Trabajadoras sexuales, feministas e ‘influencers’

Un grupo de mujeres brasileñas se gana la vida ejerciendo el trabajo sexual y contando en redes sociales sus experiencias, compartiendo desde consejos picantes hasta enseñanzas sobre finanzas

 

Por Joana Oliveira

SÃO PAULO – 20 de marzo de 2021

https://elpais.com/sociedad/2021-03-20/trabajadoras-sexuales-feministas-e-influencers.html

 

Patrícia Rosa, prostituta y activista feminista lee un libro de la escritora Gabriela Leite, fundadora del Movimiento de Prostitutas de Brasil.Mariana Bernardes / EL PAÍS

 

Se ganan la vida ejerciendo el trabajo sexual en Brasil y contando sus experiencias en las redes sociales, compartiendo desde consejos picantes hasta enseñanzas sobre educación financiera y, sobre todo, feminismo. Con miles (a veces millones) de seguidores, algunas prostitutas que se han convertido en influencers tratan de eliminar los numerosos estigmas de la prostitución. “Los hombres no quieren que hablemos abiertamente de la prostitución, porque estamos hablando de su vida paralela, de algo que hacen a escondidas”, dice Patrícia Rosa, una de estas mujeres, que lleva siete años ejerciendo el trabajo sexual y cuenta parte de su rutina en Instagram. Son actividades como la suya las que hacen posible la ilusión de la monogamia, bromea.

Bajo la interpretación del personaje Chica de Compañía Mentirosa, cuenta sus experiencias como sugar baby (acompañante sostenida por un hombre, normalmente mayor y más rico), lo que ella llama “prostitución tradicional”, pero plantea debates sobre la violencia contra las mujeres, la independencia económica femenina y los derechos que deberían tener las trabajadoras del sexo. Todo ello con un lenguaje simple y directo. “A veces la gente utiliza palabras muy rebuscadas para decir cosas sencillas. Nos convertimos en feministas en el momento en que cuestionamos la naturalización de la misoginia, no creo que necesitemos tener contacto con la filosofía feminista para ello”, aclara Patrícia Rosa, que participa en el Coletivo Puta da Vida.

Fotógrafa, artista y productora cultural, Patrícia comenzó a trabajar con el sexo por la dificultad de mantenerse económicamente. “Para ser una artista con cierta comodidad en Brasil hay que tener dinero”, dice. Se planteó entrar en la prostitución después de darse cuenta de que tenía valor para salir con desconocidos de la aplicación de citas Tinder. “Estas aplicaciones trajeron la popularización del sexo casual y, para mí, tienen la misma dinámica que el trabajo sexual, solo que de una forma menos protegida y no remunerada”.

Esta es una de las cosas que enseña a sus seguidores: el afecto, el cuidado y el placer que una mujer proporciona a un hombre es siempre un trabajo no remunerado. “Todo el mundo trabaja con su cuerpo. Una empleada de servicio doméstico, por ejemplo, trabaja con su cuerpo y gana mucho menos que una puta. Gracias a la prostitución empecé a entender todo el trabajo no remunerado que hacen las mujeres, como cuando se follan a sus novios y maridos gratis y sin disfrutarlo”.

Patrícia dice que la mayoría de las mujeres ven la prostitución en un lugar oscuro porque se les enseña que “ser una puta es lo peor” que puede ser una mujer. “Pero cuando se llega al subempleo, creo que la prostitución es una opción. Y, especialmente para las mujeres pobres, el trabajo sexual es una posibilidad de ascenso social”, afirma.

Patrícia Rosa, trabajadora sexual y activista feminista.Mariana Bernardes

Ese fue el caso de Mara Vale. Tras ver recortadas las dos becas que pagaban su carrera de filología inglesa, decidió abandonar el Estado de Bahía para ir a São Paulo y convertirse en prostituta. Antes, incluso vendía helados para mantenerse, pero solo ganaba 300 o 400 reales al mes (unos 75 dólares). “Si pagaba el alquiler, no comía”, recuerda. Al principio, trató de ser una sugar baby, pero gracias a la orientación de una amiga, decidió hacer su primer programa en Twitter. “Veía series y documentales sobre la prostitución, buscaba cosas para leer, pero había poco contenido al respecto”, dice c, que ahora gana entre 3.000 y 5.000 reales al mes (entre 550 y 900 dólares).

Cuando se dio cuenta de lo difícil que era encontrar material sobre la prostitución, creó un canal en YouTube, que alcanzó 15 millones de visitas y 183.000 suscriptores, para enseñar a otras mujeres cómo iniciarse en el mundo del trabajo sexual. Allí y en Instagram relata las experiencias más destacadas con sus clientes, da consejos sobre sexo oral y organización financiera, enseña a hacer programas por anuncio y advierte a las mujeres sobre las estafas más comunes de los clientes.

En los vídeos más íntimos, habla de cómo lidia con su depresión y responde a las críticas de quienes dicen que “ser una puta es el camino más fácil”. “Renuncié a mi sueño de ser profesora de inglés porque me moría de hambre. No me arrepiento de haberme abierto de piernas y de haber cobrado por ello”, dice. Vale también cuenta que el autoestima y el respeto por una misma cambian cuando una mujer empieza a cobrar por el sexo. “He tenido relaciones con hombres que no se preocupaban por mí. Ahora los chicos me tratan como una reina, me siento más valorada. No pretendo dar glamur a la prostitución, pero trabajo a la hora que quiero, sirvo a quien quiero y amueblo mi casa pagando todo en efectivo”.

Mara Vale no interpreta un personaje: aparece con la cara limpia y en pijama en muchos de sus videos. Patrícia Rosa, en cambio, encarna “la típica Bruna Surfistinha, la chica de clase media, chica de compañía” que hace trabajo sexual porque quiere, no porque lo necesita. “Es una especie de autopreservación. Cuando creen que estás ahí porque lo necesitas, piensan que vas a aceptar cualquier cosa”, explica. La mujer explica que no se priva de publicar fotos en redes con su familia y amigos. “Tenemos que mostrar que las putas también son personas, tienen vidas, tienen familias, se divierten”. En este proceso de normalización, ella misma empezó a contar a algunos miembros de su familia cuál es su sustento de vida. Cuando salen con hombres y mujeres más allá de su profesión, las prostitutas escuchadas en este reportaje no ocultan con qué trabajan, pero, siempre que es posible, prefieren dejar el romanticismo fuera de estas relaciones.

Quien también expone su vida personal y profesional en las redes es Lays Peace, una prostituta de 21 años que se hizo famosa durante la pandemia, alcanzando casi dos millones de seguidores en Instagram. Comparte desde momentos con su madre hasta informes de reuniones con clientes. En un vídeo, aparece besando a su novio, en otro corre detrás de un hombre que se negó a pagarle. En sus señales en directo, enseña a hacer cosas como la inversión —cuando la mujer penetra al hombre—. “Ayuda a otras mujeres a convertirse en prostitutas de lujo. ¿En qué otro momento del mundo una prostituta sería una influencer? Incluso hasta la visión de lo que es ser una puta, de lo que es ser una mujer empoderada de su sexo, está cambiando”, celebra Patrícia. Y Lays no oculta cuánto cobra. El pasado 17 de febrero, por ejemplo, anunció una “promoción” de sus servicios: 3.000 reales por una cena con ella, más una cita de una hora.

Al reivindicarse como prostitutas feministas, contradicen la corriente del movimiento por los derechos de la mujer que cree que la prostitución debe ser abolida, ya que la considera una “violación pagada”. Estas activistas entienden que la relación sexual, en la prostitución, implica necesariamente la violación de la persona que la ejerce, ya que el consentimiento se obtendría a través del dinero. Es el caso de QG Feminista, un grupo de mujeres de entre 18 y 45 años, de los más diversos ámbitos, que están a favor de la abolición del trabajo sexual porque entienden que, además de perpetuar el poder de los hombres, el “comercio sexual depende tanto del racismo como del colonialismo para explotar a mujeres y niñas de todo el mundo”.

La explotación sexual infantil es precisamente otro argumento utilizado por las abolicionistas. En este sentido, Patrícia Rosa es tajante: “La prostitución es diferente de la explotación sexual infantil. Los niños no trabajan y punto, en ningún contexto. La prostitución es un trabajo elegido por las mujeres adultas. La reglamentación del trabajo sexual ayudaría incluso a proteger a los niños”, afirma.

Sobre la supuesta incoherencia de ser “puta y feminista” —otro argumento utilizado por las abolicionistas, casi siempre en tono acusador—, Monique Prada, prostituta, autora del libro Putafeminista (Ed. Veneta, 2018) y una de las fundadoras de la Central Única de Trabajadoras Sexuales, que lucha por los derechos de la categoría profesional, dice que “aislar a las trabajadoras sexuales del feminismo es como condenarlas a la violencia e impedirles luchar por cambios esenciales en su entorno”. “Algunas corrientes feministas aíslan a las trabajadoras del sexo por puro moralismo, al igual que las iglesias”, añade.

“La prostitución incomoda a la sociedad porque se trata de una mujer dueña de su sexualidad que decide venderla. ¿Por qué a las feministas blancas les molesta más esto que la explotación a la que están sometidas sus empleadas de servicio doméstico negras?”, agrega Patrícia.

Las putativistas argumentan que la reglamentación del trabajo sexual protegerá a las mujeres de la violencia, facilitará la fiscalización y la lucha contra la explotación infantil, y permitirá organizar el precio de este trabajo. Para Patrícia, los casos de mayor violencia que se producen en su oficio es cuando un cliente se niega a pagar y cuando intentan mantener relaciones sexuales sin preservativo. Una vez se enfadó cuando un cliente le envió en broma el vídeo de un marido que estrangulaba a su mujer cuando se enteraba de que ella hacía programas de Youtube con otros hombres. “Lo sentí como una amenaza. Después de eso, lo bloqueé de mi vida”. Sin embargo, afirma que la violencia no puede utilizarse para estigmatizar el trabajo sexual. “Todas las mujeres sufren acoso en el trabajo. Ya no siento miedo por ser prostituta, he sufrido más violencia fuera del trabajo sexual que en la prostitución”, aclara.

Patrícia y Monique afirman que las redes sociales y la popularización de plataformas como Only Fans han facilitado el intercambio de información, incluida la económica, y las experiencias de autoprotección entre las prostitutas. “De todos los trabajos que he hecho, solo con la prostitución aprendí cuánto vale mi tiempo. E internet ayudó a fijar los precios, porque hablamos entre nosotras”, cuenta Patrícia. Como no todas las trabajadoras sexuales tienen acceso a internet o saben utilizar las redes sociales, la Articulación de Prostitutas de Brasil ha ofrecido cursos sobre herramientas digitales.

