Por qué no existe la moralidad sexual

 

Alan H. Goldman| Profesor Emérito de Filosofía en el College of William and Mary

https://iai.tv/articles/why-sexual-morality-does-not-exist-auid-1212

No existe la moral sexual per se. Dicho de manera menos drástica, no hay ninguna moralidad especial en el sexo: ningún acto es incorrecto simplemente por su naturaleza sexual. La moralidad sexual consiste en consideraciones morales que son relevantes en otros lugares y que también se aplican a la actividad o las relaciones sexuales. Esto se debe a que el concepto adecuado de actividad sexual es moralmente neutral. La actividad sexual es la que satisface el deseo sexual. El deseo sexual en su sentido primario puede definirse como el deseo de tener contacto físico con el cuerpo de otra persona y del placer que ese contacto brinda. La masturbación o el deseo de ver pornografía son actividad sexual y deseo en un sentido secundario, sustitutos del deseo sexual normal en su sentido primario. El sexo en sí no es una categoría moral, aunque nos coloca en relaciones en las que se aplican consideraciones morales. Nos da la oportunidad de hacer lo que de otro modo se considera incorrecto: dañar, engañar o manipular a otros en contra de su voluntad.

Como señalan otros filósofos, el placer es normalmente un subproducto de hacer con éxito cosas que no apuntan directamente al placer, pero este no es el caso del sexo. El deseo sexual apunta directamente al placer derivado del contacto físico. El deseo de contacto físico en otros contextos, por ejemplo los deportes de contacto, no es sexual porque tiene otros motivos (ganar, exhibir dominio, etc.), pero el deseo sexual en sí mismo no tiene otro motivo. No es un deseo de reproducirse o de expresar amor u otras emociones, aunque la actividad sexual, como otras actividades, puede expresar diversas emociones, incluido el amor.

La ética sexual demasiado restrictiva se deriva de definiciones que incorporan erróneamente estos motivos extraños en el concepto de sexo correcto. Nuestra definición de ser moralmente neutral por no tener otra finalidad mas que el contacto físico implica que ninguna conducta que de otro modo sea inmoral debe ser excusada porque sea sexual y, lo que es más importante, que nada en el sexo es inmoral a menos que sea condenado por factores que son incorrectos en otros lugares. El sexo sin amor es condenado por quienes piensan que el sexo adecuado debe ser una expresión de amor; el sexo sin contacto físico simplemente no es sexo en su sentido principal, no es condenable por eso .

«La ética sexual demasiado restrictiva se deriva de definiciones que incorporan erróneamente motivos extraños en el concepto de sexo correcto».

¿Qué conducta sexual es entonces incorrecta por motivos morales ordinarios? Principalmente la que fuerza a otros sin su consentimiento racional. La violación es el ejemplo más obvio, que implica no solo agresión física, sino también humillación, invasión de la privacidad y, en la mayoría de los casos, daño psicológico duradero, todos los cuales son delitos por separado en otros contextos. Solo un poco menos obvio en esta categoría es el sexo con menores, lo que podría parecer un contraejemplo de mi afirmación principal de ser considerado incorrecto por ser sexual. Pero, nuevamente, tal actividad no solo es coercitiva, ya que los niños son incapaces de un consentimiento racional en este contexto, sino que son psicológicamente dañinos a largo plazo, siendo la coerción y la imposición de daños características paradigmáticas de mala actuacion de cualquier acción. Finalmente, en esta categoría también se encuentran claramente las actividades sexuales con subordinados: médicos con pacientes, abogados con clientes, jefes con empleados y profesores con estudiantes. Estas relaciones son nuevamente de explotación y, de una manera un poco menos obvia, coercitivas. También hay casos límite en esta categoría, como el sexo con una persona bajo la influencia del alcohol o las drogas o con prostitutas, a veces, pero no siempre, incorrectos, dependiendo de la plausibilidad de ver coerción en el contexto.

Más controvertido es si cualquier sexo consensuado entre parejas voluntarias es incorrecto. La tradición y la Iglesia Católica sostienen que cualquier sexo fuera del contexto del matrimonio es incorrecto o, en la versión secular, cualquier sexo fuera del contexto del compromiso amoroso. La conexión del sexo con la reproducción, su función biológica, podría haber proporcionado hace mucho tiempo alguna justificación para esta restricción, si es mejor que los niños sean criados por dos progenitores. Dejando la supuesta ley natural de Dios fuera de la ecuación, la disponibilidad inmediata de un método anticonceptivo confiable elimina esa justificación. Una justificación mas probable de la ética sexual restrictiva en estos días sea la supuesta conexión entre el sexo y el amor, capturada por el concepto de amor romántico.

Una vez más, según la tradición que se remonta a Platón, el sexo sin amor expresa nuestra naturaleza animal inferior, el enemigo de la razón que debería controlar la psique. La pérdida del control racional en el sexo aún podría conducir a la condena del sexo casual por motivos prudenciales por conducir a una promiscuidad adictiva. Pero la pérdida de control en los actos sexuales puede concebirse como algo bueno, una liberación de nuestro yo ordinario reprimido y nuestras preocupaciones mundanas, y lo más cerca que estamos de la unidad con otra persona. Y distinguir esta pérdida de control en el calor de la pasión de la pérdida de control sobre cuándo tener relaciones sexuales nos permite ver que el sexo casual no tiene por qué ser adictivo. Así como podemos comer por placer sin convertirnos en glotones, y podemos disfrutar haciendo dinero sin convertirnos en acaparadores tacaños, también podemos tener sexo por placer sin volvernos adictos.

«Si usar a otro como medio de placer fuera incorrecto, ¿por qué sería mejor en el contexto de un matrimonio con compromiso amoroso? El énfasis está nuevamente en el consentimiento racional, en términos de Kant, en la posibilidad de la voluntad racional universal. Lo mismo se aplica al sexo «.

La principal objeción al sexo casual por placer, sin embargo, es que objetiva a la pareja, usa a la pareja simplemente como un objeto sexual, un mero medio para el propio placer. La cosificación supuestamente niega la subjetividad de la pareja, la trata como menos que una persona, le niega el respeto debido a una persona. Y utilizar a otro simplemente como un medio para el propio placer les ha parecido a muchos filósofos un paradigma de maldad, una violación del principio fundamental kantiano de moralidad. Al responder a esta acusación, debemos admitir directamente que el sexo implica ver al otro como un objeto sexual: la atención se centra en el cuerpo físico. Pero esto no tiene por qué implicar la negación de la subjetividad si se tienen en cuenta los deseos e intereses del otro, principalmente exigiendo el consentimiento racional. Y no solo consentimos en ser objetos sexuales: los miles de millones gastados en perfumes, cosméticos, desodorantes, ropa atractiva y cirugía plástica indican que queremos ser vistos como tales.

La consideración de los factores morales relevantes en otros lugares muestra que usar a otros como medio no siempre es incorrecto. Muchas relaciones humanas, la mayoría de las transacciones económicas, por ejemplo, implican el uso de otros como medio. Cuando compro un automóvil, utilizo al vendedor como un medio para mi fin. No estoy particularmente interesado en su bienestar y ciertamente no le amo. Usar a otro como medio con su consentimiento es perfectamente permisible, especialmente cuando ambas partes se benefician. Utilizo a mi esposa como un medio para conseguir una cena maravillosa que yo no podria preparar. Si usar a otro como medio fuera incorrecto, ¿por qué sería mejor en el contexto de un matrimonio con compromiso amoroso? En cambio, el énfasis está nuevamente en el consentimiento racional, en términos de Kant, en la posibilidad de una voluntad racional universal. Lo mismo se aplica al sexo.

