Nueve organizaciones europeas piden la despenalización del trabajo sexual en Malta

 

15 de marzo de 2021 Coordinador ICRSE

http://www.sexworkeurope.org/news/news-region/press-release-9-european-organisations-call-decriminalisation-sex-work-malta

 

Las trabajadoras sexuales en Malta necesitan la despenalización del trabajo sexual.

Declaración conjunta de ILGA Europe, Transgender Europe, la Organización Internacional de Jóvenes y Estudiantes Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgénero, Queer e Intersex, la Plataforma para la Cooperación Internacional sobre Migrantes Indocumentados, La Strada International, la Plataforma de ONG europeas contra la trata de personas, European AIDS Treament Group y el Comité Internacional sobre los Derechos de las Trabajadoras Sexuales en Europa.

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Con esta declaración, nuestras organizaciones desean expresar nuestro apoyo al gobierno de Malta en su esfuerzo por desarrollar una reforma legal que garantice la protección de los derechos de las trabajadoras sexuales. Nuestras organizaciones, después de una cuidadosa consideración, consulta e investigación, apoyan de todo corazón la despenalización del trabajo sexual.

A nivel mundial, las trabajadoras sexuales y sus organizaciones exigen la despenalización, el derecho a la autodeterminación y la autoorganización. Nuestras organizaciones apoyan los principios de que las leyes y políticas que afectan a las comunidades marginadas deben desarrollarse con la participación significativa de esas comunidades, asegurando que se escuchen sus opiniones y se incluyan sus demandas.

Malta es reconocida mundialmente como un país líder en la protección de las personas LGBTI, una posición que se ha ganado legítimamente al escuchar y trabajar en estrecha colaboración con organizaciones LGBTI y miembros de la comunidad. Las trabajadoras sexuales son claras en sus demandas y estos deberían ser los principios rectores detrás de los actuales esfuerzos de reforma legal.

Las demandas de despenalización de las trabajadoras sexuales son compartidas por un gran número de organizaciones destacadas de derechos humanos, derechos de la mujer y salud pública (véase la lista en la nota a pie de página).

Esto está respaldado por evidencia académica y científica internacional de estudios globales e instituciones académicas como la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, The Lancet o el reciente proyecto SexHum.

La crisis actual de COVID-19 ha puesto de relieve la necesidad crítica de comprometerse y escuchar a las comunidades y las partes interesadas de la salud pública y de implementar políticas que se basen tanto en evidencia científica como en estándares de derechos humanos.

Nuestro trabajo nos dice que sin excepción, las políticas que criminalizan a las trabajadoras sexuales, los migrantes y su trabajo u organizaciones que las apoyan, conducen a más, no menos, violencia y explotación. Este tipo de entornos represivos socavan constantemente el acceso a los servicios, el trabajo decente y la justicia, y provocan un aumento de las violaciones de los derechos humanos.

El impacto de la penalización de los clientes, conocido como modelo sueco, en las trabajadoras sexuales en países como Suecia, Noruega, Francia, Irlanda e Irlanda del Norte es inequívoco: las trabajadoras sexuales informan de una mayor precariedad y vulnerabilidad a la violencia y las enfermedades infecciosas (incluido el VIH), mientras que la confianza en las autoridades se ha desplomado. Mientras tanto, en países y estados donde el trabajo sexual está despenalizado, las trabajadoras sexuales reportan un mayor acceso a la protección legal. Ha mejorado su capacidad para ejercer otros derechos clave, como la justicia y la atención de la salud. La despenalización de las trabajadoras sexuales y su ocupación contribuye significativamente a su protección, dignidad e igualdad.

La evidencia es clara: solo la despenalización del trabajo sexual protegerá el bienestar y la dignidad de las trabajadoras sexuales.

 

NB – Lista de organizaciones internacionales que apoyan la despenalización del trabajo sexual:

The Joint United Nations Programme on HIV/AIDS (UNAIDS), UNFPA, WHO, UNDP, the World Bank, Amnesty International, Médecins Du Monde, Human Rights Watch, the Global Commission on HIV and the Law, Open Society Foundations, the Global Network of People Living with HIV, the Global Action for Gay Men’s Health & Rights (MPact), the International Women’s Health Coalition, the Association for Women’s Rights in Development, the American Jewish World Service, the Global Alliance Against Traffic in Women (GAATW), The Lancet, The Global Fund for Women, the Elton John AIDS Foundation, Frontline AIDS, the International Community of Women Living with HIV, Global Health Justice Partnership of the Yale Law School and Yale School of Public Health, STOPAIDS and ILGA World.

Ser prostituta en Rusia, una vida clandestina y llena de abusos

 

Agence France Presse

5 de marzo de 2017

https://www.elnuevoherald.com/noticias/mundo/article136628643.html

 

Una foto tomada el 20 de enero de 2017 muestra a prostitutas rusas descansando en la cocina de un burdel ilegal en San Petersburgo. OLGA MALTSEVA AFP/Getty Images
San Petersburgo

 

Vladimir Putin elogió, con sarcasmo, a las prostitutas rusas “como las mejores del mundo”, pero obvió decir que están obligadas a trabajar en la clandestinidad y la indiferencia en un país que casi siempre ignora sus denuncias.

“Las prostitutas rusas son parias absolutas, no tienen ninguna posibilidad real de defenderse”, resume con amargura Irina Maslova, fundadora de la única asociación del país que ayuda a estas mujeres, “La rosa plateada”.

La prostitución es ilegal en Rusia, donde puede sancionarse con una multa simbólica de 1.500 rublos (alrededor de 23 euros).

Según los defensores de los derechos de las prostitutas, la policía se apoya a veces en esta prohibición para no investigar los abusos contra ellas.

“Los policías se niegan a registrar las denuncias de las chicas sobre las agresiones a las que las someten los clientes. Y con frecuencia les abren un expediente por prostitución en lugar de defenderlas”, explica Maslova.

Las agresiones, las extorsiones y las amenazas de revelar su actividad a sus familias son moneda corriente, lamenta.

Irina habla con conocimiento de causa. Esta esbelta rubia cuadragenaria fue prostituta durante seis años en San Petersburgo hasta que en 2003 comenzó a militar por los derechos de las trabajadoras sexuales.

Intenta, por ahora en vano, crear “un sindicato de trabajadoras sexuales” en Rusia porque está convencida de que es la única forma de acabar con los abusos. Pero “nos contestan oficialmente que este oficio no existe”.

En San Petersburgo, la segunda ciudad más importante de Rusia, entre 4.000 y 6.000 mujeres viven de la prostitución, según diversas estimaciones. Sólo el 10% de ellas ejercen en la calle; la mayoría lo hace en salas clandestinas: apartamentos compartidos, con una secretaria que contesta al teléfono y un guardia a la entrada.

En la época de la Unión Soviética, la prostitución no existía oficialmente. Empezó a verse en las calles de Moscú en los años 1990. Y desde el comienzo de los años 2000 se lleva a cabo en locales ilegales, a menudo bajo “la protección” de policías corruptos.

Promocionan su actividad pegando pequeños anuncios en los muros de los edificios, en las paradas de autobuses y en otros lugares. Prometen “pasar un buen rato”.

En teoría los proxenetas se exponen a hasta tres años de cárcel pero pocas veces se concreta ante la dificultad de trazar el dinero de los servicios de las prostitutas.

“El perfil es muy variado”, explica Reguina Ajmetzianova, una militante de la asociación “La rosa plateada”. “Hay estudiantes, mujeres divorciadas, incluso amas de casa. Su marido no está al corriente o dice no estarlo”.

Por la noche, Reguina acude a estos locales clandestinos para distribuir preservativos y proponer pruebas de detección del virus VIH a las prostitutas.

Y es que la enfermedad causa estragos en el país, con más de 103.000 nuevos casos registrados en 2016, un alza de 5% en un año.

Llama a una puerta en la sexta planta de un gran edificio de estilo estalinista del sur de San Petersburgo. Una rubia treintañera le abre y le da la bienvenida con una sonrisa. Regina la llamó por teléfono para avisarle de su visita.

“Vaya a la cocina. Nadia trabaja, Nastia y Madina están allí”, dice la rubia. Se llama Inna y es la administradora del local.

Nastia, de 31 años, y Madina, de 20, beben té. Encima de un minicamisón sexi, visten una camiseta.

Las tres chicas reciben entre 10 y 15 clientes por noche pero cobran la mitad de los 2.000 rublos por hora (33 euros) que les pagan.

“Por supuesto que he vivido situaciones difíciles con clientes en varias ocasiones. He aprendido a no mostrar el miedo”, cuenta Nastia, una pelirroja de ojos verdes originaria de los Urales.

En voz baja, Madina, una uzbeka que apenas habla ruso, enumera los abusos: “Sí, me han pegado, amenazado con un cuchillo, forzado a hacerlo sin preservativo…”

Reguina prepara los test. De repente alguien llama al interfono.

“¡Venga, chicas, rápido!”, exclama Inna mientras mira las imágenes de las cámaras, en las que se ve a un hombre subir al apartamento. Nastia y Madina se quitan las camisetas, se calzan zapatos de tacón y desaparecen.

Unos diez minutos más tarde, Madina vuelve sola: el cliente ha elegido a Nastia.

“Hacemos lo que hacemos por iniciativa propia, es verdad, pero somos seres humanos y nos gustaría que nos tratasen como tales”, suspira Nadia, justo cuando se va un cliente.

ONUSIDA felicita a Tlaleng Mofokeng por su nombramiento como Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la salud

Tlaleng Mofokeng. Foto cortesía de She.Leads.Africa

 

La Dra.Tlaleng Mofokeng es defensora de la despenalización mundial del trabajo sexual:

“Las trabajadoras sexuales deben ser respaldadas a través de la defensa y la protección de sus derechos humanos a la autonomía, la dignidad, las prácticas laborales justas y el acceso a la atención basada en la evidencia. Es por ésta y muchas otras razones por las que creo que el trabajo sexual y los derechos de las trabajadoras sexuales son los derechos de las mujeres, los derechos de salud, los derechos laborales y la prueba de fuego para el feminismo interseccional.”

Por qué el trabajo sexual es un auténtico trabajo

 

Comunicado de prensa

https://www.unaids.org/en/resources/presscentre/pressreleaseandstatementarchive/2020/august/20200803_tlaleng-mofokeng

 

ONUSIDA felicita a Tlaleng Mofokeng por su nombramiento como Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la salud

 GINEBRA, 3 de agosto de 2020: Tlaleng Mofokeng, médica sudafricana y activista por los derechos de la mujer y la salud sexual y reproductiva, ha sido nombrada nueva Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud fisica y mental.

«Felicito a Tlaleng Mofokeng por su nombramiento como Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la salud, la primera mujer africana en ser nombrada para este importante papel», dijo Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA. «Sé que ella luchará por los derechos humanos y por todos, en todas partes para poder obtener la atención médica que necesitan. Ambas compartimos una visión: que la atención médica no debe ser solo para los ricos, sino un derecho para todos».

Nombrado por el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el Relator Especial sobre el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental supervisa el derecho a la salud en todo el mundo. El titular estudia las prácticas y experiencias nacionales relacionadas con el derecho a la salud, identifica tendencias y desafíos en el proceso y hace recomendaciones sobre cómo garantizar la protección del derecho a la salud. El Relator Especial también recibe denuncias individuales de presuntas violaciones del derecho a la salud.

El derecho a la salud es un derecho humano fundamental consagrado en el derecho internacional y los países tienen obligaciones básicas de derechos humanos de respetar, proteger y cumplir el derecho a la salud.

«Espero trabajar con la Dra. Mofokeng», agregó la Sra. Byanyima. «Solo asegurando que el derecho a la salud sea una realidad para todos, se acabará con el sida en 2030».

ONUSIDA

El Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH / SIDA (ONUSIDA) lidera e inspira al mundo a lograr su visión compartida de cero nuevas infecciones por el VIH, cero discriminación y cero muertes relacionadas con el SIDA. ONUSIDA une los esfuerzos de 11 organizaciones de las Naciones Unidas (ACNUR, UNICEF, PMA, PNUD, UNFPA, UNODC, ONU Mujeres, OIT, UNESCO, OMS y el Banco Mundial) y trabaja en estrecha colaboración con socios mundiales y nacionales para poner fin a la epidemia de sida para 2030 como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Obtenga más información en unaids.org y conéctese con nosotros en Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.

Por qué debe ser despenalizado el trabajo sexual

 

Preguntas y respuestas

 

7 de agosto de 2019

https://www.hrw.org/news/2019/08/07/why-sex-work-should-be-decriminalized

 

Human Rights Watch ha llevado a cabo investigaciones sobre el trabajo sexual en todo el mundo, incluídos Camboya, China, Tanzania, Estados Unidos y, más recientemente, Sudáfrica. La investigación, que incluye amplias consultas con trabajadoras sexuales y organizaciones que trabajan en el tema, ha dado forma a la política de Human Rights Watch sobre el trabajo sexual: Human Rights Watch apoya la despenalización total del trabajo sexual consensuado entre adultos.

 

¿Por qué la penalización del trabajo sexual es una cuestión de derechos humanos?

Penalizar el sexo adulto, voluntario y consensuado —incluido el intercambio comercial de servicios sexuales— es incompatible con el derecho humano a la autonomía personal y la privacidad. En resumen, un gobierno no debería decirles a los adultos que dan su consentimiento con quiénes pueden tener relaciones sexuales y en qué términos.