 

«¿Cómo me gano la vida?» Las prostitutas de Malaui, desesperadas por la pandemia

 

19 de marzo de 2021

https://www.swissinfo.ch/spa/–c%C3%B3mo-me-gano-la-vida—las-prostitutas-de-malaui–desesperadas-por-la-pandemia/46462328

 

Miembros de una asociación de prostitutas en Malaui manifiestan el 28 de enero en Lilongüe contra las restricciones para frenar el covid-19, que disminuyen drásticamente sus actividades afp_tickers

 

(AFP) Sin avisar, la policía dispersa con gases lacrimógenos a los rezagados delante de los bares de una barriada de la capital de Malaui para imponer el toque de queda. «Y yo ¿cómo me gano la vida?», suelta Yvonne, una joven prostituta.

Su burdel se halla, adrede, muy cerca de uno de los bistrós más concurridos de la zona 25, en Lilongüe. Pero desde las restricciones decretadas por el covid y las redadas policiales diarias para obligar a respetarlas los clientes se van a las 20H00.

«Mi trabajo comienza al anochecer, justo cuando echan a todo el mundo», afirma suspirando la joven de 25 años con un vestido rojo ceñido y rastas rubias para hacer resaltar su tez clara en una mesa con un refresco delante, junto a una amiga. En los tiempos que corren no puede permitirse otra cosa…

Malaui, muy pobre, fue hasta enero uno de los últimos países en no haber optado por un confinamiento para combatir la pandemia.

En abril, la justicia prohibió las restricciones para salvar una economía frágil, basada sobre todo en el empleo informal. Pero a principios de este año, debido al aumento de los contagios, el presidente Lazarus Chakwera ordenó un toque de queda nocturno, limitó la venta de alcohol y cerró los colegios durante tres semanas.

Según las cifras oficiales, Malaui cuenta con casi 33.000 casos de covid-19 y unos mil muertos, para 18 millones de habitantes.

El mes pasado, decenas de trabajadoras sexuales salieron a las calles para protestar contra las restricciones sanitarias, que las privan de su modo de sustento. «Es injusto, por culpa de las nuevas normas, no ganamos dinero», acusan.

– «Pagar el colegio y el jabón» –

«La prostitución es un trabajo de verdad. Pagamos nuestras facturas, nuestros alquileres, enviamos a nuestros hijos al colegio con este dinero», explica a la AFP Zinenani Majawa, del sindicato de trabajadoras sexuales.

Según la organización, que milita por extender la apertura de los bares hasta la medianoche y los fines de semana, el país tiene más de 20.000 prostitutas. En este pequeño Estado del sur de África, la ley castiga el proxenetismo pero no la prostitución.

En Chipoka, una ciudad portuaria otrora próspera a orillas del lago Malaui, Joyce Banda, de 58 años, cuenta a la AFP que ha tenido altibajos durante sus 33 años como prostituta. Pero nada comparado con los problemas causados por la pandemia.

«Tenemos niños que alimentar. Tenemos que lavarnos y lavar la ropa. ¿Cómo vamos a comprar jabón si los bares siguen cerrando a las 20H00?», afirma angustiada.

«¿Dónde vamos a encontrar clientes?», pregunta Martha Mzumara, también prostituta.

En este país conservador no todos se compadecen.

«Me parecen un poco egoístas. Muchas empresas se han visto afectadas, varias han cerrado. En Malaui tenemos suerte de que los bares estén abiertos», opina el juez Madalitso Banda de la coalición de los defensores de los derechos humanos.

La asociación de abogados del país, la Law Society, estima que las reglas están «justificadas» en un contexto de pandemia mundial. «Algunos derechos pueden verse limitados para salvaguardar otros», afirma la directora, Martha Kaukonde.

 

Muerte al proxeneta: el futuro del trabajo sexual en América Latina

Las trabajadoras sexuales están organizadas, exigen que se reconozcan sus derechos laborales y acabar con el proxenetismo. En Chile nace una web por y para putas, donde podrán vender sus servicios sin intermediarios y con un sello inclusivo. 

 

Por Greta di Girolamo Harsanyi

18 de marzo de 2021

https://www.vice.com/es/article/akdbnk/muerte-al-proxeneta-el-futuro-del-trabajo-sexual-en-america-latina

 

La revolución puteril está siendo en Sudamérica.

Eso concluyen las cuatro trabajadoras sexuales sentadas a la mesa. Entre ellas está Hirenka, trabajadorx sexual de 20 años, no binarix y mapuche, pueblo indígena del Cono Sur. Es integrante de Fundación Margen, una organización de trabajadoras sexuales de Chile. Lleva el pelo corto decolorado, polera suelta, lentes ópticos, el cuello tatuado con las fases de la luna y tres piercings en la nariz. Hirenka desafía el estereotipo de prostituta que suelen cargar las mentes.

“Cuando dices puta, automáticamente viene a tu cabeza la imagen de una mujer derruida, mal maquillada, cagá de frío en una esquina. Eso es una construcción que se ha hecho. Es muy importante deconstruir este imaginario caricaturesco de trabajadora sexual como una persona miserable y aterrizarlo más bien como personas políticamente informadas que estamos luchando por nuestros derechos y para que nuestro trabajo sea validado como tal. No nos encontramos en papel de víctimas ni delincuentes. El abolicionismo no nos posiciona como sujetos capaces de decidir. Nos patologiza o nos victimiza”, dice Hirenka.

El abolicionismo es su enemigo.

De este son partidarios  los conservadores religiosos, para quienes el trabajo sexual es inmoral y atenta contra las buenas costumbres y un largo etcétera especialmente estricto cuando se trata de la vida sexual de las mujeres.

También  las feministas abolicionistas, que plantean que las mujeres que “venden sus cuerpos” lo hacen porque no han tenido otra oportunidad de subsistencia en la vida y que el porno y la prostitución deben erradicarse porque perpetúan la cosificación de las mujeres.

“El abolicionismo dice que no existe el consentimiento con dinero de por medio porque el consentimiento no se compra. Entonces, que nosotras somos las violadas. Y no. Imagínate eso, que ya ni siquiera yo pueda decir ‘yo consentí’, porque me dicen ‘sos una pobre boluda que no entiende nada y te están violando’. Ni siquiera tenemos autonomía, nos están quitando nuestro derecho a disentir”, dice Pochi, trabajadora sexual  de 30 años y fotógrafa erótica que se ha dedicado a retratar a personas con cuerpos e identidades sexuales no convencionales.

Según la lógica de que si hay dinero de por medio no existe consentimiento real, ¿cuántas personas toman decisiones consentidas, de forma totalmente libre? Lo dice Virgine Despentes en la Teoría King Kong: en un contexto en el cual el patriarcado explota a las mujeres en todos sus quehaceres, la prostitución se abre como un trabajo en el cual pueden ganar más dinero trabajando menos horas. ¿Por qué preferir ser explotada en una fábrica textil o ejercer trabajo doméstico no remunerado en el matrimonio antes que prostituirse? ¿Es más escandaloso solamente porque está implicado lo sexual/genital? ¿Es lo sexual más sagrado que la salud física y mental de las obreras?

“La sociedad ve tan normal comercializar las ideas o prostituir los ideales. Comercializar con el sexo es mi decisión”, dice Olympia Loló, documentalista y trabajadora sexual de 34 años que se ha formado como asistente sexual para atender a personas con diversidad funcional-discapacidad.

Trabajo sexual es trabajo

Además de que es un trabajo más rentable que muchos otros, el trabajo sexual es algo que a varias les apasiona y a través de lo cual encontraron su empoderamiento y autoplacer. Lo que sí es incuestionable es que las trabajadoras sexuales viven en constante precariedad y vulneración.

La Red de Trabajadoras Sexuales de América Latina y El Caribe (RedTrasex) nació en 1997 y agrupa a trabajadoras sexuales y organizaciones de catorce países de la región. Lleva años reuniendo testimonios y haciendo estudios sobre la situación que se vive en la región y todas las conclusiones apuntan a que el gran problema es el estigma social y la clandestinidad en la que están obligadas a trabajar. El objetivo primordial de RedTrasex es conseguir que los estados de la región consideren lo que hacen ellas como cualquier otro trabajo y, por lo tanto, les garanticen ciertos derechos laborales.

“En un futuro no muy lejano el trabajo sexual va a ser reconocido como tal porque no les va a quedar otra. Por la fuerza del movimiento latinoamericano que, te aseguro, no la tiene ningún otro movimiento de ningún otro continente. El compromiso de las trabajadoras sexuales latinoamericanas es admirado por compañeras de varios países del mundo. Con falta de recursos económicos, muy poca cooperación internacional, con fuerza y garras, somos capaces de hacer las cosas que hacemos”, dice Elena Reynaga, trabajadora sexual de 67 años y Secretaria Ejecutiva de la RedTrasex. Y añade: “Esto va a ser como el tema de la ley de aborto: los países van a aflojar de a poco. No pasarán más de tres o cuatro años. Pero no queremos que ningún iluminado nos diga cómo tiene que ser nuestra ley. Lo que queremos es que nos convoquen y nos dejen participar”.


“En un futuro no muy lejano el trabajo sexual va a ser reconocido como tal porque no les va a quedar otra. Por la fuerza del movimiento latinoamericano que, te aseguro, no la tiene ningún otro movimiento de ningún otro continente”.


Para lograr su objetivo, se involucran en  instancias internacionales, como en las asambleas generales de la OEA y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, lo que va de la mano con el trabajo territorial en cada país.

En Chile, por ejemplo, la Fundación Margen está impulsando la creación de un gran sindicato nacional de trabajadoras sexuales. “De aquí a dos años más queremos que a nivel nacional y latinoamericano todas lleguemos a formar sindicatos de trabajadoras sexuales”, dice Herminda González, trabajadora sexual de 59 años, directora de Margen y secretaria organizacional de la RedTrasex. Además, están trabajando en un proyecto de ley que propone que trabajadoras sexuales paguen impuestos, tengan derecho a salud y jubilación y sean protegidas frente a proxenetas físicos y virtuales.

Las condiciones legales tienen variaciones según el país, pero en general ocurre lo que pasa en Chile: el trabajo sexual no es del todo ilegal pero tampoco está regularizado. “Hay un vacío legal del que se aprovechan las fuerzas de seguridad para chantajear y el proxenetismo para explotar. Seguimos sin tener derechos laborales, nuestro trabajo está cada día más clandestinizado. Y todas las políticas que hay van dirigidas a la trata, el tráfico y el proxenetismo, eso nos invisibiliza”, dice Elena Reynaga.