El deseo sexual y el amor son estados psicológicos fundamentalmente diferentes. El amor tiene que ver con los demás, una identificación con los intereses del ser querido y un compromiso a largo plazo para promover esos intereses. Es relativamente exclusivo: amamos a varias personas a la vez, pero no a muchas. Por el contrario, el deseo sexual, aunque se centra en el cuerpo de otra persona, es esencialmente egocéntrico, un deseo de placer físico. Y podemos tener deseos sexuales fugaces por muchos otros, mientras que no existe un amor fugaz o casual. ¿Por qué, entonces, los dos a menudo se confunden y se agrupan bajo el concepto único de amor romántico (en realidad, un conglomerado de dos estados, el deseo sexual hacia alguien que es amado)? Si bien la confusión probablemente resulte en muchos matrimonios fallidos a medida que el deseo sexual comienza a desvanecerse en ausencia de un amor genuino, hay características comunes, que contrarrestan las diferencias, que sugieren una unión de los dos estados. Ambos implican intimidad, vulnerabilidad y, por lo tanto, privacidad compartida. La privacidad, a su vez, sugiere exclusividad; los secretos, por ejemplo, son privados y exclusivos.

Esto nos lleva al único caso en el que el sexo consensuado puede ser inmoral. Si el sexo y el amor se confunden fácilmente por las razones expuestas anteriormente o, de manera menos peyorativa, si en algunos contextos se conciben naturalmente juntos, entonces es comprensible por qué en esos contextos se entiende que el compromiso amoroso incluye una promesa de exclusividad sexual. De hecho, los votos matrimoniales a menudo se entienden de esta manera, aunque nunca se declaran explícitamente como tales. Algunos podrían pensar que tal deseo de exclusividad por parte de la pareja expresa solo posesividad y celos, privando a la pareja de posibles fuentes de gran placer. Pero, si los encuentros sexuales pueden conducir a sentimientos genuinos de amor, y si el amor tiende a ser exclusivo, entonces esos encuentros pueden amenazar la estabilidad de los matrimonios o los compromisos amorosos a largo plazo. El deseo de exclusividad sexual no es entonces irracional o incorrecto, y donde existe tal entendimiento o promesa implícita, romperlo es un error exactamente igual que romper una promesa seria.

Esa conclusión ciertamente no implica que todo sexo fuera del contexto del compromiso amoroso sea incorrecto. El sexo con amor puede ser el ideal, la unión de cuerpos y mentes. Pero no alcanzar un ideal no es un error. El bistec es mejor que la hamburguesa; la langosta mejor que los camarones; el tenis mejor que el pickleball. El segundo mejor aún puede ser muy bueno y, en el caso del sexo casual, intensamente placentero.

¿Por qué quieren prohibir el trabajo sexual?

 

Por Andrés Bernárdez

28 de octubre de 2020

https://www.elcorreogallego.es/opinion/firmas/por-que-quieren-prohibir-el-trabajo-sexual-FE5116124

 

NO sé si es una discusión que alcanza a toda la sociedad. Quizás solo sea parte de unos pocos círculos en los que me he acabado moviendo tras cinco años de vida universitaria en una de las facultades más politizadas y menos críticas de la ciudad. Sin embargo, en este ambiente de idealistas que creen que todos los problemas del mundo se pueden solucionar con una mayor inversión estatal, sin plantearse siquiera de donde saldrá esa inversión realmente, el debate sobre la ilegalización de la prostitución es algo recurrente, sobre todo en estos momentos en los que la crisis, en los que plataformas como OnlyFans están favoreciendo la comercialización de contenido sexual entre particulares.

Más allá de la pornografía casera que se vende en OnlyFans, encuentro que buena parte de los argumentos en contra de la regularización de la prostitución son de carácter ético: “No es ético acostarse con una persona que no quiere hacer lo propio contigo, aunque esta acepte hacerlo de forma voluntaria”. Cierto. Nadie lo niega, sin embargo hay muchas cosas que no son éticas, pero que son legales.

No son éticas las becas basura, ni que tras cotizar toda una vida nuestros mayores se encuentren con una pensión que difícilmente les permite vivir. No es ético que no se den oportunidades laborales a los jóvenes o que la edad de jubilación sea cada vez más alta. Pero es legal. Y es legal porque ilegalizar todas estas prácticas conllevaría acciones más injustas, como subir los impuestos, o condenar a los jóvenes al desempleo.

El segundo argumento más utilizado suele ir dirigido a la gran influencia del crimen organizado en el sector del sexo, sobre todo con respecto a las mujeres, ya que estadísticamente los hombres que se dedican a la profesión más antigua del mundo suelen tener unas condiciones laborales mucho más favorables: “El 90 por ciento de las prostitutas de España son víctimas de trata”. Cierto y muy lamentable. La cuestión está en cómo solucionar ese problema.

No hay motivos para pensar que la regularización de la prostitución vaya a aumentar los delitos de trata. Todo lo contrario, las mujeres tendrán menos miedo de denunciar a sus captores ante la policía si la actividad que llevan años desarrollando está regulada. El simple hecho de penalizar la prostitución no hace que los delitos que están vinculados a la misma desaparezcan, simplemente que la actividad se esconda más y que, probablemente, se ofrezca en peores condiciones. Al igual que prohibir las drogas no ha acabado con los sangrientos delitos ligados al narcotráfico, simplemente ha conseguido que los narcos se escondan más y que la droga sea de peor calidad.

Así, me gustaría que todos aquellos que creen que prohibir y subvencionar es la solución a cualquier problema, ofreciesen alternativas útiles. La mayoría de los críticos de la regulación del trabajo sexual, apuntan que, si no fuera por la necesidad económica, nadie querría dedicarse al trabajo sexual. Y apuestan por medidas de inclusión laboral y social que permitan a estas mujeres encontrar alternativa fuera de las calles a su precaria situación. Es, a todas luces, una solución humana, necesaria y muy acertada, pero es también una solución para la que no es necesario prohibir ninguna actividad. La mejor forma de ayudar a las prostitutas es legalizar su actividad. El por qué los hombres que se dedican a la prostitución no precisan, de momento, esa ayuda, es un debate para otro día.

En la piel de Natasha, de prostituta a trabajadora sexual virtual

Tiene 29 años y pasó de la prostitución autogestiva a vender contenidos eróticos en las redes. Reivindica a las putas, reclama derechos y critica a un sector del feminismo que no incluye a las trabajadoras sexuales: “Me pajeo, me grabo y lucro con eso. Hay gente que tiene hasta la paja clandestina”.

 

Por Exequiel Svetliza 

26 de octubre de 2020

 
 

Natasha y su erotismo 2.0.

 

Hace seis años, Natasha subió sus fotos a una web que promociona acompañantes en Tucumán y ofreció por primera vez servicios sexuales. Lo hizo con mucho miedo y también vergüenza, por lo que había escuchado, el mundo de la prostitución era un universo oscuro y peligroso. Encuentros sin testigos en moteles de luces escarlata, el roce trémulo de dos cuerpos que se encuentran en la penumbra, las miradas inquisidoras de la sociedad y los prejuicios sobre un trabajo al que llaman el oficio más antiguo del mundo, pero sigue en la clandestinidad. Natasha cambió las citas por las pantallas y su historia marca una transformación que va de la prostitución al trabajo sexual y del trabajo sexual al trabajo sexual virtual. Tras años de aprendizaje y empoderamiento, para la joven hoy la palabra puta es motivo de orgullo.