La penalización expone a las trabajadoras sexuales al abuso y la explotación por parte de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley, tales como los agentes de policía. Human Rights Watch ha documentado que, en entornos criminalizados, los agentes de policía hostigan a las trabajadoras sexuales, obtienen sobornos mediante extorsión y abusan física y verbalmente de las trabajadoras sexuales, o incluso las violan.

Human Rights Watch ha encontrado constantemente en investigaciones en varios países que la penalización hace que las trabajadoras sexuales sean más vulnerables a la violencia, incluida la violación, el asalto y el asesinato, por parte de atacantes que ven a las trabajadoras sexuales como objetivos fáciles porque están estigmatizadas y es poco probable que reciban ayuda de la policía. La penalización también puede obligar a las trabajadoras sexuales a trabajar en lugares inseguros para evitar a la policía.

La penalización socava constantemente la capacidad de las trabajadoras sexuales para buscar justicia por los delitos cometidos contra ellas. Las trabajadoras sexuales en Sudáfrica, por ejemplo, dijeron que no denunciaron robos a mano armada ni violaciones a la policía. Dijeron que tienen miedo de ser detenidas porque su trabajo es ilegal y que su experiencia con la policía es ser hostigadas o fichadas y detenidas, o que se rían de ellas o no las tomen en serio. Incluso cuando denuncian delitos, las trabajadoras sexuales pueden no estar dispuestas a testificar en el juzgado contra sus agresores y violadores por temor a sufrir sanciones o nuevos abusos debido a su trabajo y estatus.

ONUSIDA, expertos en salud pública, organizaciones de trabajadoras sexuales y otras organizaciones de derechos humanos han encontrado que la penalización del trabajo sexual también tiene un efecto negativo en el derecho a la salud de las trabajadoras sexuales. Por ejemplo, Human Rights Watch encontró en un informe de 2012, “Sex Workers at Risk: Condoms as Evidence of Prostitution in Four US Cities,” que la policía y los fiscales utilizaron la posesión de condones de una trabajadora sexual como evidencia para respaldar los cargos de prostitución. La práctica dejó a las trabajadoras sexuales reacias a llevar condones por temor a ser detenidas, forzándolas a tener relaciones sexuales sin protección y poniéndolas en mayor riesgo de contraer el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual.

La penalización también tiene un efecto negativo en otros derechos humanos. En los países que prohíben el trabajo sexual, es menos probable que las trabajadoras sexuales puedan organizarse como trabajadoras, defender sus derechos o trabajar juntas para apoyarse y protegerse entre ellas.

 

¿Cómo ayuda la despenalización del trabajo sexual a proteger a las trabajadoras sexuales?

La despenalización del trabajo sexual maximiza la protección legal de las trabajadoras sexuales y su capacidad para ejercer otros derechos clave, incluida la justicia y la atención médica. El reconocimiento legal de las trabajadoras sexuales y su ocupación maximiza su protección, dignidad e igualdad. Este es un paso importante para desestigmatizar el trabajo sexual.

 

¿Despenalizar el trabajo sexual fomenta otras violaciones de derechos humanos como la trata de personas y la explotación sexual de niños?

El trabajo sexual es el intercambio consensuado de sexo entre adultos. La trata de personas y la explotación sexual de niños son cuestiones separadas. Ambos son graves abusos y crímenes contra los derechos humanos y siempre deben investigarse y procesarse.

Las leyes que distinguen claramente entre el trabajo sexual y los delitos como la trata de personas y la explotación sexual de niños ayudan a proteger tanto a las trabajadoras sexuales como a las víctimas de delitos. Las trabajadoras sexuales pueden estar en condiciones de tener información importante sobre delitos como la trata de personas y la explotación sexual de niños, pero a menos que el trabajo que ellas mismas realizan no sea tratado como criminal, es poco probable que se sientan seguras al transmitir esta información a la policía.

 

¿Qué deben hacer los gobiernos?

Los gobiernos deberían despenalizar completamente el trabajo sexual y garantizar que las trabajadoras sexuales no sufran discriminación en la ley o en la práctica. También deben fortalecer los servicios para las trabajadoras sexuales y garantizar que tengan condiciones de trabajo seguras y acceso a prestaciones públicas y redes de seguridad social.

Además, cualquier regulación y control sobre las trabajadoras sexuales y sus actividades deben ser no discriminatorias y cumplir con las leyes internacionales de derechos humanos. Por ejemplo, las restricciones que impidan que las personas involucradas en el trabajo sexual se organicen colectivamente o trabajen en un ambiente seguro, no son restricciones legítimas.

 

¿Por qué Human Rights Watch apoya la despenalización total en lugar del «modelo nórdico»?

El «modelo nórdico», introducido por primera vez en Suecia, hace que comprar sexo sea ilegal, pero no procesa a la vendedora, la trabajadora sexual. Los defensores del modelo nórdico ven la «prostitución» como inherentemente perjudicial y forzada; apuntan a terminar con el trabajo sexual matando la demanda de sexo transaccional. El desacuerdo entre organizaciones que buscan la despenalización total del trabajo sexual y grupos que apoyan el modelo nórdico ha sido un tema polémico dentro de la comunidad de derechos de las mujeres en muchos países y en todo el mundo.

Human Rights Watch apoya la despenalización total en lugar del modelo nórdico porque la investigación muestra que la despenalización total es un enfoque más efectivo para proteger los derechos de las trabajadoras sexuales. Las mismas trabajadoras sexuales también suelen desear la despenalización total.

El modelo nórdico atrae a algunos políticos como un compromiso que les permite condenar a los compradores de sexo, pero no a las personas que ven como forzadas a vender sexo. Pero el modelo nórdico en realidad tiene un impacto devastador en las personas que venden sexo para ganarse la vida. Debido a que su objetivo es terminar con el trabajo sexual, a las trabajadoras sexuales les resulta más difícil encontrar lugares seguros para trabajar, sindicalizarse, trabajar juntas y apoyarse y protegerse mutuamente, abogar por sus derechos o incluso abrir una cuenta bancaria para sus negocios. Estigmatiza y margina a las trabajadoras sexuales y las deja vulnerables a la violencia y el abuso por parte de la policía, ya que su trabajo y sus clientes siguen siendo criminalizados.

 

¿No es el trabajo sexual una forma de violencia sexual?

No. Cuando una persona adulta toma la decisión por su libre voluntad de intercambiar sexo por dinero, eso no es violencia sexual.

Cuando una trabajadora sexual es víctima de un delito, incluida la violencia sexual, la policía debe investigar de inmediato y remitir a los sospechosos para su enjuiciamiento. Cuando una persona intercambia sexo por dinero como resultado de la coerción —por ejemplo por un proxeneta— o experimenta violencia de un proxeneta o un cliente, o es víctima de trata, estos son delitos graves. La policía debe puntualmente investigar y remitir el caso para su enjuiciamiento.

Las trabajadoras sexuales a menudo están expuestas a altos niveles de violencia y otros abusos o daños, pero esto generalmente se debe a que trabajan en un entorno criminalizado. Las investigaciones de Human Rights Watch y otros indican que la despenalización puede ayudar a reducir la delincuencia, incluida la violencia sexual, contra las trabajadoras sexuales.

 

Además de despenalizar el trabajo sexual, ¿qué otras políticas apoya Human Rights Watch con respecto a los derechos de las trabajadoras sexuales?

Las personas dedicadas al trabajo sexual voluntario pueden provenir de entornos de pobreza o marginación y enfrentan discriminación y desigualdad, incluso en su acceso al mercado laboral. Con esto en mente, Human Rights Watch apoya medidas para mejorar la situación de los derechos humanos de las trabajadoras sexuales, incluida la investigación y el acceso a la educación, el apoyo financiero, la capacitación y colocación laboral, los servicios sociales y la información. Human Rights Watch también alienta los esfuerzos para abordar la discriminación basada en el género, la orientación sexual, la identidad de género, la raza, el origen étnico o el estado migratorio que afecta a las trabajadoras sexuales.

 

Trabajo de investigación de Human Rights Watch que documenta el abuso contra las trabajadoras sexuales:

—Por qué hemos presentado una demanda contra una ley federal de EE. UU. contra las trabajadores sexuales, junio de 2018

Why We’ve Filed a Lawsuit Against a US Federal Law Targeting Sex Workers, June 2018

—Grecia: la policía abusa de las personas marginadas: va a por las personas sin hogar, usuarios de drogas y trabajadoras sexuales en Atenas, marzo de 2015

Greece: Police Abusing Marginalized People: Target the Homeless, Drug Users, Sex Workers in Athens, March 2015

—»Tengo miedo de ser mujer»: abusos contra los derechos humanos de las personas transgénero en Malasia, septiembre de 2014

“I’m Scared to Be a Woman”: Human Rights Abuses Against Transgender People in Malaysia, September 2014

—En la senda del daño: Respuesta estatal a las trabajadoras sexuales, usuarios de drogas y VIH en Nueva Orleans, diciembre de 2013

In Harm’s Way: State Response to Sex Workers, Drug Users and HIV in New Orleans,December 2013

—“Barrido”: abusos contra las trabajadoras sexuales en China, mayo de 2013

“Swept Away”: Abuses Against Sex Workers in China, May 2013

—“Tratadnos como seres humanos”: discriminación contra las trabajadoras sexuales, las minorías sexuales y de género y las personas que usan drogas en Tanzania, junio de 2013

“Treat Us Like Human Beings”: Discrimination against Sex Workers, Sexual and Gender Minorities, and People Who Use Drugs in Tanzania, June 2013

—Fuera de las calles: detención arbitraria y otros abusos contra trabajadoras sexuales en Camboya, julio de 2010

Off the Streets: Arbitrary Detention and Other Abuses against Sex Workers in Cambodia,July 2010

—Trabajadoras sexuales en riesgo: los condones como evidencia de prostitución en cuatro ciudades de EE. UU., Julio de 2012

Sex Workers at Risk: Condoms as Evidence of Prostitution in Four US Cities, July 2012

Documento de posición de STOPAIDS en apoyo de la despenalización total del trabajo sexual

 

 

Julio de 2019

STOPAIDS Position Paper Supporting the Full Decriminalisation of Sex Work

 

Desde que empezamos en 1986, STOPAIDS ha abogado por un enfoque basado en los derechos humanos para acabar con el SIDA. Nos hemos centrado especialmente en promover los derechos humanos de los grupos de población clave que se ven afectados de manera desproporcionada por el VIH, incluidas las trabajadoras sexuales, los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres, las personas transgénero y las personas que consumen drogas.

En este documento, agregamos explícitamente nuestro apoyo al movimiento de trabajadoras sexuales, que durante mucho tiempo ha estado haciendo campaña por la despenalización total. STOPAIDS no puede permitirse ser ambiguo o tímido con respecto a nuestra posición. Nos comprometemos a implementar nuestros programas, políticas y actividades de promoción en línea con esta posición de despenalización, y alentamos al movimiento de trabajadoras sexuales a que nos haga rendir cuentas sobre esto.

Puedes leer nuestro documento de posición en línea aquí.

 

Ésta es la definición de despenalización que hace STOPAIDS:

Despenalización es la eliminación de todas las leyes penales y punitivas en general utilizadas contra las trabajadoras sexuales, los clientes y las terceras partes. Esto incluye leyes que directamente penalizan el trabajo sexual y el uso de leyes para atacar de manera desproporcionada a las trabajadoras sexuales por motivos tales como vagabundeo, molestia pública, homosexualidad, obscenidad, travestismo, etc. Las especificaciones del marco legal que reemplace a la penalización deben ser desarrolladas en consulta con las trabajadoras sexuales locales, teniendo en cuenta el contexto específico de cada país.

Implementación de programas integrales de VIH/ITS con personas trabajadoras del sexo: enfoques prácticos basados en intervenciones colaborativas

 

http://www.who.int/hiv/pub/sti/sex_worker_implementation/es/

 

Autores:

OMS; UNFPA; ONUSIDA; Global Network of Sex Work Projects (NSWP); Banco Mundial; Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo

Detalles de la publicación

Número de páginas: 196
Fecha de publicación: junio de 2015
ISBN: 978 92 4 350618 0

 

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Documento completo [pdf, 7.77Mb]

 

Presentación

Tras la publicación de las Recomendaciones 2012, algunas partes interesadas solicitaron indicaciones sobre cómo aplicarlas. Esta publicación responde a esa necesidad, ofreciendo consejos prácticos sobre la aplicación de los programas de respuesta al VIH y las infecciones de transmisión sexual (ITS) para los diferentes colectivos en el trabajo sexual. Contiene ejemplos de buenas prácticas del mundo entero, con la finalidad de apoyar los esfuerzos en la planificación de programas y servicios; también describe los asuntos que deben ser tomados en consideración y cómo superar las dificultades.

Esta herramienta es el fruto de la colaboración estrecha entre personas trabajadoras del sexo, profesionales de la salud, investigadores, funcionarios gubernamentales y organizaciones no gubernamentales (ONG) provenientes del mundo entero, y de la colaboración de Naciones Unidas y algunos socios para el desarrollo de los Estados Unidos.

La herramienta sigue los lineamientos de las Recomendaciones 2012. También incluye un dictamen mundial llevado a cabo con personas trabajadoras del sexo por la NSWP como parte de la elaboración de las Recomendaciones 2012.

