Prostitución ‘low cost’: servicios a 15 € por la COVID

 

Gemma Marchena | @GemmaMarchena

| Palma | 31/01/2021

https://www.ultimahora.es/noticias/local/2021/01/31/1234451/prostitucion-mallorca-servicios-euros-por-covid.html

 

Las mujeres se concentran en la calle Ferreria y Justícia, en Palma.

 

En la Porta de Sant Antoni las mujeres que ejercen la prostitución han adaptado sus horarios a las normas sanitarias y ahora ejercen desde las nueve de la mañana hasta las siete de la tarde. Los precios han sufrido un desplome y ahora se están ofreciendo servicios completos por apenas 15 euros. La crisis se está cebando con este frágil sector: mujeres que se habían integrado en el mercado laboral ahora han tenido que volver a hacer la calle para pagar el alquiler. Hay tanto miedo que en una semana apenas sacan cien euros con jornadas de 12 horas diarias.

Ellas son María, Leila, Salut o Guillermina. Las hay de Colombia, Rumanía, Marruecos y también mallorquinas. Se concentran en la calle Ferreria y Justícia, y a primera hora de la mañana apenas transitan posibles clientes. Las mujeres que ejercen la prostitución reconocen que reciben alimentos gracias a la ayuda de Cruz Roja, Médicos del Mundo y Casal Petit.

«Desde el viernes no ha venido nadie», dice Leila, que es de Marruecos. Antes del virus trabajaba como auxiliar de cocina. Es la primera vez que hace la calle y en su familia no lo saben: «Tengo que mandar dinero a mi madre y a mis hermanos, somos pobres». La falta de una red familiar también ha empujado de nuevo a la Porta de Sant Antoni a María, que con 53 años había conseguido ganarse la vida limpiando casas hasta que llegó el virus.

Regreso

«Nos tocó regresar a la calle», se lamenta. Junto a ella, su compatriota Guillermina también dejó atrás un pasado como limpiadora e incluso como propietaria de una tienda. Todo esto quedó atrás al quedarse sin empleo ni ingresos. Sin embargo, los clientes no vienen. Y eso que ellas advierten que «entre las chicas que trabajamos aquí no ha habido ningún caso de coronavirus». Además del preservativo, ahora llevan a cabo los servicios con mascarilla, obligatoria también para el cliente.

Salut es mallorquina y no quiere que se le hagan fotos ni siquiera de sus zapatos por temor a que la reconozcan. «Yo no he bajado precios. Sigo trabajando por 30 euros el servicio» cuenta ella, que además suma los siete euros que cuesta usar durante 20 minutos una de las habitaciones de los meublés (que se alquilan por minutos) de la calle Justícia, a donde llevan sus clientes.

Jaume Perelló es educador social de Casal Petit, entidad que presta ayuda a este colectivo de mujeres. «Nos consta que las hay que habían dejado la prostitución y han tenido que volver a la calle. No han cobrado ERTEs, ni tenían derecho a paro porque no habían podido ni comenzar la temporada. Tampoco han podido acceder al Ingreso Mínimo Vital (IMV), aunque «la Renta Social Garantizada (Resoga) llegó nada más decretarse el confinamiento».

Pero incluso en la fase más dura del virus se veían obligadas a ejercer «y se iban a casa del cliente». La necesidad aprieta, y en su caso más. Perelló denuncia que «el cliente se aprovecha de la necesidad de la mujer y piden rebajas de tarifas».

Las mujeres más jóvenes, desde los 18 años a poco más de la veintena, están en pisos ejerciendo y aunque cobran más por cada servicio, las ganancias son mínimas. «Quince para la madame y quince para ellas», cuenta.

Las jornadas son eternas ahora mismo que el virus y el miedo campa por sus anchas. En la Porta de Sant Antoni cuentan que no tienen proxenetas pero las hay «que tienen deudas de hasta 7.000 euros por venir a España, además de tener que enviar dinero a casa, vivir aquí… Todo esto suma y les obliga a aceptar cualquier precio», dice Perelló, que advierte que «siempre he visto violencia contra las mujeres prostituidas. Prepotencia, superioridad, agresividad psicológica y física».

Desde Cruz Roja confirman la tendencia al regateo del cliente. «Como están en situación de extrema necesidad, se dejan», cuenta Catalina Bagur. Coincide que ahora se han ido a las calles limpiadoras, cuidadoras y féminas que sin red familiar deben buscar algún recurso económico, aunque sea escaso.

El toque de queda ha afectado mucho a su actividad y «el consumidor se aferra a su extrema necesidad para pedir una rebaja. Dicen que tienen menos ingresos porque están en ERTE y se ven sometidas al regateo. Hay un punto de chantaje emocional. Las exigencias y la brutalidad del consumidor son escandalosas»

Magdalena Alomar, coordinadora de Casal Petit, advierte que a lo largo de estos meses «nos han llegado más mujeres que antes no ejercían. Se han quedado en una situación de extrema vulnerabilidad y demandan ayudas para la alimentación y la vivienda. Quieren cambiar de vida, pero no hay ofertas de trabajo». Este trasvase de mujeres a la prostitución se repitió en la crisis de 2008, aunque en esta ocasión «hay menos demanda. Para poder acceder a un cliente, se ven obligadas a bajar precios y a prácticas de riesgo para ganar algo».

Necesidad

Mientras tanto, María Durán, presidenta del Institut Balears de la Dona (IB dona), revela que «el 78 por ciento de las mujeres que ejercen la prostitución lo hacen por necesidad. Este año con el Govern iniciaremos un proyecto abolicionista para rescatar hasta 150 mujeres de esta práctica».

Durán denuncia que «en las redes sociales y concretamente en Instagram hemos observado que hay demanda de mujeres jóvenes para la prostitución o la explotación sexual. Tenemos constancia de que en determinadas zonas de Balears hay cooptadores de adolescentes. Desde IB Dona trabajamos para prevenir situaciones de riesgo entre las adolescentes». Para ellas aún hay esperanza.

Tras una mañana sin clientes en la Porta de Sant Antoni, el grupo de mujeres llama a gritos a Toni, cuponero de la ONCE que hace ruta por el barrio. Mientras esperan el milagro de la vacuna que las devuelva a su antigua vida, compran un cupón con la esperanza de que un golpe de suerte las saque de la calle.

 

NUEVO estudio canadiense en cinco ciudades muestra los daños de las leyes de «acabar con la demanda», con el acoso policial vinculado a un aumento de cinco veces en la incapacidad para llamar al 911

 

Centre for Gender & Sexual Health Equity

26 de enero de 2021

Almost one-third of sex workers unable to call 911 due to fear of police

 

La legislación canadiense de «acabar con la demanda» que penaliza la compra de sexo y a los terceros impide que las trabajadoras sexuales busquen ayuda policial cuando están en peligro, según un nuevo estudio del Center for Gender & Sexual Health Equity (CGSHE ) en la Universidad de Columbia Británica y la Universidad de Ottawa.

El estudio, publicado en la revista Social Sciences, revisada por pares, se basa en datos de un proyecto de investigación comunitario con trabajadoras sexuales en cinco ciudades de Canadá. Destaca los graves daños a las trabajadoras sexuales, incluidos los daños desproporcionados a las trabajadoras sexuales indígenas, causados ​​por un enfoque de “acabar con la demanda” de la industria del sexo. En 2014, el gobierno canadiense implementó una legislación de «acabar con la demanda” que penaliza a los clientes, a los terceros (por ejemplo, gerentes, trabajadoras sexuales que trabajan juntas con gastos compartidos y en un «rol comercial») y trabajadoras sexuales al aire libre en circunstancias limitadas. “El marco de penalización del enfoque de ‘acabar con la demanda’ reproduce muchos de los mismos daños que amenazan la vida de las trabajadoras sexuales que las leyes penales anteriores. Vemos esto más explícitamente con las experiencias reportadas por las trabajadoras sexuales indígenas de la calle. Nuestra investigación muestra que las leyes deben cambiarse urgentemente”, dijo la Dra. Anna-Louise Crago, PhD, primera autora, líder del proyecto CGSHE y becaria postdoctoral Banting en la Universidad de Ottawa.

