Pide a la ministra Leire Pajín (¿Irene Montero?) que escuche a las trabajadoras del sexo

 

Corría el año 2011…

 

https://www.change.org/p/pide-a-la-ministra-leire-paj%C3%ADn-que-escuche-a-las-trabajadoras-del-sexo-2

 

 

Colectivo Hetaira ha iniciado esta petición dirigida a Ministra de Sanidad y 2 otros/as

 

Las asociaciones en defensa de los derechos de trabajadoras y trabajadores del sexo AmbitPrevenciò (Barcelona); AMTTTSE (Asociación de Mujeres, Transexuales y Travestis como Trabajadoras Sexuales en España, Málaga); APDHA (Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía); CATS (Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo, Murcia); COGAM (Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid); CTSX (Comité de Trabajador@s del Sexo, Madrid); Genera (Barcelona); Colectivo Hetaira (Madrid); SIDALAVA (Comisión Ciudadana Anti-Sida de Álava); Stop Sida y las personas firmantes de esta petición instamos a Doña Leire Pajín, ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, a que atienda las necesidades de este sector de mujeres que es ignorado sistemáticamente y es excluido de las políticas de igualdad:

  1. Escuche a trabajadoras y trabajadores del sexo y atienda sus demandas y reivindicaciones y diferencie las situaciones de trata de la prostitución voluntaria, estableciendo políticas enfocadas a garantizar los derechos de TODAS las personas que ejercen la prostitución.
  2. Priorice y garantice los derechos de las víctimas de trata, independientemente de su colaboración con la justicia. Freno a los internamientos en centros de extranjería y freno a las expulsiones de prostitutas.
  3. Paralice las normativas municipales que conculcan la libre circulación de las prostitutas, criminalizan, estigmatizan y empeoran sus condiciones de vida y trabajo.
  4. Reconozca derechos para quienes deciden trabajar en prostitución por decisión propia.

Una explicación más detallada:

1.- A pesar de los datos manejados por instituciones internacionales de la solvencia de la ONU, que cifran que en Europa 1 de cada 7 prostitutas es víctima de trata, las autoridades de nuestro país siguen aumentando esa cifra hasta el 90% sin que exista ninguna investigación que lo avale. (El País, 30/06/2010: “Europa tiene a 140.000 mujeres esclavizadas en la prostitución… Una de cada siete prostitutas, recalca el informe —elaborado por los relatores de la ONU con sus datos y otros recopilados por los países, las fiscalías, la policía y las ONG—, es víctima de la trata en Europa. Una cifra muy inferior al 90% que baraja el Ministerio de Igualdad, que incluye a mujeres víctimas de explotación y no solo de trata”). Esta magnificación de la realidad de la trata implica negar, en la práctica, la existencia de quienes ejercen la prostitución voluntariamente, a quienes se les niega sistemáticamente la posibilidad de expresarse y ser consideradas interlocutoras válidas ante las instituciones. (Así, se extiende la idea de que prácticamente TODA la prostitución es coaccionada y se niegan los derechos de quienes ejercen la prostitución por decisión propia impidiendo que mejoren las condiciones laborales en las que lo hacen. Esta victimización extrema de las prostitutas impide responder a las necesidades tanto de las víctimas de trata como de quienes ejercen de manera voluntaria).

2.- Después de dos años de puesta en práctica del Plan Nacional contra la Trata de Seres Humanos con Fines de Explotación Sexual, las víctimas de trata continúan sin ser bien atendidas pues se prioriza la persecución de las mafias por encima de los derechos y la protección de éstas (El País, el 19/10/2010: “Poca asistencia a las víctimas y un número ‘reducido’ de permisos de residencia para las damnificadas”, según Cecilia Malmström, comisaria europea”). En muchos casos, además, son consideradas exclusivamente como inmigrantes irregulares y son obligadas a volver a sus países aún cuando implique serios problemas de seguridad para ellas (Europa Press, octubre de 2010: “Se detuvieron a ocho mujeres más por estancia ilegal en España, que se encuentran en estos momentos en el CIE de Málaga, y también se llevaron a cabo seguimientos y registros en tres locales de alterne de la provincia de Huelva”).

3.- En relación a la prostitución voluntaria, las normativas municipales que están aprobando los ayuntamientos de muchas ciudades y pueblos tienen como consecuencia la criminalización (social) de esta actividad. Esto supone una mayor vulnerabilidad para las trabajadoras y un empeoramiento de las condiciones de trabajo. La persecución de los clientes implica que los tratos sean más rápidos y clandestinos repercutiendo en contra de las trabajadoras. Estas normativas, además, aumentan el estigma social contra las prostitutas y dan alas a que cualquiera se sienta con derecho a insultarlas, agredirlas o atacarlas.

4.- Por último, la medida estrella en la lucha contra la trata, anunciada a “bombo y platillo” por la ex ministra de Igualdad Bibiana Aído, de prohibir los anuncios de prostitución en la prensa escrita es una medida encaminada a combatir la prostitución en general y no la trata. La trata de seres humanos es un delito castigado en el Código Penal que no se anuncia en la prensa. Si así fuera, su existencia sería un instrumento privilegiado en la lucha contra ella. Por el contrario, quienes se anuncian suelen ser, mayoritariamente, trabajadoras del sexo voluntarias y en gran medida autónomas. Su prohibición implica un recorte de sus derechos y obligarlas bien a que capten su clientela en la calle (con la persecución que hoy se está dando al calor de las nuevas normativas municipales) bien a que trabajen en clubes, dependiendo de terceros, que frecuentemente establecen unas condiciones de trabajo abusivas para ellas, sin que se esté interviniendo para evitarlo.

(N)O.M.A.D.A.S: “Las putas siempre hemos estado en el movimiento feminista y lo vamos a seguir estando”

El colectivo (N)O.M.A.D.A.S saldrá a la calle este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, bajo el lema “Desde los márgenes avanzamos con fuerSa” y con una clara perspectiva antirracista y proderechos. Dos activistas y trabajadoras sexuales, María y Leo, explican sus planteamientos políticos, reivindicaciones y detallan sus cuestionamientos al feminismo abolicionista.

 

Por CARLOS SOLEDAD

7 de marzo de 2020

https://www.elsaltodiario.com/feminismos/nomadas-putas-siempre-hemos-estado-movimiento-feminista-seguir-estando

 

«María y Leo del Grupo de Trabajo Sexual de (N)O.M.A.D.A.S. en la sede de la asociación. De espaldas debido a las violencias causadas por el estigma de ser sexotrabajadora». | Foto: (N)Ó.M.A.D.A.S

 

El 17 de diciembre las trabajadoras sexuales del colectivo (N)O.M.A.D.A.S se manifestaron con motivo del Día por el Cese de las Violencias contra las Trabajadoras Sexuales. Lo hicieron junto con la Asociación CATS —Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo— y varias trabajadoras sexuales independientes en la ciudad de València. Reclamaron, entre sus consignas, la derogación de la Ley de Extranjería, y reivindicaron que “los derechos de las trabajadoras sexuales son derechos humanos” y que “sin putas no hay feminismo”.

El complicado debate entre feministas abolicionistas y proderechos es ampliamente conocido, y ellas mantienen que la cuestión de los privilegios es central. Explican que es muy difícil encontrar espacios en los que las trabajadoras sexuales se sientan seguras para exponer su discurso. Argumentan que cuando hay un debate entre una compañera abolicionista y otra proderechos, generalmente la abolicionista goza de mayores privilegios, dado que “normalmente es blanca, con estudios universitarios, con papeles, etcétera”. Las trabajadoras sexuales exponen que encontrarse en ese debate hipotético puede incluso derivar en privilegios profesionales para las abolicionistas, en cambio para ellas es un riesgo visibilizarse: la sociedad suele responder violentamente ante el estigma de ser prostituta.

Este 8M en València, las trabajadoras sexuales salen una vez más a la calle para reivindicar, junto con otros “colectivos marginalizados por el feminismo institucional”, que “desde los márgenes avanzan con fuerSa”. En representación de su colectivo, dos activistas y trabajadoras sexuales de la asociación (N)O.M.A.D.A.S, María y Leo [nombres ficticios], explican sus planteamientos políticos, reivindicaciones y cuestionamientos al feminismo abolicionista.

¿Qué es (N)O.M.A.D.A.S. y qué papel juega el grupo de trabajo sexual?

María: (N)O.M.A.D.A.S. es una asociación sin ánimo de lucro constituida en València en 2018 por parte de activistas, artistas, investigadorxs, etc. que provenimos de diferentes sectores de las luchas por las disidencias sexuales y feministas, anarquistas, pro derechos, pro Palestina, etcétera, que identificamos el eje de migración y de raza como centrales en el desarrollo económico social y político en el escenario contemporáneo de la desigualdad. Nos dimos cuenta de que no podíamos continuar en una lucha autorreferencial, y quisimos dar el paso y que el apoyo mutuo dejara de ser simplemente un eslogan. En (N)O.M.A.D.A.S. intentamos llevar a la práctica cuestiones fundamentales antirracistas y decoloniales tanto en la propia praxis interna del colectivo como en la manera en la que interactuamos con las compañeras migrantes que pasan por aquí.

Leo: Uno de los puntos fuertes de (N)O.M.A.D.A.S es la Oficina de Atención que abrimos entre semana para atender a personas que necesitan algún tipo de apoyo relacionado con su proceso migratorio. Nos hemos dado cuenta de que la sociedad en la que vivimos se sigue beneficiando de relaciones coloniales y para romper con esto, tenemos acuerdos como que la gente migrante no necesite pagar para disfrutar de este espacio, de actividades que realizamos o de recursos materiales y no materiales con los que cuenta la Oficina.

María: Quisimos poner nuestro privilegio blanco a trabajar para facilitar los procesos migratorios así como las propuestas emancipatorias de los grupos de personas migrantes y racializadas. Lo que pasa es que tenemos, la verdad, muchos frentes abiertos y mucho, mucho trabajo por hacer.

¿Y respecto al grupo de trabajo sexual?

L: Ese grupo nace de la propia práctica de la Oficina de Atención de (N)O.M.A.D.A.S, donde nos dimos cuenta rápidamente de cómo las políticas criminalizadoras de la prostitución estaban encubriendo dinámicas racistas, xenófobas y transmisóginas, teniendo en cuenta que una gran parte de la población que ejerce el trabajo sexual es migrante y que la tónica general es silenciar y desatender a este colectivo.

M: El grupo de trabajo sexual está para apoyar la experiencia específica de las trabajadoras sexuales migrantes. Consideramos que en el trabajo sexual también existe racismo, y nosotras, que somos trabajadoras sexuales euroblancas, hemos querido poner en práctica nuestro privilegio para apoyar a las compañeras migrantes. La forma que tenemos de ejercer el trabajo sexual cada una de nosotras es totalmente diferente, nuestros recursos y estrategias son distintos, pero nos une un compromiso de solidaridad y una consciencia sobre el recrudecimiento legal y social del trabajo sexual, que afecta mucho más gravemente a las trabajadoras racializadas o migrantes.


“Nosotras, que somos trabajadoras sexuales euroblancas, hemos querido poner en práctica nuestro privilegio para apoyar a las compañeras migrantes”


¿Cómo definiríais prostitución y qué opinais sobre la idea de vender el cuerpo?

M: La prostitución se define como el intercambio voluntario de dinero por sexo o compañía entre personas adultas y sin coacción. A veces se reivindican otras maneras de decirlo como cuando hablamos de trabajo sexual, porque parece que implica más dignidad social “trabajar” que “prostituir”, que comúnmente se utiliza como una manera de degradar algo. Nosotras no nos consideramos degradadas, por eso nos reapropiamos de la palabra “puta”. Entendemos prostitución como una de las muchas formas de ejercer el trabajo sexual en general: hay trabajo sexual en clubs, en la web, en casas de masajes, en sets de rodaje porno, en club de strip-tease, en la calle, en pisos, etc. A nosotras nos parecen todas igual de válidas como formas de ganarse la vida en el capitalismo, el cual nos obliga a trabajar.

L: La idea de vender el cuerpo nos parece una forma de aumentar el estigma y la violencia contra nosotras. En el fondo, es bastante sexófobo y moralista. Nuestro cuerpo es nuestra herramienta de trabajo, como la de cualquier trabajadora o trabajador que use cualquier parte de su cuerpo o más bien que utilice su cuerpo para ofrecer un servicio. En el fondo, nos parece bastante inquietante cómo se hace tanto énfasis en nuestro cuerpo cuando el cuerpo de los y las trabajadoras en general está tan vulnerabilizado —casos evidentes son las empleadas del hogar, de hotel, internas, trabajadoras agrarias, textil…— y vemos que hay una vulnerabilización de derechos enorme.

¿Qué modelos de prostitución existen y cuál es el que defendéis vosotras?

M: Mucho se habla de “regulación” contra “abolición” de la prostitución, pero poco se habla de derechos para las trabajadoras. Quiero remarcar que estas dos posibilidades no son las únicas que se llevan trabajando desde hace mucho tiempo, pero curiosamente son las dos únicas vías por las cuales el Estado o el empresariado saca tajada de nosotras. Nosotras defendemos el trabajo sexual de las trabajadoras sexuales, cualquiera que sea su salida emancipatoria de este sistema que ahoga especialmente a los cuerpos feminizados.

Dicho esto, nos parece imperativo un modelo integral de desestigmatización de las sexotrabajadoras; esto, para quien le interese, no pasa ni por la regulación ni por la abolición sino por un modelo de descriminalización, de generar un lenguaje en las prácticas de vida, representaciones culturales e institucionales, juicios de valor —y de no valor— sobre nuestro trabajo y, por encima de todo, la derogación de la Ley de Extranjería, que es el mayor problema al que se enfrentan las trabajadoras sexuales.


“La Ley de Extranjería es el mayor problema al que se enfrentan las trabajadoras sexuales”


L: A ninguna nos gusta la idea de ese “famoso modelo alemán” o de Holanda y su zonificación del trabajo sexual, que expone a las trabajadoras al sector más salvaje del turismo alcoholizado. Nunca se ha conseguido en toda la historia del capitalismo que se regule una industria partiendo de la garantía de derechos de las y los trabajadores, eso sí sería una revolución social. En realidad, basándonos en la experiencia, lo que ocurre es todo lo contrario, se regula en base a los intereses del capital. Por tanto, nuestra lectura es bastante negativa sobre las “soluciones” que se pretenden hacia nuestro colectivo por parte de las instituciones, pues como únicos beneficiarios de las mismas están los empresarios, las mafias, las fronteras y los gobernantes.

¿Distinguís trata de prostitución?

M: Nos parece parte de la estrategia política actual confundir estas dos realidades tan diferentes porque. por una parte, el concepto de trata sirve para legitimar la industria del rescate. Es decir, con la excusa de combatir la trata, por un lado lo que hacen es controlar los cuerpos de las mujeres que vienen de países empobrecidos —para deportar, por ejemplo— mientras que por otro sirve para encubrir otras formas de esclavitud moderna en otros sectores de la economía, como podría ser el trabajo doméstico o del campo. Obviamente condenamos la trata como condenamos todo tipo de violencia laboral y de violencia sexual en cualquier entorno laboral, sea en la industria del sexo o en otra.

L: El imaginario estigmatizante en torno al trabajo sexual no ayuda. Parece que si trabajas con tu sexualidad tienes que estar obligada, coaccionada o loca. Hay muchas personas que consideran el trabajo sexual como parte de las pocas oportunidades que Europa les brinda para sobrevivir. Por ello pensamos que hay que darle un poco de textura a la idea de trata y no acabar por norma castigando el trabajo sexual en contextos de migración. La lucha contra las fronteras y por la libre circulación de las personas nos parece la única opción para realmente acabar con la trata.