“Mis inicios fueron de forma independiente, siempre en la autogestión. Me metí sin entender mucho y sin que nadie me explique nada. Era un mundo completamente desconocido y con muchos prejuicios. Uno piensa que es un mundo muy sombrío, con gente sombría, fea, que la vas a pasar mal y te van a hacer cosas horribles. La verdad que hay de todo, gente más agradable y menos agradable. Pude establecer vínculos copados que no dejaban de ser pagos. Es mucho más que sexo”, cuenta la mujer de 29 años que nació en Salta, pero desde hace 14 años vive en Tucumán. Con el tiempo, Natasha abandonó el rótulo de prostituta por uno con el que se identifica y al que reivindica: trabajadora sexual, categoría que incluye a strippers, trabajadoras presenciales y virtuales como ella en el presente.

En octubre pasado, Natasha dejó los encuentros personales para iniciarse como trabajadora sexual en el mundo de las redes sociales, pero no reniega de su pasado como acompañante de la vieja escuela: “Me acuerdo de ir a los hoteles del centro donde la luz era tan roja que no llegabas a divisarle la cara a la otra persona. A eso sumale esa adrenalina de no saber quién era esa persona, era una adrenalina bastante fuerte. Con la experiencia fui generando conexión con muchísimos clientes. Era importante sentirme bien yo también y en el camino dejar gente con la que no me sentía bien, aunque muchos te digan ‘¿qué mi plata no vale?’. También sé que hay compañeras que no han tenido las mismas posibilidades que yo”. La trabajadora sexual se encarga de desmitificar viejas miradas y prejuicios acerca del oficio: “No es tan fácil como lo ven desde afuera aquellos que dicen que es plata fácil, son encuentros de cuerpos, intercambios de energía. Es más complejo que sacarte la ropa, tener sexo y retirarte… Es mucho más que eso”.

“La carga social de la palabra puta es muy negativa y quitarle esa carga negativa es empoderarte. Al principio, sufría de pánico y no quería entrar a un restaurante o a un negocio por esa vergüenza que te impone la sociedad desde los mandatos. Antes decía no soy puta, hoy ya no. Cuando me liberé de eso, empecé a caminar con la cabeza erguida porque no tenía nada de malo lo que hacía. A mí me ha llevado tiempo y estaría bueno que seamos más las que digamos: sí, yo soy puta o trabajadora sexual. Es sexo consentido y un servicio por el cual nos pagan. Nosotras queremos nuestros derechos”, comenta Natasha quien desde hace cuatro años está afiliada a la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR) desde donde viene militando para que se las reconozca como trabajadoras, un derecho que el Estado les viene negando desde siempre.

Hoy las trabajadoras sexuales siguen condenadas a la clandestinidad porque no pueden registrarse formalmente como trabajadoras y no tienen acceso a las obras sociales ni pueden jubilarse. En junio pasado, el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación había lanzado el Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (RENATEP) en el que incluía entre sus categorías a trabajadores sexuales. La noticia fue celebrada entre los trabajadores del sector como el primer paso de una reivindicación histórica. Sin embargo, grupos abolicionistas de la prostitución no tardaron en presionar y la opción fue dada de baja al día siguiente. “Con el ministro (Daniel Arroyo) coincidimos de acuerdo a nuestra legislación y los convenios internacionales que la prostitución no es trabajo. El formulario ya fue bajado”, celebró desde su cuenta de Twitter Gustavo Vera, director del Comité Ejecutivo de Lucha contra la Trata y Explotación de Personas y para la Asistencia a las Víctimas. Para los trabajadores sexuales fue un baldazo de agua fría. “Este es un tipo de trabajo que debería reglamentarse porque es una realidad que existe y va a seguir existiendo. La clandestinidad no es un buen lugar para nadie. Eso te lleva a una situación de marginalidad porque no podés justificar ni siquiera tus ingresos y no te queda otra que mentirle al sistema. Negarnos derechos es violento y fue muy doloroso escuchar en el grupo del sindicato que pasaron de la emoción al llanto. Nos dieron los derechos sólo por un rato y después nos lo quitaron”, comenta Natasha.

Según explica la joven, como una de las pocas representantes de AMMAR en Tucumán, durante la pandemia participó de colectas para colaborar con las compañeras que trabajan en la calle y que, debido a las medidas sanitarias, no pueden salir a ejercer el oficio como lo hacían habitualmente: “Hay chicas que, si no trabajan, no comen”. Muchos clientes contribuyeron para paliar una situación que hoy es crítica para gran parte del sector. “La trata de personas existe y no lo voy a negar, pero estamos hablando de personas mayores de edad que eligen esta opción de trabajo dentro de un sistema capitalista. Yo entiendo que hay víctimas de la trata, pero no todas somos víctimas y acá hay fundaciones que no fueron a ayudar a las putas, sino que fueron contra las putas”, remarca la trabajadora sexual.

Así como las trabajadoras del rubro se sienten desamparadas por un Estado que no las reconoce como tales, según Natasha, también dentro del movimiento feminista que viene luchando por los derechos de las mujeres hay militantes que las excluyen. “Yo pensé que el feminismo era toda una hermosura, pero vi que había un feminismo que te criticaba y te degradaba por generar un dinero y capitalizarte con tu capital erótico. Dentro del movimiento hay militantes que son pro putas, pero también algunas que son muy abolicionistas y que se alteraron y la verdad, no entiendo, por qué este es un tema tan polémico. Está el lema ‘todas con las putas, nadie con la yuta’ que es de un feminismo nuevo, pero después no se acercan a las putas. Ahí veo una contradicción en el relato”, revela.

¿A vos te parece hacer eso? ¿No tenés otras opciones? ¿Si vos tuvieras una hija te gustaría que sea puta? Esas y otras más son preguntas comunes que les suelen hacer a las prostitutas y que Natasha siente que no le hacen a otras trabajadoras como una empleada doméstica o una taxista. Para ella, el debate por la regulación del trabajo sexual, en el fondo, no es muy distinto del que se lleva adelante acerca de la legalización del aborto. De acuerdo con esta perspectiva, el no reconocimiento de la prostitución como un trabajo no lo elimina, sino que lo margina a la clandestinidad: “Siento que es un movimiento que no nos incluye por el momento y desde Tucumán se hace todo más difícil y más complicado. Muchas juzgan lo que hacemos con nuestro capital erótico y nuestros cuerpos. Así como debería poder elegir respecto a la maternidad, también debería poder elegir trabajar con mi cuerpo”.

Sexo virtual: Mucho más que fotos en bolas

En un mundo donde todo parece haberse virtualizado a causa de la pandemia, el sexo no es la excepción y Natasha se adelantó a estos tiempos de erotismo en las pantallas. Para ella fue otra manera de indagar en la propia sexualidad y de explorar nuevas formas del trabajo sexual: “Vi que había toda una movida de venta de contenido sexual en las redes y dije voy a incursionar a ver qué onda. Empecé a vender contenidos pensando que era sacarme fotos en pelotas y después descubrí que no era así”.

“Las que elegimos esta modalidad estamos trabajando con el sexo, con nuestra genitalidad, con el deseo, con la fantasía, con muchas cosas que tienen que ver con lo erótico. Empecé vendiendo algunas fotos y videos cortitos. Ahora me pajeo, me grabo y lucro con eso. Hay gente que tiene hasta la paja clandestina. La verdad es que todos nos pajeamos, ya me pajié en la intimidad y ahora es público y lo vendo. Es ese goce de que yo elijo compartir esa intimidad y además la capitalizo”, comenta Natacha que, a medida que fue incursionando en la virtualidad, también fue profesionalizándose para hacer fotos y videos de mayor calidad. Y aunque para algunos puede llegar a sonar hasta utópico masturbarse para ganarse la vida, lo concreto es que las cámaras y las redes no son para cualquiera: “Es un trabajo que es muy esclavo de la tecnología, todo el tiempo tenés que estar generando contenido y te lleva muchas horas. Es algo que requiere de bastante invención para hacerlo de manera profesional”.