De manera alarmante, el estudio encontró que casi un tercio (31%) de las trabajadoras sexuales informan que no pueden llamar al 911 por temor a que la policía las detecte a ellas mismas, a sus compañeras de trabajo o a sus gerentes. Las trabajadoras sexuales indígenas tienen el doble de probabilidades de informar que no pueden llamar al 911. “La legislación de ‘acabar con la demanda’ obliga a las trabajadoras sexuales a elegir entre renunciar al acceso a la protección policial en una emergencia de seguridad y ponerse a ellas mismas, a sus compañeras de trabajo o a sus gerentes en situaciones peligro”, explicó la Dra. Crago. “Este marco de penalización se justificó como necesario para proteger a las más marginados de la industria del sexo y para ayudar a las trabajadoras sexuales a denunciar la violencia contra ellas. Pero nuestros datos demuestran que la legislación claramente no ha logrado lo que decía que eran sus objetivos «.

Las experiencias de acoso policial reciente se asociaron directamente con cinco veces la probabilidad de que las trabajadoras sexuales informaran que no podían llamar al 911 en una emergencia de seguridad. “La policía y los defensores de la legislación de acabar con la demanda defienden como necesarias o “protectoras” tácticas tales como seguir a las trabajadoras sexuales, pedirles la identificación o retenerlas sin detención”. Pero los datos muestran cómo el acoso policial a las trabajadoras sexuales amenaza el acceso a la protección policial en una emergencia de seguridad”, dijo la Dra. Crago. “Este es un hallazgo con implicaciones más amplias con relación a los ataques policiales contra las comunidades negras e indígenas con prácticas como la identificación y las paradas en la calle”.

El estudio también ofrece los primeros datos conocidos en Canadá sobre quién está ayudando a las trabajadoras sexuales a escapar de situaciones de violencia y confinamiento. La fuente de asistencia mencionada con mayor frecuencia fueron otras trabajadoras sexuales (40,5%), seguidas de amigos, familiares o parejas (29,7%) y clientes (24,3%). La policía fue una de las fuentes de asistencia menos mencionada, con un 5,4%. «Las personas involucradas en la industria del sexo juegan un papel importante en ayudar a otras trabajadoras sexuales a escapar de situaciones violentas o peligrosas», dijo la Dra. Chris Bruckert, PhD, coautora y profesora de la Universidad de Ottawa. “Pero, bajo las leyes actuales de ‘acabar con la demanda’, otras trabajadoras sexuales, personal de seguridad, clientes y gerentes corren el riesgo de ser penalizados si llaman al 911. Además, las situaciones en las que las trabajadoras sexuales reciben más asistencia son aquellas que el sistema actual disuade al hacerlas ilegales «.

Se requieren con urgencia reformas legislativas y políticas, dijo la autora principal, la Dra. Kate Shannon, PhD, Profesora de Medicina Social y Directora Ejecutiva de CGSHE en UBC. “Esta investigación destaca la necesidad urgente de reconocer los daños del marco de penalización del enfoque de “acabar con la demanda” sobre las trabajadoras sexuales y la necesidad inmediata de reformar la ley y la actuación de la policía”. La Dra. Shannon dijo que los hallazgos exigen recomendaciones políticas urgentes, incluida la despenalización total del trabajo sexual y el fin inmediato de los ataques de la policía contra las trabajadoras sexuales y la práctica policial de exigirles la identificación y pararlas en la calle vinculada a la discriminación racial y social.

 

Haga clic aquí para ver los hallazgos clave y las recomendaciones de políticas urgentes.

Haga clic aquí para leer el artículo de la revista revisada por pares.

Los datos del estudio se extraen de un estudio comunitario en CGSHE en la Universidad de Columbia Británica y la Universidad de Ottawa de 200 trabajadoras sexuales entrevistadas en Toronto, ON, Ottawa, ON, Montreal, QC, Surrey, BC y Sudbury, ON. Las participantes en la investigación fueron entrevistadas entre julio de 2017 y enero de 2018.

CONTACTO CON LOS MEDIOS:

Dra. Kate Milberry | Responsable de comunicaciones CGSHE en UBC

236.818.7763 | comms@cghse.ubc.ca

Acerca del Centro de Equidad de Género y Salud Sexual en UBC: El Centro de Equidad de Género y Salud Sexual es un centro académico de UBC y SFU ubicado en Providence Health. La misión de CGSHE es proporcionar liderazgo en equidad de género y salud sexual para todos en BC, Canadá y a nivel mundial, a través de una investigación rigurosa comprometida con la comunidad que cumpla con los más altos estándares científicos y éticos, el desarrollo de políticas basadas en evidencia y el fomento de la implementación de innovaciones, prácticas clínicas y comunitarias centradas en el paciente y orientadas a la equidad a través de pautas y educación. CGSHE se encuentra en los territorios tradicionales de las naciones xʷməθkwəy̓ əm (Musqueam), Sḵwx̱wú7mesh (Squamish) y Səlílwətaɬ (Tsleil-Waututh). 

Acerca del Departamento de Criminología de la Universidad de Ottawa: El Departamento de Criminología de la Universidad de Ottawa es un entorno bilingüe vibrante que se centra en la criminología crítica y la participación social en primer plano. Las áreas estratégicas de investigación de la Universidad de Ottawa incluyen «derechos humanos, diversidad y justicia social» y «gobernanza, estudios internacionales y políticas públicas».

“¡Ya basta de censurar la voz de las trabajadoras sexuales!”

 

Ya basta

 

Escrito por Noemi Parra, María Nebot y Cleia Montesdeoca.

Sábado, 30 Enero 2021

https://www.infonortedigital.com/portada/opiniones/item/89949-ya-basta

 

Ha vuelto a pasar, la Asociación Draga Espacio Feminista LGTBIQ* en cada edición de su Taguri, en el que se pretende abrir debate y reflexión con temas de actualidad en el feminismo, desata en algunos sectores extrema vehemencia. El año pasado intentaron censurar un debate y denunciamos las prácticas censuradoras que tan comunes y preocupantes están siendo en el seno del feminismo.

DRAGA es una asociación feminista que mantiene un largo recorrido de compromiso con la defensa de los derechos humanos. Trabaja activamente contra la violencia machista y lleva un programa de gran prestigio educativo que cumple ya quince años, como es el Programa Por los buenos Tratos. Desde sus orígenes, Draga se ha caracterizado por condenar la trata de mujeres con fines de prostitución forzada a la vez que defiende los derechos de las trabajadoras sexuales y combate todas las expresiones de odio, discriminación, estigmatización, violencia y acallamiento, así como las políticas encaminadas a condenar a las prostitutas a la marginalidad, la estigmatización y la violencia institucional que producen, evidenciada por organismos como Amnistía Internacional.

En todas las ediciones del Taguri hemos incorporado una conferencia sobre prostitución porque ha sido un tema candente en los últimos años en el feminismo y en las políticas públicas. En todas esas conferencias hemos contado con trabajadoras sexuales, feministas organizadas y otras mujeres que desde espacios académicos investigan la realidad social de la prostitución desde la defensa de los derechos humanos.

