir claramente sus condiciones, ya que tendrá que evitar hacer ninguna referencia directa a lo que ella quiere o no quiere hacer. Esto es menos seguro para las mujeres. 
  30. La clase de hombres que explota mujeres no se verá afectada por la ley propuesta. Ya están actuando ilegalmente, así que la nueva ley no cambiará nada para ellos. En realidad, la ley sólo afectará a los hombres que no tienen intención de hacer daño ni explotar a las mujeres. 
  31. Es una violación de las libertades civiles perseguir a un hombre y una mujer o a dos hombres o a dos mujeres que tienen sexo voluntariamente en la privacidad de su dormitorio. No hace tanto que la homosexualidad era ilegal. El gobierno no tiene derecho a imponer una agenda moral sobre temas sexuales en una sociedad multicultural y multirreligiosa. 
  32. La violencia de género ocurre en los matrimonios, pero no hay ninguna ley que prohiba el matrimonio. 
  33. Comparad esto con la prohibición del alcohol en USA -el así llamado «Noble Experimento». Aquello falló y la ley tuvo que ser derogada. 

Dr Tuppy Owens

Presidente de la  Sexual Freedom Coalition y Fundador del TLC Trust 

Ariana Chevalier

Trabajadora Sexual 

Fuente:  http://www.scot-pep.org.uk/33reasons.html.

(1) Esta proposición de ley fue finalmente rechazada. Para más información de cómo estaba la cuestión de la regulación de la prostitución en Gran Bretaña en 2009, se puede consultar este libro:

http://books.google.es/books?id=S6JQk7GoXpMC&pg=PA24&lpg=PA24&dq=Harriet+Harman,+Criminal+Justice+and+Immigration+Bill+2008&source=bl&ots=9Z_hY4MB-M&sig=Xf5giTN1jEnxLDmYGtgBSV9Iz4s&hl=en&redir_esc=y#v=onepage&q=Harriet%20Harman%2C%20Criminal%20Justice%20and%20Immigration%20Bill%202008&f=false   

Abolicionismo

Por Jo Doezema

ENCYCLOPEDIA OF PROSTITUTION AND SEX WORK, pp. 4-7

http://www.encyclopediaofprostitution.com/

Abolicionismo es un término que se refiere a un determinado enfoque ideológico y legal de la prostitución. Este enfoque tiene sus raíces en el feminismo del siglo diecinueve y es todavía una fuerza poderosa en la política contemporánea respecto a la prostitución. “Abolicionismo” fue un término sacado de las campañas contra el comercio de esclavos. Sin embargo, “abolicionismo”, cuando se usó en relación a la prostitución, no se refería a la abolición de la prostitución, sino a la de ciertas leyes en vigor en Inglaterra y Gales hacia 1860. Estas leyes eran conocidas como las Contagious Diseases Acts (Leyes de Enfermedades Contagiosas). Bajo estas leyes, cualquier mujer sospechosa de prostitución podía ser detenida por la policía y forzada a pasar por un examen médico. Las Contagious Diseases Acts eran un ejemplo del enfoque de la prostitución conocido como “regulacionismo”, un sistema inspirado por la medicina cuya intención era controlar la diseminación de las enfermedades venéreas, particularmente de la sífilis, mediante el registro y el examen médico de las prostitutas. Adecuando argumentos científicos racionales a la reprobación moral, los “regulacionistas” argumentaban que la regulación estatal era la única manera de controlar las enfermedades venéreas. Las mujeres “inocentes” y las chicas necesitaban ser protegidas de la inmoralidad; sin embargo, una vez caídas, era la sociedad la que necesitaba ser protegida de la mujer inmoral. El mejor modo de proteger a la sociedad, argumentaban los regulacionistas, era el registro y el control médico de las prostitutas. Francia fue la pionera europea de los sistemas regulacionistas.

De este modo, el abolicionismo surgió como un movimiento contra la regulación estatal de la prostitución. La dirigente del movimiento abolicionista fue Josephine Butler, una apasionada oradora pública y prolífica escritora. Butler y otros abolicionistas argumentaban que los hombres eran los responsables de la prostitución, cargando la culpa de la prostitución directamente sobre la espalda de la lujuria masculina desatada. De ninguna mujer se podría decir que consentía verdaderamente con la prostitución. Las activistas abolicionistas feministas fueron capaces de construir una amplia coalición de grupos sociales, incluyendo organizaciones de trabajadores y organizaciones religiosas. Se les unió también el pujante movimiento de “pureza social”, cuyas nociones de castidad sexual eran más represivas y amplias que la agenda original de Butler. Cuando las Contagious Diseases Acts fueron derogadas en 1886, Butler y sus seguidores volvieron su atención a la lucha contra la “trata de blancas”. En la visión abolicionista, la prostitución y la trata de blancas se extinguirían si las leyes se dirigieran contra los que ganaban dinero de las prostitutas, en lugar de contra la misma prostituta. Al final, la campaña abolicionista fue eclipsada por la campaña por la pureza social, ya que el tema emotivo de la trata de blancas consiguió incitar la preocupación pública hasta un grado febril.

En otros países europeos y también en los Estados Unidos, las feministas comenzaron a implicarse en la lucha por abolir la prostitución y la trata de blancas. Como en Inglaterra, estas campañas fueron cada vez más dominadas por moralistas represores, ya que se forjaron alianzas con organizaciones religiosas y de puridad social. La relación de los reformadores de la pureza con la prostituta misma era ambigua: aunque profesaban simpatía por las inocentes perdidas sacrificadas por la trata de blancas, juzgaban severamente a las chicas y mujeres cuya conducta inmodesta las llevaba a una vida de vergüenza. Casi todos los reformadores de la pureza abrazaban un enfoque de la prostitución que ha sido denominado “prohibicionista”. Particularmente en los Estados Unidos, los reformadores de la pureza tuvieron mucho éxito en instaurar sistemas prohibicionistas. Los sistemas prohibicionistas de regulación de la prostitución hacen el acto en sí de la prostitución ilegal y, de esta manera, las mismas prostitutas son detenidas. Todos estos enfoques de la prostitución: regulación, abolición y prohibición, están vigentes hoy día en varios sistemas legales. La mayor parte de los sistemas existentes contienen elementos de los tres enfoques. Los sistemas legales que se ajustan más a un enfoque abolicionista intentan terminar con la prostitución penalizando a los que parece que se aprovechan de ella, tales como los propietarios de burdeles o los que ofrecen espacio para los anuncios de negocios de prostitución. En años recientes, esta lista ha crecido para incluir a los clientes de las trabajadoras sexuales en países como Suecia. Aunque la prostitución en sí no es ilegal en los sistemas abolicionistas, en la práctica son las trabajadoras sexuales las que a menudo están en el punto de mira de las leyes abolicionistas. Por ejemplo, las leyes abolicionistas prohiben a las prostitutas trabajar juntas, bloquean los intentos de las prostitutas de constituir sindicatos (considerados como “promoción de la prostitución” ilegal) y las apartan de compensaciones legales en caso de violaciones de sus derechos laborales, civiles y humanos. El abolicionismo es todavía una potente filosofía entre las feministas contemporáneas, tanto en el Occidente como en los países en desarrollo. La organización más fuerte del abolicionismo internacional es la Coalition Against Trafficking in Women (CATW). Como sus antecesoras, las feministas “neoabolicionistas” contemporáneas niegan que la prostitución pueda ser considerada una auténtica elección o un legítimo acto de la voluntad. Ya que toda prostitución es inherentemente violencia contra las mujeres, argumentan, no es posible un auténtico consentimiento. Por tanto, para las feministas neoabolicionistas todas las prostitutas son víctimas. La prostitución masculina y los trabajadores sexuales transexuales no ocupan un puesto relevante en la agenda feminista neoabolicionista, ya que no se ajustan al análisis neoabolicionista de la prostitución como un sistema de violencia sexual masculina perpetrada contra las mujeres.

El movimiento contemporáneo en defensa de los derechos de las trabajadoras sexuales ha debido afrontar una intensa oposición por parte de las feministas neoabolicionistas. En particular, las feministas neoabolicionistas se oponen a la idea, promovida por los activistas en defensa de los derechos de las trabajadoras sexuales, de que la prostitución y otras formas de trabajo sexual sea un auténtico trabajo. Las feministas neoabolicionistas rechazan el término “trabajo sexual”, prefiriendo el término “mujeres prostituídas”. Los grupos defensores de los derechos de lxs trabajadorxs sexuales piden el reconocimiento de sus derechos humanos y civiles, incluyendo la aplicación de las leyes laborales en sus lugares de trabajo. Las feministas neoabolicionistas están por la penalización de las terceras partes, tales como los propietarios de burdeles y los clientes. No defienden la penalización de las trabajadoras sexuales, pero hacen activismo por su rescate y rehabilitación. De forma confusa, a ambas actitudes las denominan “despenalización”.

Como sus predecesoras del siglo diecinueve, las feministas abolicionistas contemporáneas tienen una relación ambigua con las prostitutas y otras trabajadoras sexuales. Por un lado, las “mujeres prostituídas” que están de acuerdo con el análisis abolicionista feminista de su situación son aceptadas y ayudadas. Por ejemplo, el grupo WHISPER (Women Hurt in Systems of Prostitution Engaged in Revolt), compuesto por antiguas prostitutas que hacen campaña por la erradicación de la prostitución, tiene unas buenas relaciones de trabajo con CATW. Por otro lado, están las trabajadoras sexuales que, en todo el mundo, se hacen oír y, a menudo, son políticamente activas, que hacen campaña para que se acepte el trabajo sexual como un trabajo legítimo. Estos trabajadores sexuales —hombres, mujeres y transexuales— constituyen un enigma para las neoabolicionistas.