He oído que utilizáis el término “putofobia”, ¿qué quiere decir exactamente?

M: La putofobia como fenómeno social se ve muy bien en creencias como que “nadie quiere que su hija sea puta”. La putofobia social tiene mucho que ver con el machismo, la misoginia, el odio a lo femenino, a las mujeres, y sin embargo, en contra de lo esperable, en ciertos sectores del feminismo más institucional, que deberían de luchar precisamente por estas cuestiones, es donde hay más putofobia. Este enfrentamiento ni siquiera es nuevo, es un debate histórico en asuntos morales y característico de la violencia intragénero.

L: Putofobia lo utilizamos para visibilizar los comentarios y actitudes que perjudican a las putas. La putofobia está muy insertada en la cotidianeidad, todos los días alguien se caga en la puta, e igual que los comentarios machistas u homófobos se señalan, pues estamos señalando la putofobia. Putofobia es incluso cuando alguien dice: “Mira, ese tiene una pinta de putero impresionante”, ignorando que los clientes tienen la pinta de cualquier hombre del mundo. Es común en las representaciones culturales como el cine o la televisión que el personaje de la sexotrabajadora acaba muerta. Ya sabes, “o follamos todos o la puta al río”.

¿Qué repercusiones tiene para vosotras poder pagar la cuota de autónomo/a como trabajador/a sexual?¿Es la solución?

M: La repercusión de pagar la cuota de autónomo es la pobreza en nuestro bolsillo. Es muy caro. Se acerca bastante al 50/50 que te pediría cualquier proxeneta; teniendo en cuenta que el proxeneta sería el Estado, que es además el que debería ser el garante de tus derechos… resulta un poco desalentador. Y eso quienes pueden acceder a ello por cuestiones administrativas. Como hemos dicho antes, la mayoría de las trabajadoras sexuales son migrantes y muchas están en situación irregular. Es bastante preocupante que la única opción que te permite tener un mínimo de derechos humanos dentro del trabajo sexual solo la pueda recibir el sector europeo. Esta cuestión, además, tiene que ver no solo con el trabajo sexual en general, sino con los problemas que cualquier persona puede tener al gestionar una iniciativa laboral de autoempleo.

L: La verdad no me gusta mucho este tema. Parece que poder darte de alta de autónomo va a ser el fin de nuestros problemas. Nuestro problema va mucho más allá del ámbito económico o administrativo. Tenemos muchos otras dificultades referentes a la estigmatización, la patologización y el desagenciamiento de nuestras vidas. El problema es cómo la sociedad nos trata, cómo nos ve, y eso afecta también a cómo nos vemos nosotras.

¿Qué opináis sobre el concepto de derechos?

M: El concepto derechos nos parece un temazo a debatir, pero no deja de ser una herramienta a la que aferrarse para pedir mejoras en la calidad de vida de las personas. Ninguna persona te puede negar que revindiques que quieres vivir con unas condiciones más dignas. Por ejemplo, estamos en contra de las fronteras, pero no por ello vamos a dejar de apoyar a la gente para que consiga sus papeles. Alguna de nosotras es anti-leyes, pero estamos apoyando que se defienda la ley que permita la interrupción del embarazo, una ley que proteja a las personas trans, etc.

L: ¿A quién le preocupan los derechos? A quien no los tiene. No podemos negar la falta de derechos laborales y en general en nuestra propia ciudad, de aquellas trabajadoras sexuales que tienen turnos interminables, abusos por parte de la policía y demás. Nosotras estamos por los derechos precisamente de quienes se quedan fuera porque identificamos que existe un reparto desigual al respecto de la garantía de derechos fundamentales. Las trabajadoras sexuales, en este sentido, todavía tenemos una posición marginal en relación a este reparto.

Hay un sector del feminismo que acusa vuestra perspectiva de ser privilegiada.

M: [Risas] Es curioso cómo se nos acusa a nosotras de ser privilegiadas en el tema del trabajo sexual, cuando las acusadoras tienen el privilegio de no ser putas en una sociedad putófoba. Además, la inmensa mayoría de las feministas que ocupan este sector arcaico conocen muy poco nuestra realidad, sin embargo su voz se pone por encima de las que vivimos la industria en nuestras propias carnes.

Por otra parte, esto no significa que no estemos políticamente ubicadas. Aunque en nuestra diversidad, tenemos el privilegio de ser blancas y de no ser migrantes —lo que hace que ejerzamos el trabajo sexual de una manera concreta, relacionada con cómo el mundo nos ve y las posibilidades que ello nos ofrece en nuestro trabajo—, precisamente por eso decidimos tener un trabajo de solidaridad directa con aquellas que no tienen esta situación, que es bastante más que dedicarnos a vulnerabilizarlas y violentarlas aún más.

No pensamos que para reivindicar los derechos de nuestro colectivo tengamos que estar viviendo en contextos de extrema precariedad. Esto no legitima más unas demandas sobre otras básicas que deberían de ser reivindicadas no solo por nosotras, sino por todo el mundo.

Cuando habláis de feminismos lo hacéis así, en plural.

L: Sí, porque hace ya mucho que se puso en cuestión que sólo existe un sujeto mujer. En los últimos tiempos hay un cierto sector de los feminismos que, en alianza con los poderes, el gobierno y la Fortaleza Europea, están poniendo en el punto de mira la autogestión y la autonomía de las mujeres desde una perspectiva económica, su derecho a migrar, a trabajar de lo que quieran, a conseguir su propio camino.

El movimiento feminista se ha caracterizado durante su historia por su pluralidad y nos apena bastante los posicionamientos reaccionarios que ciertos sectores del feminismo se afanan en universalizar, convirtiendo nuestras formas de vida en una línea roja o tema tabú a evitar. Lo sentimos, las putas siempre hemos estado en el movimiento feminista, y lo vamos a seguir estando. Este 8 de Marzo estaremos en Valencia bajo el lema “Desde los márgenes avanzamos con fuerSa” junto con otros sujetos marginalizados por el feminismo institucional, con una clara reivindicación antirracista y proderechos. Por eso nos encontraremos a la una frente al Centro de Internamiento para Extranjeras de la calle Zapadores (CIE) e invitamos a todo el mundo a venir.

 

Demandas y Reivindicaciones Feministas sobre el Trabajo Sexual en España

 

Aliadas TransFeministas

25 de abril de 2019

Demandas y Reivindicaciones Feministas sobre el Trabajo Sexual en España

 

 

La situación actual de la prostitución en España resulta incongruente: Nos encontramos ante una actividad que no posee ningún tipo de reconocimiento legal ni de derechos, pero se contabiliza a la hora de calcular el PIB nacional como cualquier otro sector. A su vez, los y las trabajadoras sexuales somos perseguidas y acosadas a través de las ordenanzas municipales y de la Ley Mordaza (Ley Orgánica de protección de Seguridad Ciudadana). Somos un colectivo atravesado por todo tipo de discriminaciones e injusticias y, sin embargo, se nos ha mantenido al margen de toda consideración, participación y análisis. Sobre las putas se mantienen diversas atribuciones peyorativas y desvalorizantes que hasta hace poco se extendían a todas las mujeres. En ámbitos en los que las mujeres como grupo han batallado durante años para la consecución de los derechos, las putas continúan siendo discriminadas 1. Aún siendo el nuevo sujeto político de este país, ningún partido aborda en profundidad la cuestión del trabajo sexual en sus programas electorales ni de gobierno, ningún partido ha escuchado y tenido en cuenta nuestras reivindicaciones y necesidades. Deciden su posicionamiento sin contar con nosotras. Algunos pretenden una abolición y/o prohibición imposible que nos estigmatiza aún más, criminaliza nuestro entorno de trabajo y nos condena a la precariedad. Otros evitan posicionarse y hay quien pretende instrumentalizarnos. Todos estos posicionamientos tienen como resultado más beneficios para los empresarios mientras se nos siguen negando derechos básicos como trabajadoras.

Las trabajadoras sexuales, existimos, tenemos voz y demandamos derechos. NO estamos de acuerdo con el Modelo Regulacionista cuyos fines exclusivamente recaudatorios y de contención social, derivados de concepciones sexófobas, racistas y machistas perpetúan la discriminación y el estigma. Ejemplos de ello son el modelo Alemán u Holandés. Ciertos sectores del feminismo institucional y salvacionista identifican nuestras demandas con dichos modelos, con el objetivo de silenciarnos y mantener puestos y subvenciones a nuestra costa. Este tipo de regulación prima el “apartarnos” a lugares controlados, que gestionan empresarios que explotan a las trabajadoras, sobretodo a las migrantes en situación irregular. Lo que queremos y necesitamos es un modelo basado  en el reconocimiento de derechos y la plena participación en el diseño de las políticas que nos afectan. Sólo los derechos garantizarán que podamos defendernos de los abusos. A pesar del estigma, del abandono y de las políticas bienpensantes que nos violentan, tenemos capacidad de decisión y agencia, y somos las protagonistas de nuestras vidas. Reclamamos la despenalización completa del trabajo sexual, lo cual supone el acceso inmediato a los derechos fundamentales, y la derogación de todas las leyes y normativas que nos criminalizan. Exigimos que las políticas que se implementen sobre la prostitución se diseñen con nuestra participación y desde una perspectiva de derechos humanos y de reducción del daño. Para ello, es necesario tener en cuenta los siguientes puntos, que consideramos mínimos e imprescindibles, y que nos parecen debieran ser de consenso si realmente interesan nuestras vidas y nuestra dignidad.

El reconocimiento de derechos pasa necesariamente por la distinción entre prostitución y la trata de seres humanos con fines de explotación sexual.

En un contexto político marcado por la utilización del debate de la prostitución dentro del feminismo, así como la utilización con fines electorales de asesinatos y casos de víctimas de trata, violencia de género y/o institucional, se tiende a eliminar la distinción entre prostitución y trata con el objetivo de silenciar e impedir la participación de aquellas personas que hemos decidido ejercer este trabajo. Incluso se ha llegado a difamar y comprometer la seguridad e intimidad de algunas de nosotras. Esta tergiversación forma parte del discurso que provoca un doble efecto negativo sobre las mujeres. Por un lado, no se llega a combatir la trata de manera real y no se protege a las víctimas de la misma. Por el otro, se criminaliza y se vulneran los derechos de quienes, independientemente de lo que nos haya llevado a ello, decidimos dedicarnos a la prostitución.

Es por ello que exigimos que cualquier intervención vaya acompañada de un marco legal que no confunda trata y prostitución y que sea capaz de dar respuestas reales a las diferentes situaciones de las personas que ejercen el trabajo sexual . Dentro de este marco legal entendemos que deben existir medidas específicas sobre prostitución y medidas específicas para combatir la trata. Las administraciones públicas necesariamente deben tener en cuenta la diferencia a la hora de intervenir, ya que las respuestas a cada situación no son en absoluto las mismas.

Medidas sobre trabajo sexual

 Alternativas laborales reales y no precarizadas ni feminizadas para las mujeres que quieren abandonar la prostitución. El acceso a las mismas no debe implicar el visibilizarse como prostituta, a fin de evitar los efectos del estigma a nivel laboral, social y personal.

– Necesitamos cursos de formación becados y de calidad, que permitan un progreso social y económico y que no condenen a las mujeres a empleos precarios, feminizados, donde van a ser explotadas y empobrecidas. Proponemos rescatar el perfil de Mediadora Social y de Salud que durante un tiempo se implementó en Andalucía, donde las ex prostitutas realizaban la intervención social en los contextos de trabajo de sus compañeras, y que posteriormente  fue tomada por organizaciones institucionales de corte abolicionista.

– Garantizar el efectivo empadronamiento y el acceso al sistema de salud de las migrantes, porque este es un derecho universal, al margen de que su situación administrativa esté o no regularizada. Establecer mecanismos que posibiliten el efectivo empadronamiento de las personas migrantes trabajadoras sexuales que residen en nuestro país.  Garantizar el acceso al sistema sanitario público de todas las personas migrantes, independientemente a su situación administrativa, en todo el estado español y con todas las garantías y derechos.

– Cese de las ordenanzas municipales que multan a prostitutas y/o clientes, y de la Ley Mordaza.Ésta suele implementarse para multar allí donde no hay ordenanza municipal. Estas prácticas criminalizan y empobrecen más a las mujeres y las condena a mayor vulnerabilidad (como ya lo ha demostrado en su reciente investigación el Grupo Antígona de la UAB*2) al tener que ir a lugares más aislados, con menos tiempo y capacidad de negociación, para evitar las multas. La criminalización y la precariedad a la que nos aboca, además, contribuye a que terminemos trabajando para terceros, ya sea en clubes o pisos, donde la explotación económica y laboral es mayor por carecer de derechos frente a los empresarios. En dicho orden, exigimos que se anulen todas las multas a trabajadoras sexuales no pagadas hasta hoy como acto de reparación.

– Sentar bases y criterios para que el debate sobre prostitución se produzca realmente, podamos escucharnos y llegar a acuerdos. Para ello, resulta necesario que se tengan en cuenta y respeten todas las voces y es imprescindible la participación activa de las prostitutas.

– Acceso a los servicios sociales: Las mujeres que ejercen la prostitución, especialmente si son madres, se enfrentan a una institución que, si no se asumen como víctimas dispuestas a ser salvadas, las estigmatiza, criminaliza y, les quita la custodia de sus hijes. Necesitamos poder acceder a los servicios sociales y sus recursos de forma segura, en pie de igualdad al resto de las personas con algún tipo de vulnerabilidad social. Necesitamos que las y los trabajadores sean sensibles frente al estigma que sufrimos, no que nos juzguen en base a una determinada moral *3.

– Derechos y protecciones laborales para las personas que han escogido ejercer la prostitución.Carecer de derechos laborales dificulta, y a veces incluso impide, el acceso a derechos civiles y sociales, abocándonos a una situación de indefensión social y jurídica. Como ha demostrado la experiencia neozelandesa en sus ulteriores revisiones por entidades de derechos humanos, academia y magistratura, esta es la única vía para reducir la vulnerabilidad de nuestro colectivo y aumentar nuestra autonomía en el trabajo *4.

 Trabajo a terceros:  En espacios de trabajo a terceros, la ausencia de cualquier tipo de derecho se traduce en un poder ilimitado por parte del empresariado, con los consecuentes abusos que eso acarrea. Muchas prostitutas no tienen la posibilidad de trabajar de manera autónoma por diversas razones, ya sea por su situación irregular u otros motivos personales y de preferencia. Necesitamos medidas que nos permitan organizarnos en espacios autogestionados y derechos para protegernos de los abusos del sector patronal y empresarial en todas sus modalidades.

– El Trabajo Sexual (TS) es diverso al igual que las personas que se dedican a ello,  y no solamente comprende un tipo determinado de prostitución: TS callejero , TS online/telefónico, TS independiente, TS a terceros, TS indoor, TS outdoor, y TS audiovisual, así como el TS masculino. Necesitamos medidas específicas para cada sector, pactadas y negociadas con sus agentes protagonistas, según sus necesidades y demandas.

Medidas contra la trata

El situarnos en un marco legal que establezca de manera clara y real la distinción entre trata y prostitución permitirá articular medidas concretas contra este gravísimo delito. También es necesario distinguir trata de las redes de tráfico de personas. Éstas últimas se aprovechan de las políticas de fronteras de la Europa fortaleza para lucrarse a costa de las personas migrantes. Ni todas las mujeres extranjeras vienen a través de una red de tráfico ni todas las que vienen a través de una red de tráfico han sido tratadas, sino que deciden dentro de las escasas opciones laborales que les quedan, prefiriendo gastar sus ahorros para venir a Europa a ejercer la prostitución que quedarse en sus países a merced de la violencia, el hambre o la guerra.