Esta es la tercera edición del Taguri y en las tres hemos recibido acusaciones, acciones de descrédito y presiones con la finalidad de dañar la imagen de nuestra entidad y que nuestras actividades no se realicen. En esta ocasión se ha llegado muy lejos, acusándonos de promover el proxenetismo y la prostitución, ya no sólo en el acto concreto, sino en la labor educativa que realiza la entidad. Esto es muy grave y preocupante para quienes defendemos los derechos y libertades democráticas.

A estas alturas de la narración, se podría pensar que estas acciones vienen de la mano de la ultraderecha, de quien es propio hacer uso de la censura, las prohibiciones, la difamación y los fakes news, estrategias que nada deberían tener que ver con un movimiento que se ha caracterizado por la defensa de los derechos de todas las mujeres. En estas prácticas, predominan las actitudes autoritarias, vehementes e intransigentes, que espectacularizan el debate de ideas como si de un programa televisivo se tratase.

Las redes sociales se han convertido en un espacio tremendamente asfixiante y violento en el que predominan los perfiles falsos creados con la intención de que el efecto pantalla facilite todo el daño posible, da igual cómo, “hay que tumbar a la enemiga”. Lamentablemente, también estas estrategias vienen de mujeres que hablan en nombre del feminismo, en singular, como si en el feminismo hubiera un pensamiento único y además se consideran poseedoras de “la verdad”.

Parece ya algo obvio que el feminismo es plural desde sus orígenes y en su seno hay diferentes y encontradas ideas. Desgraciadamente algunas posiciones no toleran el disenso y, frente al debate democrático, optan por la persecución, la censura, la confusión y la falsedad para imponer sus planteamientos. Quienes afirman que el debate sobre la prostitución no tiene cabida en el feminismo reconstruyen la genealogía de éste a su antojo desde determinadas posiciones de poder. Además, hay quienes hacen uso de ese poder para frenar derechos, como en este caso concreto, criminalizando y negando la voz a las prostitutas organizadas. Lo realmente alarmante de este tipo de actitudes, copiadas de la extrema derecha, es que hablan en nombre de un proyecto como el feminista, claramente defensor de los derechos humanos.

Resulta abrumador y lamentable que haya voces que en nombre del feminismo dedican sus esfuerzos a lanzar campañas calumniosas y a confrontar con otras posturas feministas diferentes, en lugar de dedicar esos esfuerzos a exigir derechos para todas las mujeres, especialmente para las que se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad, como es el caso de las trabajadoras sexuales. Las soluciones que proponen, basadas en prohibiciones, contribuyen a agravar las condiciones de vida de quienes, como las putas, ven mermar día a día sus derechos, más aún en una situación de pandemia como la que estamos viviendo. Un feminismo defensor de la libertad y de derechos para las mujeres no puede hacerse oír a costa de empeorar la vida de otras mujeres.

El feminismo que define a Draga va encaminado a mejorar la vida de todas las personas, especialmente de aquellas que la sociedad sitúa en los márgenes, como es el caso de las putas. Por ello contribuimos a darles voz, a crear espacios donde se sientan seguras y libres de violencia. Tenemos la fuerte convicción de que para construir democracia es necesario escuchar a aquellas mujeres más estigmatizadas y violentadas que, desde la autoorganización, luchan por el reconocimiento de sus derechos. No toleraremos la estrategia del miedo para acallar las voces de las protagonistas: ¡ya basta de censurar la voz de las trabajadoras sexuales!

Desde Draga seguiremos trabajando contra todo tipo de violencia machista como lo son la trata y la prostitución forzada y seguiremos dando voz a todos los colectivos que defiendan los derechos de las trabajadoras sexuales, porque con derechos mejora la vida de las mujeres y con derechos tendremos herramientas para combatir la violencia, fruto del estigma y la clandestinidad. Les invitamos a que conozcan y escuchen a las mujeres organizadas que luchan por sus derechos. Sin duda será enriquecedor tener presente la voz de las protagonistas ¿o deberían hablar otras por ellas? No, que tomen la palabra, es suya.

 

Noemi Parra Profesora de trabajo social en la ULPGC e investigadora

María Nebot exconsejera de igualdad del Cabildo de GC

Cleia Montesdeoca activista feminista LGTBIQ

 

Nueva York: Fiscal desestimará 1.000+ órdenes de arresto relacionadas con la prostitución

El fiscal del condado de Kings, Eric González lleva años apoyando la despenalización del trabajo sexual, o incluso su total legalización en algunas circunstancias.

 

Por TELEMUNDO 47

29 de enero de 2021

https://www.telemundo47.com/noticias/local/fiscal-de-brooklyn-desestimara-1000-ordenes-de-arresto-relacionadas-con-la-prostitucion/2145533/

 

El fiscal del condado de Kings, Eric González.

 

Lo que debes saber

  • La oficina del fiscal de distrito de Brooklyn ha desestimado o pronto desestimará más de 1.000 órdenes de arresto relacionadas con la prostitución de los últimos 50 años, y está pidiendo a los legisladores que eliminen otras 25.000 condenas.
  • El fiscal del condado de Kings, Eric González, anunció la medida el viernes por la mañana, diciendo que su oficina ya no procesaba los delitos en cuestión (prostitución y merodeo con fines de prostitución) y que las órdenes «socavan la seguridad pública» al llevar a la gente a la clandestinidad.
  • González lleva años apoyando la despenalización del trabajo sexual, o incluso su total legalización en algunas circunstancias.

 

NUEVA YORK — La oficina del fiscal de distrito de Brooklyn ha desestimado o pronto desestimará más de 1.000 órdenes de arresto relacionadas con la prostitución de los últimos 50 años, y está pidiendo a los legisladores que eliminen otras 25.000 condenas.

El fiscal del condado de Kings, Eric González, anunció la medida el viernes por la mañana, diciendo que su oficina ya no procesaba los delitos en cuestión (prostitución y merodeo con fines de prostitución) y que las órdenes «socavan la seguridad pública» al llevar a la gente a la clandestinidad.

González también pidió a los legisladores estatales que aprueben una ley que elimine las más de 25.000 condenas por esos dos delitos en Brooklyn que se remontan a 1975.

“Anular estas órdenes de arresto y desestimar estos casos es consistente con mi opinión de que aquellos que participan en estas actividades deben recibir asistencia, no ser procesados ​​penalmente”, dijo González en un comunicado.

Su oficina dijo que 262 órdenes de arresto que datan de 2012 fueron anuladas esta semana, y otras 850 órdenes de arresto, que cubren el período de 1970 a 2011, serán anuladas pronto.

González lleva años apoyando la despenalización del trabajo sexual, o incluso su total legalización en algunas circunstancias.

 

La gran guerra de clases del covid

La pandemia ha creado el pretexto perfecto para promulgar normas económicamente destructivas.

 

Por Alex Gutentag

16 de diciembre de 2020

The Great Covid Class War

 

Una mendiga en Génova, Italia, durante el encierro. (foto: John Perivolaris / CC BY-NC-ND 2.0)

 

El 19 de enero de 2020, el estado de Washington informó del primer caso de coronavirus en EE. UU. A fines de marzo, 245 millones de estadounidenses estaban sujetos a restricciones de quedarse en casa para «aplanar la curva». Las noticias principales aterrorizaron al público con gráficos exponenciales, amenazas de escasez de suministros médicos y exhibiciones de teatro de higiene. Las apelaciones a la ciencia se utilizaron como armas para imponer la conformidad, y los medios de comunicación describieron a los manifestantes contra el cierre como atrasados, nacionalistas blancos empeñados en poner en peligro al público.