En Argentina, por ejemplo, en 2012 se aprobó una modificación a la ley 26.842, que eliminó la posibilidad de que pueda existir consentimiento para dedicarse al trabajo sexual. “Ha mezclado los conceptos de trata de personas con destino a la industria del sexo y trabajo sexual consentido, lo que a su vez ha conducido a allanamientos violentos y coercitivos llevados a cabo por agentes de las fuerzas del orden en domicilios y lugares de trabajo de personas dedicadas al trabajo sexual”, indica un informe de Amnistía Internacional al respecto.

Ammar, organización argentina de trabajadoras sexuales, viene levantando la voz hace años por este tema, alertando que la ley precariza aún más a quienes ejercen el comercio sexual e incluso las lleva a la cárcel. En su página web se lee: “bajo este esquema sólo se escucha a quien se identifica como víctima de explotación sexual mientras que aquellas mujeres que no encajan en ese perfil son consideradas automáticamente como victimarias”.

Otro ejemplo es la ley FOSTA/SESTA. FOSTA es por Fight Online Sex Trafficking Act (Lucha contra el tráfico sexual en línea) y SESTA es por Stop Enabling Sex Traffickers Act (Detener la habilitación a traficantes sexuales). Fue aprobada por Trump en 2018 con el supuesto objetivo de combatir la trata de personas con fines de explotación sexual y su oferta en Internet. Lo que hace es prohibir todo contenido que podría estar relacionado con la prostitución y responsabilizar de su publicación a los dominios estadounidenses. O sea, los .com. O sea, casi todas las páginas que usamos, tipo Facebook o Instagram y también muchas especializadas en contenido erótico.

La ley —que no ha demostrado tener efectividad en el combate contra la trata— ha perjudicado a miles de trabajadoras sexuales. Sin previo aviso ni posibilidad de reclamo, a muchas les cerraron sus cuentas en redes sociales, donde mostraban su trabajo, se comunicaban con clientes, generaban redes de apoyo con otras trabajadoras sexuales y desarrollaban su activismo.

“Lo que genera esta ley es más la marginalización que una lucha real contra la trata de personas”, dice SkinByrd, trabajadora sexual virtual de 31 años, especializada en BDSM.  En 2019 le cerraron sus cuentas de Instagram y Facebook, cercenando muchas de sus redes de contacto, el respaldo de todo su trabajo durante años —que no es otra cosa que su curriculum— y los contratos que tenía como influencer con marcas; sin seguidores, se acaba el acuerdo. “Fue un promedio de 1.500 euros que de un momento a otro se eliminaron en mi cuenta anual”, dice.

Sin la posibilidad de trabajar por su propia cuenta, ya sea accediendo a espacios para atender clientes o promocionando y vendiendo contenido erótico de forma independiente, las trabajadoras sexuales quedan sometidas al yugo del proxenetismo.

Neoproxenetismo 

El proxenetismo se ha reinventado. Están los clubes que, si bien no suelen recortar las ganancias de las trabajadoras sexuales, muchas veces operan con mafias bajo un ambiente de constante amenaza.

“Como el trabajo sexual no está regularizado, pero sí existe y genera mucho dinero, quedamos en manos de mafiosos, gente corrupta, que tiene cero conocimiento de educación sexual y empatía con las trabajadoras sexuales. Hay situaciones nefastas, te arriesgas y a veces trabajas con angustia. No deberíamos estar relacionadas con personas peligrosas o que roban por el solo hecho de querer trabajar en el comercio sexual”, dice Olimpya Loló, que ha trabajado en clubes de Chile, España y Brasil y también en agencias.


“No deberíamos estar relacionadas con personas peligrosas o que roban por el solo hecho de querer trabajar en el comercio sexual”.


Las agencias publican fotos y videos de mujeres. Las que son escogidas por un cliente, van a hoteles o en algunos casos la misma agencia arrienda un espacio donde pueden tener sexo. Ese arriendo también ocurre en otra modalidad que es “trabajo sexual de departamento”. Para que todo salga a cuenta, a veces tienen que atender a más de seis clientes en un día.

Y está el proxenetismo virtual, muy común y muy poco visibilizado. Es el abuso de material erótico, como fotos y videos, ya sea lucrando con él o extorsionando a las mujeres que lo producen, quienes muchas veces lo hacen en secreto. Por alguna de estas situaciones  han pasado muchas trabajadoras sexuales virtuales.

“El proxenetismo virtual es muy rápido, es la sinvergüenzura a la orden del día. Como no podemos ofrecer nuestros servicios en Mercado Libre, por ejemplo, se han creado plataformas específicas para trabajadoras sexuales, que terminan cobrando el 40% de lo que la chica gana. Muchas veces se quedan con videos producidos por compañeras y las chantajean con divulgarlos”, dice Elena.

“Son páginas administradas por hombres hétero-cis. Siempre está el tema de las categorías: culonas, negras, vip… en algunas páginas incluso te pueden poner puntaje y los clientes ponen comentarios como ‘era muy gorda’ o ‘tenía muchos pelos’. Te pueden cerrar la cuenta cuando quieran y se quedan con tus dólares y no hay dónde reclamar. Se lavan las manos”, dice Hirenka.

Para algunas entra en esta etiqueta OnlyFans: plataforma web de venta de contenido exclusivo que ha sido muy utilizada por las trabajadoras sexuales y ha tenido su boom durante la pandemia. Fue fundada por Tim Stokely y es administrada por Fenix International Ltd., cuyo dueño es Leo Radvinsky, un hombre que ha sido demandado por robo y estafa, y acusado de administrar sitios de contenido erótico con etiquetas de búsqueda asociadas a menores de edad. En una entrevista que dio en diciembre de 2020, Stokely aseguró que la plataforma suma 500 mil usuarios por día y deja más de 200 millones de dólares por mes a sus creadores. “Es gente millonaria que se llena los bolsillos gracias a un grupo marginal”, dice Skinbyrd.

Putas autónomas

Muerte al proxeneta.

Muerte al patriarcado.

Muerte al policía.

Muerte al pedófilo.

Todo eso significa, también, MAP: Movimiento Autogestionado de Putas. Una organización que nació el año pasado por la unión de nueve trabajadoras sexuales de Chile y Argentina decididas a terminar de una vez por todas con la precariedad de su trabajo. O al menos disminuirla. Entre ellas están Pochi, Hirenka, Skinbyrd y Olympia Loló.

MAP no es sólo un movimiento, es una empresa inscrita legalmente. Y su proyecto estrella es Erótida, una plataforma web donde las trabajadoras sexuales podrán ofrecer sus diferentes servicios: citas presenciales, fotos, videos, videollamadas e incluso productos de sus emprendimientos, como accesorios eróticos o lencería hecha a mano por ellas. Cada una tendrá su perfil y su calendario para agendar.

“Lo estamos haciendo todo nosotras. No queremos depender de nadie ni que nadie gane plata a costas de nuestro trabajo. Todo lo que no sabemos lo vamos a aprender y lo vamos a hacer nosotras mismas”, dice Pochi, quien lidera la creación de Erótida.


“Lo estamos haciendo todo nosotras. No queremos depender de nadie ni que nadie gane plata a costas de nuestro trabajo”.


Pochi está estudiando diseño de experiencia de usuario, Olympia está aprendiendo after effects y planea tomar un curso animación 3D, Skinbyrd aún no decide si comenzar un curso de marketing digital o uno de project manager.

Las tres están sentadas alrededor de una mesa en una pieza de la casa de Pochi que está habilitada como la primera oficina de Erótida. Están en reunión. En la pared cuelga una hoja con el logo de Erótida: una especie de diablilla rosada con cuernos y botas de taco alto. También una hoja con las posibles paletas de colores y tipografías de la marca. En la mesa también están Hirenka y Cristian. Cristian es algo así como el sugar daddy.

Sugar daddy: Persona (en general hombre) que da regalos, dineros u otros beneficios a cambio de sostener un vínculo sexual y/o afectivo con otra persona (en general mujer). Tipos de sugar daddy y tipos de intercambios hay miles.

Cristian y Pochi se conocieron porque él era su cliente, y han ido profundizando su vínculo. Ahora él es el inversor del proyecto, ha puesto a disposición su plata y su trabajo como ingeniero en informática. Cristian y Pochi son la dupla maestra que está haciendo el diseño y desarrollo web de Erótida, un proyecto que costaría más de 30 mil dólares mandar a hacer.

Hablan en un lenguaje incomprensible, lleno de tecnicismos computines que también están anotados en la pizarra del fondo. Una de las cosas que traducen es esta: por FOSTA/SESTA los servidores gringos son muy restrictivos para el trabajo sexual y por eso buscaron servidores del mundo entero para elegir el más liberal; dieron con uno australiano que les permite publicar y vender contenido erótico sin censura. De hecho, su mayor inspiración es Tryst.link, una página australiana de contenido erótico hecha por trabajadoras sexuales.

Para desarrollar Erótida hicieron un estudio de mercado con una encuesta que contestaron 200 trabajadoras sexuales de distintas edades,  con diferentes ganancias y de distintos países: Chile, Argentina, México Perú, Uruguay y Colombia. La conclusión fue que todas trabajan con inseguridad, no confían en las agencias ni en los sitios web, tienen muchos problemas para retirar su dinero y están cansadas de perder tiempo hablando con tipos que finalmente no les pagan por sus servicios.

La estrategia del equipo Erótida es ofrecer una solución a esos problemas y así, además de ayudar a la comunidad, atraer a las trabajadoras sexuales y que lleven sus clientes a la página. Además de la posibilidad de reunir todos sus servicios y tipo de contenido en un solo sitio, Erótida promete un sistema de seguridad que no permite sacar pantallazos ni descargar contenido sin que haya sido pagado, cero censura, un sistema de dinero virtual con “eroticoins” que les permitirá acceder a sus ganancias de forma fácil y cuando quieran y la confianza de que es dirigido por y para trabajadoras sexuales.

A diferencia de las páginas típicas, el chat no será para que los clientes puedan opinar de culos y pelos, sino un foro interno para generar redes y confianza entre las trabajadoras sexuales. Para que sean ellas las que se pasen los datos de los buenos y malos clientes.

Erótida ya tiene su propia productora audiovisual: Erotida films, a cargo del corto Kill your local rapist, estrenado el año pasado vía streaming y exhibido en el festival de cine Excéntricofest. Planean lanzar un podcast y una revista web, con contenido producido por y para trabajadoras sexuales.