 

Índice

  • Capítulo 1: Empoderamiento comunitario
    pdf, 668kb

    Elementos clave del empoderamiento comunitario, Trabajando con las comunidades de personas trabajadoras del sexo, Fomentar la participación dirigida por las propias personas trabajadoras del sexo, Capacitación del colectivo de personas trabajadoras del sexo, Adaptarse a las necesidades y a los contextos locales, Promover un entorno basado en los derechos humanos, Fortalecer los sistemas comunitarios (fortalecer el colectivo), Adaptar las políticas y crear entornos propicios, La sostenibilidad de los movimientos, Dar seguimiento al progreso realizado
  • Capítulo 2: Abordar la violencia contra las personas trabajadoras del sexo
    pdf, 907kb

    Contextos de la violencia, Valores y principios para dar respuesta a la violencia contra las personas trabajadoras del sexo, Valores fundamentales, Principios que deben regir los programas, Intervenciones y estrategias alentadoras, Empoderar a las comunidades, Fortalecer la las capacidades de las personas trabajadoras del sexo, Promover reformas, Fomentar la responsabilidad de las fuerzas policiales, Promover la protección y la seguridad de las personas trabajadoras del sexo, Proporcionar servicios de salud a las personas trabajadoras del sexo que son víctimas de la violencia, Proporcionar servicios de apoyo psicosocial, jurídico y otros, Gestión, seguimiento y evaluación
  • Capítulo 3: Servicios dirigidos por la comunidad
    pdf, 519kb

    La sensibilización dirigida por la comunidad, ¿Qué hacen los trabajadores de sensibilización comunitaria?, Pasos para la implementación de la sensibilización dirigida por la comunidad, Espacios seguros (centros de acogida), Establecer espacios seguros, Configuración del local, Manejo del espacio, Otras actividades realizadas en el espacio seguro, Mejoramiento de la calidad dirigido por la comunidad, Comités comunitarios, Otros enfoques dirigidos por la comunidad que refuerzan la calidad de los servicios clínicos, Aseguramiento de la calidad comunitaria en el seguimiento y la evaluación, Seguimiento de la calidad de la implementación de los servicios comunitarios, Seguimiento del acceso comunitario a servicios y de la autonomía comunitaria
  • Capítulo 4: Promoción del uso del condón y de lubricantes
    pdf, 398kb

    Pasos efectivos para programas del uso del condón, Establecer el abastecimiento de condones y lubricantes masculinos y femeninos accesible a las personas trabajadoras del sexo, Promoción a varios niveles de los condones y lubricantes masculinos y femeninos, Promoción del uso del condón dirigida por la comunidad, Desestigmatizar el uso del condón entre la sociedad en general, Crear un entorno propicio para los programas del uso del condón, Aspectos específicos a tener en cuenta en los programas del uso del condón Gestión de programas de promoción del uso del condón, Roles y responsabilidades en los programas del uso del condón, Seguimiento de programas, Evaluación
  • Capítulo 5: Servicios clínicos y de apoyo
    pdf, 1.03Mb

    Principios operativos para los servicios clínicos y de apoyo, Asesoramiento y pruebas voluntarias de VIH, Tratamiento antirretrovírico, La tuberculosis y las personas trabajadoras del sexo, Servicios complementarios para las personas trabajadoras del sexo que consumen drogas inyectables, Servicios de ITS, Satisfacer las necesidades de salud sexual y reproductiva de las personas trabajadoras del sexo, Salud mental
  • Capítulo 6: Gestión de programas y fortalecimiento de la capacidad organizativa
    pdf, 685kb

    Parte I: Gestión del programa: La planificación e implementación de un programa de VIH/ITS con personas trabajadoras del sexo, Fortalecimiento de las capacidades y conocimiento del programa, Formación y fortalecimiento del personal, Parte II: Fortalecimiento de las capacidades de las organizaciones de personas trabajadoras del sexo, Crear una organización registrada, Fortalecimiento de las capacidades organizativas

 

 

Karina Nuñez: El Estado es nuestro peor proxeneta

 

 

 

Artículo autoría de Magdalena Herrera. Extraído de ecos.la

17 de septiembre de 2016

http://www.inforio.com.uy/noticia.php?id=5119

 

A los 12 años cambió sexo por un yogurt. Desde entonces Karina Núñez es trabajadora sexual y una activista solidaria sin proponérselo. 

 

No la dejan entrar en las whiskerías porque denunció explotación, tráfico y abuso en esos recintos del Uruguay profundo. Karina Núñez (52 años) dice que al Estado lo único que le preocupa es que ella y sus compañeras no transmitan enfermedades a los consumidores de sexo. Que los gobernantes deberían salir de sus \»empolvados escritorios\» y embarrarse los pies para ver la situación en los quilombos del interior del país.

-¿Cómo era tu familia?

-Yo nací en Fray Bentos y soy hija biológica de una trabajadora sexual y un proxeneta. Mi abuela fue explotada sexualmente, mi madre también y luego vine yo. Por suerte logré que con mis hermanas e hijos se cortara una cadena donde la dignidad era una palabra inalcanzable. Fui educada por un referente local muy fuerte que sembró en mí esa semilla de la dignidad.

-¿Desde qué edad sos trabajadora sexual?

-En realidad fui explotada desde los 12 y soy trabajadora desde los 18. Siempre viene de antes. No es que cumplís 18 y te preguntás: ¿qué voy a ser: princesa o prostituta? No, lleva un proceso mucho más largo. Tengo compañeras que comenzaron en su niñez.

-También comenzaste en la niñez. ¿Eras consciente?

-No, pero no fue traumático en el momento sino después, cuando me enteré que lo que me había pasado no debería haber sucedido. A los 12 años era comer algo con mis hermanas o no comer.

-¿Lo hiciste por dinero para comer?

-La primera vez fue por un yogurt. Por cinco pesos para comprar un yogurt. Ni lo pensé. Cuando tenés las tripas pegadas en el espinazo no pensás. Nadie que tenga la panza vacía puede decir que decide algo.

-Después de los 18, ¿te cuestionaste sobre hacer otro trabajo?

-No. Ahí era sobrevivir y criar a mis cuatro hermanas mujeres. Me dicen mama. Mi madre pasaba un proceso bastante complicado de consumo de alcohol y no podía hacerlo.

-Sos una persona muy fuerte.

-Somos muchas. Yo siempre le digo a la gente: si ustedes salieran al interior profundo y pudieran conversar con cada una de las trabajadoras se enterarían de terribles historias de resignación, de luchas internas y externas, de resiliencia.

Yo tuve el bonus que me enseñaron sobre lo que era la dignidad, a no agachar la cabeza y luchar por lo que pienso. Pero muchas de mis compañeras tienen el virus de la autodiscriminación en sus huesos y eso no les permite salir de los lugares que les dan seguridad, que son donde más sumidas están.

Si la institucionalidad se tomara la molestia de salir de sus empolvados escritorios, tocar tierra y cruzarse con esas realidades, verían que lo mío es una papa comparado con otras historias.

-¿Te parece una papa?

-Comparado con otras vidas sí. Tengo compañeras que con 7 u 8 años fueron violadas y abusadas por sus hermanos y después vendidas por sus propios padres o hermanos. Fueron obligadas a parir hijos y venderlos o comerciarlos frente a sus ojos. Parece de película mexicana pero pasa en Uruguay.

Esas compañeras han sobrevivido a eso. Ojo, sus saludes mentales no están bien. Pero como para Uruguay lo único que importa es que no tengas bacterias que infecten a ningún consumidor de sexo, lo que pase por el resto del cuerpo de la trabajadora es incumbencia de ella. Y no del Estado que debe garantizar los derechos a todos sus pobladores.

El gobierno se ocupa de la parte epidemiológica pero no del ser humano integral que está en ejercicio de la prostitución. Al Estado solo le interesa que las trabajadoras sexuales no transmitamos cosas.

-En los últimos gobiernos, se han instalado comisiones y el tema está sobre la mesa. ¿No has notado cambios?

-No ha cambiado mucho. He visto discursos más humanizados pero solo discursos. O discursos que en la práctica llegan hasta el Santa Lucía. Hacia afuera, que es donde trabajo, no se ven cambios. He visto crear comisiones, institutos, ministros hablar, pero las trabajadoras sexuales seguimos siendo una cosa que pulula dentro del caldo de cultivo de las vulnerabilidades del Estado, que es el mayor proxeneta que tenemos.

-No entiendo, ¿por qué?

-Si el Estado no te dignifica, te vulnera. Como ciudadanas somos vulneradas. Nosotros pagamos la luz, el agua, cada cosa que consumimos. Nosotros estamos nutriendo al Estado más allá que no nos reconozca.

-En este momento, ¿estás trabajando?

-Sí. Trabajo en calle porque me han echado de todas las whiskerías.

-¿Por qué?

-Por las denuncias que he hecho sobre explotación y abuso a compañeras. Si tenés un poquitito de amor el prójimo no podés permitir situaciones de esclavitud, y no denunciarlas. No podés permitir que se lleven a personas en jaulas de ganado de una parte a otra del país y no denunciarlo. No podés. Logré que más de 70 personas fueran procesadas vinculadas a las whiskerías, a redes, por explotación, violencia, tráfico, venta de droga.

-Decidiste transformarte en una activista.

-No, lo mío fue al revés. Me enteré que era activista cuando vine a Montevideo con una compañera con sida y estuve muchos días con ella en el Maciel, hasta que murió. Allí se acercaron desde diferentes asociaciones de trabajadoras sexuales, meretrices y trans.

Antes lo hacía porque me salía así. Siempre iba con mis compañeras a protestar si no eran bien atendidas, a hacer denuncias o a sacarlas de la comisaría. Me pasaba jodiendo al sistema. Para mí era solidaridad, y joder al sistema. Después me enteré que era militancia.

-Has logrado mejorar la situación de muchas compañeras. ¿Cómo te acercás y lo conversás con ellas?

-Mucha gente me ayudó a capacitarme primero en el tema sida ya que vi morir a muchas compañeras y luego en otras áreas.

Primero hay que estudiar a la persona. Si está muy inmersa, no podés, porque te manda al frente y te hace matar a palos por el marido. Si ves que está tocando fondo, ahí se puede conversar algo. Pero como tiene tan dañada la confianza en el otro es difícil.

Con las que más conversás son con las mayores de 40 años y mayoritariamente se acercan porque están celosas de las mujeres nuevas de su fiolo. Conversan contigo por celos pero no porque se visibilicen como víctimas. Ahí le vas entrando.

Pero tengo compañeras que se han muerto sufriendo porque su proxeneta las cambió por otra. Y ese hombre les había quebrado todos los huesos. Las había hecho trabajar toda la vida, abortar, y ellas hasta el día de su muerte enamoradísimas. Muy en el fondo las trabajadoras sexuales todavía piensan que existe el príncipe azul y que esa persona que les está haciendo tanto mal es ese príncipe. Sueñan que lo van a poder transformar solo con su amor.

-¿Tuviste proxeneta?

-No, yo el único proxeneta que tuve fue mi madre y me libró de todo el resto. Por lo que vi después, mejor que fuera mamá y no otro.

-¿Cómo es la relación con tu madre?

-Mi mamá es mi mamá y la quiero. Me dio la vida. Me costó muchísimo tiempo darme cuenta que no soy quien tiene la potestad de juzgarla. Ella hizo lo que pudo, lo que le enseñaron a hacer. La caja de herramientas con la que largaron a mi mamá a la vida fue una vagina destrozada. Más nada. Desde esa vagina destrozada llegué yo. Por eso mi libro se llama “El ser detrás de una vagina productiva”.

-Vive contigo, ¿la mantenés?

-Y ella me mantiene a mi. Me mantiene vivo el recuerdo de lo que no quiero ser cuando llegue a vieja.

-¿Cómo fue tu relación con tus hijos?

-Fue bastante complicada porque fueron hijos del trabajo sexual. Pero son lo mejor que me pasó en la vida. Si no hubiese tenido hijos habría caído en manos de alguna red. Una cosa que no hacen los tratantes es llevarse madres. Solo agarran a aquellas con la que ellos mismos tienen hijos. Porque después de que las mujeres entran en la red y se hacen resistentes a las palizas, la única forma que tienen para opacar su rebeldía es apropiándose de los hijos. Es la manera de mantenerlas.

Ahora mis hijos están grandes, están criados. Igual de todas formas, debí alejarme de ellos para que no tuvieran que pelear por mi. Porque la sociedad, aunque te consume no te perdona. Y te cobra con las cosas más dolorosas que son tus entornos.

Si bien no te dicen puta de frente, porque de noche te dicen mi amor, sí lo comentan con otros. Y esos otros son los que terminan dañando a tu entorno.

-¿Cómo te alejaste de tus hijos?

-No trabajo en la ciudad donde vivo y eso me lleva a estar alejada mucho tiempo, a veces 15 días, un mes o más. Pero una de las cosas que me enseñó la recorrida por el país y un trabajo que hice entre 2009 y 2011 con 313 trabajadoras sexuales es que más del 70% de aquellas que no tenían estudios parían trabajadoras sexuales y proxenetas, y ejercían el trabajo hasta los últimos días de su vida. Sin embargo las mujeres que habían tenido algún grado de estudio, sus hijos o hijas no tenían nexo y su trabajo era acotado a 10 o 15 años. No morían changando. El único factor liberador era la educación.

Nosotras somos nómades, como gitanas. Si te vas de un pueblo y te llevás a tus hijos, pasan contigo todo el día en la whiskería y se mezclan en tu círculo. Entonces, pensando que sos buena madre porque los pariste y no los dejás tirados, no te das cuenta que los estás naturalizando en ese entorno. Es muy normal que se diga ‘mirá está todo el día changando y deja a los hijos tirados’. Para que no digan eso, te los llevás contigo. Y es al revés.