Hoy en día, millones de estadounidenses han caído en la pobreza o están al borde de la indigencia. El dinero de estímulo se ha utilizado en gran medida como un obsequio para las corporaciones y se han cerrado más de 160.000 pequeñas empresas. En marzo y abril, 30 millones de estadounidenses solicitaron el desempleo. Ahora las pérdidas temporales de puestos de trabajo se están volviendo permanentes. Es posible que 12 millones de desempleados vean caducar sus prestaciones incluso si el Congreso aprueba un nuevo acuerdo de ayuda. La falta de vivienda está aumentando, 11,4 millones de hogares deben $ 70 mil millones en alquileres y tarifas atrasados, y 40 millones de personas corren el riesgo de ser desalojadas. En algunos estados, las filas de los bancos de alimentos se extienden por millas y se espera que 1 de cada 4 niños experimente inseguridad alimentaria.

Mientras tanto, Walmart y Target reportaron ventas récord. Amazon triplicó sus ganancias y Jeff Bezos ganó $ 70 mil millones. Los multimillonarios han ganado colectivamente más de $ 1 billón desde marzo. Alphabet, Amazon, Apple, Facebook y Microsoft ahora representan el 20% del valor total del mercado de valores. La industria de la tecnología ha alcanzado un nivel incomparable de riqueza y dominio. Se espera que los datos, que han sido más valiosos que el petróleo desde 2017, amplíen su huella económica.


“Esto no es un error involuntario ni una buena idea política implementada de manera deficiente. Es una agenda económica disfrazada de protocolo de salud ”.


El desempleo, el hambre, el colapso institucional y la destrucción de los lazos sociales no son síntomas de un virus. Son la violencia indirecta de la lucha de clases. La pandemia es un chivo expiatorio conveniente para la mayor transferencia de riqueza hacia arriba en la historia de la humanidad moderna. Con el pretexto de una política de salud pública, las élites han librado con éxito una contrarrevolución que resultará en la erosión de las condiciones laborales y la calidad de vida de las generaciones venideras.

Una profecía autocumplida

La muerte, las enfermedades y las pandemias siempre han formado parte de la vida humana y siempre lo serán. 2,8 millones de estadounidenses mueren cada año y 56 millones de personas mueren en todo el mundo. Cada año, 1,3 millones de personas mueren de tuberculosis, 445.000 mueren de malaria y 290.000-650.000 mueren de gripe. En 1968, de 1 a 4 millones de personas murieron en la pandemia de gripe H2N3, durante la cual las empresas y las escuelas permanecieron abiertas y se llevaron a cabo grandes eventos.

Los cierres indefinidos nunca antes se habían utilizado como método de control de enfermedades a escala mundial. Estas restricciones experimentales fueron moldeadas por el desacreditado Modelo del Imperial College que predijo 2.2 millones de muertes en Estados Unidos. Muchos epidemiólogos y médicos cuestionaron estas proyecciones apocalípticas y señalaron que no había datos suficientes para justificar los cierres. El virus tiene una baja tasa de mortalidad, especialmente para personas menores de 65 años, y el 94% de las muertes por covid en los EE. UU. se han producido con comorbilidades. La mayoría de los análisis estadísticos no muestran que las medidas de confinamiento sean una estrategia eficaz para reducir la mortalidad.

En marzo se racionalizaron políticas sin precedentes a través de historias y videos impactantes del norte de Italia. Las atestadas UCI de la región se presentaron como una advertencia para el resto de Europa y EE. UU. Muchos desconocían el hecho de que Lombardía se había visto gravemente afectada por los esfuerzos de privatización en curso y un sistema hospitalario cada vez más reducido, abrumado regularmente por la gripe. Esta omisión de los principales medios de comunicación jugó un papel clave en el desarrollo de la mitología de que el cierre económico podría erradicar mágicamente un virus. En realidad, los bloqueos han acelerado un ciclo de austeridad y han creado una profecía autocumplida de crisis perpetua.

La escasez crónica de personal y los despidos inducidos por el encierro en residencias de ancianos exacerbaron gravemente el número de muertos de covid. El 40% de las muertes por covid en los EE. UU. están relacionadas con residencias de ancianos. 1 de cada 6 muertes por covid en Vermont se produjo en una sola residencia. En Nueva York (el estado con el segundo mayor número de muertes por covid por millón), los hospitales enviaron a más de 6.300 pacientes ancianos con covid de regreso a residencias de ancianos. Desprotegidos, desatendidos y solos, los ancianos también se ven afectados por el «asesino lento» de la soledad. El aislamiento aumenta el riesgo de enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular y Alzheimer. Es tan mortal como la obesidad o fumar 15 cigarrillos al día.

La inseguridad financiera agravará estos riesgos para la salud de las personas mayores. El cierre económico ha debilitado los fondos de pensiones mundiales y es posible que no se recuperen. Millones de Baby Boomers se han visto obligados a jubilarse anticipadamente sin los ahorros adecuados. Muchos estadounidenses están recurriendo a sus fondos de jubilación anticipadamente. La Oficina de Presupuesto del Congreso proyecta que $ 2.8 billones en fondos del Seguro Social se utilizarán en una década debido al impacto del desempleo y subempleo en la reducción de las contribuciones.


«Los ingresos son el principal determinante de la mortalidad por covid».


Los resultados del encierro son igualmente desalentadores para los niños. Incluso si las escuelas K-12 reabren en enero de 2021, el estudiante promedio habrá perdido 7 meses de instrucción. Debido a que los niveles de alfabetización y educación son un factor de predicción principal de la longevidad, estas pérdidas de aprendizaje representan años de vida robados a los estudiantes. Además, los casos de abuso severo y visitas a urgencias relacionadas con la salud mental están aumentando para los niños. También experimentarán sistemas inmunológicos debilitados debido a la falta de exposición a virus estacionales y patógenos naturales.

Para las personas con enfermedades crónicas o que necesitan tratamiento médico urgente, las consecuencias a corto y largo plazo del encierro son desastrosas. En los Estados Unidos, las pruebas de detección del cáncer se redujeron entre un 86% y un 94% en la primavera. Muchos hospitales tuvieron que cerrar debido a la falta de ingresos por cirugías y procedimientos de rutina. Se espera que los hospitales pierdan un total de $ 323 mil millones este año. 1,4 millones de personal hospitalario fueron despedidos en abril, mientras que las compañías privadas de seguros médicos duplicaron sus ingresos.

En ausencia de inversiones significativas en infraestructura de atención médica, las estrategias de mitigación de covid impulsadas por los gobiernos federal, estatal y local no son creíbles ni efectivas. Los funcionarios electos amplifican rutinariamente los números de casos sin procesar para avivar el miedo y culpar a las personas por la propagación viral. Como resultado, actualmente estamos “salvando vidas” matando personas. Este no es un error involuntario ni una buena idea política implementada de manera deficiente. Es una agenda económica disfrazada de protocolo sanitario.

El nuevo sistema de castas

El gobernador de California, Gavin Newsom, envía a sus hijos a una escuela privada presencial mientras exige educación virtual para las escuelas públicas de California. Anunció un segundo confinamiento en todo el estado solo unas semanas después de asistir a una cena en local cerrado sin mascarilla con lobistas en un restaurante de tres estrellas Michelin donde las comidas pueden costar hasta $ 850 por persona. Newsom es solo uno de los muchos políticos, élites y burócratas que rompen las reglas. Se está solidificando un orden social estático. En nuestro nuevo sistema de castas, los ricos tienen privilegios políticos y sociales porque se les considera limpios y libres de enfermedades, mientras que cuantos menores son los ingresos de una persona, más se la trata como contaminada.