Y ofrecerán asesoría legal, un sistema de ayuda económica y capacitaciones. Todo esto bajo valores de no competencia y tolerancia cero a conductas de odio hacia personas LGBTIQ+.

“Queremos construir comunidad. Reivindicar y visibilizar a las putas, darles voz. Queremos que nuestra red de trabajadoras sexuales crezca y sea más poderosa. Porque solo nos tenemos a nosotras”, dice Pochi.

Erótida se pondrá en marcha en Chile y Argentina durante abril y el plan es expandirla por toda América Latina y el Caribe más adelante.

La visión es esta: en el futuro, el trabajo sexual será normado como trabajo, tendrá un sello inclusivo, quienes lo ejerzan no dependerán del proxenetismo y habrán poderosos sindicatos de trabajadoras sexuales en todos los países de América Latina y el Caribe. Aquí, la palabra puta se cargará con orgullo.

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Yvette Luhrs: «Me gusta usar mi cuerpo para ganar dinero»

Una prostituta quiere llevar al Parlamento el pulso con el Gobierno por las limitaciones al ejercicio de la prostitución en la pandemia y se presenta a las elecciones en los Países Bajos

 

Por Enrique Serbeto

17 de marzo de 2021

https://webcache.googleusercontent.com/search?q=cache:KHLwUIshPAIJ:https://www.abc.es/sociedad/abci-yvette-luhrs-gusta-usar-cuerpo-para-ganar-dinero-202103170017_noticia.html+&cd=14&hl=es&ct=clnk&gl=es

 

 

A los holandeses se les puede reprochar muchas cosas además de su muy merecida fama de tacaños, pero no la timidez ni el pudor a la hora de exponer a plena luz del día cualquier asunto, cuanto más escandaloso, mejor. En estos tiempos, que una mujer de 36 años se presente a las elecciones legislativas con un currículum en el que se dice que le encanta el sexo y más aún vivir de ello ha escandalizado más a los demás europeos que a los propios holandeses. Esto es lo que hace Yvette Luhrs, que representa a un partido llamado BIJ1que aparece en las encuestas con el 1% de las posibilidades de voto, pero que gana páginas en los periódicos de todo el mundo como una defensora de la prostitución que quiere llegar al Parlamento para sentar un precedente.

Esta es la manera con la que se ha hecho famosa una muchacha que ha pasado por la Universidad, pero que prefiere ganarse la vida con el sexo y a partir de ahora, si se cumplen sus planes, también con la política.

Forma parte de la plataforma Sex Work Expertise, que promueve el ejercicio de la prostitución en los locales de la zona roja de Amsterdam que fueron adquiridos por fondos de inversión para facilitar el ejercicio autónomo de este negocio. Antes de dar el salto a la política había logrado gran notoriedad luchando contra las limitaciones impuestas para el control de la pandemia a este negocio. El Gobierno de Mark Rutte colocó a la prostitución primero entre las «actividades prohibidas porque «requieren un intenso esfuerzo físico» como los gimnasios. Después de la primera ola de contagios logró que considerasen al sexo de pago como «profesiones de contacto» como las peluquerías, pero cuando empezaron a levantarse las restricciones, el negocio de la prostitución siguió clausurado debido al «carácter específico» de esta actividad. Yvette Luhrs, respondió con una campaña basada en que «no hay ninguna investigación que yo sepa que las trabajadoras sexuales y sus clientes tengan más probabilidades de infectarse que los alumnos de las autoescuelas o los masajes terapéuticos».

Lurs ha promovido un estricto protocolo de seguridad para los clientes. Además de las mascarillas y el cambio de ropa de cama después de cada usuario, también asegura que el cliente y la trabajadora sexual tienen que evitar la zona de respiración del otro ajustando las actividades en consecuencia, es decir que no se utilizará la posición del misionero. El Gobierno no atiende a sus razones, así que su mejor opción ha sido la de presentarse a las elecciones.

Luhrs cuenta que todo empezó cuando era pequeña y en su casa apareció un libro sueco sobre sexualidad. Sus padres eran también muy abiertos a la hora de hablar del tema y ella empezó a interesarse muy pronto por el sexo. Fue a la Universidad, pero ahora confiesa que a pesar de tener competencias para pagar sus facturas de muchas otras formas «me gusta el hecho de poder usar mis conocimientos intelectuales y mi cuerpo para ganar dinero». Durante mucho tiempo hizo lo que llama «pornografía feminista» pero seguramente era más rentable la vitrina del barrio rojo. Si sale elegida podrá comparar con el sueldo de diputada.

 

Empoderamiento y hermandad: la labor comunitaria de las trabajadoras sexuales luego de un año de pandemia

Varias organizaciones comunitarias han creado , a través de la creatividad y la solidaridad, redes de apoyo para uno de los grupos más vulnerados y estigmatizados del Barrio Santa Fé. 

“El enemigo número uno de la puta es la policía y el Estado, que no cuida a nadie, menos a nosotras. Pero ha sido muy duro tener que reconocer que adicional tenemos un nuevo enemigo que son las otras mujeres, que nos han querido tachar de incorrectas y servidoras del patriarcado, cuando hacemos todo lo posible para hacer lo contrario. El prejuicio ha vuelto. A mi me parece que esto es un momento histórico porque ahora la trabajadora sexual se levanta, habla, resiste, se reconoce como tal y esto es nuevo, no pasaba antes, y nos hemos levantado contra el sistema, el patriarcado, iglesia, todo, pero nos toca volver a callarnos porque algunas mujeres nos quieren silenciar”

 

Por Luz Lancheros

12 de marzo de 2021

https://www.publimetro.co/co/bogota/2021/03/12/empoderamiento-y-hermandad-la-labor-comunitaria-de-las-trabajadoras-sexuales-luego-de-un-ano-de-pandemia.html

 

Uno de los sectores más vulnerables, estigmatizados y violentados por la pandemia ha sido el de las trabajadoras sexuales, que sin apoyos, han tenido que valerse por sí mismas, ayudarse entre ellas y de paso, y alzar su voz ante la estigmatización.

Cuando Alejandra Monocuco, mujer trans de 39 años y trabajadora sexual murió el año pasado debido a la negligencia de las autoridades sanitarias y distritales y luego estas mintieron sobre su deceso, una de estas redes fue la que se encargó de velar por justicia por su caso: la Red Comunitaria Trans, que con otros colectivos fundados por trabajadoras sexuales y feministas que defienden los derechos de las trabajadoras sexuales, resignifican su posición ante la sociedad e incluso les han permitido expresar su posición política a través de proyectos comerciales y creativos, más aún en un periodo tan difícil.

De esta manera, ante la violencia y abandono social y estatal la Red creó un Fondo de Emergencia para las trabajadoras sexuales en el barrio Santa Fe (en el que entregaron mercados, se ayudó con arriendo y aparte, también se dieron kits de protección) , además de una Escuela Comunitaria -que permite a las integrantes de su red adquirir conocimiento en varios temas- y hasta un calendario de moda donde ellas pudieron expresar su punto de vista ante el mundo, además de colaborar con ollas comunitarias y apoyos para las personas en situación de vulnerabilidad de ese sector.

“Si éramos invisibilizadas antes de la pandemia, ahora mucho peor, porque nos ven como personas que no importan, como cuerpos matables. Hubo muchas personas en estado de vulneración terrible. A algunas las desalojaron, otras no tenían cómo darles de comer a sus hijos, denunciar se hacía más difícil, pero gracias a la campaña del fondo de emergencia para trabajadoras sexuales y la articulación con otras organizaciones feministas que no juzgan el trabajo sexual, salimos adelante”, le expresa Yoko Ruiz a PUBLIMETRO, co- fundadora de la Red Comunitaria Trans y trabajadora sexual, que lleva ocho años haciendo trabajo comunitario en el barrio y una de las impulsoras de la campaña que visibilizó lo que había hecho el Estado con Alejandra.

#JusticiaParaAlejandra pic.twitter.com/oZq0IUxGUU

— Red Comunitaria Trans (@redcomunitariat) June 4, 2020

“ El trabajo sexual para mí es una oportunidad laboral. Este lleva una década en que la Corte Suprema lo hizo ver como un trabajo digno y las putas son autónomas en su territorio y cuerpo. Y mientras se acaba la pandemia, debemos acompañar a las personas (incluso a las que tienen otras situaciones de vulnerabilidad) a nivel económico y de justicia, para seguir denunciando estas violencias”, añade.

Uno de los colectivos feministas que es su aliado es Putamente Poderosas, que creó su tienda de moda “La tienda del putas”, donde se pueden comprar piezas para apoyar a las trabajadoras sexuales en Bogotá y en Medellín. Con mercados, dinero y hasta la participación de empresas privadas, han querido no sólo apoyar, sino resignificar una palabra que sigue siendo tabú en la sociedad colombiana.

“ Esta violencia agudizada por la pandemia empezaría a reducirse si a una trabajadora sexual le dieran un marco digno de trabajo, pero mientras más escondamos y neguemos el tema, peor para ellas, porque el trabajo sexual hay en todo el mundo y jamás se va a acabar o abolir. Tenemos que aceptarlo, reconocerlo y nombrarlo. Hay todo tipo de personas y no se puede confundir trabajo sexual con trata y con prostitución, son temas diferentes. Los derechos no se debaten: se defienden y debemos ponernos en la voz de ellas. Nosotras ponemos el tema del trabajo sexual sobre la mesa y lo resignificamos y humanizamos , no lo romantizamos. Esto se trata de un intercambio de dinero por placer, con el cuerpo como herramienta. Y ante la problemática agravada por la pandemia, hacemos acciones concretas y simbólicas, porque son las que mueven y ponen a hablar a la ciudad y el país”; le explica a PUBLIMETRO Melissa Toro, directora de la organización. Esta y las organizaciones comunitarias de trabajadoras sexuales, se han organizado para hacer actividades comunitarias y manifestaciones artísticas y simbólicas. Otro colectivo aliado es Dos Latinas, plataforma de derechos humanos que, entre otros enfoques, piensa el vestir como acto político.

Por su parte, otras trabajadoras sexuales han creado colectivos e iniciativas comunitarias para apoyar a sus mismas compañeras. Este es el caso de Marciana*, que ahora es modelo webcam y que ha hecho varias ollas comunitarias y ha dado apoyos para comunidades vulnerables como los indígenas Emberá en Bogotá que tuvieron que alojarse en el Parque Tercer Milenio, entre otros.