Cargamos con ese estigma. Te puedo dar fe que he hecho mil cosas y en mi pueblo no dejan de verme más que como una prostituta. Tuve que darme cuenta que lo importante es como me veo yo y mi entorno.

En la escuela, me tocó defender a trompadas a mi madre que para todos era la puta del barrio. Pero para mí era mi mamá. Y que veía la maestra: la hija de una prostituta peleando con el hijo de un decente que lo único que hizo fue decir la verdad. Entonces, ¿que pasaba? El círculo de la escuela se cerraba, tenías malas notas y abandonabas a los 11 o 12 años. El sistema educativo era el primero que te echaba por ser hija de.

-¿Hoy sucede eso?

-Sí, más solapado pero sucede. Te discrimina más la maestra que los alumnos. Me pasó con mis hijos. Tuve que cambiarlos de clase para que no supieran que yo era su madre.

Cuando mi hijo mayor –hoy tienen 25- iba al jardín nunca lo invitaban a los cumpleaños o paseos. Cuando fue su cumpleaños, un 4 de diciembre, invitó a todos a una fiestita. No vino ninguno. Cumplía 6 añitos.

Mi madre había ido a la playa y estaba con fiebre. Y entonces le dije: ‘sabés lo que pasa, tus compañeritos fueron a la playa que fue la abuela y están todos en cama, mi vida. Por eso no pudieron venir’. ¿Sabes lo que me respondió? ‘Ay mami, y si cortamos torta y les llevamos pobrecitos’. Como le iba a decir que la culpable era yo.

-¿Cómo es la vida de una trabajadora sexual en el interior?

-Está dada por las edades. La vida de 18 a 25 es una, de 30 a 50 es otra, y de 50 en adelante cambia también. La diferencia está en los grados de estigmatización. Y cuanto más profundo es el lugar del interior, más dolorosos son los sistemas de esclavitud que se ven.

-Por ejemplo?

-Tener una persona con 72 años dentro de una whiskería que, si no entra a trabajar a las 7 de la tarde cuando la patrona abre y no se va con el último borracho que queda en la barra al otro día, no se le presta plata para comer. Aunque le hayas atendido clientes toda la noche.

Después están los otros que no te dan de comer pero si de tomar, entonces te embriagan y sos el muñequito de atracción porque sexo contigo no tienen porque sos una vieja. Te ven borracha, cayéndote y ellos se divierten con tu desgracia, mientras la patrona hace plata. Pero al otro día no te dan ni un mendrugo de pan. Eso para mi es esclavitud.

O aquellas que para ganarse un plato de comida después de los 60 años, tienen que limpiar todo el lugar a las 9 de la mañana cuando trabajaron hasta las 7 entreteniendo parroquianos.

Eso se da en los pueblos más chicos. Los mecanismos de sumisión en los más grandes corren por otro lado: consumo de alguna sustancia, mecanismo de manipulación psicológica, son más pulidos pero están.

Pasa en Uruguay. Lo que sucede es que las instituciones no lo quieren ver. Prefieren mil veces dar 5.000 dólares para que se haga folletería que no la lee nadie que salir de los escritorios y embarrarse las patas en los pueblos.

Siempre dicen que nos incluyen pero no veo ninguna titulada conversando con nosotros adentro del quilombo.

-¿Cómo realizás la militancia ahora que no te dejan entrar en las whiskerías?

-Voy a las policlínicas del interior profundo que es donde las compañeras pasan.

No es fácil porque han cambiado mucho los mecanismo de tráfico. Antes se captaban por comida. Ahora es por consumo, por un iPhone, ropa nueva, paseos. Es mucho más difícil romper esa cadena de consumo que la del hambre. Se da más que nada entre los 15 y los 17 años.

-¿Con un iPhone se compra una adolescente?

-Con un porro de 50 pesos te las llevas de solapa. El tráfico interno es algo que no está visualizado por la sociedad. Lo toman como algo común que se consiga un noviecito y la lleve de paseo a Punta del Este. Y bueno, que la haga salir con una o dos personas, porque bueno, la llevó a Punta del Este. Imaginete, la sacó del pueblo.

 


Apéndice

Ley de Trabajo Sexual de Uruguay:

http://www.impo.com.uy/bases/leyes/17515-2002

 

 

Criminalizar a los clientes pone en riesgo la vida de las prostitutas

 

Imane Rachidi

26 de julio de 2018

https://www.lavanguardia.com/vida/20180726/451114432548/criminalizar-a-los-clientes-pone-en-riesgo-la-vida-de-las-prostitutas.html

 

 

Ámsterdam, 26 jul (EFE).- Las políticas de «fin de la demanda» que penalizan a los clientes ponen en riesgo la vida de las prostitutas y reducen su protección contra el VIH al verse obligadas a ejercer a escondidas de las autoridades, denunciaron hoy varias trabajadoras sexuales en la Conferencia Internacional del SIDA.

«Estamos cansadas de la gente que viene con políticas moralistas a ilegalizar las cosas en nuestra casa y a decir que las prostitutas somos malas o víctimas. No lo somos. Hemos elegidos ejercer y aportamos mucho dinero a la economía de nuestros países», denunció Dudu Dlamini, líder del movimiento de trabajadoras sexuales Sisonke, en Sudáfrica.

En una rueda de prensa en Ámsterdam, Dlamini exigió «respeto y reconocimiento a las prostitutas como seres humanos y como trabajadoras» y aseguró que las profesionales del sexo son «madres, padres de sus casas, hijas y hermanas, que trabajan a diario para levantar la economía del país» con el uso de hoteles, restaurantes, colegios y otros servicios.

Un estudio científico, con contribuciones de defensores de la prostitución, publicado hoy en la Conferencia, denuncia que las leyes del «fin de la demanda» de los servicios sexuales están también reduciendo la protección y el acceso a los servicios contra el VIH porque las trabajadoras «se ven obligadas a esconderse» de la Policía para poder ejercer.

El informe, que incluye dos análisis críticos de las leyes en Francia y Canadá, explica que este tipo de normativa -que se está considerando cada vez más en múltiples países, entre ellos España- tiene un efecto negativo sobre el acceso a los servicios esenciales, incluida la prevención y atención del VIH, y obliga a las prostitutas a ejercer en condiciones «poco sanas».

«Estos estudios merecen una consideración cuidadosa. Si estas leyes crean nuevas barreras para la prevención y atención del VIH, entonces es una preocupación muy importante», añadió la presidenta de la Sociedad Internacional del SIDA, Linda-Gail Bekker.

Las conclusiones sobre la ley francesa muestran que el impacto más directo de una norma que penaliza a los usuarios de la prostitución está en «la vulnerabilidad socioeconómica de las trabajadoras sexuales, incluyendo un aumento en la violencia experimentada, unas condiciones de trabajo degradantes y las consecuencias negativas» para la salud.

«En Francia, estamos peor que antes porque las prostitutas tienen que trabajar en zonas más aisladas para no ser vistas por la Policía que detiene a sus clientes. Muchas se van a otras ciudades, se esconden para trabajar, y no demandan los servicios sanitarios ni de control del VIH», alertó la investigadora de la Sciences Po de Paris, Hélène Lebail.

Añadió que, en general, esta situación hace que las trabajadoras sexuales estén «mucho más criminalizadas» que los clientes, provocando también un «aumento de la estigmatización» y del «riesgo» para la salud y vida de las prostitutas.

Por otro lado, Elena Argento, de la Universidad de Columbia, analizó la Ley de Protección de las Comunidades y de Personas Explotadas, una política adoptada por Canadá en 2014 que despenaliza la prostitución pero persigue a sus usuarios.

Aseguró que desde hace cuatro años, se ha reducido la conciencia sobre la atención al VIH, así como el interés por la atención primaria destinada a las trabajadoras sexuales, y denunció que ese enfoque legal puede «exacerbar las barreras» a los servicios dirigidos a las prostitutas.

Los autores del informe también encontraron una disminución en el uso del preservativo y una mayor movilidad dentro de las propias ciudades y fuera de ellas, lo que lleva a las trabajadoras a ejercer en lugares que desconocen.

«No hay otra opción posible más allá del reconocimiento total, la legalización y la protección de la prostitución. Se necesita una descriminalización total para un mayor respeto hacia nosotras. Queremos que todos los países reconozcan y hagan justicia a las trabajadoras sexuales», subrayó Dlamini.

En su país, Sudáfrica, las prostitutas no solo sufren la violencia en las calles o los estigmas a la hora de ir al médico, sino que pueden «acabar entre rejas por usar un condón y protegerse», alertó.

Las diferentes voces en la Conferencia pidieron seguir modelos de legalización como el de Nueva Zelanda y Austria porque, consideraron, son «mucho más seguros y sanos» para las prostitutas. EFE

 

Nueva Zelanda: Catherine Healy ‘traída del frío’ tras una carrera de activismo a favor de las trabajadoras sexuales

 

Por BESS MANSON

4 de junio de 2018

https://www.stuff.co.nz/national/104330042/dame-catherine-healy-brought-in-from-the-cold-after-career-advocating-for-sex-workers

 

La nueva Dama Catherine Healy en su casa de Eastbourne, Wellington.

 

Dame Catherine Healy – por los servicios a los derechos de las trabajadoras sexuales

 

Convertirse en una dama fue como «ser traída del frío», dice la activista por los derechos de las trabajadoras sexuales Catherine Healy.

La miembro fundador del Colectivo de Prostitutas de Nueva Zelanda (NZPC, por sus siglas en inglés) dijo que se echó a llorar cuando recibió la carta con el nombramiento.

«Todavía sigo pensando que vamos a ser detenidas al amanecer, no reconocidas. Nunca, nunca imaginé que este día llegaría».

Durante años, ella y su cohorte lucharon contra el estigma de ser una trabajadora sexual e hicieron campaña por los derechos de las trabajadoras sexuales. Soportó la vergüenza de los miembros de su familia, vergüenza que, con el tiempo, se ha convertido en orgullo por el papel que ha desempeñado en el movimiento por el cambio en la industria del sexo.

Healy se convirtió en coordinadora del Colectivo de Prostitutas de Nueva Zelanda en 1989 y dirigió la campaña para despenalizar la prostitución. Ayudó a desarrollar un proyecto de ley modelo para despenalizar el trabajo y salvaguardar los derechos humanos y la seguridad laboral de las trabajadoras sexuales, que se aprobó en 2003.

Ese modelo ha recibido reconocimiento internacional.

Healy cambió su trabajo como maestra de escuela primaria para convertirse en trabajadora sexual en la década de 1980.

Trabajó en un burdel en Wellington’s Willis St.

Fue un tiempo profundamente social, dijo, con prostitutas y clientes metidos en un pequeño bar clandestino en el burdel bebiendo y hablando hasta altas horas de la madrugada. Era un gran contraste con sus reuniones de la mañana en las recatadas habitaciones del personal de la escuela. La yuxtaposición de esas dos vidas tan diferentes fue dura.

Pero la profesión vino con su propio conjunto de obstáculos. No tanto en la forma de clientes dudosos, sino por la ley, que establecía que era ilegal buscar clientes, pero no era ilegal que un cliente pagara por tener relaciones sexuales.

La gente diría que el trabajo sexual era violación, pero fue la indignidad de la ley lo que la hizo sentirse verdaderamente violada.

El Colectivo de Prostitutas surgió a través de una reunión de mentes.

Las mujeres con las que trabajó eran estridentes y descaradas y molestas con el estigma y los conceptos erróneos de la prostitución. Healy, de 62 años, estaba maravillada con ellas.

«Hablaban en ese momento sobre la necesidad de un sindicato y eso realmente me sorprendió.

«Éramos nueve y empezamos a reunirnos y conversar. Nos sentábamos en mi apartamento en Mt Victoria, la casa llena de humo de cigarrillo, y no hacíamos más que hablar».

Hablaron de un lugar comunitario donde las trabajadoras sexuales pudieran acudir. Hablaron sobre su deseo de detener la propagación del VIH / SIDA.

«Solo queríamos ser tratadas como personas normales. Queríamos cambiar actitudes, queríamos aceptación. Sobre todo, queríamos cambiar la ley.

El NZPC ahora opera con 12 empleados a tiempo completo y un grupo de voluntarios en cinco sucursales en todo el país.

Healy, de Bay York en el suburbio de Eastbourne, dijo que su nombramiento de dama era un reconocimiento a la gran cantidad de gente que había trabajado duro y luchado juntos por el cambio en la industria en los últimos 30 años.

«Es extraordinario ver lo lejos que hemos llegado. Esto demuestra la aceptación de esta industria. Somos parte de la sociedad, no algo aparte de ella. Se trata de reducir el estigma y reconocer que somos una sociedad inclusiva en este país».

La construcción mediática del estigma de prostituta en España

 

https://bit.ly/2LMmMsb

 

Ana Belén Puñal Rama* e Ana Tamarit**

 

Resumen

Los medios construyen un discurso que simplifica la realidad de la prostitución y estigmatiza a quien la ejerce. Este artículo parte de un análisis del discurso de la representación de la prostitución en los periódicos El País y ABC, desde la Transición española al 2012. A pesar de ser ideológicamente opuestos (conservador y católico el ABC, e identificado con la ideología de centroizquierda próxima al PSOE El País), en ambos está presente el estigma. Es un estigma construido de forma diferente, ya que la imagen de la prostituta está articulada en torno a la moral en ABC y alrededor del ideario progresista en El País, pero que cuenta con un mismo punto de partida y una confluencia final. En ambos, la mujer que se prostituye es prostituta antes que mujer y persona y ambos acabarán coincidiendo en reducir la representación de la prostituta a la «hipervíctima» desde una perspectiva abolicionista.