En la nueva normalidad impuesta por el coronavirus, aumentó de manera exponencial la demanda de contenidos sexuales pagos. Natasha estima que tiene un 50% más de clientes que antes de la pandemia. Un efecto parecido se ha producido también con la oferta, ya que muchas trabajadoras sexuales, incluso personas que nunca habían hecho trabajo sexual, se volcaron a esta modalidad: “Muchas dijeron no llego a fin de mes ¿qué hago? Y se metieron a la virtualidad”. La joven promociona sus servicios a través de su cuenta de Instagram y de Twitter y los contenidos pueden ser intercambios de videos y fotos en tiempo real a través de WhatsApp o de Telegram, videollamadas en vivo y videos personalizados. También hay plataformas especializadas en este tipo de contenidos que monetizan las vistas y suscripciones como OnlyFans y Celeb TV. Los valores varían de acuerdo a la extensión y al tipo de video y arrancan en alrededor de 2000 pesos.

Los clientes pueden cumplir algunas de sus fantasías y fetiches más ocultos, siempre y cuando Natasha acceda, claro. Pueden elegir prendas, poses y prácticas donde el límite siempre es el consentimiento: “En un momento intenté realizar dominación virtual, una variable del sadomasoquismo porque hay hombres a los que les encanta ser humillados, pero intenté y no me salió, no es mi rol”. También aclara que no es sólo cuestión de vender el material, sino que es fundamental establecer un vínculo empático con los clientes.

“Me ha pasado que los clientes me digan: para eso busco porno, pongo tal cosa y me hago una paja, pero las plataformas de porno que no es casero venden algo que es ficticio. Yo banco mucho lo que es el porno casero autogestivo porque la gente tiene muy limada la cabeza con el porno industrial y se queda con esa imagen de cosas que no pasan en la vida real. En ese porno pasan cosas muy estrambóticas, pero son cosas que son sumamente ficticias y esas actrices jamás en tu puta vida te van dedicar un minuto de su atención. Esto es otra cosa porque también está como esa adrenalina del contacto con la otra persona, siempre hay una conversación previa y se genera un vínculo”, destaca la trabajadora que pasó de los encuentros en hoteles sin testigos al sexo en banda ancha. Acaso continuará siendo el oficio más antiguo del mundo, pero como el mundo mismo también cambia. Todo cambia.

El análisis de la Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU) encuentra que la despenalización del trabajo sexual mejora la salud y la seguridad públicas y el bienestar de las trabajadoras sexuales

El análisis de más de 80 estudios sobre los impactos de la despenalización muestra que cualquier forma de penalización perjudica a las trabajadoras sexuales adultas.

21 de octubre de 2020

ACLU Analysis Finds Decriminalizing Sex Work Improves Public Health and Public Safety

NUEVA YORK – La Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU) publicó hoy “¿Es la despenalización del trabajo sexual la respuesta? Lo que nos dice la investigación”, https://www.aclu.org/report/sex-work-decriminalization-answer-what-research-tells-us una revisión completa de más de 80 estudios sobre la despenalización y la penalización del trabajo sexual. Además de encontrar que la despenalización mejora la salud y la seguridad públicas al tiempo que aumenta la estabilidad económica de las trabajadoras sexuales, los estudios revisados ​​no indican un vínculo claro entre la penalización del trabajo sexual y la detención de la trata de personas.

Los estudios incluidos en la revisión analizaron tres modelos de despenalización: despenalización total, que elimina todas las leyes y sanciones penales específicas del trabajo sexual; modelos de “fin de la demanda” o “nórdicos” que penalizan la compra pero no la venta de trabajo sexual; y modelos de legalización que requieren que las trabajadoras sexuales se registren o imponen otras regulaciones. La investigación revisada por la ACLU muestra que la despenalización total tiene los mayores beneficios para la salud y la seguridad públicas.

“En este momento, millones de personas están preguntando qué podemos hacer para reducir el abuso por parte de la policía, las disparidades raciales en nuestro sistema de justicia penal y nuestra población carcelaria en general”, dijo LaLa Zannell, Gerente de Campaña de Justicia Trans de la ACLU. “Una política que puede lograr todos estos objetivos, particularmente para las mujeres trans negras e inmigrantes, es reconocer que el trabajo sexual es trabajo y tratarlo como cualquier otra industria. Las trabajadoras sexuales han estado diciendo que enfrentan una violencia significativa por parte de la policía y los clientes durante décadas y es hora de que todos escuchemos estas voces al determinar cómo mejorar la seguridad de las trabajadoras sexuales ”.

Las oficinas de la ACLU en todo el país han estado colaborando con grupos locales liderados por trabajadoras sexuales para respaldar las llamadas a los fiscales de distrito para que se nieguen a enjuiciar los delitos relacionados con el trabajo sexual y derogar la legislación estatal que penaliza el trabajo sexual. A nivel federal, la ACLU se ha opuesto a las leyes que impiden que las trabajadoras sexuales examinen a los clientes en línea, como SESTA / FOSTA, que según la investigación revisada por la ACLU ha aumentado la violencia y el acoso que enfrentan las trabajadoras sexuales.

Las recomendaciones en el informe de investigación incluyen:

Los legisladores deberían despenalizar por completo el trabajo sexual consensuado eliminando todas las sanciones penales para vendedoras y compradores. También eliminar todas las sanciones penales para los jóvenes que participan en el trabajo sexual, pero no para los adultos que explotan a los jóvenes. La despenalización debe incluir un componente retroactivo que permita la eliminación de antecedentes penales.

Los agentes de policía deben eliminar su presencia no deseada que se dirige a las trabajadoras sexuales y perfila a las personas transgénero.

Los fiscales con mentalidad reformista deben negarse a presentar cargos relacionados con el trabajo sexual consensuado. Esto incluye tanto el trabajo sexual en la calle como leyes como SESTA / FOSTA que impiden que las trabajadoras sexuales examinen a los clientes y hablen sobre seguridad en línea.

Los legisladores deben escuchar lo que las trabajadoras sexuales dicen que es necesario para mejorar su salud y bienestar, lo que incluye desinvertir en la policía e invertir en iniciativas de vivienda y atención médica basadas en la comunidad.

Más sobre la campaña de la ACLU para despenalizar el trabajo sexual está disponible aquí: aclu.org/sexwork

Información del contacto

media@aclu.org

125 Broad Street

Piso 18

Nueva York, NY 10004

Estados Unidos

(212) 549-2666

Encuesta: Alemanes se oponen a la prohibicion de la prostitucion

Clarín DPA Agencias

26 de octubre de 2020

https://www.clarin.com/agencias/dpa-encuesta-alemanes-muestran-criticos-frente-prostitucion_0_m-xRfsOY4L.html

Colonia (Alemania), 26 oct (dpa) – Los ciudadanos alemanes tienen una postura principalmente crítica frente a la prostitución, aunque de todas maneras se manifiestan en contra de una prohibición, según reflejó una encuesta difundida hoy en la ciudad germana de Colonia.

De acuerdo con el sondeo realizado por el Instituto Demoscópico Allensbach por encargo de la Fundación Alice Schwarzer, el 76 por ciento se mostró convencido de que una buena parte de la prostitución se desarrolla de manera ilegal. 

En tanto, el 71 por ciento de los preguntados sostuvo que muchas prostitutas ejercen la profesión de forma obligada y el 70 por ciento opinó que los proxenetas son violentos en la mayoría de los casos.