La incapacidad para comprender la identidad de una trabajadora sexual por libre elección significa que las feministas neoabolicionistas perciben a los activistas que defienden los derechos de lxs trabajadorxs sexuales como aliados de “chulos” y “traficantes”. Las feministas neoabolicionistas argumentan que la noción “derechos de las trabajadoras sexuales” es simplemente una fachada para el gran negocio de la industria del sexo y han acusado a prominentes activistas defensores de los derechos de las trabajadoras sexuales de estar a sueldo de los jefes de la industria del sexo.

Como las abolicionistas feministas del siglo diecinueve, las feministas abolicionistas contemporáneas han conseguido reforzar su presencia política coaligándose en torno a la renovada preocupación internacional por el tema de la trata de mujeres. Muchos de estos compañeros de coalición son inverosímiles defensores de las causas feministas, e incluyen grupos conservadores religiosos y activistas antiaborto. Mediante estas coaliciones, las feministas neoabolicionistas han conseguido influir en la ley internacional y en las políticas de los gobiernos nacionales. Conservando el legado abolicionista, las feministas abolicionistas actuales hacen campaña contra la compra de servicios sexuales por los hombres o, como ellas lo llaman, la “demanda”. En Suecia, esto ha ocasionado la penalización de los clientes de las trabajadoras sexuales, una política nacional que las organizaciones de trabajadoras sexuales suecas dicen que las obliga a trabajar en condiciones clandestinas y peligrosas.

En respuesta a las preocupaciones globales por la trata, las abolicionistas feministas apoyan prácticas de “rescate” forzado de trabajadoras sexuales de los burdeles, en particular en los países en desarrollo. A estos “rescates” se han opuesto vigorosamente las organizaciones locales de trabajadoras sexuales, ya que las “víctimas” suelen ser arrestadas, deportadas y/o alojadas en “centros de rehabilitación” semejantes a cárceles.

En los Estados Unidos, en particular, la postura abolicionista ha tenido mucha influencia en las políticas exterior y doméstica. Por ejemplo, la U.S. Leadership against HIV/AIDS, Tuberculosis, and Malaria Act of 2003 (Ley de Liderazgo de los Estados Unidos contra el VIH/SIDA, tuberculosis y malaria, de 2003) prohibe el desembolso de fondos estadounidenses para el desarrollo a organizaciones que defiendan la idea de la prostitución como trabajo. Organizaciones internacionales de trabajadoras sexuales, como la Network of Sex Work Projects (NSWP), afirman que esta política tiene un gran potencial nocivo, ya que el VIH es una de las mayores amenazas para la salud de las trabajadoras sexuales en los países en desarrollo.

Más lecturas: Barry, Kathleen. The Prostitution of Sexuality: The Global Exploitation of Women. New York: New York University Press, 1995; Coalition Against Trafficking in Women (CATW) Web site http://www.catw.org; Crago, Anna Louise. “Unholy Alliance.” http://www.alternet.org; Ditmore, Melissa. “New U. S.Funding Policies on Trafficking Affect Sex Work and HIV-prevention Efforts World Wide.” SIECUS Report 33 (2005): 26-29; Doezema, Jo. “Ouch! Western Feminists’ ‘Wounded Attachment’ to the Third-World Prostitute.” Feminist Review 67 (2001): 16–38; Empower Foundation. Report by Empower Chiang Mai on the human rights violations women are subjected to when “rescued” by anti-trafficking groups.Network of Sex Work Projects. http://www.nswp.org; Shapiro, Nina. “The New Abolitionists.” Seattle Weekly, 24–31 August 2004; Walkowitz, Judith. Prostitution and Victorian Society: Women, Class, and the State.Cambridge: Cambridge University Press, 1980.

La Mitología de la Prostitución: Investigación Activista y Política Pública

x Res Soc Policy (2010) 7:15–29

DOI 10.1007/s13178-010-0002-5

Ronald Weitzer

Publicado online: 21 Febrero 2010

http://www.policeprostitutionandpolitics.com/pdfs_all/Duplicate%20PDFS/Mythology_of_prostit.pdf

Resumen. Durante la década pasada, las políticas públicas hacia la prostitución y otros tipos de trabajo sexual han sido debatidas cada vez más, tanto en medios académicos como en debates populares. Un punto de vista, el paradigma de la opresión, se ha visto reflejado cada vez más en los informes de los medios sobre la industria sexual y está siendo articulado de forma constante por los gobiernos de EE.UU., Europa y otros países. La proliferación de mitos basados en el paradigma de la opresión es responsable de la aparición de una resurgente mitología de la prostitución. Este artículo examina las afirmaciones hechas por organizaciones, activistas y estudiosos que respaldan el paradigma de la opresión; evalúa el razonamiento y la evidencia usados en apoyo de sus afirmaciones; y pone de manifiesto algunas de las vías por las que ese punto de vista ha influído en la legislación y en la política pública en algunas naciones. El autor presenta un punto de vista alternativo, el paradigma polimorfo, y sugiere que la política pública hacia la prostitución debería estar mejor informada por este enfoque basado en la evidencia.

Palabras clave: Sex industry . Sex work . Sexuality policy .

Prostitution myths . Legalization

R. Weitzer (*)

Department of Sociology, George Washington University,

801 22nd Street NW, Suite 409,

Washington, DC 20052, USA

e-mail: weitzer@gwu.edu

 

El conocimiento del trabajo sexual está siendo distorsionado cada vez más por un grupo de influyentes activistas, organizaciones y algunos académicos, que miran la industria del sexo como una institución universalmente dañina.  El objetivo último de estos individuos (a los que me referiré en adelante como prohibicionistas) es abolir toda la industria del sexo —es decir, la prostitución, la pornografía, los clubs de strip, y otros tipos de sexo comercial. Su campañan ha tenido dos efectos principales: En primer lugar, ha ocasionado una posición dominante de lo que llamo el paradigma de la opresión, que, a su vez, está contribuyendo a un nuevo resurgimiento de la mitología de la prostitución. En segundo lugar, esta mitología tiene importantes consecuencias en el mundo real: Las políticas públicas están cada vez más basadas en las afirmaciones de los activistas y académicos prohibicionistas. Este artículo evalúa críticamente las principales afirmaciones de este conjunto de trabajos y, a continuación, documenta su creciente incorporación a las políticas gubernamentales.

 

Razonamiento precientífico

El renombrado filósofo de la ciencia Karl Popper (1959) ha descrito el razonamiento precientífico como las conclusiones establecidas en ausencia de evidencia o carentes del ingrediente crítico de la refutabilidad. Las afirmaciones precientíficas son especialmente prevalentes entre ideólogos y políticos, cuyo apasionado compromiso con una causa puede minar su objetividad, pero el razonamiento precientífico ha sido también documentado en algunas investigaciones empíricas en varias áreas de la producción de conocimiento (Best 1999; Buchanan et al. 2003; di Mauro and Joffe 2007; Epstein 2006). Un así llamado “conocimiento” puede tener profundas implicaciones políticas.

La posición prohibicionista hacia el trabajo sexual está basada en una perspectiva que mira los servicios y espectáculos sexuales como inherentemente opresores y explotadores.

La investigación que deriva de este pilar ontológico central, típicamente contiene una o más dimensiones precientíficas. El efecto neto de esta literatura es doble: una seria distorsión de la realidad de la prostitución, por una parte,  y, por otra,  políticas públicas resultantes que no están basadas en la evidencia. Este artículo se centra en la prostitución, pero mi crítica puede ser también aplicada a los escritos prohibicionistas referidos a otros sectores de la industria del sexo (por ejemplo, stripping, pornografía) ya que están construídos de manera idéntica.

 

Afirmaciones sin pruebas

Los escritores prohibicionistas adoptan lo que llamo el paradigma de la opresión, que pinta a la prostitución como el compendio de la dominación masculina y la explotación de las mujeres, independientemente del período histórico, el contexto social o el tipo de prostitución (Weitzer 2009b). Las afirmaciones más atrevidas son artículos de fe. Una buena teoría científica es aquella cuyas proposiciones pueden ser verificadas o refutadas mediante la experimentación empírica; sin embargo, sólo algunos principios del paradigma de la opresión pueden ser sometidos a verificación (lo veremos más adelante). Los teóricos de la opresión presentan sus afirmaciones centrales de forma arbitraria —como evidentes por sí mismas, principios absolutos. Farley (una de las principales defensoras del paradigma de la opresión) y coautores (1998) han descrito el paradigma de la opresión como “un punto de vista político” (p. 406), un enfoque que contrasta con el enfoque científico.

El paradigma de la opresión define la prostitución de una manera unidimensional —como inherentemente explotadora y nociva para las trabajadoras. La prostitución es “una institución particularmente depravada de desigualdad entre los sexos” (Farley 2004, p.1117) y “una institución que reparte muerte y enfermedad” (Raymond 2004, p. 1182) entre las mujeres. Los teóricos de la opresión insisten en que la prostitución es por definición una forma de violencia contra las mujeres, independientemente de que haya violencia física manifiesta: “La prostitución debe ser mostrada como realmente es: una forma particularmente letal de violencia masculina contra las mujeres” (Farley and Kelly 2000, p. 54). La distinción entre prostitución voluntaria y forzada es mirada como una falacia —según los prohibicionistas, siempre existe algún tipo de coacción y dominación:

“Los chulos nos acosan con el mito de que existe una gran distancia entre lo que llaman prostitución ‘libremente escogida’ y prostitución ‘forzada físicamente” (Farley 2007, p. 97). En contraste con la noción de prostitución=violencia, un punto de vista alternativo, basado en la evidencia, caracterizaría a la victimización de forma diferenciada —esto es, como un factor que varía según momento, lugar y grado. La violencia de ninguna manera es endémica en la totalidad del comercio sexual (ver Shaver 2005; Vanwesenbeeck 2001; Weitzer 2009b).