Esto lo hace con la plataforma Fuego de Barrio y conoce muy bien la realidad de este trabajo: ella y su mejor amiga hicieron cerrar varios sitios de trata, por lo que sufrieron varios atentados. Su amiga murió como producto de ello, pero no pudo cegarse ante las problemáticas de su entorno: “Regresé para apoyar a mis compañeras y descubrí que no solo nosotras teníamos necesidades, sino que la calle tenía muchas dinámicas y factores. Empecé el trabajo comunitario con trabajadores informales y luego con habitantes de calle, disidencias sexuales, porque el barrio aglomera a todas las personas ignoradas e invisibilizadas por mucho tiempo. En estas ollas, que llevan año y medio, vemos un compartir constante y comunitario de la comunidad, donde se intercambian historias y vivencias. Esto ha creado fraternidad en los vecinos y ha hecho que la pandemia sea menos violenta”, explica.

La olla aquí ya está encendida? pic.twitter.com/yXLBrmqMmL

— ���������������� ��️‍�� (@MarcianaPunk) March 7, 2021

En estas actividades también ha participado Carolina Calle, trabajadora sexual desde hace 16 años y directora de la organización Calle 7 Colombia, que lleva 3 años legalizada. “Hemos marchado para que se hiciera algo mínimo, para que a algunas les dieran ayudas. Si bien hay políticas públicas para nosotras, en la Secretaría de la Mujer no han hecho nada y no les importa lo que nos pase. Por eso seguimos en la lucha, que está en las calles y en los sitios donde se ejerce el trabajo sexual”, expresa.

Arte y política ante el estigma

La moda y el arte son vehículos de expresión, entre muchos otros ,de las trabajadoras sexuales trans, que comienzan a tener conciencia de sí mismas y a empoderarse desde esta posición.

Esto también lo han podido encontrar en el espacio cultural “El Olimpo”, cuyo director creativo, Juan Sebastián Reyes, fue quien lideró el calendario de moda protagonizado por las mujeres de la Red Comunitaria Trans. “Llevo cuatro años en la zona, tres trabajando unido con la Red y creamos un espacio seguro donde las personas que ejercen la prostitución aprenden patronaje, confección, dirección de arte, etc. Tenemos un grupo de trabajo donde varias personas las guían en procesos creativos”, le expresa a PUBLIMETRO.

Las integrantes de la Red idearon los conceptos del calendario y se fue creando para cada foto un fashion film. “Queríamos sacarlas de la zona de confort y queremos también poner una posición política, no solo pararnos desde el discurso de la calle sino desde el arte de y la moda y decir estamos acá, este es un trabajo como cualquier otro y por la pandemia este está siendo afectado”, añade. El calendario muestra a cada una de las trabajadoras sexuales en conceptos editoriales y de moda que van más allá de los imaginarios estereotípicos.

“Queremos mostrar que somos guerreras y que tenemos una vida, sueños, metas. Que somos dueñas de la calle y que tienen que respetar nuestro trabajo. Que guerreamos día y noche y nos exponemos a muchas violencias. Para mí el trabajo sexual es una herramienta, pero acá en la calle vivimos de manera empoderadora, porque compartimos entre las mismas hermanas y nos ayudamos y sabemos lo que nos puede llegar a pasar. El trabajo sexual es un trabajo ,estamos en contra de la explotación, pero a muchas nos ha permitido ser independientes. Y con la red nos hemos sentido protegidas y también seguir con nuestros sueños y metas”, le cuenta a PUBLIMETRO Alexa TuFantasía, trabajadora sexual de 23 años y que lleva 5 en esta actividad y que participó en el Calendario Mujer Fatal 2021.

Alexa, como muchas, sabe también el estigma que enfrenta desde algunos sectores del feminismo . Y si bien no se desconoce la problemática mundial de una industria criminal como la trata de personas y la explotación sexual incluso en contextos de conflicto armado, entre otros, varias mujeres pertenecientes a estas redes ven en esta postura otra forma de violencia: “El enemigo número uno de la puta es la policía y el Estado, que no cuida a nadie, menos a nosotras. Pero ha sido muy duro tener que reconocer que adicional tenemos un nuevo enemigo que son las otras mujeres, que nos han querido tachar de incorrectas y servidoras del patriarcado, cuando hacemos todo lo posible para hacer lo contrario. El prejuicio ha vuelto. A mi me parece que esto es un momento histórico porque ahora la trabajadora sexual se levanta, habla, resiste, se reconoce como tal y esto es nuevo, no pasaba antes, y nos hemos levantado contra el sistema, el patriarcado, iglesia, todo, pero nos toca volver a callarnos porque algunas mujeres nos quieren silenciar”, le cuenta Marciana a PUBLIMETRO.

“ A la prostitución la empaquetan en la misma maleta con la trata de personas. Y a nosotras no nos interesa decir que la trata no existe, hay compañeras víctimas, al contrario buscamos espacios seguros para nosotras, pero nos enoja que cuando buscamos, hablamos, denunciamos o somos víctimas de feminicidio los minimizan porque son ‘riesgos laborales’, es a lo que nos tenemos que atener por ser lo que somos, es el nuevo te violan por usar falda. Es utópico soñar con la abolición, porque el Estado no da garantías de nada. Muchas acá en el barrio estamos a la espera de restituciones de tierras, por guerras, desplazamiento. Si el Estado no ha respondido por ello, menos nos va a cuidar. El trabajo sexual no se va a acabar y ellas piensan en esto como algo denigrante, pero hay que dejar los moralismos sobre los cuerpos y decisiones. Muchas acá somos conscientes de que nos gusta el trabajo, de que tenemos mejores sueldos que con nuestras profesiones, ¿Por qué ahora tenemos que ser juzgadas ,acalladas y minimizadas y por qué otra persona tiene que hablar por mi por lo que puedo y tengo derecho a decir?”, expresa.

“Hay muchas formas de ser, de representarse y existir. Una de esas es este espacio”, añade Yoko Ruíz. Llevo años acá, no he sido víctima de explotación y ya hay incluso modalidades virtuales de trabajo sexual. Acá acompañamos a las mujeres que están en este espacio y velamos para que haya justicia”, expresa. Y eso es lo que importa en un año en el que se ha demostrado que los más vulnerables han sido los silenciados y olvidados.

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Y ellas luchan para que esto no siga pasando, porque luego de un año de pandemia aprendieron que no dejarían que las violentaran otra vez, pero sobre todo, no dejarán que silencien una voz que tiene una agencia y una contundencia cada vez más fuertes.

*Nombre cambiado por petición de la fuente.

PIE DE PÁGINA

Las personas entrevistadas para este artículo se reconocen a sí mismas como trabajadoras sexuales (o feministas que apoyan este tipo de actividad) y abogan porque su actividad se reconozca como un trabajo regulado y dignificado.

Sin desconocer las implicaciones de una industria criminal (trata de personas) que en Colombia desde 2013 a 2020 dejó a 686 víctimas, de acuerdo con el Ministerio del Interior (son muchas más) , y sin desconocer a las víctimas de violencia sexual que ha dejado el conflicto armado (más de 26 mil) ,este artículo cubre solo una población de personas que se dedican a la prostitución de forma voluntaria y quienes han creado redes de apoyo en su devenir cotidiano.

Muchas mujeres víctimas de trata son invisibilizadas bajo esta terminología y varias organizaciones y activistas desde varios ámbitos han luchado contra la las instituciones estatales para lograr su rescate y reivindicación, sobre todo, cuando estas prácticas se hacen bajo figuras jurídicas y la ineficiencia del Estado para tener protocolos adecuados de rescate e identificación de víctimas. Según el reporte 2020 Trafficking In Persons Report, para 2019 hubo 106 víctimas de trata de personas y el 80% de la población casos de trata sexual eran mujeres y niñas en condiciones vulnerables.

Por su parte, PUBLIMETRO trató de contactarse con grupos y figuras abolicionistas y no recibió respuesta al respecto, o la solicitud de entrevista fue declinada.

El desafío de Yvette Luhrs, la prostituta «por amor a la sexualidad» que quiere ser diputada en Holanda

Se presenta por el partido BIJ1 que podría entrar en el Parlamento holandés en las elecciones del próximo 17 de marzo, según las encuesntas. Luhrs promueve la «descriminalización y no la legalización» de la prostitución.

“Para ella, la prostitución es ‘una manera de vivir, de obtener dinero, de llevar un plato de comida a la mesa, de sobrevivir, y si estás contra eso, eres antifeminista’”

 

MagasIN | Agencias

12 de marzo de 2021

https://www.elespanol.com/mujer/actualidad/20210312/desafio-yvette-luhrs-prostituta-sexualidad-diputada-holanda/565444183_0.html

 

Yvette Luhrs, la prostituta que ser presenta a las elecciones en Holanda. Twitter

 

«Habrá quién se extrañe de que una prostituta se postule a diputada”, dice a la neerlandesa Yvette Luhrs, de 36 años, que dice que se prostituye por amor a «la sexualidad» y se presenta a las elecciones en Países Bajos en busca de un escaño desde el que defender los derechos de las «trabajadoras sexuales».

«Tengo muchas opciones para ganarme la vida, pero me gusta el hecho de poder usar mis conocimientos intelectuales y mi cuerpo para ganar dinero«, sentencia, después de relatar su paso por la Universidad de Ámsterdam para especializarse en «estudios de medios y pornográficos», atraída por su interés en «la sexualidad” como tema.

Empezó siendo actriz porno y después probó espectáculos de webcam en internet, hasta que el año pasado pasó a la prostitución en el Barrio Rojo, ejerciendo en clubes, en los ventanales y como «escort», «viendo diferentes trabajos en la industria” sexual y dándose cuenta de que el distrito de Ámsterdam ofrece «un lugar seguro para trabajar de forma independiente y con cohesión social».

En una entrevista con Efe en su casa de un pueblo del municipio de Ámsterdam, consideró «muy poco feminista decirles a las mujeres que no están en su sano juicio porque deciden ciertas cosas», como ejercer la prostitución, una idea que quiere defender desde el Parlamento de La Haya si sale elegida en las elecciones que celebra Países Bajos el próximo 17 de marzo, de las que también saldrá la nueva composición del gobierno.

Su decisión de dar el paso a la política empezó con la pandemia, después de que se prohibiera ejercer la prostitución, al ser considerada una «profesión de contacto» arriesgada para los contagios con el coronavirus, pero al mismo tiempo, las «trabajadoras sexuales» tampoco tenían acceso a ayudas del Gobierno al no ser autónomas, ni tener contrato.

«El trabajo sexual está en medio de las dos opciones, y por eso nuestro gobierno decidió que no iba a dar ninguna ayuda financiera, lo cual es extraño porque las trabajadoras sexuales pagan sus impuestos y la seguridad social. Mi comunidad ha sufrido», asegura, sobre todos sus «compañeros», incluidas personas LGTBI que se dedican a la prostitución.