El objetivo de los entusiastas del encierro en la casta del “trabajo desde casa” es trasladar el riesgo de ellos mismos a los trabajadores esenciales y los pobres. Solo el 40% de la población activa puede permitirse quedarse en casa. El 43% de los adultos estadounidenses no tiene un seguro médico adecuado, y solo el 31% de los trabajadores con salarios bajos tienen permiso por enfermedad remunerado en comparación con el 92% de los trabajadores con salarios altos. «Quédate en casa» es el mantra de autocomplacencia de los profesionales que creen que su comportamiento virtuoso les impide contraer covid. De hecho, los ingresos son el principal determinante de la mortalidad por covid.

Los fanáticos del encierro han ayudado a fabricar el consentimiento para una reorganización brutal del trabajo que hundirá a millones de personas en la servidumbre. El estilo de vida del trabajo desde casa solo es posible mediante el trabajo de los trabajadores de logística que transportan, clasifican y entregan mercancías. Actualmente, unos 10 millones de puestos de trabajo que existían en febrero no han sido reemplazados. Muchos trabajadores se han visto obligados a realizar trabajos a tiempo parcial sin contrato, un modelo laboral que está haciendo retroceder décadas de protecciones duramente ganadas.

Bajo la administración de Obama / Biden, el 94% de los nuevos puestos de trabajo creados fueron microtrabajo y, en 2017, el 34% de la fuerza laboral se empleó a través de la microeconomía. Los cierres están acelerando esta tendencia, y las aplicaciones de entrega de alimentos aumentan sus ganancias a medida que los trabajadores luchan por sobrevivir. Las plataformas de suscripción como OnlyFans vieron un aumento en las cuentas al comienzo del bloqueo. En marzo, la empresa experimentó un aumento del 75% en usuarios y 60.000 nuevos creadores. El encierro ha convertido a OnlyFans en un negocio de mil millones de dólares, pero la mayoría de los creadores ganan menos de $ 145 al mes.

A nivel internacional, los cierres de lugares de trabajo y las interrupciones de la cadena de suministro resultarán en la pérdida de 305 millones de puestos de trabajo. 1.600 millones de trabajadores de la economía informal corren el riesgo de perder sus medios de vida. Esta devastación se verá agravada por la hambruna y la mayor propagación de enfermedades no tratadas como la tuberculosis. En julio, el cierre de los mercados de alimentos se relacionó con 10.000 muertes infantiles al mes. Los alimentos se desechan y los cultivos se pudren en los campos, mientras que el número de personas que padecen hambre aguda este año se ha duplicado a 265 millones.

Al comienzo de la crisis del covid, segmentos vocales de la izquierda estadounidense argumentaron que el cierre económico era una forma de resistir a los multimillonarios y al capitalismo. Esto demostró una profunda incomprensión de la forma en que los financieros pueden beneficiarse de la contracción económica. Muchos en la izquierda optaron por ignorar la destrucción a escala bíblica que causarían los paros económicos, argumentando que la crisis del covid era una oportunidad. Hoy en día, la izquierda sigue fomentando la ilusión de que es posible un alivio significativo, mientras se saquean las pensiones de los trabajadores, desaparece el futuro de los niños y 150 millones de personas caen en la pobreza extrema en todo el mundo. Los encierros no fueron improvisados por líderes incompetentes. De hecho, se ejecutaron a la perfección, porque su propósito no era la salud pública sino la rápida implementación de una agenda neoliberal regresiva diseñada por el complejo industrial sin fines de lucro.

Entrando en la Edad Oscura

Estamos ante algo mucho más oscuro que un virus respiratorio. Se está produciendo un gran robo con el pretexto de la seguridad. No es solo el robo de los trabajos, ahorros y propiedades de los trabajadores, también es el robo de una vida significativa. En Japón, solo los suicidios de octubre superaron las muertes por covid en el país en 2020. El 80% de las personas que llamaron a una línea directa de ayuda frente al suicidio en el Reino Unido mencionaron el confinamiento. En los Estados Unidos, más de la mitad de los adultos jóvenes muestran signos de depresión, y 1 de cada 4 expresa ideas suicidas. Las sobredosis han aumentado un 20% en comparación con 2019.

Los beneficiarios de esta distopía neofeudal son la clase propietaria, los directores ejecutivos de tecnología, los inversores, las ONG y las fundaciones privadas. Su empobrecimiento continuo de los trabajadores es intencional. El 80% de los préstamos de covid ofrecidos por el FMI a los países en desarrollo se hicieron depender de que los gobiernos implementaran programas de austeridad como recortes a la atención médica y eliminación de empleos en el sector público. En los Estados Unidos, diecisiete de las 25 corporaciones más importantes ganarán $ 85 mil millones más este año que en años anteriores, y los accionistas cosecharán las recompensas. Durante el mismo período, los trabajadores estadounidenses han perdido $ 1.3 billones.

Las consecuencias de la guerra de clases covid alcanzarán a todos los dominios de la vida durante décadas. Hay funcionarios que han sugerido que el distanciamiento social deberá continuar incluso después de las vacunas obligatorias. Las mascarillas se han convertido en un potente símbolo tanto de la pureza física como de la desconfianza mutua. Nuestra fantasía de una sociedad desinfectada e inmortal ha creado un mundo en el que el hogar es una prisión y los amigos y la familia son un peligro para la salud. En este mundo, a los niños se les dice que están matando a sus abuelos simplemente por existir. En este momento todavía estamos al comienzo de cambios radicales que pueden incluir crédito social, pasaportes de inmunidad, una economía de solo alquiler, expansión de la inteligencia artificial y la robótica, la financiarización de los recursos naturales, una mayor vigilancia masiva, la uberización de todo y confinamientos progresivos por el cambio climático o la gripe. Tenemos una ventana de tiempo limitada para recuperar las cosas que hacen que la vida valga la pena: la familia, la comunidad, el patrimonio cultural, el ámbito social, las instituciones públicas, los espacios comunes y la libre circulación. Es posible que esa ventana se cierre rápidamente, pero aún no está completamente cerrada.

 

Autor

Alex Gutentag

@galexybrane

Alex Gutentag es maestro de escuela pública en California y exrepresentante sindical.

Melilla: las prostitutas migrantes abandonadas

En Melilla, el confinamiento debido a la pandemia de la covid-19, a la que se ha sumado el cierre de las fronteras con Marruecos, ha paralizado las actividades de las mujeres migrantes, que practicaban la prostitución como único medio de sustento, a pesar del plan de urgencia lanzado por las autoridades.

 

Por: Bladi.es

25 de enero de 2021

https://www.bladi.es/melilla-los-prostitutas-migrantes-abandonadas,8667.html

 

“Espero que cobre 30 euros la noche” declaró Lamya, una prostituta que caminaba lentamente después de medianoche, a lo largo de la calle La Legión, en el mayor barrio de Melilla, el Real, en busca de un cliente.

Obligada a prostituirse debido a su situación irregular, denuncia la esclavitud que reina en el mundo del empleo. “Estoy en busca de un empleo…, pero sin papeles, nadie quiere contratarme”, cuenta esta marroquí de 44 años.

Lamya dice que no espera nada del gobierno. Tampoco tiene confianza a las ONG que operan en la asistencia social. “Solo vienen por unos días, hacen preguntas y luego desaparecen para hacer reportajes o dicen que no tienen recursos”, afirmó ella.

El plan de urgencia que implementa el ministerio de Igualdad para amortiguar las consecuencias económicas y sociales del coronavirus, no ha tenido ningún impacto sobre la vida de las prostitutas que han sido excluidas desde el inicio, antes de ser tomadas en cuenta más tarde. Este plan pretendía asegurar a estas las “necesidades básicas”, en particular, el alojamiento.

Meses tras la publicación de este plan, la realidad muestra que las prostitutas en Melilla no se benefician de ninguna de estas medidas desde el inicio de la crisis sanitaria.