El paradigma de la opresión es articulado cada vez más en debates públicos sobre el tratamiento político de la prostitución  y ha sido encabezado por algunos académicos influyentes que son también activistas antiprostitución (p.e., Donna Hughes, Sheila Jeffreys, Catherine MacKinnon, Jody Raphael, Janice Raymond). Muchos grupos activistas prominentes en todo el mundo abrazan también este paradigma. Las siguientes afirmaciones de algunas de estas organizaciones ilustran las maneras en que la prostitución es construida en el paradigma de la opresión.

  • El informe de Poppy Project (2008) sobre la prostitución de pisos en Londres afirma: “En un nivel fundamental, la prostitución es una expresión absoluta del poder de los hombres frente a la subordinación y falta de opciones de las mujeres. Pagar por servicios de prostitución permite a los hombres ejercer poder y control sobre las mujeres de un modo que parecería inaceptable en cualquier otra esfera” (p. 8).
  • El Women’s Support Project de Escocia (2003) ha proclamado, “Creemos que la prostitución y otras formas de explotación sexual comercial son parte del espectro de la violencia de los hombres contra las mujeres y los niños (¶ 1). No es, pues, sorpresa que el reciente informe del proyecto sobre los clientes de las prostitutas (Macleod et al. 2008) afirme, “Una vez vista como una forma de violencia contra las mujeres enraizada en la desigualdad entre los sexos, la prostitución es mejor entendida como una transacción en la que hay dos roles: explotador/predador y víctima/presa (p. 30).

 

  • Una de las más prominentes organizaciones prohibicionistas es Prostitution Research and Education (PRE), cuyo objetivo central es “abolir la institución de la prostitución” (Prostitution Research & Education 1998–2008, ¶ 1). Melissa Farley, directora de PRE, ha asegurado: “La prostitución no sólo daña a las mujeres por sí, también promueve actitudes sexistas y conducta machista sexualmente agresiva hacia todas las mujeres de la comunidad… Asumir el derecho a tratar a las mujeres como prostitutas significa que son tratadas como si no fueran humanas, dañando así tanto a las prostitutas como a las mujeres que no lo son” (Farley 2007, p. 181). Esta organización ha tenido un éxito extremo en propagar el paradigma de la opresión en los medios de comunicación de masas y en ganar la aceptación de ese punto de vista por parte de los círculos gubernamentales de los USA y de otros países.

 

  • La Coalition Against Trafficking in Women (CATW 2009) declara en su sitio web: “Toda prostitución explota a las mujeres, con independencia del consentimiento de éstas. La prostitución afecta a todas las mujeres, justifica la venta de cualquier mujer y reduce a todas las mujeres a sexo” (Philosophy, ¶ 3). CATW tiene ramas por todo el mundo y afirma que “ha cambiado los términos del debate sobre la prostitución y la trata en muchas regiones del globo y en las Naciones Unidas” (History, ¶ 1). CATW fue fundada por Janice Raymond.

 

  • La Chicago Alliance Against Sexual Exploitation (2009) afirma en su sitio web (http://www.caase.org) que la organización “está comprometida con la construcción de una comunidad global libre de explotación sexual. Sabemos que el comercio sexual actúa en detrimento de una sociedad sana y socava la dignidad de todas las personas.” En asociación con Melissa Farley, la organización patrocinó un reciente estudio de clientes en Chicago (Durchslag and Goswami 2008).

 

La forma como algo es definido puede influir mucho en cómo es percibido. En el paradigma de la opresión, la prostitución es asimilada a otras prácticas que son ampliamente condenadas: violencia doméstica, violación, esclavitud sexual y explotación sexual comercial. Según su punto de vista, los clientes compran a las mujeres más bien que usar servicios sexuales y son etiquetados como usuarios de prostitutas y predadores sexuales. Los prohibicionistas imponen tales etiquetas “porque sí”.

  • “Cuando los hombres usan a las mujeres en prostitución, están expresando puro odio hacia el cuerpo femenino” (Dworkin 1997, p. 145).

 

  • “La prostitución es mejor entendida como violencia doméstica que como trabajo” (Farley 2008, p. 16).

 

  • “La prostitución es violación pagada” (Raymond 1995).

 

  • “Esos hombres deben ser vistos como maltratadores más que como clientes” (Raphael and Shapiro 2004, p. 137).

 

  • “Los hombres que compran actos sexuales no respetan a las mujeres, ni quieren respetarlas” (Hughes 2005, p. 7).

 

  • “Esos clientes no son sólo chicos traviesos que necesitan un tirón de orejas. Deberían ser descritos más exactamente como predadores” (Melissa Farley, según cita en Brown 2008). Farley (2004) ha dicho en otra parte que “los puteros tienen por lo regular instintos asesinos hacia las mujeres”  (p. 1102).

 

  • “La diferencia entre los chulos que aterrorizan a las mujeres en la calle y los chulos trajeados que aterrorizan a las mujeres en los clubs de alterne es sólo una diferencia de clase, no una diferencia en su odio hacia la mujer” (Farley 2004, p. 1101).

 

  • Según Macleod et al. (2008), los clientes deberían ser fichados como agresores sexuales y apuntados en un registro de agresores sexuales: “Este nombre es importante, ya que coloca a los hombres que compran sexo en la misma categoría que los violadores, los pedófilos y otros indeseables sociales” (p. 27).

 

Igual que hacen con los clientes de lxs trabajadorxs sexuales, los prohibicionistas también aplican dramáticas etiquetas a lxs trabajadorxs mismxs. Agencias, activistas y académicos antiprostitución han argüido que las prostitutas deberían ser llamadas mujeres prostituidas, víctimas o supervivientes. Estas etiquetas indican claramente que “la prostitución es algo que se hace a las mujeres”.(Raymond 2004, p. 1183), no una práctica voluntaria. Jeffreys (1997) ha escrito: “Los activistas antiprostitución usan el término mujeres prostituidas en lugar de prostitutas. Esto es una decisión política deliberada y pretende simbolizar la falta de elección de que tienen las mujeres sobre ser utilizadas en prostitución”(p. 330).

En el paradigma de la opresión, la gestión individual es considerada imposible. La lógica que respalda este argumento es a veces expresada de manera ambigua: “En la medida en que se supone que una mujer ha escogido libremente la prostitución, en esa medida se deduce que en su naturaleza está el disfrutar con ser dominada y violada” (Farley and Kelly 2000, p. 54).

El sensacionalismo es abundante en este cuerpo de literatura. Las historias anecdóticas de horror son materia prima de estos escritos y están diseñadas claramente para despertar la indignación de los lectores. Informes, sitios web y artículos de prensa de tipo prohibicionista destacan citas de mujeres que han tenido horribles experiencias, que son presentadas como típicas. Más aún, los mismos autores escriben frecuentemente de una forma alarmante. Por ejemplo, Farley (2006) ha escrito: “Cuando las mujeres son convertidas en objetos dentro de los cuales se masturban los hombres, se produce un profundo daño psicológico en la persona que está actuando de receptáculo (p.107). Con esta clase de lenguaje, la misma Farley parece cosificar a las mujeres. Igualmente cosificante es la afirmación general de Farley (2006): “Ella misma y aquella cualidades que la definen como un individuo son  anuladas en la prostitución y ella representa la parte de la cosa que él quiere que sea” (p.122). Otro ejemplo de tal sensacionalismo es la declaración de Farley de que “prostitución, pornografía y trata se adaptan, o las sobrepasan, a las definiciones legales de tortura” (p.114). El tono de tales escritos se aparta radicalmente del de los escritos académicos convencionales.

Etiquetar la prostitución como violación pagada, a las trabajadoras como mujeres prostituídas o supervivientes, y a los clientes como predadores, tiene la finalidad de impresionar. El paradigma de la opresión sobrepone a los actores estos constructos sobrecargados emocionalmene de una forma generalizada. Tal terminología categórica oscurece las relaciones empíricamente documentadas entre trabajadoras y clientes, relaciones que son complejas y variadas. Más aún, muchos clientes y trabajadoras rechazan estas etiquetas descalificadoras. En un estudio de 294 prostitutas callejeras en Miami, por ejemplo, casi todas ellas “prefirieron los términos trabajadora sexual y mujer trabajadora y denominarse a sí mismas así”  (Kurtz et al. 2004, p. 359). Otras se llaman a sí mismas escorts. En contraste con la demonización de los clientes prevalente en la literatura de la opresión, un único estudio comparativo (Monto and McRee 2005) encontró pocas diferencias entre clientes de prostitutas y una muestra representativa nacional de hombres norteamericanos.

Además de hacer grandilocuentes caracterizaciones ontológicas, la mitología de la prostitución también muestra un conjunto de afirmaciones específicas respecto al comercio sexual: que la gran mayoría de las prostitutas comienzan a ejercer cuando tienen 13 ó 14 años, que fueron víctimas de abusos físicos o sexuales cuando eran niñas, que fueron engañadas o forzadas a prostituirse por chulos o tratantes, que usan o son adictas a drogas y que quieren desesperadamente salir del comercio sexual. Cuando se aplican de forma general a todas las trabajadoras sexuales, estas afirmaciones son falacias; se aplican mejor a un sector de la prostitución callejera (las que lo hacen por supervivencia), menos a otras trabajadoras de calle y menos aún a las trabajadoras sexuales de interior (Weitzer 2009b).