 

* Universidad Estatal de Milagro, Ecuador/Universidad de Santiago de Compostela, España.

Dirección postal: Universidad Estatal de Milagro. Cdla. Universitaria Km. 1.5 vía Milagro Km.

  1. Edificio de Postgrado. Milagro. Ecuador.

Correo electrónico: belenpunhal@gmail.com

** Universidad Estatal de Milagro, Ecuador

Dirección postal: Universidad Estatal de Milagro. Cdla. Universitaria Km. 1.5 vía Milagro Km.

  1. Edificio de Postgrado. Milagro. Ecuador.

Correo electrónico: tamarit03@gmail.com

 

 

Introducción. Las prostitutas como las Otras

El estigma es la marca con la que identificamos y excluimos al Otro, a quien es o está en el mundo de forma diferente a Nosotros/as, a quien no forma partedel colectivo en el que nos integramos. Las mujeres han sido y son marginadas en una sociedad marcada por el patriarcado y el sexismo. Esta discriminación se incrementa en el caso de las mujeres prostitutas que, en las últimas décadas, han sido mayoritariamente inmigrantes en España. Sufren la interseccionalidad de discriminaciones marcadas no sólo por el género, sino también por su clase social, su condición de inmigrante, su origen étnico o nacional y el estigma que, históricamente, ha marcado a las mujeres que trabajan en la prostitución. Los medios de comunicación, como veremos en este artículo, han jugado un papel clave en la construcción de este estigma. De ahí que, en la investigación que ha servido de base para el mismo, se haya decidido analizar la representación de las mujeres en dos de los principales periódicos españoles.

El de las mujeres que ejercen la prostitución es uno de los colectivos sobre los que recae mayor censura moral (Oselin 2009), una censura que sirve como grillete para el ejercicio del control de la sexualidad femenina. El estigma de «puta», de hecho, se aplica no sólo a las mujeres que trabajan en la prostitución sino a todas aquellas que no se ciñen a los patrones convencionales patriarcales en las relaciones sexuales y de pareja. En las sociedades patriarcales, una «puta» representa no sólo a la mujer que vende sus servicios sexuales, sino también a todas aquellas

que evidencian su deseo erótico y ejercen activamente su sexualidad, a todas las que incumplen el contrato sexual previo al contrato social del que nos hablan los pensadores ilustrados. Tal y como explica Caruncho, siguiendo a Pateman, «el contrato sexual, el que firman los hombres entre sí para excluir a las mujeres, es previo al contrato social y garantiza la exclusión de las mujeres de la convención de lo social […], de la esfera de lo público» (Caruncho 2010, 21).1 Los hombres no hubiesen podido dominar y dedicarse en exclusiva al espacio público (contrato social) si no hubiese quien cumpliese con las funciones de sustento y cuidado en el hogar (contrato sexual).

El estigma es estratégico para la construcción identitaria del «Nosotros», en oposición al «Otro». Las mujeres, tal y como señalan autoras como Juana Gallego (2010), son representadas en los medios de comunicación como «las Otras» frente al «Nosotros», como protagonista mayoritario masculino en los medios. Si las mujeres son las Otras, las prostitutas son las «Otras de las Otras». En el imaginario social y mediático sobre la prostitución, la construcción de la prostituta como la Otra no sólo se basa en la oposición entre la mujer que sigue el ideario patriarcal en

el comportamiento sexual y la que no, sino también en oposiciones de clase social (Rosembergv y Andrade 1999; Andrade 2004),2 étnicas o de procedencia nacional (Pitman 2002; Janzen et al. 2013; Fong, Holroyd y Wong 2013; Stenvoll 2002; van San y Bovenkerk 2013; Ribeiro et al. 2007).3

Esto nos lleva a una reflexión sobre el propio concepto de estigma y su naturaleza interseccional. El estigma es, para Goffman (2006), un atributo profundamente desacreditado que relega a la persona al ostracismo social. Esta concepción, que se nutre del interaccionismo simbólico, se basa en la interacción entre los individuos y la interpretación de estos procesos de comunicación y ha sido criticada por no tener en cuenta las estructuras sociales que son causa de que las interacciones se desenvuelvan de determinado modo (Rizo 2011). Scambler (2007), en consecuencia, insiste en las relaciones de clase, estatus, orden, género y étnicas tras la configuración del estigma. En esta interseccionalidad de las estructuras presentes tras el estigma pone el foco Juliano (2005), quien señala que en la gran estigmatización que padecen las trabajadoras sexuales confluyen prejuicios de base religiosa, étnicos y condicionamientos de clase.

El estigma va, así mismo, de la mano del concepto de «pánico moral», entendido este como el miedo a una persona o grupo considerado como amenaza (Treviño 2009). Este miedo, como apunta Treviño (2009), tiene un carácter irracional, es decir, responde a ansiedades generalizadas que son desplazadas a un grupo social determinado, dejando así a un lado sus causas reales (Soderlund 2002). En el caso de la prostitución, este pánico nace del sentimiento de amenaza al «Nosotros/as», tanto a los preceptos morales que fundamentan ese «Nosotros/as» como a la construcción subjectiva de nuestro «yo» en oposición a lo que se considera abyecto. Janzen y compañeras (2013) indican, al respecto, que el rechazo al Otro nace, en realidad, del desprecio a lo que consideramos abyecto en nosotros/as mismos, aquello que, desde pequeños/as, nos enseñan a rechazar de nosotros/as, paraconstruir nuestra identidad normalizada.

El pánico moral es, por lo tanto, construido y se alimenta de la gran distancia entre la realidad y las exageraciones mediáticas que se produce en la representación de la prostitución.4 De este alejamiento entre la realidad y la construcción mediática surge la aplicación, a este contexto, del concepto de mito, que entendemos aquí según lo comprende Barthes (1957), como un habla, un sistema de comunicación y un mensaje despolitizado, que no surge de la naturaleza de las cosas sino de su reconstrucción histórica. O´Neill et al. (2008) indican la existencia de tres mitos dominantes en los que se basan las respuestas jurídicas contemporáneas a la prostitución. Mitos que están estrechamente relacionados con la estigmatización de la prostitución como desviación social (Benoit y Hallgrinsdottir 2011) surgida del choque entre actores inscritos en distintas perspectivas morales (Sacramento y Ribeiro 2014).

1) La expansión de enfermedades de transmisión sexual (ETS). Que las personas que ejercen la prostitución estén bien informadas sobre las ETS no disipa ese temor. Es más, el mito construye a la prostituta como amenaza para la salud, pero no al cliente, que es quien demanda dichas prácticas sexuales de riesgo.5

2) La identificación del trabajo sexual como un comportamiento antisocial que rompe con las normas más básicas del civismo en el espacio público (ruidos, basura, relaciones sexuales en público, profilácticos en la calle…). En este caso, la sanción social recae de nuevo en la prostituta pero no en quien compra sus servicios y alimenta el comercio sexual.

3) La prostitución como violencia de género, en el que intervienen agentes (proxenetas, traficantes, compradores de sexo…) que infringen a las prostitutas daños físicos y psicológicos. Sin embargo, este discurso se contradice con la existencia de otras prácticas de control que las criminalizan (en algunos municipios españoles, multas que castigan el ejercicio de la prostitución en la calle).

Los medios de comunicación son, pues, poderosos agentes en la construcción de los mitos que refuerzan algunos de los principales estigmas que pesan sobre quien ejerce la prostitución. La investigación de la que nace este artículo se elabora desde el ámbito disciplinario de las Ciencias de la Comunicación y surge precisamente de la consideración de los medios como importantes agentes de socialización y de la confluencia de las teorías feministas y de género y las teorías de la comunicación. Más en concreto, de aquellas teorías de la comunicación que nacen de la consideración de los medios como activos constructores de la realidad social y sustento de las relaciones de poder en las que se basa dicha construcción, además de transmisores de ideología, también de ideología sexista.

Los medios, siguiendo la metáfora con la que Gaye Tuchman (1983)6 introduce en las Ciencias de la Comunicación las teorías del framing surgidas del interaccionismo simbólico de Goffman, son hoy en día las ventanas a través de las cuales construimos nuestra visión del mundo. Una construcción que no es ajena al poder en una sociedad en la que, según Teun A. van Dijk (2009), éste es fundamentalmente persuasivo y está en buena parte basado en el acceso preferencial al control del discurso público por parte de las élites7. Élites representadas por lo que Amparo Moreno denomina como «el arquetipo viril masculino», «varones adultos de los grupos dominantes que representan papeles sociales vinculados al ejercicio del poder» (Moreno 1998, 32). Las prostitutas quedan, en los medios, relegadas a los márgenes despoderados, márgenes en los que se encasilla en general a las mujeres como las Otras, y de forma especialmente incisiva, a las prostitutas como «las Otras de las Otras».

 

El contexto español

En las últimas cuatro décadas, la prostitución ha cambiado varias veces de cara en España. De ser ejercida por mujeres mayoritariamente autóctonas, en la década de los 1970, se asienta en la década de los 1980 el perfil de la mujer drogodependiente y, ya en la de los 1990, se introducen de modo mayoritario las mujeres inmigrantes. En los últimos años, sin embargo, a raíz de la crisis económica, se ha incrementado el número de mujeres españolas que buscan una salida en la prostitución (Puñal 2015).

La prostitución, por lo tanto, aparece siempre cruzada en España por la interseccionalidad de márgenes varios como el género, la pobreza, las drogodependencias, la orientación sexual o la inmigración. Encontrar datos fiables es complejo, porque el ejercicio de la prostitución no está legalizado como trabajo y, además, la condición de inmigrantes en situación irregular ha hecho que una parte importante de las mujeres que trabajan en el sector lo hagan en la clandestinidad y huyendo de los controles policiales.

En el II Plan Integral de Lucha contra la Trata de Mujeres y Niñas con Fines de Explotación Sexual (2015-2018) se recogen datos aproximativos procedentes de varias fuentes (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad 2015). La prostitución supone en España el 0,35% del PIB, lo que equivale a unos 3700 millones de euros, según cifras publicadas por la prensa española (El País 2014), apoyándose en datos del Instituto Nacional de Estadística. El número de mujeres que trabajan en la prostitución varía, así mismo, de modo notable según la fuente: desde las 45 000 que estima el Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado hasta las 400 000 que se calculan en el Informe sobre la situación de la prostitución en España, del 2007, o las 600 000 de las que ha informado, en sus emisiones radiofónicas,la cadena SER (Brufao 2011). De prostitución masculina y prostitución transgénero, se sabe aún menos (Puñal 2015).

Dispares, hasta niveles extremos, son también los datos sobre el porcentaje de mujeres víctimas de trata. Para la exdirectora del Instituto de la Mujer de España, Laura Seara, lo son el 90% de las mujeres que se prostituyen (Puñal 2010). Estudios realizados desde posturas pro legalización reducen notablemente este porcentaje. En una investigación elaborada por la socióloga Laura Oso (2004), de las 45 mujeres que se habían entrevistado, sólo dos habían llegado a España engañadas.

Los cambios en el rostro de la prostitución española están estrechamente unidos a los flujos económicos y poblacionales neoliberales. La prostitución se convierte en el destino de una parte de las mujeres que emigran a España huyendo de la situación de empobrecimiento de sus países de origen. El Informe de la Ponencia sobre prostitución en España expone que «la oferta es de mujeres extranjeras muchas de ellas en situación de inmigración ilegal» (Cortes Generales de Estado 2007, 41). En el II Plan Integral de Lucha contra la Trata de Mujeres y Niñas con fines de Explotación Sexual (2015-2018), se reconoce que la feminización de la pobreza y la explotación del deseo de migrar convierten a las mujeres en víctimas más vulnerables (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad 2015). Clara Pérez (2003) habla, así mismo, de la feminización de los flujos migratorios y contrasta la invisibilización de las mujeres inmigrantes en España, a la que vincula fundamentalmente al sector de los servicios domésticos y del cuidado, con la hipervisibilización mediática de aquellas inmigrantes que se dedican al trabajosexual. Y es que, en este flujo norte-sur, a las mujeres se les han adjudicado, en el territorio español, los trabajos más precarios (como el servicio doméstico o la agricultura) y más estigmatizados, como es el caso de la prostitución.8

 

Estado de la cuestión

Los estudios sobre Comunicación y Género han experimentado un importante auge en España desde el inicio del nuevo milenio. Sin embargo, un análisis del estado de la cuestión de lo realizado en este campo muestra que falta ahondar en la interseccionalidad de la discriminación de género con otros rostros de la discriminación. De ese vacío, dada la escasez de estudios en esta línea, nace la investigación de la que parte este artículo (Puñal 2015).

Las reflexiones sobre el tratamiento mediático de la prostitución que localizamos en la fase exploratoria de esta investigación se caracterizaban por ser secundarias en estudios con otros objetivos prioritarios de análisis, como por ejemplo, la inmigración.