Solamente el 12 por ciento consideró suficiente la legislación contra la trata de personas y la prostitución forzada. Una clara mayoría del 57 por ciento manifestó que debería haber leyes más duras y penas más drásticas, mientras que el resto se mostró indeciso en este punto.

La mayoría de la población, un 52 por ciento, se expresó de todas maneras contraria a una prohibición de la prostitución, lo que convertiría en punible el uso de los servicios de las prostitutas. Solamente un 18 por ciento se pronunció a favor de una prohibición y casi un tercio no pudo definirse al respecto.

Además, tres cuartas partes de los interrogados se mostró convencido de que quienes acuden a las prostitutas prefieren en general no hablar sobre esto.

Para llevar a cabo la investigación «Prostitución y prohibición de la prostitución en el espejo de la opinión pública» fueron encuestadas a comienzos de septiembre 1.043 personas por el Instituto Allensbach. 

«La calle del vicio»: así es el rincón de La Veneno en el Parque del Oeste más de dos décadas después

Aunque la prostitución sigue presente en el parque madrileño, el aspecto y el ajetreo del terreno ha cambiado bastante en los últimos años

 

Por Jorge Reyes

25 de octubre de 2020

https://www.elconfidencial.com/television/series-tv/2020-10-25/veneno-serie-cristina-ortiz-transexual-parqaue-del-oeste-madrid-prostitutas-antena-3-atresmedia_2800440/

 

Imagen de la serie ‘Veneno’. (Atresmedia).

 

El éxito de la serie ‘Veneno’ llega en abierto a la pequeña pantalla este fin de semana. Coincidiendo con el episodio final en la plataforma Premium de Atresmedia, Antena 3 emitirá los dos primeros capítulos de la ficción este domingo, 25 de octubre. Dos primeros episodios en los que el Parque del Oeste en Madrid estará muy presente.

Javier Calvo y Javier Ambrossi, que cosecharon muy buenas críticas con la serie ‘Paquita Salas’ y conseguir dos Premios Goya en 2017 por Mejor dirección novel y Mejor guion adaptado con ‘La llamada‘, han dejado de ser futuras promesas para convertirse en una realidad tras comprobar el resultado final de ‘Veneno’.

Los Javis no han defraudado con los escenarios. La serie comienza entre platós de televisión y un oscuro Parque del Oeste en el que Cristina Ortiz, más conocida como la Veneno, conquista a la audiencia con una entrevista que atrapó a media España por el desparpajo de la protagonista ante la atenta mirada de Faela Sainz, la periodista de ‘Esta noche cruzamos el Mississippi‘ que descubrió a la musa de Pepe Navarro.

 

En la serie, Lola Dueñas ha sido la encargada de dar vida a la intrépida reportera que decidió jugarse el tipo para traer una historia entre los rincones más sombríos del parque madrileño que tan bien han plasmado Javier Calvo y Javier Ambrossi. Una especie de Salvaje Oeste de clientes y prostitutas que en 2020 se ha convertido casi en un erial de lo que fue.

Al menos esa es la realidad que ha podido constatar el autor de este artículo. Y es que las míticas escenas de la serie ‘Veneno‘ en el Parque del Oeste, que en realidad se han grabado en la Casa de Campo, poco tienen que ver con el aspecto actual que cualquier curioso puede comprobar cuando cae la noche en el extenso parque de la capital.

Tal y como he podido inspeccionar, la calle en la que la Veneno trabajaba en los noventa no es la selva de cristales rotos, preservativos tirados en el suelo y contenedores con fuego que uno se imagina tras ver la serie.

La calle de la Rosaleda, ubicada entre el Teleférico de Madrid y el Templo de Debod, está más frecuentada por los camiones de basura municipales y cucarachas a esas horas que de clientes y prostitutas. Sin embargo, todavía hay mujeres transexuales que siguen trabajando en la famosa recta que catapultó a la Veneno.

El declive en la zona, tal y como confiesa Angelique, una mujer transgénero que lleva años haciendo la calle, se ha producido por dos factores: el acoso policial a los clientes en el pasado y la regulación del servicio de estacionamiento en la zona. En la actualidad, el número de denuncias a los clientes ha ido descendiendo los últimos cinco años hasta prácticamente desaparecer

«Se ha notado muchísimo el cambio desde hace dos o tres años con las multas a los clientes. Ha cambiado mucho el trabajo en este parque», reconoce Angelique. Y seguramente tendrá razón, porque de las «50 mujeres» que confiesa que solían trabajar en el Parque del Oeste solo hay cinco. «El puto coronavirus lo ha jodido todo«, apunta Isabella, otra de las mujeres trans que hacen la noche.

Isabella, una veterana de la calle Rosaleda con más de dos décadas de trabajo en la zona, comenta que el confinamiento ha sido la puntilla que ha dejado en la UCI la actividad sexual en el Parque del Oeste: «Yo he llegado a ganar una media de 500 euros por noche y ahora doy gracias si tengo dos clientes». «Esto era la calle del vicio», bromea Isabella.

Aunque está esperando a un cliente y no tiene mucho tiempo para entrar en detalles, Isabella comenta que, además de algún «parroquiano» fijo del lugar, son los taxistas de última hora los que le están salvando últimamente las noches.

«Antes, toda esta calle estaba llena de coches y no había sitio para los clientes«, remarca su compañera Angelique, una joven costarricense de casi 30 años que lleva practicando la prostitución desde su adolescencia y que, al igual que la Veneno, también podría escribir un libro sobre su vida.

Angelique, otra vida de serie

Al igual que la Veneno, Angelique ha experimentado en sus carnes las consecuencias de vivir en los bordes de la marginalidad social por ser una mujer transgénero. Ahora bien, Angelique y Cristina Ortiz son dos mujeres completamente distintas.

Nacida en Nicaragua pero criada en Costa Rica, Angelique es una mujer culta, que por momentos tiene dificultades para encontrar la palabra adecuada en castellano porque está acostumbrada a hablar en inglés de vivir en distintas partes de Europa.

P: ¿Por qué estás aquí trabajando en la calle?

R: Salgo a la calle porque la calle tiene algo que siempre te llama. Estás de viaje encerrada mirando el techo y por lo menos aquí tienes a tus compañeras con las que hablas y vacilas. Es una diversión un poco tonta.

Y es que Angelique, que nunca llegó a terminar sus estudios en Medicina, comenzó a ganarse la vida en las calles desde los 14 años. Quince años trabajando en los que, al igual que Cristina, ha sido víctima de violaciones y agresiones.

«He sufrido secuestros, violaciones con armas y agresiones. Tengo en la pierna una puñalada de un día que me asaltaron en un piso», comenta Angelique mientras muestra la gruesa cicatriz que tiene en su pierna izquierda.

Unas consecuencias, que como le ocurrió a la Veneno, también se trasladaron en su ambiente familiar: «Fue bastante fuerte porque mi madre estuvo más de cinco años sin hablarme, me rechazaba los abrazos porque decía que era una aberración«.

«Le costó bastante aceptar mis preferencias sexuales», apunta Angelique. «En Europa la cosa es diferente, es mucho más inclusivo y hay más leyes que nos protegen», comenta la mujer costarricense.

«De todas maneras sigue siendo una sociedad un poco hipócrita«, matiza. «Hay un poco de doble moral en algunas cosas, es un poco hipócrita porque hay personas que dicen ser bastante abiertas y delante de su familia son otra cosa», explica Angelique, que tras estar separada está viviendo una situación parecida con su actual pareja.