Es urgente y necesario cambiar el enfoque que se da a la trata. Es decir, la trata debería dejar de ser un instrumento de control migratorio para, en cambio, darle prioridad a los derechos humanos de las víctimas. Con ello, apostamos por que la víctima pueda acceder a derechos y a una protección independientemente de si denuncia o no al tratante. Además de esto, son necesarias otras actuaciones como:

– Que se tengan en cuenta todas las modalidades de trata que existen. De acuerdo con el último informe del Consejo de Europa, España vulnera sistemáticamente los derechos de las víctimas de trata laboral, que no se detectan, encontrándose infra representada. Los datos que proporcionó el Gobierno para este mismo Informe muestran que la trata laboral en España tiene las mismas proporciones que la trata con fines de prostitución forzada.

– Cese de las redadas dirigidas a las migrantes en situación irregular que ejercen la prostitución. Son la mayoría y (a pesar de que para ciertos sectores feministas prohibicionistas todas son tratadas) se les aplica la ley de extranjería, sufriendo continuamente controles llevados a cabo por motivos de discriminación racial y de país de origen. Como la prostitución no tiene estatus legal, no pueden cumplir con las restricciones que impone la ley y, por lo tanto, se ven obligadas a permanecer en un círculo de clandestinidad del que no pueden salir, ni tampoco acceder a otros trabajos si así lo desearan. Si cabe la posibilidad de que sean víctimas de trata: ¿por qué son expulsadas en lugar de ser protegidas?

– Cese de deportaciones y órdenes de expulsión: apoyo real sin límite de tiempo con garantías sociales y jurídicas para que las víctimas puedan denunciar. Actualmente tienen 90 días para reflexionar, sin ningún tipo de atención. Si no denuncian (lo cual es muy probable debido al miedo y las amenazas de los tratantes a sus familias) son trasladadas a los CIEs.

– Garantizar el asilo político a las víctimas de trata: en los 10 últimos años sólo se han concedido 25 asilos para las víctimas de trata de todos los sectores (agricultura, servicio doméstico, textil, explotación sexual).

– Que se garantice la indemnización a las víctimas por parte del Estado. En la mayoría de los sistemas legales, incluido el español, se reconoce el derecho de las víctimas a reclamar ante la justicia una compensación por los daños materiales y morales sufridos. Sin embargo, en la práctica, persisten muchos obstáculos para que lleguen a obtener una reparación efectiva. En el caso de las víctimas de trata de personas las posibilidades reales de que lleguen a obtener una indemnización es muy baja *5.

– Cierre inmediato de los CIEs: El funcionamiento del sistema carcelario de  los CIES incide de manera diferente entre mujeres y hombres. Las mujeres son también usadas como mano de obra en estos centros de internamiento y pueden permanecer arrestadas durante un tiempo ilimitado si las necesidades de mantenimiento de estos centros así lo requieren.

– Modificación de la actual Ley de Extranjería. Esta ley es responsable de las situaciones de abuso que viven las prostitutas migrantes de países extracomunitarios. Es necesario tener en cuenta que una política migratoria restrictiva como la que tenemos favorece la proliferación y el recrudecimiento de las redes de trata y sus métodos. Las dificultades de acceso a una regularización documental por parte de las personas migrantes en España, también afecta a las trabajadoras sexuales migrantes limitando sus opciones y poniendo obstáculos a sus proyectos migratorios.

Nuestras demandas no perjudican a nadie, no hay que elegir entre nuestros intereses y los de otro sector de la sociedad. Nos situamos de lleno en el feminismo, un feminismo que tiene en cuenta los diferentes ejes de opresión de las mujeres reales, y por tanto se ocupa también de fronteras y de horarios y de bajas por enfermedad. Consideramos que son compatibles con cualquier posición sobre lo que debería ocurrir con la prostitución en la sociedad futura a la que cada una aspiramos, son demandas para poner en marcha ahora mismo, en la sociedad y realidades que vivimos en el presente. El debate no consiste en decidir entre prostitución sí o no, la realidad es: trabajo sexual con derechos y protección, o trabajo sexual clandestino , con todas las consecuencias que eso conlleva.


*1 Palabras de Dolores Juliano
*2 “Las ordenanzas municipales: entre la regulación y la sanción de la prostitución en España”http://revistes.ub.edu/index.php/CriticaPenalPoder/article/view/26785
*3 Linda Porn “El hombre del saco”: https://www.pikaramagazine.com/2019/03/el-hombre-del-saco/ 
*4 United Nations Office on Drugs and Crime: “Global Report on Trafficking in Persons 2018”https://www.unodc.org/documents/data-and-analysis/glotip/2018/GLOTiP_2018_BOOK_web_small.pdf
*5 Informe “Valoración del Nuevo Marco Jurídico contra la Trata de Seres Humanos. Análisis de Casos Reales y Recomendaciones”, Proyecto ESPERANZA:  http://www.proyectoesperanza.org/materiales/Informe_Nuevo_Marco_Juridico_Documento.pdf

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COLECTIVOS FIRMANTES:

AFEMTRAS – Agrupación Feminista de Trabajadoras Sexuales

APROSEX – Asociación de Profesionales del Sexo

Colectivo Caye

CPS – Colectivo de Prostitutas de Sevilla

IAC-FAA Secció Sindical Treballadores Sexuals

Putes Llibertaries del Raval

Sindicato OTRAS

ADHESIONES DE COLECTIVOS

Acciónenred Andalucía

Acciónenred Madrid

APDHA – Asociación Pro-Derechos Humanos de Andalucía

Asamblea de mujeres de Granada “Mariana Pineda”

Asamblea Transmaricabollo de Sol, Madrid

Asociación Genera

CAMPA (Colectivo de apoyo a mujeres presas de Aragón)

Colectivo #NuncaSinNosotras Zaragoza

C.A.T.S. – Comité de Apoyo a las Trabajadoras del Sexo

Fundación de Los Comunes

Mujeres Progresistas por la Diversidad en Granada

Nociones Comunes Zaragoza.

(N)O.M.A.D.A.S – Oficina de Migración y Atención a la Diversidad Afectivo Sexual, Valencia

Synusia

 

María Galindo: “Yo quisiera preguntarle a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias qué harán con la Ley de Extranjería”

 

 

Por Brenda Navarro

11 de julio de 2018

María Galindo: “Yo quisiera preguntarle a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias qué harán con la Ley de Extranjería”

 

La cofundadora del movimiento boliviano ‘Mujeres Creando’, se encuentra presentando su último libro, ‘No hay libertad política si no hay libertad sexual’, en el explora las subjetividades de los políticos bolivianos. Señala constantemente las lógicas neoliberales y coloniales porque “es un absurdo pensar en feminismos en cualquier parte del mundo sin construir con las mujeres de abajo”.

 

María Galindo en el Parlamento de los cuerpos, en Atenas./ Foto cedida por la entrevistada

 

María Galindo (La Paz, Bolivia, 1964), cofundadora del movimiento boliviano autodenominado como anarquista-feminista Mujeres Creando, estuvo en territorio español para presentar el libro ‘No hay libertad política si no hay libertad sexual’ (2017). En su primer encuentro con Pikara Magazine, Galindo se posiciona respecto a su relación con España —“no traigo mi libro a España, que conste en actas”— pues explica que para ella, el debate con algunos feminismos europeos no es su prioridad: “Lo siento mucho pero no lo es. Acá las españolas se leen entre españolas o máximo suelen ampliar su horizonte a otros feminismos del norte del mundo. Y yo sé que lo hacen así, las editoriales también, incluso las editoriales alternativas. Entonces, no era una prioridad”.

Sin embargo, Radio Deseo, radio feminista que pertenece al colectivo de Mujeres Creando y que opera desde 2007 en territorio boliviano, fue invitada al aniversario de la Deutsche Welle en Alemania, para presentarse como la única representante de radio feminista latinoamericana de entre dos mil trescientos medios de comunicación. “Y claro, cruzas el charco y en ese caso ya mi espíritu es un espíritu de compartir y debatir con quiera escuchar, porque claro que hay circuitos de gente que le interesa debatir con Mujeres Creando, por ejemplo mi libro ‘No se puede descolonizar sin despatriarcalizar’ (2013) se vende en cinco o seis países del mundo y uno de esos países es España.”

“EL SISTEMA NEOLIBERAL ESTÁ DISPUESTOS A DARTE DERECHOS DE TERCERA O ÚLTIMA GENERACIÓN, A CHANTAJEARLOS, A OBLIGARTE A HACER LOBBY POLÍTICO, Y POR OTRO LADO TE QUITAN DERECHOS QUE YA HABÍAN CONQUISTADO NUESTROS PADRES, NUESTRAS ABUELAS”

María Galindo, nos explica que el libro ‘No hay libertad política si no hay libertad sexual’ (2017), más que un libro es una propuesta editada tanto en papel como en DVD en el que se presenta un estudio sobre las creencias, sentimientos, convicciones culturales y religiosas respecto a los cuerpos, el placer, las sexualidades diversas, etc. de mujeres y hombres que ocupan cargos parlamentarios en Bolivia: “Es un estudio muy interesante debido a que hay un replanteamiento de la estrategia de lucha para el movimiento LGBT que ya está muy agotada políticamente, y en este sentido, vale la pena hacer unas presentaciones con la gente que está interesada”.

— Al decir: “ahora nosotras vamos a cuestionar”, ¿fue algo pensado o cuando se dio la oportunidad de platicar con el vicepresidente Álvaro García Linera se te vino la idea?

— La llamada del vicepresidente parlamentario fue una llamada inesperada, pues en doce años de gobierno, sólo una vez me han contactado y lo aproveché al máximo. En ese sentido, cuando un patriarca, como es el Vicepresidente de la Asamblea legislativa, me dice “¿qué quieres?”, contesté: Quiero seguir jodiendo. Quiero investigarlos a ustedes a largo aliento para correr la cortina, como en el teatro, y mostrar las bambalinas del parlamento. Y eso es interesante porque a escala latinoamericana -pero también está pasando en España- muchos movimientos se asoman al poder político formal, con una serie de demandas sin saber nunca cómo son los procesos que tienen las personas con las que están tratando.

Entonces, este estudio es extrapolable a cualquier sociedad. Por ejemplo, yo no sé si un movimiento marica, si un movimiento feminista, en España, -ya sea a nivel regional o sea a nivel del Estado- tenga la fuerza para saber qué piensan sus parlamentarios. Es decir, ¿por qué no llegar y preguntarle a Pablo Iglesias si consume prostitución, por qué sí, por qué no? Buscar entender estas subjetividades de las personas que dicen representarnos. Porque mira, compañeros que representan al movimiento indígena suelen tener respuestas y formas de pensar anti-indígena. Si los políticos o los jueces que defienden la violación y que responsabilizan a la víctima fueran interpelados, el proceso político sería otro. Pero de estas cosas no se hablan porque dicen que es su vida privada; o porque el sexo, el cuerpo, el placer, etc. nunca entran en los procesos electorales, porque estos son procesos de marketing, algo muy parecido a las ofertas y rebajas de El Corte Inglés. Se escoge al que es guapito -presentable-, es decir, basados en crear una imagen falsa que quede bien ante las cámaras.

— Dices que tenemos que dejar de pensar dentro del neoliberalismo, ¿cómo le hacemos las que tenemos que entrarle aunque no queramos?

— Yo no soy una persona a la que le interese presentarse como perfecta, ni mucho menos presentar recetas porque cada quien subsiste como pueda. Pero, si hay una compañera que atiende un McDonald’s, no la vas a condenar como si fuera representante de esa empresa puesto que ella está en un trabajo precario y no le queda de otra. En este caso, hablo de las exiliadas del neoliberalismo, que por ejemplo, aquí en Madrid, te sirven los cafés y están en todos los trabajos precarios, estas exiliadas de nuestra tierra.

El problema no es atacar cómo estás construyendo tu subsistencia. Pero sí, -como movimientos organizados-, tenemos que tener en cuenta que no podemos dejarnos domesticar por las lógicas políticas del neoliberalismo. Ahí sí tenemos una gran responsabilidad. Y tenemos que cuestionar que el neoliberalismo ha exaltado el discurso de derechos para… Y ese discurso lo que ha hecho, es generar un mercado de ofertas, entonces ahora hay: que si derechos para personas con discapacidad, derechos para LGTB, población trans, etc. E incluso las leyes “trans” también tienen un contenido domesticador muy fuerte. Y esto lo digo como lesbiana y como desempleada crónica. Entonces, es necesario seguir hablando de cómo el discurso de los derechos es totalmente cooptado por una lógica neoliberal, porque están dispuestos, por un lado, a darte derechos de tercera o última generación, a chantajearlos, a colocarte en la fila y a obligarte a hacer lobby político; y por otro lado, te están quitando los derechos que ya habían conquistado nuestros padres, nuestros abuelos y abuelas. Hemos tenido que volver a exigir eso y es entrar a un juego ahistórico y confuso que fragmenta al sujeto político y convierte a los sujetos en clientes del sistema.

“LAS MUJERES QUE PARTICIPAN EN ESPACIOS DE PODER, O NO ESTÁN TOMANDO DECISIONES O TOMAN DECISIONES AFINES AL ESQUEMA DE PODER PATRIARCAL. Y LAS QUE SE REBELAN SALEN CON UNA PATADA DE AHÍ”

Hablemos de casos concretos: en Bolivia, a la población trans les dieron la ley de Identidad de Género que debería de llamarse “Ley de cambio del dato de sexo en el carnet de identidad” porque fue lo único que se les dio, no se les dio atención médica que es muy importante para ellas, ellos y elles, ni se les dio nada más. La mayor parte de esas compañeras no tienen economías bancarizadas, tampoco viajan, es decir, usan el carnet para colgarlo en la pared porque son no-ciudadanas. Entonces, no son ni treinta personas que hicieron el cambio con la ley, porque la mayor parte de las compañeras trans están en prostitución y sus niveles de marginalidad son tan altos que el carnet de identidad no les sirve y no les interesa.

Y esto sucede porque cuando tú das un derecho así, en términos homogéneos, las y los de abajo no acceden y eso es justamente lo que está pasando con el discurso bobo de los derechos de las mujeres, pues las mujeres de la calle, de a pie, estos veinte años llenos de discursos de derechos no les ha ayudado en nada.

— ¿Qué pasa con mujeres que dicen, “sí, pero, seguir haciendo desayunos y trabajo doméstico que son del ámbito privado, ya no quiero hacerlo, quiero estar en la parte pública, en la toma de decisiones”?

— Nosotras en Mujeres Creando hacemos una autogestión muy dramática que tiene serios problemas, porque si una de nosotras se enferma, todo se desbalanza. Es decir, la autogestión no es una taza de leche y además hay una lucha por la subsistencia tan grande, que lo que actualmente se hace desde la autogestión, es subsistir. No voy a vender eso como la maravilla. Pero, ahora bien, las mujeres que dicen que quieren estar en los lugares donde se dan las tomas de decisiones, nos están mintiendo, porque están en esos lugares pero no están tomando decisiones y cuando lo hacen, en realidad están tomando decisiones afines a los esquemas del poder patriarcal. Nosotras nos enfrentamos todos los días con juezas que no viabilizan casos de violación, pagos de asistencia familiar, etc. Además, cuando yo he visto a una compañera rebelarse en esos ámbitos, sale con una patada de ahí, porque hay diez en la lista que la pueden sustituir. Como el caso de las mujeres indígenas que nada más están ahí para la foto de la diversidad.

— Vuelvo a esto de las exiliadas del neoliberalismo: pienso en todas estas mujeres bolivianas que sobreviven haciendo trabajos de cuidados y doméstico, ¿qué les podrías decir a las mujeres españolas respecto a este fenómeno en el que ellas muchas veces pueden estar en el espacio público, porque hay alguien más sustituyéndolas en el privado?