La temprana edad de comienzo, por ejemplo, fue identificada como un mito por Winick y Kinsie (1971) en su clásico libro sobre la prostitución. Los estudios contemporáneos han comunicado distintos porcentajes de individuos que comenzaron a vender sexo cuando eran menores de edad. Estos estudios (p.e., Hester y Westmarland 2004) han documentado que sólo una minoría comenzó a prostituirse antes de tener 18 años y un porcentaje aún menor antes de los 14 años. El deseo de las trabajadoras de dejar el comercio sexual no es de ninguna manera tan general como han dicho los prohibicionistas. Un estudio de trabajadoras sexuales thais, por ejemplo (Steinfatt 2002), encontró que sólo el 15% quería dejar de vender sexo, mientras que el resto quería seguir trabajando en el comercio sexual, y el 69% dijeron que pensaban que el trabajo sexual era un buen trabajo. Otra evidencia que contradice los mitos antes mencionados puede ser encontrada en las principales revisiones de la literatura (Shaver 2005; Vanwesenbeeck 2001; Weitzer 2009b).

(Continuará)

Traducción completada el 30 de septiembre de 2019 en el siguiente enlace:

La mitología de la prostitución: investigación partidista y política pública

Cinco razones por las que lxs trabajadorxs sexuales de USA deberían preocuparse por la Conferencia Internacional del SIDA

by Audacia Ray on January 19, 2012

                   

1.     Porque esta es la primera vez en más de 20 años que los USA acogen el evento. La Conferencia Internacional del SIDA tendrá lugar en Washington, DC del 22 al 27 de julio. La conferencia desarrollará tanto reuniones y presentaciones formales (con un registro pagado) y una Aldea Global con eventos culturales y activistas (admisión libre). (…) 

2.     Porque, aunque Obama levantó las restricciones para viajar a USA a las personas positivas al VIH en 2009, todavía hay prohibiciones para viajar contra lxs trabajadorxs sexuales y los usuarios de drogas. Esto significa que a personas que hayan vendido sexo o usado drogas, incluso si eso es legal en los países en los que viven, no se les permite entrar a los Estados Unidos. 

3.     Porque lxs trabajadorxs sexuales cuya entrada a los USA no va a ser permitida están contando con nosotrxs  para hacer algo de ruido en Washington. Habrá una reunión internacional de trabajadorxs sexuales en un centro de conferencias en la India, y nosotrxs podremos conectar con ellxs digitalmente antes de la conferencia y durante la misma para compartir recursos y estrategias. 

4.     Porque lxs trabajadorxs sexuales están marcadxs como una de las poblaciones clave en alto riesgo de transmisión de VIH. Las otras poblaciones de este grupo son los usuarios de drogas por vía intravenosa y los hombres que tienen sexo con otros hombres —los grupos de salud global a menudo incluyen de forma dudosa a las mujeres trans en esta última categoría. Las vidas de algunxs de nosotrxs intersectan con más de una de estas categorías. 

5.     Porque, además de tener nuestros propios problemas, los USA exportan terribles políticas y subvenciones con condiciones que dañan a lxs trabajadorxs sexuales. Por ejemplo, el Plan de Emergencia del Presidente para la Lucha contra el SIDA (PEPFAR), que subvenciona a organizaciones internacionales, incluye una cláusula antiprostitución en los contratos. Lxs trabajadorxs sexuales de Estados Unidos debemos dirigirnos a nuestro gobierno y denunciar el PEPFAR y otras políticas similares que dañan a nuestros hermanos y hermanas en todo el mundo. La Conferencia Internacional del SIDA es un foro importante para hacer que se oigan nuestras voces. 

Ya se está organizando algún evento en torno a la conferencia, pero cuantos más, mejor. Si estáis interesadxs en proponer bien una presentación en la conferencia, bien un evento cultural en la Aldea Global, hacedlo antes del 15 de febrero. Si queréis manifestaros y representar a lxs trabajadorxs sexuales, comenzad a planearlo y a hablar con otrxs trabajadorxs sexuales que puedan estar interesadxs. Si nunca habéis hecho activismo más allá de vuestra ciudad, estado o Estados Unidos, la Conferencia Internacional del SIDA es una gran oportunidad para interactuar con trabajadorxs sexuales de todo el mundo y aprender de ellxs..

Fuente:

http://titsandsass.com/?p=7480  

 

Los discursos abolicionistas: ¡primera causa de muerte entre las putas!

http://site.strass-syndicat.org/2012/02/les-discours-abolitionnistes-premiere-cause-de-mort-chez-les-putes/

Desde hace meses, vosotras, «feministas» abolicionistas, os alegráis de las diferentes medidas adoptadas para luchar contra la prostitución: reafirmación de la postura abolicionista de Francia, avance del proyecto de penalización de los clientes, cierre progresivo de los sitios que permiten a lxs escorts poner sus anuncios. 

Desde hace meses, el único impacto efectivo de esos «éxitos» ha sido la degradación de nuestras condiciones de trabajo, nuestra precarización, el aumento de nuestras dificultades para resistir a un sistema capitalista que querría que cada unx de nosotrxs fuera el explotado de otro. 

Por una parte, las putas de la calle son cada vez más acosadas por la policía, cada vez más obligadas a esconderse, a aislarse, cada vez más víctimas de violencias y, así, empujadas por esta prohibición incluso a pedir ayuda a los diversos intermediarios, más o menos malintencionados, que podrían asegurarnos una seguridad que el Estado no nos garantiza, esa seguridad que parece ser percibida como una amenaza por todas aquellas y todos aquellos que hoy obtienen sus ingresos de esta lucha contra la prostitución. 

Por otra parte, la situación de lxs escorts, que tanto gusta clasificar como prostitución de lujo, no es en realidad más envidiable: cada vez más, nuestro único recurso para poder anunciarnos es engrasar a los webmasters de los únicos sitios que consiguen no ser cerrados por estar en manos de redes suficientemente poderosas para esquivar las leyes actuales. 

Paralelamente, gritáis escandalizadas cuando la agencia de empleo propone un anuncio de striptesa, olvidando que para numerosas mujeres aceptar esta oferta es preferible a muchos otros curros precarios. 

Habéis decidido emprender una guerra contra la prostitución, pero parece que habéis olvidado que una guerra no se hace sin víctimas. Igual que la lucha contra la inmigración no ha sido nunca sinónimo de otra cosa que de lucha contra lxs inmigrantes, no podéis negar que vuestra lucha contra la prostitución no es más que una lucha contra las prostitutas, primeras víctimas de vuestras «victorias». 

¿Suponemos tal amenaza para vosotras, cuando trabajamos libremente y en buenas condiciones, que parece que deseéis menos la desaparición de la explotación que NUESTRA desaparición? 

¿Acaso no os sentís victoriosas más que cuando, a fuerza de las múltiples trabas que nos ponéis, no nos queda más remedio que ir a hacernos explotar en una industria «respetable»? ¿No sabéis alegraros más que impidiendo la alegría de los demás? 

¡Nosotrxs, trabajadorxs del sexo, nos negamos a ser las víctimas sacrificadas en aras de vuestro ideal moralista!

¡No dejaremos de reivindicar la libertad de ejercer nuestra actividad, y nuestro derecho a ejercerlo con toda la seguridad!

¡Porque compartimos vuestra voluntad de luchar contra toda forma de explotación, no dejaremos de reclamar el acceso al derecho común para lxs trabajadorxs sexuales, única manera de dotarnos de las herramientas que nos permitirán defendernos de toda forma de proxenetismo coactivo! 

¡NI PATRÓN, NI PROXENETA: TRABAJO SEXUAL LIBRE!

El Grupo Consultivo de ONUSIDA condena la prohibición de compra de sexo en Suecia

Posted on January 29, 2012 by Wendy Lyon

El  mes pasado se publicó el largamente esperado Informe del Grupo Consultivo de ONUSIDA sobre VIH y Trabajo Sexual. El Grupo Consultivo fue establecido en 2009 por el Director Ejecutivo de ONUSIDA, el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/SIDA, para proporcionar clarificación y consejo acerca de ciertos temas abordados en la última (2009) Nota de Guía de ONUSIDA sobre VIH y Trabajo Sexual.

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Uno de sus aspectos más significativos es que se refiere a la cuestión de la penalización de los clientes con cierto detalle. En las pág. 5-6, incluye la prohibición de compra de sexo en Suecia en una sección llamada: “Leyes, normas y  políticas que impiden respuestas efectivas contra el VIH  para los trabajadores sexuales: Prohibiciones penales contra el trabajo sexual o algunos aspectos del mismo” y dice: 

El enfoque de penalizar al cliente se ha demostrado que repercute en lxs trabajadorxs sexuales. En Suecia, lxs trabajadorxs sexuales que no pudieron seguir trabajando en locales cerrados fueron dejados en la calle con los clientes más peligrosos y con pocas opciones más que aceptarlos.

En sus “Conclusiones y recomendaciones” sobre regímenes legales, en la página 8, dice: 

Los Estados pueden emprender muchas acciones para establecer marcos legales y políticos que permitan a lxs trabajadorxs sexuales el acceso general a los servicios de VIH. Entre estas, están las siguientes: Los Estados deberían evitar penalizar el trabajo sexual o las actividades asociadas al mismo. La despenalización del trabajo sexual debería incluir retirar la penalización de la compra y venta de sexo 

También es significativo su crítica hacia la estrategia de “poner fin a la demanda” en general. En la introducción, en la página 4, dice:

Las políticas y programas para reducir la demanda de trabajo sexual, diseñadas sin escuchar la voz de lxs trabajadorxs sexuales, a menudo ocasiona daños no deseados, incluídos el mayor riesgo frente al VIH y mayor vulnerabilidad para lxs trabajadorxs sexuales y sus clientes 

En la página 6, dice:

Hay pocas pruebas que sugieran que cualesquiera leyes que penalicen de alguna  manera el trabajo sexual reduzcan la demanda de sexo o el número de trabajadorxs sexuales. Más bien, todas ellas crean un entorno de miedo y marginalización para lxs trabajadorxs sexuales que, a menudo, tienen que trabajar en lugares apartados e inseguros para evitar el arresto, suyo o de sus clientes. Estas leyes pueden minar la capacidad de lxs trabajadorxs sexuales   para trabajar juntxs a fin de identificar a los clientes potencialmente violentos y su capacidad para exigir el uso de condón a los clientes. 