Así mismo, la reflexión sobre los medios apareció de manera tangencial en trabajos de carácter abolicionista y pro-legalización. Desde una perspectiva abolicionista, los medios de comunicación son criticados por transmitir la cultura de la prostitución como realidad inevitable por hacer uso de conceptos como autodeterminación y libertad sexual y promocionar a través de ellos la industria del sexo (Alba 2006) y por actitudes como la publicación, en la prensa española, de anuncios de sexo de pago, mientras en sus contenidos informativos se critica la explotación sexual y la trata y el tráfico de mujeres.9 Desde las posiciones a favor de la legalización, se considera que los medios presentan a la prostitución como mayoritariamente forzada y, desde preceptos abolicionistas (Solana Ruiz y Riopedre 2012), se denuncia de ellos el sensacionalismo con el que se insiste en construcción de la prostituta como víctima tratada y sin agencia (Oso 2000) y se les critica por invisibilizar la prostitución que se ejerce de manera voluntaria, así como la magnificación del engaño de las mafias y redes a las mujeres que llegan a España a prostituirse. Desde esta posición, se valoran de modo negativo los intentos que, desde el Gobierno español, se realizaron para la desaparición de los anuncios de sexo de pago de la prensa, pues se considera que la prostitución de piso (aquella que se anuncia en la prensa) es precisamente la que se ejerce en condiciones menos precarias y más autónomas.

 

Metodología

La investigación que da origen a este artículo está basada en la combinación de las técnicas de análisis de contenido – en concreto, el análisis hemerográfico diacrónico diseñado por Amparo Moreno (1998)10 y de análisis del discurso, con base en las teorías de van Dijk (1990). Optamos, por lo tanto, por una estrategia metodológica que se asienta en los métodos mixtos de investigación. De esta forma, con su uso conjunto, quisimos sumar las fortalezas del análisis del contenido y del análisis del discurso y contrarrestar sus debilidades.11 Del análisis de contenido obtuvimos datos cuantitativamente representativos que del análisis del discurso en sí no podríamos conseguir. Por su parte, el análisis del discurso hizo posible llegar a una profundización en el contenido, y en el discurso e ideología ocultos tras ese contenido, que no nos permitía el análisis de contenido. Fue, precisamente, el análisis del discurso el que nos abrió el camino para el estudio enprofundidad de la construcción mediática del estigma.

Los datos y reflexiones que, a continuación, se aportan, son resultado de un trabajo de campo en el que se analizaron todos los contenidos periodísticos – informativos, interpretativos y de opinión –, con la prostitución como tema central, publicados por El País y ABC en los años 1977, 1987, 1997, 2007 y 2012. Nos interesaba analizar la evolución del tratamiento de la prostitución desde el final de la dictadura franquista. Es por ello que escogimos el año 1977, en los inicios de la Transición democrática española y, a partir de ahí, decidimos analizar un año por década hasta el momento en que finalizamos esta investigación, el 2012. Fueron en total, casi un millar las unidades redaccionales estudiadas. En concreto, 957, de las cuales 544 fueron publicadas por ABC y 413 en El País. A todas ellas se les aplicó, conjuntamente, el análisis de contenido y el análisis del discurso.

 

La construcción del estigma en la prensa española: El País y ABC

El País y el ABC siguen caminos distintos para la construcción del estigma, pero coinciden: a) en un punto de partida (el considerar a la mujer que se prostituyeantes prostituta que mujer o persona, en tanto que esa es la condición de ella quese destaca en primer lugar), y b) una confluencia final, evidenciada en los últimosaños analizados: la construcción mediática del estigma de la «víctima perfecta».

El estigma se pega a la piel, como lo hacían, en la antigua Grecia, las marcas con las que se grababan a los esclavos y esclavas, y de las que procede la palabra. Y eso se observa en los medios, y en concreto, en los dos periódicos analizados, cuando se refieren a la persona que se prostituye destacando en primer lugar su condición laboral. Si una mujer es detenida o asesinada, el análisis del discurso realizado nos muestra que es muy probable que sea identificada en los titulares antes como prostituta que como mujer o persona con nombre y apellidos. Así lo muestran ejemplos como los siguientes.

«Detenido el presunto asesino de una prostituta» (El País, 15 de octubre de 1977);

«Una prostituta, detenida en relación con la muerte de un joven sacerdote jesuita» (El País, 23 de septiembre de 1987);

«Identifican a una prostituta heroinómana como la decapitada de San Fernando de Henares» (ABC, 28 de agosto de 1987);

«Intenta matar a una prostituta a causa de su impotencia» (ABC, 1987);

«Detenido el presunto asesino de una prostituta que se anunciaba en Internet» (El País, 7 de febrero de 1997);

«Arranca el juicio por el asesinato de una prostituta en El Cerro» (ABC, 20 de febrero de 2012);

Más allá de ese punto de partida común, la construcción del estigma en ABC y El País, como se ha dicho en un inicio, está determinada por la línea ideológicadel medio. Para el conservador ABC, la prostitución y las prostitutas serán un mal y una amenaza para un Nosotros identificado con los principios conservadores y católicos. El estigma, desde la perspectiva presente en ABC y de la que El País marca distancias, se construye pues como amenaza a: a) los preceptos morales que consideran a las mujeres y el sexo como tentación y pecado; b) a las y los ciudadanos pertenecientes a clases sociales no desfavorecidas, por la delincuencia que se asocia en el periódico a la prostitución y la disrupción en las normas de convivencia cívica en el espacio público; c) a la salud de las y los ciudadanos que forman parte de ese «Nosotros» con el que el periódico se identifica (la insistencia en la vinculación de la prostitución con enfermedades de transmisión sexual, y más concreto con el SIDA); y d) a la población española por parte de «males» asociados a la población inmigrante.

 

La prostitución como vicio y comportamiento inmoral

La estigmatización de la prostituta como vicio y mal moral está presente fundamentalmente en el discurso del periódico conservador (no en el de El País) delas décadas de los 1970 y 1980. Su identificación como tal llega a ser explícita en el propio discurso de la persona que elabora la información:

El tema que hoy trata el magistrado juez de Peligrosidad Social, don Manuel Rico Lara, es el de la prostitución, así como el de la actuación, condenada por todos, de los que explotan este vicio («La prostitución está ante nosotros», en ABC del 21 de mayo de 1977).

La prostitución es identificada con anormalidad. Así ocurre en una de las cartas al director publicada en 1987. «Lo anormal seguirá siendo siempre anormal», dice la lectora, quien considera que las prostitutas están siendo un modelo para la juventud, lo que de fondo encierra la estigmatización también de la idea de libertad sexual y la identificación como «putas» de las mujeres que viven libremente su sexualidad.

Me ha llamado mucho la atención el programa de TV «En familia». En él se trató esta vez el tema de la prostitución. Me hizo reflexionar sobre esta realidad tan vieja como la vida misma. Estas señoras hablaron desde su frustración ellas que son lo que hoy se presenta a la juventud como prototipo de libertad, no expresaban realmente alegría, ni descaro y no lo hacían porque lo anormal seguirá siendo siempre anormal, porque no se puede decir que comerciar con el cuerpo es la felicidad («En familia», ABC, 1 de junio de 1987).

El considerar que la prostitución está fuera de la normalidad lleva a defender la «reinserción social» como solución para recuperar dicha normalidad:

Askabide, camino de libertad, es el nombre que un grupo de religiosas ha dado al centro de acogida creado por ellas para acoger a las prostitutas bilbaínas que quieran intentar reinsertarse normalmente en la sociedad («Religiosas abren un centro de acogida para prostitutas», publicada en ABC el 3 de agosto de 1987).

El País, que nace en 1976, recién finalizada la dictadura franquista, se aleja de este estigma. No lo encontramos en sus páginas. Al contrario, introduce, tanto en sus contenidos informativos como en los de opinión, un discurso que condena la doble moral de la sociedad española respecto a la prostitución y da entrada a la voz de las prostitutas y a la defensa de sus derechos. En sus contenidos de opinión, condena la hipocresía de una sociedad que estigmatiza a la prostituta y censura la libertad sexual aun siendo la prostitución una práctica de consumo masculino generalizada. Porque, tal y como expresa en el periódico una de sus más prestigiosas firmas, Paco Umbral, «un sistema cerradamente puritano necesita la cloaca de la prostitución como la belleza de Venecia necesita la podredumbre de sus canales» («Las respetuosas», El País, 12 de marzo de 1977). En su discurso informativo, les dará voz a las prostitutas cuando se manifiestan frente a la Ley de Peligrosidad Social, aprobada en las postrimerías del franquismo, que hace que sobre ellas penda permanentemente la amenaza de la cárcel. Un ejemplo claro es esta información sobre una manifestación de prostitutas bilbaínas, en noviembre de 1977, que no será cubierta por el ABC.

Más de cincuenta prostitutas se encerraron ayer por la tarde en un pabellón del Hospital Civil de la capital vizcaína para pedir la abolición de la ley de Peligrosidad Social y exigir que se aclaren las circunstancias que rodearon la muerte de su compañera María Isabel Gutiérrez, que se prendió fuego a lo bonzo, la noche del pasado martes, en su celda de la cárcel de Basauri (Vizcaya) («Manifestación de prostitutas bilbaínas contra la ley de Peligrosidad Social», El País, 12 de noviembre de 1977).

Las divergencias con ABC en lo que respecta a moral sexual son notorias y se ponen de manifiesto cuando, en 1997, el gobierno del PP incorpora de nuevo el delito de corrupción de menores en el Código Penal, que había sido eliminado en su reforma del año 1995, en los últimos meses de la etapa del PSOE en el poder, con Felipe González al frente. Mientras en ABC se defiende la medida, El País la critica, argumentando que ya existen instrumentos normativos para castigar los abusos sexuales a menores y que la recuperación de tal tipo penal podría servir de excusa jurídica para censurar la libertad sexual. Así se pronuncia en uno de sus editoriales:

La corrupción de menores, un delito indefinido que se ha utilizado en ocasiones para sancionar prácticas sexuales que no atentaban contra la libertad sexual, no es el mejor mecanismo para sancionar las conductas de unos adultos que, si se confirman los indicios, han abusado sexualmente de niños de 12 años o menos, y los han prostituido y utilizado para producir pornografía (editorial «Corrupción de mayores», El País, 1 de agosto de 1997).

Las diferencias entre ambos se seguirán manifestando, también en años posteriores, en la cobertura de los conflictos vecinales con la prostitución de barrio. ABC, posicionado del lado de las voces vecinales, recogerá los argumentos de los vecinos relativos a la moral y el incivismo de las prácticas sexuales en la calle. El País no insistirá en dichos argumentos y contrarrestará las voces de las vecinas y vecinos de los barrios afectados con el testimonio de las personas que allí se prostituyen.

En los últimos años, como ya hemos adelantado, estas aristas se liman para construir la confluencia de ambos periódicos alrededor del discurso abolicionista y de la victimización de las mujeres que ejercen la prostitución. Esta confluencia tiene su correlato con la que se produce, en el ámbito político, entre el discurso de derechas y de izquierdas. El discurso de derechas alrededor de la prostitución y su condena desde una perspectiva moral acabará encontrándose en parte con el discurso de izquierdas que promueve la abolición de la prostitución por considerarla una manifestación más del sexismo y de la violencia contra las mujeres.

 

La prostitución como delincuencia y disrupción de la convivencia cívica

Este perfil estigmatizador está muy en relación con una de las constantes de la representación de la prostitución en la prensa española, su tratamiento como suceso. El abordaje como suceso está presente, en ABC, en el 34% de los contenidos analizados, y en el 34% en El País. La representación de la prostituta como delincuente se asocia no sólo a su criminalización como tal prostituta sino también a la criminalización que se hace en general de la población que subsiste en los márgenes de la sociedad, tal es el caso de la inmigración y de las personas afectadas por drogodependencias o enfermedades como el SIDA.

Al centro le puede el cáncer de la desesperanza. Prostitutas, travestidos, carteristas, tironeros, «cogoteros», asaltadores, traficantes, chulos gamberros, vándalos,«inmigrantes-ilegales-profesionales-del-delito». Y miedo […] Con la Ley en la mano, la Policía no puede hacer nada para evitar la prostitución y las fulanas ni se inmutan ante su presencia. Todos señalan al submundo que se mueve en torno a este tráfico como el gran mal. Chulos, como el que aparece en esta imagen con «su» prostituta, sobre estas líneas reparten heroína y cocaína entre las protegidas («La delincuencia mata la esperanza en el centro», en ABC del 19 de diciembre de 1997).

La presencia de las personas que ejercen la prostitución como fuente de conflicto con las y los otros vecinos del barrio será una constante en el ABC a lo largo del período analizado. En dicho conflicto, el ABC se sitúa sistemáticamente del lado del vecindario, a quienes con frecuencia da voz, frente a las prostitutas, de las que desconocemos su experiencia, su testimonio y su mirada. Lo dicho se comprueba en esta investigación no solo mediante el análisis cualitativo del discurso sino también a través de los datos cuantitativos obtenidos del análisis de contenido. El marco interpretativo asociado a la prostitución como fuente de conflicto en la convivencia ciudadana está presente en el 23,4% de los contenidos en el ABC y se reduce a más de la mitad en El País, que presenta dicho marco interpretativo en el 10,4% de las unidades redaccionales analizadas, y se diferencia del ABC en que nos permite saber cuál es el punto de vista de las personas que se prostituyen.