«Su familia y amigos nunca han pensado que fuera transexual ni saben que me dedico a la prostitución», confiesa Angelique. «Tampoco me gusta ir divulgándolo«, añade antes de explicarme cómo se siente.

«Yo me siento una chica, me veo como una chica, mi mentalidad es de chica, pero, aunque me opere en el futuro, seguiré pensando siempre que soy una chica trans. Para mí una mujer biológica es la que nace«, opina Angelique.

Por último, Angelique no deja escapar la oportunidad de comentarme su visión sobre el marco legal de la prostitución en España: «Me gustaría que fuese legal como en Holanda, Suiza, Austria o Alemania. Ahí tienes la oportunidad de trabajar pagando impuestos y tienes acceso a comprarte un apartamento, cotizar y esa serie de cosas».

«Me gusta ahorrar, no tengo vicios y tengo un pequeño negocio. Mi plan es poder retirarme dentro de dos o tres años porque un cuerpo y una cara bonita se va con el tiempo», sentencia Angelique.

 

Impulsan el blanqueo de las trabajadoras sexuales

La propuesta tiene el apoyo de la Dirección de Diversidad de Neuquén.

Por Natalia Pérez Pertino

22 de octubre de 2020

https://www.lmneuquen.com/impulsan-el-blanqueo-las-trabajadoras-sexuales-n741486

 

El sobreseimiento de Teresa Godoy, “la Tere”, su hijo Líder Godoy y Alfredo Crespo abrió la puerta para el debate sobre si la prostitución debe legalizarse. Es que lo que dictaminó un juez con su fallo fue que las pruebas presentadas acreditan una forma de trabajo asociado y no que haya víctimas del delito de facilitación de la prostitución. Al respecto, tanto el director provincial de Diversidad de Neuquén como el defensor de Crespo apuntaron que la legalización es una forma de brindarles seguridad y derechos a quienes eligen libremente ejercer la prostitución como su trabajo.

 “Como referente político creo que se debe debatir, pero no clausurando las opiniones distintas. No hay que bajarles la persiana, sino escucharlas y acompañarlas. Escuchar todas las voces y encontrar una solución”, sostuvo Adrián Urrutia, el director provincial de Diversidad de Neuquén.

En este sentido, destacó que, sea por el motivo que sea, esas mujeres y también algunos hombres eligen ejercer el trabajo sexual y que el dinero obtenido es un principal o único ingreso económico, por lo que ese trabajo “debería ser regularizado”.

La propia Tere habló de la libertad de elección de las trabajadoras sexuales para ejercer la prostitución. “Los que creen que todas las trabajadoras sexuales estamos en condición de trata es porque creen que nosotras no somos mujeres pensantes”, destacó, y agregó: “Negar un derecho a una trabajadora sexual es sumergirla en la clandestinidad y es ahí donde prospera la trata de personas”.


El debate debe darse en la sociedad y entre los legisladores para buscar una solución para quienes eligen el trabajo sexual como profesión.


Sobre esta línea se expresó el defensor oficial Fernando Diez, que en esta causa ejerció la defensa de Crespo. “Hay que diferenciar la trata de personas de la facilitación de la prostitución. La primera es la falta total de libertad de elección y la segunda dice que, pese a que haya consentimiento, son víctimas. Pero hay que fundar muy bien por qué es igual víctima”, expresó.

En este caso en particular, el propio juez sostuvo en su fallo que la fiscalía no acreditó que las demás mujeres sean víctimas de ese delito. Para Diez, esa figura penal es inconstitucional porque “dice que no importa que la persona quiera. Entonces no está claro qué se tutela y termina siendo el Estado que defiende una moral, cuando no puede, sino que cada persona tiene que poder elegir”.


“No es que seamos fanáticos del trabajo sexual, pero lo cierto es que hay una realidad, una elección de querer trabajar de eso, por lo que ese trabajo debería ser regularizado” – Adrián Urrutia, director provincial de Diversidad de Neuquén


Tanto Urrutia como Diez hicieron hincapié en que la discusión de la legalización debe darse porque, de lo contrario, privar de todo a los trabajadores sexuales es llevarlos a la calle, a trabajar en solitario y sin seguridad. “Es un debate que tiene que darse. Tiene que haber una regulación que les permita derechos y seguridad, así como cierta tranquilidad para poder trabajar”, sostuvo Diez, y destacó que no hacerlo es “discriminación”.

“La mujer que elige ser prostituta y elige organizarse es para correr menos riesgos. No se las puede penar por elegir contratar a alguien para que sea encargado de la seguridad o la referente del lugar, poniendo su nombre en el contrato de alquiler o de los servicios, como Teresa Godoy en ese caso”, explicó Diez al respecto, y agregó: “El tema es que lo que está de fondo es una condena moral y, como Estado, no se puede obligar a nadie”.

Es por ello que si bien la defensa de los tres acusados no solicitó el sobreseimiento, sí habían dejado en claro esta postura sobre el trabajo asociado de las trabajadoras sexuales. Además, Diez celebró el fallo y, en caso de ir a Impugnación, insistirán en esta postura.


“El fiscal dice que el bien jurídico tutelado es la moral y ahí creo que se equivocó, porque el Estado no puede penar a nadie por una elección personal de trabajo” – Fernando Diez, defensor público, quien ejerció la defensa de Alfredo Crespo


“Creo que el sobreseimiento está bien fundado. Muchos de los fundamentos los había expuesto yo cuando se hizo la formulación de cargos, como por ejemplo el tema de que un trabajo asociativo no podría constituir un delito”, confió.

Este informe pretende abrir un debate para mostrar las distintas voces de la sociedad respecto de la legalización de la prostitución, las que son bienvenidas.

Teresa Godoy: «Somos putas y queremos trabajar de putas»

Tras ser sobreseída por promoción y facilitación de la prostitución, rompió el silenciopidió que se legalice el trabajo sexual.

Por Guillermo Elía

20 de octubre de 2020
https://www.lmneuquen.com/teresa-godoy-somos-putas-y-queremos-trabajar-putas-n740914

 

Teresa Godoy, más conocida como “la Tere”, delegada neuquina de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR) rompió el silencio tras ser sobreseída en una causa por facilitación y promoción de la prostitución y disparó contra la hipocresía y discriminación que hay sobre la profesión más vieja del mundo. Además, reclamó la legalización del trabajo sexual.

“No soy ninguna regenteadora como dijo la fiscalía, soy una trabajadora sexual precarizada. Con lo que sacamos todas las compañeras pagamos los distintos gastos como alquiler, preservativos, impuestos y demás”, comenzó aclarando la referente de AMMAR.

La Tere, luego se sumergió de lleno es su histórico reclamo: “Somos puta y queremos trabajar de putas. Yo tengo trabajo, no necesito trabajo. Nos gusta ser putas, déjennos ser putas”, enfatizó la mujer que desde joven eligió vivir y trabajar con su cuerpo.

“Hay gente que sostiene que nos quieren rescatar y sacarnos de la actividad y nosotras queremos trabajar de esto, sino estamos yendo en contra de nuestras propias decisiones y elecciones”, resumió.

Luego, agregó: “no se blanquea la prostitución y se niega un derecho a un colectivo que hace rato que viene reclamando. Eso nos permitiría estar seguras y protegidas por el Estado. No entendemos por qué nos convierten en víctimas de algo que elegimos nosotras”.

Trata de personas

Uno de los ejes del debate que hay entorno a la prostitución es la trata de personas. Para la dirigente de AMMAR, la clandestinidad de la actividad es la que fomenta la trata con fines sexuales.