— Yo utilizo la categoría de exiliadas del neoliberalismo porque no pueden estar acá y no pueden estar en ninguna otra parte, ya que son expulsadas de las estructuras económicas de las sociedades a las que pertenecen, porque aunque en nuestras economías, hemos creado mecanismos de subsistencia para no morir de hambre, estos mismos mecanismos están saturados y llega un momento en el que ya no da para más y muchas de estas mujeres se endeudan para salir del país; por eso hablo de una expulsión y no migración, decirle migración es cruel, porque en realidad es un exilio. Además, en el caso de Bolivia, las remesas juegan un papel importantísimo en la economía, no estamos hablando de cuatro infelices, estamos hablando de mujeres que están sosteniendo salud, alimentación y vivienda de amplios sectores de la población en mi país. Y lo peor es que no se les reconoce nada, al contrario, se les culpabiliza porque “dejaron”, “abandonaron” a los hijos, porque destruyeron a la familia, etc.

“HABLO DE EXILIADAS DEL NEOLIBERALISMO PORQUE SON MUJERES EXPULSADAS DE LAS ESTRUCTURAS ECONÓMICAS DE LAS SOCIEDADES A LAS QUE PERTENECEN. EN VEZ DE RECONOCERLAS, SE LAS CULPABILIZA”

Ahora, con una masa tan grande de mujeres como la que ha venido a España, es necesario preguntar qué hacen, pues han venido a ocupar prostitución y cuidados y han cambiado la esfera de relaciones hombre-mujer en esta sociedad y en otras. Y ni siquiera es en términos de empoderamiento, porque en realidad pasa que las mujeres blanco-europeas de clase media accedieron a poder salir, a dejar a su madre, a su padre, a sus hijos, en manos de una tercera renunciando a la presión sobre los hombres y pudiendo pagar un salario muy bajo a esta tercera y esto es muy grave, porque no se reduce a que es una a costa de la otra, sino que hay que dejar claro que se debería de estar hablando de cómo es que ninguna visión feminista puede construirse en España, pero en ninguna otra parte, sino se construye desde la totalidad del análisis del trabajo de cuidados.

A ver, que nos respondan por qué el ámbito de la prostitución está lleno de mujeres de fuera de España. Que nos respondan, y que no se confundan, nosotras respetamos todo este tema de la prostitución, incluso tenemos propuestas y las estamos llevando adelante en Bolivia, pero en España, las mujeres más pobres están en prostitución y la mayoría, no son españolas. Y en España, el resultado de esta discusión es totalmente artificial, racista, colonial, pero especialmente neoliberal.

En Bolivia y en otras sociedades latinoamericanas, también pasa lo mismo en relación con el campo indígena: en las ciudades urbanas de América Latina, son las mujeres indígenas, jóvenes, expulsadas de sus comunidades a las ciudades, quienes también cumplen las labores de cuidados para que las mujeres de las clases medias accedan a una compensación de todas sus responsabilidades. Entonces, es un absurdo pensar en feminismos en cualquier parte del mundo sin construir desde las mujeres de abajo. 

Acción de ‘Mujeres Creando’ “Cuerpos hechos bolsa” en la televisión pública en La Paz./ Enzo de Luca

— Se dice que son las mujeres migrantes las que deben de alzar la voz, las que deben de exigir lo que necesitan, ¿cómo hacerles entender que esta postura es engañosa?

— Yo a cualquier mujer española le diría: mira, entra a internet y lee la ley de Extranjería. Aquí no me interesa qué postura tienen respecto a la organización existente o no, de las mujeres exiliadas del neoliberalismo, basta que lean la Ley de Extranjería, porque esta ley explicita de forma muy clara contenidos racistas, coloniales, etc. El famoso tema de los papeles es absurdo, si una mujer española tuviera que asumir estas obligaciones para ella, terminaría chillando con voz muy alta y jamás aceptaría esas condiciones sobre sí mismas y sobre su trabajo. ¿Por qué ignoran esto? ¡Porque además es su Estado! Es en el nombre de ellas, y en nombre de sus supuestos derechos que se impone esa ley de Extranjería a toda la fuerza laboral que viene a este país y que resuelve parte del funcionamiento de su economía. España necesita esta fuerza laboral y aún así imponen esas condiciones para presionar a las personas y filtrar a quién y cómo aceptan en el país para tenerlas en condiciones de mayor subordinación.

“A LAS MUJERES ESPAÑOLAS LES SUGERIRÍA QUE NO LEAN A ANGELA DAVIS, A MARÍA GALINDO O A SILVIA FEDERICI Y QUE SÍ LEAN LA LEY DE EXTRANJERÍA. AHÍ ESTÁ EL RACISMO Y EL COLONIALISMO EXPLICITADO”

Entonces, yo les sugeriría que no lean a Angela Davis o no lean a la María Galindo o a la Silvia Federici, -que es más o menos su igual- y que sí lean la Ley de Extranjería, que además tiene este examen de españolidad, que implica reconocer la capacidad de las personas para adaptarse a estos países y esto es sumamente violento. ¿Cuánto de nuestros pueblos, de nuestras historias, cuánto de lo que somos, se estudia en los colegios españoles? Nada. Pero tú para vivir en Europa tienes que hacer un examen.

Además, yo quisiera preguntarle al gobierno de Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias -que se presenta muy de izquierda-: ¿Qué harán con la ley de Extranjería? No que nos hablen bonito. Pablo Iglesias viene a Bolivia y le aplauden, pero mi pregunta para Pablo Iglesias es qué va a hacer con la ley de Extranjería.

Y a Pedro Sánchez decirle: qué bonito tu gesto de recibir una patera pero que nos diga con pelos y señales: Artículo 1, ¿qué harías?, Artículo 2, ¿que harías? Y así con todos los artículos. ¿Qué van a hacer con los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE)? Porque estos centros de internamiento son en sí mismos violaciones a los derechos humanos e incluso podemos decir que son paralelos a Guantánamo por lo horrorosos. Y varios movimientos de mujeres lo dejan de tener en su horizonte, porque dicen “eso es cosa de los africanos, cosa de las migrantes” pero no, compañeras, eso no es así, porque mira, la Ley Mordaza que te imponen a ti, tiene mucho que ver y está conectada y son esas conexiones las que me interesan que se analicen.

— ¿Qué pasa con los feminismos latinoamericanos que terminan por verse homogeneizados cuando se hacen lecturas desde Europa?

— No, por supuesto. Las estructuras racistas y coloniales se reproducen en todos lados. Yo veo varias diferenciaciones a escala planetaria pero que ahora funciona muy bien para lo que se mal llama feminismo latinoamericano. Y es necesario hacer una diferencia entre feminismos latinoamericanos y la tecnocracia de género. Y en este sentido, hay que explicar que la tecnocracia de género es un proyecto que surge en toda América Latina y captura la categoría de género y la funcionaliza al proyecto neoliberal para que las mujeres ocupemos un lugar de amortiguación de las medidas de ajuste estructural.

“LA TECNOCRACIA DE GÉNERO ES UN PROYECTO QUE SURGE EN TODA AMÉRICA LATINA, QUE FUNCIONALIZA LA CATEGORÍA DE GÉNERO AL PROYECTO NEOLIBERAL PARA QUE LAS MUJERES AMORTIGÜEMOS LAS MEDIDAS DE AJUSTE ESTRUCTURAL”

Hay un proyecto de la tecnocracia de género que ha sido liderado por las organizaciones no gubernamentales que han unido la categoría de género y de desarrollo y que empata con la misma provenza de desarrollo que vienen haciendo la Cooperación Internacional desde la década de los años setenta, en el que se hablaba de subdesarrollo  aunque ahora dicen que no lo somos y ahora que dicen que más bien es un desarrollo sostenible con perspectiva de género del que no se entiende muy bien a qué se refieren, pero es un apellido que queda muy bien y que es políticamente correcto pero sigue siendo el mismo proyecto colonial en nuestro continente que busca y opera la extracción salvaje de la materia prima a precios muy bajos, pero, eso sí, con una envoltura muy bonita a la que llaman democracia, derechos para las mujeres, de empoderamiento, de talleres de autoestima y no sé cuánta bobada más.

Pero también hay que decir que luego tienes un espectro de feminismos muy variados dentro los que encontramos a los ecofeminismos, los feminismos autogestionados, conjunto de feministas que nacen en torno de reivindicaciones concretas de cara a los feminicidios, a la violencia machista, etc. Y yo te diría que ahí estamos nosotras en donde planteamos la despatriarcalización. Y también que quede claro que yo soy la autora de la despatriarcalización, no lo es María Lugones, no lo es el gobierno boliviano, todos esos son plagios que no reconocen autoría y no reivindico la autoría en un acto ególatra, lo que yo quiero es que se respeten las genealogías y esto tiene que ver con entender que si hablamos del feminismo como un fenómeno planetario, presente en todos los continentes y en todas las sociedades, no podemos sostener que el feminismo está anclado a la matriz eurocéntrica que nace con las reivindicaciones de las mujeres en el contexto del Estado Moderno burgués. Nosotras, quienes participamos en los feminismos latinoamericanos no somos una simple prolongación tardía que repite las consignas del feminismo europeo veinte años o treinta años después, esta es una mirada colonial que se tiene sobre los feminismos. Sucede que, en realidad, nosotras tenemos una genealogía propia, porque si tú haces un corte histórico y comienzas hablando de la revolución francesa de 1789, entonces, se tendría que hacer otro corte histórico importante en la que se visibilicen las luchas anticoloniales, que por ejemplo en la parte andina, datan de 1700 y donde puedes ver fenómenos muy interesantes en donde las mujeres tenían una participación esencial, en donde se proponían cosas y que se están indagando actualmente.

Y en este libro, ‘No hay libertad política si no hay libertad sexual’, ya planteo la relación trágica-colonial entre mariconería e indigenismo. En el primer capítulo documenté cómo el colonialismo se dedicó a perseguir todas las formas de sexualidad no heterosexuales porque atentaban con la visión judeocristiana sobre el cuerpo, el sexo y el placer. Es decir, antes de esta colonización, había diversidad sexual, existían en las culturas precoloniales que fueron sepultadas y negadas por completo. En aymaraque es uno de los idiomas más importantes de la región andina ya desde el año 1500 había conceptos para definir sexo entre mujeres o para definir mujer que no quiere tener wawa(hijos), que no quiere reproducirse, o para definir persona que no es hombre ni mujer, etc. que han sido eliminados del imaginario social y su léxico por este pasado colonial. Hay que seguir hablando de esto.

 

Una Ley de Extranjería alejada de la realidad

 

«Pensemos por un momento en tres años de nuestra vida sin documentación en un país extranjero que te obliga a trabajar en condiciones precarias, al margen de la ley y donde los derechos laborales o sociales son inexistentes»

 

Por Pilar Luque Pérez

15 de mayo de 2017

https://www.eldiario.es/andalucia/NovusOrbis/Ley-Extranjeria-alejada-realidad_6_643995604.html

 

EVA GARRIDO

 

Desde que, hace ya más de quince años, empecé a trabajar el derecho de extranjería, siempre he tenido la sensación de que los políticos y legisladores cerraban los ojos a una realidad indiscutible e incuestionable como es que los movimientos migratorios no piden permiso para entrar, sino que fluyen en función de la situación social y económica de cada momento.

Nuestra Ley de Extranjería, desde su nacimiento en 1985, parte de la idea de la necesidad de regular estos flujos migratorios ante el  cambio social que se estaba produciendo en España. Pasamos de ser un país emisor de emigrantes a ser un país receptor de inmigración, atraída en muchos casos por la burbuja económica española que nos colocó, a lo largo de los años 90 y siguientes, a la cabeza de los países receptores de emigración en Europa.

La norma legal se ha visto sometida a varias reformas en espacios muy cortos de tiempo, y  desde 2004 en adelante los cambios introducidos lo que han hecho es limitar y restringir, aún más, los derechos de los inmigrantes.

A diario vemos pasar por nuestro servicio jurídico a montones de personas inmigrantes que buscan nuestra ayuda para las que la respuesta siempre es la misma: «lo siento», «no es posible»… y lo que hacemos es dar instrucciones de cómo actuar para que, a través del tiempo, podamos ayudarles a regularizar su situación administrativa. La Ley de Extranjería y su Reglamento se han convertido en instrumentos incapaces de dar respuesta a los cientos de personas que se encuentran actualmente indocumentados en suelo español.

Como decía, el legislador siempre ha tenido en mente esa situación, bastante irreal, en la que la persona inmigrante es contratada en origen y regulariza su situación al llegar a España, y va y viene en función de las necesidades de empleo. Sin embargo nada más lejano de la realidad. Desde los inicios de la crisis económica que dieron lugar a la desaparición de los  «cupos de difícil cobertura», los migrantes tienen serias dificultades para regularizar su situación legal en España. Prácticamente a día de hoy, solo utilizamos en el llamado régimen general, el conocido a pie de calle como «arraigo social», una autorización de residencia por circunstancias excepcionales que requiere, además de muchos otros requisitos, acreditar tres años de estancia continuada en suelo español. Sí, tres años continuados sin documentación. Aun cuando cualquier empresa quiera contratar a esa persona inmigrante y sea plenamente solvente y cumplidora de sus obligaciones, no podrá hacerlo.

Pensemos por un momento en tres años de nuestra vida sin documentación en un país extranjero que te obliga a trabajar en condiciones precarias, al margen de la ley y donde los derechos laborales o sociales son inexistentes. Caldo de cultivo para ser sujeto de abusos en todos los ámbitos de nuestra vida, con miedo a salir a la calle por si nos piden la documentación y nos sancionan con la expulsión, o nos internan en un centro de inmigrantes privados de libertad, miedo a caer enfermos porque depende de dónde nos encontremos, tendremos o no, cobertura sanitaria…

Hoy por hoy, no podemos hablar de personas migrantes como ciudadanos de pleno derecho. Las políticas migratorias no pueden estar al margen de los Derechos Humanos, hay que asegurar su universalidad. La ciudadanía es una necesidad para los procesos de convivencia. Todas las personas que llegan a un nuevo país deben tener todos los derechos que son inherentes a la condición de ciudadano sin vincularse a la nacionalidad.

No podemos olvidar que los migrantes son sujetos activos de transformación de los espacios sociales, culturales y económicos de este país que junto con el resto de ciudadanos españoles podemos conseguir una sociedad más justa e intercultural. Hoy más que nunca, se hace necesario ponernos en la piel del otro para potenciar leyes integradoras e inclusivas.

Pilar Luque Pérez, abogada de la Asociación Pro Inmigrantes de Córdoba (APIC)

 

Migrantes ante el Tribunal Permanente de los Pueblos en Barcelona

 

Por Bridget Anderson

27 de julio de 2018

https://www.opendemocracy.net/beyondslavery/bridget-anderson/migrants-before-permanent-people-s-tribunal-in-barcelona

 

Las desgarradoras historias de migrantes clasificados y separados por muros y racismo finalmente tienen una audiencia en Barcelona.

 

Un chaleco salvavidas en el brazo del monumento de Cristóbal Colón en Barcelona. Paco Freire / Zuma Press / Press Association. Todos los derechos reservados.

 

 

Recientemente tuve el privilegio de servir como jurado en las audiencias del Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) en Barcelona. El TPP es una iniciativa de base que busca la verdad y la reparación moral al servicio de la liberación y la justicia, y es una continuación directa del Tribunal Russell. En el último año, ha celebrado una serie de audiencias sobre el tratamiento a migrantes y refugiados dentro y en las fronteras de la Unión Europea. El más reciente se centró en la dimensión de género. La gente dio testimonios enojados y conmovedores. No hay espacio para discutirlos todos aquí, pero podéis encontrar más en la web del TPP.