En las páginas 10-11, dice que:

proveedores de servicios y cuidados sanitariso y agentes políticos de organizaciones comunitarias, organizacions no gubernamentales, donantes, organizaciones internacionales y agencias gubernamentales , bien intencionados pero mal informados, creen que están ayudando a lxs trabajadorxs sexuales al pedir la penalización de los clientes. Sin embargo, no hay evidencia de que estas iniciativas para “acabar con la demanda” reduzcan el trabajo sexual o la transmisión de VIH, o mejoren la calidad de vida de lxs trabajadorxs sexuales. Estas leyes no reducen la escala de trabajo sexual, sino que hacen a lxs trabajadorxs sexuales más vulnerables. 

Llama, en cambio, a desplazar el énfasis hacia terminar con la demanda de sexo pagado sin protección —y dice en la página 11:

Empoderar a lxs trabajadorxs sexuales para que tengan un mayor control sobre sus condiciones de trabajo, más bien que intentar “terminar con la demanda”, debería ser el objetivo de los esfuerzos de prevención de VIH. Cuando lxs trabajadorxs sexuales pueden asegurar con éxito que sus clientes usen condones, lxs trabajadorxs sexuales tienen menos probabilidades de resultar infectadas por VIH. 

Desde luego, ya que son (habitualmente) los clientes los que tienen que ponerse los condones, convencerles de que ello es en su interés permitiría avanzar mucho en la reducción de demanda de sexo pagado sin protección. El informe describe el trabajo con los clientes en este sentido como la estrategia más efectiva para la prevención del VIH, diciendo en la pág. 14 que:

demonizar y marginalizar a los clientes son actitudes que crean importantes barreras a la hora de hacer programas efectivos contra el VIH con lxs trabajadorxs sexuales 

En la pág. 13 pone un ejemplo de la vida real, de China, de cómo se ha conseguido aumentar el uso del condón mediante un programa que trata a los clientes no como villanos sin remedio, sino como compañeros en la lucha contra el VIH y otras ETS:

Los hombres que trabajan en sectores industriales  que les obligan a trabajar lejos de sus familias, a menudo emprenden conductas de riesgo, tales como sexo pagado y casual sin protección… Para solucionar esto, la Organizacion Internacional del Trabajo está trabajando con compañías de minería, grandes y pequeñas, en el sur de China, para promover conductas sexualmente responsables entre los mineros, incluyendo el correcto tratamiento de las ETS, el uso correcto del condón y la eliminación de la violencia contra las mujeres, incluídas las trabajadoras sexuales. Los resultados preliminares, comprobados mediante encuestas cualitativas y cuantitativas, demuestran un aumento significativo en el uso del condón y en las conductas saludables, y un aumento del uso del condón en sexo pagado y casual.

El informe trata el tema de la trata. Aquí, hay una pequeña dificultad, ya que divide la industria del sexo en dos categorías distintas: voluntario/no víctima de trata e involuntario/víctima de trata:

Una mujer que decida vender servicios sexuales a fin de mantenerse ella misma o a su familia, no es una víctima de trata. (pág. 17)

Esto no es estrictamente cierto en términos legales, ya que la definición internacional de “trata” es suficientemente amplia para incluir algunas formas de trabajo sexual “voluntario”, tales como el estar atados por una deuda. También ignora el hecho de que para la mayor parte de los trabajadores, no sólo los trabajadores sexuales, el consentimiento y la coacción existen sin solución de continuidad, más bien que como dos cosas totalmente separadas.

Sin embargo, es absolutamente cierto que los abolicionistas del trabajo sexual tienden a trazar la frontera en este continuo de tal manera que niegan la autonomía de casi todas las trabajadoras sexuales, especialmente inmigrantes —y el Grupo Consultivo hace bien en poner de relieve los problemas que esto causa a los programas de VIH. En la página 18 dice:

Las medidas anti-trata a menudo se concentran en apartar a las personas del trabajo sexual, sin considerar si son víctimas de trata, o si sus acciones lo que hacen es interrumpir el acceso de lxs trabajadorxs sexuales a los servicios que protegen su salud y bienestar y que crean oportunidades para que compartan información y busquen ayuda para aquellas personas que temen que estén siendo víctimas de trata. Muchos proyectos que se centran en rescatar a víctimas de trata, lo que hacen es interrumpir y minar los esfuerzos para proporcionar a lxs trabajadorxs sexuales acceso a prevención, tratamiento, cuidado y apoyo frente al VIH. 

La siguiente página continúa:

Las prácticas de rescate y rehabilitación forzosos reducen el control de lxs trabajadorxs sexuales sobre dónde y bajo qué condiciones venden sus servicios sexuales y a quién, exponiéndoles a mayor violencia y explotación. 

Sigue diciendo que cuando las vidas de lxs trabajadorxs sexuales son alteradas de esta manera,eso lleva a la desintegración social y a la pérdida de solidaridad y cohesión (capital social) entre lxs trabajadorxs del sexo, incluyendo la reducción de su capacidad de acceder a servicios sanitarios, legales y sociales. Un bajo capital social es sabido que aumenta la vulnerabilidad a las enfermedades de transmisión sexual entre lxs trabajadorxs sexuales y, por tanto, tiene un impacto negativo sobre los esfuerzos de prevención del VIH. 

No sorprende, por tanto, que diga en la pág. 7 que

Desde la perspectiva del acceso universal a los servicios de VIH, debilitar a las organizaciones de trabajadorxs sexuales es uno de los efectos negativos más importantes de las prácticas de penalización. 

Más aún —y esto es increíblemente importante para lxs trabajadorxs sexuales inmigrantes, por las que los abolicionistas siempre se están preocupando:

La fusión de trabajo sexual y trata directamente limita la capacidad de lxs trabajadorxs sexuales inmigrantes para protegerse del VIH, ya que a menudo se supone que son víctimas de trata. Lxs trabajadorxs sexuales inmigrantes viven a menudo con la amenaza constante de ser denunciados, arrestados y deportados, lo que crea una barrera real para su acceso a los servicios de salud y bienestar. (pág. 19)

Desde luego, este es un problema de la inmigración que existiría aunque no hubiera trata. Pero el pánico moral acerca de la trata ha dado un mayor impulso a las redadas en locales de la industria sexual, lo que frecuentemente lleva a deportaciones de personas que se dice que han sido “víctimas de trata”. (Quizás el informe debería haber clarificado esto más).

Igual que la batalla contra el VIH, la batalla contra la trata también necesita la participación de lxs trabajadorxs sexuales, si quiere ser realmente efectiva. En la pág. 18, el informe dice que:

los esfuerzos contra la trata característicamente ignoran la posibilidad de contar con lxs trabajadorxs sexuales como copartícipes en la identificación, prevención y resolución de situaciones que implican a víctimas de trata. Lxs trabajadorxs sexuales son, a menudo, quienes están en mejores circunstancias para saber quién está siendo víctima de trata con fines de explotación sexual y por quién, y están particularmente motivadxs para trabajar en contra de tales prácticas odiosas. 

A este fin, promueve el establecimiento de organizaciones de trabajadorxs sexuales, diciendo en la página 20:

Los grupos organizados de trabajadorxs sexuales están a menudo en la mejor situación para establecer normas de trabajo seguro dentro de la industria del sexo, e influír sobre otros actores de la industria a fin de asegurar que no haya adultos y niños víctimas de trata retenidos en el trabajo sexual… mecanismos autorreguladores, que son establecidos, implementados y supervisados por organizaciones de trabajadorxs sexuales, pueden limitar la trata en la industria del sexo, así como la explotación sexual de niños. Forman también una plataforma para combatir la explotación laboral de lxs trabajadorxs sexuales.

El último tema importante tratado en el informe es la necesidad que tienen lxs trabajadorxs sexuales de ser empoderados económicamente. El punto principal aquí es que tales programas no deberían sólo apartar a la gente del trabajo sexual, o estar condicionados a su deseo de dejar la industria, sino que deberían estar enfocados a mejorar también las circunstancias económicas de aquellxs que quiere seguir:

Aumentando las opciones económicas, lxs trabajadorxs sexuales pueden conseguir mayor seguridad financiera, lo que les facilita tomar decisiones importantes que afectan a sus vidas. La mejora de las opciones económicas ayuda también a lxs trabajadorxs sexuales a reducir la probabilidad de tener que aceptar las solicitudes de algunos clientes de tener sexo sin protección o de verse en situaciones que inhiben su capacidad de negociar con los clientes y reducir el riesgo de violencia o abuso. (pág. 22-23) 

Se dan algunos ejemplos interesantes de programas que han tenido éxito en todo el mundo, tales como uno en Andhra Pradesh, India, donde

Entre 803 trabajadorxs sexuales entrevistadxs, la participación en programas de independencia económica se asoció positivamente con el control tanto del tipo como del precio de los servicios sexuales proporcionados y con el uso sistemático del condón. 

Puede argüirse que este no es más que un informe del Grupo Consultivo y no un documento de actuación de ONUSIDA como tal. Esto es verdad. Sin embargo, sus conclusiones son totalmente consistentes con las cosas que ONUSIDA ha estado diciendo todo el tiempo, incluso si el informe las lleva un poco más lejos. Justifica sus posturas haciendo referencia a publicaciones previas de ONUSIDA, como la que hace en la pág. 5, donde dice:

La Estrategia de ONUSIDA 2011-2015: Llegar a Cero identifica como uno de sus 10 objetivos que el número de “países con leyes y prácticas punitivas en torno a la transmisión del VIH, trabajo sexual, uso de drogas u homosexualidad, se reduzca a la mitad” 

y en la pág. 9 donde dice que  el documento Lineas de Actuación Internacionales respecto al VIH/SIDA y los Derechos Humanos 2006 de la Oficina del Alto Comisionado de los Derechos Humanos/ONUSIDA afirma que

los Estados tienen la responsabilidad de asegurar que las leyes penales se revisen con la finalidad de derogar las sanciones penales contra el trabajo sexual y asegurar que cualquier regulación de carácter no penal apoye el sexo seguro en el trabajo sexual y el fácil acceso de lxs trabajadorxs sexuales a todo tipo de servicios contra el VIH. 