“Los que creen que todas las trabajadoras sexuales estamos en condición de trata, es porque creen que nosotras no somos mujeres pensantes. Es más, nosotras somos maquiavélicamente inteligentes porque sabemos vivir de la calle, elegimos y sobrevivimos todos los días pese a todas las adversidades”, destacó.

“Pero negar un derecho a una trabajadora sexual es sumergirla en la clandestinidad y es ahí donde prospera la trata de persona”, afirmó la mujer.

“No necesitamos un tutelaje, necesitamos derechos para que no continúe la violencia hacía nuestro colectivo que es una de las profesiones más viejas del mundo. Lo que ocurre, es que se cree que las partes íntimas son sagradas y no pueden ser mecanizadas como una herramienta de trabajo”, analizó Godoy.

De políticos consumidores

“Los que nos tendrían que dar derecho y sentarse en primera fila son los políticos porque ellos consumen. Ellos nos tendrían que pedir que les presentemos un proyecto de ley para analizarlo y aprobarlo. Porque hay un montón de estigma y discriminación hacía el trabajo sexual”, disparó la delegada neuquina.

“Es doloroso sobrevivir ante tanta hipocresía social, donde muchas veces se encargar de levantarte calumnias, mandarte encana y negarte derechos”, explicó.
“El sueño nuestro es que se regule nuestro trabajo, poder pagar nuestros aportes y el día de mañana cuando una compañera quiera retirarse, poder contar con una jubilación”, contó lo que hoy es prácticamente una utopía que es eje se su lucha.
Entre las incomodidades que le genera tener un trabajo no legalizado, la Tere confió: “nosotras cuando vamos a la AFIP tenemos que mentir y decir que somos economía popular. La otra vuelta, en Acción Social, en la página web, se puso en un listado el trabajo sexual y a las dos horas lo sacaron. Es como que no nos quieren en ningún lado”.

“Sería grandioso para nosotros poder ir a solicitar un crédito habitacional a partir de nuestra actividad y pagar todo como corresponde. Es un sueño muy difícil porque todavía siguen escondiendo nuestro reclamo bajo el tapete”, aseveró la trabajadora sexual.

Alquiler con favores

Salir a buscar alquilar se puede transformar en toda una odisea para las trabajadoras sexuales. Cuesta mucho conseguir una casa o un departamento en una zona más o menos accesible para poder trabajar.

A esto se suma que dar garantías o un recibo de sueldo, para las mujeres que tienen un trabajo no blanqueado es todo un tema que muchas veces se termina resolviendo con algunos favores.

“Muchas veces, cuando se alquila un local o un departamento, como no tenemos para presentar un recibo de haberes se nos complica, salvo que algún amigo o amiga nos den una mano. Pero, por nuestra actividad, los dueños suelen hace uso y abuso a la hora de alquilarnos. Como estamos tan vulneradas y necesitamos el espacio físico para trabajar terminamos accediendo a pagar mucho más caro o incluso tener que brindarle favores sexuales, pero como es tanta la necesidad encima estamos agradecidas porque nos alquila. ¡Mirá vos!», confesó con pesar.

Pandemia y ayuda social

Con el aislamiento social decretado el 20 de marzo, la situación de las trabajadoras sexuales se complicó bastante, ya que muchas viven al día.

Pese a las restricciones y el distanciamiento, lentamente las mujeres optaron por volver a la actividad a riesgo de sus vidas. Incluso muchos clientes estaban ansiosos por retomar el contacto comercial.

“Algunas compañeras han seguido trabajando en tiempo de pandemia, de hecho, hubo allanamientos de la policía a varios locales”, recordó Godoy.

“En mí caso, respeté durante casi 60 días el aislamiento, pero después tuve que salir a trabajar porque me quedé sin ahorros y como las cuentas no esperan tuve que volver a batallar a riesgo de la vida”, confió la mujer que sabe que por sacar el día podría contraer coronavirus.

Pese a la dramática situación que atraviesan las mujeres que viven de su cuerpo reciben una ayuda vital del organismo que lidera Adrián Urrutia.

“Nosotras tenemos una gran ayuda que nos da la Dirección de Diversidad que nos entrega 10 bolsones de alimentos por mes. No es mucho porque somos unas 100 trabajadoras sexuales, que están muy precarizadas, por lo que tenemos que seleccionar como los repartimos, pero es una ayuda al fin”, destacó la Tere.

Sobrevivir en la calle

Con algunos cuidados, la Tere, advirtió: “a mí me acusaron porque no accedo a las coimas, porque soy pensante. Hay que entender que soy clase obrera y encima trabajo con mi concha”.

En la actualidad, Teresa Godoy no quiere hablar de los negocios oscuros que deben soportar por vivir prácticamente en la clandestinidad ya que sobrevivir en la calle es un oficio de riesgo donde son muchas las complejidades que interactúan. “Hoy en día voy a ser más políticamente correcta, en algún momento contaré todo”, cerró la charla con la promesa de continuar.

El caso: De la acusación al sobreseimiento

El 31 de agosto de 2019 tras una investigación conjunta entre la Policía y la fiscalía que incluyó observaciones y escuchas, se allanó un prostíbulo ubicado en calle San Martín al 600. En el interior había 13 trabajadoras sexuales, argentinas y dominicanas.

Teresa Godoy y su encargado de seguridad Alfredo Crespo fueron acusados del delito de facilitación de la prostitución., fue detenida y procesada por facilitación y promoción de la prostitución. Luego, la fiscalía acusó a Líder Godoy por ser una pieza clave para prestar colaboración a su madre.

El juez Gustavo Ravizzoli los sobreseyó entendiendo que no había elementos suficientes que reforzaran la acusación de la fiscalía

 

Sexwork Diaries

 

Cómix de Lilu Izar

https://derechosparatodas.blogspot.com/p/comix-de-lilu-izar.html

 

200 días sin clientes, una tragedia para las vendedoras de “cariño”

Dos chicas transexuales relatan a LA TRIBUNA cómo han sobrevivido desde que inició el confinamiento por COVID-19

 

Por ZV

19 de octubre de 2020-10-19

https://www.latribuna.hn/2020/10/19/200-dias-sin-clientes-una-tragedia-para-las-vendedoras-de-carino/

 

Son un poco más de las 9:00 de la noche y Dayana y Zoe aún no ligan nada. Tampoco sus cuatro amigas, de las que se ha separado para atender amablemente la entrevista. Llevan cuatro horas deambulando por la calle principal del barrio La Plazuela de la capital, esperando a sus clientes, pero todo apunta que será una noche mala sin clientes y, lógicamente, sin dinero, ni “cariño”.

Por supuesto que sus nombres no son reales, pero en el mundo del trabajo sexual remunerado y, según su identidad de género, prefieren que las llamen así.

Con la mayor naturalidad, Dayana y Zoe relataron las peripecias del oficio más antiguo del mundo: Clientes, valor, posiciones, tipos de servicios, y hasta las veces que se han enamorado.

“Ahora tengo pareja, pero es muy celoso. Quiere que me retire, pero él no puede cubrir mis necesidades”, cuenta Dayana. “Yo estoy soltera ¡y ni quiero compromiso!”, responde Zoe.

Las dos amigas lucen relajadas: Dayana tiene 26 años, es de piel trigueña, cuerpo pasado por el bisturí, delgada, pelo azabache y con más de 8 años en el oficio. Zoe, en cambio, tiene 27 años, es blanca, “chaparra”, pelo pintado, dice que “salí del clóset a los 14 años” y esa noche andaba con unos tragos de cerveza de más.
Cada una tiene su propia tarifa y sus propios clientes, pero cuando de apoyarse se trata, “damos todo por todas”, afirma Zoe.