Una de los testigos informó sobre la separación forzada de los niños de sus madres por parte del Estado español. Hemos escuchado mucho en las últimas semanas sobre la atrocidad de la cruel separación de hijos de sus padres por la administración Trump. Sin embargo, la separación forzada de los niños de sus madres también es perpetrada por los estados europeos.

Se está recurriendo a la “lucha contra la trata” para excusar y explicar esto. Los hijos de mujeres que se consideran víctimas potenciales de trata se pueden identificar como «en situación de peligro» porque las madres no están cualificadas para cuidarlos. Los niños en peligro pasan a estar bajo la tutela de los servicios de protección infantil de la región. Se pueden permitir visitas supervisadas de una hora a la semana. Si la madre se identifica como víctima de trata, puede reunirse con su hijo y ambos son trasladados a un centro especializado. Como dijo una mujer nigeriana atrapada en este sistema: «Es un centro para las víctimas de trata, pero yo no soy una víctima, no lo soy, tengo que pagar mi viaje, es normal. Realmente acepté ir porque necesitaba recuperar a mi hija, no voy a mentir sobre eso «.

Aquellas que se niegan a aceptar que son víctimas de trata se consideran «en riesgo». Una vez que los niños ingresan en estos sistemas de protección, puede ser extremadamente difícil sacarlos, y se considera que “lo mejor para ellos” es permanecer en el sistema de acogida. Sin embargo, mientras que mudarse a un centro especializado facilita la reunificación con los niños, la mayoría de las mujeres se niegan a hacerlo. Por ejemplo, de las 736 ofertas de un período de reflexión realizado a mujeres presuntamente víctimas de trata en 2013, 603 fueron rechazadas por las mujeres. Las mujeres no quieren ingresar en los centros porque hacerlo significa perder todas las oportunidades de ganar dinero para pagar sus deudas. Aquellas que trabajan en el trabajo sexual también pueden estar sujetas a multas de hasta 3.000 euros, lo que hace que el pago sea aún más difícil.

Esta fue solo una de las múltiples injusticias que se describieron. Los testigos describieron el racismo vicioso, conectándolo con la violencia y la expropiación del colonialismo. Un miembro de la asociación de vendedores ambulantes contrastó el trato de los empresarios europeos, que vienen a África para saquear los recursos naturales, con el tratamiento que se da a los africanos en busca de vidas sostenibles, que son excluidos, detenidos y deportados. Nos enteramos de la disponibilidad de las personas de color, cómo se explota su trabajo y cómo son convertidos ellos mismos en objetos de los que se puede sacar provecho, sus cuerpos siendo almacenados en centros de internamiento, deportados o asesinados. Este es el racismo y la estigmatización sistémica e institucionalizada. Se materializa en la violencia institucionalizada de las vallas, muros, golpes y balas de goma.

«No es conocimiento lo que nos falta. Lo que nos falta es el coraje para entender lo que sabemos y sacar conclusiones «, escribió Sven Lindqvist en su libro Exterminate All the Brutes. Ciertamente hay algunas personas que tienen el coraje de entender y sacar conclusiones. Escuchamos a muchas de las personas que habitan en las zonas fronterizas, espacios sin derechos que se extienden entre la frontera y el corazón de Europa, que están convirtiendo estas fronteras en lugares de intrigas políticas.

Estas son intervenciones pequeñas pero importantes. Ahora estoy pensando en el trabajo de organizaciones como Melissa en Atenas, donde mujeres de diferentes nacionalidades se unen para apoyarse unas a otras con viajes o asentamientos en Grecia. También estoy pensando en Mujeres en el Exilio en Alemania, que hace campañas, entre otras cosas, contra el pago de un euro por hora por el trabajo en los centros de recepción.

Algunas personas, excluidas de la ciudadanía, sin embargo adoptan roles como sujetos políticos. Hay mucho que aprender de ellos sobre cómo conectar las luchas de los inmigrantes indocumentados con las de los ciudadanos excluidos, y cómo crear nuevos tipos de políticas y subjetividades políticas. También hay mucho por hacer.

La próxima audiencia del TPP se realizará en Londres en octubre. Deberíais venir.

España entera es una frontera

 

  • “Los sistemas de control fronterizos que afectan de manera más determinante y sostenida en el tiempo a las personas que logran salvar estos obstáculos son aquellos que pueblan nuestras calles, nuestras instituciones públicas y nuestro mercado”. 

 

7 de mayo 2018 

 

Manifestación en Lavapiés por Mame Mbaye. DANI GAGO / DISO

 

Por PATRICIA SIMÓN

redaccion@lamarea.com 

 

https://www.lamarea.com/2018/05/07/espana-entera-es-una-frontera/

 

Cuando se habla de la frontera sur española, solemos referirnos a Ceuta, Melilla y las aguas marítimas que bañan el sur de la Península. En el caso de las ciudades autónomas, por ser donde el Estado despliega con mayor virulencia y menos pudor su poderío militar para impedir que las personas migrantes puedan acceder a territorio español. Y porque es en ellas donde más sistemáticamente se viola la normativa nacional e internacional referente a las personas migrantes y refugiadas. Allí se puede disparar y asesinar, como ocurrió en 2005, a 14 hombres que intentaban saltar la valla –la mayoría de las grandes cabeceras lo llamaron ‘asaltar’– sin que nunca se aclarase quiénes fueron los responsables, si la gendarmería marroquí –como sostuvo el Gobierno español– o si las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españolas, como declaró su homónimo. Y es allí donde la Guardia Civil se puede permitir volver a disparar una década después, con pelotas de goma, contra personas que intentaban llegar a nado a la playa ceutí del Tarajal, provocando la muerte a 15 de ellas. Todo ello con total impunidad. Al menos, hasta el momento.

De sobra son conocidas las devoluciones en caliente, los castigos arbitrarios contra los migrantes, la criminalización y violencia sufridas por los menores no acompañados, la imposibilidad que tienen las personas negras de acceder a las oficinas españolas de asilo de la frontera y los miles de euros que tienen que pagar los sirios a las fuerzas marroquíes para poder solicitarlo en el de Melilla.

Ha costado dos décadas que todas estas prácticas ilegales fueran conocidas más allá de las ciudades autónomas, quizás porque los periodistas hemos prestado demasiada atención a los saltos de la valla por ser donde más se evidenciaba la violencia policial. Sin embargo, a través de ella, en 2016 por ejemplo, solo consiguieron pasar 316 personas, mientras que por los puestos fronterizos lo lograron –escondidos en los dobles fondos de los coches, mayoritariamente– unas 600, según datos de APDHA.

La segunda frontera sur más conocida es la que trazan las aguas mediterráneas y atlánticas que bañan nuestras costas meridionales, donde en los últimos veinte años han muerto al menos 6.000 personas ahogadas –la OIM establece que por cada cuerpo hallado, hay  otros dos desaparecidos– por la imposibilidad de venir en ferry, como lo hacían hasta la aprobación de la primera ley de extranjería en 1985 por parte del gobierno de Felipe González. Aquí también se ha desplegado toda una serie de radares y sistemas de vigilancia que sólo han favorecido el aumento de los naufragios.

Sin embargo, los sistemas de control fronterizos que afectan de manera más determinante y sostenida en el tiempo a las personas que consiguen salvar estos obstáculos y a aquellas que llegan a través de los aeropuertos, no son las agresiones en las vallas de Ceuta y Melilla, ni los radares que localizan las pateras, ni la sala de no admitidos de Barajas o los CETI: son aquellos que pueblan nuestras calles, nuestras instituciones públicas y nuestro mercado.

No son ilegales, les obligan a vivir en la ilegalidad

La muerte de Mame Mbaye y las agresiones sufridas por el colectivo de manteros en Lavapiés han conseguido destapar el acoso y las persecuciones diarias que sufre este colectivo –que en muchas ocasiones les ocasionan rupturas de extremidades y todo tipo de lesiones– y las consecuencias de la criminalización del top manta y de la venta de latas de refrescos, que les acarrea penas de cárcel y antecedentes penales que les impiden acceder a la regularización de sus permisos de residencia. Desde hace años, los manteros y lateros se manifiestan para pedir la despenalización de estas ventas ambulantes y el cese del hostigamiento policial. Ha hecho falta la muerte de Mbaye para que el tema haya conseguido salir de los reducidos círculos activistas que les apoyaban.

Sin embargo, no debería extrañar que una persona pueda residir 14 años en España sin posibilidad de acceder a los papeles si se entendiera que las políticas de extranjería han tejido una fina y omnipresente red de trabas destinadas a que sea muy difícil conseguir la regularización. Y que sus manifestaciones más conocidas, como las redadas racistas, los encarcelamientos en Centros de Internamiento para Extranjeros (CIE) y los vuelos de deportación son solo las más visibles, las más drásticas, pero para las que son necesarias toda una serie de mecanismos que determinan, limitan y amedrentan las vidas de estas personas.

El empadronamiento

El anuncio en 2010 del Ayuntamiento de Vic, gobernado por una coalición de CIU, el PSC y ERC, por el que a partir de ese momento no permitiría el empadronamiento de las personas en situación administrativa irregular, hizo saltar las alarmas de organizaciones de derechos humanos y entidades como el Defensor del Pueblo. El empadronamiento es la única puerta de acceso de estas personas a derechos fundamentales como la salud y la educación, pero también la prueba fundamental para que, transcurridos tres años, puedan solicitar el permiso de residencia por arraigo. Es decir, la Administración estatal jugaba y juega al solitario: se niega a documentar a las personas procedentes de países empobrecidos que viven en su territorio, pero abre una puerta trasera a través de los padrones de los ayuntamientos para controlarlas y poner a prueba su resistencia: los que sean capaces de resistir tres años siendo explotados en la economía sumergida, de volver cada noche a su casa después de haber trazado un callejero propio para evitar las identificaciones raciales, habituales en plazas concurridas, estaciones de trenes, autobuses y metro, en los alrededores de las comisarías…; de alquilar una vivienda a los miles de desaprensivos que se aprovechan de que no tienen papeles para cobrarles cifras desorbitadas por cuchitriles inhabitables… Después de superar esta carrera de obstáculos, podrán sacar del cajón su empadronamiento y empezar un proceso de regularización que puede durar años, y durante el cual también pueden ser detenidos y expulsados.

Sin embargo, el empadronamiento también se ha convertido en un radar para las deportaciones. Los colectivos de personas racializadas y de apoyo a las mismas llevaban años denunciando que la Policía se vale del padrón municipal para detener a personas sobre las que pesaban órdenes de expulsión para llenar los cupos de los vuelos de deportación, en la actualidad contratados por el gobierno a Air Nostrum y Barceló Viajes. En 2015, a raíz de la detención de dos senegales en las inmediaciones de sus viviendas en Oviedo por parte de policías secretas, publicamos el oficio policial en el que se explicitaba que se les había apresado para que fuesen deportados en el vuelo previsto para el día siguiente.

Esto es posible gracias a la reforma de la ley de extranjería de 2003, que daba por primera vez acceso a la Policía al padrón “con el objeto de mejorar el ejercicio de las competencias legalmente establecidas sobre el control y permanencia de los extranjeros en España”.

No son excepcionales tampoco los casos en los que se ha violentado “el derecho la inviolabilidad de la vivienda” cuando han ido a buscarles a sus domicilios y, ante el desconocimiento o la sorpresa, les han abierto la puerta, para inmediatamente ser detenidos.

El empadronamiento también se ha convertido en una trampa para personas como Daniela y Diego. El gobierno de la comunidad autónoma donde residen le ha denegado la ayuda para el alquiler a Diego, español, porque su esposa, Daniela, está en situación irregular por carecer él de un contrato de trabajo que acredite que puede darle sustento económico a ella.

Los centros de menores

Los centros de menores se han convertido en un complejo puesto fronterizo en los que, en muchos casos, los adolescentes son expulsados a la calle cuando cumplen dieciocho años y un día. Pese a que, al estar bajo la tutela de las administraciones autonómicas, tienen la obligación de documentarles, a menudo solo se hace con aquellos cuyo comportamiento se considera correcto. Niños –las niñas son minoría– que en la mayoría de las ocasiones llevan desde su infancia en situación de calle, primero en su país, luego en Melilla, donde para sobrevivir a veces tienen hasta que prostituirse o aturdirse inhalando pegamento; y después, cuando llegan al lugar donde supuestamente tendrían que apoyarles en su reconstitución psicosocial, se espera que tengan el comportamiento ejemplar que no se les pediría en la adolescencia a la mayoría de los chavales españoles. En lugar de arropar a los que necesitan más apoyo, a menudo se les da por perdidos.

Aquellos que son puestos de patitas en la calle, sin documentación, vuelven a entrar en la rueda de la clandestinidad, agravada en su caso por ser la mayoría de ellos magrebíes, una de las nacionalidades más estigmatizadas.

Aquellos que terminen en centros de menores infractores, lo tendrán aún peor. En Asturias hemos documentado ampliamente la violencia y los castigos arbitrarios que sufren los internos del centro de Sograndio, que en el caso de al menos tres de origen extranjero, se ha coronado con su detención el mismo día en que eran puestos en libertad, para ser deportados inmediatamente. Uno de los casos más sangrantes fue la expulsión de un joven que llegó a España procedente de Colombia cuando tenía 3 años, y que fue deportado a Bogotá, donde no tenía a nadie, veinticuatro horas después de que fuese detenido en el comedor del centro, mientras su madre, abuela y hermanos le esperaban a la salida. Todos ellos, con permiso de residencia.

Las pruebas de determinación de la edad

Instituciones públicas como el Defensor del Pueblo Español y distintas ONG han denunciado hasta la saciedad que las pruebas médicas realizadas para la detección de la edad –consistentes en exámenes radiológicos de la muñeca, de la mandíbula o de la clavícula– no son fiables puesto que está demostrado científicamente que tienen un margen de error de hasta tres años y porque se basan en unas tablas de crecimiento de la población estadounidense que nada tienen que ver con la de los países de origen de estas personas.

Pero más allá de su validez científica, lo más controvertido de esta cuestión es que pese a que la normativa nacional e internacional obliga a la administración a proteger a estos menores mientras estén bajo su tutela, es la misma la que pone todos los recursos a su alcance –incluido el cuerpo del niño, que convierte así en un nuevo puesto fronterizo– para demostrar mediante rayos X o, incluso, inspecciones de sus genitales, que no es menor y que, por tanto, puede abandonarlo. Resulta cuanto menos contradictoria esta actitud institucional que tanto la Fiscalía de Menores como las comunidades autónomas reproducen diariamente. Tanto como que profesionales médicos como son los radiólogos se presten a hacer un uso contrario al código deontológico de la Organización de Médica Colegial de España, que sostiene en su artículo II, dedicado a los principios generales: “La principal lealtad del médico es la que debe a su paciente y la salud de éste debe anteponerse a cualquier conveniencia” y “El médico jamás perjudicará intencionadamente al paciente”. Realizar forzosamente pruebas radiológicas a unos adolescentes con el fin de que puedan ser desamparados no responde precisamente a este mandato ético.

Todas estas medidas contra los menores no acompañados solo son posibles por el nivel de deshumanización que sufren, el más grave de entre toda la población racializada. Solo la aporofobia, el racismo y el alimentado mediática y políticamente ‘miedo al otro’ pueden explicar que en una sociedad donde la infancia es concebida, supuestamente, como el bien supremo a proteger, estos niños y jóvenes sufran este nivel de criminalización y rechazo.