El hecho es que ONUSIDA, y muchas otras organizaciones de salud y de derechos humanos en todo el mundo han estado diciendo por mucho tiempo que la penalización del trabajo sexual es una barrera para la prevención y el tratamiento efectivos del VIH. Se han centrado en la penalización del vendedor porque es la principal manifestación de la penalización en la mayor parte del mundo; el modelo nórdico puede parecer importante desde el punto de vista europeo pero, globalmente, no es más que una nota a pie de página. Así, el hecho de que no haya sido tratado específicamente por ONUSIDA (o los otros grupos de derechos humanos y de salud internacional que se oponen de forma general a la penalización) no quiere decir que lo aprueben. Y dado lo que estamos aprendiendo de cómo funciona realmente en la práctica, es sencillamente inconcebible que pudieran aprobarlo.

Desde luego, a los abolicionistas les trae sin cuidado lo que piense de esto ONUSIDA, ya que su opinión es que el trabajo sexual sería malo y reprobable incluso si curase el VIH. Pero la mayor parte de la gente no es abolicionista y hay que pensar que apreciarán la importancia de que ONUSIDA publique este documento. Es una valiosa aportación al creciente catálogo de material que  muestra el atentado contra la salud y los derechos humanos que supone la penalización de los clientes de lxs trabajadorxs sexuales, la política contra la trata y la obsesión con poner fin a la demanda..

Fuente:

http://feministire.wordpress.com/

Esconded a esas putas que no queréis ver… ¡ para exterminarlas mejor !

 

Por Peggy Sastre sexo, ciencia y otras cosas

Editado y avalado por Melissa Bounoua

10 de enero de 2012

http://leplus.nouvelobs.com/contribution/229802-cachez-ces-putes-que-vous-ne-sauriez-voir-pour-mieux-les-exterminer.html

 

 

En el puerto de Constanza hay una estatua sorprendente. Gigantesca, movible, giratoria, es la Imperia de Peter Lenk, la cortesana italiana –sacada también de Balzac o Gautier— que sostiene en sus manos un papa y un emperador, dos bufones ridículos, minúsculos y desnudos como gusanos.

En el momento de su inauguración, en 1993, el escultor hizo sensación al celebrar así el Concilio de Constanza  « por la puerta de atrás », prefiriendo la figura de una puta a otras más respetables y menos anacrónicas. Pero, hoy , Imperia está perfectamente integrada en el paisaje : la estatua se ha convertido en uno de los monumentos más célebres de la ciudad y el más fotografiado por los turistas. Un poco excitados, sin duda, por el aspecto sulfuroso de su protagonista.

Paseando, yo también, alrededor de esta estatua, me he preguntado una vez más cuál será el problema con las putas. ¿Por qué no es posible, por ejemplo, mencionar el tema sin que se revuelva un tumulto de emociones y se transforme la más apacible de las asambleas en folleto detallado de la histeria colectiva ? 

Barrer a las prostitutas bajo la alfombra

¿Qué es lo que puede tener la prostitución que sea tan grave, tan deshonroso, tan escandaloso ? ¿Qué es lo que mueve a un Laurent Joffrin, director de la redacción del « Nouvel Observateur » (…), a suprimir los anuncios « rosas » de su semanario ? ¿Qué es lo que incita a las fuerzas del orden a querer cerrar un establecimiento como el club de intercambios Les Chandelles ?

¿Por qué algunas personas, representando en apariencia (y yo sé bien que no hay que fiarse de las apariencias) un pretendido consenso, se empeñan, una y otra vez, en reiterar los mismos errores, en hacer circular las mismas verdades a medias y en envolverse con los mejores sentimientos del mundo, para evitar hablar de la realidad ?

La realidad es que todo lo que la prohibición y la reglamentación  de la prostitución consiguen y conseguirán hacer, es barrer a las putas bajo la alfombra —esconderlas, en un primer caso, en los brazos de « protectores » suficientemente poderosos como para permitirles « vivir » fuera de la ley (…) y, en un segundo caso, al abrigo de estructuras en las que la conciencia y el progresismo están, quizá, más tranquilos, pero donde las putas son infantilizadas y tiranizadas. Y, un día u otro, todo ese tinglado comenzará a apestar horriblemente y a hacernos tomar conciencia de que las soluciones elegidas no eran las buenas.

Porque nada de todo esto solucionará las violencias de las que las putas son víctimas. Nada de todo esto hará desaparecer la trata, las redes, la matanza. Nada de todo esto tendrá un impacto directo sobre la igualdad de los sexos ni obligará a los que tienen la posibilidad de hacerlo a dejar de querer pagar por sexo. Esto no es una predicción o una apuesta sobre el porvenir: es un hecho.

Un problema de orden moral

Debo admitir que todo esto me cansa a veces sobremanera. Que, de vez en cuando, me mareo a fuerza de dar vueltas en mi mente a estas « cuestiones » (…) para intentar comprenderlas o, en su defecto, para centrifugarlas fuera de mi cerebro. Con ganas de bajar los brazos y conformarme con la comodidad de saber que, en efecto, yo no he elegido, al fin y al cabo, la prostitución como fuente principal de ingresos. Entonces, ¿por qué mancharme las manos, aunque sea de lejos ? ¿Qué me importa a mí que algunos intenten exterminar a las putas como otros han masacrado alguna especie poco fiera? Es una cuestión de selección natural, al fin y al cabo…

Lo siento, pero no, no puedo darme por satisfecha de esa manera. Porque la verdad que algunos no quieren ver es que bastaría sencillamente con despenalizar la prostitución para que mejorara la situación. En otras palabras, dejar a las putas hacer su trabajo, y hacer de forma que la prostitución sea un trabajo como cualquier otro.

Que las prostitutas dejen de ser detenidas, vilipendiadas y discriminadas ni por lo que hacen ni por la manera como lo hacen. Que una persona que practique cualquier forma de trabajo sexual sea considerada de la misma manera que si realizara cualquier otro tipo de trabajo. Que las prostitutas tengan los mismos derechos y los mismos deberes que los demás trabajadores —con sindicatos, convenciones, representantes, etc, que regirían y protegerían su trabajo y les daría acceso a los mismos medios para combatir los abusos.

De esa manera, se podría ver que el único (digo bien, el único) problema de la prostitución es de orden moral. Y como la moral no tiene nada que hacer en una democracia laica y pluralista, el terreno será, de golpe y porrazo, fácil de despejar.

Para los que deseen ver lo que esto podría significar, y vivir durante algunas horas un paréntesis encantado en el que la prostitución no sea ni degradante, ni opresiva, ni coactiva, sino, a la vez, tierna, divertida, frágil, compasiva, lírica y, cierto, un tanto ingrata (pero es también lo que se quiere), apresuraos a ir a ver la obra « Clientes », una maravillosa puesta en escena de las aún más maravillosas palabras de Grisélidis Réal, esa peripatética que reposa hoy en un cementerio de reyes.

 

 

La vida es ya bastante difícil para las prostitutas como para que, además, nuestro trabajo sea penalizado

Por Sheila Farmer 
Viernes 6 enero 2012       

       Esta semana fueron retirados los cargos presentados contra mí como propietaria de burdel. Basta con que dos prostitutas vivan o trabajen juntas para que seamos ilegales. Para estar dentro de la ley debemos trabajar solas. Tras 18 meses de campaña para que se parara mi proceso, dijeron de repente que no había suficientes pruebas. Yo pienso que fue porque yo estaba a punto de abrir la caja de los truenos y las autoridades quisieron que me fuera.

Yo no planeé hacerme prostituta. Tuve una niñez de abusos y violencia que me dejaron con terrores nocturnos y tartamudeo. Como era la hermana mayor, tuve que cuidar de mi madre y de mis hermanos pequeños y aprendí a ser fuerte. Desde la edad de 11 años trabajé en una hamburguesería para pagarme el autobús escolar, la comida y el uniforme escolar. Como la mayoría de las víctimas de violencia doméstica, no tuve ninguna ayuda para escapar.

Quedé embarazada a los 21 años y fui madre soltera a partir de los 23. Estudié para hacerme programadora informática. Esto suponía irme de casa con mi niño de tres años a las 6:45, volver a casa a las 19 y hacer tres horas de estudio nocturno. Fue muy duro pero valió la pena: conseguí un buen trabajo, compré una casa, aprendí a conducir y saqué a mi hijo de la pobreza.

Todo esto cambió cuando perdí la vista en 1992 y desarrollé un tumor cerebral como consecuencia de una diabetes en la infancia. Alquilé un piso para trabajar como prostituta y así poder pagar mis deudas. Mi hijo se convirtió en mi cuidador. Tras una operación, recuperé cierta visión en mi ojo derecho. 

Trabajaba sola. En unos meses fui atacada, violada repetidamente, atada, tomada como rehén y casi estrangulada. Declaré contra mi atacante, pero se libró. Sufrí años de pesadillas y ataques de pánico y decidí no volver a trabajar sola nunca más.

Utilizando mis ganancias de la prostitución, estudié durante cinco años para hacerme asesora, sólo para ver mis oportunidades de trabajo venirse por tierra por estar fichada por la policía como prostituta.

Por esa época, estaba trabajando con amigas porque era más seguro. Cada una se quedaba con lo que ganaba, pero pagábamos entre todas el alquiler, las facturas y los anuncios. Sólo más tarde nos enteramos de que era ilegal trabajar juntas.