Para Lamya, como prostituta, los preservativos, el lubrificante, las mascarillas y el gel hydroalcohólico no protegen contra el coronavirus. “Todo esto tiene poca utilidad. ¿Quién realmente usa la mascarilla al practicar relaciones sexuales? Contraeré el coronavirus antes de enfermar por el VIH”, defendió.

 

 

Prostitución callejera bajo el influjo de la pandemia

Las trabajadoras sexuales del polígono de Villaverde Alto mantienen a sus clientes habituales, pero les han subido los precios

 

Por Julia F. Cadenas

Madrid – 24 de enero de 2021

https://elpais.com/espana/madrid/2021-01-23/prostitucion-callejera-bajo-el-influjo-de-la-pandemia.html

 

Juanita, 34 años, trabaja diariamente como prostituta en el polígono de Villaverde Alto desde hace cuatro años.David Expósito

 

Asunta se baja del autobús que la deja a solo unos metros de su trabajo, en la calle de San Cesario del polígono de Villaverde Alto. Se sienta en su silla de plástico rojo y cambia sus deportivas por unas botas negras de tacón alto que le cubren hasta la mitad de los muslos y que guarda en el bolso. El resto del uniforme de trabajo (minifalda de tela escolar, sudadera corta, ombligo al aire, carmín en los labios, azul en la mirada, dos estrellitas negras bajo las cejas y el pelo recogido en una corta cola de caballo) lo trae puesto de casa. Habla distraída, casi sin prestar atención a los pocos coches que pasan. Los conductores (siempre hombres, siempre solos, de mediana edad, casi todos españoles) reducen la velocidad invariablemente para echar un vistazo y decidir si parar o seguir buscando.

Cuando se quita el mono de trabajo, Asunta es Elvis. Un chico ecuatoriano de 32 años, de apariencia delicada y rostro agradable. Se levanta tarde, sale de fiesta con sus amigas los sábados, lleva a su madre a pasear cuando ella tiene unas horas libres y hace maratones de series en Netflix los domingos sin salir de las abrigadas mantas de su cama. Vive con una amiga en una calle con nombre de promesa: Amor hermoso; comparten un piso pequeño pero bendecido por un altar imposible formado por, al menos, 15 santos, decenas de velas, flores de plástico y un gran plato de gominolas. Elvis, vestido de Asunta, se santigua antes de salir de casa.

Durante la mayor parte del día, Asunta es Elvis. Un chico ecuatoriano de 32 años, de apariencia delicada y rostro agradable. Pero al llegar al polígono, cambia sus deportivas por unas botas negras de tacón alto que le cubren hasta la mitad de los muslos y que guarda en el bolso.David Expósito

En otra época, cuando no había pandemia, toques de queda ni medidas para prevenir contagios, las chicas de su calle sabían que la tarde iba a flojear si la veían parada en su silla. “Si Asunta no está trabajando es que no hay trabajo”, recuerda la propia Asunta ahora con una sonrisa. El coronavirus ha reducido la actividad del polígono del sur de Madrid, el mayor mercado del sexo de España, a tal extremo que pocas recuerdan una época peor. “Los sábados a las 6 de la mañana, por ejemplo, esto era un cocherío, yo sacaba más que en toda la semana; ahora solo vengo de lunes a viernes, unas horas por las tardes, porque no hay nadie”. Sobrevive gracias a sus clientes habituales, a los que cobra más caro porque les trata con más cariño y pasa más tiempo que con los nuevos. Asunta atiende a hombres de todas las edades y los acompaña en todas las etapas de su vida. “Algunos los conozco como solteros, casados y con hijos. Les digo ‘veo que ya tienes la sillita atrás, ¿ya eres papá?’, pasan su vida conmigo”.

Se mudó a España con 24 años, animado por su madre que trabaja en Madrid como auxiliar de enfermería en un centro geriátrico. “En Ecuador no pasé pobreza, estudiaba en la universidad la Licenciatura de Inglés, pero como me salió la visa, lo dejé para venirme aquí”, cuenta. A los pocos años de llegar, simplemente, ocurrió. Una noche, hace ahora seis años, Elvis se vistió de Asunta y eligió una calle de la sección latina del polígono, la misma donde aún sigue cobrando las tarifas consensuadas por todas las trabajadoras, aún vigentes: 10 euros el francés, 20 el completo.


“¿Opción? Aquí casi todas somos migrantes, mujeres y transexuales. De las pocas opciones que tenemos, hemos elegido la que nos parece menos jodida”, cuenta Antonella, una de las prostitutas del polígono


En la acera de enfrente hay tres sillas vacías. A los pocos minutos, llega una furgoneta negra. Una mujer alta, vestida con un abrigo de plumón largo que deja siempre abierto para mostrar un escote abismal de unos inmensos pechos de silicona sale de la parte de atrás. Impertérrita, ocupa una de las sillas. Es Antonella. Al rato, torciendo la esquina, aparece Marcela, vestido de licra corto y negro, más recatada. Ambas se conocen desde hace más de veinte años, cuando el foco de la prostitución estaba en Casa de Campo. Las dos comparten destino y pasado: ambas son mujeres transexuales de 40 años, independientes, actualmente sin pareja, envían remesas a Ecuador y aseguran que les gusta su trabajo (“Porque a nosotras no nos manda nadie, venimos y nos vamos cuando queremos”). Marcela se prostituye desde los 14 años, Antonella comenzó a hacerlo cuando llegó a España, hace 20. No les importa hablar de cifras, aseguran que antes de la pandemia ganaban hasta 2.000 euros al mes. “Ahora yo me hago 1.100 o 1.200, pero aún es mucho más de lo que ganaría en otros trabajos”, afirma Antonella.

El polígono de Villaverde luce desangelado. Muchos de los locales están abandonados y los solares vacíos los comparten drogadictos y prostitutas que lo utilizan para realizar su servicio cuando el cliente no quiere hacerlo en su coche. Son espacios decrépitos con montañas de escombros, colchones roídos, preservativos, pañuelos, restos de droga y deshechos de todo tipo.

Decadencia

A pesar de su decadencia, un singular orden marca el ritmo de trabajo en el amplio espacio del polígono industrial. Las trabajadoras sexuales se distribuyen de la misma manera y ocupan su silla en el mismo lugar desde hace décadas. De hecho, algunas aseguran su asiento con candados a cualquier verja cuando terminan su jornada. Es importante marcar el territorio para que las encuentren sus clientes habituales, que también son los mismos desde hace años.

En el polígono hay un acuerdo de distribución tácito e implícito que todas respetan y está determinado por la nacionalidad, la identidad de género y el grado de adicción a las drogas. El rectángulo que limita la calle de la Acebeda hasta la avenida Real de Pinto es zona de mujeres cisgénero (personas que se identifican con sus genitales de nacimiento), rumanas en su mayoría que, cuando pueden permitírselo, viven en las habitaciones de un apartahotel a pocos metros de su zona de trabajo, en el mismo polígono. Las calles que cruzan la avenida hasta la de San Eustaquio es territorio de mujeres transgénero, la mayoría ecuatorianas. Y, por último, la parte más deprimida que colinda con el barrio de San Cristóbal es la zona de compra-venta de drogas.

La distribución, no obstante, es flexible y permite que mujeres trans como Juanita trabajen en territorio rumano. “Me siento bien aquí, no me gusta trabajar entre transexuales, me gusta estar con mujeres, si me aburro me voy a conversar con ellas, son mis amigas, entre nosotras nos protegemos, cuando tienen me dan, cuando yo tengo, les doy”, explica.