Servicios sociales

Aunque las personas en situación administrativa irregular no tienen derecho a ayudas sociales, sí tienen que dirigirse a ellos para solicitar el informe de arraigo que tienen que presentar cuando, transcurridos tres años de empadronamiento y con una oferta de contrato de trabajo, se dispongan a solicitar su primer permiso de residencia. Allí la experiencia no siempre es mucho mejor. Son muchas las personas racializadas que se han tenido que enfrentar a interrogatorios de estilo policial por parte de algunos funcionarios/as, a críticas sobre cuestiones íntimas como su decisión de migrar, de tener hijos/as, sobre sus empleos –máxime si ejercen la prostitución–, y sobre su derecho a solicitar ayudas, una vez han regularizado su documentación. Si bien es cierto que estas experiencias dependen fundamentalmente de la profesionalidad o no de las personas que se encuentran al otro lado de la ventanilla, no debemos infravalorar el racismo institucional al que se tienen que enfrentar en estos espacios las personas migrantes. Como bien ha estudiado el Trabajo Social, se suele esperar de ellas que asuman el rol de ‘víctimas perfectas’: sumisas, avergonzadas e inseguras. En aquellos casos en los que simplemente solicitan información con normalidad o reclaman la garantía de sus derechos, se encuentran a menudo con nuevas fronteras: las barreras que el funcionario/a de turno establece como vía para amedrentarlas y devolverlas así al lugar que cree que les corresponden, el de la caridad.

Centros o pisos de acogida

Personas adultas, que han sido lo suficientemente fuertes y valientes como para emprender un viaje a una nueva vida, atravesar fronteras y mares militarizados, sobrevivir a todas las trabas burocráticas que supone, por ejemplo, solicitar asilo –hay listas de espera de meses simplemente para conseguir una cita– son infantilizadas por entidades que gestionan, con presupuesto público– centros de acogida en los que se les imponen normas propias de la reclusión penitenciaria. No poder estar en la habitación de otros internos pasando el rato, prohibición de recibir visitas en el centro, rechazo a que puedan guardar comida en sus habitaciones para poder compatibilizar sus comidas con el Ramadán, amenazas con la expulsión por llegar tarde a recoger a los hijos al colegio o por rechazar un trabajo que obligaría a la familia a verse separada por cientos de kilómetros… Medidas todas ellas impensables para personas adultas, que no han cometido ningún delito, y que solo se pueden explicar si están atravesadas por una visión colonial, paternalista, racista y clasista.

Gymkana burocrática

Pero no hay mayor frontera, más impermeabilizada e insalvable para las personas racializadas que la ley de extranjería. Aquellas afortunadísimas personas que tras tres años en situación administrativa irregular consigan una oferta de un contrato de trabajo de un año de duración y 40 horas semanales –el mínimo requerido–, tendrán que tener la suerte de que el potencial contratante asuma que pasarán meses hasta que les concedan la tarjeta de residencia y, por tanto, puedan comenzar a trabajar. No son inhabituales los casos en los que la persona empleadora cancela la oferta ante la imposibilidad de afrontar esos plazos de espera, lo que supone el carpetazo del proceso de regularización. En aquellos casos que se resuelvan exitosamente, tendrán que volver a renovar su permiso pasado un año demostrando que han cotizado al menos seis meses. Si durante ese periodo, la persona migrante abandona el puesto de trabajo –porque es explotada, por ejemplo– será penalizada para las siguientes regularizaciones. Si consigue superar esa nueva prueba, tendrá que repetir el trámite pasados dos años –en los que haya cotizado al menos uno–, y de nuevo a los dos años, y después a los cinco.

La realidad es que, ante las dificultades que supone para la mayoría de la población –incluida la autóctona– conseguir contratos de trabajo, y más anuales de cuarenta horas semanales, la mayoría de estas personas viven permanentemente entre la ilegalidad sobrevenida, es decir, la pérdida del permiso de residencia y, en el mejor de los casos, de su renovación anual. Si adquiriesen antecedentes penales por cualquier motivo, se les podría retirar el permiso de residencia –aunque llevasen más de quince años viviendo en suelo español– y ser deportados a su lugar de origen.

La frontera del mercado

La economía sumergida representa en España, según un informe de Friederich Schneider, el 18% del PIB. Una gran parte de los empleos no declarados –no hay datos rigurosos en este sentido– son desempeñados por las personas migrantes, especialmente en los ámbitos de la construcción, la agricultura y los especialmente feminizados, como son los cuidados de las personas mayores y los menores, el trabajo doméstico y la hostelería. Y sin contrato, la última y más infranqueable frontera, no hay papeles.

La receta perfecta para garantizar mano de obra servil y explotable

Una carrera de obstáculos que empieza en sus países de origen, que continúa con el cierre y la militarización de nuestras fronteras exteriores, que se atomiza y reproduce a través de las fronteras invisibles internas compuestas por redadas racistas y CIE, y que se trufa con una ley de extranjería –y sus mecanismos de control, que hemos visto– minuciosamente diseñada para que una gran masa de personas tenga casi imposible acceder al permiso de residencia, y por tanto, a la ciudadanía y a los derechos. El objetivo lo desentrañó Alain Morice en un análisis sobre las políticas de extranjería desarrolladas por Francia tras la II Guerra Mundial:

La ley funciona así como una espada de Damocles, y su función no es la de expulsar al inmigrante que ha entrado de forma clandestina, sino recordarle constantemente la precariedad de su situación, lo que se supone garantiza su sumisión al orden económico y social. La puesta en escena del paso organizado «clandestinamente» por vías evidentemente bien conocidas por la policía constituye una especie de prueba, un aprendizaje del consentimiento de la dominación: la aplicación de la Ordenanza de 1945 durante este período se resume en un conjunto de dificultades destinadas a anular los vanos deseos del extranjero de erigirse en ciudadano.

Una cita que recogía Eduardo Romero en su ensayo Un deseo apasionado de trabajo más barato y servicial para explicar la finalidad de las políticas de extranjería en España: garantizar al mercado “una mano de obra barata, móvil y dispuesta a soportar tareas largas y penosas”.

Por todo ello murió, posiblemente, Mame Mbaye y tantas miles de personas en estos treinta y tres años de leyes españolas de extranjería. Pese a todo ello, seguirán viniendo y resistiendo muchas miles más.

 

«Ellas no eran personas. Solo putas»

 

No comparto la visión abolicionista de Mabel Lozano (me creeréis, ¿no?), pero considero interesante este artículo por la información que da del funcionamiento de los burdeles.

La sobrexplotación laboral de las prostitutas en los burdeles se perpetúa por la acción coordinada de tres fuerzas: los proxenetas, las abolicionistas y la Ley de Extranjería. 

La sobrexplotación es consecuencia directa de la falta de reconocimiento de las prostitutas como seres humanos completos («Ellas no eran personas. Solo putas») por parte de las autoridades, que deberían proteger sus derechos humanos reconocidos en la Constitución.

El sufrimiento causado a las mujeres que deciden prostituirse es culpa colectiva de todos los españoles, que actúan en este tema de forma hipócrita, machista, racista, clasista, proxeneta y, en el caso de las abolicionistas, criminal.

Citi

 

 

Un todopoderoso jefe de la trata en España, dueño de doce macroburdeles, desvela el funcionamiento de esta compleja mafia en España 

Cristina Sánchez Aguilar (Alfa y Omega)

01/02/2018

http://www.abc.es/sociedad/abci-ellas-no-eran-personas-solo-putas-201802011529_noticia.html

 

Un día cualquiera. Año 2000. 19 flamantes jóvenes deportistas colombianas llegaban al aeropuerto de Barajas. Cada una vestía su recién estrenado chándal con los colores de la bandera patria –azul, amarillo y rojo–, y traía en la mano una invitación por parte de la organización en España. Era el equipo nacional femenino de taekwondo de Colombia, que venía durante unos días a competir en un evento deportivo. O eso creyeron las autoridades. Porque aquellas chicas fueron, durante tres años, esclavas sexuales en varios burdeles de la península. Todas menos cuatro, que tuvieron que ser deportadas a su país un año antes porque su estado físico y mental no estaba para más competiciones.

«Íbamos tan sobrados captando mujeres que en una reunión de socios apostamos a ver quién era capaz de traer a más juntas de una vez» y, además, en un vuelo caliente –de los que no pasan primero por otro país europeo– y por lo tanto, más controlado. La hazaña la recuerda Miguel, alias el Músico, en El proxeneta (ed. Alrevés), el libro que la cineasta Mabel Lozano acaba de publicar tras dos años de conversaciones con el que fuera uno de los jefes todopoderosos de la trata en España, dueño de doce de los macroburdeles más importantes del país.

«Yo no sé nada. Soy músico y me acuesto a las ocho de la tarde», contestó la primera vez que le interrogaron en el cuartelillo, tras encontrarle en un bar donde organizaban una redada. Era todavía un adolescente recién salido del orfanato barcelonés en el que había sido víctima primero de palizas, después de abusos sexuales por parte de un sacerdote. «Mi pasado –que no mi infancia, si es que alguna vez la tuve– fue el que me condujo a muchas de mis más crueles decisiones futuras», explica. Mabel Lozano, en conversación con Alfa y Omega, señala que el protagonista «no le había contado esto a nadie antes de hablar conmigo». Pero «los abusos en el orfanato no justifican lo que hizo. Él ya tenía todas las papeletas para terminar así».

De casualidad, el Músico acabó como portero nocturno en uno de los clubes. Alumno aventajado de sus mentores, recuerda el nombre de la primera mujer con la que traficó. «Se llamaba Yamileth», era de Colombia y traía una herida infectada en la pierna tras un accidente con una mototaxi de reparto. «No tenía ni dinero para comprarse medicinas y curar la herida». Yamileth llegó, como tantas otras, «sabiendo que venía a trabajar a un club, pero creía que a poner copas o a limpiar. Ninguna supo con anterioridad que tendría que pagar una deuda, cada día más grande, ejerciendo la prostitución». Tras ella llegarían otras 1.700 mujeres a las que el proxeneta esclavizó, explotó y con las que traficó.

Como botellas de refresco

«De una botella de whisky salen solo diez cubalibres, pero a cada una de estas esclavas se le podía sacar al menos tres años de explotación sexual», afirma el proxeneta. Para lograrlo hay una regla básica: «Mirarlas como a la materia prima de tu negocio». Son una propiedad, «como los refrescos que vendes, y hay que tratarlas como tal». El Músico, en esta larga confesión, admite que jamás se paró a pensar «si la mercancía que importaba eran personas como yo, con sentimientos como los míos, traumas como los míos o necesidades como las mías. Ellas eran otra cosa. Eran putas».

Como Lucía, que pagó durante dos años y diez meses un total de 165.000 euros a sus tratantes. Y cada vez que iba al despacho del Músico a saldar su deuda, se encontraba con más y más pagos imprevistos que aumentaban el dinero que debía. «Cuando llegó era una chica alegre, pero poco a poco se fue apagando, no tenía la capacidad de rendir como antes, y su deuda no paraba de crecer». La encontraron una noche con las venas abiertas en el baño de la suite principal del club. Sobrevivió, pero acabó sus días en un hospital psiquiátrico. Nunca regresó a su país ni volvió a ver a su hijo, aquel por el que vino a trabajar a España.

Además del dinero que debían aportar a los dueños de los clubes por la explotación sexual, se sumaban la llamada diaria –gastos fijos que pagan cada día por estar en el club–, y un porcentaje de todos sus gastos en peluquería, productos de limpieza, llamadas telefónicas, preservativos, lubricantes, gastos médicos, abortos… Lo que generaba unas cantidades que no alcanzaban a pagar nunca.

Un perfecto sistema perverso

Los burdeles tienen una triple contabilidad. La primera, la que exige Hacienda en cualquier tipo de negocio: nóminas, gastos de luz, agua, gas, telé- fono, alquiler… La segunda, en B, «está destinada a asuntos internos como la creación de grupos para lavar la cara de la prostitución –ANELA, Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne–, y recursos directos para captación en origen, extorsiones y sobornos». La tercera contabilidad va a crear «empresas lícitas que den servicio a los clubes: lavanderías, peluquerías, gimnasios, empresas de seguridad…», explica Miguel.

El dinero negro, añade, «se lava con la compra de obras de arte, inmobiliarias, compras de décimos de lotería premiados e incluso ONG para hacer donaciones que suponen desgravaciones fiscales». Todo este entramado financiero «se ha sostenido siempre con la más absoluta impunidad» gracias a lo que el Músico llama los «parásitos de la prostitución».

Los primeros, los abogados, «sin los que nuestra organización no hubiera sido posible». Uno de sus principales trabajos era regularizar la estancia de las mujeres, «porque las Fuerzas de Seguridad siempre andaban buscando inmigrantes sin papeles, y no víctimas de trata». Del entramado también formaban parte médicos, como los de un laboratorio valenciano que durante diez años «hizo análisis de sangre a las chicas para certificar su salud». Eso sí, a un coste de 60 euros, pagados por ellas mismas. Los testaferros –muchos de ellos indigentes que recogían en la calle para utilizar su firma y su documentación– iban a la cárcel en su lugar, y los banqueros o notarios se volvían locos por trabajar con los grandes proxenetas. Incluso los taxistas «eran nuestros ojos y oídos. Y si alguna mujer los llamaba para elaborar un plan de fuga no tardaban un minuto en contactarnos y recibir el dinero correspondiente».

También, añade, «manteníamos en nómina a varios expolicías, algunos como guardias de seguridad y otros como topos de sus propios excompañeros». Sonado fue el caso del comisario y varios inspectores de la UCRIF en Barcelona –unidad especial de la Policía que trabaja con temas de extranjería y trata– «que cobraban un impuesto revolucionario de 6.000 euros mensuales para evitar redadas engorrosas».

«La UCRIF –explica Lozano–, sin embargo, es un verdadero látigo para los proxenetas. Y en Barcelona hubo grandes policías, muy comprometidos con su trabajo, pero en todas las mejores casas hay garbanzos negros». Toda esta fauna de profesionales «era la que nos permitía ir por delante de la ley. Su silencio y su doble moral los hacía ser como nosotros», añade el Músico.

Una ley laxa

El Músico fue denunciado por una de las mujeres, Claudia. Pasó tres años en la cárcel –aunque estaba condenado a 27–, pero cumplió menos de medio día por cada una de la mujeres a las que esclavizó. «Lo más indignante es que todos los macroburdeles que regentaba Miguel siguen hoy abiertos y en manos de sus exsocios», denuncia la cineasta. «Todo el mundo sabe que se benefician de la trata porque, de otra forma, no serían rentables. Además, siguen aprendiendo a cuidar de su negocio y ahora, en lugar de llevar a las chicas a los clubes nada más captarlas, van a pisos, más difíciles de localizar para la Policía. Allí las aleccionan tranquilamente para que no tengan la intención de denunciar», añade.

«Todo esto –cree Lozano– ocurre porque, en España, la prostitución es alegal y si las mujeres no se declaran víctimas, no hay delito y, por tanto, son consideradas como prostitutas que ejercen libremente». Son muy pocas las que denuncian, «porque están poniendo en riesgo a su familia. Los proxenetas lo han hecho fenomenal. Y, mientras, la Policía y la Guardia Civil, que hacen un trabajo magnífico, se encuentran con que el Gobierno no cierra los clubes».

Tras doce años de investigación, Lozano recalca que lo que hace falta en España es legislación, educación y recursos: «La trata se contempla dentro de los recursos dedicados a la extranjería. Es decir, que cuando una mujer denuncia, va a un juzgado experto en migraciones que puede estar muy bien documentado sobre la trata o no tener ni idea. Eso también supone que las víctimas de trata españolas –que las hay, y cada vez más– ni siquiera se tengan en cuenta».