Entonces fue cuando sufrí mi segundo ataque más grave. Fuimos robadas a punta de pistola por una banda que había atacado cientos de pisos en el sur de Inglaterra. Casi ninguna víctima iba a la policía por miedo a ser procesadas. A pesar de amenazas de matarme y de prender fuego a mi piso, presté testimonio y fui elogiada por el juez por mi valor.

Nos cambiamos a otro piso que, al cabo de pocos meses, fue allanado por la policía. Fui detenida y acusada de ser propietaria de burdel. Mi amiga, que es albanesa y temía ser deportada, fue presionada para que firmara una declaración.

Yo decidí luchar, ya que mi tumor es ahora maligno y se me acaba el tiempo. ¿Quién tiene derecho a juzgarme? La gente tiene sexo por toda clase de razones. Mi razón era escapar a la trampa de la pobreza. Me han dicho que la prostitución es degradante y autoabusiva, pero ¿cuántas otras personas se sienten sometidas a abuso en sus trabajos?

El English Collective of Prostitutes trabajó conmigo en mi defensa y encabezó una campaña de apoyo. Más de 1.000 personas escribieron a mi diputado parlamentario para protestar. Hablé en la Marcha de las Putas en Trafalgar Square entre los aplausos de 5.000 personas; hablé en Occupy LSX y en otros eventos. Cuento mi historia en la esperanza de que otras mujeres y hombres reconozcan en ella algo de su vida y apoyen nuestra lucha contra la penalización.

La policía usa la trata como una excusa para hostigar a las prostitutas. Pero, según mi experiencia, las víctimas de trata son escasas y no consiguen la ayuda que necesitan. Casi todas las mujeres trabajadoras son como tú y como yo, intentando ganar dinero para vivir. Desde la 2002 Proceeds of Crime Act, que autoriza a la policía a quedarse con nuestro dinero y nuestras posesiones, las detenciones se han disparado. Sencillamente, la policía está haciendo proxenetismo.

Me siento aliviada por no tener que enfrentarme a un juicio, pero enfadada por haber sido procesada. El gobierno dice que necesita hacer recortes, pero dilapida ingentes cantidades de dinero persiguiendo a mujeres como yo.

Duwayne Brooks, amiga de Stephen Lawrence, dijo que los primeros policías que llegaron las trataron como si fueran culpables de algo. Cuando lxs trabajadorxs sexuales denuncian ataques, deben enfrentarse también al prejuicio. La policía puede arrestarnos a nosotras en vez de a nuestros atacantes. Los criminales violentos saben que pueden quedar impunes y atacan a otras, prostitutas o no. ¿Sabe esto la policía, o es que no le importa?

Yo podría trabajar en el trabajo que he elegido sin ser victimizada —la vida es bastante dura. La prostitución ha sido despenalizada en Nueva Zelanda: lxs trabajadorxs sexuales pueden ir a la policía e insistir en su derecho a la seguridad. Si aquí se hicieran los mismos cambios, se podrían salvar muchas vidas. Y ello haría más fácil dejar la prostitución si quisiéramos.

Fuente:

 http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2012/jan/06/prostitutes-criminalised?fb=optOut

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No, la prohibición de la prostitución no es la abolición de una esclavitud

Por Alain Cohen-Dumouchel 

Pubicado el 13/12/2011 

http://www.contrepoints.org/2011/12/13/60195-non-la-prohibition-de-la-prostitution-nest-pas-labolition-dun-esclavage

  Ninguna de las experiencias del pasado puede servir de lección a esta familia política desastrosa que se empeña en un dirigismo obtuso. Uno puede imaginarse fácilmente la nueva catástrofe que una ley que penalice la prostitución provocará al cabo de algunos años. 

Un proyecto de ley destinado a penalizar a los clientes de las prostitutas ha sido registrado en la asamblea nacional (francesa). Esta proposición sigue a un informe publicado en abril pasado por la misión de información parlamentaria sobre la prostitución. La diputada socialista Danielle Bousquet era la presidenta y Guy Geoffroy, UMP, el portavoz. Antes de que este proyecto de ley sea votado, ha sido ya aprobado por unanimidad por la asamblea el 6 de diciembre en una resolución simbólica. Ésta “reafirma la posición abolicionista de Francia, cuyo objetivo final es una sociedad sin prostitución” y juzga “primordial que los políticos públicos ofrezcan alternativas creíbles a la prostitución y garanticen los derechos fundamentales de las personas prostituídas”. 

¿Qué decir de esta resolución y del proyecto de ley que la acompaña?

Lo primero, el método. Confiar una misión parlamentaria sobre un “asunto social” a un socialista es una martingala particularmente gratificante para la derecha. Desde que la izquierda, bajo la influencia del rocardismo, se ha convertido en un bastión de puritanos higienistas, el procedimiento se usa prácticamente en todos los casos. El epíteto “reaccionario” que se creía reservado a la gente de derechas se aplica en adelante perfectamente a las ligas de la virtud socialistas o al culto ecológico. Los jefes de fila de nuestra buena vieja derecha gaullista no vacilan ya, pues, en nombrar a personalidades de la izquierda para encabezar múltiples “comités de ética” o “misiones parlamentarias”, convencidos de que se comportarán como auxiliares celosos de la moral cristiana conservadora. Hacer que la izquierda construya una ley soñada por la derecha es el medio más seguro de hacerla realidad.

A continuación, entrando en el fondo de la cuestión, se podría disertar sobre las preferencias manifestadas por la comisión parlamentaria presidida por Danielle Bousquet que, de doscientas entrevistas, sólo ha tenido quince con prostitutas, de las que sólo siete estaban en actividad, reservando las demás a los “expertos”. Se podría recordar por enésima vez que el Estado, que no renuncia a fiscalizar la prostitución (las prostitutas deben marcar la casilla “beneficios no comerciales” en su declaración de la renta), se sitúa de hecho en situación de proxeneta. Se podría escuchar, mejor, a Morgane Merteuil, secretaria general del sindicato de trabajo sexual, cuando dice que las trabajadoras del sexo no son forzosamente víctimas y que, hablando de los clientes, afirma:”son más respetuosos con nosotras que las feministas abolicionistas”. Se podría subrayar, como hace Elisabeth Badinter, que la única cuestión es que la mujer “no sea obligada”, lo que confirma inteligentemente Morgane Merteuil al distinguir entre proxenetismo de apoyo y proxenetismo de coacción. Se podría decir que la “protección de la mujer” sirve a menudo de pretexto para mantenerlas en la sumisión. El velo, la prohibición del divorcio o de las relaciones prematrimoniales, la carabina, son siempre para “proteger” a las mujeres. Se podría, en fin, evocar el hecho de que el turismo sexual (que se podría denominar también éxodo sexual) permitirá siempre a los que tienen medios escapar a la prohibición del sexo pagado en su país. 

Pero todo esto no sirve de nada. 

Ninguna de las experiencias del pasado puede servir de lección a esta familia política desastrosa que se empeña en un dirigismo obtuso.

¿El empleo va mal? Legislan para penalizar los despidos y provocan una recrudescencia del paro. ¿Se estanca el nivel de vida? Decretan el salario mínimo más elevado del mundo y condenan a la exclusión a todos aquellos cuyo trabajo vale menos que ese umbral artificial. ¿Los inquilinos tienen dificultades para llegar a fin de mes? Impiden el recobro de los alquileres impagados y provocan una penuria de pisos en alquiler y un alza de los alquileres. ¿Las drogas son contrarias a su moral? Las prohiben y provocan un gigantesco tráfico internacional, la financiación del terrorismo y la difusión de drogas a la salida de los colegios. ¿La economía no es suficientemente dinámica?  Mantienen un déficit permanente durante cuarenta años para satisfacer a su clientela electoral y ponen a su país en situación de quiebra.

Se puede imaginar fácilmente la nueva catástrofe que una ley que penalice la prostitución provocará al cabo de algunos años: trata exclusivamente en manos de la mafia, violencia y clandestinidad para las mujeres, éxodo sexual para los ricos, menos ingresos fiscales y más gastos ligados a la represión para el Estado. ¡Un desastre más en el activo de los constructivistas!

Pero hemos guardado lo más escandaloso de este asunto para el final, ya que la expresión “La posición abolicionista de Francia”, empleada en la resolución votada por la asamblea, pretende, claramente, establecer un paralelismo entre la futura ley y nada menos que la abolición de la esclavitud.

Tras haber llevado al país a la quiebra, nuestros diputados pretenden, pues, compararse a los que abolieron la esclavitud. Mala suerte para ellos, ya que son los antecesores de los liberales quienes, por dos veces, antes y después de Napoleón, abolieron la esclavitud en nombre de los Derechos del Hombre de 1789 que establecen como principio inalienable la libertad y la propiedad de cada individuo sobre su cuerpo y sobre los frutos de su trabajo. Es, pues, evidente que, en nombre de estos mismos principios, la práctica de la prostitución entre adultos libres y que consienten,  sin coerción pues, debe ser posible sin penalización del prestatario del servicio (es decir, del prostituto o de la prostituta) ni del consumidor. A la inversa, la penalización de la prostitución es muy claramente una forma de esclavitud, ya que lleva a  no reconocer la propiedad de los individuos sobre su cuerpo y sobre los frutos de su trabajo.

Los que quieren hacer pasar a los ojos de la opinión pública la prohibición de la prostitución por la abolición de la esclavitud son, pues, como se prefiera, usurpadores o incultos. ¡En todo caso, hace falta que se vayan pronto!

Fuente:

 

 

Abolición de la prostitución : ¡no penalicéis a mis clientes!