Un colchón y unas sábanas en un contenedor industrial donde algunas prostitutas realizan sus servicios.David Expósito

Juanita es peruana y tiene 34 años, un pelo lacio larguísimo del que se siente muy orgullosa, sombra negra coloreando sus párpados a modo felino y pechos enormes implantados sobre un cuerpo masculino cuya camiseta no se acerca ni a ocultar los pezones. Ella no usa silla, está protegida por una cruz religiosa marcada sobre la corteza del tronco del árbol donde se apoya desde hace cuatro años, pocas horas después de bajarse del avión que la trajo de Perú. El croquis lo marcó su novio, “la cruz de la muerte” para que nadie se atreva a molestarla.

Juanita es una de las pocas prostitutas que desafió el confinamiento estricto decretado para los meses de marzo y abril. Siguió parándose tras su árbol marcado y, contra todo pronóstico, ganó lo suficiente para sobrevivir un día más. Había pocos clientes, pero había. Trabajó hasta que la policía la devolvió a su casa bajo amenaza de multa si volvía a verla plantada allí. Sin dinero, sin papeles y “con problemas con la policía”, no pudo solicitar ninguna ayuda y se quedó en la calle. Comenzó así su pequeño peregrinaje junto a otras personas que se encuentran en una situación similar a la suya (migrantes, sin papeles, sin trabajo). Primero dormían en una plaza en medio del casco antiguo de Villaverde Alto, luego se trasladaron a una isleta entre carreteras de entrada al barrio y, tras las quejas de los vecinos por el humo de la hoguera que encienden para cocinar, han acabado instalando sus seis chabolas a pocos metros de allí, en un descampado junto a las vías del tren.

Juanita convive con siete hombres de diferentes nacionalidades que no superan los 35 años en un campamento perfectamente visible desde la calle que une el polígono con las primeras casas del barrio. Juanita levanta los brazos, sonríe y saluda divertida a los vecinos que se paran a mirar. Sus compañeros, cuando no están trabajando en alguna obra o haciendo mudanzas, piden dinero en la puerta de los supermercados. La única que se prostituye es ella. “Yo no tengo un horario, lo que tengo es hambre, y entonces vengo aquí. Cuando consigo 10 euros, voy al Día y me compro un zumo de melocotón de dos litros, dos piernas de pollo, una botella de aceite, cebolla, tomate y huevos, y cocino el caldito a mis paisanos”. Ese es el punto de reunión del campamento, la hoguera sobre la que cuecen los caldos de Juanita que, tras terminar el potaje, vuelve a su árbol de vuelta al trabajo.

Justo al lado del habitual de Juanita está María. Sin árbol y sin silla, ella espera en pie; hace frente al frío vendaval fumando un cigarrillo tras otro. Al contrario que el resto de trabajadoras apostadas en las calles aledañas, María no muestra un centímetro de escote, solo unas botas altas de tacón y una minifalda negra podrían delatarla. Llegó a España desde Rumanía hace seis años, cuando se separó de su marido. Tenía 23 años y una hija de cuatro. Alguna amiga le habló del buen dinero que se podía ganar en el polígono y, sobre todo, que era rápido. Nunca antes se había prostituido. “Todo es empezar, no soy una persona que se le caigan los anillos, tengo una hija y necesitaba dinero pronto”. Al cabo de dos años consiguió trabajo en un hotel restaurante y se marchó del polígono. Trabajaba día y noche, ganaba bien y se pudo mudar con su hija a una casa solo para ellas. Fue una buena época, tan buena que no previno el duro golpe que le propinó el virus. La sacudida la dejó sin trabajo en marzo y la obligó a volver a la misma esquina que había dejado pensando que no volvería jamás.

Algunas tardes —noche cerrada con el horario de invierno—, aparece Fernanda, 45 años, rizos rubios, bien abrigada, cargada de arepas, café y maicena caliente. “Como no hay trabajo me tengo que ganar la vida de otra manera”, sonríe. Ha encontrado un trabajo temporal en una empresa subcontratada de limpieza de oficinas. Tiene una hija menor de edad que depende de ella, así que también vende meriendas caseras a las prostitutas que siguen soportando las largas esperas. “Si veo que la cosa está mala, me pongo los tacos y me paro otra vez; mis clientes habituales son todos mayores, población de riesgo que tienen miedo, a mí no me va muy bien”, aclara.

Antonella relata el escenario en el que ahora se encuentra: “Si la ley mordaza [Ley de Seguridad Ciudadana] destruyó nuestro trabajo, el coronavirus ha traído la hecatombe”. Está enfadada y se siente defraudada por las ONG que, asegura: “todas blancas y estudiadas vienen al polígono para salvar a las pobrecitas putas”.

—¿Harías otro trabajo si tuvieras la opción?

—¿Opción? Aquí casi todas somos migrantes, mujeres y transexuales. De las pocas opciones que tenemos, hemos elegido la que nos parece menos jodida.

Juanita es peruana y tiene 34 años. Ella no usa silla, está protegida por una cruz religiosa marcada sobre la corteza del tronco del árbol donde se apoya desde hace cuatro años, pocas horas después de bajarse del avión que la trajo de Perú.David Expósito

El colectivo de prostitutas murcianas lucha por sobrevivir a la pandemia: «Lo que nos importa es comer”

CATS califica de “catastrófico” el estado económico de las prostitutas debido a la devaluación que se está produciendo en sus condiciones de trabajo, pues han visto cómo la ley de la oferta y la demanda provocaba una bajada de precios en un momento crítico para ellas

 

Por Sergio de la Flor Flores

23 de enero de 2021

https://www.eldiario.es/murcia/sociedad/colectivo-prostitutas-murcianas-lucha-sobrevivir-pandemia-importa-comer_1_7036192.html

 

Una activista del Colectivo de Prostitutas de Sevilla MARÍA JOSÉ LÓPEZ/EUROPA PRESS

 

Tras diez meses de convivencia con el virus, la fatiga pandémica se ha establecido como un elemento del día a día en nuestra Región. La crisis sanitaria no solo ha conseguido dejar asientos vacíos en las cenas de Navidad: también ha amenazado de muerte a sectores como las agencias de viajes o la hostelería. Existe otro gremio aún más afectado por la COVID-19, pues desde que comenzó el primer confinamiento las prostitutas han visto cómo peligraba su modo de vida.

Este colectivo ha necesitado elegir entre dejar de trabajar y seguir ejerciendo aún a riesgo de su salud. Tras las restricciones al contacto social impulsadas por el Gobierno de Fernando López Miras, las prostitutas deben añadir el miedo a la multa a la lista de peligros que deben correr para seguir obteniendo ingresos.

Exponen desde el Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo (CATS) que «la prioridad de quien no tiene ahorros es ganar dinero para poder vivir, así que hay gente a la que no le queda más remedio que ponerse a trabajar con la máxima precaución y entendiendo que es un riesgo».

CATS asegura que estas medidas no influirán demasiado en las meretrices murcianas a la hora de resolver si continúan recibiendo clientes, pues una vez que ya han asumido el riesgo al contagio el peligro de la multa no resulta un elemento decisivo.

Más rotunda se muestra María José Barrera, miembro del Colectivo de Prostitutas de Sevilla (CPS), cuando señala la falta de necesidades básicas que impulsa a estas mujeres a seguir trabajando en estas condiciones: “A las putas nos importa una mierda el coronavirus, lo que nos importa es comer”. La activista también se pronuncia a este medio sobre las complicaciones sanitarias derivadas de la precariedad en la que se encuentran con casos en los que “no han podido llamar a los servicios sanitarios teniendo síntomas por miedo a ser deportadas o porque el dueño del club no les dejaba”.