Todos ellos organizaron durante el último año protestas y escribieron cartas al Ejecutivo de La Haya, solicitando que se les permita volver a ejercer o se les incluya en los esquemas de ayudas sociales, pero no han recibido “ninguna respuesta, ni hubo ningún cambio”.

Esto llevó a esta neerlandesa a sumarse a BIJ1, que podría irrumpir por primera vez en el Parlamento neerlandés, según las encuestas, siendo el «primer partido «de Europa fundado por una mujer negra”, la presentadora Sylvana Simons, para luchar contra el racismo y la discriminación, y ahora también «combatir los estigmas que rodean» la prostitución y «luchar por los derechos de las trabajadoras sexuales» en Países Bajos.

«Da igual lo que hagas como ciudadano, las grandes decisiones se toman en La Haya y ahí es donde tenemos que estar», subrayó Luhrs, que lamentó que, durante las últimas dos décadas, las prostitutas neerlandesas han perdido «más de la mitad de su espacio legal de trabajo” debido a la reducción de licencias a los burdeles y clubes.

Reconoce que «el trabajo sexual es un tema un poco difícil para la gente, también para los municipios, por lo que hay muchas reglas falsas, como si se puede o no trabajar desde casa, se debe o no tener una licencia, se puede o no obtener una (…) lo que hace difícil a las trabajadoras sexuales ser sus propias empleadoras» y que acaben dependiendo de los burdeles.

«BIJ1 defiende la despenalización del trabajo sexual, sentar a la mesa a las trabajadoras sexuales a la hora de debatir una nueva ley, y darles la posibilidad de trabajar de forma independiente», subraya.

Para ella, la prostitución es «una manera de vivir, de obtener dinero, de llevar un plato de comida a la mesa, de sobrevivir, y si estás contra eso, eres antifeminista», asegura, añadiendo que «vivimos en una sociedad capitalista y eso hace daño a mucha gente», refiriéndose a abusos laborales que ocurren en otras profesiones.

«Es una de las vías que la gente tiene para sobrevivir y no puedes decir que el trabajo sexual está mal solo por estar hablando desde un punto de vista feminista. Creo que está mal que la gente tenga pocas oportunidades laborales, que viva en la pobreza porque sus gobiernos no los cuidan por igual, que haya gente haciendo su trabajo bajo el abuso de sus jefes o clientes. El trabajo sexual, como trabajo, es solo un empleo más», considera.

Promueve la «descriminalización y no la legalización» porque normaliza la prostitución y permite a quienes la ejerzan «ir, de forma abierta y libre, a la policía cuando algo va mal, o al médico cuando necesiten cuidados», aunque reconoce que no hay ninguna política legal que se ha demostrado eficaz en la prevención de la trata, pero «luchar contra el estigma ayuda».

 

«Nos niegan derechos por el hecho de ser putas y mantenernos encima de los tacones»

El Colectivo de Prostitutas de Sevilla (CPS) ha llevado a cabo acciones por la capital hispalense para conmemorar el Día Internacional por los Derechos de las Trabajadoras Sexuales

 

Carmen Marchena

4 de marzo de 2021

https://www.lavozdelsur.es/ediciones/sevilla/prostitucion-nos-niegan-derechos-por-ser-putas-y-mantenernos-encima-de-los-tacones_256775_102.html

 

María José Barrera (Colectivo de Prostitutas de Sevilla) en el encuentro por el Día Internacional por los Derechos de las Trabajadoras Sexuales en la Alameda de Hércules. JOSÉ LUIS TIRADO

 

El 3 de marzo de 2001, más 25.000 trabajadoras sexuales acudieron a un festival en Calcuta (La India), a pesar de los grupos prohibicionistas, para reivindicar sus derechos laborales como ciudadanas. Desde entonces, cada 3 de marzo, se celebra el Día Internacional por los Derechos de las Trabajadoras Sexuales. 20 años después, este colectivo sigue sin tener reconocidos sus derechos como cualquier trabajador/a y continúa fuertemente estigmatizado por la sociedad.

“Si las putas de países no tan privilegiados como el nuestro salieron a la calle pidiendo derechos en situaciones muchísimo peores, será porque vivir sin derechos no es vida”, exclamaba ayer María José Barrera, la portavoz del Colectivo de Prostitutas de Sevilla (CPS) en mitad de la Alameda de Hércules de Sevilla. Las trabajadoras sexuales organizadas, o como ellas mismas se llaman con orgullo “las putas organizadas”, convocaron varias acciones para informar sobre su situación y exponer cuáles son sus peticiones, con el fin de generar empatía para que se las ayude a conseguir “los mismos derechos que el resto de personas como ciudadanxs de pleno derecho”.

María José, ataviada con su camiseta de “Sin trabajadoras sexuales no hay feminismo”, expuso la cruda realidad a la que se han enfrentado miles de trabajadorxs sexuales durante el confinamiento. “En el último año hemos sido ignoradas tanto por el Gobierno como por el resto de las instituciones, no hemos accedido al Ingreso Mínimo Vital ni a ningún tipo de ayuda, a pesar de nuestro trabajo”, revela su manifiesto. El círculo alrededor de Barrera se hizo cada vez más numeroso, pero siempre guardando las distancias de seguridad. “Mientras las mujeres vivan en un sistema capitalista y patriarcal, seguirán viéndose abocadas a ejercer la prostitución”, espetaba elevando el tono con una aclaración: “Somos pro derechos, no somos regulacionistas. Estamos luchando por los derechos laborales, no estamos engañando a nadie”.

María José durante su intervención previa a las acciones. JOSÉ LUIS TIRADO

Durante su exposición aprovechó para agradecer el apoyo “cada vez mayor”, ya que “somos conscientes de que no resulta fácil acercarse a un colectivo como el nuestro, cuando ni siquiera las putas pueden dar la cara precisamente por la violencia que recibimos al exponer nuestra realidad”. Seguidamente clamó por “la protección real para las víctimas de trata” y por “alternativas efectivas para las compañeras que quieran dejar la prostitución”. En este sentido, la portavoz del CPS manifestó que “las putas no queremos salvaoras, queremos derechos reconocidos y no vernos abocadas a ejercer la prostitución, para que nadie tenga que venir a salvarnos”, en alusión a la “industria del rescate”.

En el manifiesto también denuncian que “el proyecto de Ley Orgánica de Libertad Sexual del Ministerio de Igualdad quiere perseguirnos a través de la clausura de nuestros espacios de trabajo, incluyéndose en esta ley la tercería locativa (que prohibiría que un tercero se lucre del trabajo de las prostitutas), el llamado proxenetismo no coactivo, que no podamos trabajar en clubs y agencias, o incluso que quien nos lleve en taxi a trabajar pueda llegar a ser considerado nuestro ‘proxeneta’, y por supuesto a través de la Ley Mordaza, con multas a aquellas que trabajen en la calle”.

Minutos antes de salir a la pegada de pegatinas y la colocación de paraguas rojos por monumentos históricos de la ciudad, María José insistió en que “nos niegan derechos por el hecho de ser putas y mantenernos encima de los tacones”. E ilustró con firmeza: “Nosotras hemos decidido dónde ponemos el coño en esta mierda de patriarcado y lo cobramos”. Porque no solo hay mujeres que quieren dejar la prostitución, advirtió, «también las hay que quieren dejar de limpiar casas y de cuidar a domicilio, porque estamos hartas de trabajos feminizados de mierda». Finalizó su exposición con una llamada a la acción: “No acordaros de las putas para el victimismo, sino preguntémonos qué podemos hacer por ellas, ¿o es que alguien se preocupa por lo que comemos o en qué condiciones están nuestros lugares de trabajo?». Además de criticar la desprotección que implica no tener derechos laborales de cara a la sanidad pública.

Colocación de la pancarta en la muralla frente al Parlamento andaluz. JOSÉ LUIS TIRADO

La noche terminó con la colocación de una pancarta en la muralla de la ronda frente al Parlamento de Andalucía con el lema: «Putas con derechos». Para el 7 de marzo tienen prevista una acción estatal en redes con las fotografías de todos los monumentos históricos retratados con paraguas rojos para reivindicar los derechos de todas las personas que «ejercen el trabajo sexual y transgreden la norma social».

Asimismo, los objetivos que proponen desde los colectivos pro derechos de trabajadoras sexuales en su manifiesto son, además de conseguir los derechos sociolabores como cualquier ciudadana o ciudadano, «frenar todas aquellas medidas punitivas que quieren acabar con nuestro trabajo; eliminar los artículos 187.2 y 187 bis del proyecto de ley (tercería locativa y proxenetismo no coactivo); la derogación de todas las ordenanzas municipales que las criminalizan, así como los preceptos de la ley mordaza que nos persiguen; el cese de redadas persecutorias contra las compañeras migrantes para tramitar órdenes de expulsión, así como su acceso a la salud y empadronamiento, y la protección real y efectiva (protección, asilo e indemnización) para las víctimas de trata, y que estas no sean instrumentalizadas».

 

La prostitución exige en La Haya poder retomar su actividad en la pandemia

El espectáculo acabó por acaparar toda la atención. Algunos entraron en el habitáculo móvil que estas mujeres habían construido para el “peep show”: pagaron por un momento de intimidad.

 

Por Imane Rachidi

2 de marzo de 2021

https://www.heraldo.es/noticias/internacional/2021/03/02/la-prostitucion-exige-en-la-haya-poder-retomar-su-actividad-en-la-pandemia-1474935.html

 

Sex workers campaign to return to work SEM VAN DER WAL

 

Las trabajadoras sexuales, como piden ser calificadas, se movilizaron este martes en Países Bajos para exigir que se les permita volver a ejercer al igual que el resto de profesiones de contacto, como las peluqueras o masajistas. Recordaron «saber protegerse» contra los virus y denunciaron las dificultades financieras que afrontan por la pandemia.

La convocatoria amenazaba al Gobierno en funciones con un “peep show”, un espectáculo erótico en directo que se sigue a través de un escaparate, en el centro de La Haya, la capital política de Países Bajos. El surrealismo de que algo así pudiera celebrarse delante del Parlamento neerlandés, en plenas restricciones por la pandemia, condujo a muchos curiosos a comprobar si realmente iba a tener lugar: lo tuvo y con vigilancia policial.

El espectáculo acabó por acaparar toda la atención, haciendo que muchos se olvidaran del distanciamiento social, aunque los agentes optaron por no intervenir. Algunos entraron en el habitáculo móvil que estas mujeres habían construido para el “peep show”: pagaron por un momento de intimidad, o para hacerse una foto con alguna de ellas, con música «reggaetón» de fondo.