 Por Thierry Schaffauser

Editado por Gaëlle-Marie Zimmermann

http://leplus.nouvelobs.com/contribution/220592;abolition-de-la-prostitution-ne-penalisez-pas-mes-clients.html  

La penalización de los clientes no va a detener la prostitución. Continuaremos trabajando, pero en peores condiciones. Es un ataque a nuestro medio de subsistencia, una potencial disminución de nuestros ingresos, un aumento de los riesgos de violencias y explotación, un aumento de los contagios de VIH y ETS, y, sobre todo, un estigma y unas discriminaciones aún más institucionalizados.

 

Las putas, víctimas designadas y descalificadas de oficio

La penalización de los clientes es la secuela lógica del estatuto de víctima e inadaptada social que rige desde las ordenanzas de 1960. Es un instrumento para justificar nuestra incapacidad a fin de confiscar nuestra palabra. Somos tratadas como niñas, menores legales o patologizadas con falsas estadísticas sobre supuestas violaciones en la infancia, síndromes de Estocolmo y postraumáticos. [1]

Es asombroso que esta estrategia sea defendida por ciertas corrientes feministas, toda vez que es la misma que fue utilizada contra las mujeres ayer,  cuando eran acusadas por la izquierda de estar manipuladas por la Iglesia para explicar su incapacitación política y la negativa a concederles la igualdad de derechos.

Se nos dice que estamos alienadas, que no podemos ser conscientes de nuestra situación hasta que no hayamos « salido de la prostitución ». Sólo tras haber sido « reinsertadas socialmente » tomaríamos conciencia de nuestro comportamiento autodestructor.

 

Una auténtica discriminación, financiada por los poderes públicos

Se podría comparar estas teorías y prácticas con los discursos homófobos de sedicentes expertos que querían curar a los homosexuales y « reinsertarlos socialmente » por su propio bien. Siempre es posible encontrar a una víctima que haya interiorizado el estigma y que tenga interés en victimizarse para dejar de ser mal considerada. Ahora bien, si en la actualidad la rehabilitación de los homosexuales es percibida como una práctica homófoba, la de las trabajadoras del sexo se considera normal y es subvencionada por el Estado y los organismos locales con el dinero de nuestros impuestos.

Las organizaciones abolicionistas reciben centenares de miles de euros en subvenciones cada año, [2] y autorizaciones para intervenir en las escuelas. Pueden así emprender grandes campañas de desinformación, como las relativas a la trata de seres humanos [3]  durante los acontecimientos deportivos, [4] y para convencer a los medios y a los poderes públicos de que no reconozcan nuestro trabajo y penalicen a nuestros clientes.

Estando privadas de derechos, no siendo reconocidas como trabajadoras excepto cuando hay que pagar impuestos, no pudiendo nunca justificar nuestros ingresos ante un banco o un propietario, siendo discriminadas, a veces detenidas por la policía por ofertar servicios en la vía pública o por proxenetismo cuando nos prestamos entre nosotras una habitación o nos ayudamos; nos vemos reducidas por las leyes y el sistema que éstas defienden a la categoría de excluídas y marginadas.

En estas condiciones, es lógico que ciertas personas deseen finalmente renunciar al trabajo sexual y se decidan a aceptar el estatuto de víctima que se les impone. Todo se hace para hacernos renunciar. El bucle entra en bucle.

Consentimiento y deseo : una mezcla demasiado fácil

Sin embargo, el trabajo sexual es un recurso económico y una solución que hemos encontrado en nuestra vida a fin de resolver una situación financiera difícil en un momento dado, para financiar nuestros estudios, emigrar, mantener a nuestra familia, etc.

Se nos contesta que, por deberse a una necesidad económica, el trabajo sexual no puede ser nunca una auténtica elección. Es verdad que en un sistema capitalista y patriarcal la noción de elección puede ser discutida. Pero, ¿por qué se hace, entonces, sólo para las trabajadores del sexo ? No se pregunta nunca a los demás trabajadores si han hecho una auténtica elección  o si les gusta su trabajo, antes de reconocer sus derechos.

Porque se trata de trabajo sexual, se mezcla la ausencia de deseo con la ausencia de consentimiento. Seríamos víctimas de violación sin darnos cuenta. Este es un camino peligroso, pues lleva a redefinir el concepto de violación. Las trabajadoras del sexo vendrían a ser así como los niños menores de 15 años, incapaces de expresar su consentimiento.

¿Dónde está la lógica cuando los políticos quieren penalizar la sexualidad entre adultos que consienten y, al mismo tiempo, no se hace nada para que cesen las violaciones de putas ? En la actualidad, es muy difícil para lxs trabajadorxs del sexo hacer que les reconozcan las violaciones que ellas y ellos sufren cuando van a denunciarlas, o que la Justicia les considere creíbles. ¿Por qué, pues, penalizar a los hombres que respetan nuestro consentimiento, nuestras condiciones, y nunca a los que violan ? [5]

 

Penalizar a nuestros clientes es ponernos en peligro

Cuando nuestros clientes son penalizados, nos vemos forzadas a trabajar en lugares más apartados, escondidos y peligrosos. Es más difícil imponer condiciones, tarifas y el uso del preservativo cuando hay que subir rápidamente al coche sin tener tiempo de dejar las cosas claras. Esto aumenta el riesgo de aceptar falsos clientes que resulten ser peligrosos o violentos. La prohibición nos empuja a pasar por intermediarios para arreglar la cita con los clientes y refuerza así los riesgos de explotación o la trampa del trabajo forzado.

Tenemos menos acceso a los servicios de salud y los autobuses de prevención de las asociaciones comunitarias de salud tienen más dificultad para encontrarnos. En Suecia, la penalización de los clientes ha sido una excusa para rehusar las prácticas de reducción de riesgos. No hay que dar preservativos a los clientes, pues esto sería inducir a actos criminales. [6]

La penalización de los clientes no tiene un impacto positivo sobre la lucha contra la trata de seres humanos. [7] Impide a los clientes señalar situaciones de abuso que ellos tienen más probabilidades de descubrir. En ciertos países, hay números de teléfono gratuitos a los que pueden llamar, ya que son considerados como aliados, y no criminales. Penalizar a los clientes lleva a malgastar los recursos de la policía y el dinero del contribuyente en detener a inocentes, en lugar de a los tratantes.

 

Cifras falsas, razonamiento sesgado, conclusiones erróneas

Hay muchas pruebas de las consecuencias nefastas que tiene una ley de penalización de los clientes. [8] No sólo la organización sueca de trabajadoras del sexo « Rose Alliance » condena esta ley, sino también todos los investigadores independientes.

La Doctora Laura Agustin [9] ha presentado una extensa crítica del informe parlamentario sueco que evaluaba la ley contra la compra de sexo, informe que, sin embargo, ha servido de modelo al informe parlamentario francés. La Doctora Laura Agustín ha demostrado cómo se han utilizado cifras falsas, se han hecho confusiones y ha faltado metodología. Por ejemplo, el gobierno sueco no hace referencia más que al trabajo sexual de calle, que es muy minoritario, y no da ningún dato sobre los otros sectores de la industria del sexo.

De la misma manera, Petra Östergren y Suzanne Dodillet [10] han echado abajo las pretensiones del gobierno sueco de que la ley había disuadido a los clientes, había permitido reducir la trata de seres humanos o hecho evolucionar la opinión pública.

La penalización de los clientes tendrá, de hecho, más consecuencias sobre nosotras, las trabajadores del sexo. Si los clientes se llevan una multa, nosotras tendremos que sufrir la pérdida de ingresos, y una mayor violencia y explotación. Somos nosotras las que seremos tratadas aún más como pobres chicas sin esperanza. Somos nosotras quienes correremos el riesgo, como pasa en Suecia, de perder la custodia de nuestros hijos por no darnos cuenta de nuestro « comportamiento autodestructivo » y « exponerles » al mismo. Esto es, por otra parte, lo que ya alegan determinados jueces franceses durante los divorcios para denegarnos la custodia.

No olvidemos que nosotras pagamos impuestos y que deberemos seguir pagándolos, como ocurre en los países que penalizan a los clientes. Esto muestra bien la hipocresía de una tal ley que, en realidad, apenas se preocupa de nuestra situación. Los legisladores saben muy bien que el trabajo sexual no desaparecerá. Pero para afirmar los grandes principios sobre el « cuerpo inalienable » y la « dignidad humana », que no son de hecho más que frases hechas, no les parece grave abandonar a las trabajadoras del sexo a su suerte y cerrar los ojos a la realidad. La realidad es que nosotras queremos derechos. No la penalización. [11]

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[1] http://site.strass-syndicat.org/2011/02/les-feministes-doivent-soutenir-et-inclure-les-travailleuses-du-sexe/

[2] http://www.fondationscelles.org/index.php?option=com_content&view=article&id=60%3Amouvement-du-nid&catid=15%3Aguide-des-associations&Itemid=43&lang=fr

[3] http://www.lemonde.fr/idees/article/2010/06/02/combien-de-travailleurs-du-sexe-sommes-nous-par-thierry-schaffauser_1366353_3232.html

[4] http://endehors.net/news/une-legende-urbaine-les-40-000-prostituees-d-europe-de-l-est-importees-en-allemagne-pour-la-coupe-du-monde-de-football

[5] http://lmsi.net/Le-viol-des-putes-et-leur-parole

[6] http://cybersolidaires.typepad.com/files/jaylevy-impacts-de-la-criminalisation-suedoise.pdf

[7] http://lmsi.net/Luttons-serieusement-contre-la

[8] http://lmsi.net/Le-modele-suedois-est-un-echec,1268

[9] http://www.lauraagustin.com/la-loi-suedoise-contre-lachat-de-sexe-la-prostitution-la-traite-efficacite-pas-prouvee

[10] http://www.petraostergren.com/upl/files/56646.pdf

[11] http://www.lemonde.fr/idees/article/2010/12/15/decriminalisez-entierement-le-travail-du-sexe_1453445_3232.html