En cuanto al discurso, mientras en ABC el vecindario aparece asociado a verbos que muestran su acción en positivo y a actos de habla, todo lo contrario ocurre con quienes ejercen la prostitución: «Los vecinos de Marconi logran que las prostitutas dejen la zona de viviendas» (ABC, 6 de septiembre de 2007), «Los vecinos de Marconi se mostraron satisfechos por el resultado de la reunión» (ABC, 7 de septiembre de 2007), «La barriada Paz y Amistad, cercada por grupos de gamberros y por prostitutas» (ABC, 16 de junio de 2007). Observamos, en el discurso mediático, una contradicción no menor, sobre todo en los últimos años de la muestra, en los que se extiende el discurso de la trata de mujeres. Y esta contradicción se reflejará tanto en los contenidos informativos de El País como en el ABC. Por una parte, se las trata como víctimas de las mafias. Por otra, se las criminaliza al presentarlas como elemento disruptor de la convivencia cívica en la calle y fuente de tensión con el vecindario de los barrios en los que ejercen.

Esta contradicción entre la victimización y, al mismo tiempo, la criminalización de la prostituta llega a manifestarse incluso en discursos divergentes entre lo que el texto de la noticia dice sobre la prostituta y el modo en el que la fotografía la representa, lo que podemos ver en este ejemplo extraído del ABC. El texto representa a las jóvenes como víctimas. La imagen las muestra según parámetros icónicos propios de la representación del criminal que huye de su identificación. Sus rostros aparecen ocultos, como si fuesen criminales protegiendo su identidad.

Imagen 1

Ejemplo de criminalización en la imagen

Fuente: «Seis mafias se repartían los 14 millones del negocio de la prostitución china», ABC, 23 de febrero de 2007

Este discurso, del que la prensa se hace eco, tiene su origen en el discurso político español vigente en ese momento y que se extiende hasta la actualidad. Existe una contraposición entre la legislación y las políticas estatales y las normativas autonómicas y locales. El Código Penal español castiga a quien se beneficia de la prostitución ajena, aunque ésta sea consentida, pero no a quien se prostituye. Así mismo, las políticas estatales, con marco en el Plan Integral de Lucha contra la Trata de Mujeres y Niñas con Fines de Explotación Sexual, inciden en la prostitución como mayoritariamente forzada y en la prostituta como víctima de las redes de trata y tráfico, y contemplan medidas para que puedan denunciar a las mafias que las explotan. Sin embargo, las políticas locales que se pusieron en marcha en varios ayuntamientos y comunidades autónomas, como Cataluña, van en sentido contrario y, en ciertos casos, llegan a multar a quien se prostituye y/o a quien compra servicios sexuales en la calle.

 

La prostitución como amenaza a la salud

Ya habíamos visto en O´Neill et al. (2008) como, a la construcción del estigma, contribuye la vinculación de la prostitución a las enfermedades de transmisión sexual. Esta relación fue muy fuerte en el discurso mediático de la década de los 1980, en plena crisis del SIDA. Los datos cuantitativos así nos lo muestran. Tanto en ABC como en El País, 1987 es el año en que publican más contenidos en los que se relaciona prostitución con problemas de salud. Llegan a suponer hasta el 10,2% de los analizados ese año en ABC, y el 14% en El País. Nunca, ni en los años anteriormente estudiados, ni en los posteriores, este vínculo fue tan fuerte.

No obstante, una cosa es la información sobre prostitución y enfermedades de transmisión sexual, básicamente el VIH, y otra es la construcción del estigma. Este estigma está muy presente en ABC, en el año 1987, en plena crisis del SIDA, pero no en El País, que adopta una línea editorial por completo contraria. Mientras el ABC insiste en informaciones en las que la persona que se prostituye es condenada como amenaza social por ser considerada agente transmisor de SIDA, El País intenta desmontar este estigma e incluye contenidos en los que se pone de manifiesto que no solo la persona que se prostituye, sino también, el cliente, es responsable.

En ABC, la prostituta, sobre todo si es mujer transgénero, es considerada una amenaza para la sociedad por su potencial de contagio (por ejemplo, en informaciones como «La prostitución de travestidos, un peligro sanitario, según los vecinos de Vitruvio. En la zona existen un instituto y varias guarderías», ABC, 27 de febrero de 1987). No se alude en ningún momento a base científica alguna para que el VIH se ligue sobre todo a las, en aquel momento, etiquetadas como «travestis», de lo que se deduce una estigmatización implícita de toda sexualidad no heteronormativa basada en la construcción del mito. Es decir, en el alejamiento entre la realidad y el discurso mediático que se construye. Nada se dice, en todo caso, de la responsabilidad de los compradores de sexo en la transmisión de enfermedades venéreas.

El discurso político parece ir, en ese momento, por detrás del discurso mediático. Ante la alarma social a la que contribuyen los medios, se anuncian medidas políticas desde partidos e instituciones gubernamentales con propuestas como el confinar a las personas que ejercen la prostitución en zonas específicas.

La persona que se prostituye y ha sido contagiada por VIH es, incluso, animalizada en los contenidos: «Una prostituta con SIDA podría estar suelta en la ciudad, ya que se marchó del hospital después de haberse realizado el diagnóstico» («Veinte extranjeros, expulsados de la República Federal de Alemania por tener el virus del SIDA, ABC, 29 de marzo de 1987). Puede, además, ser presentada como un ser macabro y alintencionado: «Cadena perpetua a un enfermo de SIDA que estranguló a tres compañeros de orgía. Se vengaba del mal dando muerte a sus clientes homosexuales» (ABC, 12 de julio de 1987).

El periódico traslada y amplía la alarma social por la transmisión del VIH no sólo a su discurso informativo, sino también a contenidos de opinión de carácter editorializante, tal es el caso de ZigZag, que incluye pequeños textos de opinión sin firma (sueltos) que muestran la línea editorial del periódico:

A mediados de febrero, representantes de la Asociación Popular de Vecinos Altos del Hipódromo de Madrid fueron recibidos por el doctor Nájera. Estos padres de familia le expusieron la preocupación por el contagio de SIDA y hepatitis B que corre la población infantil en la zona de la calle Vitruvio, debido al posible contagio infantil con jeringuillas, preservativos y otros detritus que habitualmente deja la prostitución de travestidos en aquella zona y en el interior de determinados colegios allí ubicados. Después de escucharlos atentamente, el doctor Nájera fue breve y lacónico en su respuesta: «Los niños – argumentó – no corren ningún peligro, ya que no son tan tontos como para coger y jugar con jeringuillas del suelo.» Recientemente – y esto convendría que lo supiese el doctor Nájera –, en el colegio público Maestro José Regidor, de Huelva, varios niños se contagiaron de hepatitis B por jugar, precisamente, con jeringuillas usadas que se habían encontrado en la calle (ABC, «Rafael Nájera», 17 de abril de 1987).

El País muestra, en el mismo año, un discurso por completo opuesto. Se alude a las responsabilidades de los compradores de sexo en la transmisión del SIDA, se defiende a las prostitutas transgénero frente a su estigmatización y se adopta el discurso de la defensa de los derechos de las mujeres que realizan trabajo sexual, lo que se muestra, por ejemplo, en la entrevista que realizan a Pía Covre como representante de las prostitutas italianas (había fundado, en 1982, el Comitato per i diritti civili delle prostitute). El periódico da, así mismo, amplia cobertura a las jornadas sobre prostitución que promueve ese año el ayuntamiento de Madrid, gobernado por el PSOE, y que en el ABC llegan a ser ridiculizadas. Los ejemplos siguientes evidencian la distancia entre los discursos opuestos de ABC y de El País en la cobertura de dichas jornadas y, más en concreto, en la postura que en ellas se adopta acerca de la importancia del compromiso del cliente en el uso del preservativo para evitar la extensión del VIH.

«Las prostitutas», dijo, «deberían exigir el uso de preservativos a los clientes, puesto que ellas, al menos las que no se drogan, no tienen la enfermedad» (palabras de Pilar Estébanez, directora del Centro de Promoción de la Salud del distrito de Centro (CPS) a propósito de las jornadas sobre prostitución. «Mejorar la situación de las prostitutas, objetivo del debate que se inicia hoy», El País, 7 de abril de 1987).12

Sobre este asunto de la prostitución, en este caso femenina, parece que se había dicho casi todo; pero no es así. Ahora de lo que se trata es de realizar una campaña de solidaridad, según la doctora Pilar Estébanez […]. «Que no se quede una prostituta sin usuario porque no lleve preservativo», dijo («Piden solidaridad para que los clientes de las prostitutas usen preservativos. Juez Navarro: «Piden que dar la mano a estas hermanas»», ABC, 4 de agosto de 1987).

El País mantiene una postura activa en la desestigmatización de quien ejerce la prostitución como transmisor del VIH, hasta el punto de afirmar en un editorial, en el que se manifiesta en contra de las propuestas de recluir a las prostitutas en guetos, que «la presencia de portadores de anticuerpos del SIDA – si lo son – en las calles no representa ningún riesgo» («Las prostitutas condenadas», El País, 14 de agosto de 1987). La afirmación será puesta en cuestión en la carta al director escrita días después por un médico adjunto de medicina interna.

En ambos casos, pues, tanto el afán estigmatizador como desestigmatizador, en relación con la persona que se prostituye como agente de transmisión de VIH, lleva a informaciones alejadas de la realidad.

 

La inmigración como amenaza a la población nacional

La prostitución ejercida por personas inmigrantes se estigmatiza como amenaza para el «Nosotros» como colectivo nacional español, y se hace siguiendo un esquema triangular en las representaciones mediáticas: 1) el hombre inmigrante vinculado a la delincuencia; 2) la mujer inmigrante que ejerce la prostitución y víctima del hombre inmigrante como proxeneta o parte de redes de trata, y 3) la policía, que actúa de salvadora de la mujer inmigrante explotada y tratada. En los últimos años analizados se incorpora, en los dos medios, el uso del verbo «liberar» para referirse a la acción de la Policía.

Liberada en Almería una joven secuestrada en Rumanía y obligada a ejercer la prostitución (El País, 15 de julio de 2007).

Liberación de mujeres. El objetivo, según Amato, es «combatir los grupos criminales que organizan el tráfico y devolver la libertad a estas muchachas» («Más de 700 detenidos en Italia por tráfico de personas y prostitución», ABC, 25 de enero de 2007).

La representación mediática ofrece así una imagen en blancos y negros que no tiene en cuenta los matices. Las operaciones policiales pueden no ser una «liberación» para aquellas mujeres que se encuentran en el país en situación administrativa irregular y/o que han normalizado la explotación en la que viven y, en cierto modo, han construido en ella su círculo de seguridad en un país que desconocen.

Este triángulo se consolida a lo largo del período analizado tanto en ABC como en El País y cristaliza, en los últimos años objeto de estudio, en la creación de un nuevo estigma: el de la «víctima perfecta», del que hablaremos de manera más pormenorizada en el siguiente apartado.

No sólo a través de la victimización se produce la objetualización de la prostituta inmigrante (como objeto de la acción de otros, que no tiene agencia, es decir que no tiene capacidad de actuación) sino también por medio de otra estrategia, en este caso gramatical: la substantivación del gentilicio, lo que, de manera subyacente, lleva a considerarlas antes inmigrantes que personas, y produce en el lector o lectora una sensación de alejamiento que obstaculiza la empatía. Tal ocurre en los siguientes ejemplos, que son sólo una pequeña muestra de las varias expresiones de construcción similar localizadas a lo largo del período analizado:

El motivo ha radicado en la competencia desleal que, a juicio de las españolas, practican las portuguesas («Prostitutas madrileñas protestan por competencia desleal de las portuguesas», El País, 1977)

Las búlgaras, que se alojaban en un piso de la calle de Camarena, entregaban todo el dinero que recaudaban («Detenida una red que forzaba a mujeres búlgaras a prostituirse », El País, 1 de junio de 1997).

 

La prostituta como la víctima perfecta

Sin embargo, las divergencias alrededor de la construcción del estigma menguarán en los últimos años analizados. Ambos medios acabarán por coincidir en representar a la prostitución fundamentalmente como forzada, dejando a un margen la de carácter voluntario. En ABC, los estigmas que identifican a la mujer que se prostituye como amenaza se suavizan: la prostituta deja de ser representada fundamentalmente como amenaza para ser presentada como víctima. No hay términos medios. La única forma de no ser una «mala mujer» trabajando en la prostituciónes que te fuercen a ejercerla.

Alrededor de las narrativas de la trata de personas con fines de explotación sexual, se extiende el estigma de la «víctima perfecta». Pérez Freire y Casado Neira identifican la «víctima perfecta» con «la hipervíctima tratada, mujer vulnerable y vulnerada en sus derechos humanos de forma extrema (violentada) y rescatada por parte de la sociedad personificada preferentemente por las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado (Guardia Civil y/o policía)» (Pérez Freire y Casado Neira 2015, 35). El discurso de la «víctima perfecta» se extiende con el asentamiento en la prensa española del discurso abolicionista hegemónico en el discurso político vigente en ese momento y aún ahora, en el momento de elaboración de este artículo, y en el que coinciden los dos partidos políticos mayoritarios. Este discurso se basa, precisamente, en la narrativa de la trata de mujeres y en la explotación forzada.