A la propuesta de algún partido político de legalizar la prostitución primero y acabar con la trata después, la cineasta responde enérgica: «No es la solución, al revés, es lo que han querido siempre los proxenetas –de hecho, el Músico sostiene que alguno de los suyos aconsejó a aquel político–, porque eso les da patente de corso para seguir explotando a mujeres, como en Alemania, que ha supuesto una involución de derechos. La prostitución se nutre de la trata».

Miguel cometió un gran error en todo este engranaje perfecto. Se enamoró de Michel, una víctima. «A partir del momento en que comencé a ver a aquellas mujeres como personas mi despedida no tuvo marcha atrás», reconoce en su larga confesión. Y deja una recordatorio: «No hay prostitución que se ejerza libremente, eso es radicalmente falso. Tanto la prostitución como la trata se ejercen por diversas circunstancias que vuelven muy vulnerables a las mujeres y que nosotros aprovechamos sin dudar».

Todo esto es lo que se esconde de verdad tras las luces de neón que vemos y normalizamos cuando pasamos por la carretera delante de un puticlub.

 

Los clientes que sostienen el negocio

Si las cuentas salen es porque «los clientes sostienen el negocio», afirma el exproxeneta Miguel, alias el Músico. O es que «¿alguien se cree que el cliente que compra el cuerpo de una mujer por un rato desconoce que ella está en desigualdad de condiciones? Lo que ocurre es que no le importa y que solo piensa que ha pagado por un cuerpo y puede hacer lo que le dé la gana con él».

Tras 20 años en los clubes, Miguel enumera el amplio catálogo de clientes que pasan por sus locales: «Hay grandes empresarios, curritos, delincuentes, policías, hombres ricos, desempleados, viejos, jóvenes, hombres aparentemente normales que van al club de lunes a jueves para el fin de semana estar con sus familias…». Para ellos «las mujeres eran un simple objeto. Si no se avenían a sus deseos, si no se plegaban a sus fantasías sexuales, exigían el cambio de la víctima por otra, de inmediato». Y cada vez demandaban que fueran más jóvenes.

En una «mala noche» pueden entrar «entre 1.000 y 1.500 hombres a los burdeles, una media de 75 por local». La mayoría «se justifica con frases del tipo: “Esto es un trabajo como cualquier otro, y con mi consumo además, contribuyo al bienestar de estas pobres mujeres y sus familias”; “mucho peor están los obreros en las minas”; o “si no existiera esto, habría más violadores”». Miguel recuerda especialmente una conversación con uno de estos depredadores, que le dijo que no veía «nada malo en que una mujer tenga deuda pendiente con vosotros. Incluso diría que os lleváis poco. Al fin y al cabo las estáis ayudando a salir de la pobreza y las tratáis de lujo. Ellas están aquí recogidas, tan contentas… ¡y con trabajo!».

Comparecencia de Hetaira en la Subcomisión para un Pacto de Estado en materia de violencia de género

 

Colectivo Hetaira·Martes, 9 de mayo de 2017

 

Madrid, 08/05/2017

 

Gracias al Grupo Confederal de Unidos Podemos, En comú Podem En Marea por la invitación a comparecer en esta Subcomisión. Comparezco en nombre de Hetaira -colectivo que trabaja desde hace ya 22 años en defensa de los derechos de las prostitutas en nuestro país- y que forma parte del Movimiento Feminista de Madrid, de la Alianza Global contra la Trata de Mujeres (GAATW), de la Red Internacional Europea TAMPEP, del Comité Internacional por los Derechos de Trabajador@s Sexuales en Europa (ICRSE), de la Coordinadora Estatal de VIH-Sida (CESIDA), de la Red Global de Proyectos de Trabajo Sexual, de la Plataforma Estatal por los Derechos de las Personas Trabajadoras del Sexo, de la Plataforma CEDAW Sombra España y de la Plataforma No Somos Delito, entre otras.

 

La creación de esta subcomisión es un paso más para tratar de hacer frente a la violencia machista y esperamos que las recomendaciones que finalmente se hagan llegar al Gobierno sirvan para mejorar la asistencia a las víctimas de violencia de género y evitar más muertes y agresiones machistas. No obstante, no vale con que el Gobierno tome nota de las recomendaciones que de esta subcomisión salgan, sino que éste deberá hacer un esfuerzo para garantizar que algunas medidas se pondrán en marcha dentro un marco legislativo adecuado y que lógicamente contarán con un presupuesto económico. No parece que vaya a ser así a la vista de los Presupuestos Generales del Estado aprobados. Lo lamentamos profundamente. Lamentamos sobre todo que se pierda energía y tiempo en “debatir”, pero no en “poner en práctica” y “en hacer”. Porque también habremos hecho perder recursos a la sociedad española.

 

La ley contra la violencia de 2014 adolecía de algunos problemas. Así se lo hicimos saber en su momento las asociaciones feministas al Gobierno socialista. A pesar de ello, la ley supuso un gran avance y hubo consenso sobre la necesidad de un cambio cultural y de mentalidad. Sin embargo, se abandonaron las propuestas a largo plazo, aquellas basadas en la prevención en la educación o en la formación de profesionales en los diferentes sectores implicados. Lo que quedó en pie, finalmente, fue la parte penal.

 

Tampoco puede servir el Pacto de Estado para pasar a denominarle a cualquier situación discriminatoria contra las mujeres como “violencia machista. Por ejemplo cuando oímos expresiones del tipo: “Cobrar menos por un trabajo de igual valor es violencia”. Creemos que hemos de ser rigurosas, porque si metemos todas las situaciones discriminatorias en un mismo saco estaremos haciéndoles un flaco favor a las “víctimas reales de violencia de género”.

 

El “impulso masculino de dominio” no es el único factor desencadenante de la violencia sexista. Tenemos que seguir poniendo en cuestión, además, las estructuras familiares (núcleo de privacidad que amortigua o genera todo tipo de tensiones); el papel de la educación religiosa y sus mensajes sobre el amor; la falta de educación afectivo-sexual de menores y adolescentes que ayuden a resolver los conflictos futuros, etc.

 

Apostar exclusivamente por la filosofía del castigo sobre el autor concreto de una agresión concreta significa no repensar las sociedades en las que vivimos, no querer ver las responsabilidades de los Gobiernos y de las políticas públicas puestas en marcha por éstos para tratar de evitarlas.

 

La imagen exclusiva de “víctimas” tampoco ayuda a la lucha colectiva por los derechos de las mujeres pues no tiene en consideración nuestra capacidad de resistencia, de hacernos un hueco, de generar autoestima y empuje solidario entre nosotras.

 

Incluso en los casos de violencia de género o de víctimas de trata es importante reforzar la autonomía y la capacidad de decisión de las implicadas. Los movimientos feministas siempre cuestionaron el tutelaje y la falsa protección basada en considerar a las mujeres como “eternas niñas” necesitadas de protección por un Papá/Estado.

 

El conocimiento y el trabajo con mujeres concretas y diversas nos ha enseñado como éstas pueden dar la vuelta, y de hecho se la dan, a las situaciones de subordinación con las que pueden encontrarse. Y como escribía Gayle S. Rubin: “Los márgenes y los bajos fondos pueden ser un lugar de rebeldía”.

 

Contar con los relatos de las víctimas de violencia de género nos sigue pareciendo una de las mejores fórmulas para encontrar estrategias y posibles soluciones. Conocer de primera mano sus necesidades (que pueden ser distintas dependiendo de cada mujer, de cada caso) debería ser una prioridad.

 

Nuestra comparecencia está centrada en materia de trata y prostitución.

 

Trata de personas

 

¿Tiene algún sentido incorporar medidas concretas contra la trata en una ley de violencia de género o en un Pacto de Estado? ¿Se trata de una buena herramienta o, por el contrario, tendríamos que enmarcarla en otro contexto para proteger a las víctimas de trata y luchar contra el delito? Desde Hetaira creemos que tendríamos que separarlo por responsabilidad política y por ser más eficaces a la hora de prevenir y atajar tanto la violencia de género como la trata.

 

La trata de mujeres es una manifestación de la violencia de género. Y figura -gracias a las presiones de muchas ONG’s- como delito en el Código Penal español desde hace unos años. Además puede conllevar otros delitos también tipificados ya en nuestra legislación

 

La trata de personas se da en muchos sectores económicos, no sólo en prostitución. Nos la encontramos en la industria textil, en la agricultura, en la mendicidad, en matrimonios forzosos, en el servicio doméstico. Y son víctimas de trata tanto menores como personas adultas (mujeres y hombres cis, mujeres y hombres trans). La CEDAW pide explícitamente que se tipifiquen todas las manifestaciones de trata (y no sólo aquellas que se dan dentro de la industria del sexo).

 

Una ley integral de lucha contra la trata (que viene reclamándose desde 2012) tendría que garantizar la protección y la recuperación integral de las víctimas y debería abordar la lucha contra la trata desde una perspectiva de derechos humanos. Nos faltan datos, siempre nos falta conocer cuántas personas se encuentran en situación de protección, cuántas personas están viviendo en lugares seguros, cuántas personas han accedido a permisos de trabajo y residencia, cuántas personas consiguieron la condición de asilo por ser víctima de trata (se cuentan con los dedos de una mano, con un poco de suerte, de las dos) cuántas personas han sido indemnizadas por el sufrimiento causado (sabemos que ninguna).

 

La persecución del delito se está haciendo, pero no se está trabajando con el mismo ímpetu en la protección de las víctimas y en poner en primer plano los derechos humanos. Contamos con ejemplos dolorosos, como las expulsiones de posibles víctimas de trata de los CIE’s; víctimas que no han recibido protección sino que han sido contempladas como migrantes sin papeles.

 

Correr el riesgo de saturar los juzgados de violencia de género con casos tan complejos como el de la trata no nos parece una buena idea.

 

Otro problema con el que nos encontraríamos es que el delito de trata, por lo general, traspasa fronteras. Por tanto la persecución del delito fuera de nuestras fronteras exige investigar en otros países y colaborar con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad de esos países.

 

Nuestras recomendaciones/propuestas al Gobierno en este punto son las siguientes (exponemos sucintamente algunas cuestiones):

 

. identificación de las víctimas de trata con garantías, no siendo consideradas migrantes sin papeles.

 

. el plan contra la trata debe extenderse a todas las situaciones y dejar de denominarse “de mujeres y niñas con fines de explotación sexual”;

 

. que la colaboración con las autoridades policiales no sea una condición indispensable para poder recibir protección. Es inaudita la existencia de la “contraprestación” en el delito de trata.

 

. indemnizaciones económicas para las víctimas

 

. contar con la opinión y el trabajo de las ONG especializadas.

 

. seguir gastando ingentes cantidades de dinero institucional para explicar que la trata es un delito (algo que toda la sociedad entiende), nos parece un despropósito cuando aún faltan recursos habitacionales para las víctimas, un ingreso mínimo que les permita sobrevivir en un ambiente relajado, etc, etc… Prioricemos los recursos, acojamos a las víctimas, persigamos el delito y transmitamos todo esto a la sociedad. Es la mejor manera de mostrar la realidad y que se comprenda. No podemos delegar el problema de la trata en la “conciencia ciudadana”.

 

. derogación de la Ley de Seguridad Ciudadana (ley mordaza) que, como bien saben (porque se aprobó en el Parlamento) multa indiscriminadamente a quienes ejercen la prostitución en espacios públicos y a sus clientes. Y en ocasiones, a víctimas de trata.

 

. por último, exigimos recursos públicos, dependientes de las instituciones.

 

La prostitución es un trabajo

 

En la prostitución hay machismo. También hay machismo en la política. Pero Vds. eso ya lo saben, es a lo que se dedican y conocen perfectamente quién se sienta en cada escaño, ¿verdad? Las prostitutas soportan el machismo como lo soportan Vds., las políticas, o las periodistas o las profesoras universitarias o las cajeras de los supermercados. Y se hace lo que se puede, colectiva e individualmente. Vivimos en sociedades machistas. Es lo que tenemos en común.

 

El Gobierno español, en los dos últimos años, ha reducido la deuda gracias al aumento del PIB, un aumento que ha venido por contabilizar la entrada de dinero de la prostitución. ¿No les parece impresentable que no se reconozca legalmente la legitimidad del trabajo sexual, que no se reconozcan los derechos de estas personas y que por el contrario se contabilice el «supuesto» dinero que mueve? A nosotras sí.

 

El grupo de expertos en materia de trata de la Unión Europea, GRETA, insiste en que la prostitución no equivale automáticamente a trata. Esta distinción es imprescindible tanto para abordar la trata en toda su complejidad como para encontrar soluciones a la hora de acabar con la discriminación que sufren las prostitutas.

 

La prostitución por decisión propia no es violencia, es el trabajo, la actividad económica para muchas personas que reorganizan sus vidas en función del intercambio de servicios sexuales por dinero. Este intercambio se produce entre gente adulta y con mutuo consentimiento.

 

¿Tiene algún sentido seguir repitiendo que “la prostitución es violencia de género”, al tiempo que mantenemos la Ley de Seguridad Ciudadana, más conocida por ley mordaza, que multa a quienes ejercen la prostitución en los espacios públicos, el sector más débil?

 

¿tiene sentido mientras seguimos manteniendo discriminadas a las personas que la ejercen: discriminadas a la hora de poder alquilar una vivienda o pedir un crédito, trabajadoras sin derechos laborales, sin derecho al paro, soportando situaciones laborales que contravienen todas las legislaciones posibles, sin derecho a una pensión de jubilación…?

 

¿qué pensamos hacer con las mayores que dejaron su vida en la calle?

 

¿la propuesta de incorporar la prostitución a una ley contra la violencia de género supondría la inmediata supresión de las multas por la ley mordaza?

 

¿supondría que las prostitutas pasarían a ser víctimas de violencia de género? ¿con qué beneficios? ¿tendrían asegurado las prostitutas su nivel económico de ser así?

 

Pero, como bien podrán imaginar, no estamos en absoluto de acuerdo con la incorporación de la “prostitución” en un futuro Pacto de Estado contra la Violencia de Género. La prostitución decidida no es violencia de género, sino una actividad económica para muchas mujeres que llevan tiempo reclamando derechos laborales para acabar con las malas condiciones en que se ejerce y con el estigma que pesa sobre ellas por dedicarse al trabajo sexual.

 

Amnistía Internacional está pidiendo la despenalización del trabajo sexual a nivel mundial. Sus últimos informes publicados, hace justo ahora un año, recoge a través de sendas investigaciones las violaciones de derechos humanos que sufren las trabajadoras y los trabajadores sexuales en Noruega, Argentina, Hong Kong y Papúa Nueva Guinea. Les recomiendo que lean, al menos el informe sobre Noruega y la persecución que están sufriendo quienes ejercen. Entre otras muchas cosas, sufren “desalojos inmediatos” de sus viviendas y de sus espacios de trabajo.

 

Las trabajadoras del sexo, como la mayoría de nosotras, buscan la manera de vivir lo mejor posible dentro de las opciones que la vida les ofrece. Y, por supuesto, deciden. En esta medida, la oferta de servicios sexuales es un trabajo para ellas, trabajo que debe ser reconocido legalmente, acabando con la hipocresía que hoy existe al respecto y articular los derechos sociales y laborales que se desprenden de ello. Los mismos derechos sociales y laborales de los que ya disfrutan sus señorías (permisos de maternidad, vacaciones pagadas, protección frente al desempleo, días libres, etc…).

 

Seguir negando esto y mantener a las prostitutas en la situación de discriminación actual contribuye, entre otras cosas, a que sigan siendo explotadas laboralmente, perseguidas y acosadas por la Policía y sufriendo abusos y agresiones de cualquiera que se lo proponga.

 

El proceso de estigmatización que sufren las trabajadoras sexuales hace que por el hecho de ejercer la prostitución se las considere una categoría particular de personas: “traumatizadas”, “trastornadas”, “víctimas extremas de las circunstancias” y lo que es peor sin capacidad de decisión sobre sus propias vidas.