Sex workers campaign to return to work SEM VAN DER WAL

Decenas de mujeres y hombres acudieron a una plaza junto al Congreso neerlandés, con paraguas rojos y carteles variopintos, para hacer un llamamiento a las autoridades de que la prostitución es como la mayoría de las profesiones de contacto que pueden reabrir a partir de mañana: peluqueras, masajistas o instructores de conducción.

CARÁCTER ESPECIAL DE LA PROFESIÓN

En respuesta a qué diferencia estas profesiones del “trabajo sexual”, el primer ministro, Mark Rutte, tuvo una respuesta clara: “Con las trabajadoras sexuales hay que lidiar con el carácter especial de esa profesión, que están muy cerca uno del otro, con todos los riesgos de transmisión del virus”, subrayó. Pero ellas no están de acuerdo con esa visión.

Sex workers campaign to return to work SEM VAN DER WAL

“No soy muy de hacer videoconferencia. A mí me gusta hacerlo de verdad, me gusta mi trabajo, pero ahora no se me permite. He trabajado la mayor parte de la crisis y no me he contagiado, así que me siento segura. Tengo mucho cuidado, usamos desinfectante, tomamos mucha precaución con todos los fluidos corporales, así que, sí, en mi opinión se nos debería permitir trabajar al menos para poder comer y pagar el alquiler”, explicó a Efe Lorena, una trabajadora sexual de 27 años.

Vestida de rojo y acompañada de su perro, reivindicó “saber cómo manejar un virus”. No ha podido acceder a las ayudas del gobierno porque no cumple los requisitos, lamenta. “No todo el mundo tiene derecho a recibir algo de dinero del gobierno como compensación. Yo no he estado registrada el tiempo suficiente, así que tengo un pequeño problema con eso”, aseguró.

No faltaron alusiones directas al Gobierno. Imprimieron rostros sonrientes de Rutte y su ministro de Sanidad, Hugo de Jonge, en unos genitales masculinos, con el lema “Confinamiento en tus pantalones”. Otras levantaron pancartas en las que resumían su reivindicación: “El trabajo sexual es una profesión de contacto, queremos trabajar”.

Al no cumplir las condiciones para recibir ayudas estatales, muchas mujeres se vieron obligadas a seguir ejerciendo en la clandestinidad. “Normalmente, si tienes problemas, vas a la policía, pero ahora no puedes, tienes miedo porque no estás autorizada a trabajar, pero debes hacerlo porque tienes que pagar tu alquiler. Es un problema. Si no obtienes ningún ingreso, estás atrapada en una situación extraña”, añadió Lorena.

NO HAY MEDIDAS SEGURAS

Pero De Jonge insistió este martes en que los clubes eróticos o los barrios rojos no pueden reabrir. “Es muy triste, pero no es posible de momento”, aseguró, señalando que uno de los problemas es el seguimiento de fuentes cuando hay un caso positivo porque tres cuartas partes de los clientes darían un nombre falso, lamentó.

Una de las manifestantes, Yvette Luhrs, alertó de que son ellas las que registran a sus clientes y consideró las palabras de De Jonge una “muestra de la enorme ignorancia por parte del Gobierno en lo que respecta al trabajo sexual” y recordó que hay muchas personas que tampoco dan su nombre real en los restaurantes, por ejemplo.

El ministro de Asuntos Sociales y Empleo, Wouter Koolmees, tampoco consideró viable darles un apoyo adicional y recordó que las medidas vigentes ya están destinadas a los autónomos, pero no todas las trabajadoras sexuales lo son oficialmente. “Podemos hacer muy poco por ellas. Tienen una posición muy difícil”, reconoció, sugiriéndoles que acudan a los ayuntamientos a pedir ayudas para personas sin ingresos.

Durante el último año, la prostitución ha tenido que abrir y cerrar en diferentes periodos, dependiendo de los contagios diarios, y el propio Gobierno neerlandés encargó una investigación de posibles posturas “seguras” para permitir que reabran los clubes eróticos, pero concluyó que “no había ninguna” contra el coronavirus.

Ellas temen que no habrá un cambio de opinión oficial y por eso han encargado a un equipo de abogados que estudie la posibilidad de iniciar un procedimiento sumario contra el Ejecutivo por este asunto. “Es muy complicado, tienes miedo a perder algunos clientes, y hay chicas que han tenido que buscarse otro trabajo”, concluyó Lorena.

 

Poder para las mujeres prostitutas de todo el mundo, poder para todas las mujeres

Fragmento de ‘Putas insolentes: La lucha por los derechos de las trabajadoras sexuales’ (Traficantes de Sueños, 2020)

 

Juno Mac / Molly Smith

2 de octubre de 2020

https://ctxt.es/es/20201001/Politica/33516/Molly-Smith-Juno-Mac-feminismo-prostitucion-trabajo-sexual-Traficantes-de-Suenos.htm

 

Barrio Rojo de Ámsterdam.

 

Empoderamiento es una palabra que sale mucho en las discusiones sobre el trabajo sexual. Se abusa de ella hasta el punto de la sátira (a menudo en las descripciones que hacen los medios de comunicación de las trabajadoras sexuales de clase media), para hablar de rebelión sexual, de la emoción del dinero fácil en mano o de la supuesta libertad de elección individual para vender servicios sexuales. Estas conversaciones absurdas enmarcan el intercambio de sexo por dinero como una acción inherentemente empoderadora. Esta perspectiva liberal –que la capacidad de una persona de aprovecharse de su propia cosificación sexual puede mágicamente transformar el statu quo de todas– sume en la duda a muchas críticas feministas.2

Nosotras también criticamos las descripciones simplistas del “empoderamiento” o de la “elección”. Si bien depende de cada trabajadora sexual describir sus propias experiencias (y sabiendo que estos argumentos son muchas veces una respuesta defensiva ante el estigma), compartimos el punto de vista de otras feministas que observan que la prostitución está normalmente contextualizada por una falta de opciones, antes que por su abundancia.

El “empoderamiento” es una pantalla de humo. Lo vemos desplegado como un gancho en titulares como “¿El trabajo sexual empodera o esclaviza?”, “Me convertí en escort para empoderarme, pero solo me aplastó el alma», “Mi experiencia: fui escort durante ocho años, creyendo que me empoderaría, y no lo hizo” o “Trabajadora sexual y madre: sí, mi trabajo me empodera”.3 Estas invocaciones a los sentimientos personales nos desvían de una conversación, mucho más complicada, sobre el colonialismo, el capitalismo y el patriarcado.


La fuente más potente y desaprovechada de poder para las trabajadoras sexuales no es la liberación sexual, la rebelión social o ni siquiera el dinero, sino la solidaridad


Desgraciadamente para las trabajadoras sexuales, el impulso por volver a colocar estas estructuras en el foco a menudo parece venir acompañado de una buena dosis de bilis. Las críticas al “feminismo de la elección”, casi inevitablemente, suben de tono hasta el punto de pronunciar juicios mordaces en los cuales el trabajo que hacen las prostitutas no resulta “un trabajo de verdad” y en los que los legítimos argumentos económicos para sus estrategias, no solamente no son radicales, sino despreciables o traidores. La periodista Meghan Murphy escribe: “Vuestra ‘libertad de elegir’ bien puede representar vuestros sentimientos de empoderamiento personal en vuestra propia vida, pero de ninguna manera libera a nadie más que a vosotras y, de hecho, vuestra ‘elección’ solo puede existir a expensas de la opresión de otra mujer”.4

Este tipo de declaraciones pocas veces se aplica a la elección de las mujeres de asumir trabajos que dan apoyo al Estado carcelario. Una feminista en contra de la prostitución, por ejemplo, adopta el consabido modo confesional para entregarnos un ensayo que fácilmente podría haberse titulado: “Mi experiencia: me gustó la cárcel y a ti te gustará también”. La ensayista escribe que sus experiencias, “afortunadamente me llevaron a la cárcel”. Y añade: “Nunca pensé que la cárcel sería mi salvación. Ahora espero hacer lo mismo para otras víctimas como yo”.5 Al final del ensayo se descubre que la autora ahora trabaja como fiscal. Cuando las trabajadoras sexuales escriben este tipo de ensayos: “Hice foot porn para pagarme los estudios universitarios”, inevitablemente le dicen: “Puede que a ti te haya ido bien, pero, ¿realmente crees que tu experiencia es representativa? Piensa en las mujeres a las que daña este sistema”. Si algún ensayo alguna vez se ha hecho merecedor de tal respuesta sin duda es este encendido elogio de la detención y la cárcel. El feminismo dominante, no obstante, parece estar más cómodo haciéndose estas preguntas sobre las cam girls que sobre las fiscales.

Las trabajadoras sexuales se convierten en chivos expiatorios de manera desproporcionada. Una organización feminista ostensiblemente en contra de la prostitución sugiere que la prostitución causa un daño medioambiental significativo, destacando el uso de medicación (supuestamente de anticonceptivos orales) y de maquillaje por parte de las trabajadoras sexuales.6 No vemos un desprecio tan generalizado por las feministas que han tratado de apañárselas lo mejor que pueden con el contrato del matrimonio patriarcal. Tampoco deberíamos verlo. No todo el mundo tiene los recursos para derribar la institución del matrimonio, una institución que está conformada por las necesidades económicas de las mujeres de una manera muy parecida a lo que lo está la prostitución.

Las trabajadoras sexuales que no aparecen en las revistas de moda definen a veces la capacidad de migrar para salir de la pobreza, de decir que no a los usureros, de asistir a la escuela nocturna, o de separarse con seguridad de una pareja maltratadora como “empoderamiento”. En lugar de discutir sobre si los triunfos individuales de las trabajadoras sexuales sobre la adversidad constituyen un “auténtico feminismo”, deberíamos hacernos una pregunta más útil: “¿Qué es lo que les ha restado poder? ¿Cómo pueden recuperarlo?”.