Entre su amplio catálogo de servicios que incluye sexo oral, anal, fetiches, fantasías, masturbaciones, masajes eróticos, posiciones y hasta le hacen de psicólogas.

“Mis clientes no se quejan, la pasan rico, muchas veces ellos no buscan sexo, solo quieren que los escuchen porque me han dicho que sus mujeres no los atienden, les reclaman, se ponen histéricas, entonces, ellos se estresan”, manifiesta.

En el plano personal, Zoe se declara sexi y atrevida. “Me encanta provocar a los hombres”. Se ha enamorado perdidamente dos veces, pero la relación terminó mal. Estudiaba belleza, pero se salió por la pandemia. Dayana lleva un tatuaje de mariposa y se declara locamente enamorada de su pareja actual. Tampoco terminó el noveno grado.

DRAMA Y DISCRIMINACIÓN

Desde que comenzó la pandemia del coronavirus, el trabajo y los ingresos se han vuelto inciertos y peligrosos para ellas. Son más de 200 días sin un sustento fijo, pero Dayana y Zoe siempre salen con la esperanza de ganarse el pan de cada día, y por qué no decirlo, un amor que las cuide para toda la vida.

Esta noche están alegres, se han tomado un par de cervezas para soportar la faena que casi siempre se extiende hasta las 6:00 de la mañana. Se mueven de un lado a otro, exactamente en el redondel de El Arbolito, el icónico pino de medio siglo que atestigua lo bueno y lo malo que pasa en esa zona tórrida de la capital, a unas cuantas cuadras de la sede episcopal, y una de las más peligrosas, más ahora con la pandemia.

Hace menos de dos meses, mataron a balazos a un hombre sin conocerse los motivos, pero a Dayana, Zoe y sus amigas ya no las asusta la violencia de ningún tipo.

En tiempos normales, aquí es un ambiente carnavalesco, especialmente los viernes y el sábado, pero esta noche solo hay luces y sombras. De vez en cuando se asoman unos peatones que se esconden con la rapidez de un gato doblando la esquina.

En la parte alumbrada de la calle, se puede divisar perfectamente desde lejos quién va y quién viene. Un carro paila cargado de jóvenes con aspecto de jugadores de fútbol pasan por el redondel, escandalizando con gritos y rechiflas cuando miran a Dayana y Zoe y sus amigas.

El conductor baja la velocidad para que los muchachos pidan sexo: “¿Por cuánto, mami?”, gritan y ellas responden con miradas devoradoras y una voz ronca: “¡Bajate, pues, amor!”. “Eso es común, es normal que nos griten, al principio nos molestaba, ahora los ignoramos”, comenta Zoe.

Al rato llega una patrulla de la Policía Militar con intenciones de flirtear, pero se marcha tan pronto cuando se enteran que Zoe y Dayana están platicando con LA TRIBUNA.

Es muy común, dicen las defensoras de esta comunidad, que, al momento de criminalizar la prostitución, las que acaban con más multas y detenciones son las trabajadoras del sexo y no los clientes, muchos de ellos, policías y militares.

Al fondo, las amigas de Dayana y Zoe esperan que lleguen sus clientes.

¿QUIÉNES LAS CONTRATAN?

Otros carros particulares siguen pasando, algunos lujosos, dan la vuelta al árbol, se quieren detener, pero luego se arrepienten. Dayana asegura que entre sus clientes hay famosos políticos, funcionarios del gobierno, empresarios y artistas, pero jamás delataría sus nombres. “Somos profesionales, lo que aquí pasa aquí se queda”, recalca.

En algunas ocasiones, las transexuales alcanzan llegar a la ventana del conductor, pero como no hay trato, el auto arranca bruscamente. En el rato de la entrevista, solo una de las chicas logró subirse a un carro y se la llevó con rumbo desconocido. “Ya va regresar, va a hacer sexo oral, es rápido y lo más barato, no necesitan bajarse del carro”, explica Zoe.

Las “trans” se visten sin dejar nada a la imaginación. Pintarrajeadas, bolsos y mallas negras. Caminan modelando como en una pasarela, a pesar de las altísimas plataformas de sus zapatos, que a veces les hace caminar en zigzag y perder el equilibrio.

La más “palancona” quiere posar para LA TRIBUNA, pero luego se arrepiente. “No me gusta salir en los medios”, se excusa. La más flaca de todas, con un cuerpo aparentemente trabajado por el bisturí, es la más creída y sobre ella caen todas las miradas y las frases obscenas de los libidinosos conductores que pasan en ese rato.

CRISIS
Sin clientes ni pisto, ahora lavan ropa

Dayana, que es activista de una organización Lésbico, Gay, Transexual y

“Lavamos ropa ajena, limpiamos”, dice Dayana, al referirse a sus nuevas formas de ganar algo de dinero.

Bisexual (LGTYB), afirma que su comunidad la está pasando mal en esta cuarentena. “Déjeme decirle que está bien duro, porque la pandemia ha puesto en cuarentena a todo mundo, los clientes no salen, pero nosotros tenemos que salir a buscar el pan de cada día, como se dice”, confiesa. “Tenemos que arriesgarnos a la calle, al frío y a la lluvia para buscar qué comer”.

Como no hay clientes, han tenido que compensar sus ingresos de otra manera. “Lavamos ropa ajena, limpiamos y ayudamos en los quehaceres de las casas amigas, y las que tenemos nuestros papás, hemos regresado a nuestras casas, aunque es duro porque nos siguen rechazando”.

Dayana cuenta que las ayudas alimenticias y monetarias del gobierno no llegan a su comunidad, pero la organización a la que pertenece las ha estado apoyando con comida y asistencia sanitaria, cuando algunas han salido positivas de COVID-19.

A pesar que la pandemia mata gente todos los días, ninguna de estas chicas usa mascarillas ni las exigen, tampoco gel, solo el condón. “Para qué me voy a poner una mascarilla, si me la voy a quitar al momento del sexo oral”, justifica Zoe, con una sonrisa picaresca.

Sin movimientos en la calle, esta vez el toque de queda se ha convertido en la “bestia negra” para ellas. En este sector laboran unas 15 transexuales, pero en todo el país puede haber unas 20,000 sexoservidoras, según las organizaciones del arcoíris.

“En los días normales y buenos, podía hacerme unos 3,000 lempiras, pero ahora, con suerte, me hago 500”, dice Zoe. “Muchas veces, se llega las 6:00 de la mañana y no conseguimos nada y tenemos muchas responsabilidades”, agrega Dayana.

“NO SOMOS PAYASOS”

Tanto Dayana como Zoe, desean una ley que les permita portar sus nombres transexuales en la tarjeta de identidad. “Siempre andamos vestidas de mujeres, pero cuando vamos a los centros de salud, por ejemplo, nos llaman por el nombre de pila y las demás mujeres nos quedan viendo raro”, explica Dayana.

En el bajo mundo, el drama se acentúa en cada una de sus historias. “Una vez, el cliente me puso la pistola y me obligó a tener sexo oral, no pagó y me lanzó del carro. Otro, me dejó botada en Comayagua y me vine a jalón porque no tenía dinero”, recuerda Danaya.

Un cliente de Zoe resultó violento pero comprensivo a la vez. “No me quería pagar, forcejeamos, me golpeó y me dejó botada. Yo lloraba pero al rato regresó, se disculpó y me pagó”, evoca.

En este año electoral, aseguran que su comunidad tendrá una partición activa en las planillas de cargos de elección popular y de incidencia en las calles, para lograr la ley de identidad de género. “No queremos ser objeto de burlas, no somos payasos, nos merecemos respeto, como todas las personas”.(Por: Eris Gallegos)