 

El aumento de la presencia de migrantes trabajadoras sexuales ha sido la excusa perfecta para el desarrollo de políticas represivas en materia de prostitución y su aceptación por parte de las instituciones políticas. El hecho de que generalmente lleguen de manera irregular, sin papeles, así como el que se dediquen al ejercicio de la prostitución en un país donde no está reconocida como “actividad económica” favorece todo tipo de abusos sobre las inmigrantes que cuentan con menores recursos económicos. Esta situación ha servido de pretexto para definir la prostitución como violencia de género, no teniendo en cuenta las condiciones que favorecen que algunas prostitutas sufran diferentes formas de violencia sino considerando que es la prostitución en sí y, por lo tanto, los hombres con su demanda lo que hace que estos abusos sean posibles.

 

Discriminación es también la invisibilidad que soportan las prostitutas autoafirmadas y organizadas desde hace décadas a nivel mundial. Este sector de mujeres autoafirmadas, profesionalizadas y que se reivindican a sí mismas con orgullo, es el que se quiere ocultar cuando se habla de la prostitución desde una óptica victimista y sobreprotectora, asimilándola toda a violencia de género, al indefinido concepto de “esclavitud sexual” o a la trata. Palabras con fuertes resonancias emocionales pero que sirven de poco para entender las diferentes situaciones que se dan en el ejercicio de la prostitución. Sirven para hacer demagogia pero no para empoderar a las trabajadoras del sexo, a las que se niega su capacidad de decisión, su libertad y su autonomía para hacer con su cuerpo lo que quieran.

 

Para Hetaira lo importante sigue siendo estar cerca de quienes ejercen por decisión propia y entender y apoyar sus estrategias de supervivencia.

 

Hay partidos políticos que abogan por la erradicación de la prostitución. Pero ¿en qué se han concretado sus políticas públicas allá donde han gobernado (en ayuntamientos y comunidades autónomas)?

 

. En sus programas jamás vemos un plan de acción que contemple medidas sociales que puedan beneficiar a las prostitutas que voluntariamente desearan abandonar la prostitución, por los motivos que sea, muchas veces por no soportar el estigma social. Tan sólo se han puesto en marcha, en ocasiones, tímidos talleres y cursos a los que han podido acceder una cantidad ridícula de mujeres y que no les ha permitido abandonar la prostitución. Cursos de formación limitados, en muchas ocasiones, a trabajos precarizados y con una contraprestación económica insuficiente, que impide que dejen la calle.

 

. poniendo en marcha normativas cívicas ciudadanas (que multan a clientes, lo que significa castigar a las mujeres dejándoles sin fuente de ingresos); o normativas que multan a ambos o aplicando la ley mordaza;

 

. gastando cantidades ingentes de dinero público en campañas que “criminalizan a los clientes” y, por ende, a quienes ejercen;

 

 

. escribiendo guías con recomendaciones dirigidas a los medios de comunicación que hasta niegan a las mujeres la posibilidad de autodefinirse como trabajadoras del sexo.

 

. a hacer ruido ante el Consejo de Estado sobre la prohibición de publicidad de los anuncios de prostitución en los medios de comunicación. Intento baldío en el siglo XXI y con Internet al alcance de toda la población.

 

Poca cosa, poco serio, ¿no les parece? Y lo peor, ninguna de estas políticas públicas han tenido nunca en cuenta a sus protagonistas, las trabajadoras del sexo.

 

Cualquier plan contra la violencia hacia las mujeres, pero que suponga más “violencia institucional” contra algunas de ellas, en este caso las prostitutas, será un fracaso, un fracaso del Parlamento y un fracaso del feminismo y jamás contará con nuestro apoyo.

 

Si afirmamos tan contundentemente que la prostitución es violencia de género ¿qué deberíamos exigir para las “supuestas víctimas”, las prostitutas? ¿resarcirles económicamente por el sufrimiento causado?

 

Comparar trata (donde la voluntad de la víctima es nula) con prostitución por decisión propia es un ejercicio de cinismo. Comparar el sufrimiento de la trata frente a la decisión de quienes deciden ejercer la prostitución es pura demagogia.

 

La prostitución no es violencia de género, sin embargo, las prostitutas, en ocasiones (y además de sufrir violencia institucional) sufren y pueden sufrir agresiones por el hecho de ser mujeres. Y en este caso sí reclamamos medidas de protección para ellas.

 

Sólo por recordar, hace años nos vimos obligadas a denunciar que los servicios de atención a las víctimas de violencia de género dependientes del Ayuntamiento de Madrid no estaban atendiendo a mujeres que ejercían la prostitución y que querían denunciar a su compañero afectivo o sentimental, porque se consideraba que se trataba de su “proxeneta”. El estigma de nuevo en marcha. El estigma que considera que una puta no puede tener vida privada, ni una familia ni mucho menos un compañero afectivo.

 

Las políticas públicas nunca contemplaron una sola campaña de sensibilización de no estigmatización a las prostitutas. Exigimos acabar con la estigmatización que pesa sobre ellas (no son delincuentes, no son basura, no se “venden” a nadie), porque esta estigmatización llevará a que más de un indeseable -apoyándose en las propias políticas públicas discriminatorias- decida agredir a alguna de ellas o incluso asesinarla.

 

En la medida en que entendemos la prostitución como trabajo, con características especiales (el estigma entre otros), nuestras recomendaciones al Gobierno pasan por:

 

. normalización del trabajo sexual y derechos laborales y sociales para las prostitutas (de este modo, no ocurriría lo que ocurre a día de hoy día, que los empresarios de clubes de alterne imponen prácticas sexuales y/o clientes, entre otras cosas).

 

. que las migrantes puedan conseguir sus permisos de trabajo y residencia por ser trabajadoras del sexo.

 

. regular las relaciones laborales cuando median terceros. Para ello es fundamental que se derogue la última modificación que se hizo del artículo 188 bis del Código Penal que considera delito “lucrarse explotando la prostitución de otra persona, aún con el consentimiento de la misma”. Este añadido, (“aún con el consentimiento de la misma”) impide los tratos comerciales de las prostitutas en mejores condiciones y enmascara las relaciones que se están dando dentro de los clubes. ¿Por qué no evitar la explotación laboral que sabemos suceden en los clubes? ¿por qué no evitar maratonianas jornadas de trabajo? ¿por qué no normalizar la prostitución como trabajo para garantizar salarios dignos? ¿por qué no prevenir los riesgos laborales? ¿por qué no la existencia de convenios colectivos que regulen la situación?

 

. además de que la ley tenga en cuenta los aspectos básicos como licencias, localización de locales, etc… debería tener también en cuenta los horarios especiales los descansos semanales, separar el lugar del trabajo del lugar donde se vive (algo impensable en cualquier otro tipo de trabajo).

 

. priorizar los locales autogestionados y cooperativas de trabajadoras sexuales.

 

. no conceder licencias a truts o personas individuales que cuenten con antecedentes penales, especialmente por violencia de género o por trata.

 

. la negociación de espacios públicos, a través de políticas persuasivas y no criminalizadoras, de manera que quienes captan a su clientela en la calle puedan trabajar minimizando todo tipo de riesgos (también la de las posibles agresiones de algunos clientes).

 

. respeto al trabajo sexual. Celebración del 2 de Junio, Día Internacional de las Prostitutas.

 

. dípticos y reparto de materiales en lugares de ejercicio de prostitución contra las agresiones machistas, que las prostitutas sepan que tienen a los Ayuntamientos, a las Comunidades Autónomas y a los Gobiernos de su parte (y no en su contra).

 

. retirada inmediata de la ley mordaza, es imposible depositar tu confianza en quien te persigue y te multa día sí, día también.

 

. celebración del 17D, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Trabajadoras del Sexo.

 

. que se contabilicen las agresiones a las y los profesionales del sexo.

 

. es importante que se avance en el respeto al trabajo sexual y dejar de gastar dinero en discursos estériles. Nuestros adolescentes no necesitan que se les diga que no han de ser “consumidores de prostitución”, lo que necesitan es aprender que el RESPETO es el único camino posible para relacionarse en un encuentro sexual, sea pagado o no y siempre que exista previo consentimiento.

 

En 2016, desde Hetaira contabilizamos, a través de los medios de comunicación, al menos cinco asesinatos de trabajadoras del sexo cometidos en nuestro país. Tres de las víctimas eran mujeres trans. Ninguno de estos delitos puede quedar impune. Ningún asesinato puede ser justificado, tampoco el de las prostitutas. Sus muertes merecen ser igualmente lloradas y reclamadas por los movimientos de mujeres.

 

Muchas gracias por su atención.

 

La lucha contra la trata de seres humanos y la prostitución: historias de víctimas por partida doble

 

http://www.eldiario.es/andalucia/APDHA/humanos-prostitucion-historias-victimas-partida_6_190790933.html

 

«La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía comienza a trabajar la prostitución como línea de intervención  específica en el año 2001. Desde entonces, decidimos estar con las trabajadoras sexuales, para acompañarlas y serles útiles, llevando a cabo programas que van desde la atención socio-sanitaria, hasta la investigación, divulgación, sensibilización y denuncia social bajo la perspectiva de los Derechos Humanos».

«Las experiencias vividas junto a estas mujeres son las que nos hacen reflexionar y expresar nuestro punto de vista allá donde vayamos. Este artículo de opinión tiene su origen en una de tantas experiencias vividas junto a ellas».

Talía Ardana Lamas, miembro del área de Prostitución de APDHA

29/10/2013 

 

Procedente del África Subsahariana, de Nigeria, llegó a España con 21 años. Ejercía la prostitución y desarrollaba su trabajo en la calle, expuesta a los ojos de una sociedad que sólo es capaz de verla a través de sus miedos, sus prejuicios y sus intereses. Nos contaba que no fue fácil llegar a España, tampoco aguantar aquí. «Es un trabajo duro, además la policía me acosa constantemente, y tengo miedo todo el tiempo: miedo a las multas por la ordenanza, miedo a la policía, miedo a que me expulsen del país…».

Pero aquel día estaba contenta, «después de todo, ya casi cumplo tres años en España y podré empezar a pedir mis papeles». Esto nos lo decía un poco antes de su expulsión, cuando aún le recomendábamos paciencia, «ten paciencia que los trámites llevan su tiempo»… Pero no se los dieron. De poco le valió su armadura de paciencia y esfuerzo cuando la policía fue a buscarla allí donde solía (ex)ponerse a trabajar. De poco valió la paciencia cuando la maquinaria se puso en marcha y se vio en un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) en cuestión de horas.

Tampoco allí hubo tiempo, dos semanas privada de libertad y, otra vez, el camino de vuelta a África. Su historia puede ser la historia de muchas de las personas que cada año en este país son ingresadas en un CIE y luego expulsadas, pero no por ello debemos pasarla por alto. Existe, además, algo que  duele especialmente, y es que, por ser mujer, inmigrante y trabajadora sexual, «tenía todas las papeletas». Un interesante informe aborda, no como hipótesis de trabajo sino como conclusión, la sobrerrepresentación de mujeres que ejercen la prostitución en los CIE. Cada historia personal es única e intransferible, pero ser extranjera, indocumentada y ejercer la prostitución en este país supone indefectiblemente el conllevar una serie de obstáculos que muchas otras comparten

La interacción entre el Protocolo de Identificiación de Víctimas de Trata y la Ley de Extranjería

A la protagonista de esta historia la policía la conocía sobradamente. Llevaban un tiempo acercándose a ella bajo la sospecha de que podría ser víctima de trata, pero ella nunca denunció ni les dio información sobre posibles redes. Ni siquiera una vez en el CIE firmó el documento para entrar en el protocolo de protección para víctimas de trata (no sabemos si se lo ofrecieron). ¿Por qué? Eso ya nunca lo sabremos, quizás por miedo a la policía, o a las consecuencias que le podría traer, quizás porque no se consideraba víctima, quizás porque no lo era…

Lo que aún no entendemos es cómo la policía puede detener y expulsar a quién en un principio pretendía proteger. Nos preocupa la interacción entre el Protocolo de Identificación de Víctimas de Trata y la Ley de Extranjería. El hecho de que se incoe un expediente de expulsión a toda mujer que, una vez detenida, no exprese ser víctima de trata ni se acoja al artículo 59bis de la LO 4/2000, incrementa la sensación de miedo y la consecuente distancia entre estas mujeres y nuestras instituciones.

La trata de seres humanos es uno de las más graves violaciones a los derechos humanos de entre las que asistimos en la actualidad, para ello, todos los recursos y esfuerzos que se lleven a cabo para la detección de las víctimas,  la recuperación de su libertad y autonomía, así como para la lucha y detención de las personas responsables de estos delitos, son fundamentales y necesarios. En este sentido, valoramos muy positivamente los avances que el Plan Integral contra la Trata de Seres Humanos con Fines de Explotación Sexual, aprobado en Diciembre del 2008, ha supuesto en nuestro país.

Sin embargo, y por la misma importancia que estas actuaciones tienen en el cumplimiento y defensa de los derechos de las personas, no podemos dejar de denunciar incumplimientos o actos abusivos que en el marco de estas actuaciones se están produciendo.

La identificación de las víctimas de trata o explotación sexual  no puede basarse en el acoso indiscriminado a las trabajadoras sexuales ni en los controles de identidad y posterior detención de aquellas que no tienen su situación administrativa regularizada. Esto es algo que atenta contra los derechos fundamentales de las mujeres y desde luego,  no es una forma razonable de ganarse la confianza de las posibles víctimas.

Por otro lado, identificar el ejercicio de la prostitución con explotación sexual supone la invasión absoluta del derecho de las trabajadoras sexuales a la autodeterminación y puede ser un obstáculo para prevenir y perseguir el tráfico. No podemos considerar el trabajo sexual de la misma forma que consideramos el tráfico de personas o la explotación sexual, las cuales son abusos de derechos y crímenes.

Los derechos de las trabajadoras sexuales

Entendemos que, en muchos casos, el trabajo sexual no es siempre una elección y reconocemos que a veces tiene una estrecha relación con la pobreza, vulneración y discriminación y puede conducir a la violencia contra las mujeres. Pero las trabajadoras sexuales no son sólo y siempre víctimas pasivas, con frecuencia eligen dentro de los márgenes de opción de que disponen. Sin embargo, el aumento de las restricciones en las políticas migratorias de nuestro país, unido a la estigmatización del trabajo sexual y el no reconocimiento de la prostitución como actividad laboral (lo que impide el acceso a la regularización), aumenta sobremanera la vulnerabilidad que sufren las trabajadoras sexuales.

Por ello, llamamos la atención sobre la importancia del reconocimiento de los derechos de las trabajadoras sexuales como medio para dar seguridad en y a través del lugar de trabajo, y prevenir toda forma de explotación, violencia y coacción. Es más, las trabajadoras sexuales son sujeto de derecho, como el resto de mujeres y hombres, y como tal deberían ser reconocidas.

No queremos leyes que tiendan una mano para rescatar a estas personas y que con la otra las empujen si no las aceptan. No nos confundamos: la que ayuda es una ley que sea capaz de dotar de derechos reales a las personas, que haga posible el desarrollo de seres libres y autónomos, no una ley que rescate victimas para obligarlas a «tomar el buen camino».

Nuestra protagonista se armó de paciencia, pero no con esa paciencia callada e indolente, sino la paciencia de quien no desespera mientras camina, una paciencia fuerte y deseosa que tiene el poder de soportar los contratiempos y dificultades para obtener lo que se propone. De ella, de su paciencia, intentamos aprender para seguir trabajando por hacer de ésta una sociedad más justa y más libre. No desvaneceremos en el intento, igual que sabemos que ella tampoco lo hará.