Tanto el análisis cualitativo como el cuantitativo muestran la confluencia de ambos medios en el estigma de la «víctima perfecta» en los últimos años analizados. En el caso de ABC, esta construcción, localizada en el 11% de las unidades redaccionales analizadas en 1977, se incrementa hasta el 32% en el último año observado, el 2012. En El País, el estigma de la víctima perfecta pasa de estarpresente en un 5,2% en el 1977 a un 42% en el 2012. El dato es coherente con la elevada presencia de informaciones sobre trata de seres humanos con fines de explotación sexual en los últimos años de la muestra. En ambos periódicos, la trata apenas es abordada en las décadas de los 1970 y 1980. Sin embargo, su presencia se incrementa notablemente a partir de la década de los 1990 y sobre todo con la entrada del nuevo milenio, coincidiendo con la globalización de los flujos de la prostitución (del sur empobrecido al norte rico) y la conversión de España en país de recepción de prostitución. En el caso de ABC, los contenidos sobre trata llegan al 9% en 2007 y al 18% en 2012. En cuanto a El País, supone un 19% en 2007 y un 12% en 2012.

La construcción del estigma de la «víctima perfecta» se refuerza cuando va acompañado del estereotipo de «madre sufriente», como ocurre con la cobertura de la lucha de la considerada «madre coraje», la argentina Susana Trimarco, tanto por localizar a su hija, Marita Verón, secuestrada y prostituida, como por hacer justicia con sus captores. O cuando, en el abordaje del juicio a Ioan Camplaru, conocido como «Cabeza de Cerdo» y reconocido mediáticamente como uno de los mayores capos en la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, alguna de sus víctimas narra cómo fue obligada a abortar («Yo no quería abortar pero Ioan me obligó a hacerlo» (El País, 1 de febrero de 2012).

Argentina, una vez más, está conmocionada. María de los Ángeles Verón, más conocida como Marita, fue secuestrada, esclavizada y obligada a prostituirse hace diez años. Desde entonces, su madre, Susana Trimarco, la busca y demanda justicia pero no logra ninguna de las dos cosas («Sin justicia para la madre coraje argentina», ABC, 14 de diciembre de 2012)

Susana Trimarco reunió a sus 47 años el arrojo suficiente y buscar a su hija María de los Ángeles, Marita, Verón en los prostíbulos de Argentina. Cruzando testimonios por aquí y por allá fue informándose de que la chica había sido golpeada con la culata de una pistola en las calles de San Miguel de Tucumán, introducida en un coche rojo, vendida a una red de trata de blancas, drogada, violada, apuñalada y forzada a tener un hijo en cautiverio con su proxeneta, José Fernando Gómez, alias el Chenga. («Susana Trimarco, .madre coraje argentina’: «Así como yo no tengo paz, tampoco ellos la van a tener» (El País, 18 de marzo de 2012)13

Es decir, la prostituta se representa como víctima sin ambages, sin tener en cuenta que la realidad de la prostitución está llena de grises, que no toda la prostitución es forzada, que no todas las prostitutas se consideran a sí mismas víctimas y que, aún en casos de trata, puede haber un grado de agencia y capacidad de decisión de las mujeres, como ocurre cuando son engañadas sólo en parte: saben que su destino en España es la prostitución pero ignoran las condiciones de precariedad, violencia o incluso vulneración de los derechos humanos y laborales en las que van a trabajar. O cuando, a pesar de las condiciones de explotación, encuentran en esas rejas un cierto espacio de seguridad, en el que tejen sus relaciones personales y afectivas y en el que encuentran un sustento económico, en un país que desconocen y que no les ofrece mayores alternativas.

En esta evolución hacia el estigma de la víctima perfecta, el ABC llega a cambiarde modo radical su discurso acerca de la prostitución de calle y las protestas queésta genera en el vecindario de las zonas en las que se ejerce. A lo largo de todo elperíodo analizado, excepto en el 2012, el periódico se pone sistemáticamente del ladodel vecindario y del argumentario por él utilizado (inseguridad, inmoralidad, malaimagen…), ofreciendo así una representación culpabilizadora y criminalizadora dela prostituta, a la que acostumbra no darle voz. Sin embargo, en el último año analizado, aunque ABC sigue defendiendo la eliminación de la prostitución en la calle, los argumentos que recoge son totalmente distintos: es preciso acabar con la prostitución en la calle para luchar contra la explotación sexual de las mujeres. De estemodo, el estigma de la «víctima perfecta» se usa para reforzar los argumentos a favor de la desaparición de las prostitutas del espacio público, en una actitud paternalista, según la cual se decide por ellas lo que es mejor para ellas pero sin consultarlas.

 

Conclusiones

El estigma se refuerza en el desconocimiento del «Otro», en este caso, de la «Otra». En una sociedad en la que el acceso a la realidad está ampliamente mediatizado, el estigma que rodea a la prostitución, y que se expande en la intersección de las discriminaciones de género, étnicas, nacionales, de orientación sexual y de clase social, encuentra aliado y refuerzo en los contenidos difundidos por la prensa y por los medios de comunicación en general, tal y como nos permiten concluir los datos de esta investigación.

En ABC y en El País, la construcción del estigma es divergente, porque el «Nosotros» del que parten es distinto y está definido por líneas ideológicas diferentes y, sólo hasta cierto punto, opuestas. El ABC traslada a la prostitución los miedos y preconceptos que nacen del ideario conservador y católico del que bebe. En ABC, la mujer que se prostituye es una amenaza para los principios morales del catolicismo, y se concibe así mismo como amenaza para la propia integridad (identitaria, nacional, sanitaria, física y de la propiedad). El País, sin embargo, se aleja conscientemente de esta postura conservadora y moralista en lo sexual.

No obstante, aunque ese «Nosotros» del que parten ambos periódicos es divergente tiene una característica común: la mirada heteropatriarcal. Para ambos, la mujer que se prostituye es la «Otra», sea ésta más o menos estereotipada, y es, por lo tanto, antes prostituta que mujer o persona. En ambos está presente una mirada simplificadora que impide ver todas las aristas que rodean a la realidad de la prostitución. Esa simplificación, unida al predominio del discurso abolicionista en la política española de la última década (presente en los dos partidos mayoritarios en el período analizado, el PP y el PSOE), hace que ambos medios confluyan en el estigma de la víctima perfecta.

 


Notas 

1 Carole Pateman se incluye ideológicamente en el feminismo radical, que considera la prostitución como una manifestación de la violencia de género. Frente a esta concepción, surgen desde el feminismo posiciones contrarias al ideario abolicionista y que defienden la legalización de la prostitución (Ribeiro et al. 2007).

2 De su análisis de la cobertura mediática realizada por la Folha de São Paulo sobre la prostitución infanto-juvenil en la década de los 1990, Andrade (2004) y Rosemberg y Andrade (1999) concluyen que se esconde un discurso estigmatizador que marca a las niñas y adolescentes de la calle con la prostitución, al igual que graba a los niños y adolescentes de la calle con la criminalización.

3 Pitman (2002) y Janzen et al. (2013) hacen referencia a la estigmatización de la prostituta en la prensa canadiense, no sólo por el ejercicio del trabajo sexual sino por su origen étnico, en el casode las mujeres indígenas que ejercen la prostitución. Fong, Holroyd y Wong (2013) detectan también estigmatización en Hong Kong con las mujeres que se prostituyen procedentes de la China continental. Stenvoll (2002) observa el refuerzo de la estigmatización, en función del origen étnico,en la cobertura mediática de la prostitución de mujeres rusas en el norte de Noruega desde 1990 a 2001. Por su parte, van San y Bovenkerk (2013) aluden a la percepción del proxeneta hijo de familias migradas como un peligro para la sociedad holandesa. Sacramento y Ribeiro (2014), enreferencia a la investigación en la que participan sobre la estigmatización de las mujeres que se prostituyen en las regiones transfronterizas entre Portugal y España, mayoritariamente de América del Sur y más en concreto de Brasil (Ribeiro et al. 2007), señalan que en la construcción deatributos estigmatizantes es evidente la interseccionalidad de las categorías de género, «raza» y nacionalidad

4 De la ruptura de la distancia con la que se mira surge un importante instrumento para la quiebra de los estereotipos. Alexandra Oliveira (2011) intenta romper con los estereotipos que minan la prostitución de calle mediante una investigación en la que ella misma convivirá, desde octubre de 2002 hasta noviembre de 2007, con las personas que ejercen la prostitución en este espacio. Y de la investigación extraerá conclusiones que se alejan de algunos de los mitos mediáticos con los que se estigmatiza la prostitución, como la victimización o el presentarlas en exclusiva como personas sin capacidad de agencia, de actuación.

5 Se indica en el artículo de O’Neill et al. (2008), contextualizado en el ejercicio de la prostitución de calle en las ciudades británicas, que el hecho de que las trabajadoras sexuales acostumbren a estar bien informadas sobre su salud, incluso con tasas relativamente bajas de ETS, no amortigua las representaciones de los medios que las relacionan a ellas, y no a los clientes, con la realización de prácticas sexuales de riesgo

6 Gaye Tuchman (1983) compara los contenidos que los medios elaboran con aquella imagen que vislumbramos a través de una ventana. Lo que vemos por la ventana estará determinado por el cristal, el propio marco que limita y delimita lo que conseguimos observar del exterior, e incluso la posición de quien esté mirando.

7 Teun A. van Dijk (1990), no obstante, se aleja de una concepción omnímoda del poder y de la ideología. Considera que su efecto en las personas, el efecto, por ejemplo, del discurso transmitido por los grandes medios de comunicación, se ve matizado por los esquemas cognitivos previos presentes en el receptor o receptora.

8 En el Estudio sobre la situación laboral de la mujer inmigrante en España (Iglesias et al. 2015), se afirma la existencia de un amplio bloque social de precariedad, formado por el 88% de lapoblación femenina inmigrante, y caracterizado por el ejercicio de trabajos de cuidados y de ocupaciones manuales de cualificación básica, con salarios inferiores a los mil euros mensuales.No se hace referencia, en este estudio, a las mujeres que se dedican a la prostitución, pues ésta no está reconocida como trabajo en España.

9 . Es preciso diferenciar la prostitución de la trata y el tráfico de mujeres con fines de explotación sexual. Según la definición de la ONU, adoptada en el Plan Integral de Lucha contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, aprobado en 2008 en España, trata (en inglés, trafficking in human beings) es el «reclutamiento, transporte, embarque o recepción de personas, por medio de amenaza, uso de la fuerza, coacción, fraude, engaño, abuso de poder o de situaciones de vulnerabilidad, o mediando pago o beneficio económico en la obtención del consentimiento de una persona para que ceda el control sobre otra con el propósito de su explotación. La explotación incluye, como mínimo, la derivada de la prostitución y de otras formas de explotación sexual, trabajos o servicios forzados, esclavitud o prácticas similares, servidumbre y extracción de órganos». El tráfico (en inglés, smuggling of migrants) se entiende, también según la ONU, como «el procedimiento para obtener, directa o indirectamente un beneficio económico de entrada ilegal de una persona en un país del que no es nacional ni residente permanente».

10 Nos inspiramos en la variante de análisis de contenido propuesta por Moreno por dos motivos clave. Por un lado, la propuesta metodológica pone el foco en las personas que protagonizan la información, a través de la respuesta a cinco preguntas claves: ¿Quién enfoca? ¿A qué protagonistas? ¿Haciendo qué? ¿En qué escenarios? ¿Con qué fuentes? Esto le permite constatar la presencia mayoritaria en la prensa de lo que denomina como «arquetipo viril masculino» (Moreno 1998, 32). Por otro lado, el hecho de que los datos sean recogidos en su literalidad (es decir, se transcriben tal y como son mencionados en la unidad redaccional analizada) facilita, además, una lectura cualitativa. Pongamos un ejemplo: no sólo contabilizamos el número de mujeres prostitutas que protagonizan la información sino que, además, recogemos cómo el medio las nombra y las describe, así como los actos y las palabras que se les atribuyen.

11 Vicente Mariño (2009) defiende, para las Ciencias de la Comunicación, la integración de estas dos técnicas profusamente empleadas por las y los investigadores de este ámbito disciplinar, aunque casi siempre por separado. Las razones argumentadas por Mariño coinciden en gran medida con los motivos que basaron nuestra propuesta metodológica: la incapacidad del análisis del contenido para abordar el sustrato ideológico que esconde el texto. Sin embargo, mientras que para Mariño el análisis del discurso es un complemento a las debilidades del análisis del contenido, este trabajo parte de la consideración de las dos técnicas al mismo nivel.

12 Disponible en http://elpais.com/diario/1987/04/07/madrid/544793063_850215.html

13 Disponible en http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/02/16/actualidad/1329419719_ 938148. html

 

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Ana Belén Puñal Rama. Profesora titular en Comunicación Social en la Universidad Estatal de Milagro (UNEMI) en Ecuador y doctora por la Universidad de Santiago de Compostela. Investigadora en Comunicación y Género, forma parte del grupo de investigación «Comunicación, Ciudadanía y Cambio Social» de la UNEMI y dirige el Observatorio de Comunicación Ciudadana de dicha universidad. Es integrante, así mismo, de la Red Europa-América Latina de Comunicación y Desarrollo.

Ana Tamarit. Profesora titular de la Universidad Estatal de Milagro (Ecuador) y doctora por la Universidad de Salamanca. Investigadora en medios comunitarios,dirige el grupo de investigación «Comunicación, Ciudadanía y Cambio Social» y el Máster en Comunicación, con mención en Medios Comunitarios, de la UNEMI. Codirige, así mismo, el Observatorio de Comunicación Ciudadana de dicha universidad. Forma parte de la Red Europa-América Latina de Comunicación y Desarrollo.

 

Artículo recibido el 16 de enero de 2017 y aceptado para publicación el 22 de febrero de 2017.