Las trabajadoras sexuales quieren un futuro mejor, en el que todas tengan su parte justa de recursos y en el que puedan tener acceso a la curación y a la justicia


La fuente más potente y desaprovechada de poder para las trabajadoras sexuales no es la liberación sexual, la rebelión social o ni siquiera el dinero, sino la solidaridad. La comunidad de trabajadoras sexuales se está expandiendo rápidamente a medida que las personas se percatan del potencial de resistir juntas. “Durante tres años viví una vida dividida: la vida de una mujer y la vida de una prostituta”, dice Bárbara, colíder de la ocupación de una iglesia de Lyon, Francia, por parte de las trabajadoras sexuales, que impulsó el moderno movimiento de las trabajadoras sexuales. “Y un día, en 1975, me di cuenta, hablando con las demás, de que así no podía seguir”. Cuando salieron las noticias de la ocupación de Lyon, las trabajadoras sexuales de toda Francia se inspiraron en ella: a lo largo de la siguiente semana se ocuparon iglesias en París, Marsella, Grenoble, Saint-Étienne y Montpellier. La idea de que una prostituta, objeto de abuso de la policía, pudiera un día tomar a la fuerza una iglesia junto con docenas de amigas era emocionante y esperanzadora. “Ninguna de nosotras irá a la cárcel”, proclamaron audazmente las manifestantes. “La policía tendrá que masacrarnos en la iglesia”.7

En la misma década, pero a medio mundo de distancia, la prostituta brasileña Gabriela Leite tuvo una inspiración similar. Después de que en 1978 su amiga fuera asesinada por un policía empezó a hablar en público acerca de la vida en la calle.8 Hizo autostop sola por todo Brasil para presentar su visión de un movimiento de putas revolucionarias, convenciendo a quienes se encontraba en la calle o en los burdeles para que se organizaran, que se negaran a ser aplastadas, que transformaran la represión en rabia y que fueran las protagonistas de sus propias historias.

Nadie nos va a dar el poder: ni la policía, ni nuestros jefes, ni nuestros clientes. El poder siempre se conquista. Tenemos que tomar lo que se nos debe, tal y como demostraron activistas como Gabriela y Bárbara hace cuatro décadas. Ellas sabían lo que sabe ahora el movimiento: que no tener la ocasión de hablar no significa que no tengamos voz. A cuarenta trabajadoras sexuales gritando en contra de las deportaciones en el exterior de un edificio gubernamental se les escucha.9 Cien trabajadoras sexuales bloqueando el tráfico son fáciles de ver.10

A las trabajadoras sexuales se nos ha hecho escuchar; ahora es nuestro momento de hablar. No estamos esperando a que nos inviten al movimiento feminista. Siempre hemos estado ahí. En 1977, Black Women for Wages for Housework afirmaba que “parte del trabajo de ser prostituta es convertirte en un ejemplo de lo que supone rechazar la pobreza en la que el Hombre nos obliga a vivir, ser un látigo contra otras mujeres”.11 La amenaza de ser “tratada como una puta” obliga a las mujeres a mantenerse a distancia de nosotras; pero la manera en la que una puta combate contra el poder tiene valor para todas.

Las políticas de prostitución no deberían implicar la disputa entre mujeres, sino la colaboración. Las trabajadoras sexuales, como lo queremos todas,  quieren un futuro mejor, uno en el que todo el mundo tenga su parte justa en los recursos y en el que las supervivientes puedan tener acceso a la curación y a la justicia. Queremos un futuro en el que la revuelta y la resistencia feminista sean avivadas por el espíritu audaz de las prostitutas que exigen estar seguras, que les paguen y les escuchen. En las palabras de Black Women for Wages for Housework: “Cuando las prostitutas ganan, todas las mujeres ganan”.

 

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Fragmento de ‘Putas insolentes: La lucha por los derechos de las trabajadoras sexuales’ (Traficantes de Sueños, 2020)

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Notas

1 English Collective of Prostitutes (ECP), “Supporting Statement by the English Collective of Prostitutes”, LIES: A journal of materialist feminism, 1977, disponible en liesjournal.net.

2 “Quiero opciones reales. Quiero cambiar el sistema dentro del cual se hacen estas elecciones, no solamente usar el lenguaje de la libre elección para beneficiarme o tranquilizarme. […] Quiero un empoderamiento colectivo, no un empoderamiento temporal únicamente para unas pocas”. M. Murphy, “Choice Feminism”, Herizons, verano de 2012, disponible en herizons.ca

3 Ravishly, “Is Sex Work Empowering or Enslaving? 12 Experts Weigh In”, Huffington Post, octubre de 2014, disponible en huffingtonpost.com; Rebel Circus, “I Became an Escort To Empower Myself, but It only Crushed My Soul”, Rebel Circus, 2017, disponible en rebelcircus.com; Femme Fatale, “IT HAPPENED TO ME: I Was an Escort for Eight Years, Believing It Would Empower Me, and It Didn’t”, xo jane, 2015, disponible en xojane.com; E. Sless, “Sex worker & mother: ‘Yes, I AM empowered by my job’”, Mamma Mia, 2012, disponible en mamamia.com.

4 M. Murphy, “The trouble with choosing your choice”, Feminist Current, 2011, disponible en feministcurrent.com.

5 M. Hatcher, “76% of all inmates end up back in jail within 5 years. Here’s how I broke the cycle”, Vox, 2017, disponible en vox.com.

6 Object! (@objectUK) Twitter, 5:39 am., 3 de marzo de 2018.

7 E. Aroney y J. Beressi, “La Revolte des Prostituees [The Prostitutes’ Revolt]”, RTBF (Brussels) and Radio France Culture, video, Vimeo (usuario: In The Dark), 16 de septiembre de 2015, disponible en vimeo.com/139457788.

G. S. Leite, “The prostitute movement in Brazil: Culture and religiosity”, International Review of Mission, núm. 85: 338, 1996, pp. 417-426.

9 Sex Worker Advocacy and Resistance Movement (SWARM), “Shut down Yarls Wood”, SWARM, 15 de mayo de 2017, disponible en swarmcollective.org.

10 T. Davidson, “Toronto sex workers protest new prostitution legislation”, The Toronto Sun, 14 de junio de 2014, disponible en torontosun.com.

11 Black Women for Wages for Housework, “Money for Prostitutes is Money for Black Women”, op. cit.

 

 

Colectivos de trabajadoras sexuales inician reuniones con grupos parlamentarios -la CUP el primero- para explicar sus observaciones sobre el Anteproyecto de Ley sobre Libertad Sexual del Ministerio de Igualdad

El Colectivo de Prostitutas de Sevilla (CPS), Las Putas Libertarias del Raval (Barcelona) y la Sección Sindical de Trabajadoras Sexuales de la IAC instan a suprimir el Artículo 187 bis del Código Penal del APLO-LS, y a diseñar políticas que garanticen nuestros derechos humanos y laborales como trabajadoras sexuales y como mujeres, y para ello enviaron una misiva a la Relatora sobre Derecho a la Salud de la ONU, Tlaleng Mofokeng.

 

26 de febrero de 2021

Colectivos de trabajadoras sexuales inician reuniones con grupos parlamentarios -la CUP el primero- para explicar sus observaciones sobre el Anteproyecto de Ley sobre Libertad Sexual del Ministerio de Igualdad

Comunicado

El pasado miércoles 24 de febrero los colectivos de trabajadoras sexuales Colectivo de Prostitutas de  Sevilla, Sindicato Otras, AFEMTRAS (Asociación Feminista de Trabajadoras Sexuales) y Putas en lucha  nos reunimos con Mireia Vehí, diputada de la CUP (Candidatura d’Unitat Popular), en el Congreso, con motivo del inicio de la próxima tramitación parlamentaria del anteproyecto de Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual, cuyo articulado modifica el Código Penal afectando directamente al colectivo de trabajadoras sexuales del Estado Español.

Las Trabajadoras Sexuales nos hemos manifestado a la diputada nuestra oposición a la inclusión en el Anteproyecto de aquellas cuestiones que nos perjudican a nivel social, político y de derechos humanos. Esto es, la recuperación de la figura de la tercería locativa (excluida de tratamiento penal con la entrada en vigor del Código Penal del año 1995) donde sanciona: «Aquel que ponga a disposición un bien inmueble ya sea abierto o no al público, de manera habitual e intencionada, con ánimo de lucro y para el ejercicio de la explotación de la prostitución, aún con el consentimiento de la misma».

Le hemos explicado que ésta incorporación al código penal, se materializará en mayor clandestinidad, desahucios, cierre de espacios de trabajo, hostigamiento vecinal, denuncias, más deportaciones a causa de un mayor control policial, e imposibilidad de autoorganización en espacios (pisos compartidos) colectivos de trabajo. Todo ello nos conducirá a un mayor estigma, mayor vulnerabilidad y prevemos menor número de denuncias a la hora de ser víctimas de un delito contra la Libertad Sexual a los que el Anteproyecto se refiere, pero en ningún caso estamos en contra de la finalidad de la ley.

Asimismo, ponemos de manifiesto, que de nuevo se vuelve a recuperar el concepto proxenetismo no coactivo, considerando a cualquier persona que se lucre explotando la prostitución de otra persona ‘aún con el consentimiento de la misma’, y que en todo caso quedará acreditada la explotación cuando concurran circunstancias de dependencia o subordinación, siendo estas referencias clásicas de cualquier relación laboral aunque no se tratara de prostitución.

Hemos explicitado que con la reiteración constante en el anteproyecto de la rúbrica ‘aun con el consentimiento de la misma’ se está suponiendo una tutela de su propio consentimiento para las trabajadoras. Lo que en todo caso resulta contrario a la finalidad de la ley que no es otra que la prestación del consentimiento, válido, libre e inequívoco a la hora de mantener relaciones sexuales.

Así, una vez más, se nos estará considerando como ciudadanas de segunda, siendo nuestro consentimiento sexual tutelado por el Estado. Y no dando opción a elegir de qué manera trabajar, cómo y en qué condiciones, dado que nuestro objetivo último no es otro que la conquista de derechos sociolaborales, y políticas de protección, no de tutela.

Entre otros puntos que señalamos en la reunión con la representante de la CUP en el Congreso está la financiación pretenciosa del artículo 55 de la Ley, así como la advertencia de que si la ley llegara a entrar en vigor, será una caza de brujas. Nos preocupa el recrudecimiento de la persecución a quienes trabajan en espacios de calle, y la incongruencia que supone que, por una parte, se ponga tanto ahínco en el reconocimiento de los derechos de las personas transexuales, pero que por el contrario aquellas personas trans que se dedican al ejercicio de la prostitucion, serán perseguidas por ésta ley cuando en muchas ocasiones la prostitución es el medio de vida normal y habitual del colectivo.

Por su parte, la diputada Vehí ha asegurado su disposición a seguir trabajando conjuntamente con nuestros colectivos, en el marco de la garantía de derechos y de defensa de las mujeres y a mantener el contacto en el desarrollo del Anteproyecto de Ley.

La próxima semana continuaremos con más reuniones con diputadas/os. Agendadas tenemos ya con Bildu y ERC, al tiempo que seguimos trabajando para conseguir encuentros con el resto de grupos políticos.