Un caso diferente es el de Sara, que expone cómo ella sí ha tenido la oportunidad de seguir obteniendo dinero una vez terminado el confinamiento en un piso que comparte con otras compañeras. De esta forma, ellas han seguido ejerciendo con medidas como el uso de la mascarilla, la desinfección exhaustiva o la recepción de un único cliente al día para poder rastrear los contactos en caso de resultar positivo.

No obstante, Sara reconoce las limitaciones de estas técnicas: “Al principio empecé trabajando con mascarilla, pero al final te la quitas porque no la vas a comer por debajo. Y si es difícil negociar el tema del preservativo con el cliente, negociar lo de la mascarilla es otra movida”.

Sobre su negocio, remarca que ella ha tenido la suerte de ser independiente y haber podido permitirse una inversión inicial elevada para la puesta en marcha de su profesión, pero recuerda a las “compañeras que no tienen ni para comer” y no pueden afrontar estos gastos extra.

La situación de las meretrices tras diez meses de emergencia sanitaria

Tras estos meses de pandemia, CATS califica de “catastrófico” el estado económico de las prostitutas debido a la devaluación que se está produciendo en sus condiciones de trabajo, pues han visto cómo la ley de la oferta y la demanda provocaba una bajada de precios en un momento crítico para ellas. Asegura que se encuentran “dependientes de ayudas de emergencia municipales y del reparto de comida de los Bancos de Alimentos, Cáritas o Cruz Roja, entre otras”.

Especial mención merece la situación de las meretrices que ejercían en burdeles porque no solo se enfrentaban a la pérdida de su lugar de trabajo, sino también de su lugar de residencia. Desde que el pasado agosto cerraran todos los clubes para evitar posibles focos de contagio, la suerte de sus empleadas ha dependido en gran medida de la bondad del dueño del establecimiento. De este modo, hay mujeres que se han vuelto a su país (del este de Europa, sobre todo), algunas que se han quedado en los clubes donde vivían sin tener que pagar nada y otras que han necesitado negociar con sus jefes para evitar un desahucio sin alternativa habitacional.

La suma de todas estas dificultades también han afectado a la salud mental de las meretrices. Desde la Organización de Trabajadoras Sexuales (OTRAS) recuerdan que “si económicamente no estás bien todo afecta más al estado anímico”, pues aluden a la acumulación de facturas para justificar los numerosos casos de depresión que han proliferado entre las prostitutas.

Las soluciones planteadas

Como miembros de un modelo de trabajo no reconocido, las meretrices no han podido acceder a los ERTE y han encontrado dificultades añadidas a la hora de adquirir otras prestaciones, como el Ingreso Mínimo Vital (IMV).

Si bien el Ministerio de Igualdad anunció que las prostitutas podrían formar parte de este programa, la realidad es que esta medida obliga a las solicitantes del gremio a identificarse como víctimas de explotación sexual para poder acceder a él. Tampoco aquellas personas que no disponen de empadronamiento, como las inmigrantes ilegales, han podido solicitar esta ayuda. En consecuencia, CATS reconoce que el acceso a esta prestación ha sido escaso.

Por otra parte, el asociacionismo sí ha resultado ser de gran ayuda para estas mujeres, pues desde OTRAS aluden a él como la “única manera de seguir adelante” y denuncian que “si fuera por los dirigentes las prostitutas habrían muerto de hambre”. Así pues, estas organizaciones han impulsado medidas como la recogida de alimentos y la campaña de crowdfunding para paliar su precaria situación.

La situación legal del llamado ‘oficio más antiguo del mundo’

En España, la prostitución se encuentra en una situación de alegalidad: no está prohibida ni reconocida, sino que está tolerada. De esta forma, el trabajo sexual no se encuentra castigado ni perseguido, pero no se considera trabajo entre otras cuestiones porque, desde un punto de vista civil, una mujer no puede ser objeto de contrato porque es ilícito a las normas o la moralidad.

El Ministerio de Igualdad ha publicado un borrador de la ley de libertad sexual que incluye la penalización de la tercería locativa. Es decir, que todo aquel que destine un espacio a “favorecer la prostitución de otra persona, aún con su consentimiento, será castigado con pena de prisión de uno a tres años y multa de 6 a 18 meses”.

Las asociaciones de trabajadoras sexuales han rechazado de pleno esta medida y han comenzado a hacer campaña para evitar que se implemente. “Es una salvajada”, exclaman desde CATS: “Pone en la calle a cantidad de personas sin ningún tipo de alternativa.”

El Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo afirma que la “gran mayoría” de las meretrices murcianas desconocen la existencia de este borrador que, en caso de tramitarse, supondría un cambio drástico en sus vidas.

 

Cierra el único burdel municipal gestionado por prostitutas en Ámsterdam

 

21 de enero de 2021

https://www.swissinfo.ch/spa/pa%C3%ADses-bajos-prostituci%C3%B3n_cierra-el-%C3%BAnico-burdel-municipal-gestionado-por-prostitutas-en-%C3%A1msterdam/46307816

 

La Haya, 21 ene (EFE).- El único burdel municipal gestionado por prostitutas neerlandesas, My Red Light, se ve abocado al cierre definitivo e inmediato debido a los efectos financieros de la pandemia, que deja a esta asociación sin ingresos para pagar gastos como el alquiler de sus edificios en Ámsterdam y los costes correspondientes.

El actual confinamiento, que mantiene cerrados todos los servicios no esenciales en Países Bajos desde mediados de diciembre, incluida la prostitución en el Barrio Rojo, ha conducido a la quiebra a este burdel, que gestionaba un total de 14 habitaciones ubicadas en cuatro edificios comprados por el Ayuntamiento de Ámsterdam hace unos 12 años.

Coby van Berkum, miembro del consejo de supervisión de este burdel, explicó que este proyecto había “sobrevivido al primer confinamiento (durante la primera ola), pero durante este segundo confinamiento, los ingresos son de cero coma cero, mientras hay que seguir pagando un alquiler considerable”, lo que ha llevado a la decisión de “cerrar”.

En un comunicado, el municipio califica de “bastante decepcionante” que no se haya podido evitar la desaparición de esta iniciativa, y recordó que la “atención a la seguridad y a la posición de las trabajadoras sexuales es de gran importancia social” para el Ayuntamiento de Ámsterdam.

“Es triste para el fantástico grupo de trabajadoras sexuales y administradores. Teníamos la tarea social de permitir que las mujeres manejasen su propio negocio, para proporcionar un lugar de trabajo limpio sin trata, pero eso ya se acabó”, subrayó el municipio.

Este burdel estuvo cerrado durante meses en la primavera de 2020 debido a las restricciones introducidas para frenar los contagios, y tras la reapertura a principios de verano, logró obtener beneficios entre julio y septiembre que permitieron amortizar parte de la deuda que se había creado, pero la situación actual les impide seguir adelante.

My Red Light se creó hace cinco años por iniciativa del exalcalde Eberhard van der Laan, que había defendido la necesidad de proporcionar a las mujeres un lugar de trabajo seguro, que pudieran gestionar ellas mismas, lejos de las mafias que las explotan, pero, incluso antes del estallido de la pandemia, el burdel ya denunció problemas financieros que lo mantenían al borde de la quiebra.

Además, un informe independiente encargado por el consejo municipal y publicado en 2019, denunció que la trata de mujeres no se estaba tomando muy en serio y consideró que este proyecto es «una idea inviable» que sus inversionistas debían «rescatar» para evitar que la situación resulte en «consecuencias problemáticas para el resto» del Barrio Rojo.

Las prostitutas que administraban este proyecto se han ofrecido ahora a ayudar al municipio, desde sus conocimientos y experiencia de los últimos años, para diseñar un centro erótico en otra parte de la ciudad, que permita al Ayuntamiento cumplir sus planes de sacar el Barrio Rojo del centro histórico de Ámsterdam.